top of page

TURQUÍA - 12 dias

Dia 1. Vuelo Madrid-Sofía-Estambul. Estambul de noche. Dormir en Estambul.

Dia 2. Estambul: Santa Sofía, Mezquita Azul, Cisterna, Torre Gálata. Barrios de Beyoglu y Besiktas. Dormir en Estambul.

Dia 3. Estambul: Palacio Topkapi, Harem, Mezquita Suleymaniye, Gran Bazar, Acueducto, Bazar de Las Especias, Crucero por el Bósforo. Tren Ankara Express.

Dia 4. Ankara. Coche hasta Capadocia. Dormir en Göreme.

Dia 5. Capadocia: Göreme, Çavusin, Devrent Valley, Ürgüp, Sarica Kalise, Rose Valley, Ortahisar, Uçhisar, Pigeon Valley, Avanos. Dormir en Göreme.

Dia 6. Capadocia: Love Valley, Göreme Open Air Museum, Derinkuyu, Ihlara Valley, Catedral de Selime. Dormir en Konya.

Dia 7. Coche a Pamukkale. Pamukkale por la tarde. Dormir en Pamukkale.

Dia 8. Pamukkale. Hierápolis. Afrodisias. Dormir en Kusadasi.

Dia 9. Parque Natural Milli. Éfeso. Basilica de Selcuk. Esmirna. Dormir en Esmirna.

Dia 10. Avión Ismirna-Estambul. Más Estambul. Dormir en Estambul.

Dia 11. Avión Estambul-Sofia. Sofía. Dormir en Sofía (Bulgaria).

Dia 12. Avión Sofía-Madrid.

No hay que perderse:

 

  • Estambul. Ciudad cruce de culturas con un inmenso patrimonio. Imprescindible.

  • Capadocia. Pueblos excavados en las rocas, en un lugar lleno de formaciones rocosas de mil formas, extrañas y mágicas.

  • Pamukkale. Una montaña blanca con pozas de agua cristalina. Muy curioso de ver.

  • Éfeso. Una de las más hermosas y completas ciudades romanas. La mejor biblioteca sin duda.

  • Afrodisias. En otro tiempo, una de las maravillas del mundo antiguo. Hoy día, sólo ruinas.

 

Medios de transporte:

  • Estambul a pie. Barco por Bósforo.

  • Tren cama nocturno Estambul-Ankara.

  • Coche alquilado entre Ankara-Capadocia-Pamukkale-Éfeso-Ismirna.

  • Avión interno Ismirna-Estambul.

 

Dia 1. Vuelo Madrid-Sofía-Estambul. Estambul de noche.

El vuelo aterrizó en Estambul sobre las 18:00. Ciudad enorme de más de 20 millones de habitantes, un trayecto al centro significa estar al menos 1 hora en el coche. Sobre las 19:00, con noche ya cerrada y apenas gente en las calles, llegamos a nuestro hotel, muy cerca de la Mezquita Azul y Santa Sofía, en los alrededores de la calle Divan Yolu y la estación Çemberlitas.

Tras dejar las cosas en el hotel, bajamos a cenar en uno de los muchos restaurantes de la zona, tras lo cual dimos nuestro primer paseo nocturno y echamos nuestras primeras fotos de ambos edificios, quizá los más representativos y bonitos de la ciudad, junto con el palacio Topkapi.

El día siguiente nos patearíamos parte de la ciudad, por lo que pronto subimos a descansar al hotel.

 

Dia 2. Estambul: Santa Sofía, Mezquita Azul, Cisterna, Torre Gálata. Barrios de Beyoglu y Besiktas.

El día comenzó pronto con el desayuno del hotel. A los 10 minutos ya estábamos delante de Santa Sofía, la preciosa basílica cristiana símbolo de la ciudad. Y justo enfrente teníamos la aún más grande Mezquita Azul, rival monumental y religioso de la primera.  El lugar estaba lleno de turistas como nosotros pero esto no nos detuvo para visitar ambos edificios por dentro.

Santa Sofía está en un estado de conservación algo deteriorado por fuera. Muchos muros y paredes están a punto de caerse o con grandes rajas. Las muchas batallas y cambios de gobierno de la ciudad se ven reflejados por todos lados en el edificio, y la suerte es que se haya conservado tan bien durante tantos años. Esperemos que aguante muchos más.

El interior de la basílica es precioso. Tanto sus muros, profusamente decorados, como el edificio en sí mismo, como sus diversos murales y frescos o sus esculturas, rezuman antigüedad, riqueza y belleza. 

Como curiosidad decir que tiene 2 plantas y se puede subir a la superior, desde la cual se observa una perspectiva del edificio sorprendente. El color dorado y marrón es predominante en todo el edificio.

A pesar de tener origen cristiano y conservar casi toda la simbología religiosa original, en la cúpula principal se encuentran varios carteles colgantes con el nombre de Alá, recordando que hoy día se está en territorio musulmán. Me recuerda un poco a la Mezquita de Córdoba, en cuanto a que se trata de un edificio de la religión opuesta al país donde se encuentra, pero en ambos casos se conserva y cuida como si fuera propio.  

Ojalá se hubiera tenido esta actitud con otros tantos edificios derruidos.

 

El siguiente lugar a visitar fue el antiguo circo romano, muy cerca también, aunque hoy día no es más que un parque y apenas hay un par de columnas y algún que otro cartel informativo. Prescindible.

Tras ver estos 2 maravillosos edificios, nuestro siguiente destino fue la Cisterna de Basílica, a escasos 100 m de Santa Sofía. En este caso se trata de un edificio de unos 2000 años de antigüedad, de origen romano, que servía para almacenar y distribuir agua por la ciudad. Es un edificio ubicado bajo al actual suelo, sin luz natural. Es como un enorme almacén diáfano lleno de columnas romanas y agua por todas partes en diversas piscinas pequeñas comunicadas entre sí. La iluminación del edificio le da un aire misterioso.

Nunca había visto un edificio romano como este y la verdad es que es muy curioso y creo que único.

La Mezquita Azul, como dije antes de mayor tamaño que Santa Sofía, es de un estilo totalmente distinto. Tiene un tamaño descomunal para ser una mezquita. Por fuera tiene varias decenas de torres finas y estilosas, de color grisáceo. Por dentro, toda la decoración es de motivos florales en los muros, paredes, techos incluso en los suelos. El nivel de detalle es asombroso. Las enormes lámparas dan luz al edificio de manera singular.

Es obligada la entrada al edificio descalzo, por lo que el olor que se respira dentro no es del todo agradable que digamos. Y aunque nuestros prejuicios nos digan otra cosa, somos los turistas los que lo estamos provocando, pues los musulmanes que rezan están obligados a lavarse los pies en alguna de las múltiples fuentes del patio exterior.

No es muy habitual para un no musulmán poder entrar en una mezquita (al menos en otros países árabes es así), pero en Estambul, donde se supone que son laicos, la entrada si está permitida, aunque restringida sólo a unas zonas más pequeñas.

Llegados a este punto queríamos dedicar la tarde y noche a los barrios situados al otro lado del cuerno de Oro, en la parte europea de la ciudad, menos turísticos pero llenos de gente y también con diversos puntos de interés. Salimos caminando por la calle Alemdar, dirección a la estación de Sirkeci. Comimos por esta zona en un pequeño restaurante de comida rápida. Tras unos 15 minutos llegamos a la zona del embarcadero, donde es fácil contemplar nuevas y grandes mezquitas por todos lados: Rüstem Paça, Yeni Cami o Ahí Ahmet Çelebi Cami.

La plaza principal justo donde comienza el puente Gálata, es bastante bonita y está siempre llena de gente. Atravesamos el puente andando (estábamos fuertes en nuestro primer día del viaje), contemplando la curiosa (y estudiada) ubicación de la ciudad, justo en el punto donde se domina el canal que une el Mar Negro con el Mediterráneo y el famoso Cuerno de Oro, que no es sino un canal de agua que sirvió de lugar de no pocas batallas en la antigüedad, y lleno de algunas fortalezas defensivas a ambos lados.

Al otro lado emerge en lo alto la torre Gálata, parte de una ciudadela genovesa del siglo XIV construida en época de cruzadas, desde la cual se observan unas preciosas vistas de gran parte de la ciudad. Y digo gran parte porque es imposible observar dónde acaba la ciudad de lo grande que es.

Tomamos un café turco por la zona y tras recargar pilas, ya en el barrio de Beyoglu, tomamos la calle Istiklal hasta la plaza Taksim, a unos 20 minutos a pie. Esta calle, peatonal, es la calle comercial principal de la ciudad, al estilo occidental, lleno de tiendas de moda conocidas, restaurantes, pubs, museos y gente yendo de un lado a otro. En varias de las calles aledañas se localizan algunos de los mejores hoteles de la ciudad. Es en estas zonas donde te das cuenta que Estambul es mucho más occidental que lo que parece.

Llegando a la plaza Taksim vimos varios coches de policía y calles cortadas. Resultaba que habían puesto un coche bomba hacía unas horas y habían muerto varios policías y turistas. Una pena, desconocíamos que aquí también había terrorismo. Y una suerte no haber estado allí antes, nos podía haber tocado.

Desde la plaza Taksim estábamos a apenas otros 15 minutos de la mezquita y museo Dolmabahçe, ubicada a orillas del Bósforo, así que fuimos hacia allá. Atravesamos parte del barrio residencial de Besiktas y el campo de fútbol del equipo del mismo nombre, hasta llegar, bastante cansados ya, a destino. Tuvimos mala suerte y no llegamos a tiempo de verlo por dentro, pues estaba cerrado. Aun así sí que pudimos disfrutar por fuera de este recogido edificio mirando al mar, justo cuando el sol se estaba poniendo en la lejanía. Si no se dispone de tiempo suficiente, es perfectamente prescindible.

 

La pateada que nos habíamos pegado había sido de órdago, y estábamos bastante cansados, por lo que no contemplábamos regresar a pie. Fuimos a la plaza Taksim de nuevo y desde allí cogimos el tranvía hasta la zona de Gálata primero, y hasta nuestro hotel después, a eso de las 19:00. Descansamos un rato en el hotel, nos duchamos y sobre las 20:30 estábamos listos para ir a cenar.

Habíamos quedado con Ebru, una chica turca amiga de una amiga, para cenar y nos propuso uno los restaurantes más de moda de la ciudad. Se llamaba terraza 360 y estaba localizado en la azotea de un edificio en la calle Istiklal, cerca de la torre de Gálata. Fuimos y vinimos en tranvía, el cual funciona bastante bien la verdad. Las vistas desde la azotea, de noche, eran espectaculares. Y la cena, también.

Hablar con gente local es muy enriquecedor. Te abre la mente, te quita prejuicios, y te informa de la realidad de la vida en el país en general y en Estambul en concreto.  Estuvimos charlando de cientos de cosas. Entre otras cosas nos contó que Turquía es un país de gente muy joven, mayoritariamente laico (aunque con una comunidad musulmana muy fuerte), con mucho trabajo tecnológico, con universidades importantes a nivel europeo, con un idioma propio (turco), que apenas tiene que ver con el árabe (de hecho no lo entienden), con buenas infraestructuras en constante mejora por el interior del país, todavía muy rural, y con muchas ganas de demostrar al mundo que es un país próspero y moderno.

Estuvimos hasta bastante tarde para los horarios turcos, tras lo cual regresamos al hotel. Como en otras zonas de la ciudad que visitamos de noche, la sensación de inseguridad es inexistente, al menos si eres un turista viajado y no te asustas con algo de suciedad en alguna calle o ver gente andando sola.

 

Dia 3. Estambul: Palacio Topkapi, Harem, Mezquita Suleymaniye, Gran Bazar, Acueducto, Bazar de Las

Especias, Crucero por el Bósforo. Tren Ankara Express.

Comenzamos el día con la visita al palacio de Topkapi, ubicado en la parte alta de la ciudad, detrás de Santa Sofía y a apenas 15 minutos andando del hotel. Previamente dejamos las mochilas, ya preparadas, en la consigna del hotel, ya que estaríamos todo el día fuera. Pasaríamos a recogerlas a la noche.

Nada más llegar a Topkapi te das cuenta de la inmensidad y grandiosidad del lugar. Una enorme puerta medieval de piedra con 2 torres a los lados te da la entrada al recinto, tras la cual se encuentra un enorme patio lleno de árboles y edificios por los alrededores: caballerizas, palacetes, harenes y casas de servicio rodean el recinto. Al fondo, el gran palacio del Emir se alza como edificio principal del complejo. Dentro de él el lujo y la belleza son la norma. Todas las paredes, techos, columnas y patios están magníficamente decorados con motivos florales, arabescos o figuras de la naturaleza. Dentro del palacio principal existen diversos patios con suelos de mármol, canales de agua, cerámicas y miradores varios. Éste es el punto más alto del barrio de Sirkeci, y por ello se observan unas preciosas vistas de toda la ciudad.

Visto el palacio principal, el resto de estancias no disminuyen la belleza del conjunto, sobre todo el Harem, lugar donde vivían las diversas mujeres del Emir, junto con sus criados y servicio. En esta zona, que se paga aparte, se observan detalles femeninos y quizá algo más de delicadeza en el arte decorativo, además de una serie de puertas decoradas de mil formas distintas, muy bonitas.

El palacio Topkapi, cuya visita no dura menos de 3 horas, es un palacio sin igual por el origen musulmán del mismo, y por la cantidad de preciosos lugares que tiene. A diferencia de los palacios medievales europeos contemporáneos, que destacan por sus toscos muros de piedra, sus frías estancias y por su sobriedad general, en este palacio se puede sentir la tranquilidad del agua, la belleza de las líneas arquitectónicas y la armonía general de todo el conjunto. Imprescindible su visita.

Tras la visita nos fuimos a la zona del Gran Bazar de Estambul, aunque antes aprovechamos para comer en la zona de restaurantes próxima al hotel. El Gran Bazar es un laberinto de calles que van de uno a otro lado, sin apenas orden aparente, donde miles de comerciantes venden todo tipo de productos. Aunque no lo parezca a primera vista, existe un orden por el cual cada zona está dedicada a un gremio determinado (ropa, vendedores de comida, tecnología, especias, etc). A diferencia de otros bazares en otras ciudades musulmanas, como Fez, Túnez o Marrakech, las calles son bastante anchas, apenas hay callejuelas estrechas, no hay apenas suciedad de cosas perecederas, ni malos olores. Eso sí, está llenísimo de gente por todos lados.

Desde el gran Bazar continuamos hacia el oeste pasando por la mezquita de Beyazit, otra mezquita preciosa y ya iban unas cuantas, después por la zona de facultades de la universidad de Estambul, hervidero de gente, y finalmente la calle Sehzadebasi hasta llegar al acueducto romano de Valens. El paseo, de unos 30 minutos, la verdad es que no mereció mucho la pena pues el acueducto está bastante deteriorado y en una zona algo abandonada y fea. Por ello no le dedicamos mucho tiempo y regresamos hacia el Gran Bazar, callejeando de nuevo por zonas inexploradas, dejándonos llevar por las sensaciones y descubriendo rincones, plazas y lugares a medida que avanzábamos hacia la zona del cuerno de Oro.

Callejear y perderte por esta ciudad es apasionante, descubres zonas curiosas por todos lados.

Atravesamos todo el gran bazar hasta llegar a la gran Mezquita de Suleymaniye, la más grande de la ciudad. Al igual que la Mezquita Azul, existen varias fuentes exteriores donde lavar y purificar los pies antes de entrar. Es bastante impresionante, sobre todo para un occidental no acostumbrado a ver estos edificios.  Desde esta mezquita restan escasos minutos a otro de los puntos interesantes de la ciudad: el Bazar de las Especias. Es un pequeño mercado donde lo más impresionante son los olores y los colores.

Merece la pena descubrir cada uno de los coloridos puestos y lo que ofrece cada uno.

Sobre las 16:00 llegamos al muelle de Eminönü desde donde tomamos un barco para hacer un pequeño crucero por el Bósforo. Previamente habíamos visto los horarios, y planeamos el día con tiempo para llegar holgadamente al último del día, con el que veríamos el atardecer de la ciudad.

El crucero duró aproximadamente unas 2 horas, y recorrió los principales puntos de interés hasta el segundo puente que cruza al lado asiático de la ciudad, como por ejemplo la fortaleza de Rumeli Hisar o el islote de la Dama del Harem, famoso por sus diversas leyendas sobre las mujeres del Harem del Emir.

El paseo nos sirvió para disfrutar con tranquilidad y sentados de todo el entorno, lo cual agradecimos bastante después de estar todo el día de pie y andando.

Tras el paseo, no nos fuimos muy lejos para cenar, ya que habíamos oído hablar de los restaurantes flotantes del muelle en llamativos e iluminados barcos-dragón  donde servían buen pescado, así que allí nos fuimos. Comimos unos bocatas de pescado muy baratos que, si bien no eran ninguna delicatesen, no estaban nada mal para el precio pagado.

Tras la cena fuimos a recoger las mochilas al hotel (en tranvía eran 10 minutos), regresamos al embarcadero, cogimos el barco hacia la estación de Haidarpasa en el lado asiático de la ciudad, y tras esperar unos minutos, por fin cogimos el tren Ankara Express que nos llevaría durante toda la noche hasta la capital del país: Ankara.

Dia 4. Ankara. Coche hasta Capadocia.

El trayecto en tren cama fue muy apacible. No hubo muchos ruidos más allá de varios ronquidos, y la verdad es que descansamos bastante bien pues estábamos cansados. Los 2 días pateando Estambul de punta a punta ayudaron bastante a ello. Llegamos pronto a Ankara, y lo primero que hicimos fue dejar las maletas en la consigna de la estación, para poder recorrer la ciudad sin peso a la espalda.

Tras desayunar en un bar cercano, el cual nos costó encontrar pues la zona no tenía demasiado movimiento, nos fuimos directos caminando hacia el punto más importante de la ciudad: el mausoleo de Ataturk. Se trata de un complejo ubicado en lo alto de una pequeña colina, dedicado al personaje más importante de Turquía: Ataturk. Fue el padre del país actual, promotor del idioma turco, garante del estado laico y persona que modernizó y cambió, para bien, el país entero. Es como un dios para todo el mundo. El mausoleo es solemne, moderno y lleno de referencias a la patria turca. Tiene varias salas a visitar. Como punto a destacar, típico de estos sitios, el cambio de guardia.

Tras unas 2 horas de visita, regresamos hacia la parte central de la ciudad, de nuevo a pie tras otros 20 minutos. El centro no tiene demasiadas cosas salvo algún que otro edificio singular, varios museos y alguna mezquita. No tiene apenas turismo occidental, pues se trata principalmente de una ciudad de negocios, sede de los diversos organismos públicos turcos y centro de comunicaciones del país. Al cabo de unas 2 horas de paseo sin entrar a ningún sitio turístico, comimos en un restaurante de la zona y fuimos a la oficina de alquiler de coches, donde recogimos nuestro vehículo para los siguientes días.

Ankara no merece demasiado la pena a nivel turístico y por ello preferimos ir cuanto antes a la Capadocia.

Teníamos un poco de respeto por conducir a nuestro aire por las carreteras turcas, pero realmente no hay nada que temer. Tanto la autovía de Ankara a Capadocia como el resto de carreteras locales que cogimos en los próximos días fueron muy seguras y tranquilas, sin apenas tráfico, y normalmente bien señalizadas (en turco y a veces en inglés). Para mayor seguridad íbamos con GPS por si nos perdíamos en alguna zona rural donde, por lo normal, no hablan inglés. Lo único a tener en cuenta es que en toda carretera (incluida la autovía), te puedes encontrar con un semáforo en rojo al pasar por un pueblo, un carro tirado por mulas, un perro cruzando por cualquier parte o niños sin mucho miedo a los coches. Por ello, hay que reducir la velocidad sobre todo cerca de las poblaciones.

La carretera no atraviesa zonas de interés, y es más bien llana. El único punto a destacar fue el enorme lago salado de Tuz Gölü, donde paramos a tomar unas fotos.

Tras unas 3 horas y media, llegamos a nuestro destino final: Göreme, en pleno centro de la Capadocia.

Dejamos las cosas en nuestro pequeño hotel-cueva y nos fuimos a buscar un sitio para cenar. Göreme es el centro de operaciones de cualquier viaje por la Capadocia. Tiene varios restaurantes, bares, hoteles, tiendas y puestos de artesanía, aunque debido a la época del año no había apenas gente.

Tras la cena, nos fuimos a tomar algo al Flintstones Bar, ubicado en el pueblo y decorado como si la familia Picapiedra lo hubiera diseñado. Como no había mucho ambiente, nos fuimos a dormir pronto.

 

Dia 5. Capadocia: Göreme, Çavusin, Devrent Valley, Ürgüp, Sarica Kalise, Rose Valley, Ortahisar, Uçhisar, Pigeon Valley, Avanos.

La famosa Capadocia, por fin estábamos en ella. Se trata de un lugar único en el mundo, de unos 50Km de diámetro, formado hace miles de años como consecuencia de varias explosiones volcánicas que formaron la cordillera de Tauro y el altiplano de la Capadocia. Con el paso del tiempo los componentes volcánicos de la zona se fueron erosionando por la acción de los vientos, el agua y la temperatura, formando las increíbles formaciones de los valles de la zona.

La zona se compone principalmente de varios valles con formaciones extrañas y pueblos encaramados a las montañas o construidos como cuevas o en oquedades en las rocas. En ello influyeron también las diversas persecuciones a las que los cristianos se vieron sometidos en esta zona hace 2000 años, y que utilizaron para esconderse. Es por ello que se conservan varias iglesias y pueblos enteros en agujeros o bajo el suelo.

Durante este día y el siguiente fuimos recorriendo las diversas zonas de la Capadocia en nuestro propio coche, aparcando en cada zona (normalmente gratis) y visitándola a pie.

Comenzamos por Çavusin, donde vimos las primeras estancias excavadas en la roca, varios frescos pintados en techos con motivos religiosos y las primeras estructuras de roca con curiosos sombreretes de piedra justo en la parte más alto, como bailando y a punto de caer al suelo.

 

La siguiente parada fue en Devrent Valley. Detuvimos el coche a un lado en la carretera y nos adentramos en este mar de piedras con formas puntiagudas y extrañas siluetas. En otros países ya se habría prohibido el paso a lugares como este, pero aquí eres libre para adentrarte por la zona, explorar por todos lados y subirte en todas partes.

 

Después paramos en Ürgüp, pueblo totalmente metido entre las faldas de una montaña, con decenas de casas excavadas en la roca a modo de queso Gruyere. En este sitio se nos acercó un lugareño con el ánimo de enseñarnos su pueblo (y posteriormente llevarnos a su bar para tomar algo, claro) y nos estuvo contando las distintas historias sobre el mismo. Lo más curioso fue cuando nos dijo que existían caminos estrechísimos excavados en la misma roca y utilizados por la gente para ir de un sitio a otro a través de la montaña. Probamos a meternos en uno y la verdad es que al poco salimos por la claustrofobia del lugar, estrechísimo, oscuro y húmedo.

 

Tras la parada a tomar algo, continuamos en el mismo valle de Ürgüp yendo a la poco visitada iglesia de Sarica (Sarica Kalise), una iglesia horadada en mitad de una roca solitaria y ubicada en un lugar un tanto escondido para no ser encontrada, rodeada de varios almacenes de comida, palomares y zonas llanas. La iglesia es pequeñita pero dispone de varios frescos en el techo, un altar, varios bancos laterales, algunas columnatas e incluso varias ventanas con columnas bien decoradas.

 

Llegamos a Göreme sobre las 17:00, y nos fuimos directos al Flintstones Bar, con algo más de gente que el día anterior. Entre cerveza y cerveza decidimos aprovechar la tarde-noche para contratar el típico pack guiri de cena + espectáculo de derviches danzantes por unos 30€ por persona. En el mismo pueblo te lo ofrecen. No soy muy partidario de estos espectáculos preparados para el turista, me parecen artificiales, pero es cierto que era la única forma de poder observar estas danzas típicas turcas.

Sobre las 19:00 nos recogieron en furgoneta, fuimos recogiendo gente por el camino hasta llegar al pueblo de Avanos, donde estaba el complejo. Lo primero que vimos fue un espectáculo de caballos con jinetes haciendo ciertas acrobacias y malabares, y después nos fuimos a cenar. El recinto es circular y todo el mundo se sienta a los lados, dejando el centro para los diversos espectáculos que se ofrecen mientras se sirve la cena, que si bien no fue muy abundante sí que fue variada. Vimos espectáculos de faquires, danzas del vientre y cómo no los famosos derviches danzantes girando sobre sí mismos con sus túnicas blancas a ritmos vertiginosos mientras se encuentran en un supuesto estado de excitación espiritual para ascender a los cielos y suenan ritmos de flauta y tambores.

Tras estos espectáculos sirvieron licores y alcohol, y varios guiris sin vergüenza salieron a la palestra animados por las actividades participativas que se proponían, todas ellas con ánimo de hacer divertido el espectáculo. He de reconocer que, aunque fue algo muy guiri, me reí bastante y me lo pasé bien.

Sobre las 22:00 estábamos de vuelta en Göreme, y al poco ya estábamos durmiendo.

Dia 6. Capadocia: Love Valley, Göreme Open Air Museum, Derinkuyu, Ihlara Valley, Catedral de Selime.

Tras otro buenísimo desayuno en la terraza de nuestro hotel (cuyas habitaciones eran cuevas excavadas en la roca por cierto), contemplamos otra de las atracciones típicas de la zona: los globos aerostáticos.

Debe ser muy bonito contemplar esta zona desde lo alto volando pausadamente con estos inmensos globos. Nosotros lo descartamos por el elevado precio de los vuelos, superiores a los 150€.

Tras suspirar varias veces por no poder montar en ellos, decidimos dar un paseo por el cercano Love Valley. Un sendero te lleva por dentro del valle, donde lo que más destaca son las diversas piedras con forma de pene (más políticamente correcto llamarlo Love Valley). Es curioso la cantidad que hay, todas ellas separadas entre sí e independientes. Es como si fuera una plantación. Al igual que el resto de valles de la zona, te puedes adentrar sin problemas por todos lados.

Comimos unos bocatas (que llevábamos preparados para no perder demasiado tiempo y aprovechar así la luz del día) de camino al famoso Rose Valley, al que van la mayoría de agencias de viajes. Este hermoso valle tiene varios senderos indicados, comunicando varias zonas de la Capadocia por el interior, tras caminatas de varias horas. Nos adentramos en uno de los senderos y andamos cerca de 30 minutos hasta llegar a un pequeño desfiladero con cierto desnivel donde se observaban todas las extrañas y variadas formaciones de las rocas en diversas capas. Lo bonito de este lugar, además de las curiosas formaciones, es la vista genérica del valle y los diversos colores amarillentos, marrones y sobre todo rosáceos que dan nombre al valle. En esta zona es importante llegar con buena luz.

Estábamos a punto de salir de Capadocia pero pasamos casi por casualidad por Selime y decidimos parar pues habíamos oído hablar de su catedral. Que gran decisión. Para mí, uno de las mejores visitas de la zona. Para llegar a ellas primero hay que subir por un estrecho canal que parece excavado por el agua. Arriba se llega a una zona llana desde la que se pueden visitar varias estancias comunicadas entre sí por diversos pasillos y túneles a diversas alturas. Lo mejor de este lugar es, sin duda, su famosa catedral. Se trata de una iglesia excavada en la roca y de grandes proporciones si la comparamos con el resto de iglesias de la zona, donde destacan sus grandes columnas de soporte y su amplio altar. No se conservan frescos y sus paredes aparecen negruzcas como si se hubiera producido un incendio, pero aun así me pareció espectacular encontrar este edificio excavado en la roca. No sé si es que no me lo esperaba o que fue el último lugar que vimos en la Capadocia o que lo vimos con la bonita luz del atardecer y nosotros solos, pero el caso es que fue uno de los que más me impactó.

En definitiva y como resumen, la Capadocia nos pareció un lugar mágico, lleno de lugares increíbles, sorprendentes casi todos ellos y únicos en el mundo. Visita obligada en un viaje a Turquía.

 

Pusimos rumbo a nuestro siguiente destino, la religiosa ciudad de Konya, a la que llegamos sobre las 20:00 tras unas 2 horas largas de camino. Dejamos las cosas en el hotel y nos fuimos enseguida a dar una vuelta por el centro, aunque más bien buscando un sitio para cenar algo antes que fuera más tarde, Se trataba de un lugar de paso y no teníamos intención alguna de hacer turismo. Encontramos una pizzería baratilla donde encontramos 2 de las curiosidades del viaje: una pizza de un metro de largo de la que dimos buena cuenta y una ensalada de perejil con un limón entero. Lo primero no nos sorprendió demasiado, pero lo segundo fue lo que nos trajeron cuando pedimos ‘ensalada’ para acompañar la pizza. Tras las risas iniciales, la probamos y nos pareció que estaba buena. Lo que hace el hambre…

Nuestro siguiente destino, ya un poco más lejos del centro neurálgico de la Capadocia, fue la misteriosa ciudad subterránea de Derinkuyu. Tenía mis dudas sobre si realmente iba a ser subterránea o era solamente un nombre para atraer turistas y me llevé una sorpresa cuando vimos que efectivamente es subterránea. De hecho, se entra justo desde el centro del actual pueblo, construido encima. Le llaman ciudad porque realmente hubo gente que vivió aquí cuando hubo persecuciones contra los cristianos, aunque por tamaño no merezca tal calificativo. Eso sí, dispone de prácticamente todo lo necesario para estar bajo tierra un largo tiempo: cocinas, habitaciones, cuadras para animales, almacenes para comida, salones de reunión, comedores, pozas de agua y cómo no una iglesia. Dispone de varias salidas y entradas de aire y como medidas de seguridad existen varias piedras enormes redondas que cortaban el paso en diversos sentidos según la conveniencia de la situación.

La visita dura unas 2 horas y, aunque es un poco claustrofóbico en ciertos puntos por su estrechez, la profundidad alcanzada y la falta de luz, merece muchísimo la pena. Nunca había visto nada igual.

 

La siguiente parada fue en el valle de Ihlara, formado por un río del mismo nombre y cuyo mayor atractivo es el pequeño cañón formado por el mismo. No merece mucho la pena salvo que, como nosotros, se esté de paso. Aprovechamos para comer de nuevo en el campo.

 

Dia 7. Coche a Pamukkale. Pamukkale por la tarde.

Amanecimos con el único objetivo para el día de llegar a la famosa Pammukale, patrimonio de la humanidad por la Unesco. Nos esperaban unas 5 horas de viaje sin autovía.

Llegamos al hotel de Pamukkale sobre las 13:00, dejamos las cosas y decidimos comer en el restaurante del mismo hotel, pues íbamos bien de tiempo y no habíamos comprado comida. Resultó que servían platos muy ricos por lo que disfrutamos bastante del momento comida.

Por la tarde nos acercamos a la entrada de Pamukkale, a escasos 500m del hotel, aunque entraríamos a la mañana del día siguiente. Dimos una vuelta por el pequeño lago cerca de él, tomando las primeras fotos con luz de tarde de las famosas paredes algodonosas de este lugar. Dimos también una pequeña vuelta por el pueblo, bastante feo y poco turístico. Quizá deberíamos haber planteado de otra forma este día, pues sentimos que habíamos desaprovechado la tarde. Cenamos en otro restaurante de la zona y nos fuimos a dormir pronto. Ya que el pueblo no ofrecía mucho, aprovecharíamos para descansar bien.

Dia 8. Pamukkale. Hierápolis. Afrodisias.

Nos levantamos con las pilas bien cargadas y enormes ganas de conocer este lugar más a fondo. La visita está dividida en 2 partes: la montaña blanca de Pammukale y las ruinas de la ciudad romana de Hierápolis. Ambas visitas son espectaculares, aunque por diferentes motivos.

Pamukkale, patrimonio de la Humanidad de la Unesco, es básicamente la ladera de una colina de unos 150m de alto, famosa por el color blanco de sus paredes además de sus cascadas y pozas de aguas transparentes.  Se formó hace miles de años por la continua precipitación de aguas con alto contenido en bicarbonato cálcico desde lo alto, formando capas de piedra caliza, travertino y otros materiales a medida que el agua desciende por la colina. Es un lugar único en el mundo.

La visita comienza en la parte baja y se recorre toda la ladera, descalzado previamente, pasando por todas las pequeñas pozas y pudiendo tocar y pisar casi todos los lugares. No sé si esta visita tan agresiva para el entorno seguirá así siempre, pero creo que de esta forma influimos bastante en ella.

Este lugar se conoce desde tiempos remotos y por ello los romanos construyeron la ciudad termal de Hierápolis en la parte alta. Su visita es recomendable sobre todo por la posibilidad de bañarte en las piscinas de aguas termales originales romanas, entre columnas y capiteles caídos en el agua. Sólo faltan las uvas y el vino para parecer el dios Dionisios en una de sus bacanales. El resto de la ciudad no está muy bien conservada, siendo lo que más llama la atención la cantidad de tumbas que hay por todos lados.

La visita duró unas 3-4 horas yendo tranquilos, y con baño incluido.

 

Comimos unos sándwiches, como casi siempre en este viaje, de camino a nuestro siguiente destino: las ruinas griegas de Afrodisias. Llegamos allí sobre las 16:00, tras otros 90 minutos de camino.

Las ruinas tienen varios puntos de interés, como el Tetrapilón (entrada monumental al recinto), el Sebasteión (templo de planta rectangular que mantiene varias columnas), el Buleterión (anfiteatro de gran tamaño y gradas en buen estado de conservación), las termas de Adriano (hay que tener imaginación para pensar cómo eran), el estadio (que mantiene parte de las gradas) o el templo de Afrodita, el más grande de la ciudad pero que sólo conserva su planta y algunas columnas de gran tamaño.

Aparte de estos puntos de interés, llama la atención la gran cantidad de esculturas y bultos representando dioses, así como carteles de piedra escritos en griego  a los lados de los caminos, como buscando ubicación en la ciudad. Es una pena que no se hayan conservado más edificios en este lugar.

La visita nos gustó bastante por todo lo comentado, y nos llevó unas 2 horas. Está en un sitio de gran tamaño y cada punto está bastante lejos del resto. Verlo sin apenas gente ayudó a que nos gustara más.

 

El sol se estaba poniendo ya y nos esperaba un largo camino de más de 2 horas y media hasta nuestro hotel de hoy, ubicado en la ciudad costera de Kusadasi, así que salimos sin más demora.

Elegimos este lugar como zona base para el día siguiente, no porque tenga nada interesante que visitar.

 

Dia 9. Parque Natural Milli. Éfeso. Basilica de Selcuk. Esmirna.

El día de hoy comenzó con la visita al parque natural Milli, a unos 50 minutos al sur. Se trata de una zona protegida de playas y bosques. Nos acercamos con la intención de ver un poco la costa turca, pero la verdad es que no mereció nada la pena. Una vez dentro del parque hay una zona militar de acceso restringido y ni el parque, ni las playas ni los bosques son muy espectaculares que digamos. Esto nos pasó por no informarnos antes sobre los puntos de interés cercanos a Kusadasi.

Enseguida nos fuimos a las ruinas griegas de Éfeso, situadas cerca de la población de Selçuk. Son unas ruinas que conservan todos los elementos representativos de las ciudades griegas y romanas: el ágora del estado, varios templos de diverso tamaño y estado de conservación, termas y gimnasio con columnatas, un pequeño anfiteatro, varias puertas monumentales con escritos en griego, casas y villas con patios interiores, fuentes y mosaicos, fuentes públicas y privadas, restos de murallas, etc. Tiene incluso un lupanar, letrinas públicas e incluso carteles cincelados en piedra indicando distancias a otros lugares o celebraciones de eventos. Una preciosa calle empedrada (calle de los Curetes) da acceso a todos estos lugares a uno y otro lado.

Por si esto fuera poco, se puede visitar también un barrio en la ladera de una colina (en estado constante de descubrimiento y conservación) con todo tipo de casas con mosaicos, frescos y decoración romana. Es una zona de pago aparte, techada por su fragilidad y de visita obligada. Todo lo comentado se encuentra en una amplia zona de unos 1000m de largo entre colinas. Cuando se llega abajo, te encuentras con lo mejor de la zona: la increíble biblioteca de Celso. Sólo queda una parte de lo que fue este gran edificio, pero es suficiente para hacerte una idea de lo maravilloso que debió ser entero. Tiene 2 plantas y la decoración de cada columna, techo y pared tiene mil detalles. El uso de mármol rojo le da un aspecto más llamativo si cabe.

Avanzando otro centenar de metros por el llamado camino de Mármol, y por si no fuera suficiente, te encuentras a la derecha el enorme Teatro de la ciudad, perfectamente conservado y accesible tanto por arriba como por abajo. Fue el mayor de su tiempo, y su capacidad rondaba las 25000 personas.  Es sin duda el mayor teatro griego-romano que he visto nunca. Es impresionante.

Desde el teatro parte otra calle empedrada denominada Via Arcadia, que termina en lo que fue el puerto de la ciudad (hoy día no hay rio ni agua). Está bastante bien conservado, aunque hay que echarle imaginación. Por todos lados se encuentran piedras enormes con escritos, enormes bustos, esculturas diversas y en general todo tipo de restos caídos de los edificios de la ciudad, formando un puzzle imposible a reconstruir.

Sin duda, Éfeso me ha parecido tan completa y de tanta calidad como Pompeya o Herculano. Una de las mejores ciudades romanas en las que he estado nunca.

Dia 10. Avión Ismirna-Estambul. Más Estambul.

El motivo de dormir en Esmirna no fue otro que coger el vuelo de vuelta a Estambul, el cual salía a las 10:00. A las 11:00 aterrizamos en destino y cogimos de nuevo un taxi al hotel donde nos alojamos al comienzo del viaje. Sobre las 12:30 estábamos totalmente operativos para seguir disfrutando de esta maravillosa ciudad. Teníamos la sensación de haber ‘hecho los deberes’ en nuestros 2 primeros días del viaje, pues habíamos visitado los monumentos más importantes y recorrido la mayor parte de la ciudad. Lo que la mayor parte de la gente realiza en 3 o 4 días, nosotros lo hicimos en 2.

Por ello dedicamos todo el día simplemente a pasear por la ciudad, perdiéndonos por los muchos y diversos rincones, callejuelas y plazas del centro histórico. Estuvimos andando de nuevo por la explanada de Santa Sofía y la Mezquita Azul, las cercanías del Gran Bazar, la mezquita Suleimaniye, la Universidad y la zona del muelle y el puente Gálata. Descubrimos muchos nuevos lugares y disfrutamos un montón de pasear sin rumbo y sin prisas de ningún tipo, pues te fijas mucho más en lo que te rodea, que de otra forma pasa más desapercibido.

Comimos y cenamos en restaurante bastante buenos, pues era nuestro último día y queríamos disfrutar también de la buena gastronomía.

Por la noche nos acercamos a la parte baja del puente Gálata, llena de restaurantes y bares de copas. Allí nos tomamos nuestras últimas cervezas del viaje mientras contemplábamos la noche mirando el mar del Bósforo a un lado y el cuerno de Oro al otro, además de las brillantes luces de los cientos de minaretes que se alzan sobre el resto de edificios de la ciudad.

T

ras la visita, que no dura menos de 3-4 horas (la zona es muy grande), nos fuimos a Selçuk para ver las ruinas de la Basílica de San Juan, construida en torno al siglo VI. Es una rara mezcla de estilos, con columnas de estilo romano y paredes de ladrillo rojo, que principalmente conserva la planta y algunas columnas y paredes. Se construyó sobre otra iglesia previa y ha sufrido muchos problemas en el tiempo, de ahí su estado de conservación ruinoso. Sólo recomendable si estás de paso y te sobra el tiempo.

Fue justo nuestro caso, pues teníamos algo de tiempo y sólo nos quedaba 1 hora para llegar a Esmirna, donde se encontraba el hotel para hoy.

Al llegar a Esmirna, dejamos las cosas en el hotel y nos dimos una vuelta por el centro, aunque sin demasiado interés en buscar lugares turísticos. Cenamos en un restaurante cualquiera y pronto nos fuimos a dormir.

 

Dia 11. Avión Estambul-Sofia. Sofía.

El avión a Sofía salía a las 8:30, por lo que tocó madrugar para coger el taxi (por lo menos nos libramos del tráfico de primera hora). A las 9:45 aterrizamos en Sofía, Bulgaria.

Nada más llegar subimos a un taxi que nos llevó a nuestro alojamiento (previo acuerdo de precio con el taxista). Observando las calles de esta ciudad te das pronto cuenta de lo distinta que es comparada con cualquier otra de Europa Occidental. Aquí los edificios son sobrios, grandes y funcionales, de aspecto plomizo, con tonos grises u oscuros. Hay poca gente por las calles, a pesar de que el invierno aún no ha llegado. Se ven guardias de tráfico en ciertos cruces, encaramados a unas garitas de control de época comunista. Imagino que los prejuicios tendrán también algo que ver, pero la sensación que tenemos todos es de llegar a otra época, oscura, post-soviética. Y eso que el taxista nos va contando en un inglés muy básico lo bueno que tiene su país y lo abierto al turismo que se está últimamente.

Cuando llegamos al alojamiento, nos damos cuenta que el apartamento debe utilizarse a menudo para otros fines, pues en cada habitación se encuentran varios condones de color negro. Curioso recibimiento. Eso sí, el apartamento era enorme y todas las estancias muy espaciosas.

Tras dejar las cosas, salimos a conocer un poco la ciudad. En cuestión turística Sofía tiene poco que ofrecer, por lo que decidimos dar un paseo por el centro, mapa en mano, pasando por los lugares más emblemáticos. El centro histórico es bastante pequeño y la mayor parte de los monumentos principales están muy cerca unos de otros. Fuimos a los parques de Knyazcheska o el Palacio Nacional, de aspecto bastante desangelado (quizá también por ser pleno otoño); a las bonitas iglesias ortodoxas Rusa con sus estilizadas torres con techos de color verde y dorado y Sveti Sedmochislenici, con una imagen sobria y elegante a la vez, con sus muros de ladrillo rojo y sus techos blancos; a las más pequeñas y antiguas iglesias de Sveti Georgi o Sveta Petka Samardzhijska, completamente rodeadas de altos edificios de viviendas y oficinas; a la sobria iglesia de Hagia, de ladrillo rojizo sin un detalle en sus muros, o a la quizá más representativa imagen de la ciudad, la preciosa catedral de Alejandro Nevski, de gran tamaño, elegante, sobria a la vez, con diversas torres de colores vivos y decorada en el interior con gran detalle.

Las calles y bulevares del centro son amplios, con edificios de líneas rectas, sobrias y funcionales. Llama la atención que apenas hay tiendas en las calles, salvo algún restaurante.

Tras unas 4-5 horas de paseo, comer en uno de los pocos restaurantes de la zona, y tomarnos un café en un pequeño lugar muy coqueto al lado de la catedral, decidimos regresar a nuestro apartamento.

Habíamos visto por encima la ciudad y la verdad es que no nos gustó demasiado a ninguno.

Pero como siempre, hay que verlo con tus propios ojos antes de opinar, y eso hicimos.

 

Dia 12. Avión Sofía-Madrid.

El viaje tocaba a su fin, el vuelo salía a las 7:30 y tocó madrugar bastante.

Turquía nos ha parecido un país fascinante y, sobre todo, mucho más europeo de lo que creemos. Intentaremos repetir destino en el futuro.

© 2016 by MR.FOGG

bottom of page