
JORDANIA
Al este del Jordán - 9 días
Dia 1. Vuelo llegada a Amman. Dormir en Amman.
Dia 2. Amman-Ajlun-Jerash-Amman. Dormir en Amman.
Dia 3. Amman-Castillos del Desierto-Amman. Dormir en Amman.
Dia 4. Amman-Reserva Wadi Mujib-Kerak-Beida-Petra. Dormir en Petra.
Dia 5. Petra. Dormir en Petra.
Dia 6. Petra-Wadi Rum. Dormir en campamento Wadi Rum.
Dia 7. Wadi Rum. Dormir en campamento Wadi Rum.
Dia 8. Wadi Rum-Mar Muerto-Madaba. Dormir en Madaba.
Dia 9. Vuelo de vuelta a Madrid
No hay que perderse:
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Petra. Una de las maravillas del mundo, hay que verla alguna vez en la vida.
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Wadi Rum. El desierto más fotogénico del mundo. Otra visita obligada.
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Jerash. Una de las ciudades romanas mejor conservadas del mundo.
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Mar muerto. El lugar más bajo de la Tierra. Curioso.
Medios de transporte:
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Coche privado con a/c y chófer. Utilizado para recorrer todos los rincones del país durante todos los días del viaje, con excepción de Wadi Rum.
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Coche 4x4. Utilizado para recorrer el espectacular desierto de Wadi Rum.
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Calesa de caballos. Disponible en Petra para recorrer el Sij. Nosotros no la utilizamos.
Información útil:
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Época: Abril-Mayo de 2017
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Días de viaje: 9 días
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Tipo de grupo: En pareja.
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Tipo de viaje: turismo cultural, trekings, 4x4 por desierto, naturaleza, fotografía.
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Alojamientos: hoteles clase media-alta en todo el viaje.
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Presupuesto (todo incluido): 2100 euros aprox.






Introducción
La primera duda que surge cuando te planteas viajar a Jordania es: ¿es realmente un país seguro?
Y la respuesta es un rotundo SI. No hemos tenido sensación de inseguridad en ningún sitio. En todos los sitios turísticos hay controles a la entrada y en las calles y carreteras se pueden ver con facilidad controles tanto militares como policiales. Nos ha sorprendido descubrir que Jordania es un país moderno y muy distinto a cualquier otro país musulmán del Magreb o vecino como Egipto. Hay limpieza en las calles, orden, buenos edificios y coches en general. En definitiva parece que en este país vive una amplia clase media con cierto poder adquisitivo que hace que todas estas cosas sean posibles.
Dicho esto, hay que matizar la respuesta de que Jordania es un país seguro: SI, en el año 2018. En el futuro, quien sabe. Y es que viendo los países vecinos que la rodean, es normal que uno se sienta un poco desconfiado de venir. Irak saliendo de una guerra, Siria en mitad de otra, Arabia Saudí odiada y temida por todo Medio Oriente, Egipto con convulsiones internas constantes e Israel como cuna del mal eterno para todos los países musulmanes, además de Palestina y su incansable lucha por convertirse en un país por derecho propio.
Jordania es, en cambio, un oasis de prosperidad, seguridad y civismo en pleno centro del oriente medio.
A lo largo del viaje, con nuestro guía palestino Najeh, pudimos conocer de primera mano la visión política de la zona desde el lado musulmán así como descubrir los sacrificios que ha tenido que hacer Jordania por conservar la paz durante las últimas décadas, motivadas principalmente por el buen hacer y sentido de paz de sus 2 últimos reyes.
La segunda pregunta que nos planteamos fue: ¿Viaje organizado o por libre?
Aquí la respuesta es depende.
Leímos varios blogs que indicaban sin dudar que viajar por libre alquilando un coche era más que factible y seguro, pero no nos convencía del todo ya que al viajar sólo 2 personas no salía demasiado barato.
La opción del tour organizado en su totalidad en agencia española ni la contemplamos porque nos horroriza ir de un lado a otro como ovejas sin tiempo para ver nada a tu aire y sin posibilidad de salirte del planning.
Así las cosas nos quedó claro que la mejor opción era una mezcla de alquiler de coche con chófer mediante una agencia local jordana pero indicándoles nosotros con antelación la ruta a seguir y reservando nosotros mismos los hoteles en cada lugar. Contactamos con varias agencias locales jordanas y finalmente nos decidimos por Jordan Direct Tours, la cual nos dio siempre la posibilidad de modificar el viaje a nuestro gusto sin ningún problema.
Al finalizar el viaje he de decir que, aunque pagamos algo más, no nos arrepentimos en absoluto pues nos sentimos como en un viaje por libre, con libertad para decidir sobre la marcha, como por ejemplo dónde comer o cenar, o si merecía la pena ir a tal o cual sitio, o incluso añadir algún lugar no contemplado inicialmente.
Gran parte de culpa la tiene Najeh, nuestro querido guía palestino con el que tuvimos la suerte de coincidir y que nos hizo disfrutar mucho del viaje. Bebimos cervezas con él, comimos y cenamos juntos en alguna ocasión, tuvimos más de una charla política a la luz de las estrellas. ¡Un saludo amigo Najeh!
Una duda que siempre surge cuando se viaja a un país musulmán es la relativa a la comida. ¿Se come bien? ¿Hay variedad? ¿Es fiable y seguro comer cualquier cosa y en cualquier restaurante?
Como siempre, la respuesta a estas preguntas es la sensatez y el sentido común. Aunque imagino que habrá lugares malos, es justo decir que, en lo que respecta a la comida, Jordania es un país totalmente diferente a otros países árabes como Marruecos, Egipto ó Túnez, donde hay que tener especial cuidado con la higiene. Se come muy bien en general, casi siempre comida mediterránea, y el nivel de limpieza y variedad es más que aceptable. Nosotros hemos comido de todo en diversos restaurantes y no hemos tenido ningún problema. Lo más típico y común es el kebab, el falafel, el tabulé, el shawarma, el hummus, las ensaladas o el mensaf. Cordero, pollo, arroz y verduras nunca faltan en ningún restaurante.
Dia 1. Vuelo llegada a Amman. Dormir en Amman.
Llegamos a Amman el sábado 28, tras casi 12 horas de vuelo en conexión con Ginebra. Nada más salir del avión salimos pitando hacia la cola de seguridad para tratar de llegar de los primeros y evitar así las largas colas para obtener los visados. De algo tiene que servir la experiencia de viajar tanto.
Aun así pasó algo más de 1 hora entre el control de seguridad, la recogida de maletas y sacar algunos dinares en metálico. El taxi que habíamos reservado con el hotel nos estaba esperando a la salida así que no perdimos demasiado tiempo y en algo más de 30 minutos llegamos a nuestro hotel en el centro de Amman. No es que fuera una maravilla de hotel, pero cumplía perfectamente lo que buscamos: ubicación ideal (a escasos 5 minutos a pie del teatro romano y de la mezquita Grand Hussein), limpieza y desayuno incluido. Además disponía de una terraza con vistas a la ciudad que descubriríamos los días siguientes.
Dia 2. Amman-Ajlun-Jerash-Amman. Dormir en Amman.
El primer día de tour quedamos con Najeh a las 8:30. Y nada más subir al coche comenzamos a charlar con él en lo que fue la primera de las muchas conversaciones que tuvimos con él durante el viaje. Hablamos de los más diversos temas, desde historia jordana pasando por el conflicto palestino o cómo es posible que este país funcione tan bien estando donde está. Las conversaciones eran en todo momento fluidas gracias a su castellano perfecto, ya que había vivido más de 8 años en diversos países de Sudamérica. Era un hombre de mundo y eso se notaba tanto en la forma de conversar como en la corrección y educación que siempre mostraba para con nosotros. No era de ideas fijas ni quería imponer su pensamiento, sino que planteaba sus opiniones y escuchaba las nuestras, que no siempre estaban de acuerdo con las suyas.
El tema estrella era casi siempre el asunto palestino y judío, sobre el que giran todos los demás temas en este país y para esta gente. Es de vital importancia para ellos encontrar una solución, poder regresar al que sienten su país y su tierra, aunque son conscientes de que es muy complicado, si no imposible.
Me gustó mucho escuchar la opinión de primera mano de un palestino expulsado de su país siendo joven, exiliado en Jordania como más del 50% de los palestinos que viven en este país y cuya vida ha girado siempre en torno a la búsqueda de soluciones y explicaciones al respecto. Y lo contaba todo con una emoción que impresionaba. Ojalá algún día todos los países del oriente medio busquen realmente la paz y la encuentren en la unión, y no en la aniquilación del enemigo.

De vuelta al tour, nuestra primera visita del día fue a la magnífica ciudad romana de Jerash, una de los mejores ejemplos de ciudad romana completa del mundo. No tiene ni los frescos ni las casas completas que tienen Pompeya, Herculano o Éfeso (para mí las top 3), pero sí la situaría en el top 5.
Tiene 2 enormes teatros, muy bien conservados y restaurados, 2 templos enormes con grandes columnas y paredes, dedicados a Zeus y Artemisa, y, sobre todo, su original plaza principal, única por su forma ovalada, y rodeada por completo de columnas dóricas.
Además se puede recorrer su cardus maximus en un excelente estado de conservación y observar sus adoquines perfectamente alineados, junto con el sistema de alcantarillado de la época romana. En dicha calle existen además diversos edificios con fachadas monumentales, varios locales que servían de tiendas, así como varias plazas y fuentes decorativas. Bueno, vale, tampoco hay esculturas ni mosaicos ni piedras talladas. Pero varias de las cosas que tiene Jerash son únicas, y eso sube puntos. ;)
La visita a la ciudad lleva unas 2 horas, y es altamente recomendable llevar agua y una buena gorra.
El calor es asfixiante y no hay lugar donde refugiarse.



A unos 30 minutos de Jerash se encuentra la fortaleza árabe de Ajlun, el castillo mejor conservado de la época de las cruzadas y famoso por no haber sido conquistado nunca y por haber sido construido por el nieto de Saladino, el más importante de los gobernantes musulmanes en aquella época. Está ubicado en lo alto de una montaña a unos 1200 metros de altitud sobre el mar. Sorprende la cantidad de salas, murallas y torres que quedan en tan buen estado, a pesar de las múltiples reformas que se llevaron a cabo durante la historia.
La visita lleva cerca de 1 hora y, sinceramente, no es para tirar cohetes, aunque tiene unas vistas impresionantes del valle del Jordán y de las montañas que lo rodean. Debido a mi ignorancia sobre la geografía del país, pensé que toda Jordania era llana, y estaba totalmente equivocado. Toda la zona noroeste del país que limita al este con Israel y al norte con Siria es una zona muy montañosa y fértil, gracias al recorrido del río Jordán por el valle del mismo nombre. En ellos se pueden ver multitud de campos de olivos en las tierras altas y cultivos de regadío en las zonas bajas. Casi toda la población de Jordania vive entre esta región y la capital, Amman, un poco más al sur.
Llegada la tarde, regresamos a Amman. Como era más bien pronto le dijimos a Najeh que nos dejara en la parte más nueva y moderna de la ciudad, en concreto en la calle Suliman Al Nabulsi, al lado de un enorme centro comercial y rodeado por varios rascacielos y hoteles. Estuvimos echando un vistazo al centro comercial, el cual no tenía nada que envidiar a los occidentales en cuanto a arquitectura y diseño. Contaba con diversos restaurantes y tiendas de moda, tanto multinacionales como algunas locales. Aunque sea algo habitual en la cultura islámica, me sigue pareciendo muy raro ver hombres vestidos elegantemente junto a mujeres tapadas con hiyab o incluso tapadas enteras con burka. No lo entiendo y no lo entenderé nunca. Y aquí vimos unas cuantas.
Tras el centro comercial continuamos el paseo hasta otro de los monumentos más conocidos de la ciudad: la mezquita del rey Abdullah I, cuya cúpula azulada es quizá lo más llamativo. Como curiosidad comentar que justo enfrente se encuentra una de las iglesias coptas ortodoxas más conocidas de la ciudad. Jordania es respeto, y esto es un claro ejemplo.
Continuamos el paseo en dirección al centro histórico, ubicado en la parte baja de la ciudad, siguiendo continuamente la calle Hussein, lo cual no es ni mucho menos fácil, pues todos los carteles están en árabe. Lo mejor es seguir siempre calle abajo, nunca hacia arriba. En el momento que empiezas a ver restaurantes y calles repletas de gente, es seguro que has llegado a lo alto de la calle K. Faysal, es decir, al centro histórico.
Como dije al comienzo, Amman es una ciudad segura, moderna y dinámica, bastante más próxima a ciudades occidentales que a otras ciudades musulmanas de su entorno. Nos ha sorprendido, por ejemplo, no ver suciedad en las calles, ver buenos coches en general, orden en los cruces, señales de tráfico o gente vestida de forma bastante moderna.
Dimos un paseo por zonas turísticas como el Teatro romano o el Odeón, aprovechados hoy día como zona de encuentro donde pasear o tomarse un helado y recorrimos las calles Basman, K. Faysal ó K. Talal, centro neurálgico de la parte baja de la ciudad y donde se concentran la mayor parte de las tiendas y restaurantes, en uno de los cuales cenamos (Jafra Café), con música árabe de fondo, terraza con vistas a la calle y en un ambiente súper chulo con multitud de jordanos comiendo comida local. Todo muy bueno, por cierto.
En la cena decidimos no visitar la ciudadela de la ciudad, ubicada en la parte alta de la misma y sobre la cual habíamos leído que no conserva más que unas pocas ruinas. Las vistas, eso sí, dicen que son muy buenas.
Porque ya en este primer día nos quedó claro que Amman es una ciudad construida entre colinas y que ha ido creciendo añadiendo nuevos edificios a nuevas colinas próximas. Y claro, ello supone que moverte entre una u otra zona o salir y entrar a la ciudad implique necesariamente subir y bajar tales colinas. Y dedicarle paciencia y tiempo.

Dia 3. Amman-Castillos del Desierto-Amman. Dormir en Amman.
Najeh nos recogió de nuevo puntual a las 9:00, aunque nada más montar al coche nos contó una mala noticia. Y es que, a causa de las abundantes lluvias caídas en los días previos en la zona de Wadi Mujib, las autoridades cerraron el cañón para el turismo, como medida de seguridad. Se nos ha chafado ver las cascadas y estrechos cañones de esta reserva natural de la que habíamos visto muchas fotos chulas y habíamos leído sólo cosas buenas, como punto ‘a descubrir’ en Jordania. Una pena, pero los viajes son así. Para aprovechar la mañana que teníamos pensada allí nos comentaron la posibilidad de ir a la reserva natural de Dana, un poquito más al sur, y hacer un trekking por la zona de un par de horas. Como no teníamos alternativa, le dimos el OK.
El segundo día del viaje lo dedicamos a visitar algunos de los mal conocidos como ‘Castillos del desierto’, pues no son propiamente castillos sino caravasares, palacios de caza o pequeñas fortalezas palaciegas.
Si uno mira en el mapa la ubicación de los mismos se sorprenderá con la proximidad de la frontera siria o iraquí. Como dije al principio, nos hemos sentido totalmente seguros, las carreteras son buenas y lo único que nos llamó la atención es que, quizá, hay más controles de carretera que en el día de ayer. Pero como nos dijo Najeh, mejor que los haya y que controlen que no pasa quien no tenga que pasar. En uno de esos controles agradecimos ciertamente contar con un guía de habla árabe, no porque hubiera ningún problema, sino porque el idioma a veces puede ser motivo de confusiones con la policía si no te llegas a entender con ellos en inglés.
La primera parada fue en el castillo negro de Al-Azraq, construido con piedras negras de basalto en medio de lo que en otro tiempo fue el oasis de Al-Azraq. Hoy día la zona amurallada se encuentra al lado de la carretera principal del pueblo y una pesada puerta de piedra te da entrada al pequeño castillo del que se conserva la estructura perimetral, algunas salas y almacenes y diversas habitaciones donde dicen que Lawrence de Arabia pasó algunos días en plena revolución árabe. En poco más de 30 minutos se ve todo su interior.
Lawrence es motivo de diversos puntos turísticos por todo el país, y los guías te lo nombran como si fuera suficiente saber que él estuvo allí para querer conocer el lugar en cuestión. Me resultó curioso.



Como en el día de hoy íbamos a tener tiempo de sobra, Najeh nos propuso parar a tomar unas cervezas en un bar de carretera, y eso fue lo que hicimos en la siguiente hora. Tocaba momento charla, esta vez sobre la familia y aficiones de cada uno. Gran tipo este Najeh.
La siguiente visita ha sido, bajo mi punto de vista, el mejor de los 3 ‘castillos del desierto’. Qsar Amra. Hoy día no queda más que un pequeño edificio a modo de cabaña de campo de lo que en su día contaba con un verdadero castillo y zona de palacio de verano en mitad de la ruta de caravasares que comunicaba Bagdad con Jerusalen.
Me ha recordado un poco al edificio donde vivía Luke Skywalker en la primera película de Star Wars.
Cuando llegas a él sorprende por lo pequeño que es y lo aislado que está. Es desierto todo lo que le rodea.
Pero este edificio patrimonio de la humanidad esconde sus tesoros en el interior, repleto de frescos de una calidad envidiable y un estado de conservación sorprendente. Los motivos pintados destacan por su originalidad ya que se pintan desnudos femeninos, animales como osos tocando el laud y monos riéndose, junto a retratos de los califas de la época, todos ellos temas tabúes de la sociedad islámica actual y motivo de controversia acerca de su origen, hoy día todo un misterio para los arqueólogos.
Al salir fuera y observar el desolado entorno que lo rodea, uno se pregunta cómo narices ha sobrevivido esto aquí.

La tercera y última visita del día fue a Qsar Kharana, impresionante edificio de 2 plantas ubicado en mitad de la nada del desierto y fuera de las rutas comerciales de la época, motivo por el cual se duda acerca de su cometido: ¿un caravasar lejos de las rutas principales?¿Una fortaleza?¿Un palacio o residencia de verano?
El edificio está muy bien restaurado y se puede curiosear por todas las plantas. Aunque no conserva ni frescos ni detalles arquitectónicos de interés, nos ha gustado por la soledad y porque tiene algo que gusta, no sé qué es.
Dejamos esta zona del desierto jordano llena de instalaciones militares, fábricas, algún que otro oasis y varias carreteras solitarias para regresar a Amman a media tarde.
Le dijimos a Najeh que nos dejara justo al comienzo de la calle Rainbow, pues habíamos leído que era agradable dar un paseo por aquí y bajar al centro a pie. Y eso hicimos. En la calle se concentran algunas tiendas de moda y varios restaurantes con cierto estilo, algunos de ellos con vistas de las colinas de Amman.
Tras tomarnos una cerveza en uno de ellos continuamos el paseo calle abajo. Al igual que el día anterior tuvimos algún que otro problemilla para ir directos pues no hay indicaciones, pero al poco llegamos al hotel.


Dia 4. Amman-Reserva Wadi Mujib/Dana-Kerak-Beida-Petra. Dormir en Petra.
Tras el chasco del día anterior en el que Najeh nos informó del cierre temporal de Wadi Mujib por las lluvias, pusimos rumbo sur a la reserva de Dana, destino alternativo y que ha resultado ser un descubrimiento positivo.
Sabíamos que varias agencias de aventura lo tenían como destino fijo en cualquier viaje a Jordania, pero realmente no pensábamos que fuera un lugar tan espectacular, a pesar de ser la reserva natural más grande de Jordania.
La reserva de Dana consiste en una serie de altas montañas que forman un profundo valle que desemboca al cabo de unos kilómetros en valle de Aravá, lugar que une el mar Muerto con el Mar Rojo. En el punto más alto se encuentra Dana, pequeña población hoy día dedicada por completo al turismo y ubicada a casi 1200m sobre el nivel del mar, desde la que parten todos los trekkings hacia el valle. En ella se encuentran varios hoteles y albergues y se pueden contratar guías. Uno de ellos, un tipo de 67 años llamado Ahmed, fue el nuestro.
Durante un par de horas dimos una caminata por los alrededores, yendo a diversos miradores naturales sobre rocas de color rojizo, blanco y amarillo, características de los granitos, calizas y areniscas típicas de esta zona.
De nuevo Ahmed, palestino como Najeh, nos contaba que Palestina “está justo al otro lado de las montañas”, con voz trémula y muy sentida, como sabiendo dentro de sí que nunca volvería a pisar la tierra donde nació.
Incluso él mismo nos reconocía que no había solución posible. Son demasiados años sin ningún avance, nos decía. Los israelís luchando por que los palestinos olviden su tierra y los palestinos luchando porque sus hijos no olviden la tierra donde nacieron sus padres.
No sé si Dana es mejor o peor que Wadi Mujib, pero lo que sí sé es que Dana es un lugar realmente bonito, con unas vistas impresionantes e ideal para los amantes de la montaña y del trekking, donde pasamos una mañana muy agradable y disfrutamos a tope.
Dejamos la reserva de Dana atrás y seguimos rumbo sur hasta llegar al lejano castillo de Shobak.
La alternativa típica a este castillo es el castillo de Kerak, ubicado al norte de Dana y al sur de Wadi Mujib, que descartamos por cuestión de logística (habría que haberlo visto antes de ir a Dana), porque no tiene nada que envidiar uno del otro y porque Najeh nos indicó que últimamente la zona estaba un poco insegura (de hecho había habido un atentado contra turistas hacía unos meses). A estas alturas ya nos fiábamos 100% de él, así que partimos sin dudar a Shobak.
Construido en lo alto de una colina árida, posee unas vistas inmejorables de las montañas y valles de los alrededores. Se trata de un muy buen ejemplo de castillo cruzado, aunque quizá por ello está un poco abandonado y descuidado, estando en un estado bastante ruinoso. Aun así se pueden visitar unas cuantas salas, varias murallas y torres defensivas. Lo más curioso del castillo son sin duda el par de escaleras secretas que llevan a la parte baja de la colina, extramuros, por pasillos excavados directamente en la roca. En su día sirvieron a los cruzados para sobrevivir a varios asedios de Saladino, pues llevaban a un pozo de agua.
Si se tiene valor y una buena linterna se pueden recorrer sin problemas. Eso sí, hay que encontrarlas, pues no parecen llevar a donde llevan.




Para terminar el día acabamos en lo que llaman pequeña Petra, a escasos 15 km al norte de Wadi Musa (Petra) y cerca de la población de Al-Baydha, aunque nos ha dejado un sabor agridulce.
Por el lado bueno hay que decir que tiene varias tumbas y templos excavados en la roca, se pueden observar escaleras que llevan a los sitios altos, se camina unos metros por un pequeño mini-siq (pasadizo angosto entre rocas al estilo del siq original de Petra) e incluso se puede contemplar un pequeño triclinium en la entrada. Como escaparate en pequeño de lo que es Petra, hay que decir que es un perfecto ejemplo.
Pero por el lado malo no nos gustó la cantidad de suciedad que había por todos lados, los olores a pis de todos los recintos techados y la multitud de niños y ancianos acosándote por una limosna o una foto. Según nos comentó Najeh, en esta zona viven una raza de beduinos-gitanos de poco fiar, distinguibles por sus ojos pintados de color negro (alguno se parecía a Johnny Depp en Piratas del caribe), que hacen uso de la multitud de cuevas naturales y templos horadados en la piedra, que han convertido en su casa y lugar de trabajo.
Si bien en Petra está todo más controlado y tienen una zona no turística donde viven, en la pequeña Petra campan a sus anchas.
Tras la visita de cerca de 1 hora, nos montamos al coche de nuevo y, azares del destino, se puso a llover de forma torrencial. Nos habíamos librado de la lluvia por escasos 5 minutos.
Llegamos a Wadi Musa sobre las 18:00. En esta población, ubicada en lo alto de una montaña, es donde se ubican todos los hoteles y restaurantes desde donde realizar la visita a Petra.
Nuestro hotel estaba ubicado en la parte alta, un tanto alejado del centro de visitantes de Petra, pero con piscina. Teníamos bien claro que queríamos un hotel con piscina en los días de visita a Petra, pues sabíamos que íbamos a patear mucho y, por tanto, íbamos a llegar muertos al hotel. Y qué mejor que un bañito en estos casos.
En la zona alta hay una rotonda (creo que es la única de la ciudad que sale en google maps) donde se encuentran unos pocos buenos restaurantes, además de supermercados y bancos.
Cenamos en uno de ellos super bien, barato y muy variado, como venía siendo habitual en el viaje.


Dia 5. Petra. Dormir en Petra.
El despertador ha sonado a las 6:00. Petra nos espera.
Una de las maravillas del mundo, visita obligada para cualquier viajero intrépido. ¡Que emoción!
Desde que vi a Indiana Jones recorriendo el Siq a caballo hasta llegar al Tesoro, entrando en él y salvando todas las pruebas imaginables, quise venir a este lugar. A mis 13 años flipé con esa escena y ese lugar mágico.
Hasta que he descubierto en persona que ni se puede entrar al Tesoro ni el Siq es tan idílico con miles de turistas como tú compitiendo por la mejor foto. Eso sí, la magia de este lugar queda intacta en mi mente.
Najeh nos contó nada más recogernos que el día anterior justo cuando nosotros salíamos de la pequeña Petra y comenzó a llover torrencialmente, Petra tuvo que ser evacuada. Y es que, según nos contó (e incluso nos enseñó un video de un guía amigo suyo), el Siq es un lugar muy peligroso cuando hay lluvias fuertes, pues el camino se vuelve un río con agua cayendo de las alturas sin cesar y donde no hay escapatoria posible. En tales situaciones los vigilantes están entrenados para evacuar inmediatamente a los turistas, y eso mismo fue lo que hicieron, por suerte, sin incidentes graves. Al ser éste un terreno tan seco, la tierra había tragado toda el agua caída el día anterior y apenas había rastro de agua salvo algo de barro en zonas sombrías.
A las 7:30 estábamos en la entrada, donde nos esperaba nuestro guía para hoy, incluido en el tour.




Lo primero que hemos visto durante unos 30 minutos es el museo existente en el centro de visitantes, muy recomendado para conocer la historia de este lugar, las distintas civilizaciones que han pasado por ella, la forma de vida de sus habitantes, la motivación de los edificios construidos en la roca o el por qué construyeron la ciudad en este enclave entre montañas y cañones naturales. Aunque la ciudad de Petra fue fundada por los nabateos sobre el siglo VI a.c, los romanos también pasaron por aquí y dejaron un importante legado. Serían necesarias horas para explicarlo todo, así que os remito a buscar información más precisa en libros para aquel que le interese.
No soy muy fan de los guías en lugares como éste, tan amplio y con bastante facilidad para recorrer por tu cuenta, pero es cierto que con él hemos escuchado algunas curiosidades, como por ejemplo que la ciudad se abastecía de agua mediante 2 canales de agua a ambos lados del Siq, uno de cerámica y otro de piedra, que había un arco de época romana justo en la entrada al Siq, hoy día derruído ó que una de las más famosos figuras esculpidas en piedra en uno de los giros del Siq son varios camellos y sus dueños.
Durante las 3 horas de visita con dicho guía hemos visitado varios de los puntos principales: el imponente y magnético Siq, cañón natural de entrada a la ciudad, de 2-3 metros de ancho en algunos tramos, hasta 50 metros de alto y cerca de 1 km de largo, con una magia y una luz a diferentes horas del día que no te cansas de admirar; el Tesoro (Al-Khazneh), quizá el lugar más fotografiado y famoso de todo el yacimiento e impresionante por su escondida ubicación nada más salir del Siq, su enorme tamaño y su preciosa fachada principal (a pesar de las decenas que turistas que nos agolpamos allí a todas horas); las Tumbas Reales, una serie de tumbas fantásticas, cada una con sus características, alineadas una tras otra en un lugar con unas vistas impresionantes de todo el valle principal de la ciudad; el Teatro romano, excavado directamente sobre la roca rojiza de la montaña y el centro de la ciudad nabatea y romana, en mitad del valle, donde se conservan varios edificios y templos romanos, un palacio de varias plantas de altura, una iglesia bizantina con unos muy bien restaurados mosaicos e incluso la calle principal con algunas columnas dóricas a los lados. Esta es la zona menos excavada de todo el yacimiento.
El guía terminó en este punto sus servicios, y nos recomendó fervientemente que contratáramos más guías si queríamos ir a cualquier otro lugar. No le hicimos caso y nos dedicamos a visitar a nuestro aire el resto de lugares que queríamos visitar, perfectamente alcanzables sin guía. Eso sí, hay que estar en forma.


Los lugares que acabo de comentar son los que la mayoría de gente visita en 3 o 4 horas.
Todos ellos son fácilmente accesibles a pie y no necesitas un gran esfuerzo físico para llegar a ellos.
Pero Petra es mucho más.
A diferencia de éstos, para el resto de sitios que visitamos esta tarde y el día de mañana hay que tener una cierta condición física, pues implica subir bastantes escaleras, caminar varias horas y trepar alguna piedra que otra. Y todo ello, teniendo en cuenta que suele hacer mucho calor y no hay apenas sombra en ningún sitio.
Si quieres aprovechar el tiempo en Petra al máximo, es importante planificar bien las visitas y distribuirlas por los días de que dispongas, para no andar más de la cuenta. El yacimiento es un lugar inmenso y para ir de un sitio a otro no solo cuenta la distancia, sino el calor que haga ese día, los kilómetros que lleves hechos y el desnivel para llegar a cada uno de ellos. El Siq, el Tesoro y el Teatro son casi siempre paso obligado para cualquier ruta por lo que podrás disfrutar de ellos todos los días que estés en Petra.
En nuestro caso, al disponer de 2 días, decidimos ir el primero al lugar más alejado (el Monasterio), dejando para el siguiente día la ruta circular que sube hasta el Altar de los Sacrificios, baja por el camino de Wadi Farasa y regresa hasta el Teatro, y la ruta que sube hacia el mirador del Tesoro por detrás de las Tumbas Reales. Ambas pateadas de varias horas y con bastante desnivel, no aptas para gente sin forma.
El primer punto de nuestra lista era el Monasterio (Al-Deir). 847 escalones nos separaban del restaurante que hay justo en la parte inicial de la escalera hasta esta maravilla, que compite en belleza con el mismísimo Tesoro y, bajo mi punto de vista, lo supera, aunque solo sea por el punto romántico que tiene el ser tan laborioso llegar a él.
La escalera serpentea de un lado a otro entre las montañas, siempre yendo hacia arriba. Es importante ir bien cargado de paciencia y de agua, muy necesario debido al calor y al esfuerzo (aunque por el camino hay multitud de tenderetes y terrazas donde parar a compra bebida o descansar un rato).
Si no te ves capaz de realizar tal subida, siempre se puede contratar un guía que te sube en burro todo el tramo de escaleras hasta llegar arriba del todo. Supongo que no será demasiado barato.
Al llegar arriba se abre una planicie en uno de cuyos lados se encuentra esta impresionante tumba, bastante más grande que el Tesoro aunque menos conocida. Hay que tomarse su tiempo para observar el lugar con detenimiento y subir hasta los distintos miradores, los cuales merecen bastante la pena ya que cada uno te da una perspectiva diferente. Las vistas de los valles de alrededor son espectaculares. En este punto uno se da cuenta la cantidad de lugares remotos que puede haber aún sin explorar en Petra.


Para aquellos que lleguen cansados hay que decir que existe un bar con terraza justo enfrente del Monasterio, desde donde es casi inevitable tomarse algo fresco y descansar un rato tras la paliza.
El regreso al centro de visitantes fue largo y fatigoso, pues hay que bajar al centro de la ciudad, luego continuar hasta la zona del teatro, después seguir hacia el Tesoro, recorrer todo el Siq y por último continuar unos cuantos minutos más hasta llegar a la salida, siendo gran parte del camino cuesta arriba. En total tardamos unas 2,5 horas, aunque se podría haber tardado menos si no hubiéramos parado para hacer mil fotos o yo no me hubiera subido a casi todas las piedras o miradores que veía.
Petra es un lugar sin vallas y casi sin vigilancia, por lo que uno puede caminar casi por donde quiera descubriendo la multitud de tumbas, casas y templos menores excavados en la roca y ubicados casi por cualquier parte, sin señalizar.
Y es que Petra es justamente eso: una antigua ciudad en la que vivían los vivos junto a los muertos, todos en el mismo lugar.
Hay que ir, eso sí, con mucho cuidado, pues es fácil perderse o caer por aproximarse demasiado al precipicio.
Y hay unos cuantos.
Finalizamos el día muertos de tanto andar, pero con una sonrisa por ser tan afortunados de haber podido disfrutar de este precioso lugar. Y, sobre todo, sabiendo que nos quedaba otro día más para seguir descubriendo más cosas.
Tal y como teníamos pensado, nos fuimos directos a darnos un baño a la piscina del hotel. Lo malo fue encontrarnos con una piscina de agua gélida. Menos mal que también había un jacuzzi, por lo que pudimos darnos una sesión de spa con cambios de agua caliente y agua fría. Al mal tiempo, buena cara.
Dia 6. Petra-Wadi Rum. Dormir en campamento Wadi Rum.
Para el día de hoy habíamos dejado otros dos puntos clave en cualquier visita de al menos 2 días a Petra.
Eran las 8:00 cuando llegamos al centro de visitantes.
La primera fue la subida al Altar de los Sacrificios. Justo antes del Teatro sale una escalera bien visible hacia la izquierda y enseguida se comienza a subir peldaños montaña arriba. Al cabo de unos 30 minutos se llega a una pequeña explanada desde la cual sale un camino a la izquierda (que tomaríamos luego para descender por Wadi Farasa) y una pequeña senda a la derecha que te lleva sin pérdida hasta el altar de los sacrificios, curioso lugar donde quedan restos excavados en piedra de cómo se realizaban los mismos. Aunque sin duda lo mejor son las mejores vistas de todo Petra, unas vistas 360º de todo el yacimiento, donde se puede observar el Monasterio o la tumba de Moisés en la lejanía, el enorme agujero natural que forma el Siq y separa en 2 las montañas o el inmenso valle que conforma el centro de la ciudad antigua, justo debajo.
Este es un lugar para sentarse, observar y disfrutar.
La bajada al valle principal y el centro de la ciudad la hicimos por el camino de Wadi Farasa, que parte por la senda a izquierda que comenté anteriormente. Por este camino, por el que hay que tener especial cuidado de no perderse en un par de giros donde no hay hitos ni se ve bien el camino a seguir, se pueden visitar otros lugares mágicos de Petra y alejados del turismo de masas, como son el Monumento al León, preciosa fuente al lado del camino, el pequeño y fotogénico Templo del Jardín, la Tumba del Soldado Romano o el Triclinium, estos 2 últimos buenos ejemplos de arquitectura romana adaptada a las circunstancias del lugar. Todos ellos sorprenden por la soledad del lugar en el que se encuentran y lo bien que conjugan con el entorno.
Una vez pasados estos lugares hay que seguir bajando por el camino principal hasta llegar a un cruce en el que salen 2 caminos, uno a la izquierda que va hacia la zona del Monasterio y el centro de la ciudad antigua y otro a la derecha que sube hacia un pequeño montículo que, tras unos 15 minutos, te lleva justo a la parte alta y trasera del Teatro. Éste último fue el que tomamos nosotros.


Serían las 11:30 cuando paramos 5 minutos a descansar en uno de los restaurantes al lado del Teatro.
La segunda pateada fuerte del día fue hasta el mirador en lo alto del Tesoro, que nos llevó casi 2:00 horas ida y vuelta.
Desde el Teatro hay que subir las escaleras que llevan a las Tumbas Reales, justo enfrente. Y desde allí seguir hacia la izquierda pasando por todas ellas. Al poco de pasar la Tumba del Palacio se ve una escalera grande que comienza a subir hacia la derecha. Éste es nuestro camino. Y es un camino bastante duro, todo sea dicho, pues no se para ni un segundo de subir escaleras durante cerca de 40 minutos, hasta que llegas a un chiringuito que está casi colgando del precipicio en un lugar con espectaculares vistas. Subiendo unos minutos más se llega al punto más alto de la ruta en el que, lamentablemente, aún no hemos llegado a nuestro destino final.
Tras un merecido respiro y preguntar por el camino correcto a seguir (pues no está indicado), hay que continuar por la senda que baja abruptamente hacia la izquierda durante otros 15 minutos más.
Cuando parece que ya se acaba el camino y no se puede seguir, aparece un mini kiosco regentado por una familia beduina en la que tienen habilitado unas alfombras y unos asientos desde los que, ahora sí, contemplar uno de los mejores encuadres del Tesoro, justo desde lo alto. No hay alternativa posible más que pagar un refresco o algo de comida para poder disfrutar de tales vistas con tranquilidad.
Es un lugar único y, como tal, hay que tomarse su tiempo para disfrutarlo con paciencia. A pesar del esfuerzo, creo que merece la pena llegar a este lugar, ya no por tomar la foto ‘instagram’ que todo el mundo quiere tener, sino por el camino que hay que seguir hasta llegar.
La pateada de vuelta, quitando los primeros 15 minutos de subida, es totalmente de bajada hasta llegar al Teatro. Lo bueno es que ahora que estamos descansados sí se puede disfrutar del precioso camino que llega hasta aquí y sus increíbles vistas de todo el valle. Son una pasada.


Tras llegar al Teatro aún nos quedaba casi 1 hora de subida hasta el centro de visitantes, que hicimos a la carrera.
A las 15:00 en punto, tal y como habíamos quedado con Najeh, estábamos en la puerta de salida.
Llegamos muertos de tanto andar durante toda la mañana, pero de nuevo contentos por todo lo visitado.
Durante la comida (1 kebab rápido en un restaurante local cercano), estuvimos dándole vueltas a lo contentos que estábamos por haber conocido por fin este lugar.
Petra es uno de esos lugares que te consigue sorprender aún a pesar de lo mucho que hayas leído o visto.
Sorprende su descomunal tamaño (su visita podría dar para 3 o 4 días), la magia de sus lugares más conocidos (Tesoro, Sij, Monasterio), las decenas de lugares escondidos que posee donde no hay apenas turistas, la belleza de sus miradores, la dureza de sus caminatas, su larga historia, lo mucho que queda por descubrir.
Para mí Petra es, sin duda, uno de los lugares Top del mundo.
Dejábamos Petra aunque sin demasiado tiempo para asimilarlo porque en apenas 90 minutos llegaríamos a otro de los destinos top del viaje: el desierto de Wadi Rum. A pesar de que casi todas las agencias te ofrecen pasar sólo 1 noche en el desierto, yo tenía bien claro que quería pasar un mínimo de 2 para poder disfrutar no sólo de los tours típicos que todo el mundo hacía, sino para disfrutar con tranquilidad de uno de los desiertos más bonitos del mundo.


Un poco de historia sobre este lugar, explicada por Najeh:
El desierto de Wadi Rum es una reserva protegida y gestionada por 2 tribus beduinas que habitan en las poblaciones de Rum y Diseh, respectivamente. Una de ellas, Rum, está justo dentro de la reserva, en pleno desierto, mientras que la otra, Diseh, está a las afueras. Las 2 tribus no se llevan especialmente bien y por ello se prohíben mutuamente el acceso a sus zonas colindantes, de tal forma que, en base a donde esté tu campamento, podrás ver unas cosas u otras, siendo la parte más al sur (justo donde están los 2 puentes rocosos más famosos, Umm Fruth y Burdah), de uso compartido.
Aunque debido a su lejanía de ambos poblados (casi 4 horas en 4x4) es bastante difícil llegar a ellos salvo en excursiones de día completo. Pero no pasa nada, pues hay otros puentes ‘menores’ que siguen siendo espectaculares.
La ubicación del campamento es, por tanto, fundamental para poder llegar a ciertos lugares, por lo que hay que elegirlo bien si se quiere visitar cierto lugar concreto dentro de la reserva.
Aunque también hay que tener en cuenta que el desierto de Wadi Rum es tan gigantesco y espectacular que hay decenas de lugares preciosos por todos lados, sólo hay que ir acompañado de algún guía local beduino que los conozca.
Llegamos al centro de visitantes sobre las 17:30. Tras pagar Najeh las entradas pusimos rumbo a nuestro campamento, ubicado en pleno desierto, el cual se componía de unas 15-20 cabañas individuales de estilo beduino (llenas de alfombras y con techos de tela), ubicadas en torno a una estancia central común que hacía las veces de comedor, salón y lugar de encuentro y relax para todos los visitantes. Un lugar muy cuqui donde pasaríamos las 2 próximas noches. Hacía un calor sofocante.
Aprovechamos que faltaban unas 2 horas para el anochecer para darnos un paseo en camello (incluido en nuestro tour) por los alrededores del campamento. La experiencia, hayas montado o no previamente en camello, es muy gratificante, ya que te sientes como Lawrence de Arabia recorriendo estos parajes (que él mismo recorrió), mientras observas la soledad, tranquilidad y misterio que evoca este desierto de grandes montañas de color ocre y rojizo con formas tan extrañas y cautivadoras. La forma de caminar pausada, rítmica y elegante del camello ayuda sin duda a sentirte como Lawrence. Ver el atardecer en lo alto de unas rocas es puro espectáculo en este lugar.
Para acabar el día disfrutamos de la típica cena beduina cocinada en varios agujeros en la tierra durante horas, además de otros platos y guisos tradicionales, a compartir entre todos los clientes del campamento, y los guías.
Tras la cena, un rato de charla con Najeh y otros guías amigos suyos, y directos a la cama. Todavía nos pesaba el cansancio de las pateadas en Petra.







Dia 7. Wadi Rum. Dormir en campamento Wadi Rum.
El día de hoy comenzó con el plato fuerte de toda visita a Wadi Rum: un tour en 4x4.
Aunque me hubiera gustado hacerlo de día completo, es justo decir que con 4 horas te haces una muy buena idea de lo que es Wadi Rum y descubres bastantes rincones de gran belleza.
Paisajes marcianos y desolados, montañas con formas imposibles, estrechos cañones, dunas de arena fina cayendo de las montañas, otras de color rojizo, vegetación desértica autóctona, vastas y solitarias llanuras, miradores naturales, algún que otro 4x4 en la lejanía, etc. Soledad, grandeza y majestuosidad. Todo esto es Wadi Rum. Y vale más una imagen que mil palabras.
Diseminados por diversos lugares se encuentran casetas de beduinos donde se para a tomar un té, a charlar o a descansar tras haber caminado por la zona. Una de ellas se encuentra al lado de la que dice fue una caseta donde el verdadero Lawrence de Arabia pasó un tiempo. A mí me han parecido simplemente los restos de una casa abandonada en mitad de un lugar precioso con unas vistas espectaculares de todo el valle.
Otro de los puntos de parada obligada ha sido uno de los puentes de roca colgantes, tan comunes en esta zona y que, al parecer, todos los turistas buscamos para hacernos la típica foto justo en medio. A pesar de que mis piernas comenzaron a temblar de forma descontrolada a medio camino, pues la subida no era ni mucho menos fácil (y qué decir de la bajada), conseguí pasar el puente y llegar al otro lado. Cada vez siento más vértigo.
Tras recorrer diversas zonas del desierto a un ritmo tranquilo, nuestro conductor nos miró como buscando aprobación, y tras dársela, cambió el chip y decidió acelerar. Y aquí comenzamos a ver Wadi Rum de otra forma, a toda velocidad. Subimos y bajamos dunas de arena, pasamos a toda pastilla por pistas polvorientas de arena, giramos a un lado y a otro, y todo ello con los 2 en la parte de atrás del 4x4, al aire libre y disfrutando como enanos. Muy buen fin de ruta para acabar con buenas sensaciones.
Ya en el campamento, comimos tranquilamente y ocupamos toda la tarde en algo que hacía tiempo no hacíamos: no hacer nada. Con el estrés del día a día en la ciudad el no hacer nada es algo que ya ni recordaba lo que era.
Nos echamos una siesta, tuvimos un momento de lectura, nos tomamos un té y nos tumbamos a la bartola en la zona chill-out del campamento, el único lugar sombrío de todo el campamento y donde además corría un poco el aire. Dedicamos toda la tarde, simplemente, a descansar y no pensar en nada. Y se agradece, vaya que sí.






A última hora de la tarde nos dimos un paseo a pie por los alrededores del campamento hasta llegar a lo alto de unas rocas donde contemplamos de nuevo un atardecer espectacular. Y para tener la estampa típica del desierto, se nos cruzó una pequeña caravana de camellos, momento que aprovechamos para tomar una de las mejores y más representativas fotos del Wadi Rum.
Tras la cena, igual a la del día anterior, tuvimos otro momento charla con los guías y algunos turistas, tras lo cual nos fuimos a dormir. Según nos contó Najeh, hay otros campamentos donde organizan fiestas o más orientados a gente joven, aunque el nuestro era más bien tranquilo.
Dia 8. Wadi Rum-Mar Muerto-Madaba. Dormir en Madaba.
Nuestro último día en Jordania ha sido el que más tiempo nos ha ocupado en el coche, pues hay casi 4 horas desde Aqaba, justo en el punto más sur de Jordania y único punto con salida al mar del país, hasta el comienzo del Mar Muerto, yendo por la conocida como carretera de los Reyes, la cual va paralela a la frontera con Israel, que se puede observar perfectamente por la cantidad de alambradas y muros de piedra que la conforman.
Aunque Aqaba suele ser un destino típico para la mayoría de viajeros en Jordania, nosotros decidimos no visitarlo porque no nos apetecía hace snorkel ni buceo, único motivo por el que se visita Aqaba a nivel turístico. Eso sí, somos conscientes de que el Mar Rojo es uno de los mejores destinos en el mundo para hacer buceo de calidad, con unos fondos marinos impresionantes y la posibilidad de bucear con pecios relativamente fáciles de acceder.
Aunque no la visitamos, sí que pasamos con el coche por ella. Najeh nos comentó que esta zona es una de las más conflictivas del oriente medio pues en escasos kilómetros se concentran las fronteras de Jordania, Israel, Arabia Saudí y Egipto, todas ellas visibles a simple vista.
El mar muerto es una extrañeza mundial. Es el punto más bajo del planeta, con zonas a 470 metros por debajo del nivel del mar. Pero nunca me había imaginado que su apariencia fuera incluso de parecer estar en un agujero, debido a las altas montañas existentes en el lado jordano, que amplifican la diferencia de altura. Todo lo que rodea el mar muerto son empresas dedicadas al comercio de sal. Se exporta a todo el mundo.
Es la única ‘vida’ de este lugar, pues debido a sus extremas condiciones de salinidad no vive ningún animal ni insecto en sus aguas. De ahí su nombre de ‘muerto’.
La otra ‘vida’ de este lugar son los hoteles que han ido surgiendo a la orilla del mismo. En uno de ellos comimos y nos dimos un baño tanto en la piscina como en su acceso al mar, tras pagar la entrada por un par de horas, lo cual te permite hacer ambas cosas en dicho tiempo. Todo ello es bastante caro, la verdad. Sobre todo, la comida, muy por encima de cualquier otro lugar turístico, incluido Petra.
Desde hace unos años el nivel del mar muerto desciende a un ritmo muy elevado (de hecho dicen que desaparecerá completamente en unos años) lo que hace que haya que bajar durante unos minutos desde el hotel hasta la orilla. Bañarte en estas aguas provoca una sensación extraña, pues flotas completamente sin hacer ningún esfuerzo. Más allá de esta extraña sensación y de embadurnarte con barro, poco más se puede hacer aquí.
Menos mal que también te puedes dar un baño en la piscina del hotel para quitarte la sal y refrescarte un poco.
Tras la comida en el hotel, la más cara del viaje con diferencia, Najeh nos quiso llevar al Monte Nebo, a pesar de que no estaba incluido en el planning inicial, ya que nos pillaba más o menos de camino a Madaba.
Este lugar de culto cristiano es el lugar en el que según la Biblia murió Moisés al contemplar la tierra prometida a los israelitas. Y es que desde este lugar, ubicado en uno de los montes más altos de la zona, se puede observar Palestina, incluido Jerusalén y Jerichó, la llanura del río Jordán y la parte oriental del mar Muerto. Las vistas son impresionantes. Y la subida al monte por carretera, muy empinada, digna de lugares como los Alpes. La iglesia construida en el recinto está totalmente reformada y conserva unos mosaicos de gran calidad.


Tras la visita al Monte Nebo, hemos llegado al hotel de Madaba donde nos alojamos nuestra última noche de viaje.
Nos hemos despedido de Najeh con bastante pena. Ha sido muy triste porque al final hemos convivido con él durante 8 días completos en los que hemos compartido muchos buenos momentos, charlando con él de los más diversos temas (sobre todo el tema Palestina que todo lo monopoliza) y compartiendo comidas y cenas. Nos hemos sentido muy a gusto en todo momento por la cercanía que ha tenido para con nosotros y realmente pensamos que ha sido el mejor chófer-guía-amigo que hemos tenido nunca en ningún otro viaje. ¡Shukran Najeh!
Tras dejar las cosas en el hotel y tomarnos unos minutos de descanso, hemos salido a caminar por el centro de Madaba, ciudad donde reside el mayor número de cristianos de toda Jordania. Decidimos quedarnos en esta ciudad a pasar la última noche ya que está a la misma distancia del aeropuerto que Amman, así no tendríamos que sufrir el tráfico de entrada y salida a la capital y además podríamos conocer otro sitio nuevo, aunque sólo fueran unas horas. Además su centro histórico es bastante pequeño por lo que era visitable en apenas unas horas.
La mayor parte de lugares turísticos de la ciudad son iglesias, como la Basílica ortodoxa de San Jorge, la iglesia católica de San Juan Bautista o la iglesia de los Mártires. Aunque lo más conocido de esta ciudad es sin duda el famoso mapa mosaico de Jerusalén y Tierra Santa, datado en el siglo VI y ubicado en el suelo de la basílica de San Jorge, aunque hoy día sólo se conserva una parte.
Tras dar un paseo de alrededor de 1 hora, y a pesar de que en la ciudad hay algunos buenos restaurantes, decidimos cenar en nuestro propio hotel (Saint John hotel), pues disponía de una terraza en el ático con unas vistas inmejorables de toda la ciudad. Un perfecto colofón al viaje.
Dia 9. Vuelo de vuelta a Madrid
Tras el último desayuno del viaje en la hermosa azotea del hotel, tomamos un taxi al cercano aeropuerto de Amman, a escasos 30 minutos.
Nuestro viaje terminaba hoy sin contratiempos y con mucha ilusión por haber conocido por fin varias de las maravillas del país como la increíble Petra o el mágico desierto del Wadi Rum.
Por fin uno de mis sueños viajeros estaba cumplido.