Baviera y Tirol 10 dias
Dia 1. Vuelo Madrid-Munich. Dormir en Munich.
Día 2. BAVIERA. Munich. Coche a Golling. Dormir en Golling.
Día 3. SALZBURG. Hallstat, Gosau, St. Gilgen y St.Wolfgang. Dormir en Golling.
Día 4. SALZBURG y BAVIERA. Salzburgo. Lago Konigsee. Berchtesgaden. Coche Nuremberg. Dormir en Nuremberg.
Día 5. BAVIERA. Nuremberg. Rothenburg ob der Tauber. Dinkelsbühl. Coche a Nordlingen. Dormir en Nordlingen.
Día 6. BAVIERA. Nordlingen. Harburg. Memmingen. Oberammergau. Coche a Steingaden. Dormir en Steingaden.
Día 7. BAVIERA. Castillos de Hohenschwangau y Neuschwanstein. Füssen. Coche a Tirol. Dormir en Umhausen.
Día 8. TIROL. Trek glaciares de Obergurgl. Sölden. Dormir en Umhausen.
Día 9. TIROL y BAVIERA. Innsbruck. Hall in Tirol. Coche a Munich. Dormir en Munich.
Día 10. Vuelo Munich-Madrid

-
Pueblos bávaros. Pintorescos pueblos llenos de casas de madera de colores y fachadas pintadas, que guardan el encanto medieval en torno a sus murallas y puertas de entrada monumentales. Destaca por encima del resto Rothemburg ob der Tauber, pueblo de cuento.
-
Mercados navideños. Cada pueblo en Austria y Alemania tiene su mercadillo navideño de Adviento con sus característicos y originales puestecitos en los que se vende de todo, lo cual es un plus para visitarlos en Diciembre.
-
Castillo de Neuschwanstein. Mundialmente famoso por su estilo Disney.
-
Hallstat. El pueblo austríaco más bonito, ubicado justo en la orilla de un lago.
Medios de transporte:
-
Coche de alquiler. El mejor método para moverte con libertad y rapidez por todos sitios, con el único inconveniente del aparcamiento en las ciudades grandes.
No hay que perderse:




Día 1. Vuelo Madrid-Munich
Llevábamos tiempo queriendo visitar esta zona en Adviento, famosa por los mercadillos navideños y sus preciosos pueblos medievales, y por fin sacamos tiempo y días libres de vacaciones para poder venir.
La excusa fue venir a ver a unos amigos que viven en Linz, Austria, y que nunca habíamos visitado. Debido a ello el viaje no se limitó a la parte de Baviera alemana, sino que hicimos 2 incursiones en Austria. Una a la provincia de Salzburgo, al este de Baviera, donde visitamos el pueblo más bonito del país según dicen (Hallstat) y el propio Salzburgo, además de otros pueblos por la zona. La otra fue al sur, al Tirol, donde queríamos hacer alguna actividad montañera en el valle de Sölden y Obergurl, la zona con mayor número de glaciares de Austria.
Nuestro vuelo con Lufthansa llegó puntual a Munich sobre las 21:00. Tras recoger maletas, nos fuimos a por el coche de alquiler que teníamos reservado y, por una vez, lo recogimos sin esperar colas.
El mundo con GPS es más fácil, y más teniendo la misma tarifa de datos en Alemania que en España, por lo que siguiendo las indicaciones nos plantamos en nuestro hotelito en poco más de 45 minutos.
Día 2. BAVIERA. Munich.
El día de hoy lo queríamos dedicar por completo a Munich, ya que el último día de regreso a Madrid nuestro vuelo salía demasiado pronto para poder visitar nada de la ciudad.
Como nuestro hotel estaba en la parte sureste de la ciudad, nos acercamos al centro en coche por esa zona, y aparcamos en el parking Isar (IsarParkhaus), la mejor opción para realizar una visita completa de la ciudad en unas horas. La otra opción era dejar el coche fuera de la zona de pago del centro y acercarnos en transporte público, pero era mucho más lento y no demasiado más barato que aparcar en el parking (habría que sumar varios billetes de ida y vuelta más el tiempo necesario).
El centro histórico de Munich es relativamente pequeño y, por tanto, visitable en un solo día. Obviamente en este cálculo no incluimos la multitud de museos, parques y otros puntos de interés relevantes de la ciudad y sus alrededores, que descartamos por falta de tiempo. Uno de estos lugares fue el museo BMW. Munich es el lugar de origen de la empresa (Bavieran Motor Wagon=BMW) y el museo es un lugar futurista y lleno de curiosidades para los que le gusten el mundo del motor y la tecnología.
A nivel histórico en Munich destacan las torres de Isartor, Sendlinger y Karlstor, puertas de entrada a la ciudad; la altísima y gris iglesia de San Pedro (Peterskirche), encajonada entre edificios y los esbeltos y llamativos ayuntamientos (Rathaus) nuevo y viejo, ambos ubicados en MarienPlatz, plaza principal y centro de la ciudad; la enorme Catedral de Munich (Frauenkirche), rodeada de restaurantes y ubicada en una plaza no demasiado transitada; la diáfana plaza de Marienhof, llena de artistas callejeros y tiendas; la plaza Max-Joseph, donde se encuentran los bonitos edificios de la Ópera o el Museo Residenz; la plaza Odeonsplatz, de ingrato recuerdo para los alemanes por ligarse directamente a ciertas acciones de Hitler ó los jardines de Hofgarten con el edificio del Gobierno o su Memorial de guerra en los alrededores.


Como calles comerciales principales se encuentran las calles Tal al sureste, Sendlinger al suroeste, Neuhauser y KaufinStrafe al oestey Weinstrafe hacia el norte, todas ellas respecto de Marienplatz. Es por todas estas calles, junto con Marienplatz, donde se sitúan los famosos puestecitos navideños de la ciudad. Todo un plus para venir en esta época a visitar la ciudad, sin duda. Llenos de curiosos y originales elementos decorativos navideños, además de comida y bebida típicas (salchichas, dulces y licores calientes especiados o afrutados como el punsch o el glüwhein), son punto de reunión obligada para los municheses en esta época del año.
Lo mejor para conocer ciertos rincones históricos y curiosidades de la ciudad es reservar plaza en alguna de las empresas que ofrecen tours gratuitos de 2-3 horas por la ciudad. En nuestro caso reservamos con Sandeman y, como siempre (siempre lo reservamos para visitar ciudades por Europa), fue todo un éxito. Nos contó decenas de anécdotas, curiosidades históricas y detalles singulares que te pasan desapercibidos si no los conoces. Y además pasamos por casi todos los lugares que he descrito antes y muchos otros.
Uno de los lugares que no visitamos con Sandeman sino por nuestra cuenta fue el enorme parque Inglés o Englischer Garten (bueno más bien una pequeñísima parte al sur), que cuentan es más grande que Central Park en NYC ó Hyde Park en Londres. Buscábamos un río donde intrépidos surferos surcan las olas continuas que se producen de forma controlada en el mismo. Es una especie de banco de entrenamiento para surferos, con la comodidad de que si te caes estás de nuevo en la ola en pocos minutos. Está cerca de Eisbachwelle, justo al lado del Museo de Bellas Artes.
Otro punto de interés obligatorio en la ciudad son las callejuelas y plazas de la zona de Platzl, llenas de pequeñas cafeterías, restaurantes, bares de copas y la mayor y más famosa cervecería muniquesa: Hofbräuhaus. Nos reservamos la última noche del último día para venir a cenar aquí y observar de cerca el ambiente que se forma en cada comida o cena, con música en directo incluida.

Serían las 18:00 cuando, ya entrada la noche, dejamos Munich y nos fuimos a nuestro siguiente destino: Golling an der Salzach, en la provincia austríaca de Salzburgo. Llegamos sobre las 20:00 a este pequeño pueblecito que nos serviría de base para las 2 próximas noches conocer toda esta zona, nos preparamos la cena que previamente habíamos comprado en un supermercado y nos fuimos a la cama. Hacer turismo es agotador.
Comentarios importantes sobre las horas en Austria y Alemania: en esta época del año a las 16:30 ya es de noche, y la gente comienza a irse a casa. A las 18:00 todos los comercios están cerrados y no queda ni un alma en la calle (salvo ciudades grandes). Si quieres cenar a partir de esa hora en un pueblo, o éste es turístico o es imposible. A partir de las 20:00 no te dan de cenar ni aunque sea turístico. Todo está cerrado.
La mayoría de alojamientos y hoteles rurales tienen habitaciones espaciosas, con mesa y sillas para cenar, televisión y algunos incluso con una pequeña mini cocina y fregadero. Es por tanto posible cenar tu propia comida en el alojamiento. Y es incluso muy alemán hacerlo, pues son una cultura muy hogareña y familiar. Para esto ayuda sin duda el frío polar que hace ya por esta época, con temperaturas a 0º o bajo cero continuas.
Día 4. SALZBURG. Hallstat, Gosau, St. Gilgen y St.Wolfgang.
El desayuno a las 8:00 en nuestro precioso alojamiento rural nos llenó de entusiasmo. Productos locales, trato familiar y vistas de ensueño a las montañas austríacas, en un salón muy campechano con manteles de colores, ventanas de madera y decoración montañera en las paredes. Todo muy bucólico.
La estrategia de este día y los siguientes era hacer turismo entre las 10:00 y las 17:00 para aprovechar la luz del día y que hubiera gente y ambiente por las calles y, en los lugares que teníamos que desplazarnos, hacerlo una vez caída la noche. Respecto a comer y cenar lo fuimos haciendo según las ganas y las posibilidades de cada sitio, sin ningún plan prefijado. Eso sí, aprovechamos varios alojamientos para cenar en ellos tranquila y cálidamente.
Hoy habíamos quedado con nuestros amigos austríacos en la entrada a Hallstat, y hacía allá que nos fuimos. Cuál fue nuestra sorpresa que los encontramos en una chulísima furgoneta Camper que se habían comprado. Allí dentro nos invitaron a otro desayuno y café con pastitas y chocolates, con vistas al lago de Hallstat. Su auto regalo de navidad era una chulada, ideal para países en plena naturaleza como Austria y para personas a las que les encante las actividades en el campo y al aire libre, como ellos.
Tras el encuentro, nos fuimos a conocer Hallstat. Serían las 10:00. La única forma de llegar a este pueblo es atravesando un túnel bajo la montaña y luego aparcando en un parking, pues su compleja ubicación entre la montaña y el lago no hace posible otra cosa. Tampoco ayuda las hordas de turistas que lo visitan, sobre todo asiáticos, desde que China decidió hacer una réplica exacta en su país al considerarlo el pueblo más bonito de Austria.
El pueblo como tal se visita en poco más de 1 hora. Debido a su ubicación entre el lago y la montaña, es muy fácil de recorrer de lado a lado visitando sus bonitas casas de madera, sus encantadoras plazas o su enigmático cementerio al lado de la iglesia principal que hace las veces de mirador sobre el lago. Todo está lleno de tiendas de decoración, de ropa de montaña y de restaurantes. Y de asiáticos. Muchos. Da igual la hora.
El entorno da mucho más de sí en primavera o verano, pues hay todo tipo de actividades relacionadas con la montaña y el lago. Pero en esta época, todo estaba cerrado.


Comentarios sobre los horarios de cierre de actividades: tanto en Austria como en Alemania, y en general en los Alpes, todas las actividades relacionadas con la naturaleza (y aquí son muchísimas), suelen estar cerradas del 1 de noviembre al 1 de mayo. Esto es: acceso a cascadas, cuevas o miradores, paseos en barco, rutas de trekking y hasta ciertas carreteras de montaña cierran por riesgo de hielo o mal tiempo. Así que, obviamente, no es la mejor época para según qué actividades en la naturaleza que no estén relacionadas con la nieve y/o el esquí.
Tras la visita a Hallstat, quisimos echar un vistazo al embalse de Gosau (Vorderer Gosausee), desde el que se observa a lo lejos uno de los puntos de Austria con mayor concentración de glaciares.
El valle que se forma al fondo es una pasada, con nieves perpetuas y posibilidades de aventura de todos los tipos, ya sea en forma de alpinismo, escalada, vías ferratas, esquí de travesía o cualquier otra actividad de montaña. Tuvimos suerte y sobre el cielo gris plomizo habitual se nos abrieron varios claros y el sol iluminó los glaciares.

La siguiente y última parada del día fue para los dos pueblos a orillas del lago Wolfgang: San Gilgen y San Wolfgang im Salzkammergut. En ambos se repitió un poco la misma estética que en Hallstat: pueblo al lado del lago, pintoresco, con altas casas balconadas de madera en calles adoquinadas y distribuidas a los alrededores de una pequeña y concurrida plaza principal. Y ambos, igualmente, llenos de vida y gente por las calles debido a los mercados navideños y al punsch, al glüwhein y otros brebajes alcohólicos extraños gracias a los cuales la gente aguanta a la intemperie con el frio que hace en la calle. A modo de instrucciones de uso, decir que cuando pides has de pagar por la taza un extra, que luego te quedas de recuerdo. Aunque son algo feas, la verdad. Y la gente sale a tomar el punsch y un dulce igual que nosotros salimos de cañas y tapas. Cuestión de tradiciones.
Serían las 20:00 cuando llegamos a nuestro hotelito. Nuestros amigos se habían marchado ya a Linz (pues viven allí) y nos pegamos una cenita rica con algunos productos locales que compramos en los pueblos visitados.

Día 5. SALZBURG y BAVIERA. Salzburgo. Lago Konigsee. Berchtesgaden.
La mañana de hoy la dedicamos por completo a visitar la ciudad de Salzburgo.
Aunque teníamos pensado dedicarle menos tiempo, al final se nos fue de las manos y estuvimos más de 4 horas.
Para empezar nos costó aparcar, no por falta de parkings sino por el tráfico existente. Y ya en la ciudad visitar todas las zonas importantes del centro histórico te lleva su tiempo, pues aunque no es muy grande tiene forma alargada y se distribuye a ambas orillas del río Salzach.
Obligatoria visita merece la calle principal Getreidegasse, llena de comercios de todo tipo y, curiosidad, varios pasillos abovedados perpendiculares a la misma por entre los cuales se ubican tiendas de lujo, joyerías y relojerías.

Porque si en algo destaca esta ciudad es por el lujo de sus tiendas, la mayoría para bolsillos sin crisis.
El otro punto por el que destaca la ciudad es, obviamente, por ser la cuna de Mozart, el más famoso compositor austríaco. Se pueden visitar varias casas en las que vivió, alguna academia de música y contemplar alguna que otra escultura.
Otros puntos de interés de la ciudad son los parques Furtwänglerpark y Petersfriedhof y las bonitas plazas de Mozartplatz y Residenplatz, todos ellos rodeados de importantes museos, sobrias iglesias y casas o palacetes de época imperial. A destacar también la enorme e impresionante, tanto por dentro como por fuera, catedral de Salzburgo, así como la cantidad de edificios religiosos existentes, ya sean abadías, monasterios o iglesias.
En lo alto destaca también la Fortaleza de Hohensalzburg, de color blanco y dominando todo el valle, imponente.
La descartamos por falta de tiempo, pero según parece merece una visita aunque solo sea por las vistas.
Salzburgo es, bajo mi punto de vista y salvando las diferencias, muy parecido a Viena en cuanto a la cantidad de palacios, edificios religiosos de referencia y aspecto estético de sus calles y edificios.
Y se diferencia enormemente de todos los pueblos de su región e incluso de todos los que íbamos a visitar en Baviera, más cercanos a la estética y costumbres medievales que a los palacios y realeza.
Como recomendación personal, no hay que irse de esta ciudad sin probar o comprar un licor o unas chocolatinas Mozart. Las hay por todas partes y te llamarán la atención, seguro. Están increíbles.


Tras comer en un McDonalds (el tiempo apremiaba), pusimos rumbo a la zona alemana más al sureste, en torno al parque nacional de Berchtesgaden. Como dije anteriormente, debido a la época del año tuvimos que descartar tanto el Nido del Águila (una pena, tanto por las vistas desde allí arriba como por el propio edificio histórico) como la visita en barco por el lago Konigsee, el lago más famoso de Alemania tanto por su increíble y bucólica ubicación, aislado entre muy altas montañas, como por la limpieza de su agua, casi transparente.
Aun así nos acercamos al entorno del lago, aparcamos en un enorme parking, vimos la pista de bobsleigh a un lado, atravesamos la desolada zona de tiendas y restauración y nos acercamos al mirador de Malerwinkel (a 20 minutos a pie del embarcadero), desde el cual se observa toda la inmensidad y soledad del lago, con la pequeña y curiosa Iglesia de San Bartolomé al fondo, destino de los paseos en barco en otoño e invierno. En verano se puede incluso atracar aún más lejos e ir caminando a la joya de la corona de la zona: el pequeño lago Obersee.
Toda esta zona está preparadísima para el turismo en masa y es, sin duda, destino turístico masivo en cuanto llega la primavera. El entorno, aún en otoño y con poca luz, es espectacular y único.
Ya caída la noche, sobre las 16:30, quisimos visitar el pequeño pueblo de Berchtesgaden. Ubicado en lo alto de una colina y con unas vistas espectaculares de todas las montañas que rodean el lago Konigsee, es un pueblo bávaro típico: casas de colores, balconadas de madera, callejuelas medievales, pequeñas plazas con fuentes y esculturas y, como novedad, murales pintados en algunas fachadas (la novedad pasaría a ser rutina en otros pueblos de Baviera). De nuevo los puestos navideños le dieron un plus de gente, alegría y alboroto. Algunas de las casas pintadas nos parecieron realmente bonitas y curiosas.
Tras la visita nos tomamos un café y pusimos rumbo norte hacia Nuremberg, pues el trayecto era largo y más con niebla y lluvia (3 horas). Llegamos tarde (sobre las 21:00), con el tiempo justo para aparcar en un parking al lado de nuestro peculiar alojamiento para la noche de hoy, en el DJH Jugendherberge (antiguas caballerizas del Castillo Imperial de Nuremberg, hoy día remodelado como Hostel). De nuevo al ser ciudad es más difícil aparcar y no tuvimos más remedio que aparcar en un parking cerrado (unos 8€ por 24horas) porque no está permitido aparcar en la calle a los no residentes. En Alemania se toman muy en serio el tema del medio ambiente y los centros de las ciudades grandes suelen tener restricciones de acceso y de aparcamiento, o tasas verdes.
Cansados por el largo y pesado viaje, cenamos en uno de los pocos restaurantes abiertos por la zona que resultó ser un italiano. Y fue perfecto porque queríamos no arriesgar y cenar rico, y para eso los italianos son un seguro.
Día 6. BAVIERA. Nuremberg. Rothenburg ob der Tauber. Dinkelsbühl.
Hoy tocaba visitar la histórica y grande ciudad de Nuremberg. Al igual que Munich, visitar sus museos y puntos de interés puede llevarte entre 2 y 3 días, pero al sólo disponer de una mañana decidimos simplemente pasear por su centro histórico siguiendo un mapa turístico para pasar por los principales puntos de interés.
Me quedé con la espinita de visitar alguna de las zonas históricas del mundo nazi o los subterráneos de la ciudad.
Comenzando por la parte alta, el primer punto sin duda es el imponente castillo. Dispone de diversas estancias, patios, puertas y torres anexas, así como una parte de la imponente muralla medieval que rodea toda la ciudad. Aunque no la vimos en su totalidad, solamente la muralla necesitaría una mañana para ser rodeada completamente. Es impresionante y me recordó a la ciudad francesa de Carcasonne. Aunque a diferencia de ésta, donde toda la arquitectura intramuros está cuidada en torno a una estética medieval, Nuremberg es una ciudad más grande cuyo centro ha evolucionado con distintos edificios modernos, algunos de ellos bastante feos, que desentonan bastante con la imagen bucólica y pintoresca de las murallas y el castillo.
Bajando hacia la parte llana de la ciudad se llega en unos 5 minutos a la plaza principal, Hauptmarkt, donde se encuentra la extraña y poco fotogénica iglesia Frauenkirche, icono no obstante de la ciudad. Es justo en esta plaza donde se monta el mercado navideño más famoso de Alemania, aunque realmente se distribuye por todas las calles del centro histórico. Es ciertamente el más grande y quizá el que más tipos de puestos distintos tiene. Lo que no encuentres en el mercado navideño de Nuremberg posiblemente no lo encontrarás en ningún sitio. La aglomeración de gente también es muy importante, por supuesto. La zona cercana al río Pegnitz tiene un par de lugares de postal, con casas y puentes sobre el agua.
Al otro lado del río se suceden una serie de calles anchas llenas de todas las típicas tiendas de moda que hay, por desgracia, en todas las ciudades del mundo occidental. Y cuando digo todas, digo todas. Como curiosidad destaca la extrañísima y no muy apreciada escultura Ehekarussell, llena de raras figuras de animales, entes divinos y simbología y, al lado contrario de la parte sur de la ciudad, el pequeño ‘pueblecito’ de Handwerkerhof, compuesto por una serie de pequeñas casas, hoy día tiendas de artesanía, ubicadas en torno a una antigua puerta de entrada a la ciudad.


Tras unas 3 horas de pateada por la ciudad, nos tomamos un café para entrar en calor y pusimos rumbo a nuestro siguiente destino: Rothemburg ob der Tauber.
Ubicado en plena Ruta Romántica (que comienza en Wurzburgo y acaba en Fussen), es quizá el pueblo más icónico, representativo y bonito de la filosofía y cultura alemana en general y bávara en particular.
Éste es además el típico pueblo de cuento. Está totalmente rodeado por una muralla con espectaculares torres y puertas de entrada, ya por sí solas con enorme interés. Su interior intramuros no deja indiferente. Calles empedradas, casas muy pintorescas y cuidadas, rincones solitarios a descubrir y plazas y edificios singulares le dan un empaque al conjunto impresionante. A esto hay que añadir multitud de pequeñas tiendas con mucho estilo y mucho gusto, cada una vendiendo artesanía, arte de todo tipo o simplemente souvenirs, además de varias docenas de restaurantes de comida bávara y pequeños hoteles rurales con pinta de muy acogedores.
El conjunto está totalmente armonizado y es quizá por ello que destaca por encima del resto de pueblos de la comarca. Se nota que todo el pueblo sabe la joya que tienen y lo cuidan al detalle, no en vano viven por y para el turismo, y esto también se nota.

Tras la visita ya de noche, nos fuimos a nuestro siguiente destino siguiendo la Ruta Romántica: Dinkelsbühl. Dicen que es otro de los mejores y más bonitos pueblos típicamente bávaros. Y cierto que lo es. Pero por desgracia este día de viaje lo habíamos planificado algo mal ya que la noche la pasábamos en Nordlingen en lugar de en Dinkelsbühl, lo cual nos hubiera permitido verlo tranquilamente, con luz, a la mañana siguiente, en lugar de este día, ya de noche, sin apenas ambiente y con el cansancio de todo el día de turismo.
Paramos en el pueblo y dimos una vuelta, pero había una niebla cerradísima por todo el pueblo, ni un alma por sus calles y todo estaba cerrado, por lo que todo nos decía que nos teníamos que ir. Una pena.
Llegamos a Nordlingen pasadas las 21:00, con las ganas justas para pegarnos una ducha, cenar en nuestra habitación e irnos a dormir. El día había sido bastante largo.
Día 7. BAVIERA. Nordlingen. Harburg. Memmingen. Oberammergau.
Hoy teníamos planeado seguir visitando pueblos de la ruta romántica. En el día de hoy fuimos mucho más relajados ya que la visita de los pueblos de hoy se podía realizar en apenas 1 o 2 horas cada uno, con trayectos entre cada uno de entre 20 minutos y 1 hora como máximo. Ninguno en el día de hoy tiene nada que ver con el tamaño e historia de Nuremberg o el encanto a raudales de Rothemburg. Aun así, cada uno tiene su encanto.
Comenzamos el día por Nordlingen. Pueblo de nuevo rodeado por una muralla, tiene como atractivo la posibilidad de subir hasta ella y caminar por su camino de ronda, pasando por algunas de las torres y puertas de entrada.
El centro histórico tiene su gracia y posee una arquitectura similar a sus famosos vecinos (casas medievales de madera distribuidas por calles y callejuelas desordenadas). Como punto añadido decir que tiene una ruta muy bien indicada con carteles para conocer los puntos de interés del mismo.

El siguiente pueblo en el que paramos fue Harburg. Pueblo chiquitín, es algo distinto al resto pues éste se sitúa en la falda de una colina sobre la que se encuentra el castillo que domina todo el pueblo. En la parte baja, el río Wörnitz separa en dos la parte vieja y nueva del pueblo, unidas por un bien conservado puente medieval (Steirnerne Brücke). Es éste quizá el punto más bonito del pueblo.

La ciudad de Augsburgo sería el siguiente punto si siguiéramos la ruta romántica, pero no queríamos visitar más ciudades, por la dificultad de aparcar, la cantidad de gente y el tiempo necesario para poder verlo con tranquilidad, siempre mayor en una ciudad que en un pueblo. Decidimos por tanto ir a otro pueblo que, aunque no está ubicado oficialmente en la ruta romántica, está muy cerca de ella y es también un clásico en cuanto a pueblos bávaros turísticos se refiere: Memmingen.
Llegamos a la hora de la comida, por lo que decidimos comer como hacen muchos alemanes en esta época: en un mercadillo navideño, en la calle, degustando un bocata de salchichas con chucrut y una buena cerveza. Y de postre, un dulce de los miles que hay (ya ni recuerdo los nombres). Eso sí, nuestro aguante al frío no es el mismo que la de un alemán, por lo que apenas pasados 30 minutos en el calle, de pie, tuvimos que irnos a una cafetería a resguardarnos del frío y entrar en calor.
Memmingen nos pareció un pueblo muy acogedor y donde da la impresión de que la gente vive con buena calidad de vida y sin vivir totalmente del turismo. Lo digo porque vimos supermercados, frutería, carnicerías, gente montando en bici por las calles, gente de compras, un gimnasio, etc. Es decir, vimos los comercios y las cosas típicas que se ven en un lugar donde la gente se dedica a vivir ella misma y no a vivir por y para el turismo. También el tamaño de este pueblo es mucho mayor que los turísticos Rothemburg ó Dinkelsbühl. Por este lado nos gustó bastante el pueblo. Y por el lado del turismo también nos gustó, pues tiene bastantes lugares dignos de ver, como por ejemplo la animada plaza del ayuntamiento, varias sobrias iglesias, algún que otro museo o, por destacar lo más original, una serie de canales de agua que discurren por todo el centro histórico y en torno a los cuales se puede encontrar algún que otro restaurante.

La penúltima parada del día fue en Steingaden, pueblo donde dormiríamos hoy. Elegimos este lugar por estar relativamente cerca de Füssen y sus famosos castillos (30min), y no demasiado lejos de Munich (1:15 horas), ya que en la noche de hoy otros amigos se unían al viaje y aterrizaban allí.
Tras dejar las maletas en la habitación del hotel nos fuimos a cenar al cercano pueblo de Oberammergau (30 min), otro de los pueblos típicos por esta zona sur de Alemania, conocido por la cantidad de casas con fachadas pintadas con motivos religiosos y costumbristas, así como la cantidad de escaparates de tiendas con artículos religiosos, más llamativos si cabe por la noche, debido a la iluminación. Llegamos sobre las 19:00, ya de noche, y obviamente nos encontramos un pueblo totalmente apagado, sin gente por las calles y sin comercios abiertos. Por suerte había multitud de restaurantes abiertos por lo que no nos quedamos sin cenar, que era lo que veníamos buscando. Tras descartar unos cuantos donde apenas había gente, nos decantamos por un mexicano abarrotado de gente joven y con música, muy animado. ¡Todo el pueblo estaba aquí! Cenamos demasiado bien y demasiada cantidad, nos echamos unas risas con las mesas y los grupitos de al lado y nos volvimos al hotel de Steingaden con el deber cumplido. Serían las 1:30 cuando nuestros amigos llegaron finalmente de Munich, con bastante retraso debido a la densa niebla que se encontraron por el camino. Esta noche dormirían poco.
Día 8. BAVIERA. Castillos de Hohenschwangau y Neuschwanstein. Füssen.
Ya con el grupo al completo, nos juntamos a desayunar en nuestro hotelito rural sobre las 9:00. Desayuno local, abundante y con servicio familiar. Perfecto para comenzar el día. A estas alturas del viaje teníamos claro que tanto la calidad de los hoteles como la del desayuno y el personal, era muchísimo mejor en los pueblos que en las ciudades. Y en este hotel de nuevo lo confirmamos.
Serían las 10:00 cuando pusimos rumbo a uno de los destinos más esperados de todo el viaje: el famoso castillo de ‘Disney’ alemán que sale en tantísimas postales, revistas de viajes y páginas web, como icono representativo de castillo de príncipes y princesas.
Los castillos de Hohenschwangau y Neuschwanstein son el monumento más visitado de Alemania y por ello hay que hacer obligatoriamente una reserva previa, y mejor con varias semanas o meses incluso de adelanto, pues la cantidad de turistas que hay es ingente. El sistema de reserva es bastante peculiar, pues te dan una hora y minuto exacto en la que poder realizar la visita a cada castillo. Y ha de cumplirse estrictamente, pues como llegues 1 minuto tarde no te dejan entrar, te pongas como te pongas. Cada 5 minutos hay un grupo guiado de entrada a cada castillo, con audio guía incluido en el precio. No se puede visitar por libre y dispones del tiempo que marque el guía y la audición del audio guía para visitar y contemplar cada sala o habitación de ambos castillos. Es por tanto un sistema donde prima el ‘cuantos más puedan turistas puedan entrar al castillo, más dinero ganan’, y no se tiene en cuenta al turista para nada, que apenas tiene tiempo para contemplar cada lugar.
Además tampoco se pueden sacar fotos en ninguna estancia de ninguno de los castillos, quizá también para agilizar la entrada y salida de los grupos y el ‘cuantos más mejor’. Nos sentimos como ovejas siguiendo al pastor, lo cual nos indignó bastante porque la entrada no es precisamente barata (22 € los 2 castillos).
Nos parece bien el orden alemán y su cumplimiento estricto, pero no el poco tiempo para poder contemplar los castillos. Siguiendo con los puntos negativos, decir que lo que se puede ver en ambos castillos (sobre todo en Neuschwanstein, el de ‘Disney’) es una mínima parte de los mismos, lo cual aumentó si cabe nuestro cabreo.


Dicho esto, también es justo decir que ambos castillos son, tanto por fuera como por dentro, preciosos. Tienen varias salas espectacularmente originales, salones de trono, salones de baile, habitaciones personales o miradores a las montañas y al lago de los alrededores, todas ellas profusamente decoradas, con cientos de detalles.
Además las explicaciones del audio guía ayudan a comprender bastante bien la historia y leyendas de ambos castillos y la figura del rey en torno al cual giran ambos: Luis II, ‘el Rey Loco’. Aunque habría que llamarle más bien ‘rey soñador’. La ubicación de ambos es excepcional, en lo alto de dos colinas con unas preciosas vistas.
Para poder ver ambos con tranquilidad (para ir a Neuschwanstein hay que caminar cuesta arriba unos 30 minutos y para ir a Hohenschwangau hay que caminar también cuesta arriba unos 15 minutos), es recomendable dejar entre ambas visitas al menos 2 horas. La visita por dentro apenas dura 1 hora en ambos casos.
Como colofón a la visita es también recomendable, aunque sólo si te gusta patear pues hay que volver a subir unos 15 minutos más, subir al puente mirador que hay por encima del castillo de Neuschwanstein, desde el cual se observa una preciosa foto del mismo, muy parecida a la de las miles de postales que encontrarás del mismo en las tiendas de souvenirs. Eso sí, no has de tener vértigo para caminar de un lado a otro del mismo. La caída tiene varias decenas de metros y algunas tablas del puente parece que se van a romper con sólo mirarlas.
Como ya he comentado en otra ocasión en este diario, visitar estos castillos en esta época otoñal no es la mejor idea, porque no hay apenas luz (fuimos de 10:30 a 14:30 y las zonas sombrías ganaban por goleada a las iluminadas) y por tanto las fotos de exteriores no quedan demasiado bien, la vegetación es de color grisácea o marrón y la temperatura te obliga a no estar demasiado al aire libre. Si hubiera estado todo nevado, ya sería diferente, para bien, y estaría hablando de lo bonito que estaba todo nevado. Pero no fue nuestro caso, por desgracia.
Tras la agridulce visita a los castillos, nos fuimos a pasar lo que quedaba de mediodía y tarde al cercano pueblo de Füssen rodeado de varios lagos y ubicado a las orillas del río Lech. Nos pareció otro pueblo bonito, típicamente alemán, y merecedor de una visita de 1 horita. Pero en nuestro caso, con varios pueblos turísticos vistos en el viaje, comenzábamos a verlos todos similares y a no dejarnos sorprender por la peculiar arquitectura o lo bonito de las casas coloridas de madera.
Tras la comida, sobremesa, postre, café y visita de rigor por el pueblo, pusimos rumbo a nuestro destino para los próximos dos días: el famoso Tirol austríaco. Elegimos uno de los valles con mayor cantidad de glaciares y con el pueblo a mayor altitud de Austria (Obergurgl), tratando de garantizarnos algo de nieve para poder hacer alguna actividad en ella (raquetas, esquí de fondo, creación de iglús, etc.), pero no tuvimos suerte y apenas había, ni a cotas altas ni a baja altura. No en vano diciembre de 2016 ha sido el año más seco en décadas en esta zona.
La casa donde pasaríamos las 2 próximas noches se encontraba en Umhausen. Casa típica tirolesa donde las haya, tenía un salón precioso y enorme, con una chimenea de leña y una mesa de madera en la esquina, rodeada de ventanales con vistas a las montañas. Cocina grande y espaciosa, más sala de juegos en la planta baja (incluido ping pong) y habitaciones distribuidas en varias plantas, todas ellas espaciosas y con baño. Justo lo que buscábamos para poder disfrutar de las cenas y los desayunos en casa, a la manera austríaca. Todos juntos en buena compañía.
Y vaya si disfrutamos, pues la primera noche nos pegamos el primer homenaje a base de salchichas alemanas, col, ensaladas y quesos de la zona, más alguna que otra botella de vino y cervezas.

Día 9. TIROL. Trek glaciares de Obergurgl. Sölden.
Tras lo comentado el día anterior sobre la falta de nieve, decidimos hacer la opción más viable dadas las circunstancias, tanto por la nieve como por el tipo de gente que estábamos (un par de montañeros expertos, alguno de nivel medio y el resto poco o nada deportistas): hacer una pequeña y fácil ruta de 3 horas ida y vuelta desde la estación de esquí del pueblo de Obergurgl hasta la cabaña de Schönwieshütte, ubicada en un lugar excepcional, en pleno valle Rotmoostal, rodeados del espléndido pico Hangerer y varios glaciares a más de 3200 metros. Este tipo de cabañas son muy típicas en Austria, y no tienen nada que ver con lo que entendemos con cabaña o albergue de montaña en España. Aquí suelen ser restaurantes bien confortables, preparados para esquiadores, con mesas amplias y donde puedes comer caliente y rico platos típicos austríacos.
Y las puedes encontrar en zonas remotas, en lo alto de algún pico sólo accesible a través de teleférico o en algún valle glaciar como éste. La gente suele hacer la actividad deportiva elegida por la mañana (en Austria las posibilidades son inmensas, todas ellas relacionadas con la nieve, claro), paran a comer al mediodía en un lugar como esta cabaña y por la tarde vuelven a sus casas. No se tiran todo el día esquiando sin parar para aprovechar al máximo el día de esquí. Lógico, pues aquí en el Tirol cada pueblo tiene prácticamente su propia estación, tienen casi garantizada la nieve entre 4 y 6 meses al año, y por tanto no tienen la necesidad de estar disfrutando de la nieve cada momento. Se toman el esquiar en pistas como una actividad más familiar que nosotros.

Tras hacer las típicas fotos de rigor y descender de nuevo a Obergurgl, nuestros amigos austríacos nos tenían preparada una sorpresa: un descenso en trineo ¡por una pista de esquí sólo para trineos! Nunca había visto este tipo de pistas dedicadas exclusivamente para bajar con trineo, y la verdad es que nos llevamos una grata sorpresa. Tenía unos 2 km de bajada, un desnivel bastante importante (de hecho había que subir en el telecabina para ir al comienzo de la pista), y multitud de curvas pronunciadas, cambios de rasante y alguna que otra bajada recta donde coger velocidad. Los niños austríacos nos pasaban a toda velocidad mientras nosotros tratábamos de hacernos con los mandos del trineo, con más miedo que otra cosa. Fue muy divertido, la verdad.
Tras el trineo, y ya de noche, pues en la montaña oscurece bastante antes, nos fuimos al animado y algo elitista pueblo de Sölden, quizá el más conocido del valle. Digo algo elitista porque en las muchas tiendas de esquí del pueblo había unos precios desorbitados, incluyendo marcas de lujo (cazadoras por 1500€, botas a más de 800€, etc) y poca oferta, que era lo que nosotros íbamos buscando. Dada esta situación, nos fuimos a tomar una cerveza al bar más animado del pueblo, el Rock Bar, donde como su propio nombre indica sólo ponían música rock y heavy de la buena, en un ambiente motero y rockero muy chulo, con todo el garito decorado acorde.
Para acabar el día hoy teníamos planeado hacer una cena típica austríaca en casa. Teníamos cocinera y pinche semi-austríacos, recetas pensadas, ingredientes, y varios alumnos aplicados con ganas de ayudar.
Así que nos pusimos manos a la obra y, entre todos, y no sin esfuerzo, cocinamos un delicioso menú austríaco compuesto de ensalada césar, salchichas alemanas, strudel casero, käsespätzle y spinatspätzle. Todo casero.

Día 10. TIROL y BAVIERA. Innsbruck. Hall in Tirol. Munich.
Ultimo día en Tirol, que aprovechamos para visitar su capital: Innsbruck.
Ubicada en pleno valle del Inn, totalmente rodeada de montañas al norte y al sur, es el lugar base perfecto para cualquier viaje por la zona. Es una ciudad llena de posibilidades en cuanto a actividades de naturaleza, aventura y esquí, y con algunos puntos de interés turístico históricos y culturales, como algún que otro museo o palacio. Nosotros no descubrimos la parte de actividades deportivas ni de nieve, pero nos consta que es posible realizar casi cualquier actividad de montaña, incluido bajar esquiando hasta la misma ciudad, hay unas pistas para ello.
Nos limitamos a dar una vuelta por el centro, atestado de gente a medio día.
Aparcamos en un centro comercial de Marie-Theresien-Strafe, ubicada en pleno centro, y desde allí paseamos por los puntos turísticos principales de la ciudad: las iglesias Servitenkirche, Hofkirche ó Spitalkirche, la columna de Santa Ana, la Dom Platz, el Tejado Dorado, la casa Helbling, la torre Stadtturm o la pequeña plaza del Mercado, justo al lado del rio Eno que separa en dos la ciudad. Dependiendo del edificio o iglesia el estilo arquitectónico puede ser gótico, barroco o neoclásico (esto para los entendidos en arte, que no es mi caso).
Como curiosidad comentar que en varias de las calles del centro, en los balcones o paredes de algunos edificios, se podían encontrar diversas figuras relacionadas con los cuentos de H.C. Andersen. Algo que no pasaba inadvertido a los miles de turistas que por allí andábamos, todos sacando fotos.
Tras el paseíto de rigor por la zona turística (en apenas 1 o 2 horas se puede ver todo, pues es muy pequeño) comimos en un puesto del mercado navideño, cómo no, de pie, con una cerveza en la mano y pasando mucho frío. Después tomamos un café calentito en una de las múltiples cafeterías de la ciudad, y partimos rumbo a nuestro último pueblo austríaco del viaje, muy cerquita de Innsbruck y al lado de la autovía.
Hall in Tirol destaca por ser uno de los más típicos pueblos austríacos tiroleses. Aunque el Tirol no destaca precisamente por tener muchos pueblos bonitos, sino por el entorno natural montañoso tan espectacular que lo rodea y por su rica cultura tradicional, tan conocida en el mundo entero.
Este pueblo, a diferencia de la bulliciosa ciudad de Innsbruck, es bastante tranquilo y merece darse una vuelta por sus 2 o 3 calles principales, y sobre todo por la animada y curiosa plaza Oberer Platz. De una forma totalmente asimétrica, de ella salen unas 6 o 7 callejuelas en diferentes direcciones y a distintas alturas, pues la plaza no es llana sino que tiene diferentes desniveles según por donde estés. En la misma se pueden encontrar joyitas como la iglesia de San Nicolás, el Ayuntamiento (Rathaus) ó la capilla de Santa Magdalena, edificios emblemáticos del pueblo, junto con el más alejado (5 minutos del centro) Castillo Hasegg Burg.
La curiosidad de este pueblo se encuentra en el hecho de que fue en el pasado un lugar donde se acuñaba moneda, lo que le convirtió en uno de los más ricos del país. Hoy día se puede visitar el Museo de la Moneda para conocer toda la historia al respecto.
Tras la visita salimos hacia nuestro punto final del viaje, a 1:30 horas de camino: Munich.
Aprovechamos nuestra última noche en la ciudad para ir a la archiconocida cervecería alemana Hofbräuhaus. Nos habían contado que no se puede reservar con antelación, que está llena de municheses y turistas, que es más bien caro, que las mesas con compartidas y alargadas como si fuera un banquete medieval, que la comida está buena pero no es para tirar cohetes, que hay música tradicional bávara en directo todas las noches y que los camareros son más bien secos, sólo hablan alemán (o inglés a regañadientes) y se portan contigo mejor si les dejas una buena propina. Pues bien, todo lo dicho es cierto. Además muchos de los municheses van vestidos al estilo tradicional bávaro (pantalón corto marrón, tirantes verdes, camisa blanca, sombrero con pluma a un lado) y, aunque a nosotros nos parezcan ridículos pues parece que van vestidos de niños pequeños, ellos se muestran orgullosos de su vestimenta y se reúnen entre grupos de amigos vestidos así. También hay otro tipo de gente más extraña, solitaria, que se pueden beber tranquilamente varios litros de cerveza ellos solos mientras contemplan lo que ocurre a su alrededor. A medida que pasa la noche y el alcohol hace efecto la gente se anima a cantar en alto y salir a bailar. La verdad es que el espectáculo que se forma es, cuanto menos, llamativo.
¡No hay que irse de Munich sin visitar una de sus famosas cervecerías!

Día 11. Vuelo Munich-Madrid
Nuestro último día fue el típico último día de viaje: desayuno normalito, despedida de amigos que se quedan en Austria, trayecto pesado al aeropuerto, dejamos el coche de alquiler sin incidentes, fuimos a la terminal sin contratiempos, esperamos el tiempo de rigor en la sala de espera, embarcamos, volamos y aterrizamos puntuales en Madrid, con pena por haber acabado ya el viaje pero con los recuerdos muy vivos aún por la experiencia vivida.