ITALIA
Otoño en la Toscana- 6 dias

Dia 1. Llegada a Bolonia a las 11.40. Bolonia. Dormir en Bolonia.
Dia 2. San Marino. Dormir en Rimini.
Dia 3. Siena. Dormir en Siena.
Dia 4. San Gimignano. Volterra. Lucca. Pisa. Dormir en Pisa.
Dia 5. Pisa. Florencia. Dormir en Florencia.
Dia 6. Regreso a Madrid a las 11:55 desde Bolonia.
No hay que perderse:
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San Marino. Ciudad-país ubicado en lo alto de una colina. Lujo y tradición unidos en un lugar privilegiado.
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Florencia. Ciudad de museos, Leonardo da Vinci, el Ponte Vecchio o Santa Maria del Fiore.
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Pueblos de la Toscana. Pueblos con encanto, llenos de historia y monumentos, ubicados en zonas bucólicas rurales. Ideal su visita en otoño.
Medios de transporte:
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Coche alquilado desde el segundo día en Bolonia.




Dia 1. Vuelo Madrid-Bolonia. Bolonia.
Llegamos a Bolonia sobre las 11:30, y allí nos estaba esperando nuestra amiga Marieta para comenzar este viaje. Recogimos los dos coches de alquiler (pues esta vez nos juntamos 11), y nos fuimos al centro de la ciudad, donde dejamos las cosas y aparcamos los coches en lugar seguro. Eran las 13:00 y estábamos listos para conocer la ciudad.
El centro histórico medieval de Bolonia es uno de los más grandes y mejor conservados de Europa. Destacan la gran cantidad de edificios históricos, fuentes y torres diseminados por bonitas calles y plazas. Paseamos por la preciosa y bien cuidada Piazza Maggiore, centro de la ciudad; la Basílica de San Petronio, quinta en tamaño en el mundo, debía ser mayor que el propio San Pedro de Roma y por ello el Papa paró su construcción, estando de hecho hoy día sin terminar su fachada; el Archiginnasio o palacio de la antigua sede de la Universidad; la fuente de Neptuno al lado de la plaza Mayor; los esbeltos y sobrios palacios de los Notarios, Re Renzo o de Accursio; o la insulsa catedral de la ciudad, entre otros.
Existen además varios museos y basílicas dignos de visitar, pero en un solo día tuvimos que elegir sólo lo más importante. Es una ciudad con un patrimonio histórico muy interesante y amplio.
Además de esta cantidad de monumentos, Bolonia destaca por sus 2 torres de ‘Pisa’ particulares: las torres de Garisenda y Asinelli. Son 2 torres de origen medieval, construidas muy juntas una de la otra en ladrillo y cuya particularidad reside en la gran inclinación de ambas. En la edad media Bolonia era una ciudad muy rica llena de comerciantes y familias acaudaladas, lo que propició la construcción descontrolada de torres como demostración de poder y para uso defensivo. Se habla de más de un centenar de torres, aunque hoy día sólo quedan en pie unas 20.
Tras dedicar casi todas las horas de luz a hacer turismo por la ciudad, cenamos unas pizzas en un pequeño restaurante y nos fuimos a la zona de marcha. La ciudad es universitaria, lo que se traduce en multitud de ambiente a todas horas del día, muchos bares, restaurantes y heladerías por todos lados y, cómo no, varias discotecas y bares de copas. Estuvimos echándonos unas copas y muchas risas por la zona, y ni me acuerdo a qué hora nos fuimos a dormir. La idea del viaje era salir de marcha siempre que pudiéramos y eso es lo que hicimos. No nos importó dormir poco, ni éste ni ningún otro día. A tope!


Dia 2. San Marino. Rimini.
¿Por qué razón decidimos ir a San Marino teniendo tan poco tiempo para visitar la Toscana y Florencia?
Pues esta es una buena pregunta a posteriori, pero cuando diseñamos el viaje lo vimos claro: ¿otro país tan cerca y no nos vamos a acercar? Florencia o la Toscana son destinos tan típicos que quizá volvamos en algún otro momento, pero no ocurre lo mismo con el pequeño país de San Marino.
La verdad es que la visita nos gustó bastante, y creo que mereció la pena.
Llegamos a la ciudad-país tras cerca de 1 hora y media de coche desde Bolonia, y lo primero que nos llamó la atención fue la ubicación, pues está situado en una montaña conocida como monte Titán, con edificios tanto en lo alto como en las laderas que la rodean. Fuera de esa montaña, es Italia. Curioso.
Subimos con el coche hasta lo más alto de la ciudad, dando varias vueltas alrededor de la colina por la única y empinada carretera que existe. Ya en el parking nos dimos cuenta que aquí los precios son bastante más elevados que en Italia, y al ser la única opción de dejar el coche no tuvimos elección.
Lo más bonito de la ciudad, al menos para mí, son sin duda sus castillos y torres, ubicados en cada una de las 3 cimas del monte Titán. Sus nombres son Guaita, Cesta y Montale. Cada uno es de distinta época y su uso fue eminentemente defensivo. Están bastante bien conservadao y reconstruidos y las vistas desde todos ellos son espectaculares tanto de la ciudad como de los montes Apeninos en la lejanía. Tras varias horas de visita paramos a comer en un restaurante cercano (pizza cómo no) y nos bebimos casi todo el limoncello que tenían.
La tarde la dedicamos a caminar la parte baja y centro de la ciudad, donde lo que más destaca son su ayuntamiento (Palazzo Publico), la plaza Garibaldi , el Palacio de los Capitanes y la Catedral, de estilo neoclásico. Todo está lleno de restaurantes caros, tiendas de lujo y hoteles de muchas estrellas, aunque es cierto que también hay otras opciones más económicas para todos los públicos. Todo el casco histórico está perfectamente cuidado y limpio, y las vistas desde casi todas partes son preciosas.
Se nos echó la noche encima y decidimos salir hacia la cercana ciudad costera de Rimini, donde teníamos reservado nuestro albergue YouthHostel para esta noche. Habíamos oído que ésta era una ciudad con mucha marcha en verano, y salimos a comprobar si era cierto. Y efectivamente había mucho ambiente en los bares y en la calle, llenos de gente a reventar. Pero claro, nosotros como españoles que somos esperábamos música, gente bailando y alegría, pero no encontramos nada de esto. Todo el mundo estaba perfectamente arreglado, maquillado y todos eran modernísimos, sí, pero nadie se movía y todo el mundo se dedicaba a charlar con sus amigos. No era el concepto fiesta que entendemos en España. Nos sentimos un poco fuera de lugar (pues no es que fuéramos muy arreglado, la verdad), así que tras tomarnos unas cervezas, buscar música por todos los bares de la zona y no encontrarla, nos fuimos a dormir.


Dia 3. Siena.
Nos levantamos más o menos pronto para llegar cuanto antes a Siena, una de las ciudades más importantes de la famosa Toscana italiana. Llegamos a la ciudad en algo menos de 3 horas. El centro histórico de Siena es peatonal en gran parte por lo que tuvimos que aparcar el coche en un parking a las afueras y caminar hasta nuestro hotel, muy bien ubicado en pleno centro de la ciudad.
Sobre las 12:30 estábamos preparados para conocer la ciudad.
La ciudad es rica en arte, historia y belleza arquitectónica, y es perfectamente visitable en un solo día, pues su casco histórico no es demasiado grande. Los 2 puntos principales de la ciudad son, sin duda, la Piazza del Campo y el Duomo. La primera es una plaza de las más originales que he visto nunca. Es una plaza con forma de abanico y rodeada de bonitos edificios medievales por todos sus lados, destacando la altísima y preciosa torre del Mangia y el Palazzo Publico o ayuntamiento, además de la coqueta Fonte Gaia en uno de sus lados. Te pasarás seguro un rato sacando fotos de este lugar y tratando de encontrar el mejor ángulo posible, lo cual es complicado porque no existe una abertura suficiente para sacarla en todo su esplendor sin un objetivo gran angular. Es una plaza llena de vida a cualquier hora del día, con varios restaurantes y bares en uno de sus lados y donde te puedes encontrar de todo.
El segundo punto destacado de la ciudad es la Catedral o Duomo de Siena. Lo que más llama la atención es su cuidada fachada, obra maestra del gótico italiano, llena de elementos arquitectónicos, esculturas y mosaicos de colores de gran factura. El interior es una preciosa mezcla de mármoles blancos y oscuros, suelos llenos de labores decorativas y detalles por todas partes. Digno de admirar es el virtuoso púlpito y la cantidad de esculturas de Donatello, Miguel Angel y muchos otros artistas italianos.
Otra de las cosas que más me gustó es el predominio del color blanco en toda la estructura exterior del edificio, incluida la torre, algo que no había visto en ningún otro lugar y que sin duda es muy llamativo.
Aparte de estos 2 puntos, la ciudad tiene otros puntos de interés a los que nos acercamos como el Santuario de Santa Caterina, la Basílica de Santo Domingo, Santa Maria de la Scala (primer hospital del mundo), el palacio Saracini o el palacio Salimbeni, entre otros muchos. En realidad más que visitar sólo estos lugares merece la pena perderse por las distintas callejuelas y plazas de cada uno de las Contradas o barrios en los que se divide la ciudad. Están llenos de edificios bonitos y palacios, además de multitud de tiendas de todo tipo, bares y restaurantes. Es una ciudad muy viva y llena de gente.
Como curiosidad de la ciudad, todos los años la Piazza del Campo se convierte en una especie de hipódromo donde se forma un camino de tierra en el perímetro de la misma y se realiza una carrera de caballos, compitiendo entre sí los distintos barrios o Contradas de la ciudad. Es el llamado Palio de Siena.
Tras dedicar todo el día a hacer turismo por la ciudad, nos fuimos a cambiar y descansar un rato al albergue. Sobre las 21:00 bajamos a la Piazza del Campo esperando no encontrar demasiado ambiente pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando descubrimos que la plaza estaba prácticamente igual de llena que por el día. Había buena temperatura y eso ayudaba bastante a que la gente tomase la plaza.
Cenamos en uno de los muchos restaurantes de la zona y fuimos de marcha buscando algún bar donde bailar. Al igual que en Rimini, pronto nos dimos cuenta que el concepto italiano de marcha es muy distinto al español, luego decidimos meternos en una bocatería (el único sitio donde había algo de música) y ni cortos ni perezosos, nos pusimos a bailar allí mismo al ritmo de Pitbull (I know you want me…). Enseguida se unieron unos cuantos italianos con ganas de marcha, y la cerveza y los chupitos empezaron a rular. Estuvimos allí unas horas pasándolo muy bien, y cuando nos disponíamos a irnos para casa nos encontramos en la plaza un grupo de gente tocando con una guitarra española. Tardamos poco en unirnos a ellos, y menos tardó Juanjo en pedirles la guitarra y tocar algunos temas patrios. Todos nos pusimos a saltar y cantar como locos. Fue una forma estupenda de terminar el día.
Se puede decir que Siena nos encantó tanto de día como de noche. Lo pasamos genial.


Dia 4. San Gimignano. Volterra, Lucca, Pisa
Tras la fiesta del día anterior y dormir 4 o 5 horas, nos despertamos para visitar algunos de los pueblos más típicos y conocidos de la zona. Sólo disponíamos de un día por lo que, lógicamente, tuvimos que seleccionar los que pensamos eran los más representativos. Fue una pena no poder dedicarle más tiempo a recorrer sin prisas esta preciosa zona de coloridos campos, colinas suaves y pequeños pueblos encantadores que es la Toscana. Quizá en otra ocasión.
Los seleccionados fueron San Gimignano, Volterra, Lucca y Pisa. Unas 3 horas de camino desde Siena.
Y encima no madrugamos demasiado, por lo que llegamos al primero de los pueblos sobre las 12:00.
El primero en la lista fue San Gimignano. Es el típico pueblo toscano. Está ubicado en una de las colinas más elevadas de la zona y rodeado de campos de diversos colores y cultivos. El pueblecito, bastante pequeño, destaca en su interior por sus calles empedradas, sus casas y edificios medievales, algunos palacetes, varias torres de vigilancia como las vistas en Bolonia, un castillo en el punto más alto con vistas a todos los alrededores y cómo no, una preciosa plaza que sirve como punto central del pueblo. Además el pueblo está lleno de puestos de artesanía, pequeños bares y restaurantes, y bastante turista paseando por sus callejuelas y echando fotos de los diversos y bonitos rincones del pueblo.
Tras cerca de casi 2 horas de paseo, partimos hacia el siguiente pueblo: Volterra.
Se trata de otro pueblo de similares características al anterior, donde lo que más destaca es su monumental puerta de entrada, su plaza principal rodeada de altos palacetes, sobrios edificios y escudos de la nobleza medieval y las ruinas de un teatro romano que, vistas desde las murallas que rodean al pueblo en una perspectiva desde las alturas, le confieren al mismo más valor que si lo vieras a nivel del suelo. Comimos tranquilamente en uno de los buenos y estilosos restaurantes del pueblo, y acabamos bastante tarde, sobre las 17:00. Pusimos rumbo a nuestro siguiente destino del día: Lucca, situado unos km al norte de Pisa. Llegamos, ya de noche, sobre las 19:00.
Trasnochar tanto y dormir tan poco nos estaba pasando factura, y ello supuso que viéramos más bien por encima este bonito pueblo, más bien ciudad por su tamaño. Lucca tiene como principal atractivo que está totalmente rodeado de una muralla en buen estado de conservación. Se puede caminar sobre ella en algunos tramos. Tras acceder a dentro de la ciudad comprobamos que no sólo la muralla es su valor turístico, sino que también existen otros edificios dignos de admirar: La Basílica de San Frediano con su extraña y poco habitual fachada; la preciosa catedral de San Martin, de similar estilo a la catedral de Siena con sus mármoles blancos en el exterior e interior; la Iglesia de San Justo del siglo XII, una de las más antiguas de la ciudad; la Iglesia de San Miguel en Foro, con sus curiosos arcos en la parte alta de la fachada principal; y por último la bonita plaza del Anfiteatro, de forma elíptica y que fue construida sobre las ruinas del antiguo anfiteatro romano.
Dedicamos no más de 2 horas a pasear por la ciudad, aunque bien se podría dedicar alguna más.
A última hora de la noche llegamos por fin a nuestro alojamiento y último destino del día en Pisa.
Eran las 12 de la noche y pensábamos que nos íbamos a encontrar mucha gente por la calle como en Rimini o Siena, sitios de sobra para cenar y bares de copas, pero la verdad es que no encontramos nada.
Buscamos por bastantes sitios a pie y preguntamos a la poca gente que veíamos por la calle, pero nada.
Así que no nos quedó otra que cenar en el único sitio abierto que vimos, echar las 4 típicas fotos en la zona monumental de Pisa y su famosa torre por la noche (mola bastante ver esta zona iluminada de noche y sobre todo sin ningún turista molestándote), e irnos a dormir más o menos pronto.
Al día siguiente nos quedaba la visita a Florencia y nos haría falta algo de energía.


Dia 5. Pisa. Florencia
Comenzamos la mañana visitando el principal motivo por el que merece la pena venir a Pisa: su famosa torre inclinada. De unos 50m de alto, se trata de un campanario románico del siglo XII, lleno de arcos en sus 6-7 niveles, que nada más construirse se comenzó a inclinar. Hace unos años se cerró al público por seguridad. Para ser justos, justo al lado de la torre inclinada, se encuentra el Camposanto Monumental, en el que se ubican otros bonitos edificios como el enorme Baptisterio o la preciosa Piazza dei Miracoli.
Destaca en esta zona que cada edificio está aislado de los otros, totalmente rodeado de césped, y con un amplio espacio libre alrededor para poder contemplarlos, lo que le da un aire de mayor tamaño y esplendor a cada edificio que si estuviera encajonado entre otros.
La parte negativa es la cantidad ingente de turistas haciendo las típicas fotos idiotas sosteniendo la torre (yo también tengo la mía, claro) y la falta de respeto de la mayoría de ellos, más preocupados por su foto que por cuidar la zona o no molestar a otros turistas.
Aparte de esta zona, la ciudad de Pisa tiene otra serie de iglesias, palacios y plazas monumentales, aunque la mayor parte de la gente se queda en la visita a esta zona. Nosotros así lo hicimos también.
Recorrimos la hora de coche que separa Pisa de Florencia, dejamos las cosas en la villa donde nos alojamos y nos preparamos para visitar la ciudad. Cometimos el error de alojarnos en las afueras de la ciudad en lugar de en el centro histórico, y lo pagamos ya que perdimos mucho tiempo entre ida, vuelta y aparcar el coche. Si hubiéramos estado más días hubiera sido una buena decisión, pues la villa en la que nos alojamos estaba genial (a pesar de ser un albergue), pero no cuando sólo dispones de 1 día.
Serían alrededor de las 12:00 cuando llegamos a nuestro primer destino en Florencia: el famoso mirador de la Piazzale Michelangelo, desde el que se observa la mejor panorámica de la ciudad a orillas del río Arno.
En la parte baja a orillas del río aparcamos el coche (gratis), cruzamos el puente Alle Grazie y nos fuimos caminando por la ribera del río hasta llegar al famoso Ponte Vecchio. Se trata de un puente totalmente techado, lleno de puestecitos a ambos lados. Por el aspecto exterior, más bien antiguo y un tanto descuidado, uno podría pensar que aquí se venden baratijas. Pero esto es Italia, y aquí lo viejo tiene mucho valor añadido. Estos puestecitos venden lo mejor y más caro de las mejores firmas de joyería del mundo. Es todo lujo y, claro está, a precios desorbitados.
Pasamos el puente al otro lado del río, pero nos fuimos más allá por falta de tiempo. No fuimos por tanto al Palacio Pitti ni a los jardines de Bóboli o el Forte Belvedere.
Regresamos hacia atrás pasando por la famosa Galería de las Uffici, uno de los museos más importantes del mundo, en competencia directa con el Prado de Madrid o el Louvre de París, y lleno de obras de artistas como Miguel Ángel, Boticceli, Da Vinci, Rubens, Caravaggio, etc. Lo descartamos también por falta de tiempo.
Enseguida llegamos a la preciosa plaza de la Señoría, donde se encuentra el Palazzo Vecchio o la enorme fuente de Neptuno. Esta plaza es digna de disfrutar por los 4 costados. En la parte más cercana a la Galería Uffici se encuentra una réplica a tamaño real de la escultura de David de Miguel Angel, una de las mejores esculturas del mundo por sus líneas perfectas y su realismo.
Comimos en uno de los restaurantes de la zona, intentando no tardar demasiado para poder seguir haciendo turismo por la ciudad. Continuamos por la tarde paseando por las animadas, elegantes y llenas de historia calles del casco histórico de la ciudad, hasta llegar a uno de las obras cumbre del arte gótico y Renacentismo italiano, la Basílica Catedral de Santa Maria del Fiore. Símbolo principal de la ciudad, fue construida entre los siglos XIII y XV coincidiendo con la época de mayor esplendor de la misma. Destaca principalmente por su gigantesca cúpula, diseñada por Brunelleschi, de 100m de altura más de 40m de diámetro, y considerada una obra maestra de la arquitectura.
También destaca la esbelta figura del Campanile justo a un lado. Se puede subir a ambas construcciones para contemplar la ciudad desde las alturas. Si por fuera es espectacular y llamativa, por dentro no deja indiferente, destacando por los numerosos detalles, ornamentación y acabados, además de las diversas tallas y esculturas de diversas épocas. Es patrimonio de la Unesco.
Se encuentra ubicada en la también grande y preciosa Piazza del Duomo, bullicio de gente a todas horas y centro neurálgico de la ciudad.
Dedicamos lo que restaba del día a pasear por la ciudad, tratando ya no tanto de seguir un mapa sino de disfrutar de la magia y la belleza de esta singular ciudad.
Al igual que en Bolonia o los pueblos y campos de la Toscana, tras la visita a Florencia se nos quedó una sensación agridulce, pues hubo una gran cantidad de cosas que no pudimos ver y disfrutar por dentro. Entre otros, la famosísima Galería de los Uffici, el Palacio Vecchio, el Palacio Pitti, el Palacio Bargello, el museo Galileo y otras varias iglesias, museos, basílicas, plazas y palacios de interés.
Ésta es sin duda una ciudad donde dedicar al menos 2 o 3 días. Sólo los museos lo merecerían. Otra más que apunto para re-visitar en el futuro.


Dia 6. Vuelo Bolonia-Madrid
Nuestro vuelo salía de Bolonia a las 11:55, luego tuvimos que conducir los cerca de 60 minutos que separan ambas ciudades tras desayunar. El viaje había sido un poco relámpago y lleno de ciudades y pueblos a conocer, pero nos encantó todo lo visitado. Grande Italia.