
INDIA
Rajhastan - 16 días
Dia 1. Vuelo Madrid-Delhi. Llegada prevista 23:30. Dormir en Delhi.
Dia 2. Vuelo Delhi-Jaipur-Jaisalmer. Jaipur. Dormir en Jaisalmer.
Dia 3. Jaisalmer. Desierto del Thar. Dormir en Jaisalmer.
Dia 4. Jaisalmer. Tren nocturno a Jodhpur. Dormir en Jodhpur.
Dia 5. Jodhpur. Dormir en Jodhpur.
Dia 6. Coche a Udaipur (6h). Ranakpur. Kumbhalgargh. Dormir en Udaipur.
Dia 7. Udaipur. Dormir en Udaipur.
Dia 8. Udaipur. Vuelo Udaipur-Benares. Dormir en Benares.
Dia 9. Benares. Dormir en Benares
Dia 10. Vuelo Benares-Khajuraho. Khajuraho. Dormir en Khajuraho.
Dia 11. Coche a Orchha (4h). Orchha. Coche a Gwalior (3h). Gwalior. Dormir en Gwalior.
Dia 12. Coche a Agra (2h). Fuerte de Agra. Taj Mahal. Dormir en Agra.
Dia 13. Coche a Jaipur (4h). FathepurSikri. Abhaneri. Dormir en Jaipur.
Dia 14. Jaipur. Dormir en Jaipur.
Dia 15. Coche a Delhi (4h). Old Delhi. Vuelo a las 2:00
Dia 16. Regreso a Madrid.
Por que elegir India:
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El Rajasthan más auténtico en Jodhpur, Jaisalmer, Udaipur, Orccha y Jaipur. Palacios y Fuertes en la región más tradicional de la India.
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Benarés. Ciudad única e inclasificable. La India más sagrada junto al Ganges.
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Khajuraho. El origen de los textos del Kamasutra esculpidos en piedra.
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Taj Mahal. Uno de los monumentos más visitados del mundo. Imprescindible.
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La vida en la calle. Dejarte llevar por las calles es una experiencia para los sentidos: lo que ves, oyes, sientes y hueles en la India sólo lo puedes vivir aquí. Un viaje dentro de uno mismo.
Medios de transporte:
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Avión. Para trayectos de más de 4 horas: Delhi-Jaisalmer, Udaipur-Benarés y Benarés-Khajuraho.
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Tren nocturno: Jaisalmer-Jodhpur.
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Furgoneta privada con a/c y chófer. Para trayectos de 4 horas o menos: Jodhpur-Udaipur y Khajuraho-Orccha-Gwalior-Agra-Jaipur-Delhi.
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Rickshaws (tuc-tuc) motorizados ó tipo bicicleta. Para trayectos cortos en ciudades o llegar a hoteles con calles estrechas (Jodhpur y Benarés).
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Barcaza para visitar los ghats de Benarés desde el río Ganges.
Información útil:
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Época: Julio de 2018
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Días de viaje: 16 días
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Tipo de grupo: Grupo de 6 amigos.
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Tipo de viaje: Visita de templos, fuertes, palacios y ciudades. Cultura hindú. Fotografía.
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Alojamientos: Hoteles gama media o alta.
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Presupuesto (todo incluido): 1800 euros.






Tras varios años rondando la idea, por fin este 2018 iba a ser el año que íbamos a conocer este inmenso país, con una cultura y forma de vida tan única en el mundo, y que tanto respeto nos ha dado siempre.
Respeto entendido en el sentido del choque cultural y pobreza de la que habla todo el mundo que viene a India y tanto dicen que marca personalmente, sobre todo a los que vivimos en el rico mundo occidental donde nos preocupamos por cosas nimias comparadas con las del tercer mundo.
Y efectivamente es un país al que tienes que venir preparado mentalmente, pues no todo lo que se ve y se siente es agradable. Hay muchos olores, suciedad, pobreza, gente con problemas, niños malviviendo. Gran parte de los indios luchan por sobrevivir diariamente, cierto, pero también es cierto que hay varios tipos de India. La India pobre y la India moderna que mira hacia el futuro.
En nuestro viaje no conocimos en profundidad ninguna de estas 2 Indias que acabo de comentar, sino más bien la India turística, que ofrece una cara amable a los que venimos a conocer en pocos días un poquito del país. En esta India todo es colorido, tus sentidos se estimulan en cada minuto, ves mundos distintos en cada esquina y persona que te cruzas y disfrutas con experiencias nuevas cada día. Ves también un poquito de esa India pobre, y otro poquito de esa India moderna.
Elegimos la zona noroeste del Rajasthan por ser la zona más turística y que casi el 80% de los viajeros a India eligen. Esta es la región por excelencia de los marajás, de los palacios y los fuertes, de la tradición, de las más hondas raíces hindúes, del famoso Taj Mahal.
La preparación del viaje fue de lo más sencilla, pues teníamos claro que el tipo de viaje iba a ser alquilar una furgoneta con chófer el máximo número de días, reservando algunos vuelos internos para llegar a los destinos más alejados. Teníamos muchas referencias de amigos y en Internet la mayor parte de la gente realiza este viaje de esta manera. Es, por otro lado, la única manera de llegar a tantos sitios en un número tan limitado de días. De hecho, la mayor parte de gente realiza este mismo viaje en al menos 20 días, dedicando más de 1 día a cada una de las ciudades principales y dejando algún día libre ante posibles imprevistos, cancelaciones o problemas que pudiera haber.
Si esto tiene sentido en cualquier país, en India es casi una obligación.
Tras contactar por email y whatsapp 2 o 3 agencias locales indias que nos ofrecían este servicio, nos decidimos por una con muy buen precio, buenas referencias por internet y que además incluía guías en castellano para todas las ciudades importantes. Y, a la larga, resultó ser todo un acierto. Desde aquí te mandamos un abrazo, Raj. (www.incredibleruralindia.com).
También nos permitió que fuéramos nosotros los que reserváramos los vuelos internos y escogiéramos los hoteles de cada día, algo de lo que queríamos ocuparnos para elegir hoteles con piscina en algunas ciudades y bien ubicados para poder ir caminando a todos sitios. Fue una petición nuestra y Raj no nos puso ningún problema, sino todo lo contrario, nos comprendió y ayudó.
Otro de los servicios en los que nos ayudó fue en la reserva de billetes de tren. Nuestra idea inicial era recorrer el trayecto en tren entre Benares y Khajuraho, para evitar así las largas 12 horas de coche o el vuelo entre ambas ciudades, normalmente caro y con pocos horarios a elegir. Una vez en India descubrimos que sólo vuela una compañía, Air India, y siempre hace el trayecto Benares-Agra-Khajuraho-Agra-Benares, por lo que para ir de Benares a Khajuraho (o al revés), siempre has de hacer escala en Agra, alargando por tanto la duración total del traslado.
Raj nos indicó que en Julio es época de lluvias fuertes en esta zona de la India y que ello provocaba con casi total seguridad retrasos en los trenes que recorrían esta región.
Con esta información sobre la mesa, no dudamos en cambiar el plan inicial de tren Benares-Khajuraho por el menos problemático Jaisalmer-Jodhpur.
Es también muy importante, quizá más que en otros países, el ir mentalizado de que el viaje tal y como lo tienes pensado, puede sufrir cambios sobre la marcha por múltiples motivos.
En nuestro caso, decidimos dormir 2 noches en todas las ciudades principales como medida de seguridad ante cualquier imprevisto, aunque también por descansar y, obviamente, porque las ciudades lo merecían.
Dicho esto, es justo decir que, por suerte, no tuvimos ningún problema ni retraso en los transportes, ninguno nos pusimos malos y prácticamente todo salió tal y como lo teníamos planeado.
El único inconveniente que tuvimos fue la modificación, unos 30 días antes del viaje, del vuelo que nos iba a llevar directos desde Delhi a Jaisalmer, por otro con escala de 6 horas en Jaipur. Tras el apuro inicial, enseguida vimos la parte positiva: disponíamos de 6 horas para visitar Jaipur, y dejaríamos la visita a Delhi para el último día.
Sobre el clima y la época del año en que visitamos India, comentar que en esta parte de la India, el Rajasthan, Julio es uno de los mejores meses. Hace calor, mucha humedad y comienza el monzón, cierto. Pero a diferencia de otras zonas del sur de la India en las que llueve sin parar durante días, el monzón aquí significa tener lluvias ocasionalmente fuertes algunas tardes, pero de poca duración y acompañadas de sol por las mañanas. Es decir, buen día casi todo el tiempo salvo algunos ratos con lluvias cortas. Esto nos los dijeron varios guías que tuvimos durante el viaje, y se cumplió a rajatabla. Tuvimos tormentas, sí, pero en ningún caso se nos estropeó ningún plan o dejamos de ver algo por no parar de llover.
Eso sí, cuanto más al este (Benarés, Khajuraho lo están), más probabilidad de lluvias continuas existe, y de hecho las peores lluvias las tuvimos en estas 2 ciudades.
Sobre el calor, decir que es mucho más llevadero que en la temporada alta (de marzo a mayo), donde se superan fácilmente los 40-45º en todo el Rajasthan.
Sobre el tema del guía en castellano que tuvimos al reservar con Raj, me gustaría decir que yo era un ferviente defensor de ir totalmente por libre y sin guía. Me parece que con ellos se va más deprisa de lo que se debería, te impiden en cierta manera dedicar el tiempo que tú quieres o te apetece en un cierto momento, a un lugar, apenas te dan más información de la que tu muy posiblemente hayas leído con antelación en Internet o en alguna guía de viajes y, para colmo, te meten con calzador las típicas visitas a tiendas para turistas aunque no te interesen lo más mínimo. Pienso que quizá en otra época con menos acceso a la información eran bastante más necesarios que ahora.
Dicho esto, he de decir que, salvo 2 excepciones, el resto de guías (y tuvimos 8) nos explicaron las diversas visitas con detalle, nos dieron tiempo libre para tomas fotos y ver cualquier rincón a nuestro antojo, supieron entender que para nosotros es importante ir en ciertos momentos a nuestro aire y dedicaron mucho más tiempo a estar con nosotros del esperado, estando siempre abiertos a posibles cambios sobre la marcha o a informarnos y recomendarnos sobre ciertos lugares.
En definitiva, creo que todo depende del guía que te toque en cada lugar y, obviamente, lo que esperes de él, pues no todo el mundo espera lo mismo.
Otra preocupación que puede surgir es el tema de la comida. ¿Es seguro comer comida india?¿Me voy a poner malo de la tripa? ¿Pruebo de todo y en cualquier lugar y que sea lo que tenga que ser?
Pues yo recomendaría, como en casi todo, tener sentido común. Comer siempre en lugares donde haya cierta higiene, evitar puestos callejeros, beber siempre agua embotellada y sellada, no probar alimentos crudos o frescos. Estas son las recomendaciones normales para cualquier país subdesarrollado.
En cuanto a la India, he de decir que nosotros hemos ido con más respeto que otros países, donde siempre nos saltábamos alguna de estas reglas, y hemos cumplido a rajatabla todas ellas. A veces es difícil porque no siempre hay un restaurante idóneo, pero es importante intentar cumplir estas reglas para evitar que se te estropee el viaje al caer enfermo.
En todas las ciudades hay restaurantes tanto para locales como para turistas, así como puestos callejeros. La diferencia la marca la aparente higiene (nadie dice que los turísticos sean más limpios, sólo que lo aparentan), los precios (mucho más baratos los locales) y la variedad de la comida.
El picante y las especias es algo difícil de evitar en cualquier restaurante, incluso aunque les digas ‘no spicy, no hot’ varias veces. Es bastante probable que pruebes unos espaguetis, una hamburguesa o una pizza y contengan más picante que una guindilla. Simplemente, es su forma de cocinar.
En cualquier caso, el tema de las comidas es siempre algo muy personal, y que está sujeto a tus posibles malas experiencias pasadas. Si nunca te has puesto malo y nunca se te ha estropeado un viaje, quizás seas más atrevido. Pero si ya has vivido alguna mala experiencia seguro que eres más conservador, y más si viajas en grupo, donde si cae uno malo el resto del grupo ha de esperar.
Dia 1. Vuelo Madrid-Delhi. Llegada prevista 23:30. Dormir en Delhi.
Salimos de Madrid muy pronto, a las 7:00. Tras hacer una escala en Amsterdam y volar durante más de 12 horas, aterrizamos puntuales en Delhi. Por fin estábamos en este país único. Y nada más bajar del avión descubrimos que el calor era elevado y la humedad alta, tal y como esperábamos.
Recogimos las maletas, nos sellaron los visados, sacamos dinero del cajero para tener algo de cash con lo que pagar taxi y propinas y salimos fuera donde nos recogió nuestro chofer con el cartel indicando nuestro nombre, y nos llevó a nuestro hotel, muy cercano al aeropuerto. Descubrimos pronto que la cercanía es relativa en esta megalópolis, pues aunque el hotel estaba a escasos 5 km, tardamos cerca de 1 hora entre atasco y atasco, dudas del taxista y el problemita que describo ahora mismo. Resulta que al llegar al hotel nos comunican que éste ha tenido que cerrar porque se ha estropeado el sistema eléctrico. Menos mal que nos recolocan en otro cercano sin mayores retrasos. Lo dicho, hay que estar mentalmente preparado para todo. Pensamiento zen y calma, y todo irá bien.
Dia 2. Vuelo Delhi-Jaipur-Jaisalmer (SpiceJet, 06:05,16:40). Jaipur. Dormir en Jaisalmer.
Si llegamos al hotel a las 3:00, a las 4:30 sonó el despertador. Ni en mis mejores tiempos de universidad y fiestas había dormido tan poco. Si lo llegamos a saber, hubiera sido mejor quedarnos a dormir en el propio aeropuerto, pues hubiéramos ahorrado tiempo y dinero.
De nuevo tomamos un taxi que nos llevó de vuelta al aeropuerto, esta vez sin apenas tráfico.
La compañía low cost elegida fue SpiceJet. Ningún problema con ellos. Reserva por la web.
El vuelo salió puntual a las 6:00 y aterrizamos en Jaipur sobre las 7:00. Por suerte las maletas iban directas a destino por lo que no tuvimos que preocuparnos por ellas.
Era el momento de relajarse, tomarse un café cargado y desayunar bien. Nos esperaban 5-6 horas para visitar la parte vieja de la ciudad rosa de Jaipur. Y había que cargar pilas.
El taxi desde el aeropuerto nos dejó en el parque del Albert Hall Museum, lugar que elegimos para comenzar nuestra caminata. Yendo en dirección norte llegamos a la ciudad vieja, reconocible por las puertas de entrada monumentales de color rosa. Entre ellas destacan New Gate, Sanganeri Gate y quizá la más espectacular Ajmeri Gate, todas muy elegantes y ornamentadas. Al otro lado de las puertas se encuentran los famosos bazares de Jaipur. A diferencia de otras ciudades indias, aquí la disposición de las calles es rectilínea, y todas siguen unas líneas arquitectónicas muy bien definidas. Repartidos por la zona se encuentran varios edificios palaciegos de 2 o 3 plantas conocidos como havelis (los cuales eran signo de poder de la gente adinerada, y que veríamos los siguientes días por todas las ciudades del Rajasthan). El color rosa uniforme y los soportales en la parte baja para albergar las distintas tiendas le dan al conjunto un aspecto ordenado y que no esperábamos, pues pensábamos en la disposición típica de los bazares de países musulmanes, con calles desestructuradas y mucho más estrechas.
Los distintos sectores comerciales se encuentran bien organizados y separados unos de otros, siendo el gremio de los joyeros el más reconocido en Jaipur. Lamentablemente comenzamos el día muy pronto y todavía no había mucho bullicio, aunque ello nos ayudó a llegar antes a uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: el enigmático Hawa Lawal, también conocido como el Palacio de los Vientos. Lo más llamativo del mismo es su curiosa fachada de 7 plantas donde las mujeres del marajá se sentaban a contemplar la vida más allá de los muros del palacio en el que vivían. El edificio se puede visitar por dentro (justo al otro lado de la fachada), y sirve como una buena toma de contacto para adentrarse en el mundo de los palacios rajastaníes, de los que en los próximos días aprenderíamos bastante.
La siguiente visita fue el Palacio de la ciudad, difícil de encontrar aunque está justo al lado, pues no hay ninguna indicación y la puerta de entrada está alejada de la del Hawa Lawal. Lo mejor es preguntar y no asustarse si te indican que la ruta es por callejones estrechos que parecen no llevar a ninguna parte. Esto es India, y en cualquier calle hay basura tirada, vacas o cabras pululando, edificios a medio caerse, escombros, y muchas otras cosas que nos sorprenden, sobre todo si es el primer día de tu viaje. Lo ideal era tratar de adaptarse cuanto antes a esta situación pues era la realidad que nos íbamos a encontrar en todos los lugares que visitamos durante el viaje.
Con no poco sufrimiento llegamos al palacio de la ciudad, pagamos la entrada y comenzamos la pateada por todo el recinto, compuesto de varios patios, edificios, museos y salas de todo tipo. Hoy día una parte sigue siendo la residencia real del marajá de Jaipur, aunque no es visitable.
La visita al palacio no lleva menos de 3 horas, pues todo está distribuido en una gran extensión de terreno que obliga a caminar bastante. Nosotros al cabo de 2 y algo ya estábamos moribundos y decidimos salirnos. Ya habíamos visto suficiente Jaipur tras casi 4 horas de pateada por toda la parte vieja.
Sabíamos que los 2 primeros días de nuestro viaje iban a ser exigentes, de poco dormir y mucho moverse de un lado a otro. Pero no es lo mismo decidirlo sentado en el salón que vivirlo en tus carnes. En mi caso, por el mero hecho de estar de viaje, parece que tengo una vida extra, un chute de energía adicional que me animaba a seguir visitando el palacio y la ciudad.
Pero por desgracia ninguno de mis amigos había traído consigo esa energía extra. Estaban todos muertos, lo cual era normal después de haber dormido 1 hora, por lo que tuvimos que cancelar, con todo el dolor de mi corazón, la visita al observatorio astrológico conocido como Jantar Mantar, uno de los 5 observatorios astronómicos construidos por el marajá Jai Singh en el siglo XVIII, y el mejor conservado de todos.
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Dia 3. Jaisalmer. Desierto del Thar. Dormir en Jaisalmer.
Tras casi 10 horas de sueño reparador que todos necesitábamos, hoy vamos a conocer la ciudad dorada de Jaisalmer.
El principal atractivo de esta ciudad es su impresionante fuerte, que forma un perfecto recinto amurallado de color arena que rodea durante 3km todo el perímetro de la ciudad vieja, ubicado en un alto natural del terreno. La única puerta de entrada a la ciudad da paso a un patio desde el que los enemigos eran asediados desde dentro, pues tras esta puerta había una segunda, y tras esta segunda una tercera, esta última con una gran elevación del terreno y rodeada por fuertes muros. Toda la zona de entrada está en un estado de conservación increíble.
En lo alto de la ciudad, la visita a los palacios del marajá es obligada. Laberinto de estancias, bellos salones y patios inter comunicados entre sí, destacan principalmente por la delicada decoración, los precios balcones con vistas a la ciudad nueva, las originales ventanas y varias de las salas personales de los marajás y sus concubinas. A diferencia del palacio de Jaipur, éste no es grande en extensión, sino en diversas plantas de 2 o 3 edificios, y es mucho más intimista, pues se conocen detalles de la vida privada de los gobernantes. La visita dura unos 90 minutos, y el audio guía está incluido en la entrada.
Al salir de los palacios anduvimos por las callejuelas de la ciudad vieja. Pasear por estas calles es llevar la mente a otra época, te sientes como Aladino en las 1000 y 1 noches caminando por estrechas calles, pasadizos sin salida, terrazas y tejados que comunican edificios por lo alto, balcones a las calles principales, havelis, tiendecitas de todo tipo y gente muy dispar viviendo por todos lados. De hecho es la única ciudad fortificada india donde se sigue viviendo como hace 500 años, dentro de las murallas.
Este hecho, entre otros, está propiciando que la ciudad amurallada esté en peligro de desaparición por la falta de drenaje del agua, lo que está provocando derrumbes en algunas zonas de la muralla. En su construcción nunca se pensó en ello al estar en el desierto, pero hoy día hay un problema muy serio que amenaza este encantador lugar patrimonio de la humanidad.
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Tras comer en un restaurante local para turistas, pusimos rumbo a nuestro siguiente objetivo del día: una región de dunas y pequeños poblados dentro del desierto del Thar.
Frontera natural con Pakistán durante miles de kilómetros, se trata de un desierto de pequeños arbustos, arena fina y constantes elevaciones del terreno, llena de pequeñas poblaciones diseminadas por la zona y dedicada a la ganadería. No es, por tanto, como el Sahara, el Wadi Rum o Atacama, pero tiene su encanto, como todo.
La excursión que contratamos no nos gustó demasiado, pues nos llevaron en un 4x4 incomodísimo (encerrados en la parte de atrás) a unas dunas, nos dejaron 30 minutos a nuestro aire y nos devolvieron al poblado donde el contacto de la agencia nos quería vender una cena + espectáculo por no sé cuántos dólares. No sentimos un poco decepcionados por lo que declinamos quedarnos a cenar poniendo como excusa que la comida era vegetariana y varios de nosotros querían carne. Excusa chabacana en un país como éste donde gran parte de la población es vegetariana, pero que nos sirvió para regresar a cenar a Jaisalmer.
Lo que sí nos gustó de este lugar fue la excursión en camellos para observar el atardecer desde lo alto de unas dunas. El trayecto es estos animales es toda una experiencia, tanto si has montado antes como si no lo has hecho. Siempre me han encantado los movimientos acompasados y rítmicos de este poderoso animal, y lo dócil y tranquilo que es. Y siempre me sorprende lo altos que son y lo alto que te sientes encima de ellos.
La familia que nos hacía de guía, incluidos niños, eran camelleros de toda la vida, y se dedicaban al turismo para sacar rendimiento a estos animales, caros de mantener. Mientras contemplábamos el atardecer estuvimos jugando con los niños a canicas que en realidad eran cacas de algún animal, y a una especie de juego de tablero con trozos de madera.
Nos encantó vivir este momento acompañados de esta buena gente, a las que dimos una buena propina. En este tipo de situaciones nos gusta dar más propina a quien menos dinero se lleva pero más trabaja y se esfuerza, los camelleros, que al contacto de la agencia, que sólo busca sacar más dinero al turista sin preocuparse de si el servicio ha estado bien o no.
Esta fue la única experiencia algo negativa que tuvimos durante el viaje, pero Raj la solventó inmediatamente al descontarnos la parte del tour 4x4 que no nos había gustado. Un 10 para él.
De regreso a Jaisalmer estuvimos buscando un restaurante nuevo donde cenar, pero lamentablemente en esta época muchos estaban cerrados, por lo que no dudamos en regresar al de al lado del hotel que tanto nos gustó el día anterior.
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Dia 4. Jaisalmer. Tren nocturno a Jodhpur. Dormir en Jodhpur.
Nuestro segundo día en Jaisalmer lo dedicamos a visitar algunos puntos de interés de los alrededores de la ciudad.
Comenzamos por Bada Bagh, un conjunto de cenotafios muy interesantes, con multitud de detalles esculpidos en la piedra dorada de los pequeños mausoleos que los marajás se construyeron para sí mismos y sus familias, envidiosos de otras culturas como la cristiana o la musulmana que disponían de cementerios y mausoleos para poder recordar y visitar a los muertos. En la cultura hindú se cree en la reencarnación y ello supone la cremación de los cuerpos al morir, motivo por el cual no se dispone de ningún tipo de cementerio o lugar similar.
La pena de este lugar es que una legión de modernos molinos de viento rodea la zona, rompiendo un poco el encanto que, sin duda, tiene este lugar.
La siguiente visita, al lago Gadisar y al palacete de verano Tilon-ki-pol, es uno de esos lugares que te pueden sorprender o, según te pille el día, no decirte nada. En nuestro caso hubo ambos casos. Es un lugar solitario y semi-abandonado con varios palacios con escaleras al lago, varias barcas con las que se puede dar un paseo y algunos edificios con escaleras totalmente rodeados con agua, aunque accesibles por algunas piedras puestas estratégicamente en el agua.
Para mí tiene cierto encanto por ese mismo aire de decadencia, tan típico en multitud de zonas de la India.
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Después de comer decidimos recorrer por segunda vez la parte vieja de la ciudad, dentro del recinto amurallado, para dejarnos llevar por las laberínticas calles y descubrir rincones ocultos no vistos el primer día. Y vaya si descubrimos. Entre otras cosas, varios miradores, algunos cafés en lo alto de terrazas o sobre la puerta de entrada a la ciudad, y varios pasadizos secretos que te llevaban no sé muy bien dónde.
El resto de la tarde la dedicamos a recorrer a nuestro aire toda la parte nueva de la ciudad, donde nos dejamos llevar por sus laberínticas y estrechas callejuelas llenas de vida, con decenas de carros y motos tocando el claxon sin parar, varios mercados callejeros en cualquier rincón, gente yendo y viniendo de un lado a otro y tiendas abarrotadas. Pura India.
Los havelis de esta zona, llamados Nathmal-ki, Patwon-ki y Salim Singh-ki, son preciosos, cada uno con sus virtudes.
Todos son edificios construidos en varias plantas, y todos disponen de la arquitectura típica de balcones ornamentados, decoración simulando madera y coloridas pinturas interiores. Alguno de ellos incluso llegó a rivalizar en lujo e importancia con el palacio del marajá. Entramos en el que todo el mundo nos recomendó (Patwon-ki), construido por un rico comerciante para sus 5 hijos, desde lo alto del cual hay unas vistas maravillosas de la ciudad fortificada. Todos ellos son de pago, y algunos pueden estar cerrados, al ser privados.
El llegar a ellos por libre o siguiente un mapa es todo un ejercicio de orientación, donde lo ideal es dejarse llevar hasta encontrarse de bruces con ellos. Si es que los encuentras, claro.
La ciudad nos ha parecido todo un descubrimiento, pues no pensábamos que nos fuera a gustar tanto. A la larga ha sido una de las ciudades preferidas por todos en el viaje. El hecho de visitarla tranquilos, en 2 días, y tener un tamaño no demasiado grande (parece un pueblo grande en lugar de una ciudad) sin duda nos ha hecho disfrutarla al máximo y sacarle todo su jugo.
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Laxman nos dejó en la estación 1 hora antes de la salida estimada del tren nocturno que nos llevaría a Jodhpur, y se preocupó muy mucho de que nos sintiéramos seguros y confiados. Raj le habría dejado instrucciones para ello, seguramente.
A la hora estimada, sin ningún tipo de retraso, llegó el tren y todos subimos a nuestros vagones.
Habíamos leído tanto de los retrasos en los trenes que no nos lo podíamos creer. De hecho entramos tan pronto al tren que aún no habían limpiado y todo estaba muy sucio.
Tras una primera impresión algo mala por la suciedad general y los olores, nos adaptamos a la situación (algunos mejor que otros, todo sea dicho) y nos tumbamos a descansar unas pocas horas en nuestras literas. Cuando el tren partió de la estación comenzó el bamboleo de un lado a otro y de arriba abajo. Yo me partía de risa pensando en lo mal que lo iban a pasar mis amigas que por primera vez viajaban en tren nocturno. Yo, en cambio, me puse los tapones y el antifaz, e intenté dormir unas pocas horas, asumiendo que si conseguía dormir algo era ya todo un triunfo.
Cuando decidimos probar la experiencia de viajar en tren nocturno algunos que ya lo habíamos probado comentamos los pros y contras, y todos parecimos estar de acuerdo en vivirla.
La experiencia viajera es un punto a favor en este tipo de situaciones en las que uno puede disfrutar si se toma todo con actitud positiva o, por el contrario, ser todo un sufrimiento si a todo le sacamos punta y no vemos con claridad que esto es la India, y hay que adaptarse a lo que hay.
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Dia 5. Jodhpur. Dormir en Jodhpur.
Llegamos a Jodhpur, de nuevo puntuales, sobre las 6:00. El viaje en tren había sido de lo más tranquilo para lo que yo esperaba, y por suerte casi todos pudimos dormir algunas horas.
Laxman, que se había pegado el mismo viaje de 6 horas en su furgoneta, estaba esperándonos en la entrada de la estación, con su enorme bigote y una sonrisa en la cara. El pobre no había dormido apenas nada y nos recibía como si nada.
Nos llevó al hotel, una antigua casa de varias plantas con azotea reformada con mucho estilo, muy bien decorada con motivos indios y a escasos 3 minutos a pie de la torre del reloj y del lago Gulab Sagar. Apenas llegamos dejamos los bártulos y nos fuimos directos a la cama a descansar. Al cabo de 2 horas, serían las 9:00, comenzamos la visita a la ciudad azul de Jodhpur.
En la puerta esperaba puntual nuestro guía de hoy y Laxman.
La primera visita del día fue a la parte alta de la ciudad, al palacio blanco de Jaswant Thada, monumento de mármol blanco ubicado en lo alto de una colina con muy buenas vistas del fuerte de Mehrangarh, a la ciudad de Jodhpur justo debajo y al lejano palacio de Umaid Bhawan, enorme templo propiedad del marajá actual y hoy día convertido en lujoso hotel de 5 estrellas.
El Jaswant Thada destaca mucho más por su exterior, luminoso, blanco, y bastante ornamentado, incluyendo la hermosa escalinata de entrada que le da acceso, que por su interior, sobrio y donde hace un calor asfixiante que apenas te deja observar nada con tranquilidad. En el recinto se pueden observar también varios jardines y un antiguo lago conocido como el lago de los Dioses.
Lo mejor del día ha sido sin duda la visita al gigantesco fuerte de Mehrangarh, situado estratégicamente en lo alto de la colina justo encima de la ciudad azul a más de 100 metros de altura. Protegido por enormes y altísimos paredones de hasta 35 metros de altura y 20 de grosor en algunos tramos, varios de ellos enclavados en las propias rocas de la colina, es un lugar imponente, mucho más cuanto más cerca estás de sus paredes.
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Si el fuerte de Jaisalmer parecía sacado de un cuento, éste parece una fortaleza inexpugnable.
Una vez dentro de las murallas, y pasadas varias puertas monumentales, se puede acceder a la parte alta mediante ascensor o a pie. Nosotros subimos en ascensor y bajamos a pie, como hace casi todo el mundo.
La visita al palacio-fortaleza comprende recorrer varias estancias, habitaciones, salones y patios que forman parte de las antiguas estancias personales de los marajas y su familia. También existen varias salas dedicadas a museos, con curiosidades como pinturas a miniatura, ropas de la realeza o medios de transporte del marajá. Lleva aproximadamente unas 2 horas, y se puede realizar con guía (como fue nuestro caso), con audioguía o bien por libre, pues hay bastante información dentro de cada estancia, en inglés.
Al igual que en Jaisalmer, me parecieron espectaculares las vistas de los múltiples miradores del palacio, así como los diversos chowks (patios) interiores, simplemente espectaculares.
De vuelta al hotel, ya sin guía, decidimos recorrer a nuestro aire la parte vieja de la ciudad. La ciudad se puede definir como un caos absoluto de barro, suciedad, pobreza, vacas, pitidos, tuk-tuks, caballos con carros, niñas-gitanas, vendedores, perros callejeros, motos y cualquier cosa que se te pase por la cabeza. Esto es Jodhpur, y por ello esta ciudad es alucinante.
Lo mejor es dejarse llevar por las calles y callejuelas de la ciudad, pasear por sus mercados, visitar sus tiendas, mirar a los ojos a la gente, comprar en algún puesto callejero, descubrir su lago artificial, encontrar su piscina amurallada, contemplar la bonita torre del reloj. Es muy buen sitio también para comprar barato y de calidad, sobre todo telas y ropa.
Todo en esta ciudad es ruido, olores y sensaciones. Cuidado con el sonido del piiiiii de las motos, se te mete hasta los huesos.
A la hora de la cena nos pasó algo a comentar. Solamente en 1 restaurante del centro había A/C, justo uno que estaba en obras. En todos los demás tenían terrazas en lo alto de los edificios, pero solo con ventilador. Como no queríamos pasar un calor horrible, preguntamos en el hotel por otro hotel y nos mandaron a otro a 10 min en tuk-tuk, más caro pero con A/C. No lo pensamos, y cenamos estupendamente.
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Dia 6. Coche a Udaipur (6h). Ranakpur. Kumbhalgargh. Dormir en Udaipur.
Hoy toca día largo de coche, más de 6 horas de coche hasta Udaipur.
Laxman nos ha recogido en el hotel y, tras algunas paradas a estirar las piernas y tomar un café, hemos llegado a la primera visita del día, bastante más tarde de lo esperado: Los templos de Ranakpur.
Aunque son un conjunto de templos, el más espectacular es sin duda el Chaumukha Mandir.
Lo primero que llama la atención en este templo es la seguridad para acceder a él. Y no se buscan precisamente armas o explosivos (que supongo que también), sino que no accedas con alimentos, bebidas o ropas con materiales como el cuero. La explicación se encuentra en el hecho de que este templo es de la religión jaina o jainista, los cuales veneran la vida de todo ser vivo. En esta religión son estrictamente veganos (incluyendo la prohibición de comer alimentos que permanezcan bajo tierra, como los tubérculos), y no rinden culto a ningún dios. Es una de las más extendidas por toda la India.
Una vez dentro del templo, comienzas a descubrir por qué es Patrimonio de la Humanidad y por qué es el principal templo jainista de la India. Se trata de un enorme templo con más de 1400 columnas de mármol, todas diferentes entre sí y cada una con preciosas esculturas y tallas. Las luces y las sombras, así como los patios interiores y exteriores, juegan un papel esencial en la configuración del templo, estudiado al milímetro y avalado hoy día tanto por su dificultad técnica como por su complicado diseño y calidad artística.
Se respira pureza y belleza por todos los rincones de este templo, es algo difícil de explicar.
La visita se realiza descalzo o en calcetines, incluye audio guía en español (muy recomendable) y lleva unos 90 minutos si se visita despacio.
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Tras comer en un restaurante completamente vacío (no es temporada alta), y a pesar de que Laxman nos ha indicado que posiblemente habría niebla y lluvia en la zona, nos hemos acercado a la fortaleza de Kumbalgarh, una de las más importantes del antiguo reino Mewar y cuyo rasgo característico y principal son los 36 km de muralla que la componen, subiendo y bajando las montañas de los alrededores para proteger el reino de los posibles invasores. Es, después de la muralla china y su más de 10000km, la 2ª muralla más larga del mundo.
La pena es que hemos visto bastante poco o nada. Como decía Laxman toda la parte alta de la fortificación estaba nublada, estaba cayendo llovizna fina y para colmo, sólo quedaban unos 30 minutos para el cierre. Sin pensarlo demasiado pagamos la entrada y subimos el largo camino de subida hasta lo alto, con ponchos puestos pero con ganas de llegar arriba y que el cielo se abriera. Pero no se abrió, por lo que poco pudimos ver desde lo alto salvo algunos restos del palacio y varias torres vigía. Había que intentarlo al menos.
Siguiendo la zigzagueante carretera que recorre las verdes montañas Aravelli, y tras otras 2 horas de coche, llegamos a Udaipur, sobre las 21:30, con poco tiempo más que para cenar algo rápido e irse a dormir pronto.
Hoy había sido un día poco productivo, cansado y con mucha carretera, aunque necesario para seguir avanzando en el viaje.
Dia 7. Udaipur. Dormir en Udaipur.
El día de hoy lo hemos dedicado completamente a la ciudad de los lagos: Udaipur.
Y es que en esta zona de la India, más montañosa y verde, se concentran una serie de lagos, naturales y artificiales, donde el marajá Udai Sinhg II fundó la ciudad allá por el siglo XVI.
Lo primero que llama la atención de Udaipur es una mayor limpieza y orden en sus calles.
Existe un movimiento ‘verde’ para concienciar a la ciudadanía de la importancia de la higiene y la limpieza. Imagino que será difícil y pasarán años hasta conseguir dicho cambio, pero espero que se logre, ya no por los turistas, sino por la salud de los propios indios.
Dicho esto, comentar que es una ciudad mucho más preparada para el turismo que Jaisalmer o Jodhpur, y eso se nota en la fisionomía de la ciudad, mucho más del estilo ‘occidental’.
Hay decenas de tiendas de souvenirs y de ropa, por lo que es una de las mejores para hacer compras. También dispone de muchos restaurantes con encanto, ubicados en terrazas o miradores cerca del lago. Merece la pena buscar alguno especial en Internet.
La visita de la zona monumental la realizamos totalmente a pie, pues nuestro hotel estaba a escasos 5 minutos del Palacio de la Ciudad y su puerta principal de entrada, la puerta Tripolia.
Pero de camino al palacio son varios los templos que se pueden admirar. Los hay pequeños y donde apenas cabe un pequeño altar con ofrendas y una persona de rodillas, hasta otros un poco más grandes para 10 o 15 o el mayor templo de la ciudad, el hermoso templo de Jagdish, dedicado al dios Visnu. Lo más llamativo de él son sus empinadas escaleras de entrada, normalmente pobladas por indios con turbante y alguna malformación o problema físico, pidiendo una moneda a cambio de una foto.
Una vez dentro del recinto, que de nuevo se ha de visitar descalzo, nos ha llamado la calidad de las esculturas de las paredes, muy detallistas y bien conservadas. Es un templo muy venerado en la ciudad, donde si tienes suerte y hay alguna ceremonia, es muy recomendable quedarse a observar. Es muy interesante observar la devoción y pasión con que los hindúes viven sus creencias.
El Palacio de la Ciudad es, hasta ahora, uno de los más bonitos que hemos visto hasta ahora: vidrieras de colores, salas acristaladas, habitaciones con decoración de época, salas de audiencias monumentales, patios con preciosos balcones, corredores con columnatas, entre otras decenas de detalles.
El patio principal de entrada, enorme, es hoy día una zona ajardinada con algunas tiendas y restaurantes, desde donde contemplar la majestuosidad del palacio.
A diferencia de los vistos hasta ahora, el palacio de la Ciudad no se encuentra rodeado de ningún fuerte ni muralla, lo que le da un aspecto más de residencia que de fortaleza.
La ubicación es inmejorable, pues está ubicado en una colina natural con unas vistas excepcionales del lago Picchola, justo debajo. Otras estancias del conjunto palaciego incluyen un hotel de 5 estrellas e incluso la propia residencia del marajá de Udaipur.
Siguiendo el camino más directo hacia el lago, menos mal que íbamos con guía, llegamos al embarcadero del comentado lago Picchola. Desde aquí salen unas barcazas que recorren el lago pasando por los lugares más emblemáticos de la ciudad, comenzando por el propio palacio (que visto desde el lago gana en tamaño y vistosidad), y siguiendo por los ghats Gangaur y Lal (recomendada la visita al primero), el pequeño templo hindú de Mohan, ubicado en un pequeño islote, el lujoso hotel de 5* Taj Lake Palace (conocido por haberse rodado en los años 80 la película Octopussy, de James Bond) y, finalmente, la isla-palacio de Jag Mandir, hoy día ocupada principalmente por un restaurante carísimo donde existe la posibilidad de celebrar eventos como bodas o cumpleaños, sólo apto para bolsillos muy pudientes.
Este hotel no es único especializado en estos eventos. Udaipur tiene la etiqueta de ser conocida como la ciudad más romántica de la India, lo cual le ha servido para construir toda una infraestructura de hoteles orientados a celebrar cualquier ocasión especial, ya sea una boda, un cumpleaños o una escapada en pareja.
Muy recomendable el paseo por el lago, creo que la mejor forma de observar y admirar la belleza de esta ciudad, muy distinta a las vistas hasta ahora por el Rajasthan.
Para terminar nuestro tiempo con el guía, nos llevó a la zona norte de la ciudad, en concreto a los jardines Saheliyon Ki Bari, lugar donde merece la pena dar un paseo tranquilo y observar los rincones ocultos que esconde este lugar. Fueron construidos en el siglo XVIII por el marajá Sangram Singh como regalo para que las mujeres de su corte tuvieran un lugar de esparcimiento lejos del palacio. Construidos muy cerca del lago Fateh Sagar, los jardines albergan plantas y flores exóticas, fuentes y esculturas de mármol, caminos de arbustos, árboles frutales y varias piscinas decorativas. Es una joyita oculta dentro de la ciudad.
A la hora de la cena, tras el bañito de rigor en la piscina del hotel (daba igual que estuviera lloviznando) y un momento relax en la terraza del mismo, hemos caminado desde la zona de nuestro hotel, cerca del palacio de la ciudad, hasta el otro lado del lago, pasando por el puente peatonal Chand Pole Puliya, y después girando a la izquierda. Es una zona llena de restaurantes con terrazas mirando al lago, buena comida y música ambiental.
Eso sí, cuidado con los murciélagos gigantes que habitan en los árboles justo al lado. Son los mayores del mundo, y no es broma.
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Dia 8. Udaipur. Vuelo Udaipur-Benares (Indigo, 14:10-19:35). Dormir en Benares.
Hoy de nuevo toca día de transición. Partimos del Rajasthan de los marajás hacia la sagrada Benarés. Pero antes de nuestro vuelo, que salió a las 14:10, tuvimos tiempo para darnos una última vuelta por el centro de Udaipur, hacer varias compras, seguir practicando el regateo, continuar haciendo miles de fotos, visitar de cerca los ghats y hasta tomarnos un café en una de las muchas cafeterías de la ciudad.
Tras comer unos sándwiches, hacer una escala en Delhi, esperar un par de horas y cambiar de terminal, llegamos a Benarés sobre las 19:30, con noche cerrada ya.
El aeropuerto de Benarés se encuentra a más de 40 minutos del centro histórico de Benarés que, como íbamos a comprobar bien pronto, no se parece en nada a ninguna de las ciudades del Rajasthan vistas hasta ahora.
En esta ciudad no hay fuertes ni palacios de marajás. La vida confluye en torno al río Ganges, a cuyos lados ha crecido la ciudad durante miles de años siendo, de hecho, una de las ciudades más antiguas del mundo.
Nuestro guía en esta ciudad, Rajhed, era una persona joven, con muy buen inglés y con muchas ganas de contarnos lo mucho que ofrece esta mágica ciudad.
El tráfico a medida que nos acercábamos al centro se volvía más y más denso, lleno de motos, coches y diversos tipos de rickshaws (con ruedas y pedales de bicicleta, tipo motocarro y algunos eléctricos), hasta llegar a una caótica plaza en la que todo el mundo, motorizado o no, se peleaba para pasar al otro lado. En este punto ya no fue posible continuar en coche, y tuvimos que tomar un rickshaw motorizado.
Tras unos 15 minutos llegamos a otro punto en el que los rickshaws estaban prohibidos y no quedó otra que continuar a pie. Para más inri, se puso a llover.
Aquí comenzó otro mundo, el mundo de las callejuelas, los mercados, las escaleras, los pasadizos y las pequeñas tiendas y locales. De repente se apagaban las luces, y otras se iluminaban. A ratos se iba la luz en alguna farola. La lluvia seguía cayendo y se empezaban a formar ríos de agua por las calles. No cabía ni un alma casi por ningún lado.
Llegamos al hotel siguiendo a nuestro guía y, tras dejar las cosas, decidimos cenar en el propio hotel y echarnos a dormir. El día siguiente prometía muchas emociones y aventuras y queríamos estar frescos, tanto física como mentalmente.
La explosión de olores, ruidos y estímulos en general es brutal. Por mucho que hayas visto en India, Benarés es algo distinto, único. Es algo que, aunque en este momento no lo supiéramos con certeza, podíamos intuir nada más caminar 10 minutos por ella.
La primera impresión fue que seguro esta ciudad no nos iba a defraudar.
Dia 9. Benares. Dormir en Benares
O la odias o te encanta. Este es el mejor resumen que se puede hacer de Benarés.
Ruido, polución, suciedad, caos, tráfico, olores intensos, vacas por todos lados, perros callejeros, mendigos, niños pidiendo una moneda, ancianos que vienen a pasar sus últimos días, vendedores de casi cualquier cosa, motos, bicis, carros, monjes hindúes (sadhus)….
No es fácil recibir tantos estímulos, tanto feedback, tantos contrastes con nuestra fácil vida occidental de una ciudad como esta en la que todo te extraña, todo te sorprende, todo te absorbe. Es el caos absoluto hecho ciudad.
Pero dicho esto, también es justo decir que es la más auténtica de las ciudades que hemos visitado hasta ahora, la más real, la menos orientada al turista y extranjero. Me creo que la gente viva aquí de la forma en que lo vemos, y venga, literalmente, a morir, a pasar sus últimos días sin posesiones materiales y ser incinerados en las aguas sagradas del río Ganges. Y cuando eso pase, volverán a la vida en forma de otro ser y vivirán acorde a como hayan vivido en sus vidas pasadas. Lo que siembras en tu vida actual es lo que te encontrarás en las futuras. Así es el pensamiento hinduista de la reencarnación eterna.
El día comenzó con un paseo matinal en barca por el enorme y caudaloso río Ganges, para ver la ciudad desde la perspectiva del río de una forma tranquila y pausada, la mejor manera de comenzar a sentir la espiritualidad que dicen se siente en esta ciudad.
Nuestro guía nos ha contado de todo durante el paseo, y también durante todo el día: desde la historia del origen de la ciudad, pasando por sus ghats, la magia del río Ganges, las motivaciones de los sadhus, los pilares del hinduismo, los porqués de la pobreza, cómo se puede ayudar, las expectativas de futuro, cómo funcionan las cremaciones…y podría continuar con miles de cosas más.
No quiero aburrir con mis reflexiones en este diario pues podrían dar para varios libros.
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Tras desayunar hemos caminado por las callejuelas de la ciudad vieja, un laberinto donde se agolpan tiendas y casas de todo tipo. Hay decenas de vendedores y puestos de venta ambulante por todos lados. Llama la atención algunos de los productos que venden, como por ejemplo tabaco para masticar y algunos de los oficios callejeros, como dentistas o barberos. La gente se busca la vida como puede.
Hemos visitado también un local donde la gente pobre puede comer gratis (pues nadie en Benarés pasa hambre, como nos ha recalcado el guía), multitud de pequeños altares y pequeños templos escondidos y hasta un coqueto templo nepalí con bonitas tallas en madera dedicadas a las famosas posturas de kamasutra. En este punto se nos ha acoplado un chaval de unos 25 años que nos ha seguido por toda nuestra ruta y nos ha ido ayudando con los “peligros” para los turistas, esto es: avisarnos de las cacas en las calles (hay miles), apartar a vacas apostadas en mitad de los callejones o indicarnos por dónde había continuado nuestro guía si nos alejábamos de él. Cuento esto como curiosidad de que en Benarés te puedes encontrar de todo, la gente sólo trata de ganarse unas monedas con lo poco que tienen.
Una de las mejores cosas de Benarés son sus famosos Ghats, edificios o palacios construidos al lado del Ganges, con acceso directo a él por escaleras más o menos monumentales. Hay 84 en total en toda la ciudad, y hay de todo tipo y condición, para ricos y para menos ricos.
A medida mañana hemos visitado las ruinas de la ciudad de Sarnath, una de las 4 ciudades santas para el budismo y de la que poco queda hoy día, salvo por la enorme estupa Dhamekh, digna de ver y los cimientos en ruinas de varios edificios más, que te dan una idea de cómo era este lugar en su apogeo.
Creo que no merece mucho la pena salvo que te interese el innegable valor e interés histórico, además tiene un elevado precio y está algo alejado del centro, a unos 30 minutos en coche.
Al lado del complejo hay un recinto de época moderna donde se encuentra un enorme buda de más de 20 metros de altura rodeado de jardines con flores de loto y otros pequeños budas y templos menores. Si estás por la zona, merece la pena dedicarle un rato.
Tras la comida en un restaurante de comida india bastante occidentalizado, hemos regresado al hotel para descansar un par de horas. El día estaba siendo intenso y necesitábamos parar un poco.
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Tras el descanso, dedicamos la tarde a continuar paseando por la ciudad, poniendo énfasis en las decenas de ghats a orillas del río. En todos ellos hay personas bañándose, haciendo ofrendas o rezando a casi cualquier hora del día. Es curioso estar sentado en una de las escaleras y, simplemente, observar el ir y venir de gente de un lado a otro, cada uno en su mundo interior.
Nuestro guía Raj nos está encantando. Tiene tanto amor por su ciudad y le pone tanta pasión a lo que nos explica que le brillan los ojos cada vez que habla. Hemos tenido mucha suerte de visitar esta ciudad con él, ya que no sólo nos enseña la parte turística de la ciudad, sino que nos intenta transmitir las sensaciones y sentimientos que emana esta ciudad. Al atardecer hemos recorrido de nuevo el Ganges en barcaza, esta vez para asistir desde el agua a las cremaciones en uno de los 2 mayores crematorios de la ciudad a orillas del río. Según nos ha indicado, hay más de 100 al día y la gente paga grandes sumas de dinero para poder ser quemado a la manera tradicional, con pilas de madera en la orilla del río. La opción para quien no tiene ese dinero es ser quemado es otros hornos más modernos y más rápidos. A pesar de que para el mundo occidental quizá sea un tema espinoso, para los hinduistas es simplemente un paso más en el ciclo de la vida y se puede observar y hablar de ellos sin problemas. Siempre con respeto, claro, pues no dejan de ser personas humanas las que están siendo quemadas a tu vista.
Sobre las 20:00 ha comenzado la ceremonia de finalización del día en el ghat Dashashwamedh, centro neurálgico de la ciudad vieja. Es un evento diario y multitudinario, con decenas de barcazas atracadas en la orilla y multitud de personas sentadas en el suelo, entre los cuales nos encontramos nosotros. Consiste en realizar una serie de ofrendas y gracias a los dioses mediante una serie de bailes y músicas rituales, realizadas por monjes. La gente contempla la ceremonia con muchísimo respeto y la verdad es que es sorprendente. Merece mucho la pena por la espiritualidad y fervorosidad con que se vive, así como por la cantidad de monjes de todo tipo que puedes encontrar, realmente llamativos.
Tras la ceremonia nos hemos ‘purificado’ en el Ganges y hemos hecho nuestra propia ofrenda de flores al río, todos descalzos y juntándonos con varias mujeres y hombres indios que nos han ayudado. Los indios son todos muy respetuosos y les caemos simpáticos. Es muy habitual que hasta te paren a pedirte permiso para hacerse fotos contigo.
Gracias a Raj hemos vivido y sentido la ceremonia y la espiritualidad que emana este lugar único en el mundo.
La anécdota del día la hemos tenido cuando de repente se ha puesto a llover torrencialmente mientras buscábamos un restaurante para cenar. Las callejuelas se han convertido en ríos de lodo y agua sucia, las pocas farolas existentes se han apagado y la gente se ha refugiado como ha podido bajo cualquier techo. Algunas de las calles se han vuelto intransitables y, tras casi 40 minutos dando vueltas, hemos tenido que meternos en el primer restaurante que hemos encontrado abierto, calados hasta los huesos.
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Dia 10. Vuelo Benares-Khajuraho (AirIndia, 12:25-14:40). Khajuraho. Dormir en Khajuraho.
Dejamos Benarés con la sensación de habernos gustado mucho, tanto por lo emocional como por lo visual. Es una ciudad muy estimulante que no te deja indiferente.
Llegamos a Khajuraho a la hora estimada, de nuevo puntuales y con nuestras maletas. Nuestro nuevo guía nos recogió puntualmente en el aeropuerto y nos llevó al hotel para dejar las cosas y descansar un rato. Quedamos sobre las 15:30 para comenzar la visita, con tiempo más que suficiente (casi 4 horas de luz por delante) para visitar los templos de Khajuraho, construidos en los siglos X y XI por la dinastía hinduista de los Chandelas y famosos por las esculturas eróticas del Kamasutra que atesoran sus paredes.
Los templos se dividen en 3 grupos (oeste, este y sur), aunque los más importantes y conocidos son los del grupo oeste, donde se encuentran un conjunto de unos 7 u 8 templos, todos ellos construidos sobre altares e independientes entre sí. Construidos en granito y arenisca, casi todos poseen una estructura de 4 torres de distinto tamaño y profusamente decorados. Su grado de conservación es en su mayor parte, muy buena.
La visita a los 4 o 5 principales es espectacular, teniendo todos algo peculiar y distinto al resto. El conjunto de esculturas del Kamasutra es simplemente excepcional. Muestran posturas sexuales de una forma muy explícita y abierta, desde mamadas, sexo anal o tríos pasando por sexo con animales o muestras de deseo y excitación en las miradas.
La visita con guía es aquí muy útil pues hay algunas esculturas curiosas que, a ojos novatos, escapan a la vista. Me refiero por ejemplo a algunos tríos de posturas imposibles, a la única escultura con 2 personas del mismo sexo, algunas con relación humano-animal, la única escultura donde se muestra el sexo femenino o cómo se representaba la lascivia con un pequeño escorpión. Si no te lo indican, es muy complicado encontrarlas.
Es realmente impactante el tratamiento y la visión que se tenía hace más de 1000 años del sexo y el amor, con total naturalidad y sin prejuicios. Hoy día, creo, no hemos evolucionado nada al respecto, sino todo lo contrario.






En la visita al grupo este (necesario ir en coche) vimos otro templo bien conservado con diversas esculturas más, aunque habiendo visto las del oeste, eran más de lo mismo.
Lo que sí nos gustó en esta zona fue la visita a un templo jainista Digambara. Ésta es una rama del jainismo donde sus monjes viven desnudos, comen sólo 1 vez al día y pasan 8 meses al año yendo de un templo a otro, rezando. Tuvimos la suerte de poderles ver en el momento en el que habitan en el templo, en la ceremonia de la tarde. En la ceremonia, realmente curiosa, un grupo de unos 20 hombres, totalmente desnudos, permanecían sentados y en silencio esperando a que el líder, sentado en un pequeño altar, abriese la boca para decir una palabra (que no entendimos). Todo el público, entre los que nos encontrábamos, callados. Y así durante 30 minutos. Al acabar, los monjes se fueron a sus aposentos y todos los asistentes los ovacionamos. Nos pareció sobrecogedor el silencio sepulcral. Y extraño, muy extraño.
¡Es todo tan llamativo en la India!
Aunque Khajuraho sea un lugar remoto difícil de llegar, creo que la visita merece realmente la pena sólo por ver estas preciosidades de templos patrimonio de la Humanidad.
Tras unas 3 horas de visita nos hemos recogido en el hotel que, como todos los de esta zona, son de tipo resort y disponen de preciosas piscinas, restaurantes y servicios de spa y masajes, entre otros tipos de actividades. Así que aprovechamos para darnos un masaje ayurvédico con aceites y un baño relajante en la piscina. Me encanta bañarme en piscinas de países tropicales, pues siempre tienen el agua caliente, nunca hay nadie y te puedes bañar de noche. Incluso si llueve, es casi como un plus.
Dia 11. Coche a Orchha (4h). Orchha. Coche a Gwalior (3h). Gwalior. Dormir en Gwalior.
Hoy de nuevo toca día largo de coche. Tenemos nuevo conductor, que parece menos simpático y servicial que Laxman (como comprobaríamos los siguientes días), y nueva furgoneta para los siguientes días.
El trayecto Khajuraho-Gwalior nos ha llevado unas 7 horas, más 2h de visita a Orccha y 1h más de parada para comer. Total, que serían las 19:00 cuando llegamos a Gwalior, lo cual nos ha impedido visitar la parte histórica de la ciudad. Una pena, pero ya sabíamos que el planning era muy optimista.
Como estábamos en una zona relativamente moderna de la ciudad, hemos dado una vuelta por un centro comercial al lado del hotel, más que nada por la curiosidad de observar cómo eran las tiendas para los indios, así como los restaurantes que podría haber dentro.
Al final no nos ha convencido y hemos acabado en el hotel, donde, para nuestra sorpresa, había una sala con música occidental y donde servían alcohol, así que nos hemos tenido que tomar unas cervezas.
Sobre la visita a Orccha, comentar que me ha parecido todo un descubrimiento. Al estar un poco alejada del triángulo mágico Agra-Jaipur-Delhi y del Rajasthan, es menos conocida, pero no por ello deja de tener interés, a pesar de su innegable abandono y dejadez.
Se compone de una serie de palacios y templos reales que datan del siglo XVI, construidos en su mayoría por el primer rajá de Orccha, y ubicados en una zona boscosa al lado de un río. El palacio principal se compone de varios patios centrales con múltiples puertas y salas con pequeñas escaleras ocultas que llevan a pisos superiores, de similar estructura y, de nuevo, con escaleras a pisos superiores. Así hasta una 5ª planta donde se puede subir y observar desde arriba todo el entramado palaciego, lleno de pasillos y corredores comunicantes con los palacios anexos, haciendo de todo el conjunto una especie de enorme palacio único.
Muchas de las salas esconden pinturas y frescos bien conservados de la vida en palacio, así como varias cúpulas con figuras decorativas y terrazas y miradores a zonas interiores y exteriores. Desde las plantas superiores se tienen unas vistas excepcionales tanto del palacio y todos sus recovecos, como de los bosques de los alrededores o de otros edificios cercanos, como los cenotafios reales o varios palacetes próximos, todos dignos de una visita.
En mi afán de descubrir todo, estuve subiendo y bajando plantas, recorriendo corredores, pasando de un palacio a otro unas cuantas veces.
Es, como todos los palacios vistos en el Rajasthan, un lugar único y muy distinto a los vistos hasta ahora. Si bien en otros palacios destacan los interiores, en éste lo más espectacular es quizá la arquitectura y la disposición de los edificios en alturas. Respecto a los interiores, es una pena la falta de conservación y dejadez general, llenos de humedades en algunas zonas.
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A escasos 10 minutos en coche, al lado del río Betwa, hemos terminado la visita de Orccha yendo a un conjunto de cenotafios o tumbas reales de la dinastía Bundela. El lugar cuenta con 4 cenotafios perfectamente conservados y distribuidos a los lados de cuidados jardines y fuentes ornamentales. En todos ellos se puede llegar a las plantas superiores, desde donde se puede observar una de las mejores vistas de todo el conjunto. Es un lugar muy fotogénico y que nos ha sorprendido muy gratamente.
Dia 12. Coche a Agra (2h). Fuerte de Agra. Taj Mahal. Dormir en Agra.
El día de hoy era uno de esos días que teníamos marcado con la X de importante. Con los dedos cruzados para que no lloviera, partimos bien pronto desde Gwalior camino a Agra. Tras unas 2 horas de trayecto sin incidentes, una vez más, dejamos las cosas en el hotel y tras un breve descanso, nos fuimos directos a visitar la joya de la corona india.
¿Qué se puede decir del Taj Mahal que no se haya dicho ya? Aparece siempre en las listas de los sitios más maravillosos del mundo y es por derecho propio uno de esos lugares que todo viajero quiere conocer alguna vez en su día, a nivel parecido a Macchu Picchu, Petra o Angkor Wat. Todos hemos visto multitud de fotos y tenemos una idea general de lo que puede ser.
Y es por ello que pensábamos que, con las expectativas tan altas que traíamos, quizá nos iba a defraudar. Podía ser más pequeño de lo que pensábamos, o no impresionar tanto de cerca.
Pero la verdad es que es un lugar realmente impresionante. Y no defrauda.
Da igual que haya 2 cúpulas con andamios o varias puertas de entrada al recinto exterior en obras o que comenzara a lloviznar nada más entrar al complejo, que fue lo que nos pasó.
Es un lugar que evoca majestuosidad, magia, aplomo, luz. El color blanco del mármol que decora las 4 paredes del templo principal y de los 4 minaretes simétricos que lo rodean, así como las piedras preciosas pegadas a las mismas le dan una luz, energía y belleza increíbles. No quiero pensar cómo se tiene que ver en un día claro y con sol, porque con el día plomizo y gris que hemos tenido nos ha dejado perplejos.
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El interior del mausoleo, aunque no tan espléndido como es por fuera, es sobrio y elegante. Las paredes y techos cuentan con delicadas piedras preciosas incrustadas en el mármol en forma de figuras florales, típicas del Islam. En el centro se encuentran las tumbas del emperador mogol Shah Jahan y de su esposa favorita Mumtaz Mahal, cuya muerte propició la construcción de este mausoleo a mediados del siglo XVII.
Todo el recinto es muy fotogénico y hay muchos sitios donde tomar buenas fotos, no sólo en la parte central donde todos los turistas se colocan a tomar la foto típica con el Taj al fondo y el jardín de agua en el centro. Merece la pena darse una vuelta por todo el recinto y disfrutarlo por todos lados. Es precioso el edificio principal, pero también lo son los jardines, los caminos de agua, los minaretes, el recinto de arenisca roja que lo rodea, la puerta de entrada monumental, incluso los edificios de los lados, uno de ellos una mezquita.
En temporada alta puede haber hasta 80000 personas en un día, lo cual, imagino, te hará llevarte una impresión algo distinta. Así que es buena idea planear la visita al comienzo o fin del día para evitar masificaciones.
Tras estar más de 2 horas de visita y salir más que satisfechos, pusimos rumbo a otro lugar muy turístico de la ciudad, y que tampoco nos defraudó en absoluto: el fuerte rojo de Agra.
Aun habiendo visto ya unos cuantos fuertes por todo el Rajasthan, hay que decir de nuevo que este fuerte es único y bien distinto al resto, y por ello nos ha encantado.
Para empezar, ha sido el único que no está en lo alto de una colina. Por ello sus defensas se basan en fuertes murallas rodeando todo el perímetro, más un foso de varios metros de ancho y diversas puertas de más de 10 metros de altura, flanqueadas por torres y obligatorias de cruzar para entrar al recinto, todas ellas monumentales e impresionantes, tanto por sus llamativos colores como por su diseño.
El nombre del fuerte se debe al uso de piedra arenisca roja, tan característica del norte de la India, que le da un toque muy singular.
El fuerte fue construido en el siglo XVI por Akbar, el más importante emperador mogol que reinó en la India. Tras él los más importantes gobernantes mogoles vivieron y reinaron desde aquí, motivo por el cual conserva varios palacios y edificios señoriales de diversas épocas y estilos arquitectónicos. Es por ello uno de los más importantes de la India, además de patrimonio de la humanidad por la Unesco.
La visita de todas las estancias lleva unas 2 horas. En ellas se puede admirar la residencia real del emperador, llamada Khas Mahal, de un inmaculado color blanco debido al mármol, incluidas habitaciones personales interiores, así como diversos patios, terrazas con vistas al Taj Mahal y al río Yamuna y detalles arquitectónicos y escultóricos de una calidad impresionante.
También otros edificios y palacios como el Jahangiri Mahal nada más entrar por la puerta monumental Amar Singh o la sala de audiencias conocida como Diwan-i-Am, al final de la visita.
El estado de conservación de todo el conjunto es excepcional.
Un día tan intenso tenía que acabar bien, así que pasamos un par de horas de la tarde dándonos un bañito en la piscina del hotel y tomando unas cervezas. Y después del relax, búsqueda de restaurante, cena y a dormir.
Día perfecto.
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Dia 13. Coche a Jaipur (4h). FathepurSikri. Abhaneri. Dormir en Jaipur.
Dejamos Agra con una muy buena sensación. Nos ha dejado impresionados tanto el Taj Mahal como el fuerte rojo, este último más de lo esperado.
El monzón llevaba días dando señales de aviso con lluvias intermitentes y cortas, hasta hoy que se ha mostrado con toda su virulencia. En las casi 5 horas de trayecto desde Agra a Jaipur no ha parado de llover de forma torrencial, formando unos charcos enormes en muchos de los pueblos que pasábamos. Aun así, la vida continúa y todo el mundo seguía yendo de un lado a otro. No parece que le tuvieran miedo al monzón.
Llegamos a Fatephur Sikri al cabo de 1 hora. Se trata de un palacio de verano construido por el emperador Akbar y cuyo objetivo principal era ser la capital de su reino. Pero al poco de ser construido tuvo que ser abandonado por la escasez de agua.
El complejo, patrimonio de la humanidad (como tantos otros sitios en esta zona de la India), es un perfecto ejemplo de arquitectura civil mogola e india, con zonas palaciegas, mezquitas, plazas públicas, jardines, piscinas, templetes y otros edificios orientados al pueblo como cocinas, caravasares o patios de audiencias. En todo el entorno el color común es el propio de la arenisca roja. Lo que más nos ha llamado la atención es sin duda los enormes patios y plazas abiertas, algunas con piscinas decorativas, con los edificios rojizos rodeándolas.
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La segunda parada del día fue en Chand Baori, quizá el mejor lugar para observar los típicos aljibes escalonados rajastaníes, construcciones muy originales a modo de pirámide invertida, destinadas tanto a la acumulación de agua como a realizar abluciones rituales para entrar a los templos aledaños. Éste es el baorí más profundo y grande de la India, con más de 13 niveles y más de 20 metros de profundidad.
En la zona no hay nada más que esto, por lo que no recomendaría venir hasta aquí salvo que te pille de paso a otro lugar. Además hay otros aljibes en Jodhpur ó en Amber que, aunque mucho más pequeños, te sirven para hacerte una idea de lo que eran estas construcciones.
Llegamos a Jaipur sobre las 17:30, bastante cansados de la furgoneta y de la lluvia. Fuimos directos a conocer las oficinas de Raj, el dueño de la agencia con la que habíamos contratado el viaje (www.incredibleruralindia.com), tanto para pagarle lo que nos quedaba por pagar como para verle en persona, pues había insistido mucho en que quería conocernos.
Y resultó que Raj era una persona muy humilde que había comenzado trabajando como chófer varios años, luego se compró un coche, luego una furgoneta, luego abrió una web, el negocio empezó a crecer....y así hasta ahora, en el que su agencia ofrece ya viajes por casi toda la India, tanto a medida como en grupo, y con actividades de todo tipo. Es una persona sencilla con inquietudes que ha sabido hacerse un hueco en el negocio del turismo.
Nos ha invitado a tomar algo, nos ha ofrecido unos dulces típicos, nos ha invitado a que le dijéramos con sinceridad lo que menos nos había gustado del viaje (para tratar de mejorarlo), nos ha preguntado por los chóferes y por toda la experiencia de nuestro viaje en general.
Incluso nos ha invitado a visitar mañana con él uno de los templos que honran al dios Khrisna, de forma gratuita. Una bellísima persona, sincera y que no busca ganar dinero por ganarlo, sino más bien ofrecer un buen servicio a sus clientes para que estemos contentos, pues sabe que después de nosotros, si hablamos bien de su agencia, otros vendrán.
En nuestro caso lo recomendados al 100%, tanto para contratar sólo chófer como para llevar organizado alguna parte más del viaje.
Tras la charla con Raj nos fuimos a pasear por los bazares de la ciudad rosa. El primer día del viaje ya estuvimos por aquí, pero no tiene nada que ver la soledad de esta zona a las 8:00 que a las 19:00, donde todo parece un enjambre de gente, las calles están llenas de vida y el colorido de las tiendas y comercios lo iluminada todo.
Aprovechamos para hacer algunas compras y disfrutar del paseo tranquilamente.
Dia 14. Jaipur. Dormir en Jaipur.
Hoy teníamos por delante un día tranquilo. Desde hacía varias jornadas no dormíamos 2 noches en el mismo lugar y esto es algo que el cuerpo y la mente agradecen.
Comenzamos la mañana con un buen madrugón. A las 7:30 habíamos quedado con Raj en el templo Govind Devji, ubicado en la parte de atrás del Palacio de la Ciudad. En él tuvimos la suerte de vivir una de las experiencias del viaje (y ya iban unas cuantas), la ceremonia religiosa de la mañana de adoración a Khrisna, divinidad hindú del amor y una de las encarnaciones de Visnu.
En el templo decenas de fieles, y nosotros como los únicos turistas, hemos cantado y tocado palmas al ritmo de la música que un pequeño grupo tocaba a modo de ritual preparatorio para cuando la imagen de Khrisna, tapada con una tela, se mostrara al público. Cuando se ha producido ese momento se han producido miles de vítores y aplausos, mucha gente se ha postrado en el suelo o directamente se ha tumbado boca abajo para darle gracias, y la masa de gente que allí estábamos hemos comenzado a dar la vuelta al recinto, según nos ha dicho Raj, para pedir amor y buena suerte para el resto del día. Y todos, con nuestro tercer ojo en la frente y descalzos.
Es curioso a ojos de un occidental ver lo devotos que son los hindúes, sean jóvenes o mayores, hombres o mujeres. También muy curioso la cantidad de merchandising de Khrisna que se vende en los alrededores del templo. Se venden desde velas o inciensos hasta ropa para la imagen de Khrisna niño, que muchos fieles tienen en su casa y cuidan como si fuera una personita a la que hay que lavar, vestir y arropar en la cama a diario.
Justo al lado del templo también se puede visitar el mercado de las flores, lugar donde se pueden encontrar diversos tipos de flores frescas como petunias, jazmines o rosas, utilizadas como ofrendas o como símbolo de buena suerte. Hay decenas de tiendas y todas ellas se venden a diario.
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Tras un trayecto corto en coche, hemos continuado con la visita al Palacio de Amber, una muy grata sorpresa que, de nuevo, nos ha encantado. Para llegar a él hay 3 opciones: 4x4, elefante o a pie. Las 2 primeras son las más caras, obviamente, aunque lo mejor para no llegar arriba sudando y con las fuerzas justas. En ambos casos hay que contratarlo directamente allí.
El palacio en sí es precioso, tanto por fuera gracias a sus coloridas paredes y murallas de arenisca amarilla, visibles desde bien lejos, como por dentro, donde sus 3 palacios interconectados entre sí muestran todo el esplendor y opulencia de los rajás que gobernaron en este lugar, incluido su fundador, Jai Singh.
El gran patio principal, justo donde comienza la visita, es un hervidero de gente y de elefantes que suben y bajan turistas, y buen lugar para admirar la grandiosidad de este lugar.
Durante las casi 3 horas que dura la visita a Amber se recorren gran parte de los 3 palacios, incluidas diversas estancias de los marajás y sus concubinas, varios patios de recreo, jardines, miradores, puertas de entrada monumentales y otros edificios importantes.
Destacan principalmente la sala de los espejos, lugar único donde las paredes y techos están cubiertos con cristales y piedras preciosas; la monumental puerta de entrada al palacio principal; la sala de audiencias con sus columnas de color rojizo y los amplios patios y jardines, muy bien cuidados.
Desde las partes altas del palacio se puede observar parte del fuerte Jaigargh, ubicado justo al lado del palacio de Amber y famoso por los 13km de murallas que lo rodean subiendo y bajando montañas, siendo la tercera muralla más larga del mundo, sólo por detrás de la muralla China y la del fuerte de Kumbalgargh indio, que visitamos hace unos días aunque con muy mal tiempo.
Tras acabar la visita pusimos rumbo a los templos de Galta, una zona no demasiado visitada pero que merece la pena si se dispone de un par de horas libres en la visita a Jaipur. Es un lugar de peregrinaje ubicado a las afueras de la ciudad, donde se pueden visitar una serie de templos y piscinas sagradas unidas entre sí, muchos de ellos con escaleras monumentales e interiores con pinturas. Además de esta zona más monumental, el conjunto es conocido por los turistas como el templo de los Monos.
Está atestado de ellos, los cuales bajan de las montañas cercanas donde habitan en busca de la comida fácil que obtienen de los turistas y visitantes.
Todo el entorno tiene ese aire decadente tan típico ya a estas alturas del viaje, y a la vez tan auténtico, que le hace encantador.
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Para terminar nuestro día en Jaipur nos acercamos a un lugar donde se dedican al cuidado y adiestramiento de elefantes.
Este es un tema delicado para el mundo occidental, pues sabemos que no todos estos tipos de centros cuidan a los animales, sino todo lo contrario, los maltratan y hacen un uso casi esclavo de los mismos. En nuestro caso nos informamos bastante bien y nos pareció bastante de fiar. Nos contaron, creemos que de forma sincera, que no sólo los cuidan y mantienen, sino que también sacan un beneficio económico de ellos en celebración de eventos, en la subida/bajada de turistas a Amber y con ciertas actividades para turistas como las que hicimos nosotros: pintarles la trompa y el lomo, dar un paseo con ellos (sin cadenas ni pinchos) o bañarles con agua.
Fue toda una experiencia poder pasar un rato tan cerca de estos enormes animales, tocarles, jugar con ellos o bañarles. Son una pasada.
La última noche en Jaipur la dedicamos a bañarnos en la piscina del hotel, relajarnos y cenar tranquilos. El día siguiente tocaba de nuevo traslado largo y se haría pesado.
Dia 15. Coche a Delhi (4h). Old Delhi. Vuelo a las 2:00
Último día de viaje, con palizón de coche incluido (casi 6 horas entre paradas, comida, atascos y obras). Y para colmo, otro súper atasco en la entrada a esta megalópolis que es Delhi, la ciudad más contaminada del mundo, a pesar de los 5 o 6 carriles existentes en algunos tramos de autovía. Desde que apareció el primer cartel de Delhi hasta que aparcamos pudo pasar más de hora y media. Hay que tenerlo en cuenta y mucho cuando se llega a esta ciudad.
Delhi se compone en realidad de 7 ciudades, cada una construida sobre la anterior debido a diversos giros de la historia, batallas, conquistas y crecimiento evolutivo. Hoy día se resumen en 2: la vieja y la nueva Delhi.
Nada más entrar en la nueva Delhi se puede observar que el diseño corresponde al de una ciudad occidental, con grandes avenidas y rotondas, árboles en los separadores centrales, aceras bien cuidadas, limpieza general, señales de tráfico (algo no visto hasta ahora) y edificios gubernamentales en casi todas las manzanas. Los británicos crearon esta parte de la ciudad hace más de 100 años y su diseño se mantiene casi intacto a día de hoy. Destacan como edificios representativos la casa del Presidente, el Parlamento indio, la puerta de la India ó la enorme plaza Connaught.
En esta zona se encuentra también una de las joyas de la ciudad y patrimonio de la humanidad, la Tumba de Humayun, segundo emperador mogol de la India cuyo mausoleo fue mandado construir por su esposa tras la muerte de éste. Es un edificio enorme que data del siglo XVI. De color rojizo, está construido en estuco y arenisca sobre una plataforma elevada y tiene una estructura simétrica, estando rodeado de bonitos jardines y otros edificios menores.
Recuerda mucho al Taj Mahal, pero es justo al revés, pues la tumba de Humayun sirvió a los constructores del Taj Mahal como modelo, casi 100 años más tarde. Es un lugar fascinante y muy fotogénico, aunque no lo hemos visto con muchas ganas al tratarse ya de nuestro último día. Aun así, dicen que es de lo mejorcito de Delhi.
Ya en la vieja Delhi, hemos conocido por dentro la mezquita Jama Masjid, la más grande de Asia.
El patio central, al aire libre, es lo más espectacular del recinto, por su amplitud y las torres y muros rojizos que la componen. La parte donde se concentran los musulmanes a rezar destaca por ser un edificio abierto al patio de planta rectangular y no demasiado grande.
Para entrar a la mezquita es obligatorio taparse hombros y piernas, aunque te proporcionan unas telas a la entrada para ello. Está prohibido hacer fotos por lo que hay que tener cuidado de ser respetuoso para no llevarse una multa.
Siguiendo las recomendaciones de nuestro guía decidimos no visitar el fuerte rojo de Delhi, pues es mucho más pequeño y menos turístico que el de Agra, que habíamos visto hace unos días. Además buena parte de él es zona militar actualmente.
Para terminar la visita a la vieja Delhi nos montamos en unos tuk-tuks con bici, propulsados por un señor que debía tener al menos 60 años. Con él recorrimos los callejones más antiguos de la ciudad, provistos de todo tipo de pequeñas tiendas y comercios de todo tipo. A diferencia de otras ciudades, en Delhi hay una amplia población musulmana, y ello se nota en la separación de los comercios por oficios y en la indumentaria de los tenderos. El barrio es muy del rollo de Benarés en cuanto al caos de ruidos, tráfico caótico, olores de todo tipo y venta de mercancías en muy poco espacio. Resulta bastante llamativo y peligroso observar el tendido eléctrico, con multitud de cables enmarañados y pendiendo de un hilo en esquinas y altillos de comercios por todo el barrio. No sé ni cómo se mantienen en pie. Tampoco sé cómo en tan poco espacio caben decenas de personas, motos y tuk-tuks.
Tras la visita exprés a Delhi nos llevamos una imagen un tanto descafeinada, normal si tenemos en cuenta el cansancio acumulado, el tamaño de la ciudad y el poco tiempo disponible. Aun así, nos alegra haber recorrido las últimas horas de nuestro viaje por esta ciudad.
El avión de vuelta a casa salía a las 2:00, por lo que decidimos cenar en el mismo aeropuerto para poder dejar las maletas y descansar un poco.
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Dia 16. Regreso a Madrid.
La llegada a Madrid fue, como todos los viajes, una mezcla de pena por haber terminado una experiencia única en muy buena compañía; alegría precisamente por haberla vivido, pues no todo el mundo tiene la oportunidad de realizar estos viajes (esto es algo que nunca se nos olvida) y ganas de descansar un poco de tantas emociones y shock cultural vividas en tan poco tiempo.
Y, como siempre, con alguna idea sobre próximos destinos…
¡Namaste India!