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CROACIA - 10 dias

Dia 1. Vuelo Madrid-Milán. Dormir en Milán.

Dia 2. Paseo por Milán. Coche a Venecia. Visitar Venecia. Dormir en Venecia.

Dia 3. Coche a Trieste y Rijeka. Pueblos de la península de Pula. Dormir en Rijeka.

Dia 4. Coche a Split. Visitar Split. Dormir en Split.

Dia 5. Dia libre en Split. Dormir en Split.

Dia 6. Coche a Dubrovnik. Visitar Dubrovnik por la tarde. Dormir en Dubrovnik.

Dia 7. Visitar Dubrovnik por la mañana. Coche  a Parque Nacional de Plitvice. Dormir en Plitvice.

Dia 8. Visitar PN Plitvice por la mañana. Coche a Ljubljana. Dormir en Ljubljana.

Dia 9. Visitar Ljubljana. Coche a Riva del Garda por Cortina D’Ampezzo. Dormir en Riva del Garda.

Dia 10. Visitar Riva del Garda. Coche a Milán. Avión de vuelta a Madrid

No hay que perderse:

  • Venecia. La ciudad italiana por excelencia. Visita obligada al menos una vez en la vida.

  • Split. Presente, pasado y futuro croata. Ciudad costera llena de monumentos romanos, bonitas playas y ambiente joven y animado.

  • Dubrovnik. Excepcional ejemplo de ciudad medieval amurallada, bien cuidada y turística. Su ubicación en una isla pegada a la costa le da al conjunto un valor innegable.

  • Parque Nacional de Plitvice. Conjunto de maravillosos lagos y cascadas ubicados en un entorno natural único. Una de las joyas naturales del país a pesar de no estar en la ruta turística costera.

Medios de transporte:

  • Coche alquilado desde Milán-Malpensa, todo el viaje.

 

 

Dia 1. Vuelo Madrid-Milán. Dormir en Milán.

Nuestro avión low-cost aterrizó en Milan Malpensa bien entrada la noche (en torno a las 23:00), por lo que tuvimos el tiempo justo para recoger nuestra furgoneta de alquiler que nos acompañaría durante todo el viaje (previa eterna espera de casi 2 horas en la cola de atención de la compañía de alquiler). A partir de hoy recordaríamos que, siempre que cojamos coche de alquiler, uno de nosotros saldría corriendo al aterrizar, para llegar el primero a la cola. No es broma, te ahorras mucho tiempo en algunos aeropuertos llenos de gente para alquilar coche.

¿Por qué cogimos furgoneta? Pues por la sencilla razón de que éramos 6, mal número para 1 coche y más caro que 2 coches. Además de mucho más divertido al ir todos juntos en plan comuna.

Pusimos rumbo al hotelito que habíamos reservado en el centro de Milán, a escasos metros del famoso Duomo. Todo empezaba perfecto.

Recuerdo que llegamos sobre la 1:00, que en Italia es como si en España fueran las 5:00, es decir, apenas un alma por las calles y nada de vidilla nocturna. El primer día no nos podíamos ir tan pronto a la cama, nada más llegar, por lo que preguntamos a la persona que estaba en recepción del hotel. Muy amablemente, y bastante adormilado, nos recomendó que ni intentáramos buscar algo de marcha porque en Milán la gente no es tan ‘fiestera’ como en España y menos a esas horas de la noche.

Una pena, pero tuvimos que ser realistas e irnos a dormir. Teníamos más días por delante.

Dia 2. Paseo por Milán. Coche a Venecia. Visitar Venecia. Dormir en Venecia.

Amanecimos pronto y con ganas de dar un paseo por la ciudad. Éste era un viaje Express con visitas a 3 países y distintas ciudades, dedicando muy poco tiempo a cada una de ellas por lo que queríamos aprovechar al máximo todo el tiempo.

¿Por qué esta ruta tan extraña y larga para visitar Croacia, nuestro destino real del viaje?

Pues muy sencillo: por razones puramente económicas. Volar a Milán es muy barato (no más de 80€), y volar a cualquier ciudad croata o Venecia salía por más de 200€. La única opción asequible era Dubrovnik pero esta ciudad está muy al sur, a casi 4 horas de Split y mucho más de Zadar, Plitvice o cualquier otra al norte, lo cual no nos pareció un buen lugar para tomarlo como campo base, al menos para ver Croacia (casi sale mejor volar aquí si visitas Bosnia).

Y en esta época de nuestras vidas, nuestra mentalidad era ‘ver cuantas más cosas mejor’, aunque dispongamos de poco tiempo para cada una. Así que no dudamos en plantear el viaje como un conjunto de visitas rápidas por la mañana, y traslados en coche por la tarde al siguiente destino.

Como decía estábamos por Milán. En 5-6 horas de visita nos dio tiempo a pasear principalmente por el centro histórico que rodea al Duomo, catedral de Milán imponente por su tamaño y su ubicación en la Piazza del Duomo, por donde bulle el día a día de los milaneses. También paseamos por la cercana Galería de Vittorio Emanuele II, especie de centro comercial creado en el siglo XIX formado por galerías acristaladas en los techos, lleno de detalles lujosos por todos lados, donde se pueden contemplar las tiendas de las mejores y más caras firmas de moda italianas. En los alrededores nos dejamos llevar sin más por las cercanías del Palazzo Marino,  el Teatro alla Scala, el Palazzo Clerici o la Basílica de San Lorenzo Maggiore y, cómo no, por una de las visitas obligadas de Milán: el Castillo Sforza.

Tras comer, salimos de la ciudad dirección Venecia, a unas 3 horas.

Llegamos a la ciudad, aparcamos el coche en el inmenso parking que hay a la entrada (y que para nuestra sorpresa no fue muy caro) y nos fuimos directos al embarcadero para tomar un Vaporetto que nos llevaría directos a la Piazza San Marcos. Eran las 20:00 aproximadamente y nos planteábamos ver esta ciudad entre esta hora y la mañana del día siguiente. Es de locos para una ciudad que bien merece 5 o 6 días, pero era el tiempo de que disponíamos, no había otra. En el futuro volveríamos a visitar exclusivamente esta ciudad única en el mundo.

Así que lo planteamos como un paseo sin rumbo fijo, tomando las callejuelas que nos apeteciera en cada momento según lo viéramos allí mismo. Primero de noche y al día siguiente, de día.

No voy a describir todas las zonas que vimos pero sí que lo pasamos en grande, disfrutamos la zona de marcha de la ciudad (que pensábamos que no existía) y descubrimos la Venecia de noche, sin apenas turistas, tranquila, sombría y con el aire místico que rodea esta ciudad. Toda una sorpresa.

Olvidé comentar que nuestro alojamiento, en pleno centro de la ciudad, tenía vistas al Gran Canal y estaba ubicado en una de las decenas de preciosas plazuelas que existen en la ciudad. Se trataba de un albergue juvenil lleno de estudiantes y gente joven, con muy buen ambiente.

 

Dia 3. Coche a Trieste y Rijeka. Pueblos de la península de Pula. Dormir en Rijeka.

Dedicamos unas 2-3 horas de la mañana a seguir nuestros instintos turísticos paseando sin rumbo por la ciudad, hasta aproximadamente las 12:00, momento en el que partimos rumbo, por fin, a Croacia.

Primero llegamos a Trieste, a unas 2 horas de Venecia, última ciudad italiana importante antes de la frontera. Pasamos de largo sin apenas mirar a los lados porque nos conocemos y hubiéramos querido parar a dar una vuelta. Al poco llegamos al primer pueblo croata, Spodnje. ¡Cambio de país!

Nuestra idea para hoy era visitar un par de pueblos de la península de Istria, lugar lleno de pequeños pueblos costeros con encanto, algunos con ruinas romanas, otros con centro histórico pintoresco, otros ubicados en lugares particulares. Elegimos Porec primero y Pula después, y descartamos con mucha pena Rovinj, otro pueblo digno de visitar.

Porec es sin duda uno de los pueblos más turísticos de la península, y no solo por su perfecta ubicación en una pequeña península. Está lleno de tiendas de recuerdos, pequeños restaurantes y rincones con un encanto especial. La oferta gastronómica, hotelera y de servicios es abundante, pero no hay sensación de masificación.

Es el típico pueblo turístico que sabe conservar su patrimonio, y fomentarlo sin perder la esencia del mismo.

Nos sorprendió lo cuidado que está su centro histórico, donde destaca sin duda el blanco de las losas de piedra de sus calles (¿mármol?) y la limpieza general de todo el pueblo. Como monumentos principales destaca el Palacio Sincic, hoy día Museo de la Ciudad y sobre todo la basílica Eufrásica, joya del arte bizantino declarada patrimonio de la Humanidad. Solo por verla merece la pena venir hasta aquí.

Sorprende lo austero del exterior frente al rico y antiguo interior. En unas 2-3 horas se puede ver el pueblo (aunque nosotros no dedicamos tanto).

Nuestra siguiente parada fue en otro de los pueblos más importantes de esta península: Pula.

Al contrario que Porec, Pula ha crecido bastante hasta casi decir que es más ciudad que pueblo. Destaca por encima de todo su patrimonio romano, compuesto principalmente por un Anfiteatro en muy buen estado de conservación (6º más grande del mundo), sobre todo en la parte externa. Por dentro se pueden visitar algunas gradas, túneles y pasillos de entrada/salida a la parte central.

Como segundo punto importante a destacar está el Arco de los Sergios, arco de triunfo bien conservado con bonitos detalles de estilo corintio y que sirvió de entrada a la ciudad hasta el siglo XIX.

El último punto importante es el templo de Augusto, ubicado en la principal plaza del pueblo, y que, a pesar de haber sido restaurado, conserva el antiguo esplendor e imponente presencia.

Como colofón comentar que el pueblo se encuentra en una pequeña bahía natural donde las vistas suelen ser preciosas si el tiempo acompaña. Todo ello hace de Pula un imprescindible en Istria.

Tras ver el atardecer en la bahía, no nos quedaba tiempo más que para salir casi corriendo a nuestro siguiente destino, Rijeka, donde teníamos reservado nuestro backpacker Hostel.

Tras 90 minutos de camino, perdernos varias veces buscando el alojamiento, dejar las maletas en el albergue y descansar unos 2 minutos, nos dispusimos a buscar un restaurante para cenar. Serían las 21:00 o 22:00, y con nuestra mentalidad española pensábamos encontrar decenas de restaurantes llenos de gente. Error. Esto es Europa, y a estas horas todo está cerrado. Por suerte encontramos un local donde vendían pizzas ’Al taglio’ y pudimos llevarnos algo al estómago.

Y para más suerte, descubrimos un pub abierto donde estaban poniendo salsa y demás ritmos latinos, así que para allá que nos fuimos a darlo todo. Al poco nos hicimos los amos del lugar y ya hasta nos preguntaban por las canciones a poner (sería más bien porque el bar estaba casi vacío, jaja).

 

Dia 4. Visitar Rijeka. Coche a Split. Visitar Split. Dormir en Split.

El día de hoy se nos planteaba como de transición hacia Split.

Cuatro largas horas nos separaban de nuestro destino para las próximas 2 noches, así que nos lo tomamos con tranquilidad y no madrugamos demasiado, prácticamente nada. Esta parte de la costa dálmata está llena de pueblecitos costeros bonitos donde el denominador común suele ser las casas de piedra con tejados de teja rojiza y calles con trazados medievales. En todos ellos se nota en mayor o menor medida la reconstrucción realizada tras la guerra de los Balcanes, pero también la mirada al futuro de todos ellos.

Llegamos aproximadamente a la hora de comer a Sibenik, pueblo costero muy cerquita ya de Split, donde decidimos parar para comer y visitar el pueblo.

Al igual que Porec, Sibenik nos pareció extremadamente limpio, cuidado y con mucho encanto. Sus callejuelas con losas de mármol ayudan bastante a ello.  Destaca por encima de todo la Catedral de Santiago, patrimonio de la Unesco. Su exterior destaca por sus magníficas esculturas, paredes completamente hechas en piedra y una inmensa cúpula, lo que le da a todo el conjunto una sobriedad y fuerza impresionantes. Su interior destaca principalmente porque te transporta a época medieval. Sus paredes de piedra y su aspecto envejecido y auténtico, con algunos detalles ornamentales interesantes lo hacen posible.

A destacar también en el pueblo la bulliciosa Plaza del Ayuntamiento, perfecta para sentarte en una terraza y disfrutar viendo pasar la vida, o dejarte perder sin más por sus callejuelas con encanto.

Si pasas por aquí, no dejes de venir a Sibenik, porque realmente merece la pena.

Como decía, era hora de comer, y que mejor lugar que éste, con el mar al lado.

No he comentado nada sobre la riquísima gastronomía croata, y la verdad es que nos sorprendió bastante para bien. A pesar de la innegable influencia italiana en términos de pizzas (las hay en todo restaurante), está llena de platos mediterráneos (verduras, arroces, pescados, legumbres, etc.), en casi todos los sitios que paramos (incluyo todo el viaje) comimos abundante, platos muy ricos y variados y con muy buen servicio. En la época que fuimos (2007) podíamos comer por unos 8-10 € por persona incluyendo primero, segundo, postre y bebida. Imagino que los precios en este país se incrementarán en breve dado su alto potencial turístico y su inminente entrada en el euro. En general todo era mucho más barato que en España, no sólo la comida.

Ya entrada la tarde pusimos rumbo a Split, donde llegamos sobre las 19:00.

Nuestro alojamiento para las 2 próximas noches era una casa particular de un señor que vivía al lado del mar y nos alquiló su casa para dos días, para ganarse un dinero. Nosotros teníamos una ubicación fantástica, a 5 minutos a pie del paseo marítimo de Split, y un precio más barato que un hotel. Fue como el precursor de lo que hoy día es AirBnB.

El caso es que nada más llegar hicimos la compra en un supermercado y nos fuimos a casa para hacernos una cenita en nuestro apartamento croata. Durante la cena, preparada por nuestro chef gallego particular, cayeron varias botellas de vino croata y claro, la cosa se empezó a animar. Acabamos a altas horas de la madrugada riendo sin parar hasta que acabamos con toda la bebida disponible.

 

Dia 5. Dia libre en Split. Dormir en Split.

Tras la resaca correspondiente y un desayuno reparador, nos pusimos a descubrir la ciudad.

Sin duda lo más representativo de la ciudad es el Palacio de Diocleciano, emperador romano nacido en Dalmacia y que pasó sus últimos días de retiro aquí. En su día fue inmenso, pero hoy día sólo queda una pequeña parte de lo que fue. Aun así, sus dimensiones son inmensas. Lo que fueron simples pasillos y estancias del palacio hoy día son calles de varios metros de ancho con inmensas paredes de piedra a los lados, columnatas y suelos de mármol. Lo más espectacular es sin duda la subida a la antigua torre, ubicada en la preciosa plaza del Peristilo (antiguo patio del palacio), y desde se puede contemplar una de las mejores vistas de toda la ciudad, el puerto y el mar Adriático.

Se puede visitar también una parte de las estancias inferiores, donde se conservan diversas galerías en perfecto estado, aunque apenas ninguna escultura o detalle ornamental.

Su ubicación, justo al lado del mar, debió de hacerle impresionante en su época de máximo resplandor.

El resto del centro histórico, a pesar de ser bastante pequeño, tiene también cierto encanto, destacando la puerta Dorada, antigua puerta de entrada a las murallas de la ciudad; la calle Marmontova, centro comercial de la ciudad; la esbelta y blanca catedral de San Domnius; la oferta cultural en Zlatna Vrata o el antiguo palacio del Ayuntamiento. Mención aparte merece la enorme escultura de Grgur Ninski a la entrada de las murallas de la ciudad, o la visita a alguno de los mercados de la ciudad.

Una vez realizado el turismo cultural, quedaba disfrutar de otro punto igual o más importante, y que aún no habíamos disfrutado en Croacia: el mar Adriático y sus playas.

En Split en particular, y en Croacia en general, las playas que vimos en casi todos los pueblos comentados en este diario son muy distintas a las de la costa española. No suele haber largas playas de arena fina, ni éstas suelen ser muy anchas respecto al paseo marítimo, ni los fondos marinos son arenosos. Son más parecidas a las playas italianas en cuanto a que hay más bien pequeñas calas de gravilla fina o piedrecitas, los fondos marinos son más rocosos que arenosos y los espacios para dejar las toallas son escasos o incluso inexistentes. En algunas zonas incluso ni existe playa, sino una especie de acera de cemento que de repente se acaba en el mar y, para poder bañarte, tienes que usar una escalera o lanzarte desde lo alto. Como ventaja es que los fondos marinos son mucho más limpios, como desventaja es que el concepto de ‘ir a la playa’ puede ser menos relajado y cómodo.

Dicho esto, probamos un par de playas de la costa de Split: la concurrida playa de Bacvice, en pleno centro de la ciudad, y una más alejada cerca del puerto deportivo, siguiendo la calle Put Firula.  

Toda esta zona está llena de bares, restaurantes y heladerías, donde poder disfrutar de una terraza con vistas al mar.  Anotamos también un par de pubs y discotecas que visitaríamos por la noche, ya que no nos queríamos ir sin conocer la fiesta en Split. Y vaya si había fiesta.

Descubrimos varios sitios llenos de gente, con buena música y un buen rollo que nos sorprendió gratamente. Los españolitos llamábamos la atención sin duda, y esta vez no porque bailáramos todo lo que ponían, sino porque éramos como enanos al lado de los croatas. Y no exagero. De hecho, junto con los holandeses, los croatas son la población más alta del mundo. Tanto chicos como chicas. No me extraña que haya tanta afición al baloncesto en este país. No en vano de esta ciudad es originaria la famosa Jugoplastika de Split, equipo que hizo historia en Europa en los años 80.

Lo pasamos en grande en toda esta zona de Split. Y la vuelta por toda la costa, digna de recuerdo, jaja.

 

Dia 6. Coche a Dubrovnik. Visitar Dubrovnik por la tarde. Dormir en Dubrovnik.

El día de hoy, tras superar otra nueva resaca, estaba dedicado a hacer una visita relámpago a la lejana ciudad de Dubrovnik, quizá la más famosa y bonita ciudad croata.

Nos hubiera gustado dedicarle más tiempo tanto a la ciudad, que bien merece un par de días, como a cualquiera de las preciosas islas de la costa croata, como las más conocidas Hvar o Brâc o alguna de las menos turísticas y desconocidas. Por desgracia tuvimos que descartar ambas cosas, aunque acordamos que la próxima vez que volviéramos a este país lo haríamos navegando por sus islas.

El trayecto a Dubrovnik nos llevó cerca de 3 horas, por carreteras de interior sin demasiado interés, salvo algún pueblo costero y vistas al mar adriático. A estas alturas ya todos conocíamos al dedillo nuestro Mercedes Vito y teníamos nuestros trucos para dormir: cabeza apoyada contra la ventanilla, reposacabezas sacado y apoyado a un lado, cuello torcido sobre la almohada de viaje, o cuerpo tendido sobre las rodillas de otro eran algunas de las variantes más usadas.

Como curiosidad comentar que para llegar allí hay que pasar la frontera bosnia, pues la única salida al mar de este país está aquí. A pesar de encontrar policías armados, pasamos sin detenernos ni pasar ningún control de ningún tipo.

Una pena que el asunto político no estuviera algo más estable, para poder acercarnos a ciudades tan bonitas como Mostar, por poner un ejemplo.

Tras llegar a Dubrovnik, dejamos las cosas en el hotelito que habíamos reservado en la parte no monumental de la ciudad, ubicado en lo alto de una colina, y nos pusimos a descubrir la ciudad.

Lo primero que llama la atención es su ubicación, única. La ciudad está ubicada en una especie de saliente de tierra semicircular, totalmente amurallado y rodeado por el mar. Los edificios, al igual que la mayoría de pueblos croatas, destacan por estar hechos en piedra y tener tejados de color rojizo, de un color uniforme. La ciudad sufrió muchos daños durante la guerra, pero fue restaurada completamente como símbolo de unión del país, lo que le ha ayudado a conservar todos sus edificios monumentales y su aspecto de ciudad-fortaleza medieval.

La visita por todo el casco histórico lleva unas 3-4 horas sin detenerte demasiado. Es una ciudad llena de rincones bonitos, monumentos importantes y una imponente y muy alta muralla (25m) construida en el siglo X y restaurada varias veces, que rodea todo el perímetro de la ciudad por todos sus lados, incluido el lado del mar. Decenas de torres almenadas dan al conjunto una sobriedad importante. Se puede caminar por encima de la muralla y subir a alguna torre, lo cual es muy recomendable para descubrir los tejados de la ciudad desde una zona elevada. Desde ella se puede encontrar también algún que otro rincón/cala/playita/terraza de bar en cierta medida ocultos al turismo de masas y que, por ello, tienen un encanto especial. No digo dónde están, hay que buscarlos.

Como monumentos destacan el palacio de los Rectores (Knezev dvor), sede del gobierno; la catedral de Velika Gospa, originaria del siglo XII pero reconstruida posteriormente (como casi todo en esta ciudad); el Palacio Sponza con su bonita columnata o la iglesia de San Blas (Sveti Vlaho).

Aunque lo que yo particularmente recomiendo es dejarse llevar por calles como Stradun o Placa, atravesar la preciosa puerta de Pile, observar la plaza Luza o sorprenderse por la rara fuente de Onofrio.

Y cómo no, tomarse un helado, una cerveza o comer sentado en alguno de los varios restaurantes de la ciudad. Déjate llevar por ella, busca rincones ocultos  y te sorprenderás.

El día de turismo se hizo largo y, unido a la paliza de coche, decidimos acostarnos prontito para recuperar fuerzas. Eso sí, previa cena abundante y bastante barata para ser en pleno centro.

Cada vez estamos más seguros que estos precios y calidades no se mantendrán demasiado tiempo.

 

Dia 7. Visitar Dubrovnik por la mañana. Coche  a Parque Nacional de Plitvice. Dormir en Plitvice.

Lo malo de Dubrovnik, como dije anteriormente, es que está en la punta más alejada del país, lo que implica un trayecto de unas 4-5 horas sólo para ver esta ciudad. Lo bueno es que merece la pena, aunque justo hoy que nos esperaban unas 5 horas de carretera hasta llegar a Plitvice no lo veíamos de igual modo. Y eso que algunos se lo pasaron durmiendo. Antes de ponernos en marcha aprovechamos un par de horas por la mañana para dar una última vuelta por la ciudad, hacer alguna compra y pegarnos un buen desayuno. No nos queríamos ir sin ‘despedirnos’ una última vez.

El trayecto a Plitvice no tuvo más encanto que ver cómo íbamos cambiando de conductor cada poco tiempo para ir durmiendo algo en la parte de atrás.

Serían las 19:00 cuando llegamos a la zona de Plitvice. Pero otra cosa era encontrar el alojamiento, pues era una casa de campo ubicada en alguna de las decenas de colinas del pueblo. No había nombres de calles, nadie hablaba inglés y el GPS no nos llevaba bien a nuestro destino.

Tras casi 1 hora y media dando vueltas, por fin, y con mucha suerte, dimos con nuestra casa.

Era tarde, sí, pero por suerte llevábamos comida que habíamos comprado previamente en un supermercado, así que nuestro cocinero particular se puso manos a la obra mientras nosotros disfrutábamos de la de casa de 3 plantas, con buhardilla, enorme salón y jardín para nosotros solos.

Nos pegamos una muy buena cena, nos echamos unas risas con un vinito croata y algunas cervezas, y nos fuimos dormir pasadas las 00:00, para no variar.

 

Dia 8. Visitar PN Plitvice por la mañana. Coche a Ljubljana, Eslovenia. Dormir en Ljubljana.

El día en Plitvice amaneció un tanto gris. Se avecinaba lluvia y eso era algo que se palpaba en el ambiente, cada vez más húmedo y ventoso. Nos fuimos derechos a la entrada del parque nacional, donde compramos las entradas, cogimos nuestros chubasqueros y nos adentramos a descubrir este precioso lugar del cual todo el mundo habla maravillas, con los dedos cruzados para intentar que la lluvia viniese lo más tarde posible.

Los lagos de Plitvice son una maravilla natural compuesta por decenas de lagos, arroyos y cascadas rodeados de una serie de bosques de hayas preciosos. La belleza de este parque está sin duda alguna en el agua y todo lo que la rodea. Desde las muchas y variadas cascadas del parque, pasando por la cristalinidad y limpieza de los fondos o el silencio de sus tranquilos lagos. Por no hablar de cómo cambia de color en función de la hora del día, las lluvias ó el ángulo de la luz desde donde se mire.

Siendo patrimonio de la Unesco uno se puede esperar muchos turistas, y esto es así, pero caminando por los diversos paseos de madera que componen la visita es fácil encontrar un rincón vacío, una fotografía única o incluso momentos de silencio donde sólo se escucha el agua caer. Dichos caminos pasan por todos los puntos de interés del parque, desde la más alta cascada (más de 70 metros de caída), a los numerosos saltos de agua entre lagos o puntos desde donde se contempla todo el conjunto.

Hay lagunas que hay que atravesar en un barco debido a la longitud de las mismas, por lo que recorrerlo todo a pie no es posible, a pesar de lo cual la visita te puede llevar fácilmente entre 2 y 3 horas si haces el camino largo. Menos mal que al final del recorrido hay mini autobuses que te devuelven al comienzo.

En esas estábamos cuando comenzó a llover bastante fuerte. Por suerte habíamos podido hacer casi todo el recorrido del parque, por lo que no dudamos en darlo por visto y regresar al coche. Nuestros chubasqueros estaban haciendo agua al poco tiempo de comenzar a llover y teníamos un largo viaje de nuevo por delante.

El trayecto a Ljubljana nos llevó unas 3 horas, por lo que llegamos a última hora de la tarde.

Tras dejar las cosas en el albergue nos fuimos a recorrer las calles del centro de la capital eslovena.

Sabíamos que la ciudad se sitúa en torno al río Ljubkjanica, y en él destacan sobre todo su castillo, ubicado en lo alto de la colina que domina la ciudad y las calles y edificios medievales del centro histórico. Ante la falta de tiempo para ver el castillo, decidimos pasear por el centro, bastante pequeño y visitable en menos de una hora. En él destaca sobre todo el bonito Triple Puente (Tromostovje) sobre el río y la zona que rodea a la plaza Robbov Vodnjak, con algún que otro edificio singular y restaurante. La catedral no es muy bonita que digamos, y la vida que nos encontramos tampoco era para tirar cohetes, ni en las calles ni en ninguno de los 2 bares a los que entramos para tomar una cerveza y cenar algo.

No sé si fue por las horas a las que llegamos o porque realmente la ciudad está apagada cuando cae el sol, pero lo cierto es que nos defraudó un poco esta ciudad.

 

Dia 9. Visitar Ljubljana. Coche a Riva del Garda por Cortina D’Ampezzo. Dormir en Riva del Garda.

 

Ante la mala imagen que nos dio la ciudad el día anterior, triste, aburrida y gris, decidimos no darle otra oportunidad y pusimos rumbo a Italia temprano. De esta forma podríamos hacer la locura de desviarnos hacia Cortina D’Ampezzo, en plenos Dolomitas y totalmente fuera de nuestra ruta a Riva del Garda, sólo por lo hecho de que se nos metió la cabeza pasar por allí y, de paso, coronar alguno de los puertos más míticos del Giro de Italia. La broma suponía un añadido de más de 2 horas al trayecto. Pero éramos jóvenes y sólo veíamos ventajas en este viaje por varios países, así que allí que nos fuimos. ¿Quién sabe si alguna vez más en nuestras vidas podríamos pasar por allí de nuevo?

 

Dia 10. Visitar Riva del Garda. Coche a Milán. Avión de vuelta a Madrid.

 

Último día de nuestro viaje locura por 3 países, con poco tiempo más que para salir pitando al aeropuerto de Malpensa y tomar nuestro vuelo a Madrid. Eso sí, con nuestro objetivo de conocer Croacia bien cumplido.

Y por el camino nos quedó una pincelada de ciudades como Milán, Venecia o Ljubljana, y zonas tan inmensas como los preciosos Dolomitas italianos.

Volveremos seguro a todos ellos.

© 2016 by MR.FOGG

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