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Nueva York - 10 días

Dia 1. Vuelo Madrid - New York. Llegada al alojamiento.

Dia 2. Midtown: Rockefeller Center, Broadway, Times Square, Bryant Park, Grand Central Terminal, 5ª Avenue.

Dia 3. Universidad de Columbia. Paseo por Harlem: misa Gospel. Chelsea, Flatiron y Greenwich Village.

Dia 4. De compras por Jersey Gardens.

Dia 5. Financial District: Civic Center, Memorial 11-S. Estatua de la Libertad y Ellis Island. Soho y Tribeca.

Dia 6. Museo Guggenheim. Museo Metropolitan. Chinatown. Little Italy. Empire State Building.

Dia 7. Museo Intrepid. Puente de Brooklyn. Paseo por la Quinta Avenida.

Dia 8. Museo Historia Natural. Museo Madame Tussauds. Espectáculo Radio City Hall.

Dia 9. Top of the Rock. En bici por Central Park. Museo MOMA.

Dia 10. Vuelo New York-Madrid.

No hay que perderse:

 

  • Los rascacielos. Impresionan por su sobriedad, por su altura, por su diseño algunos de ellos y especialmente porque los hay por casi todas partes.  

  • Los museos Metropolitan y de Historia Natural. Los mejores museos que he visto en mi vida: muchísima información, orientados a disfrutarlos y aprender, entretenidos y enormes. Tienen de todo y de todas partes del mundo.

  • El MOMA y sus colecciones de Picasso.

  • Broadway y sus teatros. Ojalá todos los países cuidaran su cultura como aquí.

  • Nueva York en sí misma. Todos los rincones te suenan de una u otra película.  Solo tienes que pasear, observar y mirar para a un lado y a otro.

     

     

Medios de transporte:

  • Metro para desplazamientos largos (casi siempre)

  • Autobús para desplazamientos sin prisas.

  • Bicicleta para recorrer Central Park.

  • Barco para llegar a la estatua de la Libertad y Ellis Island.

Dia 1. Vuelo Madrid - New York. Llegada al alojamiento.

Aterrizamos en Nueva York bien entrada la tarde. Nuestra idea para hoy consistía únicamente en llegar a nuestro alojamiento (alrededor de 1 hora) y descansar del viaje para empezar con ganas al día siguiente.

El aeropuerto JFK tiene una línea de tranvía circular interna (Air Train) que conecta con las estaciones de metro Howard Beach y Jamaica Center, y desde aquí se conecta con Manhattan. En nuestro caso nos venía mejor la segunda, por lo que cogimos el AirTrain (5$) y desde Jamaica Center un billete simple de metro (2,75$) que nos llevaría, unos 60 minutos después y con algún transbordo intermedio, a nuestro alojamiento situado en uno de los barrio más al norte de la ciudad: Washington Heights.

Antes de venir a Nueva York es importante decidir 3 cosas: transporte, alojamiento y tarjeta turística.

Transporte. Por las enormes distancias de la ciudad, es imprescindible moverte en transporte de un lado a otro. Recomiendo encarecidamente sacar una tarjeta de transporte de metro-bus para 7 días (hay de otro número de días si no se va a estar tanto tiempo). Ahorras tiempo y dinero, y ganas tranquilidad.

El resto de días compramos los billetes simples (2,75$) y tratamos de movernos menos.

Alojamiento. Esto va por gustos y por precios. ¿Hotel o apartamento?¿Centro o afueras? En nuestro caso elegimos un apartamento con Air BnB en el alejado barrio de Washington Heights porque preferimos dormir en un lugar decente en un barrio tranquilo a pesar de la lejanía, que pagar un dineral por estar en el Midtown en un cuartucho con muy mala pinta. Ello nos permitía además poder hacer la compra y desayunar en casa a diario, como si estuviéramos viviendo allí. Y ahorrar, por supuesto.

Hay que tener muy en cuenta que el concepto de confort y relación calidad-precio es muy distinto en EEUU respecto de España. Otra cosa hubiera sido encontrar algún hotel decente, pero esto hay que hacerlo con varios meses de antelación para encontrar algo.

Tarjeta turística (New York Pass). Esto también depende de la cantidad de días y de visitas que quieras realizar. A diferencia de otras tarjetas de otras ciudades en las que no se incluyen sitios importantes, la de New York te da acceso sin colas a todos los sitios de interés de la ciudad, sin excepción. Creo que es bastante recomendable si vas a estar 5 o más días y vas a visitar 2 o 3 sitios por día. También hay que saber que cada entrada en New York ronda los 15-30$, lo cual no es nada barato.

En general, todo es caro en esta ciudad. Y en muchos casos (comida, alojamiento) de dudosa calidad.

Dia 2. Midtown: Rockefeller Center, Broadway, Times Square, Bryant Park, Grand Central Terminal.

Tras nuestro primer desayuno en nuestro apartamento neoyorkino, compramos en las máquinas de la  estación de metro nuestra tarjeta de transporte para los siguientes 7 días. El día de hoy lo dedicamos a pasear por todo el Midtown, pues en esta zona se concentran muchos de los mayores atractivos turísticos de la ciudad. Por un lado está la siempre abarrotada, iluminada e icónica plaza de Times Square, llena de letreros luminosos por todos lados y donde las principales marcas comerciales pelean por poner sus tiendas, las decenas (no exagero) de teatros de Broadway con sus llamativos carteles o la comercial calle 42 que, junto con la famosa 5ª avenida y el Rockefeller Center, está abarrotada de tiendas de todo tipo y gente por todos lados.

Aprovechamos también para comprar nuestra New York Pass de 5 días, justo al lado de Times Square, la cual activaríamos a partir del martes y hasta el sábado. Por ello concretamos nuestras visitas de pago en estos días, dejando para el resto de días las zonas que solo requerían pasear como el día de hoy. Hay que tener en cuenta además que los museos son gratuitos, como en Londres, aunque bien es cierto que en la mayoría de ellos lo indican de forma muy poco llamativa, por lo que es evidente que se espera que se pague la cantidad que se marca o, al menos, la voluntad. Al comprar la New York Pass, evitamos pasar el trago de ver la cara que te ponen al tratar de entrar en un museo sin pagar.

Más hacia el este, en torno a Park y Madison Avenues, se abre otra zona más tranquila, llena de rascacielos famosos dignos de ver como el JP Morgan, las torres Trump e IBM, el hotel Plaza o el hotel Waldorf Astoria. Aunque estos son sólo algunos, claro. Entre ellos se alza, totalmente fuera de lugar entre tanta modernidad, la catedral de St. Patrick. No nos llamó la atención lo más mínimo.

Nos desviamos un poco más al este hacia el East River hasta llegar a la sede de la ONU. A nivel turístico la verdad es que no merece la pena, aunque quisimos acercarnos por lo que significa a nivel mundial.

Regresamos hacia el oeste a la estación Gran Central, que recuerda a decenas de películas con su aire de estación de trenes de principios de siglo XX. Justo al lado destaca el enorme edificio Chrysler así como el curioso edificio Met Life.

Seguimos nuestra pateada hasta la Biblioteca de New York. Se puede visitar por dentro, y eso hicimos. Se recorren salas de estudio, temáticas, académicas y aulas magnas dignas de ver. Se agradece el silencio que se respira dentro, es como una isla dentro de esta bulliciosa ciudad. 

Al salir, ya de noche, nos acercamos al cercano y bonito parque Bryant. Al ser casi navidad, el parque estaba tomado por puestecitos navideños y, como no, una pista de hielo. Aunque la más famosa es la de la plaza Rockefeller, ésta no se queda atrás en encanto.

Tras todo el día pateando sin apenas descansar salvo para tomar un café o comer algo rápido, decidimos acercarnos a uno de esos sitios que te tienen que recomendar para ir, porque no sale en las guías. Me refiero a la terraza Fifth 360. Ubicada en el número 360 de la quinta avenida, se trata de una terraza chill out situada en el ático de un edificio desde la que se tienen unas vistas magníficas del Empire State Building, justo enfrente. Recomendable cien por cien y, para ser New York, no muy caro (8$ por cerveza)

Tras el momento relax, era hora de volver al hotel y cenar tranquilos en casa.  Estábamos agotados.

 

Dia 3. Universidad de Columbia. Paseo por Harlem: misa Gospel. Chelsea, Flatiron Building y Greenwich Village.

Tras desayunar en el apartamento, nos acercamos caminando hasta la parada de autobús que nos iba a llevar hacia el barrio de Morningside Heights. Elegimos bus porque en esta zona no hay tanto tráfico y así podíamos ir curioseando esta zona norte de la isla de Manhattan. A pesar de no ser demasiado frecuentado por turistas, quisimos acercarnos al monumento al general Grant, pensando que iba a ser un lugar emotivo con bonitas vistas al río Hudson. La verdad es que es bastante prescindible pues apenas se trata de un monumento conmemorativo. Desde aquí caminamos hasta la universidad de Columbia, donde hicimos unas cuantas fotos en el campus y poco más.

 

Después pensamos que acercarnos a Harlem caminando podía ser buena idea. Error. Tras unos 30 largos minutos por calles residenciales sin mucho interés llegamos a la calle principal del barrio: el bulevar Martin Luther King. No sé si por la pateada que llevábamos ya o porque era muy pronto pero el caso es que no nos encantó nuestro paseo por Harlem. Ni el famoso teatro Apollo ni los mercados de la zona ni locales típicos como el Silvia’s ni las en teoría calles más representativas del barrio nos encantaron. No es que sean zonas malas o feas, sino creo que más bien uno viene aquí con la idea de que todo va a estar igual que como era el barrio a comienzos de siglo pasado en cuanto a centro cultural del Jazz, Soul y cualquier otro ritmo afroamericano. Hoy día se trata de un barrio normal donde poder pasear, tomarte un café y comer en un buen restaurante, mientras rememoras lo que fue en el pasado en una revista.

No queríamos irnos de Harlem sin visitar una de las famosas misas Gospel que se celebran por el barrio los domingos. Probamos en un par de iglesias pequeñas nada turísticas, intentando huir del espectáculo algo irreal que algunos centros tienen montado para los turistas, pero no nos dejaron entrar al ver nuestras cámaras y tener el aforo lleno. No tuvimos más remedio que ir a una de las iglesias para turistas. Tras una cola de cerca de 1 hora conseguimos entrar (previa donación en un sobre cerrado) al teatro donde se celebraba la misa. Una vez sentados en las gradas, comienza la misa, por la que circulan diversas personas en grupo cantando a la vida y dando gracias a Dios, mientras sonaba un organillo horroroso. Muchas personas de entre el público y el escenario parecen entrar en trance cantando el Aleluya, bailando y saltando sin parar en lo que no me quedó muy claro si era algo real o ficticio.

Tras más de 1 hora de misa cantada salimos sin saber si nos había gustado o no. Lo que es seguro es que es algo original que no he visto en ningún otro sitio.

Serían las 13:00 del mediodía cuando nos pusimos a comer en uno de los restaurantes del barrio. En Harlem, y en todo New York, hay multitud de cadenas de restaurantes locales. En todos ellos puedes comer hamburguesas y carne en general de buena calidad (nada que ver con Burger King o Mc Donalds), y si tienes suerte incluso algo más variado como sándwiches, alitas de pollo o ensaladas, todo ello lleno de salsas. Olvídate de verduras, platos con cuchara, ensaladas ligeras o pescados, muy difíciles de encontrar sin pagar una millonada en un restaurante selecto.

Tras comer bastante bien tomamos otro bus en dirección sur hasta la plaza Madison, en pleno barrio de Chelsea. Nuestra idea para la tarde-noche era conocer el barrio de Greenwich Village y los alrededores de Washington Square, pues según leímos era una zona muy animada con decenas de bares, pubs y comercios modernos. A pesar de no ir bien de tiempo, sino todo lo contrario, aprovechamos para parar en Madison Square y así ver el famoso Flatiron Building, uno de los rascacielos más originales y antiguos de la ciudad, con su característica forma triangular formando esquina entre dos calles.

Tardamos bastante más de la cuenta porque no contamos con el tráfico del Midtown (error, teníamos que haber ido en metro), pero cuando llegamos a la zona nos olvidamos de todo.

El edificio es muy curioso y merece la pena acercarse a contemplarlo. Tras unas cuantas fotos seguimos caminando por la quinta avenida hasta llegar a la animada Washington Square, con su bonito arco, centro neurálgico del barrio. Muy cerca de allí se encuentra la calle más antigua de la ciudad (Washington Mews), hoy día no es más que un callejón empedrado.

Seguimos andando en dirección oeste hacia Jones St, Grove St o la más grande Christopher St. El aspecto de Greenwich Village aquí es bastante diferente, más acorde a lo que habíamos leído en algunas guías. Calles pequeñas, en distintas direcciones (parece una tontería porque en Europa estamos acostumbrados a ello pero en EEUU casi todas las calles de pueblos y ciudades son rectas, perpendiculares unas a otras), con zonas arboladas, comercios pequeños, restaurantes con encanto, y lo más famoso del barrio: sus locales de jazz. Por fín habíamos dado con este pequeño barrio de estilo europeo, sitio de bohemios y artistas. Nos acercamos al pub Fat Cat, donde dicen que Woody Allen suele tocar de vez en cuando, pero el siguiente espectáculo era demasiado tarde. Nos tomamos unas cervezas por allí mientras veíamos cómo caía la noche sobre el barrio y decidíamos qué hacer.

A falta de jazz, y más por mis ansias de ver todo que por ganas, nos acercamos al High Line, situado más al oeste de Greenwich. Se trata de una antigua vía de tren que ha sido reaprovechada para construir un parque urbano elevado que pasa por entre los edificios. La zona era industrial pero está siendo rehabilitada para otros usos más comerciales, por lo que existen algunos edificios en construcción.

El paseo, de unos 45 minutos, es agradable y tiene su encanto ver los rascacielos (si, aquí también hay) iluminados y desde una posición elevada unos 20-30 metros por encima del suelo. Lo único a tener en cuenta es que el parque cierra creo recordar que a las 19:00.

Tras este último paseo, y sin mucho ánimo de hacer nada más por todo lo pateado hoy, nos fuimos directos al hotel sin cenar. Solo queríamos descansar.

A mí se me quedó la espinita clavada de no haber disfrutado un poco más de Greenwich, pero habíamos sido muy optimistas con el día de hoy y nos pasamos de ver sitios.

 

Dia 4. De compras por Jersey Gardens.

Todo el mundo que viene a New York va a uno de estos centros comerciales tan americanos donde puedes encontrar ropa de marca a precios de outlet. La gente va incluso con maletas vacías para poder transportar las compras sin cargar con decenas de bolsas y hacerte polvo las manos. Nos pareció una tontería pero, al regresar, nos dimos cuenta que hubiera sido una buena opción.

Aunque hay varios por las afueras de la ciudad, decidimos ir a Jersery Gardens porque es relativamente fácil ir hasta allí. Sobre las 9:00 estábamos listos en Penn Station para coger un autobús que, por unos 30$ i/v, nos llevaría en ‘escasos’ 45 minutos a un centro comercial enorme situado en New Jersey.

Eran las 10:00, apenas había gente y teníamos todo el día para comprar.

A las 19:00 y con unas cuantas bolsas encima, decidimos que era hora de regresar. Estábamos exhaustos y hasta agobiados con tanta posibilidad de compras. No nos dio tiempo a verlo todo, y eso que comimos deprisa y corriendo en uno de los restaurantes de comida rápida que había.

Aunque reniegues, como yo, de esta locura de gastar y comprar tantas cosas, sean o no necesarias (yo veía absurdo dedicar un día entero a ir de compras), es inevitable que compres algo si vienes. Aquí tienes marcas que en España son caras (Calvin Klein, Tommy, NB, Nike, Levis, etc), a precios de outlet. Y se notan los precios. Como digo yo, al precio de un jersey de Zara en España puedes comprar aquí un jersey Burberry. Tú decides si es mejor o peor calidad. Sobre las 21:00 llegamos al apartamento. Perfecto para ducharnos, preparar la cena, ver un rato la tele y echarnos a dormir. 

Dia 5. Financial District: Civic Center, Memorial 11-S. Estatua de la Libertad y Ellis Island. Soho y Tribeca.

Hoy era nuestro primer día con la New York Pass.  Nos fuimos directos a la zona más al sur de Manhattan, al Financial District. Desde Chambers St llegamos al Civic Center, lugar donde se encuentran algunos de los edificios emblemáticos de la ciudad relacionados con el ayuntamiento de la misma, como la Corte Suprema, el City Hall, el Manhattan Borough o los juzgados de la ciudad. Todos ellos, como no podía ser menos, edificios enormes, sobrios y muy elegantes.  Al otro lado del City Hall Park se encuentra el famoso edificio Woolworth, uno de los más antiguos de la ciudad y lleno de curiosidades.  Muy próximos ya a la zona 0, la capilla de St Paul es hoy un lugar de culto muy relacionado con los atentados del 11s, pues fue el lugar donde se congregó mucha gente huyendo de allí, y milagrosamente se mantuvo en pie tras el derrumbe de las torres gemelas.  Es una iglesia antigua que parece estar totalmente fuera de lugar rodeada de rascacielos por todas partes.

La zona 0 es hoy día un gran espacio abierto donde destacan dos enormes agujeros donde en su día estuvieron las torres gemelas. Está rodeado por los nombres de todos los fallecidos. Es un lugar muy emotivo y que toca la fibra sensible al pensar en los trágicos atentados que se vivieron en ese mismo lugar. El Memorial 11-s es un edificio muy próximo que se construyó como homenaje a las víctimas del 11s y como recuerdo de todo lo que allí sucedió. Es muy sensacionalista y patriótico, tocando la fibra sensible en muchas salas. La cantidad de información es ingente, desde las últimas conversaciones de pasajeros de los aviones estrellados, pertenencias de todo tipo encontradas tras los derrumbes o miles de fotos y videos de todo tipo. Bajo mi punto de vista, y a pesar de que en este caso puede estar justificado, sigue la línea tan americana de ‘buenos contra malos’.

Tras la visita, comimos algo rápido en una pizzería cercana y nos acercamos a la zona de Wall Street, desde donde se mueven los hilos económicos del mundo. Desde el Federal Hall se tiene la foto típica que todo turista busca. Poco tiene que ofrecer esta zona, llena de sedes de bancos o la Reserva Federal americana, donde dicen que se guarda la mayor cantidad de lingotes de oro del mundo. Dimos un paseo por la zona, contemplamos decenas de nuevos rascacielos y por último tratamos de ver de cerca el toro de Wall Street. Se le reconoce fácil por estar siempre rodeado de turistas tratando de hacer la típica foto tonta al lado de él. Estuvimos 5 minutos contemplando la escena: turista posando, foto, turista posando, foto, pelea por el turno con otro turista, foto. Así sin parar. Increíble lo tontos que somos a veces.

Tras el ‘Charging Bull’, nos fuimos literalmente corriendo al embarcadero que nos iba a llevar a la estatua de la Libertad. Lo cogimos por los pelos, subimos a la parte de arriba, nos abrigamos y nos preparamos para ver las mejores vistas de la ciudad desde el agua.

El barco para primero en la estatua de la Libertad y después continúa trayecto hasta Ellis island. Nosotros elegimos parar solo en Ellis island, ya que subir a la estatua de la libertad no nos motivaba demasiado (además de ser muy caro y haber muchas colas) y preferimos verla desde lejos.

Al cabo de unos 40 minutos llegamos a Ellis Island, donde se puede contemplar hoy día el museo de la inmigración. Este lugar era a principios y hasta mediados de siglo el único punto de entrada al país para los extranjeros. Aquí se les hacía un reconocimiento médico exhaustivo, control de documentación y chequeo general de ‘aptitud’. Si el inmigrante era considerado ‘apto’ era aceptado para trabajar en el país de las oportunidades de aquella época. Y si no, se le negaba la entrada. Curiosa y poco ética manera de seleccionar a personas. Aunque claro, en este país se ve de otra forma. 

Museo recomendado si te gusta la historia de principios de siglo.

A la vuelta a Manhattan, en pleno atardecer, se tienen las mejores vistas de la bahía de Nueva York y su famoso skyline. No fue casualidad elegir esta hora para hacer esta visita, jeje.

A la vuelta, ya de noche, se nos ocurrió la brillante idea de ir hacia Tribeca andando por Church St hasta llegar a Canal St. Buscábamos un restaurante bueno, y ésta es una de las mejores zonas para ello. Hay decenas de sitios chulos, modernos y con todo tipo de comida. Cenamos una de las mejores hamburguesas que he comido en mi vida, y claro está, pagamos por ello un dineral. Esto es NYC.

Dia 6. Museo Guggenheim. Museo Metropolitan. Chinatown. Little Italy. Empire State Building.

Hoy tocaba por fin día de museos. Empezamos por el Guggenheim. Es un museo de arte moderno que no nos gustó para nada, salvo algún que otro cuadro de Picasso. Lo que si nos gustó fue el edificio en sí, digno de una vista por sí solo, que forma un enorme agujero central en torno al que sube una escalera de caracol por las diversas plantas. Merece la pena acercarse aunque solo sea para ver el edificio por dentro. Como casi todo en NYC, nos recordó a alguna que otra película de James Bond rodada aquí.

Al cabo de poco más de 1 hora, nos acercamos caminando al destino central del día: El Metropolitan.

Este enorme museo tiene de todo: pintura y escultura de todas las épocas y estilos, desde el siglo XVI hasta la actualidad, incluidos decenas de cuadros de pintores europeos; miles de objetos de la mayoría de civilizaciones de cualquier época de la Tierra, desde Mesopotamia pasando por Roma o Egipto, o culturas como las de Oceanía, Amazonía o Centro América. Llama mucho la atención la cantidad de reproducciones arquitectónicas que tienen: templos egipcios, iglesias medievales europeas, jardines japoneses, patios árabes, palacios austríacos. Todo a lo grande. Y todo original. A diferencia de los museos británicos o franceses, que se hicieron con gran cantidad de patrimonio de los países que colonizaban, en EEUU la mayoría de lo que hay es comprado, o reproducido tal y como debería ser. O eso al menos se indica en muchos carteles.

La cantidad de información que tiene el museo es enorme y muy detallada. Se tardarían varias semanas en ver todo el museo al detalle. Nosotros le dedicamos unas 4-5 horas y acabamos exhaustos de tantísima información. Eso sí, salimos encantados con todo lo que tienen aquí. Único en el mundo.

Salimos con el tiempo justo para comer algo rápido y cogimos el metro a nuestro último destino del día: la zona de Chinatown y Little Italy. La verdad es que no nos esperábamos gran cosa de esta zona, pero había que verla. Es un barrio lleno de comercios chinos de todo tipo, desde los típicos restaurantes con los patos laqueados colgando en la cristalera hasta peluquerías, joyerías, fruterías, mercados, etc. Es un barrio donde el comercio chino copa todos los locales. Supongo que llamará la atención si no has conocido algún otro barrio chino en alguna otra ciudad, pero como en nuestro caso conocíamos varios ya en otras ciudades como Londres o LA, no nos llamó demasiado la atención.

Nos acercamos a Little Italy, muy cerca. Hoy día no es ni de lejos lo que fue. Solo quedan una docena de restaurantes italianos, un cartel luminoso a la entrada de la calle principal y alguna que otra toma de agua pintada con los colores de la bandera italiana. En unos años desaparecerá engullido por los comercios chinos.

Como no nos gustó demasiado esta zona decidimos cambiar de planes y aprovechar que no era demasiado tarde para otro plato fuerte del viaje: subir al mítico Empire State Building, de noche.

Recomendado 100% por las vistas, porque de noche tiene un encanto especial, porque es una visita obligada y porque de noche hay muchísima menos gente.

Llama la atención el ejército, literalmente, de gente trabajando aquí: 3-4 tíos de seguridad, otros tantos para vender los tickets, otros 2-3 para controlar los tickets, otros más para los ascensores. Por tener, tienen hasta una fotógrafo con un croma del Empire para venderte la foto después y, lo más increíble, una animadora para hacerte sonreir en dicha foto. De locos. Más adelante en el viaje nos fuimos dando cuenta que éste no era el único lugar turístico que funcionaba con tanto personal, de hecho en la mayoría trabaja muchísima gente.

Si no sabes si subir al Empire o al Top of the Rock, una opción puede ser subir a uno de noche y a otro de día, tal y como hicimos nosotros. Así no te pierdes las vistas de Central Park o del propio Empire desde el Top of the Rock y del Financial District desde el Empire State.

Poco más nos deparó el día, salvo nuestra ración diaria de gente rara en el metro. Desde gente hablando sola a colgados bailando o cantando como en estado de trance. NYC está llena de gente rara, y seguro que tras unos días ves por tus propios ojos a lo que me refiero.

Respecto al metro, al principio te puede dar un poco de miedo por la oscuridad y suciedad en general, da igual la línea, incluso ver alguna rata es habitual. Pero al cabo de los días te acostumbras. No creo que, en general, sea peligroso moverte por él, de hecho ves a gente de todo tipo y condición a todas horas. Simplemente hay que acostumbrarse de que aquí la limpieza brilla por su ausencia. Prometo de hecho no hablar mal nunca más del metro de Madrid, Barcelona o Bilbao. No sabemos lo que tenemos.

Dia 7. Museo Intrepid. Brooklyn. Paseo por la Quinta Avenida.

Segundo día de museos. Éste tenía especial interés en visitarlo, aunque mi chica no pensara lo mismo, y eso que ella trabaja en el ámbito de defensa y seguridad. Quizá también pos eso, para ella no era algo tan "especial".

El museo Intrepid es un museo ‘para hombres’ (hablo en general, por supuesto que a las mujeres les puede gustar, que no se me entienda mal).

Está lleno de aviones militares, helicópteros, un submarino, material de guerra y como atracción principal, el portaaviones Intrepid, que se puede visitar de arriba abajo, incluyendo cocinas, salas de máquinas, de control o de radio, comedores, dormitorios, además de la cubierta principal, por la que se puede andar libremente. Es un museo que no se puede ver en casi ninguna parte del mundo (salvo en Londres, donde hay otro similar). Dispone de varias decenas de aviones y helicópteros militares, casi todos americanos, y de varias épocas, incluyendo el mítico Cobra de la guerra de Vietnam, el Lockheed o alguno de la segunda guerra mundial. Tienen incluso un Concorde real. Aluciné.

Las plantas intermedias del buque tienen multitud de artilugios de guerra, tecnología naval o aérea, simuladores, una colección de motores de aviones e incluso un museo dedicado a la guerra de Vietnam. Éste no me gustó pues sólo da la versión americana (‘nosotros somos los buenos y vamos a Vietnam a acabar con los malos’). Recomendado perderse por las diversas escaleras que suben y bajan entre plantas, pasillos y salas del buque.

A la salida del portaaviones no hay que perderse el submarino que hay en una de las dársenas. Se puede visitar por dentro, pasando por todas las estancias del mismo, incluyendo la sala de torpedos, los camarotes, la sala de radares y sónar o tocar el periscopio. Visita obligada. Eso sí, es un tanto claustrofóbico. 

En total, le dedicamos unas 2-3 horas a todo el conjunto.

Con el subidón de la visita, nuestro siguiente destino fue el barrio de Brooklyn.

Nos bajamos del metro en Lafayette Av, en pleno centro de Brooklyn. Lo primero que hicimos fue comer, y por suerte vimos cerca un Dallas BBQ.  Junto con Shake Shack, dos de las cadenas de comida rápida por excelencia en la ciudad. La primera recomendable para comer abundante en salones grandes llenos de decoración americana (carteles, luces, sillones grandes, musica de fondo, etc) y la segunda tipo Mc Donalds pero con hamburguesas mucho mejores y donde se puede pedir un batido de frutas, de ahí el nombre del local.

Tras la comida, dimos una vuelta por los alrededores en dirección al East River. La zona es bastante residencial y no tiene demasiado interés, o eso nos pareció. Al llegar a los embarcaderos la cosa cambia, pues enfrente empiezas a ver Manhattan. En la zona de DUMBO, justo debajo del famoso puente, la cosa cambia pues está llena de gente. Es bastante agradable dar un paseo por la zona del Carrusel de Jane y los antiguos almacenes de St Ann, viendo a un lado el puente de Brooklyn y al otro el puente de Manhattan. Aunque lo que más nos gustó fue, sin duda, el propio puente en sí mismo. Es una construcción muy chula llena de cables de sujeción por todos lados, con una planta para el tráfico rodado y otra para peatones y bicis. Desde allí las vistas son excepcionales de toda la bahía, el East River e incluso la estatua de la Libertad al fondo. Y si vienes al atardecer, de nuevo es un valor añadido.

Tras disfrutar de los cerca de 2km de paseo de un lado a otro del puente, tomamos el metro en dirección al Midtown. No teníamos nada más previsto para hoy por lo que nos dejamos llevar sin rumbo fijo por los alrededores de la 5ª Avenida y sus tiendas de lujo, el Rockefeller Center y su navideña pista de hielo, Times Square y sus luces de neón o los llamativos teatros de Broadway.  Aprovechamos para entrar a tiendas curiosas por si mismas como el Apple Store, la tienda Disney o la tienda de M&Ms.

Dia 8. Museo Historia Natural. Museo Madame Tussauds. Espectáculo Radio City Hall.

Tercer día de museos. Aprovechando que el museo abría a las 10:00, nos bajamos en la estación de Columbus Center para dar un paseo de unos 20 minutos desde allí hasta el museo. En esta calle se encuentran una serie de edificios conocidos como el Century Condominium, el edificio donde se rodó la peli de Ghostbusters junto a la iglesia de la Trinidad, los apartamentos Majestic  o el edificio Dakota. Si vas justo de tiempo, totalmente prescindible.

Una vez en el museo de Historia Natural, dejamos las cazadoras y mochilas en consigna y nos hicimos con un mapa. Aquí empezamos a agobiarnos por la cantidad de plantas y temas que hay en cada una de ellas.

Hay varias dedicadas a las distintas civilizaciones de la Tierra, de todos los continentes y épocas, donde se puede aprender cosas tan dispares como las costumbres, la forma de vida, los rituales, las formas de cazar, la arquitectura tradicional o los medios de supervivencia según el entorno en el que viven.  Esta parte es alucinante y llena de información detalladísima, videos, maquetas, objetos reales, fotos.

Otra de las zonas importantes es la dedicada a los dinosaurios. Tienen todos los tipos, algunos incluso en tamaño real como el T-Rex, el diplodocus o los mamuts. Incluso dinosaurios acuáticos.

A destacar también la zona dedicada a la ciencia, el espacio y la astronomía, un mundo aparte y, cómo no, muy didáctico y completo, lleno de información por todas partes.

Otra de las mejores zonas y por la que recordaré este museo es la dedicada a los animales. Está compuesto por una especie de escaparates donde se reproduce en tres dimensiones y a tamaño real el hábitat de cada especie animal, con plantas reales y animales disecados.  Es increíble lo reales que parecen. Está muy logrado y te llevas una impresión real de cómo es y cómo vive el animal representado. Hay de nuevo todos los animales que te puedas imaginar, aunque los que más impresionan son los más grandes y especialmente los americanos como los bisontes.

Muy buena especialmente la zona de animales acuáticos y antárticos, con ballena a tamaño real incluida, osos polares y delfines saltando por el mar.

Además de todo lo comentado, llama la atención especialmente la ambientación musical de todo el museo, acorde a lo que estás viendo. Cuando estás viendo animales acuáticos suena de fondo el mar, cuando estás conociendo la cultura árabe suena música árabe o cuando estás entrando en la parte dedicada a Oceanía suenan ritmos tribales. De 10. 

Era difícil superar la calidad y cantidad del museo Metropolitan, pero la verdad es que el museo de Historia Natural se le queda muy muy cerca o incluso le supera. No sé cuál de los dos, cada uno en su estilo, me gustó y me abrumó más.

Tras unas 4 horas de visita al museo (aunque se podría estar todo el día), nos fuimos a comer al Shake Shack de la 8ª avenida, pues no queríamos perder demasiado tiempo comiendo. Como comenté anteriormente, es un tipo Mc Donalds pero con hamburguesas de calidad y más o menos baratas.

Serían sobre las 16:00, y como hasta las 21:30 no teníamos nada previsto, decidimos pasarnos por el museo de cera Madame Tussauds.

Si no hubíeramos tenido el NYC Pass no hubiéramos entrado pero la verdad es que es un museo bastante divertido y ameno para pasar 1-2 horas. Está totalmente dedicado al visitante. Puedes tocar todas las figuras, acercarte a ellas y hacerte fotos por todos lados. Puedes abrazar al Papa, combatir con Muhamed Alí, sentarte a la mesa con Geroge Clooney o abrazar a Julia Roberts, por poner algunos ejemplos. 

Muchos museos europeos deberían aprender de los americanos en hacer los museos amenos y accesibles a los visitantes, quizá los visitaría más gente.

Sobre las 21:00, y habiendo cenado algo rápido en un bar cualquiera, nos acercamos al Radio City Hall para ver el espectáculo de las famosas Rockettes (bailarinas), cuyas entradas habíamos comprado un mes antes. Estuvimos dudando entre teatro en Broadway o esto, y finalmente nos decidimos por esto por ser un evento típicamente navideño, además de ser algo más difícil de ver en otra parte del mundo.

Y la verdad es que mereció la pena a pesar del elevado precio.

El show es espectacular y muy ameno. Las bailarinas tienen varios números en los que se disfrazan varias veces, bailan, cantan y se mueven de una forma totalmente acompasada, con legiones de extras y atrezzo acompañándolas. 

Al salir del espectáculo, bien entrada la noche, nos fuimos directos al apartamento.

Dia 9. Top of the Rock. En bici por Central Park. Museo MOMA.

Penúltimo día en NYC.  A primera hora nos acercamos al segundo rascacielos de la ciudad al que se puede subir, el Top of the Rock del Rockefeller Center. Buscábamos evitar las colas yendo pronto y efectivamente las evitamos. 

Las vistas desde lo alto son igual de espectaculares que desde el Empire, con el aliciente de poder ver el propio Empire, destacando en mitad de Manhattan y al otro lado el oasis verde de Central Park. No nos sorprendió tanto como el Empire, pue éste fue la novedad, pero las vistas son realmente impresionantes.

Al bajar nos dirigimos hacia la 59st para alquilar unas bicicletas.

Nuestra idea era recorrer Central Park en bici, pues es el medio idóneo para visitar este enorme parque sin acabar exhausto. Nos acercamos a los varios lagos que hay, a los alrededores de los museos Metropolitan e Historia Naturalk, al castillo de Belvedere, a la terraza  Bethesda o al punto donde se encuentra la famosa frase ‘Imagine’, muy cerca del edificio Dakota donde murió asesinado John Lennon. Un par de horas muy agradables. A pesar de que en Diciembre no es el mejor momento para visitar el parque pues todos los arboles están sin hojas y hace frio, estaba abarrotado de gente practicando deporte o paseando sin más.

Como sensación general, nos pareció un parque de ciudad sin demasiado interés especial, salvo las propias de cualquier parque como zona para practicar deporte, respirar aire puro y relajarse y las que, como todo en esta ciudad, te recuerdan a películas o series.

La última parte del día, una vez comidos, la dedicamos a ver el último de los museos que queríamos visitar: El Museo de Arte Moderno o MOMA. Le dedicamos unas 2 horas, pues no es demasiado grande a pesar de tener varias plantas.

Lo más interesante desde nuestro punto de vista como inexpertos en arte fue, sin duda, la planta temporal dedicada a Picasso, tanto a sus pinturas como a sus esculturas. Es aquí donde se encuentran, entre otros, el famoso cuadro de las señoritas de Avignon, el de los Tres Musicos o las tan extrañas, personales e intrigantes esculturas del artista malagueño. Nos sorprendió el ingenio y personalidad tan marcada en todas sus obras, aún sin ser expertos en la materia.

En nuestra última noche en NYC nos dimos una última vuelta de despedida por Times Square. El viaje estaba tocando a su fin y queríamos despedirnos de quizá la zona más emblemática de la ciudad.

Dia 10. Regreso a Madrid.

Último día en NYC. Día de hacer la maleta, cargar con ella por el metro, cambiar de transporte varias veces, esperar el avión de regreso y finalmente volar unas 8 horas hasta Madrid. Lo peor del viaje, sin duda, la vuelta. Bye bye New York!

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