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LAPONIA FINLANDESA
10 dias

 

Dia 1. Vuelo Madrid-Helsinki. Helsinki. Tren nocturno Helsinki-Rovaniemi.

Dia 2. Rovaniemi. Bus Rovaniemi-Levi. Dormir en Levi.

Dia 3. Esqui de fondo. Tour granja de huskies. Dormir en Levi.

Dia 4. Bicicleta big foot. Raquetas de nieve. Dormir en Levi.

Dia 5. Bus Levi-Rovaniemi. Museo Arktikum. Dormir en Rovaniemi.

Dia 6. Santa Claus Village. Dormir en Rovaniemi.

Dia 7. En coche Rovaniemi-Sodankyla-Tankavaara-Saariselka. Tour Auroras Boreales. Dormir en Saariselka.

Dia 8. Tour moto de nieve + pesca lago helado. Dormir en Saariselka.

Dia 9. Lago Inari-Ivalo por libre. Museo cultura Sami. Dormir en Saariselka.

Dia 10. En coche Saariselka-Rovaniemi. Tren nocturno Rovaniemi-Helsinki.

Dia 11. Helsinki. Vuelo Helsinki-Madrid.

Motivos para ir:

 

  • Naturaleza polar. Los paisajes nevados y solitarios de esta vasta región nórdica, una de las menos pobladas de toda Europa, te descubrirán el mundo totalmente inhóspito y diferente.

  • Actividades en la nieve. Pasear en un trineo de huskies, conducir una moto de nieve, pescar en lagos helados o disfrutar de kilómetros de pistas de esquí nórdico son algunas de las posibilidades de ocio que se disfrutan mucho más en estas latitudes. 

  • Auroras boreales. Lugar privilegiado para poder observar las famosísimas luces del norte.

  • Para conocer a Santa Claus. Ilusionante para muchos, puro marketing para otros.

 

Medios de transporte:

  • Tren nocturno. Toda una experiencia para viajar desde Oslo hasta el lejano círculo polar. 

  • Autobús. Traslado entre Rovaniemi y Levi, ida y vuelta.

  • Coche de alquiler. Ideal para moverte de forma independiente al norte de Rovaniemi.

 

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Introducción

 

¿Por qué Laponia finlandesa?

 

Laponia es una región que comprende las zonas más septentrionales de Noruega, Suecia y Finlandia, aquellas por encima del círculo polar ártico y conocidas por ser el hogar de los Saami, poblaciones autóctonas de toda la zona. 

Si elegimos la Laponia finlandesa fue porque es, sin duda, la más desarrollada turísticamente, además de disponer del atractivo de contar con el pueblo de Santa Claus (del que hablaré más adelante).

Por otro lado ya conocíamos parte de la Laponia noruega (Islas Lofoten y Tromso).

 

Viaje polar

Cuando comenzamos a preparar este viaje a Laponia nuestra principal motivación era, sin duda, conocer una región polar en época invernal. Nuestra única experiencia similar fue el viaje a Rusia que hicimos hace unos años, el cual nos encantó y sorprendió a partes iguales. Si bien en esta época (comienzos de diciembre) no es aún invierno, en las latitudes superiores al círculo polar ártico (y Rovaniemi marca esta línea) la nieve y el frío están asegurados desde finales de noviembre. Es más, si no estás acostumbrado (y equipado) a las condiciones extremas polares, es mejor no venir en pleno invierno, pues las temperaturas oscilan entre los -10º y -30º y las horas de luz se reducen a 2-3 al día, dejando muy pocas opciones para poder disfrutar en estas condiciones extremas.

En nuestro viaje no hemos tenido mucha suerte con la nieve (Rovaniemi apenas estaba cubierto por 1-2cm), y hemos tenido que adentrarnos bien la región polar (Levi, Saariselka), para encontrar más de 5-10 cm de nieve.

La temperatura ha sido ‘asumible’ para un europeo del sur como nosotros, pues ha rondado entre 0º y -15º. Aunque hemos  aguantado bien equipados con ropa de esquí y varias capas de ropa térmica/gorros/guantes encima, la verdad es que es un frío que se mete en el cuerpo al cabo de unas horas, por mucha ropa que lleves.

Si hablamos de horas de luz, hay que decir que en esta época el sol sale sobre las 10:00 y se pone sobre las 15:00, con lo que apenas se dispone de 5 horas de luz al día. Un fenómeno que se da en estas latitudes es el kaamos, una especie de luz de atardecer continuo que se observa durante las 2 o 3 horas siguientes a la puesta de sol.

La verdad es que las diferentes tonalidades de colores en el cielo es una de las cosas que más nos ha sorprendido en este viaje. En el kaamos teníamos los colores ocres, amarillos y rojizos, mientras que por las noches los tonos verdes y verde azulados son los característicos de las auroras boreales.

 

Ropa

En este viaje creo que merece una mención especial este apartado: ¿Qué ropa me llevo a Laponia?

Nosotros hemos utilizado la técnica de las capas que se utiliza en actividades en la montaña, y nos ha sido suficiente. La primera capa a llevar siempre es una camiseta térmica pegada al cuerpo para mantener tu calor corporal. Fundamental. La segunda capa debe ser una capa de abrigo intermedio, algo con tejido polartec o similar. La tercera capa una prenda de abrigo algo más grande que la anterior, tipo polar o chaqueta de borrego interior. La última una buena cazadora, puede valer una de esquí o de montaña, que te aísle en caso de nieve y disponga de gorro que te proteja cuello y cabeza.

Si no dispones de este tipo de material, yo al menos me compraría la primera capa térmica y la última cazadora de esquí. Para las 2 intermedias se pueden utilizar jerseys u otro material de abrigo no técnico.  No hay que preocuparse por la sudoración pues te vas a olvidar de ella el tiempo que estés aquí.

Además de todo esto, es imprescindible llevar varios pares de guantes, idealmente unos finos que no te quites nunca y te den movilidad, y luego otros por encima que te den calor y te aíslen del frío. Fundamental también llevar la cabeza y cuello siempre protegidos con uno o varios buffs y gorros. Evitar las bufandas o pareos que no se te pegan al cuerpo ni te protegen de la nieve, además de ocupar mucho espacio.

En cuanto a los calcetines, hay que llevarse los más calentitos que se tengan, mejor si son de lana o de montaña, los mejores para conservar el calor. Llevar varios pares para ponerse a la vez, serán necesarios. Hacer pruebas con el calzado para verificar que entran. Los pies es la parte del cuerpo que antes se enfriará.

Y por último el calzado. Lo mejor es llevar unas botas de nieve o de montaña, de caña alta. Que protejan del frío y la nieve y te den comodidad.

¿Qué actividades se pueden hacer en estas condiciones polares?

 

Nos hemos encontrado 2 tipos de turistas en este viaje, cada una relacionada con ciertas actividades:

 

  1. Turismo familiar. Son familias que viajan con niños y realizan actividades por y para ellos, casi todas relacionadas con Santa Claus: visitar el pueblo de Santa Claus, pasear en trineo con renos de Santa Claus, conocer una granja de huskies de Santa Claus, dedicar el día a un parque de atracciones de Santa Claus, visitar el zoo de Ranua, etc. En este caso creo que no necesitas salir del entorno de Rovaniemi, pues tienes suficientes atracciones a su alrededor para disfrutarlas durante 4 o 5 días.

  2. Turismo polar. Los que vienen para disfrutar del entorno polar y, sobre todo, de las auroras boreales. En este caso, nuestro caso, se hace casi imprescindible adentrarte más al norte de Rovaniemi, por la zona de Saariselka, Inari o Levi. Las distintas actividades están todas relacionadas con la nieve: esquí de fondo, de travesía o alpino, raquetas, travesías a pie, motos de nieve, pesca en hielo, etc. Y como no, las auroras boreales.

 

Todas las actividades que se pueden realizar en Laponia son de pago, pues en todas ellas se necesita de algún material, vehículo o herramienta de la que seguro que no vas a disponer y por la que se hace difícil hacerlo por libre. Y no son nada baratas ninguna de ellas, superando todas ellas los 70-80€ por una hora de actividad.

Hay muchas webs de empresas ofreciendo las distintas actividades, y casi todas tienen similares características y precios. Sólo tienes que elegir las que más te llamen la atención en base a tu presupuesto y reservar día/hora.

Otro de los motivos por el que se hace imprescindible contratar las actividades con estas empresas es porque todas ellas te ofrecen monos polares de una pieza, totalmente necesarios para realizar las actividades al aire libre y no morir de frío en el intento.

Poco más se puede hacer con el clima tan extremo de estas latitudes, salvo tomar una cerveza en algún bar o entrar en alguna tienda o centro comercial, siempre que la población sea lo suficientemente grande, claro.

 

Auroras boreales.

Una de las actividades más demandadas es, curiosamente, la única que se puede realizar por libre. Me estoy refiriendo al avistamiento de auroras boreales. Para poder verlas sólo es necesario que se den las condiciones climáticas oportunas, y estas condiciones no las puede garantizar ninguna empresa.

Lo único que las empresas te pueden garantizar es conocer los mejores lugares desde donde contemplarlas o tratar de recorrer algunos kilómetros para ‘perseguirlas’ según van cambiando los puntos de mejor visualización (esto último lo ofrecen muy pocas, ya que la mayoría simplemente te lleva a un punto elevado desde donde observar el cielo con claridad). Pero nunca garantía de poder verlas. Que no te engañen.

Mi recomendación es no contratar ningún tour para ver auroras hasta al menos 2 o 3 días antes, una vez dispongas ya de una predicción del tiempo más o menos fiable que te dé unas ciertas probabilidades de éxito.

Existen diversas webs que te indican, minuto a minuto, las probabilidades de verlas en el punto exacto donde te encuentras. Estas probabilidades se basan en la cantidad de nubes que cubren el cielo y la actividad solar medida en el llamado índice KP (por debajo de KP=2 no se ven). Cuanto más al norte, mayor KP y mayor probabilidad de verlas, siempre que haya cielos claros. Si el cielo está 100% cubierto de nubes, hay que olvidarse de verlas.

En nuestro caso, cometimos el error de contratar desde España un tour de avistamiento de auroras, y cuando llegó el día estaba totalmente nublado. No vimos nada. Y la empresa no te deja cancelar. Error de principiante.

Para poder verlas a tu aire es imprescindible disponer de un coche para poder moverte a un punto elevado en caso de que haya probabilidad de verlas. Y también es necesario conocer algún punto o zona a la que acercarse para verlas. Cuanto más elevado o cerca de lagos o lagunas, mejor. Y también cuanto más alejado de las poblaciones y, por tanto, de hoteles y alojamientos, más fácil será verlas.

Existe también la opción de alojarse en unas cabañas con techo panorámico y acristalado, muy demandadas y de moda últimamente según nos contaron. Nosotros no lo probamos por su disparatado precio (300-500€ noche), pero dudo que se pueda ver alguna aurora desde dentro salvo que esté situada justo encima de la misma y tengas la suerte de dormir en la noche en que se produzcan.

Tras recoger a Laura, pusimos rumbo a Delfos, por una autovía en buen estado. Tras unas 2 horas, ya casi de noche, llegamos a Delfos, justo en las laderas del monte Parnaso.

Dejamos las cosas en el hotel y cogimos de nuevo el coche para visitar el pueblo de Arachova, a unos 5 minutos en coche. Se trata de un pueblo de montaña, con varios rincones bonitos para visitar, tiendas de recuerdos y varios restaurantes.

Como era de noche y no había mucha gente en este pueblo, nos fuimos de nuevo a Delfos, donde buscamos un restaurante para cenar. Tras la cena no queríamos irnos a dormir por lo que preguntamos a los del restaurante, que nos indicaron un pub donde bailar y tomar algo. Y resultó que estaba lleno de gente. Y claro, 12 españoles con ganas de fiesta llaman la atención. Al poco estábamos bailando encima de la barra, haciendo coreografías con canciones españolas que nos ponía el DJ y bailando con el resto de gente del garito. Una gran segunda noche!!!

Coche de alquiler. ¿Es seguro?

Nosotros estuvimos haciéndonos esta misma pregunta durante varios días. Hemos conducido en los Alpes con coches con ruedas de invierno y carreteras con nieve recién caída, pero en Laponia teníamos dudas pues la conducción es más bien sobre hielo, pues la nieve caída no se llega a derretir en forma de agua debido a las constantes bajas temperaturas, sino que se convierte en hielo.

Y estas dudas no se nos quitarían hasta que llegamos allí y comenzamos a conducir. De hecho nuestra visita a Levi la hicimos en autobús (ida/vuelta desde Rovaniemi) porque no nos llegamos a fiar de conducir nuestro propio coche. Una equivocación, pues ello nos impidió movernos por la zona como hubiéramos querido.

Conducir en las carreteras heladas laponas es posible sin experiencia previa. Sólo es necesario tener una dosis extra de prudencia y aplicar medidas de sentido común: dejar distancia adicional de seguridad con el coche que te precede, pisar el freno lo justo y siempre con toques cortos, no pasar nunca de 90-100 km/hora y sólo en tramos sin curvas, mantener siempre el coche controlado, reducir la velocidad en caso de inestabilidad por placas de hielo. Con estas medidas y confianza absoluta en los neumáticos de invierno llenos de clavos de que disponen por ley todos los vehículos, se puede conducir con seguridad y sin mayor problema.

Como medida extra de precaución añadiría intentar conducir siempre con las horas de luz o de kaamos. Con ello tenemos mejor visibilidad y menos riesgo en caso de accidente o problema en el vehículo. Y siempre llevar ropa extra de abrigo, teléfono móvil, gasolina suficiente y algo de comida en el coche, por si hay alguna emergencia y nos quedamos tirados en medio de algún paraje lejos de alguna población.  

Plan de viaje

El objetivo principal de nuestro viaje era conocer la inmensidad del paisaje ártico finlandés, ir más allá del Círculo Polar Ártico, vivir unos días rodeados de nieve y hielo y disfrutar de una cabaña en mitad del bosque nevado al calor de una hoguera. Otro objetivo era, cómo no, tratar de ver las maravillosas auroras boreales y disfrutar de las actividades en la nieve de estas latitudes, no disponibles en muchos lugares: moto de nieve, trineo de huskies.  

Qué decir de Rovaniemi, ¿cómo no conocer el lugar donde vive Santa Klaus?

Y por último Helsinki, la capital, lugar de paso inevitable dar una vuelta por su coqueto y pequeño centro.

 

Otro de los alicientes del viaje era llegar desde Helsinki a Rovaniemi. Se puede en avión o tren. Los precios son similares, el tiempo del avión mucho menor. Elegimos el tren porque nos encanta viajar en trenes nocturnos.

 

Rovaniemi marca el comienzo del Círculo Polar Ártico. Desde este punto y cuanto más al norte se va, más se nota el Kaamos o Noche Polar, fenómeno ártico debido al cual el Sol apenas es visible unas pocas horas cada día. En esta época, el sol sale tímidamente sobre las 11:00 y se esconde sobre las 15:00, por lo que hay 4 horas escasas de luz al día que aprovechar. Se trata de un fenómeno muy curioso de ver.

 

En nuestro viaje decidimos visitar 2 zonas más al norte de Rovaniemi. Queríamos adentrarnos en la inmensidad del paisaje finlandés y sentir el clima gélido y los interminables bosques nevados de la estepa nórdica.

Primero visitaríamos los alrededores de la más famosa estación de esquí finlandesa: Levi, ubicada en la población de Sirkka a unas 2 horas por la carretera 79. Para llegar aquí utilizaríamos el autobús, de tal forma que pudiéramos ver primero con nuestros ojos si era posible o no conducir por estas carreteras heladas, y así ir más tranquilos.

Posteriormente regresaríamos a Rovaniemi y desde allí, ya en nuestro propio coche de alquiler, tomaríamos la carretera E75 hasta Inari, el punto más lejano situado a unas 4 horas, previo paso por otras poblaciones de interés como Sodankylä, Vuotso o Saariselka, lugar donde pasaríamos 3 noches en una cabaña en mitad del bosque. 

Dia 1. Vuelo Madrid-Helsinki. Helsinki. Tren nocturno Helsinki-Rovaniemi.

Aterrizamos en la capital de Finlandia sobre las 13:30. Desde el aeropuerto tomamos un tren que nos llevó directos a la estación central, desde la que partiría nuestro tren nocturno a Rovaniemi a las 23:13.

Dejamos nuestras maletas en la consigna de la estación, la cual dispone de multitud de armarios candados de distinto tamaño, aptos para todo tipo de maletas, y a un precio asequible. Creo que nos costó unos 10€ dejar las 2 maletas en un armario, durante 10 horas. Disponíamos de unas 9 horas para visitar la ciudad.

 

Helsinki no es una ciudad grande, ni dispone de edificios de gran antigüedad ni dilatada historia. Es más bien una ciudad moderna donde poder disfrutar de un centro comercial, un buen café o una cerveza en locales de moda. Está situada en una privilegiada ubicación, rodeada de bosques y lagos y con salida al mar del Norte. Todo ello la convierte en el lugar más habitado del país, con mucha mayor diferencia a medida que subimos hacia el norte, más inhóspito y con unas condiciones climáticas más adversas.

Uno de los puntos más turísticos de la ciudad es la isla-fortaleza de Suomenlinna, construida en el siglo XVIII por el imperio sueco para defender la ciudad, y hoy día declarada Patrimonio de la Humanidad. En ella se conservan diversas estructuras militares, como cuarteles, cañones, búnqueres y hasta un submarino.

Hace años que la visitamos en otro viaje, por lo que esta vez no la visitamos.

El día lo dedicamos a pasear por la ciudad. Primero nos acercamos al entorno del parque de Sibelius, donde tomamos un café calentito en el pintoresco café Regatta. Pasamos por la famosa iglesia de Piedra (Temppeliaukion Kirkko) o por el moderno edificio de la Ópera. Muy próximos a la estación Central destacan los modernos edificios del Museo Kiasma, la Biblioteca Central o la sala de Conciertos. Tras parar a tomar otro café calentito (Helsinki no es una ciudad para estar demasiado tiempo en la calle), paseamos por las calles próximas al Ateneo y al Teatro Nacional y por último visitamos tanto la catedral de Finlandia como la Ortodoxa, ambos edificios de lo más reconocible y característico de la ciudad.

Con el frío ya en el cuerpo no tuvimos más remedio que meternos a un centro comercial a entrar en calor. Con otro café y alguna compra después, nos vimos cenando en un restaurante cercano con buenas críticas, para acabar nuestra visita tomando una cerveza y escuchando música en un local cercano, haciendo tiempo hasta la hora de salida de nuestro tren a Rovaniemi. Muy poca gente quedaba ya en la calle a estas horas, y eso que la ciudad aún no había recibido ninguna fuerte nevada, algo muy improbable hace unos años para principios de diciembre, pero que cada vez resulta más habitual. El cambio climático llega para todos.

Llegamos a la estación unos 30 minutos antes de la salida establecida. Recogimos las maletas y nos dirigimos al andén. Disfrutar de ese momento de pequeño nerviosismo cuando esperas la llegada de tu tren en la estación, o el simple hecho de subir las maletas a tu propio compartimento, como si te llevaras tu vida en ellas, o sentarte a mirar las personas que se despiden en el andén, como en las películas, o cuando, ya en movimiento, dejas volar la imaginación a medida que vas viendo los distintos paisajes pasar.

Disfruto de los viajes en tren incluso cuando, ya acostado en tu litera y tras haber cenado algo rápido sentados en la cama en una posición no del todo cómoda, todo comienza a vibrar, con traqueteos de arriba abajo y de un lado a otro. Y aun sabiendo que nunca van a terminar en todo el trayecto, ves el lado positivo,  disfrutas con ello y te duermes con una sonrisa en la cara. Por el simple hecho de estar viviendo esta situación.

Estos pequeños momentos son inigualables en cualquier otro medio de transporte. Tiene algo de romántico, de mochilero, de viajero en definitiva, que nos encanta.

Estas razones explican por qué hemos ‘forzado’ el trayecto el tren entre Helsinki y Rovaniemi, pues no es una opción rápida ni económica. Solamente es un poco más barata que volar en avión (unos pocos euros).

Respecto al tren, sólo decir que está perfectamente limpio, incluyendo los baños, y es bastante moderno. Nada que ver con algunos trenes de ciertos países asiáticos donde todo es una aventura en sí misma.

Dia 2. Rovaniemi. Bus Rovaniemi-Levi.

 

Llegamos a la estación de Rovaniemi sobre las 11:00. Al bajar del tren notamos la diferencia de latitud respecto a Helsinki (un frio que pela, vamos) y una fina capa de 1 o 2 cm de nieve helada cubriéndolo todo. Yo particularmente esperaba varios centímetros más, por lo que me llevé una cierta decepción. Más tarde descubrimos que hacía varios días que no nevaba, algo inusual en esta época para la zona. Una pena.

 

En Rovaniemi la estación es mucho más pequeña que en la capital, y tiene cierto encanto de ciudad lejana con un pequeño apeadero que únicamente dispone de cafetería y, cómo no, de un servicio de consigna para equipajes. Dejamos el nuestro por las 4 horas que íbamos a pasar allí y nos pusimos a caminar hacia el centro de la ciudad, a escasos 10-15 minutos a pie de la estación.

Nuestra intención no era visitar a fondo la ciudad (pues volveríamos a ella en una semana), sino simplemente comer en un restaurante de comida típica y posteriormente dar un paseo. Elegimos uno con muy buenas críticas (Ravintola Roka Street Bistro), donde comimos de lujo en un ambiente muy cuidado y con un gran servicio.

El centro de la ciudad no tiene gran cosa, más allá de varios centros comerciales, algunos edificios modernos, varios restaurantes y pequeñas tiendas de comercio local. El atractivo principal en esta época es sin duda la nieve, no en vano vimos el comienzo de varias esculturas en hielo, algún que otro tobogán gigante para niños a medio construir y publicidad sobre ‘hoteles y restaurantes de hielo’ con fecha próxima de apertura.

El autobús que nos debía llevar a nuestro destino para los próximos días (Levi), partía a las 15:30.

Fuimos a por nuestras mochilas a la consigna de la estación y caminamos los escasos 5 minutos a la estación de buses de la ciudad, donde a la hora estimada llegó nuestro bus, ya con noche cerrada.

Durante el trayecto en autobús descubrimos que la vida no para en Finlandia ni por el hielo en la carretera ni por la noche cerrada. Había bastante tráfico y el conductor no iba despacio ni mucho menos, no bajaba de 80-100 km/h. El hecho de venir en autobús a Levi en lugar de en coche de alquiler fue debido a la inseguridad que nos producía conducir por estas carreteras heladas sin experiencia en conducción por nieve. En uno o dos días nos daríamos cuenta que estábamos equivocados y podíamos haber venido en coche propio perfectamente. Aunque ahora ya era tarde para eso.

 

Llegamos a la población de Sirkka sobre las 18:00 y nos bajamos en una simple marquesina de bus, aquí no hay estaciones. Levi es la estación de esquí gracias a la cual Sirkka ha prosperado orientándose totalmente al turismo. Hoteles, edificios de apartamentos, restaurantes y tiendas se encuentran por todos lados. También dispone de 1 supermercado y hasta un pequeño centro comercial donde reunirse cuando hace frío, es decir, siempre.

Levi/Sirkka sí que cumplió mis expectativas iniciales pues estaba cubierta por una capa de unos 5-10 cm de nieve, con bastantes centímetros más a los lados de las calles. No sólo eso, sino que nos recibió nevando suavemente.

 

Teníamos reservado un apartamento de madera para las próximos 3 noches (Central ski Myllyjoentie Apartments), ubicado a unos 5 minutos a pie del centro. Lo que no sabíamos aún era que nos iba a costar llegar a él un buen rato. El primer reto fue encontrar la llave del mismo. Para ello nos dejaron unas instrucciones por email donde se describía el lugar exacto de recogida (una especie de consigna buzón con código de seguridad), el cual nos costó encontrar porque aquí no se muestran los nombres de ninguna de las calles, y tampoco teníamos cobertura para que google nos ayudara.

Cuando por fin dimos con la ubicación del buzón, lo siguiente fue encontrar el apartamento, entre una larga hilera de alojamientos idénticos y donde, de nuevo, no se indicaba ningún nombre de calle. Todo estaba nevado y yo estaba disfrutando sólo con el hecho de estar perdido dando vueltas por allí. Me daba igual encontrar el apartamento. Aunque cuando por fin dimos con él y entramos nos quedamos enamorados de él. Construcción de madera, la cama en una altura superior y accesible mediante una empinada escalera, una pequeña pero moderna cocina, un sofá súper cómodo y una chimenea preciosa que pedía a gritos que la encendiéramos. A la entrada, típicamente nórdico, una entrada con distintos armarios donde dejar el calzado, los esquís y la ropa de abrigo, y ponerte ropa seca y cálida. También al alcance una pequeña estancia con leña seca y una pala para quitar la nieve de la entrada. Y como colofón, una sauna finlandesa en tu propio baño, algo de lo que todas las casas disponen.

Todo está muy bien pensado para el clima adverso de estas latitudes.

Decidimos quedarnos allí a cenar y pasar la noche disfrutando del momento sofá + manta + chimenea en nuestro precioso apartamento nórdico. Pues a esto vinimos a este país. A disfrutar de estos momentos únicos.

Dia 3. Levi. Esqui de fondo-Bicicleta big foot.

 

Levi es conocida en Finlandia por ser la estación principal de los aficionados al esquí alpino. Puede sonar raro para un español, pero resulta que en Finlandia no hay apenas estaciones de esquí alpino como las que conocemos en los Pirineos o los Alpes, de hecho no hay grandes montañas ni desniveles importantes.

En este país el deporte de nieve favorito es el esquí nórdico. La diferencia entre uno y otro es que en el alpino se descienden montañas salvando desniveles importantes, mientras que en el nórdico se esquía en terrenos llanos o sin apenas desnivel. El primero tiene un componente importante de velocidad, mientras que en el segundo lo que prima es la resistencia. La técnica empleada en ambos es totalmente distinta.

Lo dicho, en Levi hay decenas de miles de kilómetros de caminos nevados y señalizados que comunican todos los rincones del país. Y por ellos se mueven los finlandeses haciendo esquí nórdico, aún no sé si para hacer deporte o para simplemente desplazarse de un sitio a otro, supongo que ambos.

También existen caminos preparados para las motos de nieve, separados de los de esquí de fondo, y señalizados convenientemente. Un método de desplazamiento aún mejor que el esquí, aunque bastante más caro.

 

Dicho todo esto, la idea para hoy era dedicar la mañana a esquí de fondo. Pero Ana no se veía con ganas tras una mala experiencia previa en Candanchú el año anterior, en la que no sólo no aprendimos esquí de fondo, sino que le cogimos un poco de manía. Mal por nuestra parte, pues teníamos que haber dado clases para aprender bien.  Como dije antes, no tiene nada que ver que sepas esquí alpino, la técnica y sensaciones son totalmente distintas.

También descartado el esquí alpino porque Ana le ha cogido miedo, pocas opciones nos quedaban, por lo que acabamos alquilando unas bicicletas Big Foot y nos dimos toda la vuelta a la estación de esquí de Levi.

Alquilamos las bicis en una tienda céntrica, y allí nos informaron de las posibles rutas, todas sobre carreteras heladas, claro. Nos abrigamos con todo lo que teníamos. El “paseíto” de 16km nos llevó unas 4 horas, entre paradas y fotos, primero dirección sur por la 79, luego al oeste por la 9555 y regreso por las zonas residenciales próximas al campo de golf de Levi. Al principio todo muy bien, pero al poco empezaron las cuestas arriba y empezamos a notar lo poco que avanzan estas bicis de rueda gruesa y lo que cuesta moverlas. El paisaje, entre inhóspito y solitario, nieve y hielo por todos lados, precioso pero a la vez imponente, algún coche pasando muy de vez en cuando. Es extraño pedalear por carreteras tan heladas. Al cabo de 3 horas, las fuerzas empezaron a flaquear, la noche empezó a amenazar con aparecer y tuvimos que acelerar el ritmo para no llegar a oscuras. Llegamos bastante cansados.

La conclusión de esta actividad: no muy recomendable salvo que seas un forofo de la bici. Es muy cansado en estas condiciones y los mismos paisajes se pueden ver desde el coche.

 

Llegamos a Levi con ganas de meternos en nuestro apartamento, calentitos, darnos una ducha y relajarnos en nuestra sauna. Comimos algo ligero, y hasta nos pegamos una pequeña siesta.

La tarde la dedicamos a pasear por el pequeño centro de Levi, ver las 3 o 4 tiendas (todas de esquí y montaña) y jugar una partida de bolos en la bolera del pueblo. No es que haya mucha oferta de ocio, pero ésta es una de ellas.  Después nos tomamos una cerveza en un local con música en directo. Matizo: con un grupo de música tradicional finlandesa en directo (es lo que hay por estas latitudes). El pueblo no es que destaque por ser muy animado, por lo que repetimos al día siguiente, de hecho era de los lugares con más gente.

Serían las 18:00 cuando nos fuimos al supermercado a comprar lo que sería nuestra cena de hoy: albóndigas de pescado y salmón ahumado con ensalada, con un buen par de cervezas finlandesas.

No sé si es muy nórdico, pero lo disfrutamos mucho.

Dia 4. Levi. Raquetas. Tour granja de huskies.

 

El día de hoy comenzó al igual que el día anterior, yendo a la tienda de deportes de nieve para alquilar esta vez unas raquetas de nieve. Existen, al igual que con el esquí nórdico o las motos de nieve, senderos balizados por los que hacer la actividad. También existen mapas de la zona en algunos puntos.

Aunque hay algunas rutas de 3,4 horas para llegar a un mirador sobre un lago o lo alto de una colina, nosotros preferimos estar paseando unas 2 horas por los alrededores de Levi. Al ser tan pequeñito, no hace falta caminar mucho para encontrarte solo en mitad del bosque en un entorno espectacular rodeado de nieve y pinos. La rutita, sencilla, nos permitió disfrutar en casi soledad de los paisajes helados en una nieve blanda y recién caída, perfecta para las raquetas. No en vano, estuvo toda la noche nevando.

 

Sobre las 12:30 regresamos al apartamento para comer tranquilitos y calientes, recargar pilas y prepararnos para la actividad principal del día de hoy, una que no puede faltar en todo viaje a un país polar: un paseo en trineo tirado por una manada de huskies.

Quedamos a las 14:30 en la oficina de la empresa de turismo donde reservamos la actividad.

Allí nos recogió un 4x4 que nos llevó, en unos 30 minutos, a la granja en la que realizaríamos las actividades. El lugar se componía de una serie de cabañas de madera en mitad de un inmenso bosque de pinos y abetos, perdido en la inmensidad de la llanura. Nos recibieron los ladridos de al menos 100 huskies, que aullaban ansiosos por empezar la actividad que, sin duda, esperaban con ganas. Pero aún tendrían que esperar un poco, pues los monitores nos fueron metiendo en grupos en distintas cabañas para darnos las explicaciones básicas sobre cómo manejar a los perros, dándoles las órdenes de acelerar y/o frenar, cómo posicionarse encima del trineo y comandos básicos de seguridad. También nos dieron el típico aperitivo finlandés de salchichas a la parrilla y té caliente, para caldear el ambiente.

Una vez nos asignaron por trineos, 2 personas en cada uno, uno sentado y el otro de pie, nos acercamos a los perros para acariciarles y que ellos nos olieran, creando así un vínculo que, según nos dijeron, era importante a la hora de tener una buena experiencia y un desarrollo fluido de la actividad. De lo contrario alguno de los perros podría pararse o no seguir el ritmo. Cada trineo era arrastrado por 8 perros, siendo 1 o 2 los líderes del grupo y el resto, seguidores. Los ladridos de todos los perros continuaban ansiosos, hasta que por fin el primero de los trineos comenzó a avanzar por el camino nevado, e ipso facto todos callaron y se pusieron a correr siguiendo al guía. El paseo duró unos 45 minutos en los que recorrimos unos 3 o 4 km, siempre manteniendo un buen ritmo, es increíble la fuerza que tienen estos perros y lo bien que se sienten en este hábitat. Paramos varias veces, frenamos los trineos, tomamos curvas, todo perfecto y sencillo. El trabajo de los perros es encomiable.

Toda una experiencia, muy recomendable, tanto por los perros, perfectamente cuidados, como por el lugar donde se desarrolla y la inhóspita naturaleza salvaje escandinava de lagos, pinos y nieve.

De regreso a la granja los perros dejaron de ladrar, una vez su adrenalina se había liberado. Ahora era el momento de acercarse, tocarlos, acariciarlos, jugar con ellos. Unos perros fantásticos, mitad lobo mitad perro.

Como si estuviera preparado, comenzó a nevar nuevamente mientras nos despedíamos de la granja y los perros, tomando unas últimas fotos del lugar.

 

Llegamos a Levi sobre las 18:00, tiempo perfecto para darse una ducha, descansar junto a la chimenea y, después, ya relajados, ir a tomar una cervecita al pub del pueblo y cenar algo de comida rápida. No lo he comentado, pero en Levi la oferta gastronómica no está mal, se cuentan 2 o 3 restaurantes “de los de mesa y mantel” para cenar bien y pagar más, y algunos más de los “de batalla” donde poder comer comida rápida tipo hamburguesas, sandwiches o pizzas  mientras te tomas unas cervezas y escuchas música. Vestidos siempre con ropa térmica y de montaña, no nos veíamos en los primeros, luego la decisión estaba clara.

 

NOTA: En Levi no hemos tenido suerte con las auroras boreales. Todos los días hemos tenido cielos cubiertos, mucha nubosidad e incluso algún día de nieve. En estas condiciones es imposible verlas, ¡que no os engañen!

Dia 5. Bus Levi-Rovaniemi. Museo Arktikum.

 

Cuando ya nos estábamos acostumbrando al ritmo nórdico de Levi, tocó dejar nuestro precioso apartamento.

Tomamos de nuevo el autobús dirección sur hasta Rovaniemi, donde pasaríamos las 2 próximas noches.

Elegimos un hotelito en pleno centro (Hostel Café Koti), muy próximo tanto a la estación de tren como a la de autobuses y con muy buena pinta, limpio, cálido y confortable. Tras dejar las maletas, nos bajamos a comer a uno de los restaurantes de la zona. En Rovaniemi, a diferencia de Levi, se nota un ambiente un poco más de “ciudad”. Hay varios centros comerciales y la oferta de tiendas y restaurantes no está nada mal. Aunque no hay que olvidar que aquí “pasear por la calle” no suele ser la mejor opción, debido al clima. 

 

Por la tarde fuimos a visitar el Museo Arktikum, algo muy recomendable en cualquier visita a Rovaniemi. El museo tiene 3 partes bien diferenciadas. Una muy centrada en el estudio de las auroras boreales, otra dedicada a la historia, cultura y forma de vida en la Laponia finlandesa y la última más generalista, dedicada a los diversos pueblos que habitan el círculo polar ártico. Es un museo muy interesante y de gran calidad, que cuenta con multitud de fotos, videos, juegos interactivos, mapas, representaciones a tamaño real y, en general, gran diversidad de secciones interesantes. La visita lleva al menos 2 horas, si te detienes un poco en cada zona.

 

Tras salir del museo nos dedicamos a pasear por Rovaniemi, aprovechando que el frío era soportable. No es que tenga nada interesante, pero no hay mucho más que hacer por estos lares. Cuando el frío aprieta, siempre está la opción de meterte en un centro comercial o una tienda de souvenirs para entrar en calor. A la hora de la cena esta vez nos decidimos por un restaurante chino, que se nos antojó. Los chinos están por todas partes es increíble.

Dia 6. Santa Claus Village. Rovaniemi.

 

El día de hoy lo teníamos marcado con un cierto respeto, pues era nuestro primer día de alquiler de coche.

Recogimos el coche en la estación de trenes sobre las 10:00 y tras recibir algunos buenos consejos del chico de la agencia, nos pusimos en marcha. A los 30 minutos ya te has acostumbrado de sobra a la conducción sobre hielo, a cómo se comporta el coche y a cómo conducir de una forma mucho más tranquila.

También aprendes a gestionar cómo el coche a veces derrapa un poco si giras el volante demasiado en una rotonda, o a frenar antes de tiempo, o que nunca puedes hacer giros bruscos. Es sentido común, confiar en el coche y tener claro dónde estás.

 

El día de hoy lo dedicamos por completo a visitar el lugar por el que la mayor parte de turistas que vienen con niños vienen hasta aquí: Santa Claus Village.

He de decir que no leí apenas nada sobre este lugar antes de venir, pensaba en algo bucólico, parecido a una cabaña perdida en el bosque, donde habría que caminar por la nieve para poder entrar en la cabaña donde vivían Santa Claus y sus duendecillos. Pero estaba equivocado.

Esto es más bien un mini parque temático dedicado a Santa Claus. La cabaña de Santa Claus existe, y los duendecillos, y diría que es lo mejor de todo el recinto, sin duda. Está muy bien montado y decorado, orientado siempre a los niños, con una sala previa donde poder escribir tu carta para dársela en mano al propio Papa Noel. Porque este es el colofón de esta visita, poder ver al mismísimo Santa Claus, hacerte una foto con él y entregarle tu carta. Es escasamente 1 minuto lo que pasas con él, pero supongo que para las decenas de niños que hay merecerá la pena. Lo malo para los adultos es la cola enorme de gente que hay para hacer lo mismo.

El resto del complejo cuenta con una zona donde poder montarte en un carro tirado por renos, un bar de hielo, una zona de actividades para niños, tiendas de souvenirs y diversos restaurantes. También existen zonas con hoteles donde poder dormir sin salir del recinto.

 

Uno de los restaurantes más curiosos es sin duda el Santa’s Salmon. Es una cabaña tipi donde no entran más de 20 comensales, apiñados unos al lado de los otros, todos en torno a unas brasas donde asan enormes piezas de salmón, único plato que sirven. El sitio es muy chulo, la verdad. Lo malo es que no se puede reservar y hay que esperar a la intemperie un buen rato hasta que te llega el turno. Entras con tanto frío que lo único que quieres es comerte algo lo más caliente posible y estar cuanto más juntos, mejor. Pero merece la pena.

Tras comernos nuestro trozo de salmón nos fuimos a tomar el café en otro lugar más convencional y menos masificado. El resto de la tarde la dedicamos a visitar todas y cada una de las tiendas de souvenirs y dar una vuelta por el complejo, que no es demasiado grande.

Como resumen de este lugar diría que me ha decepcionado un poco el hecho de que está muy orientado a lo comercial y a los niños. Aunque pensándolo un poco… ¿Qué lugar turístico hoy en día no lo está?

Por cierto, nos hicimos nuestra foto con Santa Claus, ¡por supuesto! 30 euritos nos costó la broma, y alrededor de 1 hora esperando la cola dentro del edificio principal del complejo.

 

De regreso a Rovaniemi, ya con el coche controlado del todo, intentamos buscar un pub con música y buen ambiente al estilo de Levi, y lo encontramos al lado de la plaza principal. Eso  sí, no había mucha gente. Diría que en esta ciudad la mayoría de gente son familias con niños, no muy dados a ir a bares por la noche.

Nos tomamos una hamburguesa enorme regada con una cervecita finlandesa.

¿He comentado que no está nada mal la cerveza polar?

Dia 7. En coche Rovaniemi-Sodankyla-Tankavaara-Saariselka. Tour Auroras Boreales.

 

En el día de hoy nos desplazaríamos a la región más al norte de Finlandia, Inari, frontera con Rusia y con Noruega.

El propio viaje en coche, conduciendo en hielo, era la actividad para el día, ya toda una aventura.

Los 250km que separan Rovaniemi de Saariselka los hicimos tranquilamente, haciendo varias paradas por el camino. Era difícil no parar cada poco a fotografiar la magia de luces y colores del Kaamos en un paraje desolado compuesto exclusivamente de millones de pinos, lagos helados y nieve. En decenas de kilómetros esta secuencia era la monotonía del paisaje, continuamente pinos, lagos y nieve, nada más. En estas latitudes al rastro humano se hace notar muy poco, apenas en 4 o 5 pequeños pueblos, y la naturaleza, brutal e impactante, es la ley.

Por recorrer estos parajes vinimos a la Laponia finlandesa.

 

A nivel turístico hay 3 o 4 cosas que visitar por esta zona: una antigua mina de amatista en Luosto, que descartamos por el elevado precio y porque había que desviarse un poco; el pueblo de Sodankylän y su curiosa iglesia y cementerio, ubicada en el centro del pueblo, en donde aprovechamos para tomar un café en la gasolinera y descubrir que había humanos en este pueblo (no ves nunca a nadie por la calle, normal a -15º, por otro lado), y el museo del oro de Tankavaara, donde dimos un paseo por el complejo (que estaba cerrado en gran parte) y comimos en un restaurante que parecía abandonado por fuera pero que al entrar descubrimos que había más gente. Comimos el plato del día (sopa caliente) y un estofado de reno, comida típica de la zona.

Cuanto más al norte íbamos, más nieve y desolación veíamos, no en vano esta es la zona más deshabitada de Finlandia, sólo unos pocos valientes se atreven a vivir en estas regiones tan inhóspitas y complicadas para la vida humada.

Llegamos a Saariselka en torno a las 17:00, más concretamente a la cabaña perdida en el bosque que sería nuestra casa para las 3 próximas noches, a escasos 3 km al sur del pueblo. Y es que ésta es otra de las atracciones de la Laponia: dormir en mitad de la naturaleza, perdido entre bosques y nieve, en una cabaña de madera.

Hace unos años parece que era algo más auténtico: las cabañas eran sencillas, el lugar de descanso y retiro de los propios finlandeses, y lo habitual era disponer únicamente de un pequeño salón con chimenea, una sauna y una cocina en un espacio diáfano todo de madera. Hoy en día ya es un negocio más y se pueden encontrar cabañas tipo adosados con todo lujo de detalles (techos panorámicos, champán, rosas, camas de agua, etc.) por bastantes euros, fuera del alcance de muchos bolsillos. En nuestro caso no buscamos lujo, sino descanso y autenticidad, por lo que nuestra cabaña se ajustaba al primer modelo.

 

La llegada a la cabaña no fue para nada fácil, pues estaba en mitad del bosque y había que seguir un camino estrecho todo nevado durante unos 2km, otra aventurilla que me encantó.

 

A las 20:00 teníamos reservado una de las actividades TOP de un viaje a Laponia: tour de avistamiento de auroras boreales. Precio del tour: 97€/persona (Lapland  Welcome Ltd)

Enseguida nos dimos cuenta del error que cometimos al haberlo reservado con varias semanas de antelación. Y es que este tipo de salidas dependen totalmente de la climatología de cada día, principalmente el volumen de nubes existente en cada zona, y es imposible predecir a más de 2-3 días.

Es sencillo: si hay nubes, las auroras no se verán nunca. Si no hay nubes, es bastante fácil verlas (si se dan otros factores que detallé anteriormente). Y si hay algo de nubosidad, es ahí donde las empresas “cazadoras de auroras” pueden ayudar, si es que realmente incluyen el desplazamiento varios kilómetros para poder verlas allá donde no hay nubosidad. La mayoría de empresas van a un punto concreto, normalmente a lo alto de una colina o al lado de un lago,  si se ven desde allí genial, y si no, pues mala suerte, nunca se garantiza verlas, es imposible tal garantía.

Recomendación: no contratar este tipo de tours salvo cuando se esté ya en el terreno, y siempre que se tenga seguridad 100% de buena visibilidad sin nubes, cosa complicada casi siempre. Y si se dispone de vehículo propio, sólo hay que moverse a algún lugar con buena visibilidad.

El caso es que, como lo teníamos contratado, allá que fuimos a lo alto de una colina a intentar verlas. Como el guía sabía perfectamente que iba a ser imposible, estuvimos allí un rato haciendo el paripé “a ver si se abren las nubes”, “por allí a lo lejos parece que se ve algún claro”, y al poco nos fuimos a una pequeña cabaña que tiene esta empresa para poder tomar una cena aperitivo, incluida en el precio, y consistente en salchichas y pollo a la brasa. Por los 100€/persona que nos costó, nos pareció todo un fiasco. Menos mal que fuimos con buena actitud.

Dia 8. Tour moto de nieve + pesca lago helado.

 

Tras la decepción del día anterior, hoy nos íbamos a resarcir con la que sin duda ha sido la actividad que más nos ha gustado: un tour de día entero en moto de nieve. Y es que esta ha sido una pedazo de experiencia.

Conducir una moto de nieve por estos parajes inhóspitos, yendo primero por caminos delimitados, luego por fuera de pista, pasando al lado de lagos helados a toda velocidad, subiendo colinas con vistas impresionantes, descubriendo los muchos rincones de esta remota zona, ha sido impresionante. Menos mal que en la empresa te dan un mono polar para protegerte todo el cuerpo, porque la sensación de frío y congelación empieza desde el minuto 1. El guía, el mismo que ayer tuvimos para las auroras, ha sido quizá más majo de lo normal y, tras ver que no teníamos miedo a la velocidad, nos ha llevado por muchos lugares únicos.

 

A media mañana hemos parado las motos al lado de un enorme lago congelado. Tocaba hacer la segunda actividad del día: la pesca en lago helado. Siguiendo al guía, nos hemos adentrado a pie hasta el mismo centro, hemos hecho un agujero de unos 20cm de diámetro con un taladro manual y nos hemos puesto a pescar con una caña mini, adaptada al agujero. No hemos pescado nada, por supuesto.

Nos hemos echado unas risas con la mini caña, hemos sacado unas cuantas fotos y nos han temblado un poco las piernas al pensar qué pasaría si alguna capa de hielo se resquebrajara.

Esta experiencia hay que tomársela como lo que es, pasar un rato en medio de un lago helado, sin más.

Precio conjunto de ambos tours: 155€/persona (Lapland  Welcome Ltd)

 

Tras volver a toda velocidad en la moto de nieve y disfrutar los últimos momentos de actividad del día, nos fuimos a tomar una cerveza al único garito que parecía animado de Saariselka. A diferencia de Levi, en esta población no hay estación de esquí, sólo unas 50-60 casas repartidas en torno a 3-4 calles, con varios hoteles y apartamentos, algunas tiendas de souvenirs y ropa, varios supermercados y algún que otro bar. Poca gente, como siempre.

 

Hoy decidimos comprar algo de carne, queso y arenques para la cena, y disfrutar de nuestra cabaña en el bosque, que para eso la habíamos alquilado.

Las auroras boreales nos seguían esquivas, pues de nuevo el cielo permanecía nuboso y sin muchos visos de cambiar. Era tontería ir a buscarlas el día de hoy, tendríamos que confiar en mañana.

Dia 9. Lago Inari-Ivalo por libre. Museo cultura Sami.

 

Cuando organizábamos el día de hoy desde Madrid, pensamos en alguna otra actividad de las típicas que se pueden hacer por aquí: Sauna de humo al aire libre, más auroras boreales, visitar algún zoo de especies árticas…pero ninguna nos convencía, ya fuera porque nos parece aberrante el tema del zoo o carísimo el poder bañarte en una sauna al aire libre.

Por tanto, decidimos tomar rumbo norte y recorrer con el coche y a pie los alrededores del pueblo de Inari.

Inari es una población mucho más pequeña incluso que Saariselka, a escasos 80km de la frontera noruega y a menos de 40km de la frontera rusa, de la que le separa el enorme lago Inarijärvi, a esta altura del año también helado. Ahora entendemos por qué a Finlandia se la llama la tierra de los 1000 lagos. Es algo literal, no figurado.

Dedicamos buena parte de la mañana a realizar una ruta de trekking por los alrededores del pueblo, siguiendo una pista nevada que ascendía por las laderas de una colina hasta llegar a una cabaña donde los antiguos pobladores se refugiaban en caso de necesidad, hoy en día recuperada y puesta en valor con carteles informativos.

Comimos en el restaurante del pueblo, ubicado al lado de la carretera principal, como en la mayoría de pueblos de esta latitud, pensados para ser vistos sin tener que bajar del coche.

Tras dar otra vuelta por las cercanías del lago de Inari, nos fuimos de visita al Museo de la Cultura Sami. Un par de horas muy bien aprovechadas, la verdad. El museo está muy bien documentado y dispone de multitud de información en forma de fotografías, textos, videos y representaciones a tamaño real de animales e incluso parajes polares. Dispone también de una gran variedad de salas con vestidos, utensilios y explicaciones sobre las formas de vida y cultura polares. Además de sensorial y visual, es un museo muy didáctico que habla de los distintos pueblos que lo habitan, no sólo los Sami: inuit, esquimales, etc.

 

Tras comprar comida en el super de Saariselka, nos fuimos de nuevo a disfrutar de nuestro momento de chimenea y cena casera. Tras revisar la aplicación de las Auroras, vimos que hoy sí tendríamos alguna posibilidad…

Tras cenar, serían las 22:00, volvimos a mirar la app. Nada, mala suerte, probabilidad al 30%. Nos vamos a dormir.

23:00. Tengo un pálpito dando vueltas a la cama, miro la App, la probabilidad ha subido al 60%. Despierto a Ana y nos ponemos la ropa térmica encima de los pijamas. Es hoy o nunca.

Salimos pitando al coche, y desde ahí a la colina que domina Saariselka (que habíamos descubierto el día de las motos de nieve como un buen punto de observación). Y tachan tachan, no somos los únicos en el parking. Hace un frío que pela. -20º marca el coche. Es difícil estar a la intemperie. Monto el trípode. Y de repente a lo lejos las comenzamos a ver, extrañas luces verdes con formas que cambian de forma. Por fin estábamos viendo auroras boreales. Estuvimos disfrutando del momento en torno a 30 minutos, intentando hacer alguna foto aprovechable (imposible sin un buen zoom y configuración manual).

No fueron las mejores auroras que salen en la tele, pero al menos vivimos la experiencia de verlas en directo. Quién sabe si las veremos en otra ocasión en el futuro, nunca se sabe.

Dia 10. En coche Saariselka-Rovaniemi. Tren nocturno Rovaniemi-Helsinki.

 

Nos despedimos de Saariselka y nuestra cabaña con la sonrisa de haber vivido la experiencia que queríamos vivir, de estar rodeados en mitad de una naturaleza extrema y extraña, monocolor, llena de bosques y lagos, blanco sobre blanco. Una naturaleza única.

 

Llegamos a Rovaniemi a la hora de comer. Dejamos el coche de alquiler y las maletas en la consigna de la estación de tren, y nos fuimos a comer a uno de los restaurantes del centro.

Dedicamos la tarde a leer, a tomar café, y a dejarnos caer por última vez por los centros comerciales de la ciudad, sin mucho ánimo de comprar, sino más bien de esquivar el frío de la calle.

El tren que nos llevaría a Helsinki salió puntual, a las 23:00. Y al poco rato, nos fuimos a dormir.

Bye bye Rovaniemi, adiós Círculo Polar Ártico.

Dia 11. Helsinki. Vuelo Helsinki-Madrid.

El tren llegó a Helsinki bien pronto, sobre las 6:30. Con el sueño todavía en la cara, fuimos a dejar las mochilas por última vez en la consigna de la estación y nos metimos en la primera cafetería que vimos para desayunar.

En las apenas 3-4 horas que nos quedaban hasta la salida de nuestro vuelo no tuvimos tiempo más que para una última vuelta por la ciudad, que seguía con la tranquilidad que la dejamos hacía 7 días y para hacer unas últimas compras.

Aunque no haya sido ni mucho menos el viaje más activo que hemos tenido, ni el más divertido, sí que nos ha servido para aprender a bajar revoluciones y a disfrutar de otro tipo de viajes más tranquilos, más pausados, donde no todo tiene que ser ir corriendo de aquí para allá, haciendo miles de cosas sin parar. Hemos aprendido a disfrutar de lo cotidiano, de la tranquilidad, del silencio, de la soledad incluso. Y eso nos lo llevamos con nosotros.

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