Islas FIJI - 8 dias
Dia 1. Vuelo Auckland (NZE) – Nadi (FIJI). Dormir en Korotogo (coral coast, Viti Levu).
Dia 2. Isla Viti Levu. Río Navua. Pacific Harbour. Pueblos indígenas. Dormir en Nadi.
Dia 3. Islas Yasawas. Traslado a Islas Yasawas en avioneta. Día libre en Coconut Beach Resort.
Dia 4. Islas Yasawas. Día libre en Coconut Beach Resort.
Dia 5. Islas Yasawas. Día libre en Barefoot Manta Resort.
Día 6. Islas Mamanucas. Día libre en Beachcomber Resort.
Dia 7. Islas Mamanucas. Día libre en Beachcomber Resort. Traslado a Viti Levu.
Dia 8. Isla Viti Levu. Día libre en Nadi. Vuelo Nadi (FIJI) – Los Angeles (EEUU) – Londres (RU) - Madrid (ESP)
Día 9. Llegada a Madrid.
Medios de transporte:
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Bus. Entre Nadi y Sigatoka.
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Taxi. Entre Sigatoka y el resort de la costa del Coral.
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Minibús. Utilizado para recorrer el interior de Viti Levu.
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Avioneta. Para llegar a la isla más remota de las Yasawa.
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Barco. El mejor medio para moverte entre las Yasawas, las Mamalucas y Viti Levu.
No hay que perderse:
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El paraíso. Playas paradisíacas, aguas cristalinas, resorts de lujo, ritmo de vida tranquila, fondos marinos espectaculares, islas de ensueño, cocoteros... ¿Qué más se puede pedir?
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Y mucho más: la cultura polinesia, sus gentes siempre sonrientes, una naturaleza apabullante.





isla de malta


NOTA: Este viaje formó parte de nuestro proyecto personal de Vuelta al Mundo, en el que visitamos Sri Lanka, Nueva Zelanda y Fiji durante 1 mes, yendo en sentido este desde Madrid y volviendo desde el oeste.
Introducción.
Cuando uno decide visitar algún país de las antípodas desde Europa es inevitable pensar:
“Ya que voy a hacer un viaje tan largo, que menos que visitar 2 o más países, incluyendo alguna de las islas polinesias perdidas en el Pacífico Sur. Quién sabe si alguna vez volveré por estos lugares.”
Y en nuestro caso fue éste el pensamiento que tuvimos. Nuestro objetivo principal era visitar Nueva Zelanda, y teníamos que pensar en algún otro país paradisíaco de la Polinesia. ¿Cuál escoger?
¿Polinesia francesa y Bora Bora? Nos pareció el más alto exponente del lujo y de los precios abusivos, sólo hay que hacer alguna búsqueda de precios de hoteles de los de ‘ver los peces debajo del suelo de madera de la habitación’.
¿Maldivas? Demasiado cerca de Europa, jaja.
¿Islas Cook? Buena opción, no muy conocida pero en auge, sólo hay que leer algo al respecto.
¿Samoa, Togo, Fiji? Las 3 nos parecieron muy buenos destinos a priori, del rollo que buscábamos (alguna que otra zona de resorts de lujo, buenos fondos marinos, naturaleza, buen clima, cultura local, distintas alternativas de ocio, etc). Tras buscar vuelos desde Nueva Zelanda, leer blogs y estudiar un poco lo que ofrecía cada una, nos decantamos por la que, pensamos, cumplía mejor todos los requisitos: Islas Fiji. Y resulta que descubrimos que este país… ¡Es el país más feliz del mundo! Todo cuadraba perfectamente.
Eso sí, hay que elegir muy bien las islas que queremos visitar, pues hay miles y de todos los tipos imaginables.
Las islas Yasawas y Mamanucas, al oeste, son las más turísticas y donde se encuentran la mayoría de resorts.
Las 2 más grandes, Viti Levu y Vanua Levu, es donde vive la mayor parte de la población, y cuentan con buenos servicios, transportes y zonas turísticas.
Otras como Levuka, Taveuni ó el grupo de Lomaiviti están mejorando sus servicios, enfocadas al turismo.
El resto de islas, más remotas y peor comunicadas tanto por avión como por barco, permanecen aún vírgenes y casi deshabitadas, siendo por tanto las más desconocidas e inexploradas.
Bula Fiji.

Dia 1. Vuelo Auckland (NZE) – Nadi (FIJI). Dormir en Korotogo (coral coast, Viti Levu).
Nuestro vuelo con las flechas negras de Air New Zealand salió de Auckland sobre las 9:00, y aterrizamos puntuales en Nadi, sobre las 12:00 hora local. Nadi es la ciudad donde se ubica el aeropuerto internacional de Fiji, en la isla más grande del país, llamada Viti Levu. Está ubicada al oeste de la isla, aunque la capital del país, Suva, está el este. El turismo manda y su ubicación se explica en que los más famosos destinos turísticos del país, las islas Mamanucas y las islas Yasawas, se encuentran al oeste, justo al lado de Nadi.
Como no vinimos a Fiji sólo para estar en resorts de lujo y nos va la marcha y estar siempre activos, los 2 primeros días los íbamos a pasar en Viti Levu, tratando de conocer un poquito este remoto país en mitad del Pacífico. Obviamente 2 días no es nada, ya nos hubiera gustado estar otro mes entero por aquí.
Nada más llegar al aeropuerto recogimos maletas, sacamos dinero fijiano, pasamos los controles y compramos agua. Y cuál fue nuestra sorpresa cuando nos cobraron ¡6€ por 1 litro de agua! Bien, idea captada. Habría que tener cuidado con dónde comprar las cosas porque los precios en los sitios turísticos son muy muy caros.
Tomamos el autobús a la hora establecida (cuyos horarios miramos en la web www.pacifictransport.com.fj) y comenzamos a recorrer la costa suroeste del país, hasta llegar a la ciudad principal de la turística Costa del Coral: Sigatoka, en unos 75 minutos de trayecto. Desde allí tomamos un taxi que vimos por la calle que nos llevó al hotel, a otros 20minutos.
Serían las 16:00 cuando nos sentamos en nuestra cabaña de madera (aquí llamadas burés), mirando al mar y viendo cocoteros moverse de un lado a otro.
¡Por fin estábamos en Fiji!
Ahora tocaba disfrutar de la playa, limpia, con cocoteros cada pocos metros, con una barrera de coral a unos pocos metros (de ahí el nombre de esta zona) y sólo para nosotros y otros 4 o 5 turistas más.
Lugar ideal para estar varios días disfrutando de la tranquilidad.

Reflexión personal: Justo lo que nosotros no hacemos ni a tiros. Eso que dicen aquí del ‘Fiji Time’ o tomarse el tiempo y las cosas con mucha tranquilidad y sin prisas no lo cumplimos. En lugar de estar los 8 días que venimos en 1 o 2 resorts y tomarse las cosas sin estrés, como hace toda persona normal, hacemos todo lo contrario: recorrer varias islas de un lado a otro, durmiendo en varios hoteles, haciendo y deshaciendo maletas casi a diario, queriendo abarcar muchas cosas en poco tiempo, gastando tiempo en transportes, etc.
El caso es que, aunque pensemos esto cuando estamos cansados, la verdad es que nos mola bastante eso de correr de aquí para allá, en modo "Pekin Express", picoteando un poquito de cada sitio.

Dia 2. Isla Viti Levu. Río Navua. Pacific Harbour. Pueblos indígenas. Dormir en Nadi.
Nuestro segundo día en Fiji, ya descansados y habiendo disfrutado de la tranquilidad de nuestro buré, un buen desayuno y nuestra cama súper lujo, ha sido espectacular.
El día anterior contratamos un tour en el propio hotel (90€, si lo buscas por Internet es similar) para conocer un poco el interior de la isla de Viti Levu, el río Navua así como un poblado tradicional fijiano. Nos ha parecido muy completo y bastante interesante, la verdad. El mini bus nos recogió sobre las 9:00, y fue recogiendo gente por los distintos resorts que hay diseminados por toda la parte sur de la isla, hasta llegar al pueblo de Pacific Harbour, donde nos pusimos unos chalecos salvavidas y nos subimos a unas barcazas estrechas a motor que nos llevaron aguas arriba por el bajo Navua. Todo el trayecto fue amenizado por nuestro querido guía Billy, un señor de color de unos 50 años, con camisa fijiana de flores y palmeras, que intercalaba explicaciones sobre la cultura fijiana con canciones típicas, todo ello siempre con una sonrisa y muy buen humor.
Nada más dejar atrás el pueblo comienzas a descubrir la belleza y la frondosidad de la selva anexa al río, territorio casi virgen con la excepción de algunos pequeños poblados. La jungla comienza a adueñarse del río Navua y empiezas a ver torrentes de agua cada poco tiempo que caen al río, algunos formando cascadas. Es un territorio precioso, y es espectacular contemplarlo desde el río. Al cabo de una hora hemos cambiado a una balsa construida con troncos de bambú atados con ramas y nos ha tocado remar, para llegar a uno de los puntos más bonitos del río: una cascada oculta tras unas paredes de piedra en la que nos hemos podido bañar. Ha sido el momentazo del día (aunque nos ha tocado ser precavidos por si aparecía alguna sanguijuela).
En esta zona del río se respira tranquilidad y silencio, todo rodeado de naturaleza apabullante, y navegando propulsados sólo por remos. Una pasada.



Nota: la parte alta del río (Alto Navua) es famosa por estar enclavada entre estrechos cañones de piedra, formando una especie de canal rocoso que atraviesa la jungla. Se suele visitar haciendo un rafting. Nos hubiera gustado hacerlo, pero requería algún día más por el tema del transporte a una zona con difícil acceso y la actividad en sí misma.
Tras unas 3 horas recorriendo el río, atracamos en un punto para visitar un típico poblado fijiano. Nos recibieron con música y vestidos tradicionales (casi con taparrabos los hombres, con bonitos vestidos de colores las mujeres) y nos dieron a probar su bebida de bienvenida llamada kava, preparada con mimo siguiendo un ritual artesanal y ceremonioso que sirve como acto de recibimiento, en el que varias personas bailan y cantan hasta ofrecer a sus invitados la bebida, preparada con una base de la planta de la pimienta. Nos enseñaron su horno para cocinar bajo tierra así como algunas de sus costumbres ancestrales, hoy casi abandonadas, y varias de las labores que actualmente realizan en la comunidad, entre ellas las distintas formas de aprovechar un coco, lo cual nos pareció muy curioso. Nos explicaron que hoy día el pueblo vive casi en exclusiva del turismo, y mantienen sus tradiciones vivas gracias a ello, no por ser rentables.
Comimos en un salón comunitario y cantamos y bailamos con ellos. No enseñaron la escuela del pueblo, todavía abierta, y los niños nos cantaron una canción de despedida a todos. Siempre con una sonrisa en la boca.
Aunque era la primera vez que lo veíamos, al cabo de unos días en Fiji descubrimos que para los fijianos, siempre que alguien viene o se va de un sitio (hotel, poblado), cantan canciones de bienvenida o despedida en grupo. Y participan todos los empleados, sean lo que sean y estén donde estén. Alguien hace una llamada para cantar y todos acuden ipso facto, siempre con la sonrisa fijiana en la cara.





Tras acabar el tour nos tocó regresar a Nadi, deshaciendo el camino realizado el día anterior. Una paliza. Menos mal que Billy nos ayudó llevándonos en el mismo mini bus en el que habíamos hecho el tour, que regresaba también a Nadi. El trayecto se hizo mucho más ameno y cómodo.
¿He comentado que la mayoría de mujeres de más de 40 años que hemos visto hasta ahora tienen el culo gordísimo, cuando no todo el cuerpo, y casi todas tienen el pelo cardado al estilo afro? ¿Y que ello viene motivado por una tradición fijiana debido a la cual las mujeres no pueden llevar el pelo largo y suelto?
Estamos aprendiendo algo de cultura fijiana, jeje.
Y aún no he hablado del famoso ¡Bula! con el que todo el mundo se dice hola, adiós, como estás, qué tal, que te vaya bien….y todo en una única palabra mágica.
Llegamos a nuestro hotel-puente en Nadi, con las ganas justas de cenar algo rápido e irnos a dormir. El día había sido largo y mañana tocaba volar al paraíso.
Dia 3. Islas Yasawas. Traslado a Islas Yasawas en avioneta. Día libre en Coconut Beach Resort.
Dia 4. Islas Yasawas. Día libre en Coconut Beach Resort.
La primera impresión del país es que parece que todo el mundo es feliz. No es broma, todo el mundo sonríe y te sonríe si le miras. Será el clima, será su forma de tomarse la vida con tranquilidad (Fiji Time), será lo colorido de sus ropas o lo que sea, pero la vida y el tiempo parecen fluir de otra manera en los fijianos.
Hoy sí que sí, vamos al paraíso fijiano: aguas cristalinas azul turquesa, arena fina, soledad, tranquilidad, cocoteros, palmeras, hamacas en la orilla de la playa, el leve sonido del viento y los pájaros, corales a escasos metros en el mar… ¡Que vidorra nos espera los 2 próximos días!
¿Islas Mamanucas o islas Yasawas? ¿A qué islas voy? ¿Cómo me muevo entre islas? ¿Cómo llego a ellas? Éstas y otras preguntas nos hicimos nosotros. La respuesta es que todo depende del dinero que quieras gastarte.
Las Islas Mamanucas son un conjunto de islas e islotes ubicados al sur, próximas a Nadi, donde se encuentran los resorts más caros y exclusivos del país. Su precio puede superar en algunos casos los 200€/persona/noche.
Su acceso es más sencillo y cercano, y hay varias compañías de barcos que te acercan desde Viti Levu y recorren las islas/resorts principales, cada día a la misma hora, siguiendo un recorrido circular.
Las Islas Yasawas son un conjunto de islas ubicadas al norte, donde se ubican también bastantes resorts, muchos de ellos más asequibles que los de sus vecinas Mamanucas. Al estar más lejos de Viti Levu su acceso es más caro y se tarda más en llegar, habiendo únicamente un barco/compañía que hace la travesía circular hasta allí. Al ser más lejanas también están menos explotadas y debido a ello se pueden encontrar todavía poblados locales donde dormir por poco precio aunque sin demasiados lujos.
Cabe decir también que los resorts de ambos grupos de islas son bastante caros, superando casi siempre los 100€/persona/noche como mínimo. Eso sí, todos incluyen pensión completa, algo normal que se entiende al llegar a las islas o islotes en los que se ubica cada resort y donde no hay más servicios que los ofrecidos por el propio resort. Teniendo en cuenta esto no me parece tan caro, la verdad. Estás en el paraíso y hay que pagarlo.
Sobre los resort, comentar que algunos son más tranquilos, otros son de gente joven con ganas de fiesta, otros están centrados en el buceo y el snorkel, otros más exclusivos y lujosos.
Para elegir bien qué islas visitar hay que estudiar bastante bien los horarios de los barcos, bien documentados en la web www.ssc.com.fj/island-resort-connection, y no querer abarcar demasiados lugares. Aunque como comenté al principio, todo es cuestión de dinero y siempre se puede alquilar una avioneta que te lleve de una isla a otra rápidamente. La diferencia es el número de horas de viaje. Por ejemplo ir a las Yasawas en avioneta puede llevar unos 30 minutos, frente a 4 o 5 horas si vas en barco (no hay directos).
Hay algunas islas y zonas más conocidas que otras, como por ejemplo el Blue Lagoon y el canal de las Mantas en las Yasawas, o los islotes Malolo Island o la Treasure Island en las Mamanucas.
Dicho todo esto, y tras darle mil vueltas a todo, nuestra elección fue la siguiente:
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Avioneta desde Viti Levu a Coconut Beach (157€, 30min)
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Barco hasta Barefoot Manta Resort. 1 noche (41€, 75min)
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Barco hasta Beachcomber Resort. 1 noche. (68€, 140min)
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Barco de vuelta a Viti Levu (Nadi) (54€, , 45min)
Serían las 8:30 cuando llegamos a la bahía de Nadi, que servía de aeropuerto para el hidroavión de la compañía Turtle Airways (www.turtleairways.com) que nos llevaría a nuestro destino más lejano: las Yasawas (la otra alternativa en Fiji para transporte en avioneta está en está en la web www.pacificislandair.com). El piloto, un tío en chanclas moreno y delgado con aspecto de haber visto mundo, nos dio la bienvenida y enseguida nos llevó a pesar y etiquetar el equipaje, algo que hay que cumplir a rajatabla debido a la limitación de volumen de las avionetas (con 1 mochila o maleta grande, de unos 20Kg, se puede pasar sin problemas).
Una vez pasado el trámite, nos fuimos directos a la avioneta, un pequeño trasto casi de juguete en el que a duras penas entrábamos sin tocar el techo. Íbamos 4 personas (nosotros 2 más otra pareja), por lo que 3 fueron en los asientos traseros y yo de copiloto, todos con los cascos puestos y medio encogidos por el escaso espacio. El despegue fue casi a ralentí, pues la sensación de velocidad en el agua apenas se percibe. Yo no paraba de mirar a los lados para controlar el movimiento de las hélices de las alas y al piloto, cuya tranquilidad era pasmosa. Al cabo de unos segundos ya estaba disfrutando a tope de la experiencia, viendo desde lo alto las playas de Viti Levu que dejábamos atrás.
El vuelo fue una pasada, pues esta zona de Fiji está plagada de pequeños islotes con playas de arena fina y aguas cristalinas, algunas deshabitadas, que, vistas desde arriba, te dejan con la boca abierta. El piloto incluso me dejó tomar las riendas de la avioneta y dar algún pequeño viraje a izquierda y derecha. Me sentía como Indiana Jones llegando a un lugar de película. Por fin cumplí uno de mis sueños de niño volando en uno de estos trastos.
Tras unos 30 minutos comenzamos a ver islas más grandes, con preciosas montañas verdes y llenas de playas vírgenes, aguas azul turquesa y varios resorts con cabañas de madera. Esta parte desde el aire es una completa pasada, toda una experiencia única. El piloto comenzó a virar la avioneta hacia nuestra isla y descendió suave hasta la bahía donde aterrizamos. En el pantalán nos estaba esperando un trabajador de nuestro hotel, que nos recogió las maletas, nos puso unos colgantes de flores y nos ayudó a subir hasta la barca a motor que nos llevaría definitivamente a nuestro destino.





Llegados a Isla Tavewa, el lugar donde se encontraba nuestro Coconut Beach Resort, una decena de fijianos nos recibió cantando y bailando la canción de bienvenida típica fijiana, mientras nos bajábamos en la misma playa y alguien nos daba un coco con una pajita para refrescarnos. Qué bien íbamos a estar en este lugar.
Los 2 días que hemos estado aquí han sido de los mejores en Fiji, la verdad.
No me canso de repetir que esto es lo más cercano al paraíso que he vivido nunca. Y además un paraíso sin bichos, sin humedad asfixiante, con temperatura del mar súper agradable, con temperatura ambiente más bien de calor pero sin agobios, y donde el servicio del resort es espectacular, servicial y súper amable en todos los momentos. Es como una gran familia donde nada más llegar parece que ya nos conocemos todos, personal y los pocos turistas alojados cada día (unos 10-15 como mucho en todo el resort, no entran más). Todos cantamos la canción de despedida cuando algún cliente se va o cuando alguno viene, junto con el personal fijiano. La vida va y viene, según nos dicen aquí. Y en Fiji se tiene muy en cuenta: alegría en la bienvenida y alegría en la despedida. Y todos siempre con una sonrisa.
La vida en el resort la marca el tablón de actividades de cada día (en todos los resorts funciona el tablón).
En nuestro caso hemos hecho un trekking de unas 2 horas por la playa, visitado un pequeño poblado y subido a una montaña con unas vistas espectaculares de toda la zona.
En otro momento tuvimos una fiesta con la bebida tradicional kava, música y bailes varios tras una de las cenas.
También hemos hecho varias veces snorkel, uno en la famosa playa conocida por Blue Lagoon y otras en la reserva marina de nuestra isla, donde hemos flipado con la perfecta luminosidad de más de 10 metros y las aguas perfectamente limpias. Todo ello a escasos 10-20 metros de la playa y entre 1 y 10 metros de profundidad. Hemos visto estrellas de mar, erizos gigantes, gusanos marinos, serpientes de mar, rayas y todo tipo de peces de colores.
Respecto a los corales, los hay de todos los colores y formas y no exagero lo más mínimo si digo que es la zona del mundo, que yo haya estado, con los fondos coralinos más espectaculares, coloridos y variados, superando a zonas top como Indonesia o Costa Rica. Es una puñetera pasada.
¿Y qué decir de las comidas? Pues que todo está espectacular. Un 10 para el cocinero.




Entre actividad y actividad, que puedes realizar o no, todo sea dicho, tienes tiempo de sobra para relajarte, leer, observar el mar, pasear por la arena, columpiarte, dar un paseo en kayak, buscar cangrejos de colores, entretenerte partiendo un coco, aprender a hacer colgantes con flores, etc. La vida en este resort es todo lo relajada que quieras y pasa muy lentamente.





Dia 5. Islas Yasawas. Día libre en Barefoot Manta Resort.
Todo lo bueno se acaba, y hoy tocaba despedirnos de nuestro querido Coconut Resort. La canción de despedida ha sido algo triste y nos la hemos tomado de una forma muy emotiva, nosotros sentados en un banco con collares de flores y todo el staff cantando. Menos mal que luego ha llegado la canción alegre en la que te dicen adiós mientras te acompañan hasta la orilla, donde te espera la barca que te lleva al barco que hace la travesía diaria por las islas. El momento de alejarse de la orilla subidos en la barca y ver a todo el mundo diciéndote adiós y cantando, guitarras y manos en alto, ha sido precioso y muy emocionante. Te hace sentir muy bien y, aunque solo hayamos estado 2 días, parecen muchos más de lo cómodos que hemos estado.
Pero la vida sigue, y nuestro siguiente destino en Barefoot Manta Resort de la isla Drawaqa nos espera, un poquito más al sur, pero también en el conjunto de islas Yasawas. Fue nuestra elegida porque cerca de ella se encuentra un canal de grandes corrientes marinas donde transitan habitualmente bancos de manta rayas, enormes animales de más de 2 metros de embergadura, uno de los mayores animales del mundo marino.
Al llegar a la isla, mucho más pequeña que Tavewa, ya observamos un staff menos ‘profesionalizado’ y joven. El lugar, eso sí, también es precioso, contando con 2 playitas pequeñas distintas, una a cada lado de la isla y a escasos 100 metros una de la otra. Resort con muchísimo encanto y muy poca gente, en el que cada buré tiene su pedacito privado de acceso directo a la playa.
A diferencia del Coconut, orientado a gente de más de 30-35 años con ganas de tranquilidad y buen servicio, este complejo está más enfocado a las inmersiones de buceo y a la investigación marina. No en vano dispone de un club de buceo y snorkel, y varios proyectos de intercambio con poblaciones locales para el estudio del medio ambiente y marino de la zona, enfocado principalmente a biólogos jóvenes a cambio de alojamiento y comida.
Tuvimos además la suerte de que nos visitaran un grupo de niños y niñas de una escuela de Viti Levu, los cuales nos cantaron y bailaron una serie de bailes tradicionales fijianos. Todo un lujo poder disfrutar de su energía y sus sonrisas.

Durante lo que quedaba de día y el siguiente nos dedicamos a hacer algunas de las actividades que marcaba el tablón de actividades del resort. Lamentablemente nos enteramos que no era la época para avistar mantas en el canal, por lo que nuestro objetivo inicial se fue al traste. Pero no pasó absolutamente nada, ¡Fiji Time!
Lo sustituimos por da un paseo en kayak (lo tienen gratis), tumbarse a contemplar el mar en las hamacas, leer un libro, tomar el sol, respirar, hacer un poco de yoga, en definitiva… relax absoluto.
A las actividades tan ‘fijianas’ que hicimos en el Coconut Resort le añadimos el cómo hacer manualidades con coco, un taller de sarong y hasta clases de cocina con ingredientes locales.
Aunque no pudimos ver mantas, tuvimos la mejor inmersión con snorkel de nuestras vidas. Guiado por un chico del resort, lo cual recomiendo totalmente porque ellos se conocen mejor que nadie los fondos y las condiciones diarias de visibilidad y mareas, observamos la mayor cantidad y variedad de corales que yo haya visto jamás. Algunos livianos y frágiles como pequeñas ramas verdes y marrones, otros esponjosos y cambiantes de color, otros enormes parecidos a cerebros gigantes, todos ellos maravillosos. Y nadando entre ellos preciosos bancos de peces de colores. Espectacular e imposible describirlo con palabras.
Ha tenido que llegar el 5º día en Fiji para descubrir un fallo en el paraíso. Si en el paraíso de Costa Rica son los bichos, y en Indonesia el calor sofocante, en Fiji es la arena. Todo el tiempo te sientes como embadurnado como una croqueta. Si es que no puede haber tanta arena por todas partes, hombre! Jeje.


Día 6. Islas Mamanucas. Día libre en Beachcomber Resort.
Dia 7. Islas Mamanucas. Día libre en Beachcomber Resort. Traslado a Viti Levu.
Hoy tocaba cambio de isla. A la hora habitual diaria llegó el barco principal, al que llegamos en una pequeña barca con nuestras mochilas y nuestros collares de flores, recibidos tras otra ceremonia de despedida.
Nos tocaba traslado de varias horas, y conocer nuestra elegida del grupo de las Mamanucas. Aunque la más famosa es isla Malolo, donde se ubican varios de los resorts más exclusivos y caros del país, de los que salen en todos los folletos turísticos, decidimos apostar por unos pequeños islotes de no más de 300m de diámetro, trozos de tierra con palmeras y cocoteros flotando en el vasto océano Pacífico, con un único resort en cada una de ellos. Mucho más baratos que los de isla Malolo y, sobre todo, de camino al puerto de Denarau en la isla Viti Levu, de forma que podríamos aprovechar mejor el tiempo en la isla. Son las islas Beachcomber, Treasure, South Sea o Bounty.
En nuestro caso elegimos la isla Beachcomber. Y se puede decir que esta sí que es la imagen idílica de isla perdida del Pacífico que se ve en algunas películas de piratas. No es más que un minúsculo trozo de arena, como una gota de tierra caída al mar. Qué curiosa es la naturaleza para formar estas islas.
Lo malo, o bueno según lo mires, es que el resort de la isla está lleno de gente joven de no más de 30 años, con bastante más actividad que lo vivido en los otros 2 resorts, y más ganas de marcha.
Si el Coconut Beach tuvimos ceremonia de Kava y concierto con instrumentos locales y en Barefoot Manta una actuación escolar con niños y niñas, en Beachcomber ha habido todo un show de bailes modernos, danzas con fuego y equilibrio y hasta una macarena, transformada en fijiano, en el que todos los turistas teníamos que pasar por debajo de una barra sin tocar el suelo. Como siempre, todo muy participativo y siempre de muy buen rollo.
En cuanto a las actividades, mucho más limitadas por la propia limitación física de la isla, se concentraron más en leer, tomar el sol y hacer otro par de inmersiones con snorkel. En esta zona no vimos apenas corales, pero sí varias rayas y decenas de bancos de peces tropicales.


A última hora de la tarde del día 7, de nuevo y por última vez en Fiji, tuvimos nuestra ceremonia de despedida. Y esta vez sí que nos dio bastante pena observar el pequeño islote mientras nos alejábamos en el barco, camino a Viti Levu. Nuestros días en Fiji estaban tocando a su fin.
Al llegar a Denarau, puerto origen principal de los barcos con destino islas Mamanucas o Yasawas, recogimos las mochilas y tomamos un taxi hasta nuestro último hotel en Fiji, en este caso en la propia ciudad de Nadi, con el objetivo de dar un paseo por la ciudad, hacer unas últimas compras y conocer un poquito más el día a día de los fijianos en nuestro último día.
Dia 8. Isla Viti Levu. Día libre en Nadi. Vuelo Nadi (FIJI) – Los Angeles (EEUU) – Londres (RU) - Madrid (ESP)
El último día en Fiji lo dedicamos a pasear por las calles principales del centro de Nadi, la capital turística del país.
La ciudad no tiene apenas ningún atractivo turístico, más allá de ver a la gente local viviendo su día a día. Y nos sorprendieron bastantes cosas de ellos, la verdad, seguramente por nuestro desconocimiento más absoluto del país y de su situación económica, pues pensábamos que íbamos a ver cierta pobreza al salir de las zonas turísticas.
Pero es más bien todo lo contrario. Es un país totalmente civilizado, donde caminar por sus calles te recuerda más a un país de los que en Europa consideramos ‘occidental’. Parece como si los beneficios del turismo repercutiesen claramente en la población local y no se lo llevaran sólo unos pocos millonarios. Ojalá sea así, al menos lo parece.
Aprovechamos las últimas horas en la ciudad para hacer unas cuantas compras, incluida una camiseta de la selección de rugby de Fiji. Ya que no pude comprar la de los All Blacks en Nueva Zelanda, me llevo la de Fiji, mucho más alegre y colorida.
A media tarde partió nuestro larguísimo vuelo de regreso a Madrid, vía Los Angeles y Londres. Mejor no pensar en las más de 24 horas de viaje que nos esperaba y alegrarnos por todas las experiencias vividas en este largo mes.
¡Bula Fiji!
