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OPORTO

y alrededores - 5 dias

Dia 1. En coche hacia Guarda (por Ciudad Rodrigo). Dormir en Guarda.

Dia 2. Coimbra. Barra-Costa Nova. Dormir en Costa Nova.

Dia 3. Aveiro. Oporto. Dormir en Oporto.

Dia 4. Oporto. Dormir en Oporto.

Dia 5. Braga. Guimarâes. Regreso a Madrid por Verín (Galicia)

No hay que perderse:

 

  • Oporto. Bella ciudad llena de rincones con encanto, buena gastronomía, monumentos, bodegas y el  enorme río Duero que separa en dos la ciudad.

  • Aveiro. Pequeño pueblecito turístico de pescadores rodeado de canales.

  • Barra-Costa Nova. Playas de arena fina casi vírgen. Casas de colores de Costa Nova.

  • Coimbra. Ciudad donde todo gira en torno a la universidad. Cuna cultural portuguesa.

  • Guimarâes. Patrimonio de la Unesco, es un pueblo muy turístico. Visita obligada.

 

Medios de transporte:

  • Vehículo propio todo el viaje desde España.

     

Dia 1. En coche hacia Guarda (por Ciudad Rodrigo)

Llegar hasta Oporto directo desde Madrid lleva al menos 6 horas. Hay 2 formas de llegar, más o menos tardando lo mismo: o bien por el norte vía Verín (A-6) o bien por el centro vía Ciudad Rodrigo (A-62). Nosotros elegimos en la ida ir por Ciudad Rodrigo y a la vuelta regresar por Verín. Ello nos permitía conocer algunas zonas del centro-norte de Portugal a la ida (Guarda, Coimbra, Aveiro) y otras del norte a la vuelta (Braga, Guimarâes), dejando un par de días y noche para el objetivo principal del viaje: Oporto.

Salimos sobre las 17:00 de Madrid, y llegamos a Guarda unas 4 horas después, con el tiempo justo para cenar en uno de los pequeños restaurantes de los alrededores del hotel e irnos a descansar.

La carretera a Guarda es todo autovía, tranquila y sin apenas tráfico una vez dejamos Salamanca.

A destacar que en Portugal el sistema de gestión de los peajes es automático. Lo que hay que hacer al entrar a territorio portugués es introducir los datos de tu tarjeta de crédito en la máquina de control de peajes. El sistema informático la asocia a la matrícula de tu coche y cada vez que pases por un tramo de control de peaje unas cámaras situadas en lo alto de la carretera leerán tu matrícula y pasarán el cargo correspondiente a la tarjeta. Hay bastantes lectores por lo que habrá muchos cargos de pocos euros cada uno. En general los precios son similares a los peajes españoles. Es muy cómodo porque no tienes que ir parando en cada peaje.  

 

Dia 2. Coimbra. Barra-Costa Nova

La ciudad de Guarda, como la mayoría de ciudades medievales, se originó en lo alto de un cerro y en torno a un castillo, por lo que su casco histórico se sitúa en la parte alta de la ciudad. Hoy día la ciudad se ha desarrollado por todo el cerro y la parte baja.

Como nuestra visita iba a ser bastante fugaz, elegimos nuestro hotel muy cerca del centro histórico para no desperdiciar tiempo en la subida, buscando aparcamiento, etc.

En poco más de 1 hora recorrimos los lugares más representativos de la ciudad, como son la Catedral, la plaza Mayor y lo poco que queda de las murallas del castillo. La verdad es que no nos maravilló la visita (siendo lo mejor sin duda la catedral, por su historia y su cuidado interior), y sólo lo recomendaría si se está de paso, como nosotros. 

Así que tras poco más de 1 hora, pusimos rumbo a nuestro siguiente destino: Coimbra.

Al igual que Guarda, gran parte del casco histórico de Coimbra se sitúa en la parte alta del cerro sobre el que se ubica la ciudad, principalmente su famosa universidad.  Previendo problemas de aparcamiento  decidimos dejar el coche en un parking de la parte baja (rua Olimpio Nicolau Rui Fernandes).

Así como Guarda nos pareció un tanto desangelado (quizá por la hora en la que lo visitamos, todo sea dicho), Coimbra desprende vitalidad. La preciosa plaza 8 de Mayo nos sirvió de puerta de entrada al casco histórico. Los alrededores de dicha plaza así como las rúas Visconde da Luz ó Fernandes Thomas están llenas de edificios bonitos y rincones con encanto. Hay gente por todos lados, comercios de todo tipo, turistas haciendo fotos y, en general, mucha actividad. Tras subir por alguna de las empinadas calles o escalinatas se llega a la parte superior de la ciudad, en la que se encuentra la universidad y varios edificios anejos. A destacar la plaza principal (Paço das Escolas), y la Bilioteca Joanina, además de todos los edificios que la rodean. Desde arriba se tienen buenas vistas de una parte de la ciudad.

Coimbra está partida en dos: la parte de abajo, bulliciosa, animada y llena de comercios y restauración; y la parte de arriba, donde se ubica la universidad, tranquila, calmada y sin apenas actividad comercial.

 

Tras comer en un pequeño restaurante y tomar un café, partimos rumbo a nuestro siguiente destino: Costa Nova-Barra, ubicado en una península muy cercana a Aveiro. Así dicho no parece ser muy conocido, pero si digo que es un lugar lleno de casas de madera de colores al lado de la costa, quizá nos suene algo más por verlo en alguna página turística.

Nuestro hotel estaba situado justo en dicha zona, pues la idea era poder conocer tranquilamente la zona tanto por la tarde noche como al día siguiente.

Me encantan las bicicletas. Me parece la mejor forma de conocer ciertas zonas de una manera tranquila, a un ritmo cómodo y pudiendo llegar a más sitios que si fuéramos caminando. Por ello no dejamos pasar la oportunidad de alquilar unas bicis para conocer la zona, y las alquilamos en el mismo hotel por pocos euros (3-5€ cada una). Siguiendo el carril bici por toda la línea de costa recorrimos las casas de colores, la zona de chalets residenciales y el paseo marítimo hasta llegar al faro de la localidad de Barra (30 min). A la vuelta vimos el atardecer desde las dunas de la playa, preciosas, sin gente y casi vírgenes, de hecho están protegidas. Una pasada.

Al anochecer tuvimos suerte de cenar en uno de los pocos restaurantes de la zona (en verano debe haber más ambiente seguro), muy chiquitín y donde probamos el mejor bacalao de nuestro viaje. Además trato muy agradable y cercano.

 

Dia 3. Aveiro. Oporto

Amanecimos no muy tarde y dimos un paseo por las casas de colores del pueblo para aprovechar la luz de la mañana. Imagino que en el pasado sería un pequeño pueblo de pescadores con pequeñas y humildes casas pintadas de colores para diferenciarlas unas de otras, pero hoy en día se ha convertido en un lugar turístico donde los dueños han pasado a ser, en su mayoría, gente pudiente. A pesar de ello, merece bastante la pena visitar este lugar no sólo por las casas sino por todo lo que he comentado ya.

A media mañana nos acercamos a Aveiro, muy cerca. Aparcamos sin problemas al lado del centro y pronto descubrimos que en este pueblo todo gira en torno a los canales. Ni tienen la grandiosidad y tamaño de los de Venecia ni están tan cuidados y hay en gran número como los de Holanda.  Aun así, existe una empresa de barcos llamativamente pintados que te ofrecen dar una vuelta alrededor del pueblo por sus canales. Preferimos pasear por el interior del pueblo.

Al cabo de 1 hora dando una vuelta, tomar un café y sacar algunas fotos dimos Aveiro por visitado. A pesar de que tiene zonas con encanto, como el mercado, la plaza principal o algunos edificios pintorescos, en términos generales nos defraudó un poquito, quizá por haber leído la típica (y absurda) frase de ‘la Venecia de Portugal’. O quizá porque veníamos de estar en Costa Nova.

Decidimos no retrasar más nuestra visita al plato fuerte del viaje: Oporto. Llegamos sobre las 12:00 y aparcamos en un parking de la zona sur del río Duero, justo a la hora del aperitivo y del vino.

No fue casualidad, sino que lo teníamos preparado ya que veníamos del sur.

¿Entrar a una, varias o ninguna bodega? Pues creo que va en los gustos de cada uno. Nosotros decidimos entrar a 2 de ellas justo en la parte baja a orillas del río (Ramos Pinto y Ferreira, en Sandeman no pudimos porque hay que reservar), y nos parecieron demasiado atractivas, sino bodegas sin más.

Lo que si recomiendo es subir a alguna de las ubicadas en la parte alta de la colina, sobre todo a Taylor’s, pues desde lo alto se contemplan unas vistas maravillosas de toda la ciudad. Y si te tomas unos vinitos, mejor que mejor.  Nos gustó tanto que decidimos comer allí. No nos gustó tanto la cuenta.

A media tarde decidimos de salir de Oporto y acercarnos a la pequeña y poco conocida iglesia do Senhor da Pedra, a las afueras de la ciudad en dirección sur. Se trata de una pequeña ermita ubicada en un pequeño promontorio rocoso, entre la playa y el mar. Dicen que con el mar encrespado la iglesia parece estar sobre el mar. La verdad es que la ermita está construida en un sitio peculiar, aunque no sé si merece la pena venir solo hasta aquí para verla. Igualmente, va sobre gustos.

Oporto es una ciudad situada a ambos lados del río Duero, por lo que el transporte de uno a otro lado puede ser lento (hay atascos, no hay puente por todos lados, etc). Es muy importante elegir bien la ubicación del hotel dentro de la ciudad para poder aprovechar el máximo del tiempo, así como pensar si es mejor moverse en transporte público o en coche, valorar dejar el coche en un parking, etc.

Nuestro hotel estaba en Foz do Douro (hotel BoaVista), justo en la orilla norte de la desembocadura del río. Ello nos permitía aparcar el coche gratis y tener un mejor hotel que en el centro de la ciudad por el mismo precio, con la desventaja de tener que ir en coche a visitar Oporto, pagando el parking correspondiente. Como éramos cuatro, nos salió a cuenta esta opción.

Con noche cerrada ya, nos fuimos directos al hotel, cenamos en un restaurante de la zona y a dormir.

Dia 4. Oporto

Oporto es conocido principalmente por sus bodegas, su puente metálico construido por Eiffel y el río Duero. Y la verdad es que es lo más representativo, pero no lo único que ofrece la ciudad.

Tienes muchas iglesias importantes como la Iglesia de los Clérigos, muy fotogénica y curiosa con su enorme Torre, la Sé o Catedral, ubicada en la parte alta y desde la que se tienen muy buenas vistas de la zona del río o  la Iglesia de  San Francisco y sus catacumbas, además de un buen puñado de museos y edificios de importancia histórica, que descartamos por falta de tiempo. De obligada visita es la librería Lello, famosa por haber servido de inspiración en las películas de Harry Potter, aunque hoy día está masificado de turistas (hay que esperar cola).

Lo mejor sin duda es trazar una ruta general que pase por los barrios altos y bajos y dejarse llevar por las callejuelas, descubriendo a pie la ciudad. Así podrás ver tanto el Oporto descuidado de algunas zonas pobres al lado de sitios turísticos (como la catedral o la zona del puente Luis I), como el encanto de sus edificios y sus calles de sube y baja constante, o sus tranvías o su bullicio general. A destacar es sobre todo la zona baja del nivel del río, llena de restaurantes, puestos de venta ambulante y comercios.

Las vistas desde allí de la ciudad y su famoso (y precioso) puente son magníficas.

Así pasamos todo el día, conociendo, disfrutando y paseando por todos los rincones de esta bella ciudad, además de probar nuevamente el bacalao (me encanta las miles de formas en que lo hacen en Portugal), la típica Franceshina y acercarnos de nuevo a alguna que otra bodega.

A última hora de la tarde cogimos un barco que, en un par de horas y por unos 15€, navega por el río para ver todos los puentes que lo cruzan. Aunque como el Luis I, ninguno.

El día se nos fue volando aunque nos cundió bastante para llevarnos una muy grata impresión de la ciudad. Habiendo estado en Lisboa, tuvimos debate sobre cuál nos gusta más de las dos. Ambas tienen un encanto parecido y a la vez son bastante distintas. Quizá me quedaría con Lisboa pero porque Sintra y sus alrededores están muy cerca y ya por sí solos merecen una vista propia de varios días.

 

Dia 5. Braga. Guimarâes. Regreso a Madrid (por Verín)

Nuestro último día de viaje llegó. Dejamos Oporto con la sensación de haberlo visto más o menos bien en día y medio, aunque como siempre son pocos días cuando estás de vacaciones y turismo.

De nuevo en el coche, llegamos a Braga al cabo de unos 50 minutos. Aparcamos fácil y comenzamos a pasear por sus calles. Lo primero que llama la atención de esta ciudad en su centro histórico es que sus calles son perfectamente rectas y perpendiculares entre sí. Quizá por ser temprano pero el caso es que no vimos apenas a nadie por las calles. Pocos comercios en general, apenas ninguna zona de restaurantes  y poco que destacar salvo su Catedral. Nos llamó la atención la cantidad de tiendas de artículos religiosos con los más variopintos artículos, lo cual nos animó más si cabe a largarnos de esta ciudad cuanto antes. Esperaba algo más bonito y turístico, la verdad. No lo recomiendo en absoluto salvo para temas religiosos, obviamente.

En apenas 35 minutos llegamos a nuestro último destino del viaje: el pequeño y pintoresco pueblo de Guimarâes, declarado Patrimonio de la Unesco en 2001. Su centro histórico es un ejemplo muy bien conservado de estructura medieval: calles empedradas, bonitos edificios con balconadas llenas de flores, plazas asimétricas muy bien cuidadas, alguna que otra iglesia particular y antiguos palacios forman este peculiar y bonito pueblo. En lo alto del mismo se conserva también el castillo de la ciudad, orgullo y cuna del sentimiento nacional de identidad portuguesa.  Si a todo esto le añadimos que hay pequeños restaurantes y tiendas con mucho gusto y perfectamente armonizados con la estructura del pueblo, hacen del mismo un lugar imprescindible para cualquier visita al norte de Portugal.

Poco más queda por contar del viaje salvo que nos esperaba un largo camino de vuelta, vía Verín, a Madrid.

© 2016 by MR.FOGG

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