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COSTA RICA - 17 dias

Dia 1. Llegada a San José a las 14:55. Recoger coche. Coche a Monteverde (3h). Dormir en Monteverde.

Dia 2. Canopy/tirolinas en Monteverde. Coche a Bijagua (3h). Dormir en Bijagua.

Dia 3. Trek Rio Celeste/Volcan Tenorio. Coche a la Fortuna (1-2h).Dormir en La Fortuna.

Dia 4. Catarata La Fortuna y Volcan Arenal.Coche a P.Viejo Sarapiqui (2h). Dormir en P. Viejo Sarapiqui.

Dia 5. Coche a La Pavona (2h). Barco a Tortuguero. Tours por Tortuguero. Dormir en Tortuguero.

Dia 6. Barco a La Pavona. Coche a Puerto Viejo (4h). Dormir en Puerto Viejo.

Dia 7. PN Manzanillo, Punta Uva. Dormir en Puerto Viejo.

Dia 8. PN Cahuita, Playa Cocles. Dormir en Puerto Viejo

Dia 9. Coche a Turrialba (3h). Rafting rio Pacuare. Coche hacia Osa (3h). Dormir en San Gerardo Dota.

Dia 10. Coche a Drake (6h). Dormir en Drake.

Dia 11. Tour de buceo/snorkel a Isla del Caño. Dormir en Drake.

Dia 12. Senderos y playas por Drake. Coche a Puerto Jimenez (2h). Dormir en Puerto Jimenez.

Dia 13. Trek Corcovado: Danta Lodge-Los Patos-Sirena (1h caballo, 7 horas trek). Dormir en Sirena.

Dia 14. Trek Corcovado: Sirena- Leona-Carate (6h). Taxi  a P. Jimenez(2h). Dormir en P.Jimenez.

Dia 15. Coche a Manuel Antonio (3h). Manuel Antonio. Dormir en Manuel Antonio.

Dia 16. Coche (2h) al aeropuerto. Dejar coche. Salida del avión a las 16:25.

Dia 17. Llegada a Madrid

No hay que perderse:

 

  • Naturaleza en estado puro. Uno de los países más verdes del mundo. Por todos lados hay junglas, bosques, cascadas, ríos, etc. Dispone de más de 20 parques nacionales.

  • Fauna y flora. Uno de los países con mayor biodiversidad vegetal y animal del mundo. Hay todo tipo de animales y plantas, varios endémicos.

  • Playas paradisíacas, tanto en el mar Caribe como en el Océano Pacífico. Aguas calientes, mucha vida marina, algunas de ellas casi vírgenes.

  • Actividades de aventura. Rafting, canopy, buceo, snorkeling, canyoning, puenting, deportes acuáticos, senderismo, vulcanismo y muchos más deportes se pueden practicar en este país.

 

Medios de transporte:

 

  • Vehículo 4x4 en todo el viaje. Imprescindible para acceder a zonas remotas en las montañas que sólo disponen de caminos sin asfaltar en regulares o malas condiciones para un turismo normal.

  • Bote/barca. Para acceder a zonas sin carreteras como Tortuguero o Bahía Drake.

 

Dia1. Llegada a San José. Coche a Monteverde.

Tras cerca de 11 horas de vuelo, unas cuantas películas y alguna que otra cabezada, aterrizamos en el aeropuerto de San José con alrededor de 1 hora de adelanto. Nos esperaba el calor y la lluvia tropicales para darnos la bienvenida. La recogida de maletas se demoró cerca de 1 hora por razones que no logro entender (éramos el único vuelo recién aterrizado). Estábamos ya en los ‘tiempos caribeños’.

Aprovechamos ese tiempo para comprar una tarjeta de teléfono local, básico para poder hacer cualquier gestión con las distintas agencias de turismo donde teníamos las reservas y/o alojamientos durante el viaje sin que nos costase un ojo de la cara utilizando nuestros teléfonos españoles. Además utilizaríamos Internet para poder usar la app Waze, un navegador GPS social que funciona muy bien y que tira de mapas online, por lo que no necesitas bajarlos previamente. Nuestra experiencia a lo largo del viaje con esta app ha sido fantástica: nunca nos ha perdido, los mapas son totalmente correctos e incluso nos ha indicado correctamente problemas de tráfico, accidentes o cortes de carretera, recalculando él solo la mejor ruta posible. E incluyendo rutas por caminos.

Los trámites de la recogida del vehículo con Sixt nos llevaron cerca de otra hora, pues el stand estaba a las afueras del aeropuerto y nos tuvieron que llevar en una furgoneta privada previamente acordada con la agencia de alquiler. Además el coche que alquilamos (Mitshubitshi Sport 7 plazas) era realmente para 5 adultos y 2 niños, sin demasiadas maletas, con lo que tuvimos que meternos como pudimos en los asientos de atrás (que a partir de ese momento llamaríamos ‘perrera’), y hacer tetris colocando mochilas grandes y de mano por todos lados. Y esto, durante todo el viaje.

Serían cerca de las 16:30 cuando por fin nos subimos todos al 4x4 y pusimos rumbo al primer destino: el Parque Nacional Monteverde.  Estábamos un tanto acojonados por lo que habíamos leído sobre los accesos a este lugar, pero realmente no nos pareció tan complicado, sobre todo la entrada desde San José, todo carretera buena hasta apenas 15 km de Santa Elena, pueblo principal de la zona, en donde la carretera termina y comienza un camino ancho y sin demasiados baches, donde puedes ir tranquilamente a 40-50 km/hora. Otra cosa es el camino que sale de Santa Elena hacia la laguna Arenal o hacia Bijagua, en bastante peor estado, más largo y más estrecho que este acceso. Aquí si es necesario un 4x4 para poder avanzar sin problemas y a un ritmo no demasiado lento.

De camino paramos a cenar en el pequeño pueblo de Esparza, con tan mala suerte que paramos en un restaurante chino (aunque nos pareció costarricense por fuera). Durante el viaje nos fuimos dando cuenta que existen multitud de negocios chinos por todo el país, como restaurantes, supermercados o tiendas de suministros. No esperábamos tal colonia china por estos lares, la verdad.

Serían cerca de las 21:00 cuando llegamos a Santa Elena. No hicimos otra cosa más que tirar las maletas a la habitación de cada uno (unas cabañas muy chulas entre el bosque) y echarnos a dormir, pues el Jet Lag nos estaba haciendo mella después de un día tan largo y estábamos muertos de sueño.

Dia 2. Canopy/tirolinas en Monteverde. Coche a Bijagua.

Dormimos a ratos y medio mal por el cambio de horario, aunque despertamos contentos por empezar la aventura. Desayunos (poco y caro) en el hotel y nos fuimos a dar una vuelta por Santa Elena.

El tour era a las 11:00 por lo que disponíamos de un par de horas. Hicimos algo de compra en el supermercado, vimos alguna que otra tienda de souvenirs y cambiamos los euros que llevábamos a colones.

El tema del dinero es complicado, pero hay que hacerlo bien para perder lo menos posible. En todos los sitios aceptan colones y dólares. Siempre es mejor pagar en colones, para no aplicar cambio alguno.

No es algo a ignorar, pues estamos hablando de cerca de un 20% de diferencia según los cambios que hagamos y nos apliquen. Si hablamos de 1€ da igual, pero si hablamos de 1000€ podemos perder 200€.

La mejor opción es cambiar euros (en billetes) por colones en algún banco costarricense que no esté en el aeropuerto (o en España si no te cobran comisión). Te darán el mejor cambio posible y normalmente no aplican comisión. Lo malo es que tendrás que saber con antelación cuantos euros llevar a Costa Rica.

Otra opción sería sacar colones en un cajero, buena opción para emergencias. Lo malo es que no sabes el tipo de cambio con antelación y tu banco español te cobrará una buena comisión fija más un porcentaje de lo sacado. Dejarlo sólo para casos donde no haya más remedio.

Se puede hacer lo mismo pero en dólares, pues en todos los sitios se puede pagar con esta moneda. Esta opción no es buena, porque donde pagues con dólares te harán un cambio malo, peor que el del banco.

Otra opción es pagar directamente con tarjeta. Con esta opción normalmente tu banco español te cobrará comisión (dependerá de la tarjeta) aunque el tipo de cambio será el de ese día concreto, por lo que no te harán mal cambio.Lo que hay que evitar a toda costa es: 1) Hacer un doble cambio (de euros a dólares y luego a colones) porque pierdes dinero en cada cambio y 2) Evitar todo cambio en los bancos y oficinas de cambio de los aeropuertos, pues cobran comisiones altísimas y te dan un muy mal cambio. Se aprovechan de las urgencias y desconocimiento de la gente, ojo.

 

Tras el cambio de dinero incluso nos dio tiempo a tomar las primeras cervezas Imperial costarricenses. A las 11:00 nos pasaron a buscar en el hotel los de la agencia 100% Aventura donde habíamos contratado el Canopy Tour. Hay multitud de empresas, cada una ofrece distintas opciones de tirolinas, saltos de puenting, visitas a zoos y otras actividades por la zona, pues cada una tiene su propia zona de Monteverde en exclusiva, y sus precios. Elegimos ésta porque nos ofrecía 6 tirolinas normales (vas como sentado), 2 supermanes (vas cabeza y cuerpo mirando abajo, de cabeza a la pendiente) y 1 tarzan swing (un salto de puenting con balanceo de lado a lado al llegar abajo), que era más o menos lo que queríamos hacer.

Llegamos al centro de actividades al cabo de unos 10 minutos y en otros 15 estábamos listos con los arneses de cintura y pecho puestos, cascos y guantes. Y yo lo iba a grabar todo con la goPro. Los nervios comienzan a aflorar mientras te dan la charla explicativa de las actividades y cómo funcionan las tirolinas, y aumentan un poco al esperar la cola para la primera tirolina. Pero justo cuando llega tu turno, te enganchan al cable y comienzas el primer viaje, el miedo desaparece y comienza la hora de disfrutar.  La longitud de las tirolinas va aumentando a medida que avanzas, algunas más rápidas, otras más largas, pero todas para disfrutar. El plato fuerte se reserva para los 2 supermanes de cerca de 1500m de longitud unos 100m por encima de las copas de los árboles. Si te atreves, es toda una experiencia. Es súper divertido volar por encima del bosque. No apto para gente con vértigo, claro.

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Si tienes la adrenalina a tope recomiendo atreverse con el salto que llaman Tarzan swing. Es un gran final para la actividad y descargas toda la adrenalina acumulada en un momento. Asusta sobre todo al caminar por la pasarela suspendida que te lleva a la plataforma desde la que saltas, pero luego es sólo 1 segundo de susto hasta que saltas y comienzas el movimiento de lado a lado.

La actividad duró unas 3 horas, y la verdad es que nos encantó. Emociones fuertes ya el primer día.

Tras la actividad volvimos al pueblo y comimos en las mesas de un bar nuestra propia comida (spanish embutido forever!!). No nos pusieron problemas, de hecho fueron ellos mismos los que nos lo dijeron.

Barajamos la posibilidad de hacer alguna otra visita a algún ranario o mariposario o similar, pero lo descartamos porque nos pareció que era como ir a un zoo. Y es cierto, aunque también lo es que puede ser la única forma de ver ciertos animales. Decidimos irnos directamente a nuestro siguiente alojamiento, en el pueblo de Bijagua, a unas 3 horas. Existen 2 rutas principales: una es ir hacia el sur para tomar la carretera principal lo antes posible, dirección Juntas y Cañas, y no dejarla hasta llegar a Bijagua. Se da una vuelta considerable pero evitas los caminos en mal estado. Como teníamos tiempo de sobra y un 4x4, decidimos coger la ruta difícil (y también la más corta), que nos llevaba por caminos de tierra yendo hacia el norte, pasando por Tilarán y el inmenso lago Arenal. El trayecto en sí mismo es una aventura en cuanto a conducción, pues está lleno de cuestas empinadas, agujeros, y piedras en algunos tramos. Me lo pasé pipa conduciendo por aquí. Sin 4x4 no lo recomiendo en absoluto.

Al llegar al lago Arenal paramos a tomar algunas fotos, pues es precioso y muy grande.

Llegamos a Bijagua de noche, sobre las 18:30. Nos costó encontrar el alojamiento pues, como en la mayoría de zonas en el país (esto lo descubriríamos durante el viaje) muchos alojamientos están situados entre unos pocos metros y varios kilómetros del centro de los pueblos, en mitad de la naturaleza. Dejamos las mochilas de nuevo en unas cabañas para nosotros solos en mitad del bosque. El dueño nos indicó que lo mejor para cenar era el bar Barrigón, en el pueblo, así que nos fuimos para allá. Ni el dueño era gordo ni en el bar se comía demasiado bien, pero al menos nos dieron de cenar en algún sitio. El pueblo está bastante desangelado y no es nada turístico, por lo que no hay casi de nada.

Serían las 22:00 cuando nos fuimos a dormir. Nos estábamos acostumbrando a los horarios costarricenses a marchas forzadas. Pero lo agradecimos pues seguíamos con algo de Jet Lag.

 

Dia 3. Trek Rio Celeste/Volcan Tenorio. Coche a la Fortuna.

El día de hoy lo dedicamos a visitar el conocido Rio Celeste, ubicado en el PN Volcan Tenorio. El punto de entrada se encuentra a unos 25 minutos de Bijagua (de ahí que durmiéramos allí). Allí, tras pagar los 12$ que cuesta la entrada, te dan un mini mapa de la zona pintado en un papel, te indican los puntos principales a visitar y te recuerdan que no se permite el baño en ninguno de los puntos de la visita. Te ofrecen también el servicio de guía (una persona local), pero la verdad es que salvo que estés muy interesado en la zona, creo que no es necesario.

La visita dura unas 3 horas, siguiendo un camino llano y asfaltado al principio que se convierte en sendero de subida y bajada a la mitad. Lo primero que se visita, tras unos 20 minutos llanos y bajar una escalera muy empinada de unos 200 escalones, es una preciosa catarata de color azul celeste. Merece mucho la pena verla pues es espectacular.

Siguiendo el sendero (ya por estas alturas estarás empapado en sudor) se llega pronto al mirador del volcán Tenorio. Con suerte se podrá ver su cima, y sin suerte se podrá ver el inmenso bosque tanto del valle como de las laderas que lo rodean. La ruta al volcán son palabras mayores. Tras este punto se llega a la laguna azul, lugar donde confluyen 2 pequeños riachuelos y el agua, mágicamente, cambia a color azul celeste formando una laguna. A pocos metros se pueden visitar los chorros desde donde emana el agua caliente volcánica a la que se debe este lugar. Por esta zona el olor a azufre es bastante fuerte. Siguiendo el sendero, al final del recorrido, se llega a uno de los mejores lugares: los Teñideros. Se camina de forma paralela a varios riachuelos, alguno de ellos de color azul celeste, se pasa por varios puentes artesanales sobre ellos y por último se observa el punto exacto en el río donde se produce el proceso químico y geológico que produce el color celeste del río. La vuelta es por el mismo lugar en sentido contrario.

Como en todo lugar en Costa Rica, cualquier actividad en la que te muevas provoca un sudor intenso y un calor sofocante. Da igual que todo el recorrido sea en sombra.

A la vuelta preguntamos por la zona del río en la que el baño está permitido (lo habíamos leído con antelación), y resulta que estaba a 1 km aproximadamente. No lo pensamos y nos fuimos para allá.

Aunque el sitio no es muy glamuroso, pues está justo debajo de un puente, el agua tiene el mismo color celeste y el baño es bastante agradable y tranquilo. Ideal para comer de picnic.

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Sobre las 15:00 pusimos rumbo a la Fortuna, nuestro siguiente destino. La lluvia intensa, fiel a su cita por las tardes, nos apareció de camino. Llegamos a nuestro hotel justo antes de la puesta de sol, en torno a las 17:30. Para nuestra sorpresa, al hacer el check-in nos regalaron un cóctel a cada uno, por lo que dejamos las maletas y nos fuimos a la pequeña pero muy chula piscina del hotel, con acceso directo al bar. Estuvimos un rato disfrutando del momento piscina-música-cóctel, como reyes. La pena es que Marisa se nos puso un poco enferma de la tripa y no tenía ganas más que de dormir. Así que la dejamos descansando en el hotel y el resto nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo.

En este pueblo, por fin, vimos bastante movimiento de gente. No en vano, es uno de los centros principales de turismo de país. La zona que rodea al volcán Arenal, donde se encuentra el pueblo, está llena de resorts, hoteles y establecimientos turísticos que ofrecen todo tipo de actividades de ocio, tanto para adultos como para niños. Perfectamente puedes venir una semana aquí y hacer miles de cosas.

Dimos una vuelta por el pueblo, hicimos alguna compra, cenamos en un italiano y para terminar fuimos a un garito donde tocaban en directo clásicos del rock. Genial fin de día.

 

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Dia4. Catarata La Fortuna y Volcán Arenal. Coche a Puerto Viejo de Sarapiqui.

Por desgracia Marisa no pasó una buena noche por lo que decidimos llamar al seguro médico. Tras un par de horas de llamadas e indecisiones burocráticas varias, que algunos aprovechamos para darnos otro baño en la piscina o descansar en las hamacas del hotel, nos fuimos a la clínica más cercana, que por suerte estaba a escasos 500m del hotel. Nuestro planning de hoy era visitar el PN Volcán Arenal (a unos 30 minutos de La Fortuna, 15$ entrada) y luego la catarata de la Fortuna (a unos 10minutos de la Fortuna, 15$ entrada), pero tras este imprevisto tuvimos que elegir sólo uno.  Elegimos la catarata.

Dejamos a Marisa en la clínica (ingresada con suero y pastillas varias) y nos fuimos para allá.

Nada más entrar al complejo fuimos al mirador principal. Desde allí se puede observar literalmente el agujero que ha formado el río y la cascada con los años en el frondoso bosque, formando un espacio circular de unos 100m de desnivel. Es impresionante. Tras unos 10 minutos de bajada por una empinada escalera, se llega a la misma base de la catarata, que forma una poza de unos 50 metros de diámetro en la que te puedes bañar. A pesar de estar lleno de gente, estás tan flipado de poder bañarte en este precioso lugar que te da igual que sea tan turístico. El agua está caliente (como todo río, mar u océano en Costa Rica) y el baño consiste en acercarte lo más que puedas al punto donde cae incansable el agua de la cascada, desde más de 100m de altura. Tiene una fuerza increíble. Si se quiere algo más de tranquilidad existe otra pequeña zona de aguas más tranquilas a un lado, fuera de la poza principal.

Estuvimos flipando con este lugar durante cerca de 1 hora.

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Regresamos a la Fortuna a por Marisa, y por suerte ya estaba mucho mejor, medicada y con mejor cara.

Tras comprar algo de pan y bebidas, comimos de nuevo nuestro spanish embutido en algún punto camino a nuestro siguiente destino: Puerto Viejo de Sarapiqui. Elegimos este sitio como punto intermedio de camino a Tortuguero, con la idea de quitarnos horas de viaje para al día siguiente, madrugar y tomar el primer barco a Tortuguero.

Llegamos otra vez de noche, sobre las 18:00. Dejamos las cosas en el hotel, descansamos un rato y nos fuimos al pueblo a buscar algún sitio para cenar. Al igual que Bijagua, el pueblo no es nada turístico por lo que fuimos al único restaurante decente y abierto que encontramos.

Esta vez nos fuimos pronto a dormir, pues nos esperaba madrugar bastante al día siguiente.

 

Dia 5. Coche a La Pavona. Barco a Tortuguero. Tours por Tortuguero.

El día comenzó a las 5:00 de la mañana con un buen madrugón. Habíamos comprado cosas para desayunar el día anterior (en otro supermercado chino del pueblo) por lo que hicimos un desayuno rápido en el mismo hotel y nos pusimos en marcha de nuevo sobre las 5:30, rumbo a la Pavona

El trayecto discurrió sin contratiempos, pues a esas horas apenas había tráfico y pudimos ir algo más rápido de lo habitual. Pasado el pueblo de Guápiles la carretera es algo peor, haciéndose camino al llegar a Cariari. Ésta es justo la parte más bonita, pues está todo lleno de plantaciones de bananas y pequeñas aldeas. Sobre las 7:15 llegamos al aparcamiento de la Pavona, con el tiempo justo para aparcar, ir al baño (1$) y tomar la barca que estaba lista para partir a las 7:30. Leímos que los horarios no se cumplían muchas veces, pero en nuestro caso fue más que puntual, de hecho casi lo perdemos.

El trayecto en barca, de unos 70 minutos, fue de lo más interesante. La barcaza, alargada y con tan poco calado que parece que flotas en la superficie del río, se mueve rápida de lado a lado siguiendo las numerosas curvas del río, en mitad de la densa jungla. Si tienes suerte podrás ver algún caimán merodeando por las orillas o algún perezoso agarrado a alguna rama. Al cabo de unos 45 minutos se sale de este río y se llega a otro mucho más ancho, donde existen algunas pequeñas poblaciones. Tras otros 20-30 minutos se llega por fin a Tortuguero.

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Ubicado a un lado entre la confluencia de varios ríos y canales artificiales de agua y al otro el mar Caribe, este pequeño, pintoresco y remoto pueblo sobrevive gracias al turismo y sobre todo por ser uno de los destinos principales de desove de varias especies de tortugas gigantes, como la Baula o la Verde.

Para aprovechar mejor el tiempo en este lugar, decidimos contratar varias excursiones nada más llegar al embarcadero: tour en canoas de remos por los canales (3h) a las 14:00, y tour nocturno para ver el desove de la tortuga verde (3h) a las 21:00. Al ser un grupo grande y no ser temporada alta, pudimos negociar un buen precio e incluso nos regalaron un tour nocturno para ver animales (2h) a las 19:00.

Aprovechamos las 3-4 horas que teníamos hasta el primer tour para dejar las cosas en el hotel, de ambiente reggae y a 5 metros del mar, dar un paseo por la playa (no recomendable bañarse por las olas), darnos un baño en la piscina, dar una vuelta por el pueblo, tomarnos unas cervezas y comer en uno de los varios restaurantes del pueblo. La verdad es que nos gustó bastante. La gente aquí vive por y para el turismo, todos los guías son locales y una buena parte de lo que pagas en tours va destinada a proyectos sociales dentro del pueblo. La gente es muy agradable, son como una gran familia donde todo el mundo se conoce. Respecto al pueblo en sí, es muy colorido y lleno de vida y gente por todos lados. Es interesante perderte por los callejones de arena fuera de la calle principal (la única asfaltada) y descubrir cómo vive la gente aquí: sin lujos pero con una sonrisa en la cara. Además es muy fácil ver animales en libertad merodeando por cualquier lado. Nosotros vimos guacamayos, monos e iguanas.

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El tour de canoas discurre por los diversos canales que rodean el pueblo. Cuanto más pequeño sea el canal y más alejado estés del resto de embarcaciones (sobre todo si son a motor), más fácil será ver animales. Aunque también es cierto que si estás con otras barcas y ven algo, te avisan para que lo veas tú también. Aun así, me quedo con navegar a remo por los canales, disfrutando de la tranquilidad y los diversos ruidos de la selva. En nuestro caso vimos iguanas, basiliscos, murciélagos, monos araña y cara blanca, varios tipos de aves y el principal por estas zonas: el caimán. Es difícil verlo porque normalmente espera agazapado en el agua, muy quieto. Sus 2 ojos sobresalen del agua y es lo que les delata. La experiencia del guía es fundamental, y en eso el nuestro, Cristóbal, era muy bueno.

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De vuelta al pueblo cenamos algo rápido y enseguida nos fuimos a dar un paseo por el camino que sale del pueblo. La lluvia no faltó a su cita y comenzó a jarrear durante unos 30 minutos. El camino se convirtió en río y no tuvimos más remedio que esperar a que pasara. Durante este paseo, buscando entre los árboles con linternas potentes, vimos la famosa ranita de ojos rojos, patas naranjas y cuerpo azul y verde, encaramada a una rama. Es preciosa. También vimos varios tipos de pequeñas serpientes (amarilla, verde y otra marrón), varios basiliscos, orugas gigantes, sapos y alguna que otra araña.

Este tour es fácilmente realizable por libre, pues el camino sale del mismo pueblo y el guía lo único que hace es buscar animales contigo (lógicamente con más ojo que tu). De ahí que nos lo regalaran.

Sobre las 21:00 nos recogió de nuevo nuestro guía Cristóbal para tratar de ver tortugas. El tour no te garantiza verla, pero está bien montado para que si las veas. La playa, de unos cuantos kilómetros, se divide por sectores, cada uno vigilado por varios rangers y biólogos que tratan de mantener lejos el furtivismo y las malas prácticas de los turistas (ir por libre, hacer ruido o con luces blancas).

En cuanto alguien visualiza una tortuga, se avisa a los turistas del punto exacto.

El desove de la tortuga es un proceso lento, de varias horas, por lo que hay que tener paciencia. Sólo se puede ver a la tortuga en el momento exacto de puesta de huevos, cuando entra en una especie de trance.  Tuvimos la suerte de verla un rato entre la multitud de turistas que esperaban, por turno, a verla. Es una sensación extraña, la verdad. 

Me pareció una suerte poder vivir ese momento y un acierto el control que se tiene de todo el proceso y la prohibición de hacer fotos, pero no me gustó la cantidad de turistas (yo el primero) que se arremolinan en torno a la tortuga. Hablándolo con el biólogo, que era sevillano, nos comentó que a él en concreto no le gusta que los turistas podamos ser partícipes del proceso de desove, pero que entiende perfectamente que ese es justo el motivo por el cual el pueblo de Tortuguero y sus gentes sobreviven.

Pasadas las 00:00 regresamos al hotel, con los ojos cansados pero con una preciosa experiencia vivida.

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Dia 6. Barco a La Pavona. Coche a Puerto Viejo de Talamanca.

El día anterior habíamos hecho los deberes en cuanto a tours así que aprovechamos la mañana para desayunar rico y sin prisas, dar otra vuelta por el pueblo y hacer algunas compras de artesanía y collares, lo único que hay en el pueblo en cuanto a souvenirs.

Para regresar a la Pavona lo hicimos a través de una barcaza privada contratada directamente en el embarcadero (previo regateo, claro) pues nos salió más barato que el barco público y nos permitió salir antes. Llegamos sobre las 12:30 tras otro viaje emocionante por el serpenteante río.

Nos subimos al 4x4, que por suerte seguía allí, y pusimos rumbo a Puerto Viejo de Limón, nuestro único objetivo del día. Paramos a comer en un restaurante de carretera (hay multitud por todo el país) justo cuando el aguacero del día comenzaba. A destacar del trayecto el incremento del tráfico de camiones desde Guápiles a Limón, pues éste es el único puerto del caribe y principal punto de entrada de mercancía del país. Nos ralentizó bastante, pues aunque adelantes a un camión seguro que hay otros cuantos más adelante. Pasado Limón la carretera se vuelve más tranquila y discurre paralela al mar Caribe. Llegamos a Puerto Viejo sobre las 17:30.

Dejamos las cosas en la casa-cabaña que habíamos alquilado para los próximos 3 días en playa Cocles y nos fuimos a descubrir la noche de Puerto Viejo. Éste es un pueblo caribeño en toda regla, lleno de restaurantes, tiendecitas y bares por todos lados. Y cómo no, mucha vida en la calle, música reggae, vendedores ambulantes y algún que otro mendigo-rastafari (difícil distinguir).  

Existen varios locales tipo discoteca, con música reggae casi todos, con mesas para cenar o tomar algo y justo al lado de la playa, bastante interesantes. En todos ellos nos ofrecieron todo tipo de drogas. Por desgracia no era fin de semana, no había apenas gente en ninguno de ellos, y nosotros tampoco estábamos para muchos trotes con tanto desplazamiento, por lo que nos fuimos a dormir pronto.

Dia 7. PN Manzanillo, Punta Uva.

En esta zona del caribe sur de Costa Rica hay multitud de cosas que hacer: ver animales en cautividad, hacer senderismo, practicar deportes acuáticos como el surf/canoas o kytesurf, visitar poblados indígenas en Bibri o alrededores, alquilar unas bicis o quads y miles de cosas más. Nosotros no hicimos ninguna de estas por falta de tiempo y por los precios tan caros (1 hora quad 40$, zoo 35$, etc).

Tras hablar con nuestro casero Marc (muy agradable y dispuesto a darnos información práctica sobre todo), decidimos pasar el día de hoy visitando las playas sureñas de Manzanillo y Punta Uvita, y el día siguiente el parque Nacional de Cahuita y playa Cocles.

Llegamos a Manzanillo en unos 10 minutos.

Aparcamos al final del todo en dirección a Punta Manzanillo, donde se acaba el camino, cogimos una pequeña mochila con el kit playa-lluvia-trekking y nos pusimos a andar. Las chicas pronto encontraron un rincón idílico donde plantarse a tomar el sol, mientras que los chicos nos aventuramos un poco más por el sendero que lleva, tras unas 3 horas, hasta Punta Mona y Gandoca. Sólo andamos unos 45 minutos, pero fue suficiente para flipar con este lugar. Calitas pequeñas y vírgenes llenas de pequeños animales por todos lados (cangrejos, hormigas, lagartos, iguanas, basiliscos, etc), cocoteros y palmeras a punto de caer sobre la playa, arena fina y agua caliente y transparente. No nos cruzamos con nadie en todo el camino ni en la calita donde estaban las chicas. Y encima, uno de los pocos parques nacionales gratuitos en todo el país. ¿Qué más se puede pedir?

Disfrutamos de nuestro momento playa paradisíaca durante toda la mañana.

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Para comer regresamos a Manzanillo y comimos en Maxi’s, el restaurante más conocido de la zona (y el más caro con diferencia, también), donde nos soplaron unos 25$ por persona. Al menos se come bien.

Por la tarde nos movimos hacia la zona de Punta Uva. Esta zona tiene bastante más turismo que Manzanillo, pues se puede llegar en coche hasta la misma playa, hay multitud de alojamientos por la zona y las 2 playas a ambos lados de la punta de roca son grandes, bonitas y de arena fina. Aunque leímos que hay arrecifes por esta zona, el mar estaba bastante picado y apenas había visibilidad, por lo que no pudimos hacer snorkel. Fue una jornada de sol y playa en toda regla. Ideal para las chicas.

De vuelta a Puerto Viejo, y dado el éxito nocturno del día anterior, decidimos ir al supermercado a comprar algo para hacer la cena en la casa. Teníamos chef y una cabaña ideal para cenar, así que lo vimos claro. Previo a la cena nos dimos un bañito nocturno en la piscina del hotel, como no podía ser menos. Tampoco faltó el Ron caribeño por lo que tras la cenita rica que nos preparó Javi, nos echamos unos cubatas y unas risas que nos supieron mucho mejor que nunca, quizá por estar en el Caribe.

Dia 8. PN Cahuita, Playa Cocles.

Nuestro último día en el Caribe lo dedicamos a visitar el parque nacional Cahuita, a unos 15 minutos de playa Cocles. Ojo porque aquí hay 2 entradas. La de Cahuita pueblo es una entrada que no tiene precio fijo, sino que se paga la voluntad. Esta es la buena. La otra está ubicada en Puerto Vargas, y según nos dijo Marc (nuestro casero) aquí un tipo ha puesto un chiringuito donde te obliga a pagar una entrada para acceder. Esto es muy común en todo el país según nos contó, pues al parecer cualquiera puede comprar un terreno, habilitarlo para el turismo y cobrar entrada a quien quiera acceder.  Y como este país está lleno de naturaleza, digamos que es muy común que le pongan ‘puertas al campo’ y te cobren.

Ya en el parque, nos adentramos por el sendero principal que discurre a escasos 10-20 metros del mar, y al poco tuvimos nuestra sorpresa del día. ¡En lo alto de una rama se movía un enorme Oso perezoso! Es un animal más bien grande, que llama la atención por sus movimientos sosegados y lentos, de ahí su nombre. El sendero continúa rodeando todo el parque hasta Puerto Vargas (unas 3-4 horas idea), aunque nosotros sólo andamos cerca de 90 minutos. Durante el paseo, además de vadear un par de ríos con las mochilas en alto, vimos varios de los animales que ya vimos anteriormente en otros lugares, destacando la variedad de cangrejos de diversos colores: azules, rosas, color arena o incluso algunos con patas azules, cuerpo rojo y pinzas moradas. Curiosos.

Aparte de la belleza de la jungla y los animales, destacaría de Cahuita su preciosísima playa. Grande, de arena fina, agua caliente y fondos lisos ideales para darte un baño, destaca además por su estado salvaje, virgen, llena de cocoteros y palmeras caídas en la arena, y otros que se tumban hacia el mar con la jungla detrás en una lucha constante con el mar para ganarse terreno uno a otro.

Fuimos a comer a uno de los muchos restaurantes de Cahuita pueblo, comida rica y barata.

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A la tarde nos acercamos por libre a los pueblos de Bibri y alrededores, ubicado en lo alto de unas montañas, pero una vez allí decidimos que lo que realmente nos apetecía era ir de nuevo a la playa a disfrutar del atardecer, por lo que pusimos nuevo rumbo esta vez a la playa de Cocles, conocida en la zona por ser habitual de surferos. Echamos la tarde en la playa disfrutando de un baño entre grandes olas, la tranquilidad de la zona y la suave arena fina. Buena despedida del caribe. Hasta la próxima!

Nuestra última noche en Puerto Viejo la queríamos pasar disfrutando del ambiente del pueblo, por lo que cenamos en uno de los restaurantes de la zona y nos fuimos a darle otra oportunidad a la noche caribeña. Esta vez sí que había ambiente en la zona y bastante gente en uno de los bares de la playa. Además vimos un espectáculo medio circense con aros y maracas de fuego que estuvo bastante chulo. Tras unos mojitos y cuando empezábamos a animarnos con la música reggae del bar, alguno de nosotros con mente serena nos recodó que al día siguiente teníamos madrugón para hacer el rafting. No tuvimos más remedio que aceptarlo ya que eran ya casi las 00:00 y nos teníamos que levantar a las 5:00, por lo que nos fuimos a dormir al menos unas horas. Una pena no haber tenido esta marcha hace dos días.

 

Dia 9. Coche a Turrialba. Rafting rio Pacuare. Coche hacia Osa.

Como decía el día anterior, tocó madrugar bastante. A las 5:30 estábamos con todas las mochilas en el coche y por encima de cada uno, y rumbo a Turrialba. El camino, debido a la hora tan temprana, fue muy tranquilo y rápido, y a la hora acordada (sobre las 8:15) estábamos en el centro donde nos esperaban para comenzar el rafting por el famoso río Pacuare, uno de los famosos del mundo por sus niveles III y IV de aguas bravas y su precioso entorno natural.  No lo queríamos perder.

Tras una aproximación al río de unos 15 minutos, le dejamos las llaves a la responsable de la agencia para que lo llevara al punto final y allí recogerlo. Este fue un punto de discusión cuando planeamos el viaje porque lo fiábamos todo (mochilas, documentación, dinero, etc) a una persona que no conocíamos. Llegamos a la conclusión de que nos teníamos que fiar de esta gente, pues habíamos leído muy buenas críticas de la agencia y ningún problema con ellos. Y a la postre, nos salió bien.

El rafting comenzó con las protocolarias palabras del monitor sobre cómo navegar en la barca y los comandos que nos iba a dar para atravesar los rápidos. Es fundamental hacerle caso siempre y mantener el respeto en el río, pues es algo serio y como todo deporte de aventura, entraña cierto riesgo. Los rápidos de nivel IV son peligrosos y en este río hay unos cuantos.

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Una vez subidos en la barca comenzamos a sentir con los nervios típicos cuando realizas una actividad de este tipo, pero al poco de remar a ritmo todos a una ya estábamos metidos de lleno en la actividad y con la adrenalina a punto. El río es muy disfrutón todo el trayecto. Alternas zonas de calma para coger confianza y disfrutar del entorno, precioso, con zonas de rápidos intensos de nivel III y IV. Hay muchas zonas con este tipo de rápidos, de ahí la fama del río, por lo que hay que estar atento constantemente. Para suerte de los novatos, los rápidos difíciles no son demasiado largos ni estrechos, y casi siempre hay zonas menos peligrosas para pasarlos. Los guías tratan de evitarlos para evitar accidentes.

La bajada dura unas 3-4 horas dependiendo del nivel del agua, y es de ritmo trepidante. No paras hasta casi llegar al final. Hay dos o tres zonas con cascadas (en alguna te puedes bañar),  otra zona llena de cabañas de lujo, algún que otro puente antiguo y un cañón estrecho de apenas 10 metros de ancho, de lo más bonito de la zona y en el cual te puedes tirar al agua. Como todo rafting, que disfrutes la actividad depende mucho del guía. Por suerte, el nuestro, además de serio cuando había que serlo, era también divertido, y en cuanto comprobó que teníamos destreza con los remos y ningún miedo, comenzamos a hacer más divertido el descenso bajando de espaldas a los rápidos, poniéndonos de pie todos en la barca, o sentándonos en la parte delantera con los pies por fuera, uno a uno.

Fue toda una experiencia y súper divertido.

Al terminar nos estaban esperando con la comida medio preparada. Nos dimos una ducha mientras la terminaban y después comimos y estuvimos charlando con los guías. Burritos, ensaladas, fruta y algo de pollo y arroz. Todo muy rico en plan picnic. Aunque a la noche nos acordaríamos de esta comida.

Con una hora de adelanto sobre el planning estimado, tomamos la carretera en dirección San Gerardo de Dota. El trayecto según el GPS nos llevaría unas 3 horas. La carretera es todo cuesta arriba, de hecho pasamos de unos 600m de altitud hasta los más de 3000m del desvío hacia San Gerardo, o los 3300m del punto más alto, conocido como el Cerro de la Muerte. Pensábamos que la carretera estaba bastante mal tras leer ciertos blogs, pero en realidad está muy bien, pues ha sido reasfaltada hace poco. Lo malo es que está llena de curvas y toda la parte que rodea a Turrialba y Cartago tiene mucho tráfico. Al pasar Cartago el tráfico brilla por su ausencia, eso sí. Como siempre fiel a su cita, la lluvia nos acompañó durante buena parte del trayecto, lo cual supuso que llegáramos a San Gerardo entrada la noche, sobre las 18:00. El alojamiento estaba ubicado en el valle que baja hacia San Gerardo Dota desde la Interamericana, y es algo difícil de encontrar. No hay restaurantes ni pueblos por la zona por lo que tuvimos que confiar en el GPS. Nada más bajar del coche nos dimos cuenta que la temperatura aquí no era la tropical a la que estábamos acostumbrados, pues era de unos 12-15º, es decir, sensación de frio.

Tuvimos que poner la estufa que había en la cabaña y sacar todo el abrigo que llevábamos, que no era demasiado. Cenamos algo de picoteo que llevábamos y nos fuimos a dormir pronto. Al día siguiente tendríamos ‘fiesta’ aunque a estas alturas aún no lo sabíamos.

 

Dia 10. Plan original: Coche a Drake. Plan final: De médicos en Cartago

Lo que estaba planeado como un día de transición a Drake, se convirtió en un día de médicos Y es que resulta que de 7 que éramos, 5 pasamos mala noche, con dolores de tripa, vómitos, algo de fiebre y diarrea cada, literalmente, 5-10 minutos. Así no podíamos ponernos de viaje a un lugar tan remoto como Drake. Viendo el panorama, llamamos a los seguros médicos de cada uno, los cuales nos indicaron que el médico más cercano y con medios suficientes estaba en Cartago. Tras múltiples llamadas a los distintos seguros y líos varios con las pólizas de cada uno (menos mal que teníamos SIM costarricense) a todos nos derivaron a la misma clínica. Algunos no tuvimos que pagar nada y otros tuvieron que pagar el coste de todo y luego tendrían que reclamar, en España, el reembolso al seguro.

Muy a nuestro pesar, tuvimos que deshacer el camino andado y regresar a Cartago. El plan original de ir a Drake tendría que esperar, pero no podíamos hacer otra cosa. En la clínica nos fueron ingresando uno a uno, algunos ya deshidratados por la diarrea y con fiebre. A los médicos y enfermeras les contamos lo que nos había pasado. No se lo podían creer pero el caso es que nos atendieron muy amablemente y con profesionalidad. Al ser un grupo de turistas, decidieron ingresarnos de tal forma que a última hora de la tarde nos pudieran dar el alta para salir con suficientes fuerzas y continuar nuestro viaje. Nos metieron suero, antibióticos, antidiarreico y algunas otras pastillas más a cada uno. Creo que, de hecho, nos metieron más pastillas de lo normal. Nos tiramos allí casi todo el día mientras los 2 que quedaban sanos buscaban un alojamiento alternativo para esa noche y un lugar para cenar (al menos ellos).Los pobres se aburrieron un montón todo el día sentados en una silla de espera.

Era mejor descansar bien esta noche en algún hotel cercano y tratar de estar bien para los días venideros. Al salir de la clínica nos mandaron pastillas para los próximos 3 días, y dieta blanda. El diagnóstico para todos fue gastroenteritis por intoxicación alimentaria. Pensando en lo que pudo motivar todo esto, lo único que nos mosqueaba era la comida del rafting, pues fue en plan picnic, con productos lavados con agua. Aunque lo raro era que los otros 2 no se hubieran puesto malos también.

El caso es que durante los 3 próximos días, nada de cervezas ni batidos naturales ni comidas pesadas ni salsas. Arroz, pollo hervido y agua. Arrggghhh. Al menos se nos quedaría buen tipo.

Tras recibir el alta y comprar las pastillas de cada uno en la farmacia (por cierto, a precio de oro) nos fuimos a nuestro improvisado nuevo alojamiento en Cartago. Resultó estar bastante bien, aunque no hicimos otra cosa al llegar que irnos a dormir y tratar de descansar bien.

 

Dia 11. Plan original: Tour de buceo/snorkel a Isla del Caño. Plan final: Camino a Drake

Por suerte todos los enfermos pasamos una buena noche, descansando y sin dolores. Algunos seguíamos con algo de diarrea, pero no al ritmo del día anterior. Lo malo es que uno de los sanos decidió unirse al club de la diarrea y los dolores, por lo que visto lo visto decidimos ir de nuevo a la clínica a dar los buenos días. Por suerte esta vez no le ingresaron, sino que le dieron la misma medicación que al resto y le mandaron dieta blanda igualmente. Por suerte, Anita aguantó las bacterias y no se puso enferma. Tras unas 2 horas más de médicos, por fin todos estábamos más o menos dispuestos para salir de viaje a Drake. El camino era largo (unas 6 horas) por lo que había que armarse de paciencia.

 

La primera parte del trayecto seguía subiendo hacia arriba hasta llegar al cerro de la Muerte a 3300m, pero tras pasar este punto la carretera desciende de forma vertiginosa hasta San Isidro General. Desde aquí un poco más de sube y baja hasta llegar a Dominical, donde ya tomamos la carretera paralela al mar que lleva directa hasta Palmar. Esta carretera es totalmente llana, recta y ancha (cogen varios vehículos en paralelo y no hay líneas que delimiten los carriles), por lo que pudimos correr un poco más de lo normal. Paramos en un supermercado de carretera a comprar algo de comida (pan y pavo) y descubrimos que de nuevo el calor volvía a ser sofocante. Tras pasar Palmar hay que tomar un desvío a la derecha hacia Rincón, y al cabo de otros 30 minutos, otro desvío hacía Bahía Drake. Ambos están bien indicados.  Serían las 15:00 aproximadamente y por fin estábamos en el famoso camino que lleva a Drake. Este punto fué un poco quebradero de cabeza cuando diseñábamos el planning, ya que no nos quedaba muy claro que fuera transitable en nuestro propio vehículo, y la información que teníamos era algo contradictoria.

Una vez realizado el camino en ambos sentidos (de vuelta con muy mal tiempo, lluvia y todo embrarrado), tengo claras varias cosas. La primera es que sólo se puede hacer sin 4x4 si hace buen tiempo, no ha llovido en los últimos días y eres un conductor experimentado en caminos. Si no cumples estas 3 premisas, creo que es obligatorio ir en 4x4. La segunda es que, aun yendo en 4x4, unos 2 días antes de ir, hay que llamar a alguien que viva en Drake (hotel, agencia turismo, guía local) para preguntar por el estado del camino. Uno de los problemas que tiene el camino es que hay que vadear varios ríos.

Dependiendo de las lluvias y si vienen con mucho caudal puede ser imposible pasar alguno de ellos. Hay que vadear unos 5-6 ríos en todo el trayecto, siendo al menos 2 de ellos bastante anchos y caudalosos en época de lluvias. El resto o son pequeños arroyos o tienen un puente al lado para pasar por encima. Otro peligro del camino son los puentes. Varios de ellos son peligrosos porque cabe justo la rueda del coche y no hay quitamiedos a los lados, lo cual da bastante respeto.

Por último queda decir que si comienza a llover todo se embarra muchísimo, y por tanto algunos tramos pueden ser complicados, sobre todo al vadear ríos o en las subidas y bajadas, donde el coche pierde tracción.

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El camino de ida fue divertido por la novedad, pero el de vuelta al día siguiente fue toda una aventura 4x4, pues empezó a llover y donde había camino ahora sólo había barro y ríos de agua.

La distancia, por cierto, son unos 30km, y el tiempo para hacerlo lleva cerca de 1 hora como poco.

El caso es que llegamos a Drake cerca de 1 hora antes de que atardeciera, con la emoción de por fin llegar, aunque con 1 día de retraso en el planning inicial, al lugar más remoto de todo el país, comunicado con el exterior sólo por un camino ciertos meses del año y por barca el resto del tiempo.

Y la verdad es que el lugar merece la pena visitarlo.

Nos alojamos en uno de los alojamientos más altos de la zona, con lo que las vistas de la preciosa bahía Drake son inmejorables. Contemplar desde allí el atardecer no tiene precio. Por explicarlo de una manera distinta, Bahia Drake me recuerda a las pelis de James Bond cuando al final de la peli se escapa a un lugar paradisíaco con la chica en un barco.

El pueblecito se compone de un par de restaurantes, algunos supermercados y varios alojamientos de distintos precios y calidades. No hay asfalto sino un camino de arena como vía principal, desembocando en la playa. Se respira tranquilidad y sensación de estar en otro mundo ajeno al ruido.

Tras darnos un bañito en la playa y comprar desayuno para el día siguiente, fuimos a cenar al lado de la playa. Como estábamos de penitencia gástrica no pudimos disfrutar más que de un pescado a la plancha y arroz. Los precios, eso sí, son bastante caros, ojo. Para bajar la cena algunos nos dimos una vuelta por la playa y el pueblo, disfrutando de los ruidos de la noche, algunos animales nocturnos (por ejemplo una boa de más de 1 metro que cruzó la calle principal del pueblo) y la inmensidad de las estrellas en el cielo.

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Dia 12. Plan original: Senderos por Drake. Coche a Puerto Jimenez. Plan final: Tour buceo/snorkel a Isla del Caño y coche a Puerto Jiménez.

A pesar de que teníamos reservado el tour a Isla del Caño para el día anterior, llamamos al club de buceo y pudimos cambiarlo para el día siguiente, lo cual normalmente es difícil pues la entrada a la isla tiene unos cupos estrictos a nivel estatal. Por suerte había plazas disponibles y el club de buceo tenía otra salida programada para este día.

Los trayectos en barco, 2 inmersiones, guía, equipo, permisos de entrada y comida, por 70$ persona.

Eran las 7:30 cuando un pequeño barquito nos recogió en la playa a todos y salimos hacia esta isla tan conocida en el mundo del buceo por su cantidad de vida marina, incluidos tiburones, tortugas y ballenas, así como por su visibilidad, su barrera de coral y la preciosidad de sus fondos.

Llegamos a la isla al cabo de unos 45 minutos de travesía, y nos tuvimos que bajar a la playa a esperar mientras nos daban el OK para bucear en el centro de recepción del parque nacional. Los temas burocráticos van despacio aquí. Cuando nos dieron por fin el OK, comenzamos a saltar al agua a escasos 50m de distancia de la playa, con las máscaras y tubos puestos. Y lo que vimos fue impresionante.

Lo primero que llama la atención es la perfecta visibilidad, en algunas zonas de hasta 20 metros. A medida que avanzas por el mar vas descubriendo la enorme variedad de vida marina que existe en esta zona, desde bancos de peces tropicales a arrecifes de coral, o peces de gran tamaño solitarios e incluso tiburones, rayas o tortugas. Es increíble la variedad animal existente en estos preciosos y limpios fondos arenosos. Que los veas o no, claro está, depende de la suerte que tengas en el momento de la inmersión, aunque es bastante habitual ver casi de todo según nos dijeron nuestros guías.

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Hicimos 2 inmersiones de unos 50 minutos cada una y salimos encantados. Esta es una de esas cosas que no se pueden describir con palabras, pues siempre te quedarás corto. Mejor verlo con tus propios ojos que tratar de explicarlo. Isla del Caño es una de las mejores zonas del mundo para bucear.

Tras un bañito en la playa de Isla del Caño (único punto de la isla accesible por los turistas) y la segunda inmersión, nos dirigimos de nuevo a zona continental, esta vez a la remota playa de San Josecito. Allí comimos de picnic, nos dimos otro baño y disfrutamos de las preciosas vistas de esta remota playa virgen llena de cocoteros, arena limpia y fina y pequeños cangrejos correteando por todos lados.

Los monos pululaban entre los árboles nerviosos al vernos comer. No eran los primeros turistas que estábamos por allí sin duda.  Aunque no era la primera playa de este tipo que veíamos, el estar tan lejos de la civilización daba un plus extra para considerarla especial. El paraíso debe ser algo parecido a aquella playa, pensamos. Aunque sin tanto calor y mosquitos.

Tras comer, tomamos de nuevo el pequeño barco que nos llevó por toda la costa, de vuelta a la playa de Bahía Drake. Nos dimos nuestro último chapuzón nosotros solos en la playa. Fue una pena no haber podido estar más tiempo en este lugar tan idílico y auténtico, pero siendo positivos podría haber sido peor pues estuvimos a punto de no venir. Recomendado 100% venir hasta Bahía Drake.

Serían las 16:00 de la tarde cuando emprendimos el camino de vuelta hasta Rincón. Al poco de empezar comenzó a llover (y no paró en todo el camino), lo cual aproveché para grabar en video. La manera de llover en el país es siempre torrencial, por lo que al poco el camino se convirtió en un río o en un lodazal según la zona. Por suerte pasamos todos los puntos difíciles del camino sin contratiempos. Me lo pasé pipa conduciendo por este camino, por fin un lugar 4x4 de verdad.

Al llegar a Rincón dejamos el camino, y tomamos la carretera, en muy buen estado, hasta Puerto Jimenez. Llegamos sobre las 17:30, ya casi de noche, y nos fuimos directos a la agencia donde habíamos contratado el trekking por el Parque Nacional Corcovado para los 2 días siguientes: Osa Corcovado Tour&Travel.  Allí nos dieron una charla sobre el planning, la ruta a seguir, el material necesario a llevar, y los animales que, si teníamos suerte, podríamos ver. No fueron demasiado explícitos en la longitud de los trekkings, y la verdad es que lo echamos en falta. Me explico:

Según todas las webs y blogs que vimos, el primer día de trekking (Los Patos-La Sirena), lleva entre 6 y 7 horas, mientras que el segundo día (La Sirena-Carate) lleva unas 5 horas. Y esto con buen tiempo. Si llueve, los tiempos se incrementan. Pues bien, es muy importante saber que esto es sólo así si vas a un ritmo muy alto y sin apenas parar a contemplar animales y/o plantas. Se trata de caminar a buen ritmo todo el rato, sólo parando en ciertos puntos a descansar brevemente y/o tomar fotos. No se trata de ir dando un paseo por la jungla parando en cada planta o animal que veamos. En el primer día estamos limitados por las horas de luz (hay que llegar a la Sirena antes de las 17:30) y el segundo día con los horarios de las mareas, con lo cual ambos días hay ciertas prisas por realizar el recorrido. Nosotros hicimos el primer día en unas 8 horas y el segundo en unas 7, ambas parando el tiempo mínimo para comer y/o tomar un descanso puntual en ciertas partes del recorrido. Según nos dijeron los rangers al final del segundo día, los tiempos los indican así para que haya más turistas y la gente se anime a realizarlo. Y en nuestro grupo, si bien no somos deportistas consumados, sí que todos somos más bien jóvenes (entre 30 y 40) y estamos acostumbrados a realizar este tipo de actividades sin problemas. No quiero pensar cómo lo han de pasar turistas de más de 50 años o aquellos que nunca hacen deporte.  Es importante tener todo esto en mente para poder disfrutar de Corcovado y no sufrirlo. 

Tras el pertinente regateo (mediante emails desde España), el trekking de 2 días nos salió a cada uno por unos 220USD, incluyendo: guía 2 días, alojamiento la Sirena, entrada al Parque Nacional, desayuno y cena en la Sirena, comida picnic el primer día, taxi P.Jimenez-La Palma y vuelta Carate-P.Jimenez y caballos entre La Palma-Estación Los Patos. Según vimos en varios webs, suele salir por no menos de 270USD. En toda la península de Osa es difícil organizar la logística, con lo cual es conveniente aclarar todos los trayectos a realizar con gente local o mejor aún con la agencia contratada, máxime si el punto de entrada a Corcovado es la Estación de los Patos, pues requiere de una aproximación de 1 hora desde Puerto Jimenez más 1 hora en caballos. 

Una vez aclarado todo lo referente al trekking y quedar para el día siguiente, dimos una vuelta por el pueblo, lleno de tiendas, restaurantes y bastante gente en la calle y nos fuimos a cenar al restaurante. Elegimos uno que estaba un tanto alejado del centro del pueblo, pero muy cercano a la playa, con una preciosa piscina y con desayuno incluido. Una vez allí también descubrimos que no se cenaba nada mal. Lo malo es que seguíamos en estado curativo y  no probamos apenas nada fuera de pollo y arroz.

Necesitaríamos estar fuertes para los 2 días de trekking.

 

Dia 13. Trek Corcovado: Danta Lodge-Los Patos-Sirena.

Amanecimos a las 5:00 con las pilas cargadas. Recogimos el desayuno empaquetado que nos dejaron en el hotel y nos fuimos a la agencia en Puerto Jimenez. Allí nos recogieron en un 4x4 y nos pusimos rumbo al punto, pasado el pueblo de La Palma, desde donde comenzaríamos la ruta en caballo. Al llegar allí descubrimos que el dueño de los caballos sólo trajo 4 en lugar de los 8 que necesitábamos, con lo que se tuvo que volver a su pueblo a por más. El malentendido nos supuso esperar cerca de 1 hora, sentados allí sin poder hacer nada tras el madrugón, y con el cabreo creciente por cada minuto que tardaba.  Este retraso lo pagaríamos con creces durante el trekking.

Cuando por fin llegaron los caballos, nos subimos en ellos y comenzamos a caminar. Vadeamos el río Rincón más de 25 veces, río arriba. Fue una experiencia chula ir en ellos, al menos para los que no estamos acostumbrados a ir en caballo, a pesar de ir siempre muy despacito. Los caballos pasan sin apenas esfuerzo ríos, zonas con piedras, cuestas empinadas y todo lo que les echen.

Al cabo de una hora llegamos a la estación de Los Patos, ya en plena selva, último punto de avituallamiento. Recargamos botellas de agua y comenzamos a patear por un sendero que se introducía en la selva. Los primeros 60-90 minutos son los más duros, con diferencia. Es un sendero estrecho, casi siempre cuesta arriba y siempre embarrado por ser zona sombría. Es muy frondoso por lo que es difícil ver animales, y como el camino es duro tampoco se tienen muchas energías para mirar a los lados.

El sendero empieza poco a poco a llanear y a ensancharse. Se ven continuamente árboles caídos, cruces sin señalización o simplemente el camino desaparece por el crecimiento de la vegetación, por lo que la labor del guía es fundamental, incluido su machete para abrirse camino. El calor es sofocante, lo cual unido a la dureza de la primera parte comenzó a hacer mella en algunos de nosotros. Durante esta parte tuvimos que vadear algunos pequeños ríos, para lo cual nos quitábamos las zapatillas, íbamos con ellas en alto y después las secábamos y nos las volvíamos a poner. El guía nos miraba con cara de asombro porque perdíamos bastante tiempo en todo el proceso. Luego entenderíamos que íbamos a tener que cruzar, sin exagerar, entre 20 y 30 ríos o arroyos para llegar al final, y claro, dejamos los pijeríos de no mojarnos los pies para otro momento cuando nos dimos cuenta de ello, más adelante.

Paramos a comer en la orilla de un pequeño arroyo, y enseguida continuamos la marcha. El guía nos indicó que a partir de esa zona era más probable ver animales, pues la vegetación al lado del camino disminuía y la visibilidad a ambos lados llegaba a varias decenas de metros. Nos habló de la posibilidad de ver chanchos de monte (familia de los jabalíes), sobre todo porque es de los pocos animales que no se asusta con los humanos al ir en manadas de más de 50 individuos. Son por tanto de los más peligrosos. Por desgracia, no los vimos. De hecho, no vimos ningún animal importante durante el día de hoy. Fue muy mala suerte, pues según dicen éste es un camino poco transitado y por ello suele haber más animales. Una pena.

El camino comenzaba a hacerse largo tras casi 6 horas andando. No veíamos animales y encima íbamos bastante rápido, con el guía el primero a toda leche. Le preguntábamos cuánto quedaba y nos decía que poco, una hora como mucho hasta cierto punto. Cuando llegábamos a ese punto nos volvía a decir lo mismo, y así varias veces, con lo cual nos cabreamos un poco con él. No queríamos que nos engañara con falsas promesas de llegada, sino que queríamos saber cuánto quedaba realmente. Entendíamos que lo hiciera con niños, pero siendo adultos preferíamos conocer la verdad. Hubiéramos preferido que nos dijera: ‘chicos, estamos jodidos y justos de tiempo, tenemos que apretar para llegar de día a la Sirena’ que las largas que continuamente nos iba diciendo.

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En esas estábamos cuando, para más emoción, comenzó a llover. Y claro, no fueron 4 gotas, sino una tromba de agua tropical que duró cerca de 1 hora e inundó todo el camino. En este punto ya nos daban igual los animales, la humedad en las botas, el cansancio o ir calados hasta la médula, lo único que queríamos era llegar. Justo en la última parte tuvimos que cruzar varios de los ríos más caudalosos del trayecto. Ya nos daba igual mojarnos los pies y pasar con el agua a la cintura (y pensar que nos quitábamos las botas al comienzo del trekking) y pasábamos andando con la mochila en alto. El ritmo fue trepidante por la lluvia, el estado del camino, y la cada vez más amenazante falta de luz. Por fin, tras más de 8 horas de pateada, nuestro guía nos volvió a decir que ya no quedaba nada. No le creímos al principio, por supuesto, pero sí que le creímos cuando vimos por fin los muros del refugio de la estación de la Sirena. Eran casi las 18:00, la noche se había echado sobre nosotros pero por fin habíamos llegado.

Fue momento subidón. Todos pensamos en agua, comida, ducha, ropa limpia y sueño reparador. Y aunque todos nos dimos una ducha, cenamos tranquilamente y rico, bebimos agua embotellada, descansamos un poco y nos pusimos ropa limpia, no era todo lo idílico que algunos del grupo esperaban. Normal, pues la estación está en mitad de la selva, no tiene luz en muchos sitios, y los animalillos (arañas, cucarachas, orugas, etc) pululan a sus anchas por todas partes, incluidas las habitaciones. Si a esto añadimos el cansancio de todo el día, el calor asfixiante de las habitaciones, lo pegajoso de los colchones, algún que otro bicho que vimos en las camas y que al día siguiente teníamos que continuar pateada, pues la verdad es que alguno de nosotros no durmió demasiado, e incluso lo pasó fatal.

En mi opinión la estación tiene todos los servicios necesarios (cama, ducha, luz, agua embotellada, sillas, tendederos, etc), pero ningún lujo. No hay que esperar la limpieza de un hotel.

El caso es que tras todo lo comentado, disfrutamos un ratito de la noche en la selva viendo las estrellas sentados en unas tumbonas cómodas que había en la entrada. Hasta que nos venció el sueño.

Dia 14. Trek Corcovado: Sirena- Leona-Carate.

Nos levantamos sobre las 6:30 listos para desayunar. Los ánimos no estaban muy bien que digamos en el grupo porque las chicas no pegaron ojo por la noche. Se pusieron nerviosas con el calor y al pensar en los bichos que las rodeaban. Pero la verdad es que fueron súper fuertes, no se quejaron casi nada y continuamos el camino tan pronto terminamos de desayunar. Eso sí, no creo que repitan en la Sirena.

Quitando este hecho, el día comenzó muy bien. A nuestro guía le indicaron que cerca de la estación habían visto 2 dantas, por lo que fuimos para allá a verlos con nuestros ojos. Y vaya si los vimos.

Dos enormes animales, del tamaño de un hipopótamo pero con la trompa como un elefante, estaban tumbados en una charca retozando en el barro. Los vimos a escasos 10 metros. Una pasada.

Durante la primera parte del día seguimos viendo otros animales con relativa facilidad, como iguanas, monos, guacamayos, gallinas de monte, pavos salvajes, pelícanos o pizotes. Todos ellos muy cerca del mar. Parecía que nuestra suerte había cambiado. Casi todo el trekking este día discurre por playas o senderos muy próximos a la playa, vírgenes y vacías todas ellas. Algunas con acantilados, otras con pequeñas islas de rocas con palmeras encima, otras peligrosas porque no tienes escapatoria si sube la marea,  otras largas y arenosas llenas de cocoteros y palmeras caídas sobre la arena, etc. Incluso alguna zona con cuevas llenas de murciélagos.

Es precioso y emocionante que siga habiendo sitios tan salvajes como éste. ¡Y nosotros estábamos allí!

El problema es que, aparte de contemplar estos parajes, hay que seguir caminando constantemente. Y caminar por arena de playa bajo el sol tropical no es lo mejor ni para las ampollas ni para el cansancio acumulado. Y si andas cansado estás más pendiente de llegar que de admirar el paisaje. Esto por desgracia les ocurrió a algunos del grupo. Yo disfruté como un enano.

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El día de hoy se hizo bastante largo por el sinfín de playas a atravesar y porque otra vez nuestro guía nos iba engañando con las distancias y tiempos que quedaban hasta Carate. Al menos el día de hoy vimos animales y constantemente caminamos paralelos al mar. O eso al menos intentaba decirles al resto.

Tras casi 5 horas de pateada llegamos por fin a la estación de La Leona, escondida entre árboles y a escasos 20 metros del mar. Aprovechamos para descansar un rato, charlar con los guardas y refugiarnos bajo techo, pues se puso a jarrear nada más llegar. Cuando amainó, portamos de nuevo las mochilas a la espalda y continuamos ruta. Nos quedaban otros 60 minutos hasta el pequeño pueblo de Carate.

Esta última zona está llena de hoteles de lujo, de hecho vas caminando por un sendero que atraviesa los jardines de los hoteles. Es como una tortura ir viendo hamacas, gente descansando, tomándose un mojito en una tumbona, o dándose un baño en la piscina, mientras tú vas empapado en sudor, cansado y con ganas infinitas de llegar al hotel.  Fue un subidón cuando vimos por fin al otro lado de un río enorme un 4x4, nuestro 4x4, esperándonos. Atravesamos el río, soltamos las mochilas y por fin gritamos nuestro grito de guerra: lo habíamos conseguido. Las rajas de sandía y los refrescos que nos dieron nos supieron como caviar con champán francés (Lo que en ese momento no sabíamos es que lo pagaríamos como tal). Nos echamos las fotos de rigor de final de trekking, y subimos extenuados al coche, rumbo a nuestro hotel. Teníamos unos 75 minutos hasta Puerto Jiménez.

La idea original era llegar a Puerto Jiménez, recoger nuestro coche y conducir otras 2 horas hasta Uvita, donde teníamos reservado y pagado nuestro hotel para hoy. Vamos, una paliza. Pero al estar tan cansados decidimos quedarnos en el mismo hotel de hacía 2 días. Hicimos las gestiones oportunas, nos dieron un buen precio (incluso una habitación superior por decidir quedarnos con ellos) y perdimos los 100USD que pagamos en la reserva el hotel de Uvita. Pero nos salió a cuenta.

Como resumen del trekking diré que, yo al menos, lo disfruté y viví como un enano. Siempre había soñado con caminar por sitios remotos y vírgenes, ver animales autóctonos en su hábitat natural, comer al lado de un arroyo perdido en el bosque, atravesar zonas salvajes de jungla, atravesar ríos y arroyos como en las pelis de la guerra de Vietnam. Incluso disfruté los momentos de lluvia torrencial, cansancio mental y físico y pies empapados de agua. Me pareció toda una experiencia y aventura.

Eso sí, tienes que estar muy preparado mental y físicamente para ver sólo lo positivo de estos 2 días y obviar lo negativo. De lo contrario en lugar de ser una aventura puede llegar a ser un sufrimiento.

Como dije anteriormente, el primer día son unas 8 horas y el segundo al menos otras 6, a buen ritmo, con calor sofocante, alta humedad y con tiempos de parada medidos. Y esto no lo aguanta y disfruta todo el mundo. 

Tras el trayecto en 4x4, sobre las 17:00 aproximadamente, llegamos al hotel.  Tendimos la ropa maloliente y sucia por todas partes, terraza exterior con vistas a la piscina incluida, y nos fuimos dando un baño y relajándonos uno a uno. Hubiéramos aprovechado el jacuzzi que teníamos si Juanjo no se hubiera metido en él sin bañarse antes. El agua salió de un color negruzco sospechoso.

Volvimos a cenar en el muy buen restaurante del hotel, donde el propio chef nos sugirió algunos platos que no dudamos en probar. Tras el trekking estábamos hambrientos.

Tras la cena todos nos fuimos directos a la cama. Necesitábamos sábanas limpias y sueño reparador.

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Dia 15. Coche a Manuel Antonio. Manuel Antonio.

Tras unas merecidas 8 horas de sueño del tirón, nos pegamos un muy buen desayuno americano con frutas. La ropa que habíamos tendido por todos lados seguía en su mayor parte húmeda, por lo que tuvimos que guardarla casi como el día anterior. Juanjo y yo aprovechamos para darnos un chapuzón en la bonita piscina del hotel, mientras el resto hacía las mochilas y unas iguanas trataban de explorar qué había más allá de los escalones de entrada a una de las habitaciones.

En unas 3 horas salimos de la península de Osa y llegamos a Quepos primero, Manuel Antonio después. Pronto descubrimos que este lugar no se parecía en nada al resto de lugares visitados en el viaje. Todo está lleno de hoteles, resorts, restaurantes y, en la playa, chiringuitos, vendedores de bebidas, gente que alquila canoas, kayaks o tumbonas e incluso un parking de pago. No pude evitar que me viniera un flash de Benidorm. Todo está bastante masificado, aunque es indiscutible que la zona tiene su encanto.

Dado que era bastante tarde y lo único que queríamos era tumbarnos en la playa, decidimos no pasar al Parque Nacional Manuel Antonio (15$), sin duda las mejores playas de la zona, sino disfrutar de una buena comida y una tarde de playa tranquilos, pues justo antes del parque nacional hay otra playa grande, llena de surferos. A pesar de que la playa no está cuidada y tiene algunas piedras, disfrutamos un rato jugando con las olas los niños, tomando el sol las niñas, en nuestro último día de playa del viaje.

Si hubiésemos tenido más tiempo hubiera probado alguna actividad acuática de las muchas que ofertan.

Sobre las 17:00 nos fuimos todos a duchar y descansar otro rato y a las 18:00 estábamos listos para ir al restaurante El Avión, famoso por tener un avión americano real de los años 60 en pleno centro del local, siendo la cabina un pub, y su puesto de mandos accesible por todo el mundo para tomar una foto.

Nos tomamos unos cócteles, mojitos y cervezas viendo las preciosas vistas de la bahía a lo lejos y como estábamos algo cansados decidimos cenar también allí. Fue una buena decisión porque todo estaba rico, había cierta variedad de platos y no era demasiado caro (cócteles unos 7€, cena por 15-20€).

Tras la cena preguntamos a un montón de gente dónde poder ir a bailar pero todos los sitios que nos dijeron por la zona estaban muy apagados y sin gente. Nada ni nadie nos iba a amargar nuestra última noche por lo que nos montamos la fiesta nosotros solos en la cabina del avión al ritmo de merengues, salsas y reggaetones. Al poco de pedir varios mojitos, buenísimos por cierto, el camarero-dj nos empezó a poner música española y bachatas que le pedimos, con lo que nos desatamos a bailar, cantar y chillar durante un par de horas hasta que cerramos el bar, sobre las 00:00.

Buen fin de fiesta para nuestra última noche en Costa Rica.

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Dia 16. Coche al aeropuerto. Vuelo de regreso a Madrid.

Nuestro último día de viaje amanecimos a la hora límite para ir a desayunar, pues queríamos dormir por los muchos días que no habíamos podido descansar en el viaje. Sobre las 9:00 hicimos por última vez las maletas y salimos dirección al aeropuerto, con la intención de parar en algún pueblo de camino para hacer las últimas compras. Ni en Manuel Antonio ni en Quepos encontramos nada salvo alguna tienda suelta, por lo que decidimos apostarlo todo a Jaco, a unas 2 horas, pueblo turístico a la manera occidental (lleno de hoteles, restaurantes, con playa grande arena fina) donde intuíamos que si habría más posibilidades. De camino paramos a echar unas cuantas fotos chorras en el pueblo de Parrita, por la coña de los ‘parras’ que vienen con nosotros en el viaje.

Acertamos parando en Jaco, pues existe una calle entera llena de tiendas de todo tipo además de bares y restaurantes. Dedicamos allí cerca de 1 hora para los últimos recuerdos, camisetas y regalos y nos marchamos con la hora pegada al cuello, para variar, hacia el aeropuerto. Ni siquiera paramos en el puente del río Tártoles (de camino), donde dicen que siempre se pueden ver cocodrilos en la ribera del río. Como no vimos demasiada gente, no nos detuvimos.

Llegamos al aeropuerto con el tiempo justo para dejar el 4x4 (que a pesar de estar llenísimo de mierda y malos olores no nos dijeron nada), pagar el impuesto de salida del país (29$), dejar la maleta y comer algo de comida rápida. Nuestro vuelo salió puntual sobre las 16:25.

Llegamos a Madrid el sábado día 20 sobre las 11:15, como siempre tristes porque se acababa la aventura pero también felices por haberla vivido. ¡Pura Vida!

 

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