

SUDÁFRICA - 10 dias
Dia 1. Llegada a Johannesburgo a las 22:05. Dormir en Johannesburgo.
Dia 2. Traslado a Krugger. Blyde River Canyon. Dormir en Hoedspruit
Dia 3. Safari PN Krugger. Dormir en Shukuza camp
Dia 4. Safari PN Krugger. Dormir en Lower Sabie camp
Dia 5. Safari PN Krugger. Traslado a Johannesburgo. Dormir en Johannesburgo.
Dia 6. Mañana: Vuelo a Port Elizabeth. Garden Route. PN Tsitsikamma. Dormir en Oudtshoorn.
Dia 7. Garden Route. Cuevas Cango. Gansbai. Dormir en GansBai
Dia 8. Tour avistamiento tiburón blanco. Península del Cabo. Dormir en Cape Town.
Dia 9. Cape Town. PN Table Mountain. Tarde: avión a Johannesburgo. Dormir en Johannesburgo.
Dia 10. Mañana: Soweto. Tarde-noche: Vuelo de regreso a Madrid, a las 20:15
No hay que perderse:
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Safari por el parque Nacional Kruger. Posibilidad de entrar con vehículo propio.
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Gansbai. Mejor zona del mundo para avistar al tiburón blanco.
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Ciudad del Cabo. Imprescindible. Una de las ciudades más dinámicas y activas del mundo.
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Soweto. Historia y realidad de la lucha de clases entre blancos y negros.
Medios de transporte:
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Coche alquilado (SUV 5 plazas alto) entre Jo’burg y Jo’burg (para el safari).
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Vuelo interno entre Job’burg y Port Elisabeth.
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Coche alquilado (5 plazas) entre Port Elisabeth y Cape Town.
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Vuelo interno entre Cape Town y Jo’burg.
Itinerario del viaje:


Dia 1. Llegada a Johannesburgo
El primero de los días se lo llevó el largo viaje desde Madrid, escala en Amsterdam. La primera impresión que tuvimos al llegar es la de siempre cuando llegas a un país del que tienes ciertos prejuicios o ideas prefijadas: posible inseguridad, parece que todo el mundo te mira…y más cuando llegas tan tarde por la noche. Superadas esas primeras inseguridades, sacamos rands en un cajero en el aeropuerto (mejor opción de obtener moneda local para no perder tiempo y pagar menos comisiones) y fuimos a la oficina de alquiler de coches, donde ya teníamos reservado un Hyundai ix-35 para los próximos días. Elegimos este coche por ser más grande y algo más alto que un turismo normal, de esta forma en Krugger se podría tener una mejor visión de los animales (o esa era al menos nuestra motivación). Eran las 22:30 aprox, todo era de noche, pero era nuestro primer día y estábamos emocionados, así que pusimos el GPS que también alquilamos y nos pusimos rumbo al hotel, que estaba a unos 15 minutos del aeropuerto. El trayecto, a pesar de ser de noche, fue tranquilo y el GPS nos llevó correctamente al hotel, que estaba en una zona residencial. Previamente habíamos leído que era un barrio tranquilo y seguro, algo muy importante de tener claro en Jo’burg. Aún así nos llamó la atención que todas las casas tenían alambrada y algunas incluso sistemas electrificados y cámaras. Por algo Jo’burg (como se llama por aquí) es una de las ciudades más inseguras del mundo.
En el hotel, a pesar de ser bastante tarde, nos recibieron con cordialidad y nos dieron nuestra habitación en la que nos echamos a dormir nada más llegar. Nos dio igual ver algunos insectos y bichos por las paredes, o cierta suciedad en paredes o baño. El viaje tan largo comenzaba a pesar.
Dia 2. Bryce River Canyon
El desayuno, variado y abundante, nos dio un chute de energía y optimismo para comenzar nuestro viaje a Krugger. Elegimos entrar por el centro-sur del parque nacional (Orpen), para desplazarnos hacia el sur del mismo durante los 3 días siguientes. Esta es la mejor zona para ver los grandes animales del parque y los famosos Big Five. Con esta ruta también nos obligábamos a pasar por el Cañón del Río Blyde, lugar que bien merece una visita pues tiene puntos dignos de admirar.
La carretera hasta Lydenburg tiene una primera parte de autopista de 2 carriles en muy buen estado y luego una carretera de doble sentido, sin mucho tráfico y con paisajes llanos sin mucho interés. Pero a partir de este punto el paisaje se vuelve más agreste y montañoso.
Tras pasar Robber’s Pass, paso de montaña con unas vistas magníficas de lo que nos espera en Blyde Canyon, se llega al pueblecito de Pilgrim’s Rest, no hace mucho pueblo minero y que ahora se ha convertido en el típico pueblecito con encanto lleno de puestos de artesanía, bares, resturantes y pequeños hoteles coloniales. Merece la pena dar un paseo por su calle principal, y eso hicimos, además de tomarnos nuestra primera cerveza local. El viaje hasta aquí nos llevó unas 4 horas, más otros 30 minutos hasta llegar alpueblo donde comienza el cañón: Graskop.

El Cañón del río Blyde se compone de varias cascadas del propio río y afluentes, miradores y formaciones naturales de gran belleza. Nosotros visitamos en primer lugar The Pinnacle, roca de forma puntiaguda en un lugar con vistas al valle y una cascada en la que literalmente estuvimos caminando por su parte alta; Berlin Fall y Lisbon Fall, cascadas distintas entre sí pero espectaculares ambas, en las que puedes caminar muy cerca de las caídas de agua; God’s Window, un mirador de todo el valle del río quizá prescindible si vas con poco tiempo; y lo más espectacular de todo: The three Rondevels. Se trata de un valle de montañas verdes de grandísimas proporciones (es uno de los más profundos del mundo), formado por múltiples meandros formados por el río Blyde.
En una de las zonas, 3 montañas graníticas (The Three rondevels) vigilan toda la zona desde lo alto.
Lugar muy fotogénico y de lo más espectacular del Cañón. Recomendado verlo al atardecer. Una pena no haber llegado con más tiempo para disfrutar de la zona un poco más, pues sólo teníamos unos 30 minutos antes del cierre. Aún así, disfrutamos un montón de las vistas, preciosas.
En cada zona comentada hay que pagar una entrada y dedicarle unos 30-60 minutos al menos.
La noche estaba próxima por lo que no pudimos ver más y continuamos camino a nuestro alojamiento cerca de la entrada de Orpen, en Moholoholo Ya Mati, que resultó ser una pasada: una cabaña para nosotros solos en mitad del bosque, con un río al lado.
El problema fue encontrar un sitio para cenar, pues ya era muy tarde y en la zona había pocos restaurantes y pocos abiertos. Por suerte dimos con uno en una reserva de animales privada, muy común por la zona, donde tuvieron la amabilidad de darnos de cenar bastante tarde.
La carretera de llegada se las traía, pues no había ninguna señalización. Para colmo nos cruzamos con algún tipo de alce enorme (no sé exactamente lo que era), en mitad de la carretera, que nos asustó bastante, la verdad. Al parecer por la zona hay multitud de animales salvajes, algunos están en reservas privadas o semi privadas pero otros...no.


Dia 3. Safari en Parque Nacional Krugger
Al dia siguiente estábamos ansiosos por comenzar el safari, por lo que recorrimos la hora que nos separaba de la puerta de Orpen y sobre las 9:00 estábamos listos para comenzar. El Parque Nacional Krugger es una inmensa zona donde habitan miles de animales salvajes, entre ellos los famosos Big Five (león, rinoceronte, elefante, búfalo y leopardo). La zona más conocida y visitada del parque es la zona centro-sur, pues es donde hay mayor concentración de animales. La visita al parque se realiza en tu propio vehículo, siempre recorriendo caminos señalizados (pistas o carreteras asfaltadas) y con velocidad máxima limitada a 50km/h. Está prohibido bajar del vehículo salvo en los campamentos y cuando se te cruza un animal debes pararte y esperar a que sea él el que se aparte del mismo, sin molestarle o acercarte. Dentro del parque sólo se puede pernoctar en los campamentos habilitados (previa reserva con bastante tiempo de antelación), los cuales tienen horarios estrictos de apertura por las mañanas y cierre por las tardes, por lo que es muy importante planificar detenidamente la ruta a seguir cada día, dejando margen suficiente para llegar al campamento cada día.
Nada más entrar al parque comienzas a sentir la sensación de entrar en territorio extraño, donde viven animales en estado salvaje y se te puede cruzar cualquier animal en cualquier momento, pues lógicamente no es un zoo donde los animales viven encerrados, sino su hábitat natural donde viven libres. Te sientes además un poco desprotegido pues el coche es tu única medida de seguridad. Rápidamente te das cuenta que los animales tienen más miedo de ti que tu de ellos y el coche es suficiente medida de seguridad, aunque en el caso del elefante es diferente. Es el animal más peligroso pues no tiene depredador alguno. Por su tamaño no tendría problemas en volcar el coche, y necesita espacio de seguridad para no sentirse amenazado ni molestado. Otros animales grandes como hipopótamos o rinocerontes o jirafas, son más miedosos y en cuanto notan tu presencia muy cercana, salen huyendo.

El primer día planeamos la ruta Orpen-Satara-Sukuza. Nada más entrar al parque y comenzar a avanzar por las pistas, todos mirábamos por las ventanillas del coche, con las cámaras preparadas, ansiosos y expectantes por ver animales. Un gusanillo corría por dentro como si realmente no creyésemos que fuera verdad que estábamos en uno de los lugares donde realmente viven todos los animales salvajes que hemos visto alguna vez en los documentales. Y pensábamos sinceramente que no íbamos a ver muchos animales, que algunos de ellos serían imposibles de ver o que no habría demasiados. Pero estábamos equivocados. Al poco tiempo de estar dentro empezamos a ver los primeros cérvidos pastando tranquilamente a lo lejos, alguna cebra solitaria y a lo lejos nuestras primeras jirafas. Avanzábamos y veíamos distintos tipos de monos al lado mismo de la carretera, alguna manada de búfalos y cebras, algún grupo de focáqueros, más tipos de cérvidos y pájaros de colores.
Las cámaras echaban humo.
Y más aún cuando vimos el primer elefante comiéndose literalmente un árbol o más grupos de jirafas a prácticamente 10 metros de nosotros, o los hipopótamos bañándose en los distintos lagos del parque, o las mandas de búfalos a lo lejos, o más y más elefantes. Espectacular.
Para terminar el día vimos uno de mis animales favoritos: un rinoceronte cruzando tranquilamente la carretera enfrente de nosotros!. Es un animal enorme, una mole andante. Al poco se asustó y se marchó. Y nosotros nos fuimos a hacer nuestra primera noche al lado del río y viendo nuestro primer atardecer en la sabana africana.


Dia 4. Safari en Parque Nacional Krugger
El día transcurrió entre Shukuza, Pretoriuskop y Lower Sabie. Si el día anterior estábamos satisfechos con lo visto, este día no se quedó atrás. Con más experiencia conduciendo por el parque, intentamos no detenernos en cada animal que veíamos sino en grandes manadas, grupos con crías o grandes animales. Vimos muchos más si cabe que el día anterior. Muchos más elefantes, más jirafas, manadas de cebras y búfalos por decenas, varios tipos de monos, hienas, más rinocerontes en grupo, hipopótamos, muchos más tipos de ciervos, y también, aunque de lejos, un leopardo. Es el animal más esquivo y difícil de ver, con diferencia, ya que el parque en la zona sur está lleno de arbustos y maleza de tamaño medio-alto, y la visión es de muy pocos metros. Quién sabe la de animales que quizá estaban justo al lado de la carretera y no vimos.
La ruta planeada fue bastante buena para ver en un solo día, y tuvimos tiempo para tomarnos alguna que otra cerveza en los campamentos del camino.
Tanto la noche que pasamos en el campamento de Shukuza como la de Lower Sabie dormimos en una casa-cabaña privada para todos nosotros, enorme, con barbacoa (deporte nacional en Sudáfrica) e incluso piscina. Nos hubiera gustado dormir en tienda de campaña, más auténtico, pero no había sitio.
Tras dos días de safari, estábamos eufóricos por la cantidad de animales contemplados, y los distintos hábitats del parque recorridos, desde sabanas hasta zonas boscosas pasando por miradores sobre ríos o pequeñas lagunas. Pero nos quedaba por ver al rey de la selva: el león.


Dia 5. Safari en Parque Nacional Krugger. Traslado a Jo’burg
A primera hora contratamos un tour guiado en camión abierto de safari. Fue un acierto pues es una manera de ir tranquilo, ver el parque desde una posición más elevada (por lo que es más fácil ver en la lejanía) y sobre todo porque los guías saben dónde es más probable encontrar según qué animales. Esto lo consiguen apuntando diariamente la localización de los animales más escurridizos o difíciles de ver, como son los leopardos, leones, rinocerontes o jirafas. Otra ventaja de ir con guía es que se sale antes del amanecer del campamento (sobre las 4:00), que es cuando los animales tienen mayor actividad.
De hecho, nada más salir vimos hipopótamos, muy difíciles de ver fuera del agua, otra bestia enorme y muy ágil, algunos búfalos más, grupos de jirafas con pequeñas hembras, y la joya de la corona: el león.
Yendo por plena sabana, el sol saliendo a lo lejos y el cielo rojo y anaranjado, vimos un grupo de hienas en la pista, en grupo, chillando con su sonido tan característico que parece un lamento, a la espera. Eso nos dijo el guía que era sinónimo de leones, pues las hienas acechan a los leones cuando estos han cazado, tratando de robarles la presa e incluso atacándoles para conseguirlo. Y efectivamente, al poco vimos un grupo de leones devorando lo que quedaba de una cría de jirafa que habían matado días atrás. Conseguimos acercarnos a escasos 10 metros de la jirafa muerta. En lo alto de varios árboles también esperaban turno un grupo de buitres. La escena fue emocionante. Fue como vivir un documental desde dentro. Y en pleno amanecer en la sabana. Espectacular.
Tras esto nos acercarnos a zonas donde en días previos habían sido vistos leopardos, pero no tuvimos suerte y a la postre, fue el único animal que no vimos. Es lo que tiene la vida salvaje, no te garantiza poder ver todos los animales. Aunque es cierto que vimos la mayoría, y en un número y con una facilidad que yo al menos no me esperaba.





Dia 6. Garden Route. Parque Nacional Tsitsikamma
A las 5:00 nos dejó el taxi en el aeropuerto, y a las 7:00 cogimos el vuelo interno a Port Elizabeth. Todo bastante rápido, la verdad. Una vez allí, alquilamos otro coche con gps y partimos rumbo a la Garden Route, que recorre buena parte de la costa sur sudafricana.
Nuestra primera parada fue en el pequeño pueblo costero de Jeffrey’s Bay, donde estuvimos dando un pequeño paseo por su enorme playa de arena blanca. Al ser primera hora de la mañana estaba bastante desangelado y escaso de gente, por lo que nos tomamos un café con vistas al mar y decidimos continuar.
El destino principal de esta parte del viaje, junto con Gansbai, era sin duda la visita al parque nacional Tsitsikamma. Ubicado al sur del país, se trata de un parque nacional principalmente marino, donde habitan diversas especies animales protegidas, tanto en el mar como en la zona de costa. En los alrededores del parque se encuentran varios puntos de interés por los que merece la pena pasar si estas por la zona.
Uno de ellos fué el pequeño sendero que nos llevó al Big Tree, un inmenso árbol, ubicado en una zona boscosa. A pesar de venir en casi todos los folletos turísticos de la zona, no nos pareció gran cosa, pues únicamente se trata de un árbol enorme, pero que carece de nada más interesante por los alrededores. Nos pareció que podría haber sido prescindible.
Al cabo de unos 15 minutos, llegamos a la entrada del parque nacional Tsitsikamma, justo al lado mismo del mar, en una zona llena de escarpados acantilados y montañas, llena de vegetación y famosa por su fauna marina. La zona tiene unas cuantas actividades y zonas que visitar: rutas por la costa hacia una serie de cascadas, rutas hacia unos puentes colgantes suspendidos sobre el mar, visita de contemplación de animales o simplemente contemplar el embravecido Oceano Indico. Incluso tienen bungalows construidos encima de los acantilados, donde pasar una noche con mala mar debe ser emocionante. Elegimos la ruta de los puentes (unas 2 horas I/V), y nos pareció bastante interesante, buenas vistas y paseo agradable. En la zona hay bares donde se come buen pescado y eso fue lo que hicimos. Las vistas hacia el enbravecido océano bien merecieron la pena.


Dedicamos algunas horas más a recorrer el parque y a mediodía nos tocó partir de vuelta hacia Jo’burg, unas 4,5 horas de camino por autopista. Tuvimos la mala suerte de que la carretera principal estaba literalmente cortada por obras, por lo que estuvimos unas 2 horas parados esperando. Aquí no saben lo que es desviar el tráfico en ambos sentidos. Tras el largo trayecto, llegamos por fin a Jo’burg, dejamos el coche en el aeropuerto y fuimos en taxi de nuevo al hotel de 3 días antes. Al día siguiente nos tocaba volar hacia el sur del país. Y para ello contratamos al mismo taxi, que aunque nos cobró bastante más de lo normal, nos pareció razonable.
En nuestro planning inicial contemplamos muy seriamente ir a las cataratas Victoria entre Zimbaue y Zambia, pero varias cosas nos echaron para atrás: la necesidad de visado extra para ambos países (hay un puente que les comunica, y tienes que pagar visado en ambos para poder pasarlo), la necesidad de vacunarse contra la fiebre amarilla en Zimbaue, el precio y horario de los vuelos (sólo 1 al día, al mediodía, a unos 200€) y como siempre en este viaje, la falta de tiempo para disfrutarlo.
Al haber muchos contras, decidimos ir a la zona sur del país, pues era más accesible por avión y carretera y nos permitía hacer un poco de road trip, lo cual nos encanta.
Dia 7. Garden Route. Cuevas Cango
Comenzamos el día yendo a las cuevas Cango. Se trata de un complejo de cuevas muy antiguas donde dicen que vivieron los primero hombres prehistóricos. El lugar está muy cuidado y orientado al turista, de hecho no tiene nada que envidiar a cualquier lugar turístico europeo: mostradores de información, museo para niños, ascensores, puntos de información, baños, restaurante, etc. La visita dura unos 60 minutos. Sinceramente, el tema de la visita de cuevas hace tiempo que me dejó de impresionar. He visitado muchas, por varios países, y en todas hay estalactitas, estalagmitas y formaciones, en general de diversas formas y tamaños, con cavidades más o menos grandes e iluminación en puntos clave para resaltar los puntos más importantes y llamativos. Cada cueva destaca normalmente por algo en concreto.
En este caso las cuevas Cango destacan por la enorme caverna principal de unos 50 metros de alto por unos 100 de largo. Entras en ella desde arriba, lo cual te da una imagen más real de su enorme tamaño.
Existen además varias cavernas más o menos grandes y preciosos rincones en los que las fotos no plasman toda la belleza debido a la falta de luz.
Tras comer seguimos rumbo oeste hasta llegar al pueblo de Knysna. Está enclavado en una pequeña bahía rodeada de montañas, con una zona pantanosa a un lado. El pueblo no tiene especial interés salvo por las vistas desde lo alto en el mirador de The Heads, difícil de encontrar pero que bien merece la pena, pues se tiene una visión de toda la bahía.
La noche se nos echó encima por lo que continuamos esta vez hacia el interior hacia el pueblo de Oudtshoorn (1 hora aprox). Decidimos dormir aquí, algo lejos de la costa, para poder visitar una granja de avestruces al día siguiente y las cuevas Cango, donde habíamos leído que se encontraron huesos de los primeros homínidos en el mundo, además de ser una de las cuevas más espectaculares de Sudáfrica.
Aunque sabíamos que con ello dejamos de visitar más zonas de la Garden Route. Todo no se puede.
El planning del día fue muy optimista, pero no pudimos ver algunas cosas que teníamos anotadas por falta de tiempo, como la reserva de Robberg o la bahía de Pletemberg. A toro pasado, hubiera quitado sin dudarlo el Big Tree y quizá la playa de Jeffrey’s Bay. Pero esto es muy subjetivo, claro.
El día continuó visitando una granja de avestruces. Elegimos venir aquí por ser algo difícil de encontrar en otro lugar, y realmente nos gustó bastante, fué muy ameno y divertido. El lugar está bien organizado. Se visita un museo de todo tipo de curiosidades relativas a los avestruces, desde prendas de ropa a historia de las avestruces en el mundo. Luego un paseo en tren turístico viendo los distintos tipos de avestruces que hay, y para terminar, y sólo si mides menos de 1,70m, la posibilidad de montar 5 minutos a lomos de un avestruz en una especie de carrera loca. Es realmente curioso ver lo nerviosos que son estos animales cuando tienen alguien encima y también curioso la forma de pararlas, doblándoles su largo cuello literalmente hacia abajo. Fue toda una experiencia, y aunque es bastante guiri, recomendable. La visita dura al menos 90 minutos.
Tras comer en un bar de carretera, seguimos rumbo de nuevo hacia la costa, esta vez hasta Mossel’s Bay. En este pueblo, lugar donde los portugueses arribaron tras cruzar el cabo de buena Esperanza hace unos 500años, se encuentra el Museo de Bartolomé Dias, cuya visita es obligada (al menos 1 hora). En dicho museo se puede visitar por dentro una réplica del barco original, paseando por sus camarotes, tocar su timón o pasear por la cubierta. El museo también dispone de multitud de mapas, cuadros, libros y objetos relativos al mar, los descubrimientos y la navegación. Merece la pena sin duda.


Abandonamos la Garden Route en este punto, con evaluaciones encontradas. Por un lado es una zona bonita, con carretera cercana a la costa (aunque no pegada a ella, ojo), pueblos con interés, un parque nacional y actividades diversas. Pero por otro lado quizá esperábamos paisajes más espectaculares y pueblos más bonitos que bien merecieran una visita, y no los encontramos.
La siguiente parada en la ruta, tras unas 3 horas de autovía, era Gansbai, pueblo costero famoso por sus avistamientos de tiburones y ballenas. Descartamos ir hacia el punto más al sur del continente africano, el cabo Agulhas, pues requería un desvío de la autopista de unas 2-3 horas, tiempo del que no disponíamos.
En este pueblo hicimos noche en un precioso apartamento, con cuyo dueño estuvimos charlando bastante tiempo, con la idea de meternos en una jaula al día siguiente para avistar tiburones de cerca, uno de los motivos principales para visitar toda la franja sur del país. Por desgracia, justo este día comenzó un temporal de viento y lluvia, que nos impidió realizar dicha actividad. El dueño del hotel nos dijo que si hubiera alguna mínima posibilidad de salir con seguridad, saldríamos, pero nos recomendaba encarecidamente no realizar la visita.
Fue una verdadera lástima, siendo uno de los puntos ‘Top’ del viaje, pues es una de las pocas zonas del mundo donde se puede realizar con relativa seguridad de ver tiburones durante todo el año.
Así que tuvimos que cambiar de planes. Al mal tiempo buena cara, siempre.
Decidimos acostarnos y al día siguiente salir rumbo al cabo de Buena Esperanza y Cape Town, pues como todo este viaje, planeamos verlo en muy poco tiempo. Luego nos dimos cuenta que gracias a no poder salir a ver tiburones, vimos con relativa tranquilidad Cape Town y la península del Cabo.

Dia 8. Parque Nacional Peninsula del Cabo
Olvidado ya el chasco del tiburón blanco, y con optimismo renovado, partimos a nuestro primer destino del día: Betty’s Bay. Se trata de un pequeño pueblo costero donde, como siempre, es muy fácil perderse y difícil localizar algo concreto. Llegamos a la playa y vimos (por eso es famoso este pueblo) las típicas casas de madera y varios pingüinos campando a sus anchas por la costa. Se puede pagar en una zona donde anidan cientos de pingüinos, pero decidimos hacerlo en Boulder’s Beach.
Tras disfrutar un rato del entorno, seguimos conduciendo por toda la costa de la bahía de Gordon, la cual es preciosa. Está repleta de playas de arena fina con grandes montañas justo detrás y muy cerca de la costa. La casi ausencia de gente también ayudó a llevarnos una grata impresión de esta zona tan salvaje de la puntita sur del continente africano. Nos gustó bastante más este pedazo de la costa sudafricana que la Garden Route, la cual nos defraudó un poco, pues no había lugares especialmente espectaculares paisajísticamente hablando. Quizá no nos documentamos bien al respecto o no tuvimos suerte con el tiempo o llegamos cansados o no pasamos por las zonas más bonitas. Que también influye para llevarte una u otra impresión.
Pasado Gordon’s bay, llegamos a la civilización de los pueblos que rodean el cabo de Buena Esperanza. Comenzamos parando en Muizemberg, famoso por sus casas de colores en plena costa y sus pequeñas playas. La mar seguía bastante revuelta y ello provocaba olas bastante grandes que hacían si cabe más bonita toda esta zona. Echamos unas fotos y seguimos.
La siguiente parada fue en Simon’s Town y su famosa Boulder’s Beach, donde se crían multitud de pingüinos africanos. Tras pagar la entrada al recinto, un camino elevado de madera te lleva por la zona, donde sin dificultad ves todo tipo de ellos a pocos metros. La visita lleva al menos 60 minutos.
El lugar está lleno de puestecitos y restaurantes, por lo que decidimos comer aquí.
A la tarde seguimos camino hacia otro punto fuerte del viaje: el Cabo de Buena Esperanza, el punto más al sur del continente africano (aunque realmente el cabo Agulhas está más al sur, pero como no tiene tanta fama se toma este punto como el más al sur). Se trata de un parque nacional de pago donde una serie de carreteras te llevan a diversos lugares chulos. El principal, un faro en lo alto donde se contemplan unas inmejorables vistas de toda la península del Cabo, incluido el famoso cabo de Buena Esperanza. También puedes visitar alguna playa con piscinas de piedras a mar abierto, o hacer algún pequeño paseo por la zona. Como curiosidad, los avestruces campan a sus anchas por el parque. La visita lleva al menos 2-3 horas si visitas varios de estos lugares.



De camino a Cape Town, y tras unos 30 minutos, paramos en Chapmans Peak, pueblo costero con una muy bonita playa de arena fina y preciosas vistas a las montañas cercanas ya Cape Town. El agua está congelada literalmente, pero eso no impedía que algunos valientes estuvieran bañándose, haciendo padel surf o surf. Eso si, todos con neopreno. Desde allí vimos un muy bonito atardecer, recogiendo conchas del litoral y disfrutando de varios valientes haciendo surf (con neopreno, claro) con las montañas de la península del Cabo de fondo.
Ya casi de noche, partimos hacia Cape Town por Victoria Road. Cerca de Chapman’s Peak una carretera paralela a la costa bastante escarpada y montañosa te lleva por todo el litoral, donde existen varios miradores muy recomendables. La pena fue no disponer de tiempo para verlo de día y disfrutarlos un poquito más. Tras casi 60 minutos, llegamos por fin a nuestro hotel en Cape Town.
Tras ducha y cena rápida, fuimos a la famosa Long Street, calle principal de la ciudad llena de restaurantes, bares y pubs de todo tipo. Ambiente de mucha fiesta, mucho británico, mucho ruido y música por todos lados y alguna que otra zona con gente algo rara. Nos tomamos unas cuantas cervezas pero al final el largo día pasó factura y nos fuimos a dormir prontito. El cuerpo no lo teníamos para mucha fiesta.
Dia 9. Cape Town
Comenzamos el día yendo en coche a la zona quizá más famosa de la ciudad: el parque Nacional Table Mountain. O mejor dicho, lo intentamos, pues al llegar a la base donde se coge el teleférico que te sube arriba, nos dimos cuenta que había una cola de varias horas. Para no variar en este viaje, no disponíamos de tiempo suficiente si queríamos ver otras cosas, por lo que decidimos ir a la montaña que hay enfrente, llamada Signal Hill, desde la que se contempla una vista espléndida de la famosa Mesa de Cape Town. Fue todo un acierto, pues las vistas desde allí son espectaculares, y no solo de la famosa Mesa, sino de la propia ciudad, el puerto, Robben Island, los pueblos a lo largo de la costa o Lion’s Head. Además aparcar allí es gratis y no hay apenas gente, todo lo contrario al parque Nacional Table Mountain. Desde allí también vimos gente saltando en parapente y aterrizando en la misma playa. Nos quedamos con muchas ganas de probarlo, pues el tiempo era espléndido y nos parecía un lugar perfecto para iniciarnos, pero queríamos ver el resto de la ciudad y no teníamos tiempo para todo.
Tras un par de horas por la zona, bajamos a la ciudad y recorrimos Long Street y sus calles aledañas. Por el día es un ambiente totalmente distinto a la noche. Varios puestos callejeros, algún mercado, restaurantes variados y gente de todo tipo, tanto africaners (blancos sudafricanos) como negros, en aparente armonía. Comento esto porque en todo el país, a pesar de lo sucedido y lo conseguido durante la vida de Nelson Mandela en cuanto a igualdad de derechos entre negros y blancos, sigue existiendo diferencias brutales entre ambos grupos. La excepción que confirma la regla es precisamente Cape Town, y es precisamente porque es la ciudad más rica y abierta culturalmente al mundo.
Comimos en un restaurante donde servían hamburguesas de avestruz y cocodrilo, entre otros exóticos platos, que nos gustó bastante.
Tras comer, cogimos el coche hasta el muelle del puerto (Victoria’s Waterfront), por donde dimos nuestro último paseo. Es un lugar reformado hace pocos años, lleno de tiendas, restaurantes y zonas de ocio en pleno muelle. El tiempo se nos acababa y partimos rumbo al aeropuerto, donde cogimos nuestro penúltimo vuelo hasta Jo’burg.
En general, nos ha gustado bastante Cape Town. Nos ha parecido una ciudad moderna, multicultural, llena de posibilidades, con mucha gente joven y enclavada en un lugar muy especial y bonito.
Nos hemos quedado con ganas de dedicarle uno o dos días más, para poder subir a Table Mountain, acercarnos hasta la isla de Robben, pasear por el barrio de Bo Kaap o simplemente disfrutar de sus playas o sus vistas. Habrá que dejarlo para otra ocasión.


Dia 10. Soweto. Regreso a casa
Tras pasar nuestra última noche en Jo’burg, hoy tocaba visitar el barrio donde se desarrolló el apartheid en su lado más cruel, así como donde se originó el levantamiento para revocarlo: Soweto.
A pesar de que habíamos leído foros en los que decían que se podía hacer por libre con seguridad, decidimos contratar un tour privado con guía para recorrer las áreas más representativas del barrio. Aunque más que barrio, es una ciudad de más de 5 millones de habitantes, dentro de Jo’burg. Nos recogieron en coche en el hotel y al llegar a Soweto, comenzamos nuestro paseo con XXXX, una chica muy simpática y comprometida con el barrio en el que nació, que se dedica a dar a conocer a la gente las verdades y mentiras del mismo. Soweto tiene zonas pobres y zonas menos pobres, muchas miserias y algunas esperanzas.
Al pasear por sus calles, ver la gente que vive en ellas y sobre todo charlar con XXXX, te das cuenta de la realidad del barrio: gente humilde, sin recursos, con tasas de paro elevadas, sin apenas esperanza de futuro, con algunos barrios donde apenas hay agua corriente o luz o alcantarillas.
Aunque Soweto no es sólo pobreza. Hay también zonas ricas, con gente negra que ha tenido la suerte de prosperar, donde se pueden ver lujosas casas o barrios de chalets y coches grandes en la puerta. Es un mundo de contrastes brutales. Y con algunas reglas propias como un método para coger taxis compartidos con gente local e indicar tu destino (poniendo las manos de una u otra forma), o leyes no escritas de rechazo total a blancos africaners. Según nos indicó XXXX, el apartheid y el odio blancos-negros sigue existiendo en muchas zonas del país y sobre todo en Jo’Burg. De ahí tanta inseguridad.
Recorrimos con ella la calle Vilakazi, donde vivieron premios Nobel como Nelson Mandela o Desmon Tutú; el museo de Hector Pieterson, el estudiante cuya muerte a manos de la policía incendió las calles y la indignación general de la gente condenada al apartheid por el mundo blanco africaner, y supuso la primera piedra para el cambio; el lugar donde fue tiroteado; algunos mercados locales; el poblado zulú Credo Mutwa; las torres Orlando o como colofón el museo del Apartheid. Dicho museo te cuenta todo lo relacionado con el apartheid: su historia, los porqués, las causas, las consecuencias, la actualidad. Todo ello desde una perspectiva didáctica y conciliadora, al estilo Nelson Mandela.
El tour, a pesar de ser algo caro, nos pareció bastante completo, pues en las 5-6 horas que dura, paseas por el barrio, visitas las zonas más representativas y entras en contacto con gente local, haciéndote una idea general de lo que ha sido y es el barrio, desde dentro. También es cierto que en ciertas zonas no sería muy recomendable entrar, siendo blanco, sin guía del barrio.
El viaje tocaba ya a su fin. Han sido 10 días muy completos donde hemos tratado de ver lo más interesante y representativo del país. Nos vamos como siempre con una sonrisa por la experiencia vivida.








