HOLANDA - 8 dias
Dia 1. Llegada a Amsterdam. Dormir en Amsterdam.
Dia 2. Amsterdam. Dormir en Amsterdam.
Dia 3. Amsterdam. Dormir en Amsterdam.
Dia 4. Traslado a Utrecht (tren). Utrecht. Dormir en Utrecht.
Dia 5. Traslado a Delft (tren). Delft. Traslado a La Haya (tren). La Haya. Dormir en la Haya.
Dia 6. Bici a Scheveningen. Alquilar coche. Zaanse Schans. Dormir en Purmerend.
Dia 7. Enkhuizen. Hoorn. Muiderslot. Marken. Dormir en Purmerend.
Dia 8. Volendam. Edam. Haarlem. Vuelta a Madrid.
Medios de transporte:
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Transporte público: tren Amsterdam-Utrecht-Delft-La Haya.
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Transporte público en Amsterdam: tranvía y metro.
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Coche alquilado desde La Haya a Amsterdam (4 plazas).
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Alquiler de bicicleta en Amsterdam y La Haya.


No hay que perderse:
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Amsterdam. Una de las ciudades más importantes de Europa. Imprescindible.
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Ciudades turísticas: Utrecht, La Haya, Haarlem. Turismo cultural de ciudad.
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Pueblos turísticos: Delft, Enkhuizen, Hoorn, Volendam, etc. Pueblos con encanto.



Dia 1. Llegada a Amsterdam.
Tras llegar al aeropuerto de Amsterdam, cogimos un tren y un tranvía para llegar a nuestro hotel, ubicado cerca de Leidseplein. Nos costó bastante poco si lo comparamos con un taxi, y tardamos poco más de 45min. Era tarde y preferimos descansar en el hotel para estar frescos al día siguiente.
Dia 2. Amsterdam. Tour en bici. Dormir en Amsterdam.
Teníamos dos días para conocer y disfrutar de esta magnífica ciudad y estábamos ansiosos por empezar.
La ciudad es grande y tiene múltiples museos, canales y monumentos que visitar y barrios con encanto por los que callejear, por lo que conviene planificarse bien si no se dispone de demasiado tiempo.
El primer día lo dedicamos a caminar desde el hotel, en los alrededores de la animada plaza Leidseplein, hacia el centro, recorriendo los diversos anillos de canales que lo rodean. Aunque los barrios exteriores son más tranquilos y residenciales, cientos de bicicletas pasan a uno y otro lado a toda velocidad por todos lados. Hombres y mujeres de todas las edades van de un lado a otro, a toda velocidad, sin mirar a los peatones. Y cada uno con su bici tuneada: el cartero con su bici con carro, la madre con 2 mini sillas para niños, el transportista con un mini carro pegado, la universitaria con sus puños o cuadro de colores, las señoras con sus bicis altas y estilosas, la madre con su compra en la cesta. Todo en Holanda está orientado al transporte en bicicleta: hay decenas de parkings exclusivos para bicis, se pueden montar en trenes, tranvías y buses, hay carriles bici para llegar a cualquier lugar, semáforos para bicicletas, tiendas y talleres. Un país avanzado.
A media mañana contratamos un tour de 3 horas ‘gratuito’ con Sandeman. El guía, muy majete, nos llevó por los lugares turísticos más conocidos, contándonos todo tipo de historietas y curiosidades sobre ellos: la plaza Dam, centro neurálgico de la ciudad, origen de toda ruta turística y lugar donde se encuentra el palacio Real o el monumento Nacional; el Begijnhof, conjunto de casas medio escondidas de una congregación religiosa, donde se encuentra una iglesia clandestina y la casa más antigua de la ciudad; la plaza del mercado (Nieuwmarkt) con la casa de la pólvora que daba entrada a la ciudad medieval, justo en medio; el barrio judío y el museo de Historia judía, con algunas de las leyendas más tristes de la historia de la ciudad; el barrio chino y sus diversos callejones y tiendas de todo tipo; el famoso barrio rojo con la iglesia Oude Kerk en el centro y las decenas de coffeeshops y escaparates por todos lados; o para acabar, la casa museo de Anna Frank, llena de turistas a todas horas, incluso al amanecer. Ya hemos probado varias veces esta forma de conocer la ciudad, con tour de Sandeman, y la verdad es que repetiríamos. Es muy agradable que te cuenten anécdotas y te lleven a los sitios turísticos, contándote cosas que te acercan a la ciudad y que normalmente no vienen en las guías. Y al acabar, le pagas el precio que consideres que ha valido el tour.
Nos acercamos al mercado de las Flores, un lugar lleno de tiendas donde puedes encontrar todo tipo de flores, especialmente los típicos tulipanes, además de bulbos de tulipán y otros productos de jardinería.
Por la tarde noche continuamos paseando por la ciudad, disfrutando de los muchos lugares fotogénicos que hay por todos lados: los distintos canales, los puentes para pasar de una orilla a otra, las casas de colores, estrechas y de varias plantas, los preciosos edificios de cada calle, etc.
Junto con la bici, la mejor forma de conocer y disfrutar de Amsterdam es perderte por sus calles.
Por la noche fuimos a la zona de Leidseplein, llena de restaurantes, donde cenamos en un restaurante que nos gustó. Esta zona está llena de bares y discotecas, pero decidimos irnos pronto a dormir para levantarnos pronto al día siguiente. Si hubiéramos venido con nuestro grupo backpacker…



Dia 3. Amsterdam. Dormir en Amsterdam.
A primera hora de hoy nos fuimos caminando hacia la zona de los museos, a unos 10 minutos del hotel. De los muchos y muy variados museos que hay en Amsterdam, sólo fuimos al museo de Van Gogh. Se trata de un museo bien cuidado, de varias plantas, con la mayoría de cuadros más famosos del pintor, y que te gusta aunque, como nosotros, no seas un entendido en arte. Al llegar pronto no esperamos colas.
Por falta de tiempo tuvimos que descartar el enorme Rijksmuseum, el museo Stedelijk y el museo del Diamante, justo al lado, y también los más alejados Heineken Experience (del que no nos hablaron muy bien), la casa-museo Anna Frank (por las infinitas colas)o el museo Rembrandt. Aún así, el Rijksmuseum merece una visita aunque sólo sea por fuera. Justo en la puerta de entrada, se ubica el famoso cartel en letras blancas y rojas: ‘I AMsterdam’. Tras unas 2-3 horas visitando el Museo Van Gogh y la explanada de los museos, fuimos a reservar un tour en barco de unas 2 horas por los canales para la tarde-noche.
Nos encanta ver las ciudades de noche, con la iluminación destacando los lugares importantes y con la tranquilidad de verla desde la cubierta de un barco. Pero esto sería para más tarde.
Alquilamos unas bicicletas justo al lado de la plaza Leidseplein para las siguientes 3 horas.
La idea era recorrer las zonas más alejadas del centro de la ciudad. Comenzamos rumbo este por la calle Mauritskade, hasta llegar al molino cervecero más famoso de la ciudad: De Gooyer. Desde aquí giramos en dirección a la famosa y monumental estación Central de trenes de Amsterdam, justo al lado del mar. Previamente pasamos por los alrededores del Museo de Ciencias Naturales, el museo Botánico o la zona del barrio judío. La zona que rodea la estación Central está totalmente reformada, llena de algunos edificios llamativos arquitectónicamente hablando como el NEMO (Museo de la Ciencia) o la Biblioteca de Amsterdam, o la más antigua Basílica de San Nicolas. Tras descansar un rato sentados en una terraza, continuamos rumbo a la zona más de moda de la ciudad: el barrio de Jordaan, ubicado en el extremo oeste de la ciudad. Se trata de un barrio tranquilo y residencial donde la gente bohemia y con dinero se está trasladando últimamente a vivir. En la parte norte del barrio se pueden observar varias casas flotantes en varios de los canales, todas ellas bastante lujosas y cuidadas. Más al sur se encuentran la casa-museo de Anna Frank, la iglesia Westerkerk y muchas terrazas y tiendas animadas llenas de gente.
Seguimos pedaleando atravesando algunas callejuelas y zonas del centro histórico, sorteando gente por todos lados y disfrutando en cada momento de la ciudad y todo su ambiente.
La experiencia de la bici nos resultó muy gratificante, pues se visitan muchos más lugares que a pie, y te sientes como un verdadero holandés, yendo en bici a todas partes.
Tras dejar algo cansados las bicis, tocaba hacer el tour en barco alrededor de Amsterdam. Y fue todo un acierto. Pasas por los lugares más representativos de la ciudad, pero los ves desde otra perspectiva, con otra luz, y tranquilamente sentado en tu asiento del barco. El barco pasa por diversos canales del centro histórico, el barrio judío, los alrededores de la estación Central, el barrio rojo y finalmente el barrio de Jordaan hasta regresar al punto de partido, cerca del Casino y la plaza Leidseplein.
Era nuestra última noche en Amsterdam, y no queríamos perdernos el lugar que más fama tiene de toda la ciudad en su máximo esplendor: la noche del barrio Rojo. Por el día puedes ver algun coffee shop abierto, con alguna chica en los escaparates y algún turista paseando, pero en general se trata de un barrio normal con gente haciendo vida normal. Pero por la noche todo cambia. Decenas de coffee shops abiertos, chicas bailando e insinuándose en los escaparates de los clubs, clientes entrando a los locales sin tapujos, farolas rojas en las calles, luces por todos lados, y bullicio y gente que apenas te permite moverte de un lado a otro. El paraíso del amor libre, las drogas y el ‘casi’ todo vale. Porque aquí las señoritas de los clubs trabajan legalmente, y se las respeta por ello, así como a los clientes, que no se tienen que esconder. Eso sí, no está permitido sacarles fotos. También es legal el consumo de drogas en los coffee shops (las que te venden al menos). Porque tal y como nos indicó nuestro guía de Sandeman, a los holandeses les encanta ganar dinero, y mientras el resto del mundo se pelea por cuestiones éticas al respecto de las drogas o la prostitución, ellos se llevan el pastel legalizando ambas prácticas. Siempre ha sido así durante la historia de este país, y lo sigue siendo hoy en día.



Dia 4. Utrecht
Una de las cosas buenas del país es el transporte público. Es de calidad, limpio, puntual y nada caro. Es por ello, y porque nos encanta probarlo todo, por lo que decidimos movernos durante el día de hoy y el siguiente en tren. Otro motivo fue la duda sobre si en Utrecht, Delft y La Haya se podría aparcar bien, lo cual dudábamos (aunque resultó que es fácil aparcar en las 3 ciudades, aquí todo el mundo se mueve en bici). Así también nos quitábamos estrés por encontrar plaza de aparcamiento para el coche. Respecto al precio, pues sale bastante más barato ir en tren que alquilar un coche (6,60€ por persona, 20 minutos).
Llegamos a Utrecht bastante pronto, sobre las 11:00. Tras dejar las cosas en el hotel, dimos una vuelta por la parte vieja de la ciudad. Es una ciudad bastante pequeña, visitable quizá en 3-4 horas si no quieres hacer noche. Toda la vida de la ciudad gira en torno al canal. Hay múltiples restaurantes y tiendas tanto de artesanía como de ropa, por todos lados, lo que le da mucho ambiente a la zona, siempre llena de gente. Pero lo realmente bonito de la ciudad son los diversos edificios medievales, sus casas estrechas pegadas literalmente al canal, sus iglesias y sobre todo los diversos rincones y pequeñas calles que llevan de un lado a otro. Merece la pena dar un paseo tranquilo y sin prisas, perdiéndose por ellas. También recomendable es la catedral de San Martin, partida en dos por un tornado en el siglo XVII.
Este día comimos y cenamos en el mismo restaurante de la calle Bakkerstraat, pues nos encantó la comida holandesa que preparaban. Como la ciudad es bastante pequeña, nos dio tiempo a descansar un rato en el hotel y dar varios paseos por la ciudad.



Dia 5. Delft. La Haya.
Comenzamos el dia cogiendo el tren de las 9:00 a Delft (1 hora, 12€). Dejamos nuestro equipaje en la consigna de la estación y nos dispusimos a visitar la ciudad. Aunque la ciudad es pequeña, el centro histórico es bastante más grande que el de Utrecht. Recorrimos primero los canales del sur, llenos de nenúfares, con casas más residenciales y tranquilas, hasta llegar a Oostpoort, donde una puerta medieval da la entrada a la ciudad, justo al lado de un pequeño lago formado por los canales. Al igual que en Amsterdam y Utrecht, la vida gira en torno a los canales, que están por todos lados. Desde aquí subimos por la calle-canal Oosteinde hasta llegar a la enorme plaza del Mercado, centro neurálgico del centro histórico de la ciudad. En esta plaza se encuentra la enorme iglesia gótica nueva (Nieuwe Kerk), donde destaca su enorme torre espigada y los distintos colores de su fachada y justo enfrente el precioso ayuntamiento con decenas de ventanas rojas. En todo el perímetro se encuentran multitud de estrechas casas medievales de diversos colores y tamaños, cada una con diversos locales, restaurantes y tiendas en su planta baja. Si se tiene la suerte de que haya mercado, la multitud de gente está asegurada, pues el centro se llena con puestos de comida. Y justo este día tuvimos esa suerte (bueno más bien miramos por adelantado que se celebraba mercado, pues tiene mucho más encanto, claro).
Comimos en uno de los múltiples puestos callejeros, disfrutando del entorno y del buen tiempo.
Continuamos visitando las calles detrás del ayuntamiento, donde se encuentra la iglesia protestante de Oude, con la curiosidad de que su torre está inclinada. También pasamos por el convento de Prinsenhof un poco más al norte. De vuelta al tren por el canal de Oude, el más pintoresco de la ciudad, vimos por último varias casas medievales con fachada peculiar, conocidas por ser de gente ilustre.
Tras casi 5 horas de visita por la ciudad, cogimos el tren hasta nuestro siguiente destino.
Llegamos a la Haya al cabo de poco más de 5 minutos (3€), y nos fuimos directos al hotel para dejar las maletas y descansar un rato. Ya de tarde, comenzamos a pasear por el pequeño centro histórico de la ciudad, del que lo único prácticamente recomendable es el Binnenhof. Se trata de un conjunto de edificios que sirve desde hace siglos como centro neurálgico de la política de Holanda, es la sede del parlamento del país. Justo desde el parque de enfrente se consigue una foto bastante bonita, con el lago que rodea buena parte de los edificios y que le da el toque de agua que no podía faltar en este país. Se puede pasear por entre sus edificios, e incluso realizar una visita a alguno de ellos.
Además de por el Binnenhof, La Haya (y algunas otras zonas del país como Enindhoven o Amsterdam) es conocida por albergar un buen puñado de edificios de arquitectura moderna, difíciles de encontrar en otros países. Si te gusta admirar edificios modernistas, Holanda es tu país.
Tras pasar un rato por la zona comercial de la ciudad, cenamos en un restaurante cualquiera y regresamos a descansar al hotel.



Dia 6. Bici a Scheveningen. Alquilar coche. Zaanse Schans. Dormir en Purmerend.
Nos había gustado bastante la experiencia de Amsterdam con las bicis y sentirte medio holandés, por lo que decidimos que era la mejor forma de descubrir un poquito más el entorno de la ciudad. Alquilamos unas bicis en la estación de tren, y desde allí partimos con el objetivo de ver el mar.
Una curiosidad de Holanda es que toda la costa del país es playa (no hay acantilados ni calas ni nada que suponga cambios de desnivel, pues el país es completamente llano) y no queríamos visitar al menos una de ellas.
Se trata de un camino muy agradable de unos 20 minutos, llano, que pasa por la sede del tribunal de Justicia de la ONU, la zona de embajadas de la ciudad y finalmente acaba en el pueblo de Scheveningen. La sede del tribunal es un edificio bastante bonito, pero no se puede visitar. A la entrada se encuentra un pequeño monumento con piedras simbolizando a todos los países que firmaron la creación de la ONU. Al ver esto me vino a la mente lo fácil que es para los políticos firmar un papel pero lo difícil que es ponerse de acuerdo en cualquier tema global.
La lluvia apareció de repente, por lo que tuvimos que ponernos nuestros chubasqueros y continuar. A los 10 minutos llegamos al paseo marítimo de Scheveningen. Es un paseo muy ancho, con parques para niños y puestos de comida y bebida. La playa, grandísima también, con arena fina, completamente llena de bares chill-out. Todo muy bonito, sí, pero algo fallaba: era agosto, pero llovía y hacía frío. Imposible bañarse y disfrutar de la playa con sol. Nos fuimos de allí sintiéndonos afortunados por vivir en España, donde hay sol y buena temperatura el 80% del año. Olé.
Llegamos de nuevo a la Haya, dejamos las bicis y nos fuimos caminando a la oficina donde habíamos reservado previamente un coche. Cagada porque no nos dimos cuenta que estaba a más de 30 minutos andando del centro de la ciudad, y encima llevábamos maletas. Inconvenientes de ir en tren.
Ya en el coche, nos dirigimos rumbo norte al museo de molinos al aire libre de Zaanse Schans. Llegamos justos de tiempo, pues todo en Holanda cierra en torno a las 17:00 o 18:00, da igual que sea verano. Se trata de un lugar a la orilla de un río (o canal grande, en Holanda nunca sabes), con unos 8 o 10 molinos de madera de distintos colores, formas y usos. También hay alguna que otra granja con animales, fábricas de queso y pequeñas casitas de madera reconvertidas a tiendas de artesanía y objetos varios. Es un lugar muy orientado al turismo, y recomendable si vas con niños. La visita sin prisas lleva unas 2 horas.
Tras esta visita, nos fuimos hacia nuestro hotel para los 2 próximos días, ubicado en pleno campo de golf en el pueblo de Purmerend. Elegimos este hotel por su precio y por su ubicación, muy cerca de todos los puntos de la costa que queríamos visitar los 2 próximos días. Y para nuestra sorpresa, resultó que se cenaba bastante bien, variado y nada caro, por lo que cenamos en el hotel los 2 días.



Dia 7. Enkhuizen. Hoorn. Muiderslot. Marken. Dormir en Purmerend.
Comenzamos nuestro día de visitas a pueblos por Enkhuizen. Se trata de un bonito y pequeño pueblo costero, rodeado por un foso, lleno de tiendecitas y bares por todos lados, algunas iglesias con historia, incluso una pequeña cárcel en una casa claustrofóbica de 3 plantas, que merece la pena visitar sólo por ver cómo cruje la madera al caminar por dentro. Aunque lo mejor es la zona del puerto, con su pequeño puente blanco levadizo, sus zonas verdes, o las decenas de casas con flores por todos lados.
Merece la pena dejarse llevar por el pueblo durante al menos 2 horas.
El siguiente pueblo fue Hoorn, ciudad de gran importancia naval en la edad media y hoy día reconvertida en punto turístico. Al igual que Enkhuizen, se trata de un pueblo costero con calles tranquilas, lleno de bares y tiendas de todo tipo, donde destaca por encima de todo su puerto, lleno de grandes veleros y dominado por la curiosa torre Hoofdtoren, plana por uno de sus lados. Debido a su importancia pasada, existen muchos edificios monumentales como el museo de Westfries o la plaza principal del mercado.
Merece la pena dar una vuelta por sus animadas calles o disfrutar de la brisa del mar en alguna terraza.
La visita nos llevó unas 3 horas, parando a picar algo de pescado, típico de la zona y bastante rico.
El siguiente punto del día fue el castillo de Muiderslot. Me encantan los castillos y éste no me lo podía perder, pues es el típico castillo que solemos pintar cuando somos niños: completamente rodeado con un foso con agua, una entrada con puerta levadiza y 4 torres con sus murallas comunicándolas. La historia del mismo es curiosa y se puede ver en el video explicativo del museo. Para defenderlo en la edad media se utilizaba un complejo sistema de diques que inundaban todos los alrededores varios cientos de metros, haciendo del castillo una isla en mitad del mar. Este sistema se utilizó por todo el país y de hecho hoy día se sigue usando como sistema de regadío y control de aguas. Esto explica por qué hay canales por todos lados, islas que dejan de serlo de una época determinada y agua por todas partes.
Aparte de lo indicado, el castillo tiene poco que ofrecer por dentro, salvo subir a sus torres o disfrutar del bello entorno que lo rodea. Se puede visitar en 1-2 horas.
La última parada del día fue para el pueblo de Marken. El pueblo es conocido por estar en una isla, comunicado por una carretera poco transitada, y estar lleno de casas de madera de color verde, negro y blanco. A diferencia de Hoorn o Enkhuizen, si te alejas un poco de las calles y lugares turísticos, el ambiente es más rural, lleno de pequeñas casas con animales, huertas propias o antiguas barcas de pesca. Nos pareció un sitio un poco triste, la verdad, quizá por ser última hora de la tarde y haber poca gente por las calles. Nos dio la impresión de que la gente local saldría de sus casas cuando todos los turistas nos fuéramos de su isla y dejáramos de molestarles.



Dia 8. Volendam. Edam. Haarlem. Vuelta a Madrid.
Último día en Holanda, que dedicamos a visitar algunos de los pueblos pendientes.
El primero fue Volendam, que destaca por su largo paseo marítimo lleno de tiendas de recuerdos, de quesos y de restaurantes, además de las típicas casas de colores de madera por todos lados. Estuvimos cerca de 2 horas, tras hacer las últimas compras de recuerdos del viaje.
El siguiente, justo al lado, fue Edam, cuna del queso del mismo nombre, y donde existen varias tiendas, como no, dedicadas al famoso queso. A estas alturas de viaje ya todo nos parecía igual: otro pueblo bonito, donde se puede pasear por calles tranquilas, con canales por todos lados, pequeñas tiendas y restaurantes con encanto por cada esquina y casas estrechas de varias alturas y colores.
Un poco hartos ya de ver el mismo tipo de pueblo, nos fuimos hacia Haarlem, una de las ciudades más grandes del país, pero donde seguimos viendo más de lo mismo, pero al estilo ciudad: canales más grandes, casas más grandes, mucha más gente, muchos más restaurantes y tiendas. La lluvia comenzó a caer por lo que nos metimos en un bar para comer nuestra última comida holandesa del viaje.
Desde allí, fuimos directos al aeropuerto de Schipol, y tras dejar el coche cogimos el vuelo de regreso.
A diferencia de otros viajes, Holanda nos dejó un sabor un tanto agridulce. Lo que más nos gustó, sin duda, fué Amsterdam, ciudad para repetir una y mil veces y disfrutar de su ambiente.
Pero el resto nos pareció muy plano, muy igual unos sitios a otros. Quizá sea buena opción para visitar con niños o recorrer en bici o visitar edificios arquitectónicamente modernos o navegar por sus canales, pero no para visitar en plan turismo típico de ver pueblos y monumentos.