ITALIA
Costiera Amalfitana- 8 dias


Dia 1. Llegada a Nápoles a las 9:00. Nápoles. Dormir en Nápoles.
Dia 2. Herculano. Tren ida/vuelta. Dormir en Nápoles.
Dia 3. Pompeya. Coche hasta Agerola. Dormir en Agerola.
Dia 4. Costa Amalfitana: Amalfi, Positano. Dormir en Agerola.
Dia 5. Costa Amalfitana: Sendero de los Dioses. Positano. Atrani. Dormir en Agerola.
Dia 6. Costa Amalfitana: Sorrento. Isla de Capri. Dormir en Agerola.
Dia 7. Costa Amalfitana: Ravello. Minori. Maiori. Coche hasta Nápoles. Dormir en Nápoles.
Dia 8. Avión de vuelta a Madrid sobre las 9:00.
No hay que perderse:
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Pompeya. La más grande, variada y completa ciudad romana.
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Herculano. Una de las mejores ruinas romanas en cuanto a urbanismo y estado de las casas.
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Nápoles. Ciudad decadente con muchísima historia. O te encanta o no vuelves.
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Costa Amalfitana y Sorrentina. Pintorescos pueblos costeros encaramados en la montaña, aguas cristalinas, pequeñas calas y carreteras sinuosas.
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Isla de Capri. Preciosa isla donde disfrutar del mar, de la naturaleza y del lujo.
Medios de transporte:
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Tren i/v de Nápoles a Herculano.
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Coche alquilado (para moverse a Pompeya y por la costa amalfitana)
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Barco i/v de Sorrento a Capri.
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Barco/bus público para moverse entre pueblos de costa amalfitana.


Dia 1. Nápoles.
Nos pegamos un buen madrugón por los horarios tan malos de la compañía low-cost en la que viajamos. Nuestro avión aterrizó en Nápoles sobre las 9:00. Para ir al centro de la ciudad compramos el billete del autobús Alibus (3€), y en unos 25 minutos nos dejó en Castel Nuovo, a escasos 5 minutos de nuestro hotel. Tras hacer el check-in, teníamos todo el día para visitar Nápoles. Para movernos elegimos ir siempre a pie ya que, aunque la ciudad es muy grande y al final del día acabas cansado de tanto patear, las calles del centro histórico y las zonas de Santa Lucia y Chiaia están a una distancia abarcable para todo el día. Descartamos la zona alta del castillo de San Telmo y el museo Nacional, pues no nos daba tiempo a todo.
Comenzamos paseando por las calles del centro histórico, visitando las iglesias de Santa Chiara, Gesu Nuovo, San Lorenzo Maggiore o la catedral (Duomo), todas ellas merecedoras de una visita. Llegamos hasta el Castel y Puerta Capuano, punto donde regresamos hacia atrás. Lo que más nos impactó y sorprendió de esta zona no fueron sus muchos monumentos, sino cómo vive la gente en este barrio. La mayoría de edificios están sucios, poco cuidados y en un estado de conservación bastante pésimo. Pero en cambio hay gente por todos lados, venta ambulante en cada esquina, motos a toda velocidad y los famosos balcones llenos de ropa tendida al aire. A veces sientes sensación de inseguridad (seguramente por lo que hemos leído y oído de la Mafia) pero otras te das cuenta de que, simplemente, en Nápoles y en Italia en general, lo viejo gusta y no se hace mucho por conservar y maquillar las ciudades para hacerlas agradables a los ojos de los turistas escrupulosos. Nápoles es decadente pero lleno de vida y por ello, te puede gustar o no, pero no te deja indiferente.
No podíamos irnos de esta zona sin comer en el conocidísimo restaurante Sorbillo, donde dicen que se prepara la mejor pizza de la ciudad (lo dicen en muchos sitios, la verdad). A nosotros nos encantó y al salir vimos muchísima gente esperando, por lo que la fama será por algo, supongo.
Por la tarde seguimos nuestro paseo por la calle Toledo, la calle comercial por excelencia de la ciudad, donde puedes encontrar desde ropa de mercadillo hasta ropa de lujo, sobre todo al llegar a la zona de la galería de Umberto I, cuyos techos de cristal, mármoles y tiendas de lujo llaman la atención. En esta zona se encuentra también la espectacular plaza del Plebiscito con sus amplios soportables rodeando casi toda la plaza, el palacio Real y la iglesia de San Francisco de Paula justo en frente. El tipo de ambiente aquí es otro, la zona está llena de restaurantes con estilo, tiendas de recuerdos y edificios con mejor aspecto. El Castel Nuovo está también cerca de esta zona, en un lugar elevado junto al mar. Su aspecto es imponente por fuera, aunque no entramos dentro por falta de tiempo.
Ya de tarde nos quedaron unas pocas fuerzas para llegar hasta el Castel dell’Ovo, ubicado en un saliente rocoso. En éste sí que entramos dentro (gratuito). Lo que más merece la pena, sin duda, son las vistas de toda la ciudad, de la bahía de Nápoles y del monte Vesubio al fondo. Espectaculares vistas.
Tras esta visita nos pasamos por el barrio de Chiaia, aunque las fuerzas estaban ya muy justas y decidimos darnos la vuelta para cenar en el barrio en torno a la plaza del Plebiscito, la más animada sin duda. Tras otra rica cena, marchamos a descansar al hotel.
Como era lógico nos dejamos muchas cosas que ver en la ciudad, que tiene un gran patrimonio que incluye diversos museos, castillos y palacios, y que llevaría días poder verlos.
La ciudad en general me ha gustado, es una ciudad caótica y descuidada, en algunos lugares incluso sucia, pero llena de lugares y monumentos con un gran valor histórico. Además está en un entorno natural precioso, con el mar y el Vesubio al lado, lo cual para mi le da también un gran atractivo.


Dia 2. Herculano.
El día de hoy lo dedicamos a visitar las ruinas romanas de Herculano (ó Erculano). Decidimos ir en tren porque sólo tarda 25 minutos desde la estación de Garibaldi, mucho más tranquilo que ir en coche.
Decidimos caminar desde el hotel (en la plaza del Municipio) hasta la estación, y fue un grave error, pues nos llevó como 30 minutos. Ojo con las distancias porque la ciudad es muy grande.
Tras la pateada, el descanso del tren nos vino muy bien. Al llegar a Herculano, hay unos 10 minutos hasta la entrada a las ruinas, que cuestan 11€.
Por resumirlo de algún modo, las ruinas de Herculano me han parecido las mejores ruinas romanas en las que he estado nunca, en lo que respecta a estado y calidad de conservación de las casas y villas.
No tiene el tamaño ni los teatros, anfiteatros y circo de Pompeya; ni tiene un coliseo como el de Roma o el anfiteatro de El Djem en Tunez; ni tiene una biblioteca espectacular o escrituras en piedra como Éfeso; pero la cantidad y calidad de conservación de las casas es espectacular. Es el único sitio del mundo donde se conservan casas de 2 plantas, algunas con balcones e incluso vigas de madera (quemadas por la lava). En muchas casas puedes pasear por dentro, incluso subiendo a la parte alta, observando paredes pintadas con diversos motivos, columnatas, escaleras, mosaicos, patios con fuentes. Se conservan varios palacios, villas, tiendas, tabernas, un gimnasio, varias termas e incluso el antiguo puerto de la ciudad. En este punto es interesante ver el nivel de lava que sepultó la ciudad, de unos 20 metros de altura, y que se retiró para descubrir las ruinas.
Las calles se conservan perfectamente empedradas en la mayoría de zonas, lo que ayuda a hacerte una idea de cómo se vivía allí. El estado de conservación es tan bueno porque la ciudad fue sepultada por ríos de lava que mantuvieron las estructuras de la mayoría de los edificios, mientras que en Pompeya fue sepultada por lava caída del cielo expulsada desde el volcán, provocando mayores destrozos.
Las ruinas tienen un tamaño mucho menor que Pompeya (la visita dura al menos 2-3 horas) y está infinitamente menos masificado, lo cual creo que ayuda bastante a llevarte una muy buena impresión del lugar. Además no acabas extenuado de tanto andar, como seguro acabas si vas a Pompeya.
Aunque en realidad, una gran parte de las ruinas sigue sepultada debajo del nuevo pueblo de Herculano. Tras comer en un bar sin demasiado interés (pues el pueblo no tiene mucho ambiente ni es nada turístico), regresamos a Nápoles por la tarde.
Tras descansar un poco en el hotel y pegarnos una ducha, paseamos más o menos por las mismas zonas visitadas el día anterior, realizando alguna compra y disfrutando de nuestras últimas horas en la ciudad.
Al día siguiente nos esperaba la joya de la corona de las ruinas romanas: Pompeya.


Dia 3. Pompeya.
Como decía, Pompeya es para muchos la joya de la corona de las ruinas romanas del mundo. Y en realidad que es espectacular y enorme. Tiene de todo prácticamente: varios teatros y anfiteatros bastante bien cuidados; un circo, al que lamentablemente no se puede entrar; varios templos monumentales, la mayoría conservando sólo columnas y estructura básica; un foro algo deteriorado pero imponente; multitud de casas y villas espectaculares con mosaicos, paredes pintadas, patios, fuentes, etc, aunque visitables sólo algunas de ellas y dependiendo de la época del año; un curioso lupanar con pintadas de escenas sexuales y camastros incluido; varias murallas externas protectoras de la ciudad y calles perfectamente empedradas por todos lados.
A diferencia de Herculano, en Pompeya se ha excavado gran parte de la ciudad, y se han descubierto barrios enteros con sus calles y casas perfectamente diferenciadas.
Visitar la ciudad supone no menos de 5-6 horas (precio 11€) y seguramente no te dé tiempo a visitar todas las calles y barrios de la misma, ya sea por cansancio o por falta de tiempo. La cantidad de información es ingente para un solo día. Si además añadimos que normalmente hace mucho calor la visita puede acabar siendo un agobio para muchos. Por eso es recomendable tomárselo con tranquilidad, llevar varias botellas de agua y seguir un mapa de la zona, yendo a las zonas que más merecen la pena o que más nos interesen.
Como indicaba ayer, he estado en varias de las ruinas romanas más importantes y quizá por ello te cuesta más sorprenderte o tratas de compararlas entre sí. Cada ruina tiene sus puntos fuertes y es precisamente eso lo que hay que valorar de cada una. No es lo mismo ver Pompeya como primera ciudad romana que visitas, que verla habiendo visto otras antes.
Por ello, de Pompeya destacaría su tamaño, inigualable a ninguna otra ciudad romana en pie, y en general la cantidad de puntos a visitar interesantes que, sin ser los mejores individualmente, están bastante bien conservados y son bien merecedores de una visita.
Para llegar a Pompeya previamente reservamos un coche en Nápoles, del que disfrutaríamos los siguientes días. En unos 60 minutos se llega a las ruinas, perfectamente señalizadas (es realmente difícil salir de Nápoles tanto por su tamaño como por su tráfico, ojo). Para dejar el coche lo mejor es uno de los diversos parking de la zona.
Tras la visita a las ruinas y comer por la zona, pusimos rumbo a nuestro alojamiento para los próximos 4 días: Agerola. Se trata de un pequeño pueblo ubicado justo en la parte alta de las montañas entre las costas amalfitana y sorrentina. Desde allí teníamos 60 minutos a Sorrento por un lado y 30 minutos hasta Amalfi por el otro lado. Lo elegimos por cercanía a ambos lugares y, sobre todo, por el precio, muchísimo más económico que los pueblos costeros a ambos lados.
Es muy importante organizar bien las visitas a realizar en los días que se disponga y los medios de transporte a utilizar para cada día, pues la logística es algo complicada en toda esta costa. Para hacerte una idea, 1 hora de parking en Amalfi cuesta unos 8€ y un refresco en Positano unos 6€ (los 2 pueblos más caros sin duda). Eso, si encuentras parking, pues el espacio en cada pueblo es muy reducido y hay multitud de vehículos y turistas por todos lados. Siempre que se pueda, es mejor moverte en barco (más rápido según los pueblos a los que vayas, por ejemplo de Amalfi a Positano) o autobús público.
Es imprescindible disponer de los horarios de buses y barcos entre todos los lugares. Merece la pena.
En el alojamiento tuvimos mucha suerte pues la dueña nos trató espectacularmente bien y era encantadora, muy amable y dispuesta a darte todo tipo de información sobre cualquiera de las zonas a visitar. Además preparaba unos bollos, tartas y pastas para desayunar que estaban riquísimos.
Respecto a las playas, comentar que en la costa amalfitana apenas existen playas de arena. Y si existen, son minúsculas. En la mayoría de zonas y pueblos las ‘playas’ no son más que calas de piedrecitas, rocas o cemento. Aquí se disfruta del mar más que de la zona donde dejamos las toallas. Las aguas son cristalinas y limpias en casi todos los pueblos, y la gente nada de una zona a otra en mar abierto sin problemas. Es buena idea llevar gafas y tubo de snorkel. Otro ‘problema’ de las zonas de playa es que el poco espacio que hay está dividido en zonas privadas para bares y/o hoteles (llamados Lidos), donde tienes que pagar por tu tumbona y/o sombrilla y pequeñas zonas públicas gratis, que normalmente están llenas. Lo dicho, hay que disfrutar del MAR más que de la zona donde se deja la toalla.


Dia 4. Costa Amalfitana: Amalfi, Positano.
El primer día lo dedicamos por completo a los 2 pueblos más turísticos y bonitos de la zona, sin duda.
Comenzamos yendo a Amalfi en bus público. El trayecto en si es ya de por sí bastante chulo. La bajada a Amalfi tiene un desnivel brutal en algunas zonas, hay múltiples curvas por todos lados y en algunos puntos impone bastante cruzarte con otro coche o bus, pues tienes que pararte literalmente al lado del precipicio para poder entrar bien. No es apto para cardíacos en algunos puntos. Para más inri, las motos aquí parecen no tener miedo a nada y te adelantan por cualquier sitio.
Amalfi es un pueblo bastante llano y pegado al mar, donde lo que más destaca es su preciosa catedral y sobre todo la inmensa escalinata de entrada a la misma. Se puede visitar por dentro al igual que el claustro anexo. Destacan sus coloridos murales, aunque yo me quedo sin duda con su fachada.
En la plaza principal hay multitud de tiendas de recuerdos, bares, restaurantes y gente por todos lados. Subiendo por la calle principal destacan también sus pasadizos laterales, antiguas zonas de refugio del pueblo y hoy día llena también de locales, tiendas y algún que otro bar. Merece la pena perderse por ellos, subir y bajar escaleras y descubrir algún que otro rincón con encanto.
La zona de playa es pequeña, como en todo pueblo de la zona. Si ves una pequeña franja de arena sin sombrillas, ésa será la indicación de que se trata de la zona pública gratuita. El resto de la playa estará llena de sombrillas de pago de los bares de la zona. El agua es transparente y normalmente llena de rocas. Esto es aplicable en toda la costa amalfitana y sorrentina.
Tras dar una vuelta por la zona de costa, y ver unas cuentas tiendas de ropa, cogimos el ticket del bus para ir a Positano, nuestro siguiente destino. Este trayecto tiene normalmente muchísimo tráfico aunque es precioso y merece la pena hacerlo al menos una vez. Vas paralelo a la costa siempre por una carretera sinuosa y estrecha, llena de recovecos y donde muchas veces no cabe ni un alfiler. Es curioso ver las típicas vespas a toda velocidad o los descapotables, que por aquí se ven unos pocos, disfrutando de las vistas y la conducción en sí misma.
Al llegar allí nos cercioramos de que habíamos hecho bien en venir sin nuestro coche, pues era imposible aparcar ni en la carretera principal arriba del pueblo, donde nos dejaba el bus.
Positano, a diferencia de Amalfi, se eleva desde el nivel del mar hacia lo alto de las montañas que lo rodean, luego todo el pueblo está lleno de cuestas muy pronunciadas y escaleras empinadas. Hay que estar en forma para visitarlo, pero realmente merece la pena. Todo en Positano está orientado al turismo. Está totalmente lleno de tiendas de ropa, recuerdos, cuadros y, en general, casi de cualquier cosa. Hay igualmente bares y restaurantes de todo tipo y condición, aunque todos ellos bastante caros. Lo ideal es dejarse perder por las pequeñas callejuelas que suben y bajan por el pueblo, descubriendo varias iglesias coquetas o llegando a los diversos miradores naturales desde los cuales se contempla una muy bonita visión del pueblo, normalmente lleno de flores por todos lados.
En la parte baja del pueblo se encuentra una playa un poco más grande que la de Amalfi, y un pequeño paseo lleno de restaurantes, e igualmente decenas de turistas.
Alejándote un poco del centro hacia las partes altas del pueblo se pueden descubrir varias casas y hoteles con piscinas que deben costar un riñón pero que deben ser una pasada. Aunque todo en la costa amalfitana es caro, Positano (junto con Capri) es donde el nivel de vida es más elevado y lujoso.
Tras disfrutar tranquilamente de la tarde en el pueblo, regresamos a Amalfi, esta vez en barco, para poder contemplar desde el mar toda esta parte de la costa amalfitana, llena de hoteles encaramados en las montañas, piscinas flotantes, casas de lujo, pequeñas calas y montañas con carreteras sinuosas.
Tras 30 minutos en barco (y sin atascos, de hecho se llega antes que en coche o bus), llegamos a Amalfi, donde tomamos otro bus que nos subió a Agerola.
Ya arriba, dimos una vuelta por el pueblo, lleno de gente local y con un ambiente mucho más rural que sus pueblos vecinos de la costa. Cenamos en una pequeña pizzería y nos fuimos a dormir.


Dia 5. Costa Amalfitana: Sendero de los Dioses. Positano. Atrani.
Tras otro desayuno abundante cogimos una mochila con el bañador y cuatro cosas más y nos pusimos a andar por el sendero degli Dei, o sendero de los Dioses, un camino que nace en Agerola y termina en Positano, recorriendo toda la costa amalfitana por las montañas, durante unas 3 horas.
El día de hoy lo habíamos pensado para patear al comienzo, y disfrutar de las playas de Positano y Amalfi, una vez hecho el turismo en ambos pueblos el día anterior.
El Sendero de los Dioses comienza en el mismo pueblo de Agerola, y está bastante bien indicado. Al cabo de unos 20 minutos un tanto feos, ya fuera del pueblo, se puede ver el mar y el primer cartel importante indicativo del camino.
El camino se vuelve sendero o pista en algunos tramos y empieza a recorrer la costa amalfitana desde lo alto, con unas vistas maravillosas de toda la costa y el mar, además de algunas poblaciones a nivel de mar. Incluso se puede ver la otra parte de la península, en la costa sorrentina. Lo único malo del camino es que no hay ni una sombra en casi todo el trayecto, por lo que el calor puede llegar a ser sofocante, es imprescindible llevar agua suficiente para todo el trayecto. T
ras unas 2 horas y media largas y varias fotos, se comienza a ver Positano, y aquí el sendero cambia de nuevo. Si anteriormente era más o menos llano, aquí existe un cambio de desnivel importante y se comienza a bajar abruptamente, entre casas de campo y finalmente entre los propios edificios del pueblo, construido totalmente en la colina con fuertes pendientes. Esta última parte es algo durilla por el cansancio acumulado y por el fuerte desnivel, que aunque sea de bajada, cansa bastante.
Fuimos directos a un bar a pedirnos un chute de azúcar en forma de Coca Cola, nos dio igual pagar casi 5€ por cada una, precio a pagar casi en cualquier sitio aquí,
Tras bajar pulsaciones, nos pegamos un baño en la pequeña playa de cascotes del pueblo, que no estaba muy llena para nuestra sorpresa, quizá por ser éste un pueblo más de compras y de gente pudiente.
Contemplar Positano desde el nivel de su playa, o en el agua directamente, es algo que mooola.
Tras comer un par de sándwiches y ensaladas que compramos por allí, y darnos otro bañito, cogimos el barco que nos llevó hasta Amalfi, en apenas 30 minutos y por pocos euros.
Al llegar a Amalfi, preferimos andar unos 10 minutos hasta llegar al pequeño pueblecito de Atrani, famoso por la pequeña iglesia justo encima de la playa, bordeada por la carretera. Esta calita estaba llena de gente joven y había muy buen ambiente, pues en el poco espacio de la misma había 2 chiringuitos. Como en muchos otros sitios de esta zona, no existe otra forma de meterte al agua más que por una escalera o bien tirarte directamente desde lo alto de una roca. No existe la arena aquí. Pero el agua es cristalina y es precioso ver el fondo rocoso desde casi cualquier parte.
Cuando nos cansamos de tomar el sol y bañarnos, regresamos a Amalfi, y desde allí tomamos el bus público que nos llevaba a Agerola, en la parte alta de la montaña.
Poco más hicimos este día, más que cenar en un restaurante tranquilo del pueblo, mucho más barato y con mejor comida que abajo, y dar un pequeño paseo por el mismo.


Dia 6. Costa Amalfitana: Sorrento. Isla de Capri.
El día de hoy comenzó con una mala noticia. Nuestra casera nos dijo que se había producido un incendio cerca de la carretera que bajaba a Amalfi y ésta se encontraba cortada. Esto nos trastocó los planes porque pensábamos bajar a Amalfi en bus y desde allí coger el barco a Capri. Por suerte nuestra casera nos indicó un plan B yendo via Sorrento, que a la larga nos resultó ser mucho mejor que el original, pues pudimos visitar Sorrento e incluso regresar más tarde de Capri, sobre las 19:00 (desde Amalfi el regreso era sobre las 17:00). Cogimos nuestro coche y bajamos hacia el otro lado de la sierra, dirección Sorrento. Nuestra idea era aparcar el coche en un pueblo cercano y acercarnos en bus, para no tener que pagar el altísimo coste del parking para todo el día (a 6€ la hora). Y así lo hicimos, tras casi 1 hora de trayecto dejamos el coche aparcado (gratis) en el pequeño pueblo de Meta, a escasos 5 km de Sorrento. Nos fuimos a la parada del bus, cuando tuvimos la experiencia rara del viaje: Se nos paró al lado un descapotable con el típico señor cincuentón con dinero y mujer guapa extranjera al lado, y nos ofreció llevarnos a Sorrento. Nos miramos Ana y yo y dijimos, ¿Por qué no? Así que nos subimos con ellos. El señor nos fue contando un poco su vida, medio en italiano medio en inglés y español, mientras nosotros le contábamos la nuestra. Al llegar a Sorrento, nos dejó justo al lado de la plaza principal. Nos quedamos los 2 bastante sorprendidos de que aún exista gente así de amable.
Tuvimos poco más de 45 minutos para ver un poco de Sorrento, prácticamente nada, pues nos fuimos casi directos al embarcadero en la parte baja del pueblo (la zona turística está en la parte alta) a comprar los billetes para Capri. El trayecto a Capri dura unos 30 minutos.
Capri es una isla de cierto tamaño y con bastantes cosas que ver, por lo que todo es imposible en un día. Como en la costa amalfitana, es importante saber lo que quieres hacer y cómo hacerlo si no quieres perder todo el día en un taxi o bus o andando por un sitio feo camino a otro.
Por ello descartamos toda la parte de Anacapri (parte occidental de la isla) y Tiberio (parte oriental), y nos centramos en visitar Capri en la parte central, hacer un pequeño trekking de 1 hora por los bosques de Matermania para ver los famosos Farallones y pasear por la via Krupp hasta llegar a Marina Piccola, todo ello perfectamente posible en un día, y yendo sin prisas.
Llegamos al embarcadero de Marina Grande sobre las 11:00 y cogimos uno de los múltiples minibuses que sólo existen en la isla para subir a la parte alta de la isla, el pueblo de Capri. Es curioso lo estrechos que son, ideales para las callejuelas de la isla. Otra opción era el taxi, mucho más caro, o incluso subir a pie, lo cual dejamos para la tarde en sentido bajada. Al llegar arriba dimos un paseo por el pueblo, lleno de tiendas de lujo, algunas de no tanto lujo, restaurantes, puestos de todo tipo, heladerías y gente, mucha gente por todos lados. Tras 1 hora de paseo, salimos del pueblo por la vía Matermania y después la vía Dentecala. Se trata de un paseo por un sendero cuidado, feo al principio cuando sales del pueblo pero que enseguida se comienza a adentrar en el bosque paralelo al mar, donde realmente es bonito. Al cabo de unos 40 minutos (de continuas subidas y bajadas, todo sea dicho) se llega a los famosos Farallones de Capri, piedras que parecen emerger del mar con formas extrañas. En este punto se puede parar para darse un baño, pero nosotros continuamos y subimos de nuevo por la vía Tragara hasta adentrarnos de nuevo en Capri.
Existen varios miradores durante el trayecto de toda la zona de acantilados. Justo en lo alto de la última escalera se encuentra un puesto de bebidas, y no pudimos resistir comprar una botella de agua fresca. La broma nos costó 6€. Y al lado, había una fuente. ¡Que caradura tienen con los precios!. Tras la pateada y la sudada por el calor, comimos unos sándwiches que llevábamos y descansamos un rato.
Sobre las 14:30 pusimos rumbo a la via Krupp, famoso camino que va desde Capri hasta Marina Piccola, al otro lado de la montaña, trayecto éste exclusivamente de bajada y que pasa por las famosas escaleras serpenteantes que te llevan desde la parte alta al nivel del mar. Justo abajo, no pudimos resistirnos esta vez a darnos un baño en una zona de rocas donde se bañaban un grupo de 6-8 personas mientras un señor un tanto hippie cantaba el famoso ‘Volare’. Es increíble lo transparente que está el agua por toda esta zona, y lo bonito del mar.
Sobre las 16:00 llegamos a Marina Piccola, siguiendo el camino perfectamente marcado, y allí nos volvimos a dar otro baño, esta vez en una pequeña playita de arena llena de gente donde encontrar un hueco para poner la toalla es tarea ardua y difícil. El lugar es muy turístico, pero es también bastante chulo pues está lleno de chiringuitos donde tomar cualquier cosa.
Disfrutamos de la playita cerca de 1 hora, y sobre las 17:00 nos dispusimos a coger el minibús que nos llevaría a Capri de vuelta. Aquí es importante saber que hay mucha gente esperando a hacer el mismo trayecto, luego hay que contar con tiempo de sobra por si las moscas.
Al llegar arriba a Capri, tras un trayecto de unos 15 minutos, nos dio tiempo a dar otra pequeña vuelta por el pueblo y hacer alguna compra. Desde allí decimos caminar cuesta abajo unos 15 minutos más hasta llegar al embarcadero de Marina Grande. A las 19:00 salía nuestro barco a Sorrento.
Al llegar a Sorrento, fuimos directos a la parte alta. En esta ocasión ningún descapotable nos llevó a Meta y tuvimos que esperar unos minutos al autobús para que nos llevara a Meta. Allí se encontraba nuestro coche, y ya sólo nos separaba un trayecto de coche de cerca de 1 hora para llegar a Agerola.
El día había sido muy completo, pero todo salió redondo. Disfrutamos de Capri con tranquilidad, nos bañamos varias veces y los transportes funcionaron correctamente y sin apenas esperas.


Dia 7. Costa Amalfitana: Ravello. Minori. Maiori. Coche hasta Nápoles.
Nuestro último día en esta preciosa península italiana la dedicamos a visitar los pueblos menos conocidos pero no por ello menos bonitos.
El primero fue Ravello, ubicado en la parte alta de las montañas, tiene unas vistas preciosas de toda la costa y es famoso por su festival de música. El pueblo en sí, aunque tiene muchas callejuelas con restaurantes y tiendas variadas, varios miradores y alguna que otra bonita plaza, no es demasiado llamativo ni espectacular, si lo comparamos con otros de la misma zona. Aun así, merece la pena dedicarle al menos 1 hora.
El segundo pueblo del día fue Minori, ubicado en plena costa aunque en una zona no tan abrupta como sus pueblos vecinos de Amalfi o Positano. Es un pueblo bastante grande y dispone de todos los servicios típicos: playas grandes, hamacas, sombrillas, bares de todo tipo, paseo marítimo, etc.
Aprovechamos para darnos nuestro último baño del viaje y comer tranquilamente por la zona.
El siguiente pueblo fue Maiori, bastante parecido al anterior, aunque no paramos para no retrasarnos.
Desde este punto se puede volver a Nápoles subiendo por la carretera SP2, pero nosotros decidimos recorrer un poco más la zona costera hasta casi llegar a la ciudad de Salerno, ya que la carretera sigue yendo paralela a la costa, es bastante llamativa, y apenas se tardan 15 minutos más.
Desde allí se coge la autopista que nos llevó a Nápoles, esta vez a un hotel muy cerca del aeropuerto, ya que al día siguiente volábamos pronto y no podíamos perder tiempo en ir y venir al centro de la ciudad. El barrio donde estaba el hotel era muy tranquilo por lo que cenamos en un pequeño restaurante y pronto nos fuimos a dormir.


Dia 8. Avión de vuelta a Madrid
Amanecimos con el tiempo justo para tomar un taxi, ir al aeropuerto, dejar el coche de alquiler y regresar a Madrid.