INDONESIA - 20 días
Planning
Dia 30. Vuelo Madrid-Yakarta.
ISLA DE JAVA
Dia 1. Llegada a Yakarta sobre las 22:10. Noche en Yakarta.
Dia 2. JAVA. Vuelo Yakarta-Yogyakarta (5:55-7:05). Templo de Borobudur. Yogya de noche. Dormir Yogyakarta.
Dia 3. JAVA. Templos de Prambanan y Praosan. Yogya de tarde-noche. Dormir en Yogyakarta.
Dia 4. JAVA. Avion Yogyakarta-Lombok (17:40-20:00). Traslado a Tanjung. Dormir en Tanjung.
ISLAS DE LOMBOK
Dia 5. LOMBOK. Traslado a Islas Gili. Gili Air. Dormir en Gili Air.
Dia 6. LOMBOK. Gili Meno. Dormir en Gili Air.
Dia 7. LOMBOK. Gili Air. Ultimo barco a Bali. Traslado a Kuta. Tarde noche en Kuta. Dormir en Kuta(Bali).
ISLA DE FLORES
Dia 8. FLORES. Avion Bali-Maumere (7:20-10:15). Tour dia 1: Maumere-Moni. Dormir en Moni.
Dia 9.FLORES. Tour dia 2: Moni-Volcán Kelimutu-Ende-Bajawa. Dormir en Bajawa.
Dia 10. FLORES. Tour dia 3: Aldeas Ngadas. Volcan Inerie. Ruteng. Dormir en Ruteng.
Dia 11. FLORES. Tour dia 4: Ruteng-Cancar-Denge. Dormir en Denge.
Dia 12. FLORES. Trek Wae Rebo: Denge-Wae Rebo. Visita Wae Rebo. Dormir en Wae Rebo.
Dia 13. FLORES. Trek Wae-Rebo: Wae Rebo-Denge. Traslado a Labuanbajo. Dormir en Labuanbajo.
ISLAS DE KOMODO
Dia 14. KOMODO/RINCA. Tour 2 dias: Snorkel y playa en Manta Point, Pink Beach. Dormir a bordo.
Dia 15. KOMODO/RINCA. Tour 2 días: Trek por Islas de Komodo y Rinca. Dormir en LabuanBajo.
ISLA DE BALI
Dia 16. BALI. Vuelo Labuanbajo-Bali (8:40-10:00). Área de Uluwatu. Dormir en Bingin (Bali)
Dia 17. BALI. Traslado a Ubud. Área del centro de Bali. Dormir en Ubud.
Dia 18. BALI. Área del este de Bali. Dormir en Ubud.
Dia 19. BALI. Ubud y alrededores. Vuelo regreso sale a las 19:05 desde DENPASAR.
Dia 20. Llegada a Madrid

Medios de transporte
Isla de Java
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Avión local Jakarta – Yogjakarta (1h) (reservado en España) (58€)
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Yogjakarta. Taxi A/C para ida/vuelta aeropuerto-hotel (30min) (buscado in situ)
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Yogjakarta. Taxi A/C para ida/vuelta Borobudur (1h) (buscado in situ). Lo más rápido y cómodo.
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Yogjakarta. Taxi A/C para ida a Pranbanan (45min) (buscado in situ). Vuelta en autobús de línea con A/C (muchísimo más económico e igual de rápido y confortable).
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Yogjakarta. Becak ida/vuelta a templos de Praosan desde Pranbanan (2km) (buscado in situ)
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Yogjakarta. Becak para traslados de una zona a otra de la ciudad (buscado in situ)
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Avión local Yogjakarta – Lombok (1:20 h) (reservado en España) (69€)
Islas de Lombok
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Lombok. Taxi A/C del aeropuerto al hotel (1:30h) (reservado por adelantado en el hotel)
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Lombok. Taxi A/C del hotel al embarcadero de Pelabuhan (30min) (reservado en el hotel)
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Gili. Barco desde Pelabuhan a Gili Air (20min) (reservado y pagado en el embarcadero)
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Gili. Barcaza ida/vuelta para ir de Gili Air a Gili Meno (horarios fijos)(reservado en Gili Air)
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Gili. Barco rápido (2h) de Gili Air a Bali-PadangBai (reservado en España). En el mismo precio se incluye el trayecto en furgoneta con A/C desde PadangBai hasta el hotel (1:30h) (43€)
Isla de Bali
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Bali. Taxi A/C del hotel al aeropuerto (15min) (reservado en el mismo hotel)
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Avión local Denpasar - Maumere (2h) (reservado en España) (108€)
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Taxi A/C del aeropuerto al hotel de Bingin (1h) (buscado in situ)
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Taxi A/C ida/vuelta de Bingin a templo Uluwatu (25min) (buscado in situ)
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Taxi A/C ida de Bingin a Ubud. (1:30h) (buscado en el propio hotel por falta de taxis por la zona)
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Ubud. Taxi A/C todo el día para visitas por la isla, a acordar con el taxista (buscado in situ)
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Ubud. Taxi A/C de Ubud al aeropuerto (1h) (buscado in situ)
Islas de Flores-Komodo
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Trayecto 6 días por la isla de Flores en 4x4 privado con A/C (contratado tour privado en España)
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Trayecto 2 días Komodo y Rinca en barcaza privada sin A/C (contratado tour privado en España)
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Avión local Labuanbajo – Denpasar (1:20h) (reservado en España) (98€)
NOTAS:
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Los taxis disponen de A/C. Son rápidos y cómodos. Ideales si hace mucho calor. Lo normal es contratar el trayecto de ida/vuelta. El conductor esperará a que visites el lugar turístico que sea.
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Los tuk-tuk son una especie de motocarro motorizados para 2 o 3 personas. Ideal para trayectos cortos de no más de 1 hora. Rápidos y económicos. No tienen A/C.
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Los becak son similares, pero la tracción la realiza una bicicleta. Son ideales para trayectos de menos de 20 minutos. Son lentos y dependen del esfuerzo titánico del dueño.
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Los bemos son furgonetas pequeñas para transporte de 6-8 personas, tipo mini bus compartido. Recomendados para trayectos de menos de 2 horas, a sitios turísticos donde vaya mucha gente.
No hay que perderse:
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Fondos y vida marina espectacular. Uno de los mejores fondos marinos del mundo.
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Volcanes. Indonesia es el país del mundo con mayor número de volcanes. Imprescindible.
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Dragones de Komodo. Animal único, endémico de las islas indonesias de Rinca y Komodo.
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Isla de Bali. Lo tiene todo: playas paradisíacas y aguas cristalinas. Historia y cultura propias. Cascadas espectaculares. Naturaleza salvaje. Templos mágicos. Fauna y flora diversa.
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Isla de Flores. La indonesia virgen. Gente amable y sencilla, naturaleza exuberante, aldeas y tribus autóctonas, sin turismo masivo, carreteras de sube y baja.
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Isla de Java. Centro poblacional e industrial del país, también es la isla de la cultura, de los palacios y templos, de los volcanes y de los parques nacionales.
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Crisol de religiones. Bali es hinduista, Flores cristiana y Java musulmana. Cada isla mantiene sus costumbres y creencias y las vecinas no tratan de imponer las suyas. Un ejemplo de convivencia.
Tipo de viaje
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Época: Julio de 2016
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Días de viaje: 20 días
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Tipo de grupo: En grupo (4 personas, 2 parejas)
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Tipo de viaje: naturaleza, aventura, actividades deportivas, playas, inmersión y turismo cultural.
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Alojamientos: hoteles sencillos, algún resort, cabañas, casa particular, albergue sin recursos, etc.
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Presupuesto (todo incluido): 2500 euros






Introducción
¿Por qué INDONESIA?
Indonesia es uno de esos países que no todo el mundo es capaz de situar en un mapa, ni de identificar cuál es su religión, por no hablar de enumerar los lugares más turísticos o describir su fauna y flora.
El país lo componen más de 17000 islas y se profesan todas las religiones mayoritarias incluyendo hinduismo, cristianismo, budismo e islamismo, por lo que puede ser difícil responder a los 2 primeros puntos. Pero si hablamos de las islas de Bali o Java, de Papúa, de orangutanes y dragones de Komodo, de volcanes activos, de barreras de coral o de famosos templos budistas ya nos suena más.
Indonesia es un país inmenso, lleno de multitud de atractivos para todos los gustos, diseminados por la enorme cantidad de islas que lo componen en torno a los mares de Java, Banda y Célebes. Y por ello el viaje que hemos realizado es sólo una opción de entre las amplísimas variantes de que se dispone, como por ejemplo recorrer las islas de las especias (Molucas y Célebes) sintiéndonos antiguos comerciantes europeos, aventurarse en la enigmática Papúa para conocer las tribus locales, recorrer de norte a sur la volcánica isla de Sumatra o adentrarse en la región de Kalimantan para conocer la exuberante y llena de biodiversidad isla de Borneo, el amazonas asiático. Y estas son sólo las más conocidas. 17000 islas. Casi nada.
En los escasos 20 días que teníamos nos hemos centrado en lo más conocido y turístico (Bali, Komodo, Java), aunque hemos dedicado unos días a conocer una de las islas menos turísticas (Flores), para conocer de primera mano cómo viven los indonesios alejados de los centros más turísticos. Y ha sido una muy buena decisión
La organización del viaje la hemos realizado, como siempre, desde España, primando ir a nuestro aire y visitar el máximo número de lugares, aun teniendo que ir bastante deprisa en algunas zonas.
Hemos pegado unos cuantos saltos entre islas debido a los horarios y disponibilidad de los vuelos en cada caso.
En el caso de Borneo hemos tenido que cancelar la visita que queríamos hacer para ver orangutanes, pues una festividad local ha llenado todos los vuelos en las fechas que queríamos ir.
También hemos tenido que descartar la visita al este de Yogyakarta en la isla de Java para conocer, entre otros, los volcanes Bromo e Ijen. Era imposible simultanear esta zona con los traslados a Flores, isla que hemos primado por encima de otras visitas para visitar el poblado de Wae Rebo y la cotidianidad de la vida local indonesia.
La única isla en la que hemos contratado un tour ha sido Flores. Y nos alegramos enormemente, pues la hemos disfrutado mucho y ello es sin duda gracias a Francis y Bona, nuestro guía y chófer durante los 6 días que hemos estado en esta isla y las vecinas de Komodo y Rinca. Todo un acierto.
A toro pasado diría que nos hemos quedado cortos, muy cortos de días, en la isla de Bali. Solo 4 días da para muy poco. Volveremos.
Sobre el tema del alojamiento comentar que ha sido extremadamente fácil la búsqueda y reserva, (casi siempre vía booking.com). La mayoría de hoteles han sido una pasada, tanto en comodidad, como en belleza y cuidado en las instalaciones. Las camas con dosel o mosquiteras son muy habituales, y la piscina en mitad del hotel casi una constante. La decoración casi siempre preciosa, así como el cuidado de las instalaciones, siempre llenas de flores.
Respecto a la comida, es muy rica y variada, basada en pollo, arroz y verduras cocinadas en distintas variantes.
Es fácil encontrar restaurantes locales y algunos más orientados a turistas, todos ellos económicos, entre 8 y 15 euros por comida. La limpieza por lo general es aceptable, aunque siempre hay que tener en cuenta las medidas de higiene habituales en países tropicales para no coger una diarrea.
Dia 30. Vuelo Madrid-Yakarta.
Dia 1. Llegada a Yakarta sobre las 22:00. Noche en Yakarta.
Comenzamos un nuevo y esperado viaje con 2 largos vuelos de unas 7 horas cada uno. El primero hizo escala en Doha, y el segundo nos dejó en Yakarta, capital del país y ciudad donde casi ningún turista dedica tiempo, no sé si porque no merece mucho la pena o porque existen otros muchos lugares mejores. Seguro que es lo segundo.
Estos vuelos hacia el este del planeta son un suplicio cuando, como me ha ocurrido, no consigues dormir un poco.
Aunque tampoco ayuda el hecho de que, nada más llegar a Yakarta, sobre las 22:00, hayamos tenido que tomar un taxi a un hotel cerca del aeropuerto para dormir escasas 2 horas, pues teníamos el vuelo a Yogyakarta programado a las 5:55, y teníamos que estar un par de horas antes, es decir, sobre las 4:00.
Estas son las típicas malas decisiones que minusvaloras cuando estas diseñando el viaje sentado cómodamente en tu sofá con amigos mientras te tomas unas cervezas. Jaja…
También descubrimos en este momento que el tráfico de Yakarta es horrible incluso de noche, e incluso aunque Google Maps te dijera que, a priori, el trayecto aeropuerto-hotel no llevaría más de 10 minutos. Tardamos 30.
Dia 2. JAVA. Vuelo Yakarta-Yogyakarta (5:55-7:05). Templo de Borobudur. Yogya de noche. Dormir Yogyakarta.
Pasada la odisea de los vuelos de ida, llegamos por fin a Yogyakarta sobre las 7:00 del día 2. Aunque alguno de mis amigos es un campeón durmiendo en aviones o cualquier tipo de transporte incómodo, en mi caso no dormí más de 5 o 6 horas en las últimas 2 noches. Pero daba igual. De viaje me crezco como si me hubiera tomado varias latas de Red Bull y la energía me sale por los poros. ¡Estábamos por fin en Indonesia y había que disfrutarlo!
Por fin estábamos en la mítica isla de Java, origen de miles de leyendas y aventuras, libros y películas. Y aunque no fuésemos a pasar demasiado tiempo en ella, lo pensábamos aprovechar totalmente.
Y qué mejor manera de comenzar el viaje que visitando el maravilloso templo budista de Borobudur, uno de los más conocidos y fotografiados del país e icono budista por excelencia del sudeste asiático.
Para llegar, por cierto, solo hay que salir a la calle y buscar un taxi con a/c. Y regatear el precio, claro.
La visita al complejo lleva un mínimo de 2 o 3 horas, dependiendo de la cantidad de fotos que quieras tomar y del tiempo que quieras estar sentado contemplando esta maravilla o las vistas de los alrededores.
Existe un precio combinado de Borobudur + Pranbanan por 28€ que es el nosotros compramos por internet.
El templo de Borobudur, patrimonio de la Humanidad, tiene una silueta piramidal, y se compone de una base cuadrada y escalonada de varias plantas, todas ellas completamente ornamentadas con relieves de que narran la historia de la cosmología budista en las paredes. A medida que vas subiendo escalones y rodeando el edificio descubres nuevas esculturas que se repiten incansablemente. A simple vista parecen idénticas, pero hay más de 200 figuras de Buda representadas en diversos mantras. Al llegar a la parte superior la estructura del edificio cambia y las formas circulares ganan terreno en otras 3 plantas más. En esta parte superior se encuentran decenas de pequeñas estupas circulares en forma de campana, rodeando la enorme estupa principal ubicada en el centro del edificio, que dota al conjunto arquitectónico de una armonía tremendamente sorprendente. No en vano, la arquitectura de Borobudur representa un Mandala, diagrama budista que representa la evolución del universo respecto de un punto central. Las preciosas vistas de los bosques y selva de los alrededores también ayudan a llegar a ese punto.
Borobudur es un lugar tremendamente fotogénico, por lo que es fácil ver multitud de turistas posando en busca de la posición más original o la estupa más bonita. Paciencia, y a disfrutar de este precioso lugar.



Llegados a este punto ya ni nos acordábamos de que no habíamos dormido apenas, aunque aprovechamos el regreso a Yogyakarta para echar una cabezada en el taxi.
Tras la comida en un restaurante local próximo (hay varios por el centro), echamos una cabezada en el homestay donde estábamos alojados (una casa habitada por gente local donde habilitan una serie de habitaciones para turistas) y entablamos conversación con la hija de la dueña, una chica joven muy simpática que no paraba de sonreir y que muy posiblemente fuera la única persona que chapurreaba algo de inglés en la familia. Siempre que surge la posibilidad de dormir en este tipo de lugares intento escogerlos, me parecen la mejor manera de conocer gente y costumbres locales (cómo son sus casas, qué les preocupa, a qué se dedican, etc.), además de ser sitios donde normalmente cocinan muy bien, más local que esta comida es imposible.
La ubicación del homestay, inmejorable, entre la plaza Alun Alun Utara y la calle Jalan Malioboro.
La tarde, ya más descansados, la dedicamos a recorrer el entorno de la calle Jalan Malioboro, de arriba abajo. Esta calle es la arteria principal del centro histórico de Yogyakarta y diría que la mejor manera de representar lo que es esta ciudad. Hervidero de gente a casi todas horas, en ella puedes encontrar, dependiendo de la hora, desde mercados de comida hasta tiendas de souvenirs, restaurantes o puestos callejeros, pasando por paradas de tuk-tuks (motorizados), carros de caballos o becaks (especie de tuk-tuk pero tirado por una bici) a cada pocos metros. Merece mucho la pena recorrerla sin prisas, entrando en las tiendas, curioseando puestos, descubriendo olores y viendo cómo pasa la vida a cada metro de esta calle.
Quizá sea también buen momento para realizar las primeras compras de recuerdos.



Dia 3. JAVA. Templos de Prambanan y Praosan. Yogya de tarde-noche. Dormir en Yogyakarta.
Hoy tenemos programado día cultural. Menos mal que hemos recargado bien las pilas tras dormir cerca de 9 horas, nos hacía falta para recuperar el cansancio acumulado de tanto avión.
La primera de las visitas nos ha llevado al espectacular conjunto de templos hinduístas de Pranbanan, lugar situado a unos 20km de la Yogyakarta y patrimonio de la Humanidad desde los años 90.
Me han recordado muchísimo al templo principal de Angkor Wat y a los templos de Khajuraho. No son tan majestuosos ni están rodeados por un lago como los de Camboya, ni son tan conocidos por la simbología de kamasutra que representa el templo indio, pero aun así son una de las obras maestras de la arquitectura hindú.
Construidos durante el siglo IX, tienen un estado de conservación excelente, gracias a las restauraciones realizadas durante años. La estructura de cada edificio tiene la típica forma hindú piramidal con base cuadrada. Las paredes exteriores están profusamente decorados con esculturas dedicadas a Trimurti o, lo que es lo mismo, los 3 dioses principales de la religión hindú: Vishnu, Brahma y Shiva. Aunque se puede entrar dentro de cada uno de ellos, lo interesante es lo que se ve por fuera.
El complejo cuenta con más de 200 templos, aunque la mayoría de ellos sólo conservan la estructura de su base. Sólo hay unos 8 o 10 recuperados casi totalmente.

A unos 20 minutos a pie se encuentra el precioso templo de Sewu (Candi Sewu), de origen budista.
Lo que más llama la atención de este complejo son los 2 enormes guardianes de piedra que custodian la entrada al recinto, compuesto por una estructura de diversos edificios de forma cuadrada construidos en torno al templo principal, ubicado en el centro. Muchos de los templos aún conservan esculturas en buen estado, aunque también hay otros que luchan por sobrevivir al paso de los años.
Tanto Pranbanan como Sewu están rodeados de cuidados prados y jardines, así como de pequeñas plantas y árboles de gran porte, lo que ayuda a encontrar la espiritualidad que emana de este lugar.


La siguiente visita ha sido al templo de Plaosán, para el que hemos tomado un tuk-tuk y así no llegar empapados en sudor.
El templo de Plaosan (Candi Plaosan) era en realidad un conjunto de decenas de templos, como la mayoría de templos de la zona, aunque hoy día sólo queda en pie uno solitario rodeado de un prado verde. Dicho así parece no merecer la pena, pero es todo lo contrario, pues esta solitaria disposición le confiere una cierta aura de misticismo y espiritualidad muy interesante.
En sus paredes se conservan preciosas esculturas de Shiva en diversos mantras.
La estructura del edificio se conserva casi intacta. Es otra pasada.

El complejo de Ratu Boko (11€ entrada) es en lugar totalmente distinto al resto de templos vistos hoy.
Situado en lo alto de una serie de colinas, es sólo accesible tras subir una serie de escaleras. Una vez arriba descubres que en realidad se trata de un complejo palaciego donde antaño tuvo que haber diversos edificios. Lo malo es que hoy día no se conserva más que la estructura de los mismos, alguna escalera monumental, varias piscinas y algún que otro muro, distribuidos por una gran planicie en altura. Su elevado precio (unos 12€) no ha ayudado demasiado a que nos lleváramos una buena impresión.
Casi diría que lo mejor han sido las vistas a Pranbanan rodeado de selva y el enorme volcán Meratu, que domina todo el valle con su enorme silueta amenazante.
Acabamos nuestro día cultural recorriendo una vez más la calle Malioboro. Me encanta sentarme en una mesa a tomar una cerveza mientras escribo notas en mi diario de viajes y observo la vida pasar de los indonesios. Es curioso ver que todos sonríen. Incluso los que esperan clientes dormitando en posturas extrañas en su tuk-tuk, o los que venden algún tipo de carne o dulce en su pequeño tenderete callejero. Parece como si aceptaran sin más la vida que les ha tocado y no se plantearan conocer otros mundos, otras culturas, sino ser felices en la que tienen, la que conocen. Y me preguntó si quizá sean ellos más felices que nosotros los occidentales, siempre buscando más.


Dia 4. JAVA. Avion Yogyakarta-Lombok (17:40-20:00). Traslado a Tanjung. Dormir en Tanjung.
Nuestro segundo día en Yogyakarta lo dedicamos por completo a recorrer y pasear por la propia ciudad. Creo que al menos son necesarios 2 días para ver lo mucho que ofrece la ciudad y sus alrededores más cercanos.
Comenzamos la visita en la plaza Alun Alun Utara, en cuyo lado sur se puede observar la fachada principal del Palacio del Sultán, lugar donde vive y reina el sultán actual de Yogyakarta, ciudad que aún dispone de gobierno propio en la isla de Java. En este lugar se encuentran una serie de edificios gubernamentales y residenciales del sultán actual, así como de otros edificios mucho más antiguos e interesantes desde el punto de vista histórico.
Muy curioso es observar la guardia personal del sultán. Van descalzos y ataviados con el traje típico javanés compuesto de túnica y turbante de colores llamativos. Saliendo de los edificios principales del palacio comienza un laberíntico complejo de calles y callejuelas que parecen no llevar a ningún sitio, escaleras de acceso a patios, puertas ornamentales, locales de artesanos y alguna que otra plaza formando una mini ciudad que, justo al palacio del Sultán comentado anteriormente, se conoce como Kratón. En este lugar es difícil orientarse y llegar a los sitios de interés, aunque algunos de ellos están señalizados. En otros, en cambio, es mejor preguntar seguir a algún grupo de turistas con guía, pues quizá haya una escalera escondida que te lleve adonde quieres ir o haya que atravesar una plazoleta embarrada y sucia para llegar a algún precioso templo.
En el kratón se encuentran, además del ya comentado Palacio del Sultán, el Palacio del Agua ó Taman Saru, que sin duda nos ha parecido lo más bonito de la ciudad. Se trata de un palacio diseñado para el ocio y disfrute del sultán y su harem, compuesto de una serie de piscinas y llamativas fuentes a diversas alturas, ubicadas en los diversos patios de que se compone el palacio.
Recomiendo encarecidamente dedicarle una o dos horas a perderse por el Kratón, descubriendo templos y palacetes escondidos, sorprendentes murales (la edad moderna también aporta su granito de arena a este lugar) así como alguna que otra tiendecita interesante.
La vuelta a las proximidades del hotel para comer la hicimos en uno de los muchos becak que merodean por la zona. La verdad es que es un transporte que no me gustó demasiado porque los que suelen llevarlo son personas mayores o con aspecto algo más empobrecido que los dueños de tuk-tuks. Imagino que los dueños de becak serán aquellos con menos recursos, y que no tienen dinero para comprar un tuk-tuk o un taxi.


Llegó la tarde y con ella cambiamos de isla. Nuestro vuelo salió puntual hacia la isla de Lombok, donde aterrizamos puntuales sobre las 20:00 en el nuevo aeropuerto internacional de la isla, ubicado casi en el centro de la misma, muy próximo a la localidad de Praya.
Era de noche cerrada ya, y el aeropuerto no está cercano a ninguna localidad grande, por lo que es recomendable reservar con antelación el transporte al hotel de destino. Eso es lo que hicimos en nuestro hotel a través de varios emails desde España, y allí estaba esperándonos un chico con nuestros nombres. El traslado nos costó alrededor de 350000 IDR por coche (unos 23€)
El trayecto hacia la zona norte de Pamenang y Tanjung nos llevó unos 90 minutos, y eso que el conductor iba a toda pastilla por las estrechas, poco iluminadas y concurridas carreteras y calles de las pequeñas poblaciones locales que dejábamos atrás.
La costa norte de Lombok está repleta de hoteles de todo tipo, la mayoría con piscina y orientación al mar, cabañas de madera estilo balinés y jardines de palmeras y cocoteros. Una gozada, aunque la mayoría de gente se aloja sólo como paso intermedio antes de ir a las Gili. Y eso es lo que hicimos nosotros, una pena no disfrutarlo un poco más. Tuvimos el tiempo justo para cenar en el propio hotel e irnos a dormir. Aunque yo, siguiendo mi costumbre, me pegué un bañito nocturno en la espléndida piscina de agua caliente que estaba ahí sólo para mí.
Me encantan estos baños nocturnos en países tropicales donde el agua está tan caliente y no hay problemas en bañarse por la noche.
Dia 5. LOMBOK. Traslado a Islas Gili. Gili Air. Dormir en Gili Air.
Al planificar el viaje hubo momentos de duda ya que algunos queríamos incluir el trekking al volcán Rinjani, montaña más alta de la isla y pateada que según dicen merece mucho la pena, tanto por el subidón de llegar a la cumbre de un volcán activo como por el propio camino de subida y bajada. Lamentablemente son necesarios un mínimo de unos 3 o 4 días para llevarlo a cabo, por lo que lo descartamos.
Dedicamos nuestro tiempo en exclusiva a las maravillosas islas Gili.
Y es que no se me ocurre un calificativo mejor para estos 3 pedazos de tierra bañadas por el mar de Bali.
Las 3 islas se llaman Gili Air, Gili Meno y Gili Trawangan.
Nosotros sólo estuvimos en las 2 primeras que, según dicen, son las más idílicas y tranquilas, siendo Trawangan la más grande y explotada de las tres.
Ninguna de ellas tiene transporte motorizado, por lo que los traslados dentro de cada isla deben hacerse a pie o en carro tirado por burros. Lo primero es ideal para la mayoría de situaciones, pues las distancias son mínimas y las islas son totalmente llanas, fáciles de andar por caminos o calles de tierra. Gili Air son 20 minutos a pie de punta a punta, 30 minutos para Gili Meno y unos 45 minutos para Gili Trawangan.
Pero lo segundo es idóneo cuando vas cargado de maletas, te aseguro que se agradece si no quieres sudar a mares para transportar tu equipaje.
Para llegar a cualquier de ellas hay que ir al embarcadero de Teluk kode, ubicado en la ciudad costera de Pamenang (cuyo transporte reservamos en nuestro hotel previamente), desde el que parten los barcos a todas ellas. Los billetes para las islas se compran aquí.
La barcaza nos dejó al cabo de unos 20 minutos en el embarcadero de Gili Air, desde el cual tuvimos que caminar unos 15 minutos hasta nuestro hotel.


Nos alojamos las 2 noches en Gili Air (Sandy Beach Bugalows), al noreste de la isla.
Creo que merece la pena estar en el mismo alojamiento y, si quieres conocer otras islas, hacer traslados de ida/vuelta en barca el mismo día. Los hay fijos cada x horas y también se pueden contratar de forma privada. Son trayectos de menos de 30 minutos.
Nuestro alojamiento (como la mayoría de esta isla) era un hotelito compuesto de 6 u 8 cabañas de madera individuales para 2-6 personas, distribuidas a lo largo de un precioso jardín con flores y árboles exóticos y con una pequeñita pero suficiente piscina al lado del bar y a escasos 10 metros de la arena de playa. La música reggae nos ayudó a entender que estas islas las íbamos a saborear muy bien los 2 próximos días. También ayudó el primer baño relajante en la piscina del hotel.
Y es que el rollo de Gili Air mola mucho. Estuvimos todo el día de hoy recorriendo la isla, que se compone de varias calles de arena en torno a las cuales se distribuyen hoteles, tiendas y restaurantes, junto con algunas casas para la población local. La calle principal pegada a la coste este es un continuo devenir de alojamientos de cabañas a cual más bonito, algunos con camas balinesas o hamacas, otros con columpios bajo cocoteros o palmeras, todos con música ambiente y bares-restaurante a cual más colorido y llamativo. No hay asfalto, todo es arena.
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También hay centros de yoga y masajes, y todo está decorado con muy buen gusto, usando maderas naturales y mucho bambú. A medida que descubríamos esta zona nos daban ganas de pararnos en todos ellos a tomarnos una cerveza o comer algo. Hay restaurantes de todo tipo de precios y estilos, la mayoría de ellos en la propia playa.
Las calles del interior están más orientadas a las compras de recuerdos, algunas con artesanía y ropa balinesa muy interesante. Aunque todo está orientado al turista occidental, también se pueden encontrar supermercados y restaurantes para locales, entre otras cosas.
Pasada la zona del embarcadero se llega a una de las zonas que recomiendo visitar, cerca del bar de Lucky.
Y es que desde aquí se puede observar un precioso atardecer a la vez que te tomas una copa en uno de los diversos bares chill-out con sillones o pufs con velitas de la zona, ubicados en plena playa.
Además aquí se encuentra uno de los bucólicos columpios en el que todo el mundo se quiere hacer una foto, situado en el mismo agua. Habrá colas de gente.


Dia 6. LOMBOK. Gili Meno. Dormir en Gili Air.
Nuestro segundo día en las Islas Gili lo íbamos a dedicar por completo a visitar Gili Meno, la segunda isla más grande de las 3 y, según dicen, la más tranquila de las tres.
Para ello el día anterior nos informamos de los horarios de ida/vuelta del barco-taxi y reservamos los billetes. Las barcazas salen del embarcadero principal, salvo que sean privadas.
En Gili Meno, efectivamente, se nota bastante menos gente en general. Ayuda también el hecho de que haya muchos menos alojamientos, chiringuitos y restaurantes. Los que hay tienen un ambiente más romántico de mesas y velitas, caminos de flores hacia la playa o columpios mirando al mar junto a esculturas de corales. Son casi todos de este rollo. Y la verdad es que el efecto lo consiguen, pues todos están decorados con muy buen gusto y, obviamente, el decorado natural que los acompaña, es de 10. Además se nota mucha más limpieza que en Gili Air donde, a poco que te salgas un poco de las zonas más visitadas, es fácil encontrar vertederos o basura amontonada. La verdad es que el tema de la recogida de residuos en islas tan pequeñas como esta es un verdadero problema. Parte del problema somos los propios turistas y la generación de residuos que provocamos, pero también la falta de inversión de los gobiernos locales en el mantenimiento de las mismas.
En esta isla hemos conocido las playas quizá más bonitas de las Gili. Y me refiero tanto a la calidad de la arena, finísima y blanca, como a la multitud de bellos rincones que atesora, donde no pueden faltan cocoteros y palmeras. Pasear por aquí es una delicia. Y si hablamos de fondos marinos, han sido de los mejores snorkel que he hecho nunca. Hemos hecho 2 en dos sitios distintos, y ambos excepcionales. Visibilidad de 10-15 metros, multitud de corales de diversos tamaños, formas y colores, bancos de peces tropicales, y facilidad para ver con tus propios algunos animales más grandes como anguilas marinas, tortugas o rayas.
Lo ideal es preguntar en alguno de los sitios que alquilan material por las mejores zonas de inmersión. Desde la propia playa se llega a varios sitios impresionantes, sin necesidad de alquilar un barco o una excursión pagada.
No quiero ni pensar cómo debe ser hacer inmersiones con tubo. Qué pena que me dé tanto respeto el mar y sus profundidades.
Tras comer en uno de los restaurantes a pie de playa de la isla y darnos el último baño, tomamos la barcaza de vuelta a Gili Air a la hora estipulada, en torno a las 17:00. En poco menos de 20 minutos estábamos de vuelta en nuestra isla, por cuya calle principal volvimos a pasar con mucho gusto. Y es que el rollo que se vive aquí es, no sé, como de muy buen karma. Hay gente escuchando música, otros leyendo un libro, otros con unas bicis de esas con ruedas súper anchas, algún otro haciendo running, otros en las piscinas de los hoteles. Mola mucho pasar aquí unos días en este espacio tan pequeño y tan lleno de vitalidad y energía.
Porque no he hablado de las noches. Además de los restaurantes con velas, claro, existen bares de copas, terrazas chill-out y mucho ambiente mochilero y fiestero.
Según he leído no llega a los niveles de Gili Trawangan, la más fiestera de las 3 islas, pero se queda a mitad de camino, lo cual, para el rollo que llevábamos nosotros, fue ideal. Un poco de todo en la dosis justa.


Dia 7. LOMBOK. Gili Air. Ultimo barco a Bali. Traslado a Kuta. Tarde noche en Kuta. Dormir en Kuta(Bali).
Último día en Islas Gili. Queremos llorar. No nos queremos ir de este auténtico paraíso natural tan bien adaptado para el turismo. Ojalá siga así durante mucho tiempo y no nos lo carguemos.
Pero todo llega a su fin y, aunque el día de hoy era de puro tránsito, lo que tenemos por delante no está nada mal.
Tras una última mañana en la isla, tomamos un carro tirado por un burro para llevar las maletas al embarcadero. Lo hicimos básicamente porque nos hacía gracia, pero la verdad es que nos ahorró bastantes sudores por unas pocas monedas.
Desde aquí salió un barco rápido (éste no tiene nada que ver con las pequeñas barcazas de transporte entre islas) que, en unas 2 horas, nos dejaría en el embarcadero de Padangbai, ya en la parte este de la isla de Bali.
La reserva de este trayecto, clave en nuestro viaje, la hicimos por internet desde España con la compañía Bluewater. El precio del trayecto, unos 48usd. No podíamos quedarnos sin billete bajo ningún concepto.
Tras desembarcar en Padangbai, nos agruparon a todos los turistas que allí estábamos y nos metieron en distintas furgonetas según nuestros destinos finales. En nuestro caso nos tenían que llevar a Kuta, ciudad muy próxima al aeropuerto de Bali del que partiríamos al día siguiente para la isla de Flores (de ahí que buscáramos esta noche lo más cerca posible al aeropuerto). Este trayecto, de unos 90 minutos, también estaba incluido en el precio del billete, ya que se paga por el traslado hasta el hotel final en Bali.
Total, que tras unas cuantas horas de viaje, serían las 19:00 cuando por fin llegamos a nuestro hotel de paso en Kuta. Tras dejar las maletas y darnos una ducha, nos fuimos a conocer un poco los alrededores.
Kuta fue hace ya unos cuantos años el origen de lo que hoy día es el Bali turístico para el mundo. Aquí se construyeron las primeras infraestructuras para el turismo occidental y desde aquí se dieron a conocer los innumerables tesoros de isla, tanto culturales como naturales. Hoy día esta zona no es la más visitada de la isla, aunque aún goza de enormes y caros hoteles junto a preciosas playas y multitud de servicios turísticos de primera clase. El tipo de hotel que vimos por esta zona es más bien lujoso y construido en varias alturas, con restaurantes caros, nada que ver con las cabañas de Gili. Apenas había gente por la calle a estas horas.
Cenamos en uno de los restaurantes que ofrecía un espectáculo de danza balinesa. Estos bailes son muy típicos en la isla y, aunque sea algo muy guiri, creo que no hay que perderse alguno de los múltiples tipos existentes, todo un mundo por descubrir.
En casi todos ellos los bailarines y bailarinas, maquillados totalmente, exhiben trajes muy coloridos. Lo más llamativo de los bailes son las profundas expresiones de sus caras dependiendo de cada paso, con los ojos bien abiertos al compás de extraños movimientos de manos y cuerpo, algunas veces rápidos y otras, muy lentos.

Dia 8. FLORES. Avion Bali-Maumere (7:20-10:15). Tour dia 1: Maumere-Moni. Dormir en Moni.
Tras el día de transición de ayer, hoy comenzaba nuestro periplo por la isla de Flores, descubierta por los portugueses allá por el siglo XVI y bautizada como Flores por los bonitos jardines marinos (corales) que encontraron a su llegada y fueron motivo de su nombre actual.
La religión principal en Flores es el Cristianismo, y ello se nota al ver por primera vez una iglesia cristiana en el primer pueblo que nos hemos cruzado. Es curioso, y digno de admirar, la capacidad del país para poder cohabitar con distintas religiones y creencias. Supongo que el hecho de que el mar separe unas islas de otras ayuda bastante a ello, la verdad.
Nuestro vuelo aterrizó puntual a las 10:15.
El vuelo Denpasar (Bali) - Maumere (Flores) ha sido muy tranquilo, a pesar de haberlo realizado con la compañía Nam Air, incluida en la lista negra europea de compañías aéreas que no cumplen los estándares de seguridad. Y es que en Indonesia existen varias compañías en esa lista (Lion Air es otra de ellas), con lo que si quieres volar de un sitio a otro o te arriesgas o coges un barco que te haga la travesía en mucho más tiempo, y con iguales o peores condiciones de seguridad.
En nuestro caso hemos tomado varios vuelos con estas compañías, y no hemos notado nada distinto a una compañía europea en cuanto a seguridad ni servicio de la tripulación. Aunque claro, no somos expertos.
Tras recoger las maletas en el minúsculo aeropuerto de Maumere, salimos fuera donde nos estaban esperando los que serían nuestros guías para los próximos días tanto en las islas de Flores, Rinca y Komodo, Francis (guía) y Bona (conductor), de la agencia Flores Discovery Tour & Travel (www.discoverykomodoadventure.com).
Gracias a ambos pasamos unos días excepcionales en esta preciosa isla. Gente amable, servicial, educada. Muy buenos profesionales y siempre atentos a nuestro bienestar y enseñarnos lo mejor de la isla. Comimos y cenamos de maravilla todos los días, ya fuera comida local u occidental, en un restaurante local que nos pillara de camino, o en algún otro buscado adrede, o en la cubierta de algún barco o en un poblado indígena. De 10.
Todos los tours y actividades los fuimos negociando y acordando con ellos vía email previamente desde España, y fue una mezcla de peticiones nuestras y recomendaciones por su parte, incluyendo el tour de 5 días por Flores junto a otro de 2 días de navegación por el parque nacional de Komodo.
El total para 8 días/7 noches de tour con todo incluido (transportes, entradas a parques nacionales, 3 comidas/día, bebidas, guía en inglés, material) fue de 630€/persona. Los detalles del tour los iré contando poco a poco.
El coche en el que recorreríamos la isla los próximos días era un Toyota moderno, amplio y nuevo, siempre estaba limpio y olía estupendamente. Todas las mañanas Bona nos daba unas botellas de agua fría a cada uno.
Tras meter las maletas en el maletero, ¡estábamos listos para comenzar nuestro viaje!
La isla de Flores se divide en varias kabupaten o regiones, en las que viven diversas comunidades locales, cada una con sus costumbres y tradiciones ancestrales. Toda la isla es montañosa y muy verde, y la recorre una cadena de volcanes activos de este a oeste, como en casi todo Indonesia. La única infraestructura existente son 2 carreteras, una norte y otra al sur, que recorren la isla de lado a lado a través de un recorrido estrecho con multitud de curvas y desniveles, aunque en bastante buen estado de conservación (al menos la sur, que es la que cogimos nosotros). La velocidad media no supera los 50 k/h, por lo que aquí las distancias se miden en horas, no en kilómetros.
Dicho esto, el planteamiento que teníamos era disfrutar con el propio recorrido y tener paciencia, pues habría días de muchas horas de coche. Lo bueno es que durante el trayecto hay multitud de lugares para parar (que ya iré contando), y en los que se hace muy agradable simplemente el observar por la ventanilla la vida diaria de la gente local, ver su forma de vida tranquila y sencilla. Nos llamó la atención que en la mayoría de pedanías que pasamos siempre había niños corriendo y jugando y que, en cuanto nos veían, comenzaban a saludarnos con una enorme sonrisa en la cara y a correr llamándonos bulé (blanquitos sería una buena traducción). Los paisajes de esta zona son preciosos, con montañas completamente llenas de jungla en la lejanía y plantaciones de cocoteros, palmeras o arrozales cerca de los poblados. Las construcciones son siempre de madera y muy sencillas. Apenas hay tráfico y no vimos ni un turista. Se nota un mundo más tranquilo en esta parte de Indonesia, sin prisas, sin estrés.
En una de las paradas que hicimos visitamos una plantación de cacao, algo que nunca antes habíamos visitado y que nos resultó muy curioso por lo extraño del árbol y sus característicos frutos con forma y tamaño similar a un mango, aunque de color marrón. Lo raro es que dichos frutos nacen en el tronco, no en las ramas. Para llegar al cacao propiamente dicho hay que cortar la parte exterior hasta llegar a la parte más interna, donde se encuentran unas 20-30 piezas pequeñas (el cacao) cubiertas de una especie de gelatina blanca muy dulce. Una vez obtenido el fruto, sería cuestión de secarlo y comenzar otra serie de procesos hasta producir el deseado chocolate.
Además de esta plantación vimos otras plantaciones de papayas, nueces de macadamia y arrozales.
Al cabo de unas 3 horas llegamos a Moni, pequeño pueblo que sirve como base principal para la visita al volcán Kelimutu, debido a su proximidad y donde teníamos pensado pernoctar esa noche.
El alojamiento era muy sencillo, poco más que unas camas estrechas en una habitación pequeña sin ventilación y con una ventana abierta de par en par por la que campaban a sus anchas mosquitos y otros insectos, y que cerramos nada más verla. Hoy tocaría estrenar la lona anti-mosquitos para la cama, que siempre llevamos a los viajes por zonas tropicales, por si acaso.
La tarde la teníamos libre por lo que después de comer en un restaurante local (en esta zona de Flores, al no haber casi turismo, tampoco hay restaurantes para turistas), nos tiramos un rato a la bartola en la piscina del hotel.
Antes de cenar en un restaurante de la zona sin demasiados lujos, más bien ninguno, estuvimos dando una vuelta por los alrededores del pueblo, observando las sencillas construcciones y el ambiente rural.
Al día siguiente teníamos que madrugar bastante por lo que nos fuimos a acostar temprano.




Dia 9.FLORES. Tour dia 2: Moni-Volcán Kelimutu-Ende-Bajawa. Dormir en Bajawa.
El despertador sonó a las 4:00. Tras tomar un pobre desayuno y despertarnos del todo, recorrimos en coche los 40 minutos que separan el pueblo del estacionamiento más cercano al volcán Kelimutu. Desde allí fuimos caminando, totalmente de noche y con los frontales puestos en la cabeza, por un sendero que subía ladera arriba. Tras unos 30 minutos, salvando varias zonas escarpadas y con escaleras empinadas, llegamos al punto intermedio desde el que veríamos el amanecer, motivo principal del madrugón y objetivo deseado por todos los que estábamos allí.
Lamentablemente las abundantes nubes no presagiaban nada bueno. Hacía bastante frío ahí arriba, el cual comenzamos a notar tras sentarnos a esperar el amanecer sudados por la caminata previa y sin apenas ropa de abrigo. Con los primeros rayos del alba llegaron también las primeras gotas de lluvia y, al poco, nos encontramos con los chubasqueros puestos y calados por el aguacero que estaba cayendo. Una pena, pero estas cosas son así.
La mala visibilidad no nos impidió ver los 3 cráteres del volcán, con sus correspondientes lagunas, 2 de ellas de un color verde azulado muy singular y la tercera, totalmente negra. Eso sí, las fotos no fueron nada buenas.
A la naturaleza hay que escucharla, y nos estaba diciendo claramente que nos fuéramos de allí. Y eso fue lo que hicimos al poco de ver las lagunas y viendo que no paraba de llover y el viento era cada vez más fuerte.
Tras volver al alojamiento y reorganizar todo un poco (incluida la ropa mojada del volcán), dejamos atrás el pueblo de Moni para seguir rumbo oeste por la carretera que recorre Flores por el sur, paralela a la costa del mar de Savu. Bona tenía hoy por delante unas 6 horas de conducción, y había que salir cuanto antes, pues había algunas paradas previstas durante el día.
La primera de ellas fue en la ciudad de Ende, capital de la región del mismo nombre. Fue una parada fugaz para repostar gasolina, comprar agua y algún aperitivo y seguir adelante. No vimos la ciudad.
La segunda fue en el mercado de frutas de Ndua Ria (creo que no lo he escrito bien), curioso mercado ubicado a los lados de la carretera principal en pleno paso de montaña, donde las mujeres y hombres de los poblados locales tratan de vender las frutas y verduras que han cosechado en sus pequeñas tierras. La higiene brilla por su ausencia, claro, pero la vida aquí es distinta y no hay que fijarse en eso, sino en la cantidad de vegetales y frutas exóticas que no había visto en mi vida, incluyendo variedades extrañas de otras que sí que conocemos, como pimientos, patatas o pepinos. Francis nos estuvo contando con pelos y señales toda la historia del lugar. También nos dio a probar algunas de las que más nos llamaban la atención.
La tercera parada fue para visitar los arrozales de Detusoko, donde decenas de hombres y mujeres, ayudados por mulas y bueyes y ningún aparejo eléctrico, trabajaban las tierras anegadas en agua a distintas alturas y con distintos estados de crecimiento. De esta forma pueden controlar las zonas a cosechar en distintos periodos de tiempo, asegurándose la disponibilidad de arroz para todo el año, su medio de subsistencia principal.
Es una zona muy fotogénica en la que se pueden ver kilómetros de arrozales ubicados tanto en grandes praderas así como en colinas que suben y bajan. Duro trabajo debe ser cultivar el arroz.
Francis, de nuevo, nos explicó todo con pelos y señales, animándonos a parar siempre que quisiéramos.




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La cuarta parada nos llevó a conocer un antiguo poblado de la etnia Ende, situado en un lugar elevado y plano en el cual se distribuyen una serie de amplias casas familiares construidas con maderas de la zona (principalmente bambú, pues es resistente, aislante y fácil de encontrar) y siempre elevadas respecto del suelo. En el centro del poblado se ubica la casa ceremonial y de ofrendas, también lugar de reunión. En el poblado, muy bien conservado y rehabilitado, no vive actualmente nadie, aunque se sigue utilizando en ciertas festividades y fines de semana para mantener viva la cultura Ende y sus tradiciones ancestrales.
Por la zona vimos a varias mujeres mayores con la boca manchada de rojo, como si masticaran algo. Francis nos comentó que lo que mascan se llama betel, y es una hoja que al masticarla produce ese color rojo intenso como si fuera sangre, tanto en la boca como en los dientes. Este proceder identifica a las mujeres casadas.
La quinta y última parada de la mañana fue en las solitarias playas vírgenes de Nanga Panda, donde estuvimos paseando para encontrar las piedras azuladas tan características de esta zona y que deben su color a las características de los fondos marinos de esta parte de Flores. Las piedras son muy apreciadas en Japón, donde se usan para decorar jardines y casas. De hecho nos dijo Francis que hay varias empresas japonesas afincadas en Surabaya dedicadas en exclusiva a la recolección y transporte de estas piedras al país nipón. El coste de un saco de estas piedras con un cierto tamaño y forma característica se paga a unos 50k IDR. Espero que no esquilmen la zona.
Paramos a comer en otro pequeñísimo restaurante local ubicado en la playa, donde una mujer y su hija daban de comer a las escasas personas que allí nos encontramos. De nuevo, arroz y pollo fue la elección para evitar contaminaciones gástricas. Por lo visto hasta ahora en Flores, no queríamos arriesgar con el tema de la comida.
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Y a pesar de eso, nuestro amigo Javi, que ya venía arrastrando dolores de tripa y diarrea en los últimos días, no pudo más, por lo que al llegar a Bajawa, nuestro destino final del día, tras unas 3 horas más de carretera, decidimos acercarnos al hospital. Tuvimos algún que otro problema con las llamadas a nuestro seguro médico español porque en Flores la cobertura telefónica no es muy buena ni constante, pero al final lo resolvimos tras varias intentonas y llamadas a cobro revertido y nos derivaron al hospital más cercano que el seguro cubría. Francis nos recomendó el mismo, así que fuimos para allá nada más entrar en la ciudad.
La experiencia en el hospital fue digna de contar. Era un lugar con bastante suciedad, varias ventanas rotas, alguna que otra mancha de sangre en las paredes y donde era fácil ver saltamontes y arañas en los interiores.
Nada que nos sorprendiera tras la experiencia que yo mismo viví por el mal de altura en un oscuro hospital de Perú cerca del lago Titicaca, en el viaje que por allí hicimos hace ya algunos años. Como no era algo nuevo ver este tipo de hospitales, nos dio por reírnos. Al mal tiempo buena cara.
Javi, como estaba enfermo, no se dio cuenta y se dejó hacer por la jovencísima médica que le atendió entre risas, suponemos que porque le parecía exótico por el pelo de brazos y barba y estar calvo. Le diagnosticaron gastroenteritis, como ya suponíamos, y le recetaron los mismos medicamentos que ya teníamos: suero, protector de estómago, antidiarreico y probióticos para recuperar la flora intestinal, además de dieta blanda los próximos días.
Bajawa, capital de la región Ngada de Flores, era una ciudad propiamente dicha, nada que ver con las pequeñas poblaciones de las regiones de Ende o Nagekeo que acabábamos de recorrer. Aquí los edificios tienen varia alturas, hay más vehículos y la oferta de restaurantes y hoteles es mayor. A pesar de ello cenamos en otro pequeño restaurante local, donde Javi comenzó su dieta de arroz blanco y suero que seguiría a rajatabla los próximos días, y el resto, con cierto respeto alimentario por miedo a ponernos malos, tampoco pedimos ninguna cosa rara.
El hotel de esta noche era de un estilo totalmente distinto, con camas enormes y duras, aire acondicionado y cierta limpieza en la habitación. Perdíamos el rollo rural y local que tanto me gusta, pero ganábamos en tranquilidad.
Dia 10. FLORES. Tour dia 3: Aldeas Ngadas. Volcan Inerie. Ruteng. Dormir en Ruteng.
Tras dormir 8 horas en una cama king size y a una temperatura de unos 18º (bendito aire acondicionado), las cosas se ven de otro modo. Tomamos el desayuno con voracidad, ésta vez sí, y al poco comenzamos nuestra ruta prevista para el día de hoy, en la que visitaríamos varios poblados de la etnia Ngada, conoceríamos la amenazante silueta del volcán Inerie y dormiríamos finalmente en la pequeña ciudad de Ruteng.
La primera visita del día la dedicamos a visitar varias aldeas tradicionales de la etnia Ngada, ubicadas al sur de Bajawa y justo en las faldas del volcán Inerie, cuya silueta es ineludible desde casi cualquier ángulo. A diferencia del poblado Ende del día anterior, en estos pueblos sigue viviendo gente y siguen tratando de conservar sus tradiciones, aunque su apertura al turismo les he hecho conocer ciertas bondades modernas como el teléfono móvil. Según nos dijo Francis, estamos en plena lucha generacional en la que los mayores pugnan por mantener las tradiciones en sus aldeas mientras que los jóvenes, conocedores cada vez más del mundo moderno, no siempre siguen esa línea.
Estas aldeas se organizan en clanes familiares matriarcales, cada una con una casa y una especie de ‘sombrilla’ a la entrada del pueblo que sirve para identificarles. Las casas son construcciones muy humildes de bambú de una sola altura y techos de paja. Cada casa tiene colgando en la puerta de entrada o en los techos un buen número de amuletos o símbolos, como por ejemplo los cuernos de búfalo o mini hechiceros de paja. Sirven para proteger de los malos espíritus e indicar el status de cada familia. El patio central en torno al cual se distribuyen las casas es lugar de reunión y trabajo, y siempre hay un altar sagrado ceremonial.
Entre la larga lista de aldeas tradicionales de esta zona, elegimos las aldeas de Bena y Luba, quizá las más visitadas por los turistas debido a su singularidad y su estado de conservación. Otros pueblos visitables de la zona son Langa, Bela Wogo. Hay que inscribirse siempre a la entrada y contar con el permiso de entrada, ojo.
Primero visitamos Luba, una de las aldeas más pequeñas de la zona, pero también de las más bonitas, pues el volcán Inerie se encuentra justo detrás. En este poblado encontramos varios elementos de simbología cristiana, como tumbas o cruces, sin duda herencia del pasado colonial portugués de la isla.
En las casas inferiores del poblado encontramos diversas mujeres jóvenes trabajando en el secado de diversos frutos y semillas (creemos que era cacao y nueces de macadamia), y multitud de niños jugando y corriendo en torno a ellas. Las mujeres mayores, sin embargo, estaban sentadas en las entradas de sus casas, simplemente observando lo que pasaba a su alrededor. Hombres no vimos ninguno.
Pudimos dar un paseo en torno a ellos, preguntarles por sus tradiciones y forma de vida (vía Francis, que nos traducía) y hacernos algunas fotos.
Francis nos contó que él mismo proviene de una etnia Ngada y por eso habla su dialecto. Es imposible conocer todos ellos, pues cada etnia tiene el suyo propio y, aunque parecidos, tienen muchas variantes.

El segundo poblado Ngada fue Bena. Mucho más turístico y grande que el anterior, sigue la misma estructura y disposición de casas ya comentadas antes, aunque aquí está todo mucho más organizado. Hay libro de firmas, tienda y baños a la entrada. Incluso algunas familias han decidido orientarse a la venta de souvenirs hechos a mano. En cierta medida me da pena porque se pierde la esencia de estos poblados, pero supongo que nosotros mismos estamos obligándoles a cambiar sus antiguas formas de vida, duras y difíciles.
Aun así, el poblado mantiene muy bien la esencia de aldea tradicional. A diferencia de Luba, en donde los amuletos se encontraban principalmente en los tejados de las casas, aquí la simbología se encuentra también en las entradas de las casas en forma de artesanía pintada en madera.
Es fácil ver mujeres masticando el betel con sus inconfundibles dientes de color rojo sangre.
Al final del poblado hay unas escaleras que llevan a un mirador con unas vistas inmejorables de la aldea así como del volcán Inerie, protector y guardián de los poblados Ngadas.
Tras finalizar la visita a los poblados Francis nos llevó a conocer un bosque de bambús muy cercano. Como dije al principio, Francis siempre sabía lo que nos gusta y llama la atención a los turistas occidentales. Y este bosque era una de esas cosas, pues nunca habíamos visto tal cantidad de bambús en el mismo sitio. Muy curioso y singular este árbol, tan frágil en su crecimiento pero tan fuerte una vez es adulto. Es además un árbol que se usa para todo, desde una viga como una pared, o un canalón o como tejado para una cabaña.
Y si a esta visita le añadimos que se nos unió un grupo de niños y niñas Ngadas con ganas de jugar y hacerse fotos con nosotros, pues digamos que nos encantó un poco más si cabe.
Tras comer en un restaurante de carretera muy pobre y muy poco cuidado, en el que incluso Francis se ha disculpado a sabiendas de que lo que buscamos principalmente los occidentales es higiene, hemos dedicado toda la tarde al trayecto hasta la ciudad de Ruteng, donde dormiríamos hoy. El camino nos llevaría unas 5 horas, por lo que ahora tocaba descansar y echarse una siesta en el coche.
Llegamos a la ciudad de Ruteng de noche. El día había sido intenso por lo que, tras una ducha y un cierto descanso en el hotel, dimos una vuelta por la zona, la cual no nos pareció demasiado interesante. Cenamos en uno de los restaurantes locales de los alrededores y nos fuimos a dormir.
Preferíamos dedicar nuestras fuerzas al mundo rural en lugar de a las ciudades.



Dia 11 FLORES. Tour dia 4: Ruteng-Cancar-Denge. Dormir en Denge.
Nuestro cuarto día en Flores lo dedicamos primero a visitar Cancar, una de las zonas de arrozales más interesantes y curiosas de la isla, y desplazarnos después hacia Denge, último poblado con carretera en el camino a Wae Rebo, poblado tradicional aislado en las montañas y que visitaríamos los siguientes 2 días.
Cancar es una zona de arrozales muy curiosa por estar ubicado en una enorme planicie que alcanza unos cuantos kilómetros en algunas zonas y sobre todo por su característica disposición en forma de tela de araña. Los campos de arroz son más pequeños cuanto más cerca del centro están, y más grandes cuanto más alejados. Todo está separado en diversas áreas concéntricas para que puedan ser trabajadas por distintas cooperativas de familias en donde todo integrante de la misma ayuda. La gestión del agua es comunitaria aunque cada parcela puede abrir o cerrar la entrada de agua, pudiendo variar de esta forma las cosechas a lo largo del año. Cuanto más cercanas al centro son las parcelas, más prósperas son las cosechas y más ricas sus familias, pues la cantidad de agua es mayor y más fácil de gestionar. No hay herramienta mecánica en este lugar. Todo el trabajo se realiza de la manera tradicional, es decir, con el sudor de cada persona y con la única ayuda de animales de carga y tiro, en este caso enormes bueyes.
Para ver Cancar en todo su esplendor es imprescindible subir a una colina (en coche) desde la cual se puede observar la enorme dimensión del arrozal así como su característica forma.

Tras esta visita pusimos rumbo a Denge, que es la población con carretera más cercana a Wae Rebo.
La carretera hasta aquí es bastante mala, a diferencia de lo vivido en el resto de la isla de Flores. Está plagada de baches, trozos sin asfaltar y agujeros profundos causados por las lluvias. No hay mantenimiento desde hace años. Debido a ello no hemos podido circular a más de 30 o 40 km/hora. Aunque todo esto a mí no ha hecho más que gustarme, por el simple hecho de alejarnos de la civilización y adentrarnos en un lugar en el que todavía quedan zonas vírgenes, algo cada vez más difícil de encontrar.
Llegamos a Denge después de comer (de nuevo en un restaurante de carretera por el camino), sobre las 16:00.
El alojamiento que teníamos para hoy ya no era un hotel, sino un albergue sencillo con varias pequeñas habitaciones pequeñas con camastros y sin ningún tipo de ventilación. El baño era compartido por todos los huéspedes y se componía de un pequeño lavabo sin espejo, una taza destartalada y un enorme barreño lleno de agua en el que flotaba un cubo. Por supuesto, no había luz. El cubo servía tanto para ducharte, al estilo de ‘me tiro un cubo por encima, me enjabono, y luego otro cubo para quitarme el jabón’, como para desaguar la taza del váter. Viendo el panorama entendimos que realmente sí que estábamos un tanto aislados.
Como siempre digo, hay que ser consecuente con la realidad de cada lugar, no puedes esperar lujos en un lugar como éste.
Y eso hicimos, pues disfrutamos de la parte buena de este lugar: cena comunitaria, charla con otros huéspedes (que al igual que nosotros iban a subir a Wae Rebo el día siguiente), manguera exterior en la que refrescarse al aire, posibilidad de tender la ropa en el exterior. Todo son ventajas, si lo piensas, jeje…
El par de horas que sacamos libres en la tarde las aprovechamos para dar una vuelta por los alrededores, donde viven unas cuantas familias que no pararon de mirarnos. Es curioso, es como si vieran extraterrestres.
Tras la sencilla cena servida en el albergue y un rato de charla, nos fuimos a dormir. La habitación zulo no era demasiado evocadora pero necesitábamos descansar un rato, pues el día de mañana sería exigente. Nos envolvimos en nuestros sacos sábana y pusimos la mosquitera como pudimos. ¡No debía entrar mosquito alguno!
Dia 12. FLORES. Trek Wae Rebo: Denge-Wae Rebo. Visita Wae Rebo. Dormir en Wae Rebo.
Los siguientes 2 días los dedicaríamos a conocer el remoto poblado de Wae Rebo, declarado Patrimonio Cultural por la Unesco por ser la única aldea tradicional de la etnia Manggarai que aún conserva las tradicionales casas con forma cónica conocidas como Mbaru Niang. El poblado está ubicado a una altitud de unos 1100m sobre el nivel del mar y es sólo accesible a pie por una senda de montaña que supone entre 2 y 4 horas de caminata.
El trekking a Wae Rebo parte de Denge. Los primeros 2 kilómetros son por una pista ancha de tierra al lado de un río, hasta llegar a un punto en el que se encuentra un cartel indicando la senda a seguir. Aquí el paisaje cambia radicalmente. Dejamos atrás la pista y comenzamos un empinado sendero donde las ramas y raíces de árboles, la arena y barro suelto y la frondosidad de la vegetación son las protagonistas absolutas. El sendero continúa con buen desnivel durante un buen tramo, mezclado puntos muy empinados con otros más livianos, todos ellos siempre cubiertos bajo la protección de los bosques autóctonos. También existen otras zonas con miradores donde poder descansar un poco y beber un trago de agua. Al cabo de unas 2 horas y algo, el sendero comienza a llanear y es entonces donde se ven las primeras plantaciones de café, cacao y otros frutos tropicales. Es la señal que nos indica que el poblado manggarai se encuentra ya cerca.
Justo unos 10 minutos antes de entrar al poblado existe un cobertizo sobre el nivel del mismo, donde se encuentra la campana de aviso de llegada, que todo visitante ha de tocar para que los vecinos adviertan de la llegada de visitantes. Desde este mismo punto se obtienen las primeras vistas del poblado y diría que una de las mejores, pues al estar en un lugar elevado se observan no solo la totalidad de las casas del pueblo sino la panorámica de situación del mismo, totalmente aislado entre altas montañas y rodeado de selva por todos lados.
Tras descender unos metros llegamos por fin a la planicie donde se encuentra el poblado.
Lo primero que llama la atención es el tamaño de las casas, mucho más grandes que las vistas en los poblados Ende o Ngada en días previos. Las casas están construidas con maderas de bambú, hojas de palma y paja, y se encuentran ordenadas perfectamente en torno a la explanada central. Todas ellas constan de cocina, entre 4 y 6 habitaciones y una sala común central, donde pueden vivir hasta 20 personas.
Una de ellas, la más céntrica, sobresale del resto por ser la más grande, y hacia allí nos dirigimos nada más entrar al poblado. Se trata del lugar más importante del poblado, donde se reúnen los jefes tribales y donde se realizan las ceremonias sagradas. También donde se paga la tasa de visita y pernocta para visitantes extranjeros, de obligado cumplimiento. En nuestro caso fue Francis quien realizó los trámites oportunos. Recuerdo también que es obligatorio llegar a Wae Rebo con un guía.
Tras las tareas administrativas comenzó la ceremonia de bienvenida ritual para todo visitante de Wae Rebo, en la que nos cantaron y bailaron para darnos la bienvenida y desearnos una buena estancia en el poblado.






Tras la ceremonia nos dirigimos a la casa de huéspedes, donde pasaríamos la noche.
La cabaña, totalmente diáfana, tenía el suelo cubierto con alfombras de ratán y mimbre. El recinto hacía las veces se comedor, sala de espectáculos y dormitorio, todo en uno. Íbamos a probar realmente la vida en comunidad.
Tras dejar las mochilas en un rincón de la cabaña que haría las veces de habitación, dedicamos un buen rato a pasear por el poblado y los alrededores, contemplando la vida diaria de sus habitantes. De nuevo vimos muchas más mujeres que hombres trabajando. La mayoría estaban en sus propios huertos cultivando vegetales o secando granos de café en enormes telas, o haciendo labores de limpieza en las casas. Los animales campan a sus anchas, y los niños corren y juegan siempre con una enorme sonrisa en la cara.
Al cabo de un rato nos llamaron de nuevo a la casa de huéspedes, donde probamos una riquísima comida hecha a mano por unas mujeres en unas enormes perolas de metal calentadas en leña. No hay sillas ni mesas. Sólo hay que esperar el turno para recoger tu comida y comértela en algún lugar de la cabaña. Así de sencillo, sin florituras.
En eso momento entendimos que estábamos viviendo toda una experiencia en este lugar.
La tarde la dedicamos a visitar una cascada situada a unos 60 minutos a pie del poblado, en la que según nos dijeron podíamos bañarnos. Javi y yo no lo dudamos (las chicas se rajaron) y, aunque empezó a llover nada más salir, ello no impidió que continuáramos la senda entre helechos, cocoteros y cafetales. La cascada era pequeña, pero ya que estábamos allí no queríamos dejar de bañarnos en la poza donde caía el agua. Pasamos un buen rato sin preocuparnos de nada, junto a unas francesas muy hippies que no dudaron en tirarse una y mil veces a la poza. Lo malo fue al regresar al poblado, cuando notamos que teníamos varias sanguijuelas pegadas al cuerpo. Por suerte salieron sin dificultad y no hubo pánico. Menos mal.
Tras darnos una ducha (quien dice ducha dice cubo de agua) y cambiarnos de ropa, todos los huéspedes y vecinos de Wae Rebo nos juntamos en la sala comunitaria principal. Por fin vimos hombres, muchos de ellos los jefes del poblado, aunque también otros más jóvenes.
Durante las siguientes 2 o 3 horas disfrutamos primero de un espectáculo de danza y música tradicional, después tomamos la cena todos juntos y por último charlamos con los jefes del poblado, acerca de sus costumbres y tradiciones, así como de las expectativas de futuro. Francis hacía de traductor.
Nos explicaron que Wae Rebo se ha dedicado siempre al cultivo del café, pero desde el año 2003 se decidió abrir al turismo y ello supuso un punto de inflexión radical en la sostenibilidad del poblado. Me llamó la atención que los más mayores veían muchas dificultades debido a la presión del turismo, las nuevas tecnologías y las pocas ganas que los jóvenes manggarais tenían de quedarse en poblados como este para mantener las tradiciones.
Fue toda una experiencia observar la solemnidad con la que hablaban los mayores y el silencio sepulcral del resto cuando lo hacían. Me sentía como en un documental de la 2 en un poblado tribal remoto.
Nos fuimos a acostar no demasiado tarde, todos en comuna y bajo el mismo techo. Las luces se apagaron y enseguida comenzaron los ronquidos y sonidos guturales de más de uno. Menos mal que teníamos tapones.



Dia 13. FLORES. Trek Wae-Rebo: Wae Rebo-Denge. Traslado a Labuanbajo. Dormir en Labuanbajo.
A pesar de que las expectativas de dormir no eran demasiado halagüeñas, conseguimos dormir unas 8 horas, benditos tapones y bendito antifaz, desde que los descubrí soy otro en cuanto nos vamos a dormir.
El desayuno que nos sirvieron fue de nuevo sencillo pero rico y bastante elaborado. Tortilla, verduras salteadas y el sempiterno arroz blanco. Al final le íbamos a coger el gustillo a estos desayunos tan contundentes y típicos de todo el sudeste asiático.
Tocaba la hora de dejar este maravilloso lugar entre montañas. Salimos de Wae Rebo sobre las 9:00, tras firmar el libro de visitas. El camino de vuelta se nos hizo mucho más ameno y sencillo, al ser totalmente de bajada.
En poco más de 2 horas y media llegamos de nuevo a Denge. Allí estaba Bona, nuestro chofer, que se encargó de meter las mochilas en el vehículo y esperarnos a que nos cambiáramos de ropa tras darnos una ducha en el albergue. Estos momentos son los que uno agradece disponer de guía y chofer, pues estás cansado y lejos de tu destino, pero sabes que hay gente que se está preocupando de tu bienestar y de los siguientes pasos a seguir.
El camino desde Denge a Labuan Bajo nos llevó unas 6 horas, incluyendo alguna parada para ir al baño, estirar las piernas, tomar alguna foto o comer, de nuevo, en un restaurante de carretera local que, esta vez, sí era más orientado al turismo y disponía de muchos platos occidentales. Como dije al principio, cuanto más al oeste de Flores, más turística es la isla. Y estábamos llegando hacia el extremo más occidental.
Llegamos a Labuan Bajo ya entrada la noche, sobre las 20:30. El día se nos había hecho bastante pesado, pero al llegar al hotel se nos quitaron las ganas de salir a dar una vuelta, al estar bastante alejado del centro. De hecho se encontraba a unos 5 kilómetros, en una de las pequeñas bahías que rodean la península en la que se encuentra el pequeño pueblo de Labuan Bajo. Lo de pequeño imagino que cambiará en unos años, pues la cercanía al Parque Nacional de Komodo y la cantidad de islotes tropicales y playas de fina arena de la zona ya están haciendo proliferar los resort y hoteles de lujo por cualquier pedazo de tierra disponible.
De hecho nuestro hotel era uno de esos resorts y no pude evitar darme mi típico baño nocturno completamente solo en la enorme piscina del hotel, cuya agua estaba calentísima. Qué pena no haber llegado un poco antes para disfrutar de la playa, justo enfrente de los bungalows en los que nos alojábamos y de la propia piscina.
Los dos días siguientes estarían dedicados a visitar las islas de Komodo y Rinca. Iríamos en un barco privado para nosotros solos, donde haríamos vida a bordo, incluyendo comidas y pernocta. Estos 2 días prometían.
Dia 14. KOMODO/RINCA. Tour 2 dias: Snorkel y playa en Manta Point, Pink Beach. Dormir a bordo.
El barco que nos iba a servir de transporte en los 2 próximos días era una especie de barco de pesca de unos 10 metros de eslora, con no muy mal aspecto, y con una amplia cubierta techada donde íbamos a hacer la vida a bordo. Aquí comeríamos, descansaríamos y dormiríamos. La tripulación consistía en un capitán y un ayudante que hacía las veces de cocinero, además de Francis y nosotros mismos. En total, 7 personas.
Este primer día lo hemos dedicado por completo a navegar por las aguas del Parque Nacional de Komodo. El parque se compone de decenas de islas de diverso tamaño, entre las que destacan las 2 más grandes: islas de Rinca y Komodo. En todas las islas, y en estas 2 especialmente, es donde tienen su hábitat los dragones de Komodo, y las cuales visitaríamos al día siguiente. Es el único lugar del mundo donde viven estos enormes lagartos.
Durante el día hemos hecho 3 paradas para hacer snorkel y disfrutar de algunas de las mejores playas de la zona.
Y hemos alucinado con todas las inmersiones, a cual mejor.
La primera de ellas ha sido a pie de una playa de arena fina en un pequeño islote. En ella hemos visto una de las mejores zonas de corales de toda mi vida. Profundidades de 2 a 10 metros con muy buena visibilidad y multitud de variedades de corales en perfecto estado, además de decenas de peces tropicales. Perfecto jardín donde además hemos visto estrellas de mar, rayas y otros peces de mayor tamaño.
La segunda parada del día me ha asustado un poco. El barco ha parado en medio del mar, en una zona de fuertes corrientes de agua entre 2 islas. Y allí que hemos saltado sin pensarlo dos veces. El barco ha avanzado unos cientos de metros en dirección a la corriente para recogernos más tarde, dejándonos en el agua. Total, que me he visto allí en mitad del océano, con unos 20 metros de profundidad debajo de mí, sin la seguridad del barco y con unos enormes animales, las mantas rayas, nadando muy muy despacio con la boca abierta para capturar el plancton que abunda en estas fuertes corrientes y que por ello son su lugar favorito. Tras superar el miedo inicial (el mar nunca fue mi fuerte), he podido disfrutar del increíble momento de nadar entre estos enormes animales que pueden llegar a alcanzar dos o tres metros de envergadura y que, más que nadar, parecen dejarse llevar por la corriente. Ha sido un momento muy especial, la pena es no haber podido tomar ninguna foto decente del momento. La corriente era realmente fuerte y nos costaba mantenernos al mismo ritmo que las mantas.
Tras estas 2 intensas paradas ha llegado el momento de la comida. Nuestro cocinero ha hecho unos estupendos peces a la plancha junto con unas verduras salteadas y el omnipresente arroz blanco para acompañar, todo de lujo.
Mientras el barco continuaba su navegación algunos hemos aprovechado para echarnos una siesta en la cubierta y otros para tomar un poco el sol. La brisa marina era estupenda y el ambiente no demasiado caluroso. El paisaje, fantástico, navegando entre islas desiertas llenas de vegetación.


La tercera parada ha sido en la conocida como Pink Beach, llamada así por el color rosáceo de su arena, debido principalmente al coral de color rojizo que se concentra en los alrededores de la playa. En este lugar hemos hecho de nuevo snorkel para observar otro jardín marino coralino, y hemos tenido la suerte de ver dos pequeñas tortugas, aunque a unos 5 o 10 metros de nuestra posición. Aquí también hemos hecho una pequeña caminata hasta lo alto de una colina para observar el bonito panorama de los alrededores, con decenas de pequeños islotes diseminados por el mar. La falta de presencia humana y la protección especial como parque natural hacen de este conjunto de islas un sitio único, que esperemos que se conserve en el futuro, pues la presencia de los dragones de Komodo hacen masiva la afluencia de turistas y, con ello, la proliferación de hoteles y servicios en lugares como Labuan Bajo.
Tras esta última parada hemos continuado la navegación, mientras nos duchábamos uno a uno en el baño del barco, y disfrutábamos de una horita de relax en cubierta. Al cabo de un tiempo hemos llegado a una especie de bahía de aguas tranquilas. Era el lugar donde veríamos el atardecer y donde pasaríamos la noche, al igual que otros 4 o 5 barcos que también habían soltado anclas. En este lugar es también donde suelen aparecer los murciélagos gigantes de Komodo. Y vaya si aparecieron. Fue nada más caer la noche cuando empezaron a revolotear por encima de nosotros estos peludos animales que pueden llegar a alcanzar hasta 1 metro de envergadura, para recorrer la distancia que separa un manglar cercano donde suelen estar hasta una cueva en tierra firme.
También tuvimos la suerte de ver un raro fenómeno meteorológico consistente en unos haces de luz azul saliendo del horizonte donde hacía pocos minutos se había puesto el sol. Francis nos comentó que se trata de un fenómeno que suele ocurrir a veces en esta zona, pero no nos supo explicar los motivos. Lo he buscado en Internet pero tampoco he encontrado nada al respecto, luego nos quedamos con la imagen y las dudas en nuestra cabeza.
La última experiencia chula del día ha sido dormir en la cubierta del barco, protegidos únicamente por un pequeño techo. No hemos tenido ni frío ni calor, pues la temperatura ha sido perfecta. El mar ha estado sumamente tranquilo por lo que el barco apenas se ha movido. Y si a esto le sumamos la posibilidad de contemplar un jardín de estrellas en el firmamento junto a una luna creciente que nos ofrecía buena visibilidad de los alrededores, podemos decir que pernoctar aquí ha sido una pasada.
Lo malo (o lo bueno, según se mire) ha sido despertarnos con los primeros rayos de luz de las 6:00, pero eso ya forma parte del siguiente día….



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Dia 15. KOMODO/RINCA. Tour 2 días: Trek por Islas de Komodo y Rinca. Dormir en LabuanBajo.
Pues sí, hoy amanecimos al alba, de forma natural y con los primeros rayos de luz del día. Y he de decir que no es lo mismo despertar tan pronto en una zona como la que estábamos que un día de trabajo normal en la ciudad.
De hecho, es una pasada observar los colores amarillos, rojos y ocres de esos primeros rayos solares, algo que quizá deberíamos hacer más a menudo para disfrutar de estos preciosos colores.
Y si encima te sirven un buen desayuno y un café calentito bien cargado, pues ya sí que no hay excusas para no levantarse con ganas.
Y es que el día de hoy veríamos a uno de los animales más enigmáticos del mundo, el extraordinario dragón de Komodo. Aun hoy día los científicos no tienen muy claro qué procesos del pasado condujeron a que sólo vivan hoy día en este conjunto de islas. Darwin y su Teoría de la Evolución de las Especies ya dieron alguna pista al respecto, aunque no todas las respuestas.
La mañana comenzó de nuevo con alguna hora de navegación hasta llegar a la entrada principal del Parque Nacional de Komodo, ubicado en tierra firme en la isla del mismo nombre, la mayor de todo el conjunto.
En esta isla hay multitud de posibilidades de trekings, muchos de los cuales se pueden hacer con o sin guía. Aunque dadas las características de sus habitantes, yo recomiendo contratar un guía que sepa manejar la situación en caso de encontrarnos con algún dragón en el camino. Hay que recordar que son animales salvajes y pueden llegar a ser peligrosos en ciertas situaciones. Son además muy rápidos, más de lo que aparentan por su peso.
En nuestro caso recorrimos una senda circular durante unas 2 horas, con un guía local que te asignan al registrarte y pagar la correspondiente tasa de entrada. Dicho guía no lleva ningún rifle ni cuchillo ni nada parecido, sino únicamente un palo largo con un doble pincho en el extremo. Al parecer con esto es suficiente para ahuyentar a los dragones en caso de encontrarte con alguno. No nos parecía demasiado seguro, la verdad, pero supongo que ellos, como expertos, lo saben mucho mejor que tú. El paseo tiene como objetivo encontrar dragones. El entorno es boscoso, aunque la visibilidad es amplia al no existir maleza a ras de suelo. Es un entorno más bien árido y seco, aunque en algunas zonas la vegetación puede llegar a ser densa, lo cual te impide ver a pocos pasos de donde estás. En estos lugares, mejor pegarse al guía y confiar plenamente en él.
Antiguamente existían zonas de alimentación consistentes en una especie de plataforma elevada, desde la cual los turistas podían observar los dragones mientras se les tiraba comida. Esta actividad se prohibió para tratar de no modificar las conductas e instintos primigenios de los animales. En la zona habitan varias especies de ciervos, que sirven de alimento natural para los dragones.
En nuestro paseo solo conseguimos ver dos especímenes jóvenes de poco más de un metro de largo. Pero cuando estábamos llegando al centro de visitantes para acabar el paseo apareció un enorme dragón de komodo adulto de casi más de 2 metros de envergadura y unos 25 años de edad, según nuestro guía. Alternaba ratos de movimiento constante y tranquilo con otros en los que se quedaba absolutamente quieto, con la boca abierta y enseñando su desafiante dentadura. Es un animal que impresiona, tanto por su tamaño descomunal como por la fuerza y potencia que atesora. Y eso que no lo vimos correr, pues según dice puede correr más rápido que un humano.
Lo tuvimos a escasos 3 o 4 metros, con lo que pudimos observarlo de cerca y hacer algunas fotos chulas.
Al parecer suelen merodear las instalaciones del comedor en busca de comida fácil.



La tarde estaba destinada a visitar la isla de Rinca, segunda en importancia del parque nacional y que también cuenta con un buen número de dragones de Komodo. Pero nada más comenzar la navegación en dirección a dicha isla comenzó a llover intensamente. Y para empeorar aún más la situación el barco se paró repentinamente en mitad del mar y empezó a hacer unos ruidos extraños. Francis preguntó al capitán, y éste le dijo que se había roto alguna cosa del motor y tenían que repararla, lo que les llevaría un tiempo. Mala suerte.
Estuvimos cerca de 1 hora esperando en medio del mar, mientras no paraba de llover, el barco tenía cada vez más agua en cubierta y nuestras dudas sobre la supuesta reparación crecían. Por suerte lograron reparar lo que se había roto y pudimos continuar, aunque mucho más despacio de lo habitual. Tuvimos que cancelar la visita a la isla de Rinca si queríamos llegar a una hora prudencial al puerto de Labuan Bajo, algo en lo que estuvimos todos de acuerdo y que la lluvia, que seguía cayendo, nos ayudó indudablemente a decidir.
Tras unas 3 horas de navegación llegamos a Labuan Bajo.
Tocaba momento de la despedida de Francis y Bona. Y ha sido algo emotivo, pues tras 7 días día y noche con ellos sientes cariño y afecto, más si cabe cuando se han portado tan estupendamente con nosotros. Siempre han estado muy pendientes de nuestro bienestar y disfrute y nos han demostrado que les gusta el trabajo que hacen, les gusta transmitir todo el conocimiento de la tierra donde han nacido y les emociona que disfrutemos y preguntemos de todo lo relacionado con esta preciosa isla de Flores, y por extensión, de Komodo y Rinca.
No teníamos demasiadas ganas de ir a conocer Labuan Bajo, pues de nuevo estábamos alojados en un resort a las afueras. Cenamos en el propio hotel y nos fuimos a acostar. Mañana tocaba madrugar.


Dia 16. BALI. Vuelo Labuan Bajo-Bali (8:40-10:00). Área de Uluwatu. Dormir en Bingin (Bali)
La isla de Bali es un lugar que, por sí mismo, merecería un viaje de no menos de 8 días para recorrerla y disfrutarla completamente, pues es tal la diversidad cultural y natural de que dispone que es imposible saborearla al completo en menos días, tan sólo puedes llevarte una pincelada. Es una isla con un espíritu y una personalidad apabullantes. Nosotros, para variar, nos tendríamos que conformar con esa pincelada, que no es poco.
De entre las múltiples alternativas posibles en esta isla, tuvimos que descartar algunas de ellas. Tales descartes fueron algunos templos lejanos cuya situación requería de todo el día entre traslados y visitas. También eliminamos trekings por volcanes o arrozales por necesitar igualmente un día entero.
Y así podríamos seguir hablando de playas, pueblos, parques naturales, bahías, etc.
El primer día lo dedicamos a la parte occidental de la península de Uluwatu, para visitar el templo de Uluwatu, ver un espectáculo de danzas kecak y disfrutar de alguna de sus playas.
El segundo día recorrimos los templos, arrozales y cascadas de los alrededores de Ubud, algo que cambiamos sobre la marcha debido a las intensas lluvias que nos cayeron este día.
El tercer día lo dedicamos a visitar la parte Este de la isla, lo que incluye templos y playas.
El cuarto y último día estuvimos en Ubud, fantástica y turística ciudad con muchísimo que ofrecer.
Hay que tener en cuenta que en Bali las carreteras son estrechas, llenas de curvas y muy transitadas. Hay que contar de media con un ritmo de unos 40-50Km/hora teniendo suerte, incluso menos. Además la lluvia es muy habitual en cualquier época del año. Todo ello hace que sea recomendable planificar cada día sin incluir demasiadas cosas, pues nunca sabes a priori el tiempo que te llevará llegar a ciertos sitios ni si comenzará a llover en breve y te arruinará la visita. Es mucho mejor tener un planning en mente pero no obsesionarse con verlo todo, sino disfrutar lo que dé tiempo a ver cada día.
No reservamos nada con antelación, sino que cada día salíamos a la calle, les indicábamos a los taxistas lo que queríamos hacer y ellos nos indicaban el precio, que después había que regatear largamente.
A veces nos proponían cambios pero, por lo general, no recomiendo seguirlos pues te llevarán a las tiendas donde se llevan comisión y que por lo general no ofrecen nada interesante sino artificial.
Sólo en un caso paramos para visitar un lugar donde ofrecían café Kopi Luak, el más caro del mundo.
Dejamos atrás la isla de Flores para aterrizar en la isla de Bali, la más reconocida internacionalmente en Indonesia.
Desde el aeropuerto nos trasladamos en taxi hasta la región de Bingin, al este de la península de Uluwatu. Nuestro alojamiento para hoy era un coqueto hotel compuesto por un conjunto de apartamentos de color blanco, distribuidos por una zona ajardinada y con una pequeña piscina central, que nos estaba invitando a bañarnos desde que entramos por la puerta. Las estatuas de Buda, los collares de flores y las pequeñas ofrendas a la entrada de los mismos nos recordaba que de nuevo volvíamos a las tradiciones budistas. No pudimos resistirnos a darnos un bañito en la piscina, para recargar pilas tras el madrugón del vuelo y el viaje posterior.
Esta zona de Bingin es todo un entramado de villas y ghesthouses desparramadas en una serie de colinas que acaban con acantilados en el mar, con todo un laberinto de callejuelas que conecta unas zonas con otras. Es muy complicado orientarse, además de que la zona combina zonas abandonadas no muy recomendables con otras muy cuidadas. Es como si estuvieran en fase de recuperación.
La zona costera de Uluwatu destaca principalmente por sus acantilados rocosos.
Aunque en un principio intentamos ir a la playa de Bingin desde el hotel, acabamos yendo a la cercana playa de Dreamland, tras bajar una larga escalinata hasta la arena de la playa. Estuvimos recorriéndola longitudinalmente durante un par de kilómetros, se trata de una playa no demasiado cuidada donde lo más destacable son los acantilados sobre los que se encaraman algunas construcciones, aunque muchas de ellas están abandonas. Llegamos a una zona donde sí que había gente bañándose y disfrutando de la arena, a pesar del fuerte viento. En esta zona también había algunos restaurantes en la misma playa, por lo que paramos a comer con vistas al mar.
Tras el cafecito y postre, nos dimos una vuelta por una zona de tiendas próxima, en la que compramos unos pareos, entre otros regalitos. Esta zona se nota más animada y cuidada que la primera donde llegamos, cerca de la playa de Bingin.
En este punto tomamos un taxi en un parking cercano. El regateo fue duro, como siempre, pero conseguimos que nos llevara al templo Pura Luhur Uluwatu, el templo más importante de esta región y conocido por su preciosa ubicación en lo alto de un acantilado.
Llegamos en el momento propicio, una hora antes del atardecer. De esta forma nos dio tiempo a dar una vuelta por el recinto y disfrutar de la estupenda ubicación del templo así como de los acantilados sobre los que se ubica. Es un lugar muy fotogénico y más cuando está cayendo el sol, aunque hay que tener cuidado con los monos que deambulan por ahí, ya que están ávidos de comida y son capaces de quitarte las gafas, el sombrero o cualquier otra cosa que lleves puesta.
El atardecer, precioso, marca la hora de comienzo del espectáculo de danza por el que es famoso este templo. Dentro de los distintos tipos de bailes balineses, la danza kecak es la que se puede ver aquí.
El show se representa en una especie de teatro al aire libre con capacidad para unas 100 personas, y con vistas al océano. En él participan multitud de artistas, músicos y bailarines, todos y todas en perfecta coordinación para representar una serie de pasajes históricos del Ramayana hindú.
Hay fuegos acrobáticos, música con y sin instrumentos, bailes grupales, gritos, ruidos y chillidos guturales diversos y artistas vestidos con atuendos de lo más colorido y llamativo. Hay 4 o 5 personajes principales, representando al mono loco, los demonios, el rey malo y la princesa hermosa.
La verdad es que está muy bien representado y organizado. Muy chulo verlo y disfrutarlo.
El regreso a los alrededores del hotel lo hicimos de nuevo en taxi, tras otro duro regateo. Cenamos en uno de los
muchos restaurantes chulos que hay por la zona de Bingin.
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Dia 17. BALI. Traslado a Ubud. Área del centro de Bali. Dormir en Ubud.
Tras una infructuosa pugna por ahorrar unas cuantas rupias en el taxi, nos salió el tiro por la culata y al final pagamos bastante más de lo normal por las 2 horas de trayecto hasta Ubud.
La intensa lluvia que estaba cayendo tampoco ayudaba y queríamos estar en Ubud cuanto antes.
Llegamos al hotel que teníamos para las 2 próximas noches (Gayatri bungalows) en torno a las 10:00. Ubud es pequeño y alargado, siendo las 2 calles principales Jalan Monkey forest y el cruce con Jalan Raya Ubud. Nuestro hotel se encontraba a 300 metros de ese cruce. Para nosotros era importante estar bien ubicado y en el centro de todo el ambiente. El Palacio de Ubud estaba a 4 minutos a pie al norte y el Templo de los monos, a unos 15 minutos al sur, calle abajo. Pero esto lo dejaríamos para otro día.
Viendo lo tarde que era y la mala climatología decidimos descartar nuestro tour previsto en dirección norte para conocer el famoso templo de Pura Ulun Danu Beratan y las cascadas Git Git. Sólo la ida nos llevaría unos 90 minutos, por lo que no merecía la pena ir corriendo para estar sólo un rato, hay que tener en cuenta que anochecía sobre las 18:30.
En su lugar decidimos quedarnos por los alrededores de Ubud, los cuales son también muy interesantes.
Contratamos los servicios de un taxista y nos dirigimos al primer destino, el templo de Gunung Kawi.
Este templo destaca principalmente por su preciosa ubicación, rodeado de hermosas plantaciones de arroz, palmeras y todo tipo de árboles de selva tropical que se adentran en los interiores del recinto y le dan un encanto especial, como si estuviera en plena selva. El agua de los arroyos y manantiales circula por canales y estanques artificiales, junto a las enigmáticas estatuas que decoran las paredes del templo principal que queda en pie. Son las tumbas de los miembros de la familia real, aunque sus cuerpos realmente no se encuentren aquí.
Siguiendo los senderos y escaleras que recorren el lugar se pueden conocer otros rincones interesantes del mismo, como otros templos menores, fuentes ornamentales y estanques decorativos. La naturaleza es una pasada.
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La segunda visita del día fue para el cercano templo de Tirtha Empul, construido en el siglo X en honor a Vishnu. Declarado Patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2012, es uno de los templos más espirituales de Bali. Está dividido en 3 patios. El primero sirve de puerta de entrada al templo y es conocido como Jaba Pura. El segundo es el más famoso y espectacular, conocido como Jaba Tengah. Contiene varias piscinas y fuentes construidas en piedra. Una de ellas dispone de varias fuentes bajo cuyas aguas los balineses purifican su cuerpo y alma en diversos rituales de 10-15 minutos de duración. Los turistas también pueden animarse a realizar el ritual de purificación, siempre con máximo respeto. Otra de las piscinas, la más grande, está llena de peces koi.
El último de los patios es conocido como Jeroan, y es el lugar desde el que se puede ver brotar el agua sagrada desde el interior de la tierra en forma de pequeños geisers.
Por todas las zonas del templo se pueden ver devotos haciendo sus rezos u ofrendas, en silencio.
Es un lugar realmente mágico, donde puedes llegar realmente a sentir una energía especial.
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La siguiente parada nos llevó un pelín más lejos. Queríamos conocer al menos una de las famosas cascadas que se encuentran por toda la isla de Bali (sólo hay que buscar en Internet para maravillarte por la variedad y cantidad que hay), y nos decidimos por la cascada de Tegenungan, a escasos 20 minutos de Ubud.
Concertamos con el taxista que nos recogiera en 1 hora.
La cascada es muy fácilmente accesible por un camino, y se ve desde lo lejos, pues está en un espacio abierto. Lo interesante de la cascada es que te puedes acercar hasta la poza donde cae el agua y, sorteando el río que baja aguas abajo, se puede acceder a una zona intermedia de la cascada e incluso a la parte superior. El caudal de agua que cae es bastante elevado, tendrá unos 10 metros de ancho por unos 20 metros de caída. En la parte inferior te puedes bañar, aunque no es ese tipo de cascadas románticas ni escondidas, hay bastante gente.
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De regreso a Ubud nos dio tiempo a parar en Goa Gajah, lugar conocido también como la cueva del elefante.
El recinto se visita en mucho menos tiempo que los 2 anteriores, pues el lugar es en realidad una especie de santuario construido en el siglo X por monjes hindúes dentro de una cueva. El principal atractivo es sin duda la entrada a la cueva, que no es sino la boca abierta de una especie de demonio que, aunque pueda parecer lo contrario, servía para ahuyentar a los malos espíritus. El interior es un pequeño túnel en forma de T donde se encuentran tres pequeñas estatuas bastante erosionadas de Ganesha, Ratu Brayut y Ratu Jempinis, figuras importantes de la mitología hindú y budista.
Justo enfrente de la cueva se encuentra una piscina monumental con varios ángeles de la mitología hindú portando unas jarras desde las que sale el agua que llena la misma. Siguiendo un camino paralelo a un arroyo éste enseguida se convierte en una escalinata repleta de musgo que da acceso a un precioso jardín donde los estanques, el sonido del agua, las lianas colgando y el verde intenso de la vegetación son pura fantasía.
Tras el largo día de visitas y traslados, regresamos a Ubud y probamos la piscina del hotel, decorada con las típicas ofrendas florales budistas en pequeñas fuentes con agua y esculturas de los dioses más conocidos, como Ganesh. Me encanta que en todos los jardines haya este tipo de ofrendas.
En la noche de nuevo se puso a llover fuerte, por lo que nos conformamos con salir a cenar a alguno de los restaurantes próximos al hotel y regresar lo más secos posible. Hay música en directo, por cierto, en buena parte de los restaurantes y bares de copas de Ubud.




Dia 18. BALI. Área del este de Bali. Dormir en Ubud.
El día de hoy, a diferencia del anterior, teníamos pensado visitar algunos templos y lugares algo más alejados de Ubud, por lo que al tiempo de las visitas habría que sumarle los desplazamientos.
Salimos a la calle a por un taxi para todo el día y tras unos regateos en los que siempre parece que sales engañado, reservamos uno que nos dio confianza y un precio no demasiado alto (700000 IDR, 42€).
Lo primero que hizo nuestro taxista fue proponernos visitar una tienda de artesanía balinesa. Como no nos gusta este tipo de servicios para turistas de agencia le insistimos que no queríamos ir pues ya habíamos visto alguna otra (mentira). Lo que si hicimos fue visitar un lugar para probar el café más caro del mundo, el café Kopi Luwak. Era también un sitio para turistas y bastante caro, pero queríamos conocer este café tan peculiar que se cultiva por estas latitudes. El café es tan caro porque sigue todo un peculiar proceso. El grano de café maduro lo come un animal llamado civeta, que lo digiere y procesa hasta finalmente defecar esos granos parcialmente digeridos, que son los usados para hacer el café.
Suena bastante asqueroso, la verdad, pero es cierto. Nosotros lo probamos y está rico. No sé si tanto como para pagar un dineral por él, la verdad. La visita nos gustó además porque nos enseñaron varias plantas de especias que, yo al menos, no había visto nunca: vainilla, pimienta, comino, clavo, etc.
Seguimos yendo al templo de Pura Besakih, conocido como templo Madre por ser el más grande y sagrado de todo Bali. Ubicado al este de la isla en las faldas del volcán Agung (3140m), se trata en realidad de un complejo de más de 20 templos repartidos en diversos niveles y alturas. Es un lugar amplio y donde hay que caminar, por lo que la visita puede llevarnos unas 2 horas. Es el único templo en Bali en el que nos hemos sentido un poco acosados para que contratáramos un guía, aunque no es obligatorio ni mucho menos, y no lo hicimos.
La entrada principal o Cari Bentar es uno de los lugares más llamativos y fotogénicos. Unas preciosas y empinadas escaleras llevan al conjunto de templos o Merus (construcciones típicas balinesas de planta cuadrada y techo de paja donde se realizan ofrendas) situados en los niveles superiores, donde destaca el templo principal Pura Penataran Agung.
Lo espectacular de Pura Besakih no radica en la estructura de ninguno de sus templos (que pueden ser muy parecidos a otros que ya hayamos visto por la isla), sino en la magnitud y disposición de los mismos. En nuestro caso fue especialmente interesante pues coincidió con un día festivo local, y vimos multitud de fieles vestidos con ropas tradicionales haciendo ofrendas en grupo y otros muchos rezando en la soledad de cada templo. Muchos de ellos, por cierto, no están abiertos a los turistas
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La siguiente visita fue para el palacio de Tirta Gangga. De construcción reciente (1946), su nombre significa literalmente ‘Aguas del Ganges’, y es conocido por sus piscinas, estatuas y fuentes reales.
No es un lugar demasiado grande (se puede visitar en menos de 1 hora), pero sí es bonito y fotogénico.
Lo más peculiar del conjunto de piscinas son los distintos caminitos de piedras que te permiten recorrerlas por dentro. Ojo con caerse al agua pues está abarrotado de peces koi. También son curiosas algunas estatuas representando animales o varias piscinas con nenúfares enormes. Nos gustó bastante.
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En este punto nuestra intención era visitar el templo de Goa Lawah, también conocido como cueva de los murciélagos. Es un lugar cuyo principal (y casi único) atractivo es observar a la ingente cantidad de murciélagos que viven en la cueva principal y que, según la leyenda, llevaría hasta el templo madre de Pura Besakih. No tiene demasiadas buenas críticas, por lo que no nos dio pena el no poder entrar por estar cerrado al público a las horas que llegamos.
No nos queríamos ir de Bali sin ir al menos a 1 de sus famosas playas (no contamos las de Uluwatu).
La elegida fue Virgin beach, una de las más conocidas del este de Bali. No se trata de una playa turística, sino más bien de uno de esos rincones medio escondidos cuya ubicación no conoce todo el mundo y en donde lo bonito es estar tranquilo en un lugar salvaje y fuera del turismo de masas. La arena es fina y oscura, hay oleaje y la vegetación llega hasta la misma arena. El único signo de civilización es un pequeño chiringuito surfero, aunque a las horas que fuimos estaba totalmente cerrado.
No he dicho ni una sola palabra de los espectaculares paisajes de Bali. Y la verdad es que son una auténtica pasada.
La vegetación es exuberante vayas a donde vayas. Todo está verde. Los arrozales se encuentran en pequeñas fincas pero también en otras más grandes formando espectaculares paisajes.
Hay algunos famosos como los de Jatiluwith donde suele ir todo turista pero la realidad es que hay arrozales por casi cualquier zona. El agua fluye por la isla. Hay cascadas espectaculares por diversos sitios. Los arroyos, estanques, fuentes y piscinas decoran casas y templos, así como las ofrendas florales tan típicas del budismo.
Llegada la noche, y tras la merecida ducha y descanso, estuvimos dando una vuelta por las calles del centro de Ubud, llenas de tiendas. Compramos alguna cosa interesante y fuimos a cenar a uno de los muchos restaurantes de la zona, todos ellos muy bien decorados y con bastante ambiente.
La verdad es que Ubud tiene muy buen rollo en general.
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Dia 19. BALI. Ubud y alrededores. Vuelo regreso sale a las 19:05 desde DENPASAR.
Nuestro último día en Bali e Indonesia lo dedicamos por completo a Ubud.
Tras un desayuno buenísimo en nuestras cabañas (un 10 para ellas), nos dimos un último baño en la piscina disfrutando de la buenísima y cuidada decoración y jardines, siempre perfectos.
La primera parte de la mañana recorrimos el entorno de la calle Jalan Raya Ubud, visitando el Palacio de Ubud. Para las últimas compras lo mejor es seguir Jalan Monkey Forest calle abajo. Está abarrotada de tiendas de souvenirs, artesanía, ropa y arte en general. Ubud es conocido por ser un centro artístico, y ello se nota en la cantidad de locales donde se venden cuadros o esculturas balinesas.
Justo al final de la calle llegamos a la reserva forestal más interesante de Ubud.
El conocido como Templo de los Monos de Ubud es en realidad un conjunto de 3 templos hinduistas ubicados en una amplia zona boscosa. El recinto se construyó siguiendo el precepto hinduista de Tri Hita Karana (tres formas de conseguir la felicidad), que no es sino una serie de enseñanzas para mantener la armonía con el entorno que nos rodea. En este lugar viven a sus anchas más de 600 monos, de ahí el sobrenombre. Están por todas partes y hay que tener cuidado con ellos, pues te pueden quitar todo lo que no lleves guardado. No hay que alimentarlos bajo ningún concepto, aunque todo el mundo lo hace.
Y claro, los animales están por todas partes. Respétalos y déjales su espacio, no te harán nada.
Más allá de la visita a los templos, los monos y la espiritualidad que los rodea, el lugar destaca por la exuberante vegetación. Decenas de especies exóticas viven en este lugar. Destacan los imponentes árboles de lianas, por su gran porte y la multitud de lianas cayendo desde las alturas.
El musgo abunda en zonas húmedas cerca de arroyos y riachuelos, como queriendo ocultar los restos de muros, paredes y esculturas, que luchan por seguir estando a la vista. En algunos lugares me parecía estar en una película de Indiana Jones buscando algún templo oculto entre la selva.
Por si esto fuera poco, al pasear por los caminos del bosque se pueden descubrir multitud de rincones preciosos, esculturas camufladas por la vegetación, piscinas y fuentes decorativas, puentes de piedra y todo tipo de esculturas de enseñanza hinduista. La visita puede llevar un par de horas.
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Dia 20. Llegada a Madrid
Punto y final del viaje, el cual ha cumplido y superado mis expectativas ampliamente en casi todos los aspectos: cultura, playas, actividades, volcanes, naturaleza, calidad y calidez de la gente.
Dejamos para otro viaje las Molucas, Papúa, las Célebes, Borneo y Sumatra. Casi nada, dan para otros cuantos viajes más, jaja.
¡Gracias Indonesia! ¡Teramah Kahsi, Indonesia!
