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MÉXICO - 15 dias

Dia 1. Vuelo a DF (llegada 05:30). Teotihuacán. Basílica Guadalupe. México DF. Dormir Mexico DF.

Dia 2. Vuelo DF-Tuxtla. Cañon del Sumidero. Chiapa de Corzo. Dormir en San Cristóbal de las Casas.

Dia 3. San Juan Chamula. Zinacantán. San Cristóbal de las Casas. Dormir en San Cristóbal de las Casas.

Dia 4. Toniná. Cascadas de Agua Azul. Cascadas Misol-Ha. Dormir en Palenque.

Dia 5. Bonampak. Yaxchilán. Frontera Corozal. Dormir en Palenque.

Dia 6. Palenque. Campeche. Dormir en Campeche.

Dia 7. Ruta Puuc: comunidad Becal. Uxmal. Cenotes de Mucuyché. Dormir en Mérida.

Dia 8. Cenotes de Homún. Mérida. Dormir en Mérida.

Dia 9. Izamal. Chichen Itzá. Cenote de Zacil Tunich. Valladolid. Dormir en Valladolid.

Dia 10. Isla Holbox. Dormir en Holbox.

Dia 11. Isla Holbox. Dormir en Holbox.

Dia 12. Isla Holbox. Playa del Carmen. Dormir en Playa del Carmen.

Dia 13. Tulum. Cobá. Playa del Carmen. Dormir en Playa del Carmen.

Dia 14. Isla Cozumel. Dormir en Playa del Carmen.

Dia 15. Vuelo Cancún-México DF-Madrid.

Medios de transporte:

 

  • Aviones internos. Imprescindible si queremos ir a estados no vecinos. Vuelos reservados: Mexico DF-Tuxtla Gutierrez, Cancún-Mexico DF

  • Coche privado con conductor. Para los días con trayecto en coche largo. En Chiapas (Cañón Sumidero, San Cristóbal, Palenque, cascadas), Campeche, Mérida, Valladolid, Chichén Itzá.

  • Barcaza. Necesaria para alcanzar las lejanas ruinas de Yaxchilán, en la frontera de Guatemala.

  • Furgoneta compartida. Para excursiones contratadas con salida y destino el mismo lugar. En Mexico DF, Bonampak y Yaxchilán, cenotes de Homún y el día de Cobá + Tulum.

  • Autobús de línea. Trayecto Valladolid-Chiquilá.

  • Carrito de Golf. En Isla Holbox, para el trayecto embarcadero-hotel y vuelta.

  • Bicicleta. En Isla Holbox, la mejor manera de moverse por toda la isla.

  • Ferry. Necesario para llegar a Isla Holbox e isla Cozumel

 

No hay que perderse:

 

  • Ciudades Mayas. Cultura única en el mundo. Yacimientos enigmáticos, impresionantes imponentes, místicos, ubicados en mitad de la selva. A destacar: Palenque, Bonampak, Yazchilán, Uxmal, Chichén Itzá y Cobá.

  • Ciudades coloniales. Pueblos y ciudades pintorescas, coloridas, vivas, con la alegría mexicana y el pasado español. San Cristóbal de las Casas, Campeche, Izamal, Valladolid y Mérida.

  • Cenotes de Yucatán. Ríos de agua dulce que emergen al exterior formando pozas, cuevas y lagunas. No hay otro lugar en el mundo donde observar este fenómeno natural.

  • Naturaleza desbordante. Cascadas Misol-Ha, Cascadas Agua Azul, Cañón del Sumidero. Simples ejemplos de las múltiples joyas naturales que posee México.

  • Isla Holbox. Ambiente joven, playero y fiestero. Isla con personalidad propia.

  • Isla Cozumel. Meca del buceo, posee una fantástica barrera de coral y vida marina.

 

Info de viaje

 

  • Época: Noviembre-Diciembre de 2021

  • Días de viaje: 15 días

  • Tipo de grupo: 2 personas (en pareja)

  • Tipo de viaje: viaje activo, naturaleza, cultura prehispánica y colonial, playas y fotografía.

  • Alojamientos: hoteles clase media en todo el viaje.

  • Presupuesto (todo incluido): 3000 euros aprox.

Mapa Argentina Chalten-Calafate.jpg

¿Por qué México?

 

México siempre ha sido uno de esos países que consideramos TOP porque dispone de lugares que sólo se encuentran aquí, como son los cenotes, o aquí y en países anexos, como son las zonas arqueológicas mayas, compartidas con los vecinos Guatemala o Belice.

Cualquiera de estos 2 motivos bien merecerían un viaje a México. 

Pero es que además cuenta con una naturaleza interior desbordante donde se pueden encontrar desde picos nevados o volcanes hasta enormes cascadas, bosques o selvas tropicales. La costa no se queda atrás, pues está repleta de playas paradisíacas, islas de postal y una magnífica vida marina, incluyendo la segunda barrera de coral más grande del mundo.

El país cuenta además con un enorme legado de diversas culturas prehispánicas. Mexicas, toltocas, olmecas y mayas, entre otros muchos pueblos, dejaron su impronta en esta región.

El pasado colonial español se nota también en decenas de ciudades y pequeñas poblaciones, llenas de ritmo, cultura y color. Toda esta amalgama de culturas forma sin duda el riquísimo folclore y las tradiciones del pueblo mexicano, que hacen de cada visita un momento mágico.

Dejo para el final la gastronomía, que en nada desmerece del resto. Rica y variada, hay que intentar ir más allá de los tacos, los burritos y los frijoles. Si te gusta el picante, este es tu país, sin duda. Pero si no te gusta, no te asustes, siempre hay comida sin picante, para turistas.

 

México es un país enorme (unas 4 o 5 veces el tamaño de España), luego es imposible abarcarlo todo el pocos días, se necesitarían meses o incluso años.

Lo más turístico es sin duda la península de Yucatán (ubicada en la zona sureste), la parte central del país (México DF, Guadalajara, Puebla, Guanajuato) y la parte central-sur (Oaxaca y Chiapas), sin olvidar algunas de las zonas costeras del Pacífico como Baja California, Acapulco o Puerto Vallarta.

Sin duda, me salen varios viajes distintos dentro del mismo país.

Seguridad

 

Esta es la gran pregunta cuando uno decide venir a México. ¿Es México seguro? ¿Se puede viajar por libre? ¿Se pueden alquilar coches y recorrer el país por tu cuenta? ¿A qué zonas ir y a cuales no ir?

Muchas preguntas y difícil respuesta.

La única respuesta posible es aplicar siempre el sentido común e investigar muy bien antes la región que vas a visitar. Hay estados que mejor no pisarlos (sobre todo los del norte, frontera con EEUU), pero otros se pueden visitar con garantías (los que comenté en la sección anterior como los más turísticos).

Pero ojo: que se puedan visitar no significa que sea seguro viajar con tu coche de noche por carreteras secundarias, pasear por barrios alejados del centro, o hacer ostentación de móvil último modelo.

El narcotráfico llega a todas partes del país y la corrupción (incluso de la policía) es un hecho. En Cancún o Playa del Carmen los policías van armados hasta los dientes, y los controles de carretera son muy habituales. Si eres local y sabes gestionar este tipo de situaciones no pasará nada, pero si no, quizá tengas algún problema no deseado o tengas que pagar un soborno para pasar. Y esto no lo digo yo, sino un amigo casado con una mexicana y viviendo en México desde hace unos 10 años.

Organización del viaje

 

Tras mucho tiempo dudando sobre si ir por libre o por agencia, con las referencias de seguridad no muy alentadoras de mi amigo que vive en México, y teniendo además en cuenta que era nuestra primera incursión en el país, nos decidimos a viajar contratando agencias locales mexicanas, algo que siempre tratamos de evitar (por ahorro de costes y porque nos gusta ir a nuestro aire), pero que en este caso lo teníamos medianamente claro. Además, y como nos pasa siempre, al disponer de tiempo limitado (apenas 16 días), preferíamos ir con todo contratado y simplemente disfrutar del viaje, que nos llevaran a todos sitios.

El viaje lo contratamos con Evaneos y Tony Perez (agencia local), intermediaria que contrata agencias locales mexicanas y permite organizar el viaje a medida. En cada región que visitamos nos esperaba un guía a primera hora de la mañana en nuestro hotel y un chófer que nos llevaba a donde estuviera previsto, aunque en algunos casos la misma persona nos acompañaba varios días.

Realizar la visita de las zonas arqueológicas mayas con guía es un valor añadido que recomiendo sin dudarlo. Hay mucha información en Internet y escrita de todos los sitios arqueológicos, pero conocer ciertos detalles, leyendas o anécdotas de cada sitio sólo te da un guía.

Contratamos un viaje privado para 2 personas, salvo en un par de ciudades donde compartimos visitas con más turistas (4 o 6 el día que más) y dispusimos de tiempo libre suficiente en todos los lugares, para estar también a nuestro aire y no ir a a la carrera, cosa que odiamos de un viaje en grupo.

En el viaje metimos un poco de todo, como siempre nos gusta en nuestros viajes: ciudades, pueblos coloniales, selvas, arqueología maya, aventuras por la selva, cenotes, playas, buceo….de todo.

La organización y desarrollo del viaje salió perfecto, aunque pagamos una pasta, eso sí.

 

Para los que sí quieran ir por libre, comentar que la opción de viajar en bus es segura, eficiente y barata. Nosotros lo hubiéramos hecho así si hubiéramos dispuesto de más días, sin duda. Hay varias webs con reserva online.  Incluso nos hablaron de buses nocturnos que funcionan de maravilla y son perfectos para trayectos largos de más de 6 horas, algo muy habitual en México, pues debido a su orografía, dispone de muy pocos kilómetros de autovías (y en los que cuenta, el horrible tráfico impide ir rápido) y distancias muy largas, de esas que se miden en horas en lugar de en kilómetros (Ejemplo: en Chiapas hacerte 100 km puede suponer perfectamente unas 3 horas)

En Yucatán está en marcha (2021) el proyecto de Tren maya, una ruta que recorrerá los principales puntos turísticos de la región. El proyecto está generando enorme controversia por los retrasos, por el destrozo de la selva primigenia del Yucatán, por el desplazamiento de las comunidades indígenas, por el coste del proyecto, por el tipo de gente que lo usará (precios sólo para turistas)...Vamos, que no se yo en qué acabará esto ni cómo.

 

Sobre el coste del viaje, decir que México no es un viaje barato, incluso si vas por libre.

Para empezar has de contar con unos 700-900 euros sólo para el viaje en avión, siendo Cancún y México DF los aeropuertos de entrada más económicos desde España.

Es importante saber también el valor de la moneda mexicana, el Peso, pues según como esté el viaje saldrá más o menos caro. En la época de nuestro viaje 1 peso se cambiaba a 0,5 euros.

La comida sale normalmente un poco igual o un poco más barata que en España. La comida/cena puede salir por unos  10-15 euros con bebida (entrante + principal), mucho menos en puestos callejeros, una cerveza por unos 2-4 euros.

El coste de los hoteles es también similar a España, aunque en nuestro caso al ir por agencia fuimos a algunos de gama alta en edificios coloniales, siempre bien ubicados en el centro de las ciudades.

Las entradas a recintos mayas son bastante caros en general (Palenque 80 pesos, Chichén Itzá 600 pesos, Uzmal 450 pesos) . El coste se divide en una parte para el gobierno federal (casi el 70%) y otra el coste del propio lugar (aprox el 30%), algo raro pero es lo que hay.

 

Dia 1. MEXICO DF. Vuelo Madrid-México DF. Teotihuacán. Basílica Guadalupe. México DF.

 

Llegamos al aeropuerto Benito Juárez de México D.F sobre las 05:30, tras un  larguísimo vuelo de unas 11 horas desde Madrid, de donde salimos sobre las 00:00, horario que al menos nos permitiría poder dormir un poco. La diferencia horaria de 8 horas nos pasaría factura, pero aun así teníamos por delante todo un larguísimo día para conocer un poco la capital de México.

Esta enorme e híper poblada ciudad (20 millones de habitantes) es imposible de ver y disfrutar en varios días, pero nosotros quisimos dedicarle al menos 1 día para recorrer algunos de los principales puntos de interés, aunque fuera a costa de darnos una paliza de andar y con el jetlag a tope.

 

Nos recogieron en el aeropuerto y nos llevaron al hotel, donde dejamos las maletas y pudimos tomarnos un café y desayunar. Empezábamos a sentir el ánimo y excitación del primer día de viaje.

Sobre las 09:00 nos pasaron a recoger al hotel y nos llevaron a la primera visita del día, la zona arqueológica de Tlatelolco. Aunque hoy día está dentro del área metropolitana de México D.F, en tiempos prehispánicos se trataba de una ciudad hermana de Tenochtitlán. Hoy día queda algún vestigio de templos y pirámides prehispánicas así como la parroquia de Santiago Apóstol, todo ello con un característico color negro por la piedra utilizada en su construcción.

En tiempos más recientes se cambió el nombre del lugar a Plaza de las 3 culturas, aquí se produjeron los fatídicos sucesos de 1968, donde fueron asesinados estudiantes por las revueltas previas a los juegos olímpicos.

 

Nuestra segunda visita del día fue al mayor centro de peregrinación mariana del mundo, la Basílica de Guadalupe. El nombre es confuso, pues más que una basílica, se trata de un complejo de distintos edificios religiosos de distintas épocas ubicados en un mismo lugar. 

La zona principal del complejo es el Atrio de las Américas, enorme plaza en torno a la cual se levantan la antigua Basílica de Guadalupe (1709) y el convento de Capuchinas (1792) por un lado (llamativos sus colores rojizo de uno, amarillo del otro), y la Nueva Basílica de Guadalupe  por otro, centro neurálgico de la peregrinación mariana, enorme edificio construido en el siglo XX (1974) para albergar mayor cantidad de fieles  y por los problemas estructurales de la antigua Basílica. Es aquí donde se encuentra la imagen de la Virgen de Guadalupe, visible desde todos los ángulos debido a la original construcción circular y libre de columnas del interior. Es tal la cantidad de gente que visita este lugar que sólo se puede ver a la virgen unos segundos, lo que dura la pasarela mecánica que entra al altar y te saca de él, para poder verla. Es un edificio muy singular, incluso para los no religiosos.

Siguiendo el paseo por el recinto se pueden visitar otros edificios muy interesantes y antiguos, tanto por sus leyendas como por el estilo constructivo utilizado, destacando entre ellos la capilla de Indios (por el culto mariano de los indígenas), la Capilla del Pocito (capilla construida en torno a un pozo de supuestas aguas milagrosas), el Panteón de Tepeyac (cementerio hispánico) o la Capilla del Cerrito (primera aparición de la virgen de Guadalupe). Durante todo el camino y en las afueras del recinto se encuentran vendedores de todo tipo de recuerdos religiosos, que hacen su agosto particular.

Como conclusión diría que es un lugar digno de ver, seas o no religioso. Es original y está plagado de historias y leyendas.

 

La tercera visita del día nos llevó a unos 42km al noreste de México D.F, a la zona arqueológica de Teotihuacán. Los orígenes de esta ciudad prehispánica ubicada en el altiplano son un misterio que sigue en investigación, y se remontan incluso antes del periodo mexica, ya antes de que llegaran los españoles se encontraba abandonada. Y quizá por ello ha sobrevivido bastante bien hasta nuestros días.

Es una ciudad muy bien organizada en torno a 2 calles perpendiculares, siendo la principal y más conocida la llamada Calzada de los Muertos, en torno a la cual se levantan las majestuosas Pirámides del Sol y de la Luna, así como la Ciudadela, el Palacio de Quetzalpapálotl, el palacio de los Jaguares y otros edificios menores para otros estratos sociales. La arquitectura de la ciudad responde a una visión astronómica y geográfica de sus creadores, donde la orientación de cada edificio era fundamental.

En el complejo destaca sobremanera la Pirámide del Sol, segunda pirámide más grande de América tras la Pirámide de Cholula, cuenta con más de 60m de altura por más de 200m de base. También espectacular es la Pirámide de la Luna. En ninguna de ellas se puede subir ya (antiguamente sí se podía), así como tampoco entrar a ninguno de los edificios en los que hoy día se sigue investigando.

Aun así, pasear por este lugar es enigmático e impactante, además de fotogénico. Se podrían dedicar horas a caminar por la ciudad, pero los puntos principales se pueden disfrutar en unas 2 o 3 horas.

 

En la vuelta a México D.F sentimos en nuestras carnes lo que es tráfico de la ciudad. Tardamos más de 1 hora en acercarnos al centro histórico. Nos adentramos por el oeste, donde pudimos ver a lo lejos y por la ventanilla del coche la zona financiera, donde destaca la escultura del Ángel de la Independencia o el Monumento a la Revolución, en una plaza un tanto abandonada.

El tráfico era horrible, y avanzar unos metros era tarea complicada. Viendo el panorama, decidimos bajarnos en el Mercado de artesanías de la Ciudadela (calle ayuntamiento), en donde nos sorprendió gratamente que puedes encontrar artesanía local y souvenirs de todo tipo y de cierta calidad, hay multitud de puestos. De hecho cayeron las primeras compras. Desde aquí caminamos unos 10 minutos hasta la Alameda Central, parque más antiguo de la ciudad y donde se concentran los mexicanos a pasear, quedar con los amigos o comer algún tentempié en un puesto callejero. Es una zona llena de vida y turista, no en vano en los alrededores del parque se encuentran también multitud de hoteles.

En uno de los extremos se encuentra el bonito Palacio de Bellas Artes, construido en mármol blanco.

Siguiendo en dirección este es difícil elegir entre las calles Av. 5 de mayo, Tacuba o Francisco Madero, pues las 3 son sinónimo de ambiente, restaurantes, tiendas, museos, edificios históricos y gente paseando.  Por aquí lo ideal es dejarse llevar de uno a otro lado.

Tras unos 15 minutos se llega al corazón de la ciudad, la enorme y simbólica plaza del Zócalo.

Es aquí donde se encontraba el palacio de Moctezuma, centro de la maravillosa ciudad de Tenochtitlán, construida sobre una laguna y capital del reino mexica. Hoy día poco queda de aquella época, solamente las ruinas de lo que fue el Templo Mayor. Los españoles destruyeron la mayor parte de edificios y construyeron otros son los que hoy en día perduran y conforman la plaza. La Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional, la corte Suprema de Justicia o el Ayuntamiento son ejemplos de estos edificios, todos ellos construidos en torno a la plaza. No pudimos entrar en ninguno, pues ya era tarde.

Decidimos parar a tomarnos una cerveza y cenar en La Terraza, un bar-restaurante que recomiendo por sus preciosas vistas de toda la plaza del Zócalo.

El día había sido muy largo y estábamos súper cansados, por lo que ya tocaba volver al hotel (Hampton Inn, a escasos 10 minutos del Zócalo), necesitábamos recuperar fuerzas para el resto del viaje.

Dia 2. CHIAPAS. Cañón del Sumidero. Chiapa de Corzo.

 

Con el buen sabor de boca de haber podido ver un poquito México D.F, empezábamos el día yéndonos  lejos, al sur, al estado de Chiapas. Nuestro vuelo salió de D.F a las 11:00, llegando a Tuxtla Gutiérrez sobre las 12:30. El objetivo del día de hoy era conocer uno de esos sitios “menores” de un viaje a México, el P.N del Cañón del Sumidero. Aunque, una vez conocido, pensamos que debería estar un poco más arriba en el escalafón de lugares interesantes del país, pues se trata de un lugar único, como pocos en el mundo por la altitud de las montañas que lo engalanan, la cantidad de miradores espectaculares con que cuenta y la variedad de flora y fauna que lo habita.

La pena es que sabíamos de antemano que no íbamos a poder disfrutar del cañón como nos hubiera gustado, pues nos cancelaron el vuelo de primera hora de la mañana. Este hecho nos impidió subir a la carretera que recorre los distintos miradores del cañón, y que cierra a las 16:00, cuando ya apenas hay luz en el cañón.

En su lugar sí pudimos disfrutar del cañón recorriéndolo durante cerca de 3 horas en una barcaza de esas en las que el piloto se sitúa en una posición trasera más elevada, al estilo de las que existen en las Everglades de Florida.

Al poco de salir del embarcadero ya comenzamos a ver caimanes en las zonas soleadas de las orillas y distintos tipos de aves. A medida que avanzábamos el cañón se volvía más y más espectacular, con zonas de altas cumbres (más de 400m en algunos puntos), pasos estrechos, cascadas de agua cayendo al río e incluso una cuerda de un loco que quería pasar de lado a lado en plan funambulesca (no sabemos si sobrevivió al reto). Al final del recorrido el cañón se abre formando el embalse de Chicoasén, en una zona muy chula, buen colofón al  trayecto.

 

Tras el recorrido por el cañón, nos llevaron al cercano pueblo de Chiapa del Corzo, donde pudimos comer en un restaurante de comida local para locales, y descansar un rato.  Esta pequeña población en donde apenas hay turismo extranjero es un buen comienzo para empezar a conocer los pueblos de Chiapas, donde la gente vive como hace varias décadas en la España rural. Hay niños corriendo, parejas jóvenes con bebés, pequeños negocios, puestos ambulantes, algún que otro restaurante con gente local, todos haciendo vida en la calle en torno a la plaza de Armas y sus soportales, la torre del reloj de estilo morisco o el cercano templo de Santo Domingo de Guzmán, muy próximo al embarcadero del caudaloso río Grijalva.

 

Al caer el sol, nuestro chófer nos llevó a nuestro destino para los 2 próximos días: el precioso San Cristóbal de las Casas, capital del estado de Chiapas.

Nos alojábamos en el precioso hotel Diego de Mazariegos, majestuosa casa de estilo colonial ubicada a escasos 5 minutos de la plaza de la Paz y la Catedral, epicentro de la ciudad.

El hotel dispone de un hermoso patio central porticado de colores ocres con fuente central y diversos trabajos en piedra. En las habitaciones se encuentra mobiliario clásico con tallas de madera, que te evocan continuamente a su pasado medieval del siglo XVI.

Tras un breve descanso, cogimos el plumas (se nota que aquí estamos más altos y hace más frío) y salimos a patear la noche de la ciudad, aunque más que ciudad nos parecía un hermosísimo pueblo lleno de lugares con encanto. Encontramos terracitas donde tomar algo, bares donde escuchar música en directo y restaurantes de comida local por todos lados. Nos dejamos llevar sin rumbo y, tras ver un mercadillo donde indígenas de las poblaciones cercanas trataban de vender un poco de todo, entramos a tomarnos una cerveza donde sonaba música en directo. Hay muchos sitios con música en directo, algo que ojalá lo tuviéramos en España y que nos encanta.

Y desde aquí seguimos el paseo de reconocimiento nocturno hasta llegar a un pequeño restaurantito donde cenamos estupendamente unos tacos al pastor y nos tomamos 2 soles (cerveza local).

La primera toma de contacto con la ciudad fue muy positiva.

 

Dia 3. CHIAPAS.San Juan Chamula. Zinacantán. San Cristóbal de las Casas.

 

Tras 2 jornadas de recorrer muchos kilómetros y ir de un sitio a otro, el día de hoy se presentaba mucho más tranquilo.

El día comenzó con un pedazo de desayuno en nuestro hotelito, ¿he dicho que es una preciosidad? A las 9:30 nos pasó a recoger el guía, con el comenzó la visita a San Cristóbal de las Casas. Recorrimos la ciudad sin prisas, al ritmo local, observando al vendedor de la esquina, a ese par de mujeres yendo al mercado, al grupo de niños corriendo y riendo, a la pareja de turistas con un mapa en la mano y sorprendiéndose con cada rincón, al tendero abriendo su tienda, al vendedor de piñas y mangos con su motocarro. Es difícil explicar con palabras lo bonita que es esta ciudad, llena de calles empedradas, edificios de una planta, casas de colores, palacios coloniales e iglesias que se mantienen en pie con dificultades por el paso de los años. Es el perfecto ejemplo de arquitectura colonial castellana. Parece que el tiempo se ha detenido en esa época.

El guía se detuvo en multitud de lugares, donde nos explicaba la idiosincrasia de los lugareños, la historia de los edificios más antiguos, el origen de los murales de la parte alta. Con él nos adentramos en el mercado de indígenas, lleno de todo tipo de abarrotes (como llaman acá a las tiendas), donde se comercia con todo tipo de mercancías, separadas en distintas zonas. Un lugar de esos que no aparecen en las guías turísticas pero que nos encanta conocer. Es en este tipo de sitios donde realmente se conoce cómo vive la gente de la zona.

No en vano en Chiapas sigue muy presente la continua lucha de los indígenas por los derechos de sus comunidades y la compleja relación con los gobiernos locales y estatales, sobre todo desde el levantamiento zapatista de 1994. Hoy día, y quizá tras aquella lucha que puso a Chiapas en el foco del gobierno mexicano y mundial, disponen de ciertos derechos y autogobierno en sus regiones, aunque su relación con las leyes fuera de sus regiones es controvertida. Según nos contó el guía, hay muchas opiniones a favor y en contra de este autogobierno, y muchos matices y factores a tener en cuenta. Al parecer los indígenas no viven tan mal como dan a entender cuando se acercan a poblaciones más grandes como San Cristóbal, pero les interesa en cierta medida dar esa imagen. Tema complejo este, como tantos otros. Supongo que ambas partes tienen sus razones y sus quejas.

 

Tras un par de horas aprendiendo en una charla de lo más amena, partimos hacia el pueblo de Zinacantán, donde gobiernan las comunidades tzotziles y donde tienes que cumplir sus normas. Por ejemplo, pedir un permiso de entrada al pueblo, no hacer fotos a nadie, visitar la iglesia de San Lorenzo sin cámaras. En este pueblo estuvimos también en una de las tiendas de tejedoras, faceta por la que es conocido el pueblo. En la tienda vivimos la típica situación en estos casos, donde te enseñan con mimo cómo se realiza el proceso de tejer una tela y fabricar una prenda, te invitan a un té, te dejan hacer fotos… y te medio sientes en la obligación de comprar algo que no quieres. Como ya somos expertos en este tipo de situaciones, salimos adelante recorriendo la tienda, poniendo nuestra mejor sonrisa y sin comprar nada. Y ojo, que había cosas bastante chulas y que podíamos haber comprado.

 

Tras Zinacantán, continuamos ruta al pueblo hermano de San Juan Chamula, también gobernado por las comunidades tzotziles. Aquí únicamente visitamos la iglesia de San Juan, una iglesia de lo más singular. La apariencia exterior es cristiana, aunque la preciosa puerta de entrada de color verde y con diversos motivos asociados a la naturaleza en su pórtico ya nos anticipa que no estamos ante una iglesia de pueblo normal. Lo primero que llama la atención del interior es el intenso olor a copal (incienso indígena) y la oscuridad general. A medida que avanzamos descubrimos una alfombra aromática de hojas de pino que recubre todo el suelo y, al levantar la vista, nos llama la atención el color negruzco de paredes y techos. Descubrimos que la razón es que están quemados en muchas zonas, quizá debido al fuego de las velas que arden a ambos lados de la iglesia, donde multitud de personas se postran de rodillas orando en silencio.

De este lugar emana una atmósfera muy enigmática y mágica, difícil de explicar, quizá provocado por la extraña mezcla de ritos cristianos y culto a la naturaleza que, sin duda, se mantiene en todas estas poblaciones indígenas tan ligadas a ella.

Salimos de la iglesia pensando que este es uno de esos lugares que se te quedan grabados para toda la vida.

 

Regresamos a San Cristóbal de las Casas para comer. Tenemos la tarde libre y la aprovechamos para recorrerla de arriba a abajo otra vez, sin prisas.

Recorrimos las calles Comitán, Chiapa del Corzo y Tonalá buscando los murales donde los artistas callejeros plasman su arte y sus preocupaciones, y que se han convertido en otro reclamo turístico para la ciudad. Continuamos por el parque del Cerrillo y su iglesia y de ahí a la animada plaza de Santo Domingo, donde conviven la iglesia de Santo Domingo, el templo de Nuestra Señora de la Caridad y el abarrotado mercado de textiles donde las comunidades indígenas tzotziles y tzeltales venden sus productos.

Al llegar a la plaza de la Paz pudimos observamos con detenimiento la Catedral de San Cristóbal mártir, de un color amarillo intenso, así como varios de los edificios colindantes.

Seguimos el paseo hasta el precioso Arco del Carmen, de color rojizo, donde es difícil no pararse a curiosear en las múltiples tiendas de artesanías o restaurantes que abundan por esta zona, quizá la más turística. Nos alejamos del centro por la calle Francisco Madero, dirección este, y desde ahí al Real de Guadalupe. Por esta zona el ambiente es más alternativo. Hay pequeñas tiendas de emprendedores locales, galerías de arte, algún pequeño bar e incluso un cine de barrio con una estupenda terraza. Llegamos hasta el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en una pequeña loma a la que se accede tras subir unas escaleras de color amarillo. Aquí todo es de colores. Me encanta.

Dese lo alto se puede contemplar una maravillosa vista de la ciudad.

De regreso nos fuimos al hotel, nos dimos una duchita y nos fuimos a cenar sin destino fijo. Es tal la cantidad de sitios chulos que no es difícil elegir.

El día había sido muy tranquilo pero muy disfrutón. Y de esto tiene la culpa sin duda esta preciosa ciudad colonial, de la que guardaremos un muy bonito recuerdo.

 

Dia 4. CHIAPAS. Toniná. Cascadas de Agua Azul. Cascadas Misol-Ha.

 

Bien pronto dejamos San Cristóbal y partimos rumbo noreste. Nos esperaba un largo día de coche. Seguimos en el estado de Chiapas, y nos sorprende tanto la altitud en la que nos movemos, como la frondosidad del territorio, muy boscoso y verde. Esta es una zona poco habitada y las comunidades indígenas son mayoría. Seguimos descubriendo normas indígenas llamativas, como por ejemplo la cantidad de badenes existentes en la carretera. Según nos cuenta el chofer las ponen las comunidades cada pocos centenares de metros para que los habitantes de los pueblos por los que pasamos puedan vender sus productos a los que pasamos, ya que al reducir la velocidad es más fácil que paremos. De hecho en algunos puntos vemos que casi te obligan a parar, al ponerse 2 niños, uno a cada lado de la carretera, con una cuerda tensa, que no sueltan hasta que el coche no pasa a escasos centímetros de ella. Si eres turista y no lo conoces, seguro que paras para no hacer daño a los niños. Peligrosa forma de intentar vender.

Debido a los badenes y las curvas, la velocidad media ronda los 40km/h por estas carreteras, por lo que los escasos 100km que nos separan de nuestro destino nos llevan algo menos de 3 horas.

 

La primera zona arqueológica maya que visitaríamos en nuestro viaje es Toniná. No entra dentro de las habituales, pero queríamos visitarla. Se caracteriza por estar construida en forma piramidal, en diferentes estructuras superpuestas unas encima de otras, siguiendo el perfil de la colina sobre la que se asienta. Las estructuras de la ciudad se encuentran entre las más altas de todo México, estando el templo más alto a unos 75 metros de altura respecto de la plaza principal. Es un lugar curioso de ver, pues tienes que subir y subir escalinatas de piedra, algunas de ellas muy empinadas y sin casi apoyo para los pies, hasta llegar a la zona de templos, donde lamentablemente no se puede pasar, pero sí observar algunas esculturas que aún se conservan. Las vistas de la selva de Chiapas desde lo alto son espectaculares. Según nuestro guía Toniná tiene mucha riqueza arqueológica aún por descubrir, gracias quizá a no ser demasiado turística.

En la parte baja aún se conserva una estructura de Juego de Pelota, bastante bien conservado y de gran tamaño. Ahora no lo sabíamos, pero luego descubriríamos que iba a ser uno de los mejores de todo el viaje (salvo el de Chichén Itzá, que creo es el mejor)

 

Continuamos ruta rumbo norte durante otras 2 largas horas, hasta llegar a las Cascadas de Agua Azul. Este es otro de esos lugares que te sorprenden, donde piensas que, de estar en otro país con menor cantidad de lugares turísticos, quizá habría más turismo.

Nada más llegar comimos en uno de los restaurantes de la zona donde, a pesar de llegar bastante tarde (serían las 16:00), no nos pusieron ningún problema. A lo largo del viaje iríamos descubriendo que los horarios de comida y cena son muy laxos, pudiendo sentarte a un restaurante a casi cualquier hora.

Las cascadas de Agua Azul son un conjunto de cascadas formadas en el río Xanil. No se trata de un único salto de agua, sino de diversas caídas de agua a lo ancho del río y en distintas alturas. En su tramo más bajo y espectacular alcanza unos 100m de ancho por unos 10 de salto, y es donde se puede observar el agua más calmada, de color turquesa y formando alguna piscina natural. Existe un camino donde se puede ir subiendo hacia la parte alta del río, cuya agua sigue formando cascadas de diverso tamaño a medida que subimos. El estruendo es bastante alto en algunos tramos. Todo el lugar está plagado de puestecitos donde se pueden comprar bebidas y frutas naturales, además de souvenirs de la zona.

 

La siguiente parada, tras otra hora de coche, nos llevó a la cascada Misol-Ha. En este caso la cascada es un único salto de agua que alcanza los 30m y forma una poza circular donde el agua se remansa y calma. Según parece, el baño está permitido, aunque nosotros no lo hicimos.

Para llegar a ella hay que seguir un corto camino de asfalto y luego bajar unas escaleras que enseguida te meten en la selva y le dan al lugar un encanto especial.

Es ese tipo de cascadas “fotogénicas”, bonita la mires por donde la mires, y con multitud de sitios donde hacerse una foto. Incluso se puede caminar por detrás del salto del agua, siguiendo un sendero empedrado y resbaladizo, para observar la cascada desde otro punto de vista y escuchar el enorme estruendo del agua. Difícil no salir mojado de aquí.

 

Los 30 minutos que nos separaban de Palenque los hicimos ya casi de noche.

Nuestro hotel para los 2 próximos días se llamaba Nututun, y se encontraba a las afueras de la ciudad en un entorno selvático rodeado de naturaleza. La ciudad de Palenque no la visitaríamos ni hoy ni al día siguiente, pues poco o nada tiene para ofrecer al turista, salvo su archiconocida zona arqueológica maya.  Es por ello que decidimos cenar en el propio hotel e irnos pronto a descansar.

 

Dia 5. CHIAPAS.Bonampak. Yaxchilán. Frontera Corozal.

 

Hoy tocaba un día aventurero, de esos que todo viajero (que no turista) disfruta más que cualquier otro. Nos adentraríamos en la selva Lacandona para visitar 2 de las ciudades mayas más remotas y misteriosas, remontando en una barcaza el enorme río Usumacinta, frontera natural con Guatemala.

En este caso nos unimos a un grupo de más turistas de diversas agencias, todos en un mismo autobús y con los mismos guías. La Selva Lacandona no es una zona donde llegue el turismo de masas (por suerte). Esta zona está habitada principalmente por el pueblo lacandón, de ahí su nombre. Entre sus bosques de clima tropical húmedo se puede encontrar aún el jaguar, el guacamayo o el tucán. Y eso que ha perdido más de un 60% de su masa selvática en las últimas décadas por la destructiva acción del hombre.

Nuestro punto destino era Frontera Corozal, pequeña población a orillas del río Usumacinta a la que llegamos sobre las 13:00, tras 3 largas horas de carretera recta y aburrida por lo que en otros tiempos era selva y hoy, deforestada, una carretera. Al ser la única base civilizada de la zona, aprovechamos para comer en un pequeño restaurante donde comimos local muy rica. Me gustan estos sitios donde no hay nada más comer que lo que te ofrecen.

Tras la comida nos fuimos directo al pequeño embarcadero donde ya nos esperaban unas estrechas barcazas para remontar el río Usumacinta. Recorrer este enorme y caudaloso río en mitad de la selva mexicana y guatemalteca, a más de 3 horas de la civilización, me hace recordar los motivos e ilusiones por los que viajo y la suerte que tengo de estar disfrutando estos momentos. Dejé atrás mis pensamientos cuando empecé a ver estructuras en piedra asomando entre las ramas de los árboles.

Habíamos llegado a Yaxchilán. Esta ciudad maya está ubicada en el centro de una especie de círculo que hace el río aunque sin completarse por completo y que, si se completara, formaría una isla donde se ubicaría esta ciudad. Se parece a la forma de una herradura. 

La ciudad de Yaxchilán fue una ciudad que llegó a rivalizar con las famosas Palenque y Tikal, de ahí que la importancia arqueológica de este lugar sea enorme.

En la actualidad conserva más de 100 edificios, muchos de ellos visitables y en buen estado de conservación. Están distribuidos en 3 grandes áreas conectadas entre sí mediante escalinatas, caminos o terrazas en constante lucha con la selva, siendo el centro del conjunto una enorme plaza donde cohabitan templos y enormes ficus de gran porte.

La ciudad conserva diversas estelas, relieves, dinteles y esculturas talladas en piedra y en muy buen estado de conservación, ya sólo por eso merece la pena venir hasta aquí. Pero para llegar a la joya de la corona se ha de subir por una escalera de piedra hasta alcanzar la Gran acrópolis.  Es aquí donde se encuentra uno de los templos más singulares y representativos del complejo, tallado en piedra blanca y que aún conserva intactas varias esculturas.

La visita a todo el complejo, con la explicación de un guía cualificado, nos llevó más de 2 horas.

Es un lugar único y con una ubicación que la pone más en valor si cabe.

 

Regresamos a la barcaza y, de allí, tras 1h de navegación, a Frontera Corozal. Allí nos esperaba nuestro minibús, que nos llevaría 21 km al sur (1h de coche), hasta la zona arqueológica de Bonampak. Lo que diferencia a Bonampak y la hace única en el mundo maya son las pinturas murales perfectamente conservadas de uno de sus templos, describiendo facetas de la guerra y  los rituales del sacrificio humano. Sólo se puede entrar a ellas de uno en uno, y no hay posibilidad de hacer fotos. Lo que veas con tus ojos es lo que te llevas. El colorido y nivel de detalle de las pinturas te deja boquiabierto.

Es muy curiosa la ubicación de este templo, en mitad de la selva, sin ningún otro edificio alrededor y con una sencilla pista de aterrizaje para avionetas construida a base de talar los árboles de la zona. Conocida por los indígenas lacandones desde hace años, fue sin embargo dada a conocer al mundo en la década de los 40 del siglo XX.

 

Nos esperaban otras 3 largas horas de carretera hasta llegar a Palenque, por lo que tuvimos tiempo de echar una cabezadita, ver fotos o charlar con un par de chicas mañas que estaban de viaje mochilero por Chiapas, eran muy viajeras y pensaban pasar cerca de un mes recorriendo México.

Dia 6. CHIAPAS/CAMPECHE.Palenque. Campeche.

 

Como broche de oro a nuestro recorrido por Chiapas nos dejamos la que sin duda es una de las zonas arqueológicas mayas más importantes e impresionantes de Mesoamérica, con el permiso de Chichén Itzá, Uxmal o Tikal. Me refiero a Palenque. La grandeza de sus construcciones y la mezcla de piedra blanca con el verde esmeralda de la frondosa selva que la rodea le da un aspecto único a este sitio arqueológico.

Esta enorme ciudad es además una fuente inagotable de conocimiento del mundo maya. Fue aquí donde se encontró la conocida máscara de Pakal, tras hallar un pasadizo oculto en la pirámide del templo principal, que llevaba a una escalinata, que a su vez bajaba hasta una cripta funeraria repleta de bajorrelieves con motivos del inframundo.

¿No recuerda a las pirámides de Egipto? Pues a estas 2 enigmáticas culturas les separan miles de años y un enorme océano. 

Palenque destaca por el perfecto estado de conservación de sus templos escalonados con forma de pirámide, la cuidada estructura de sus plazas y su bello emplazamiento, totalmente rodeado de selva húmeda y bruma.

Entre los edificios más importantes destacaría el Templo de las Inscripciones, impresionante templo escalonado con forma piramidal perfectamente conservado (en realidad son varios juntos) que te encuentras nada más entrar al complejo, quizá la foto más característica. Muy cerca  se encuentra el Palacio, un conjunto de estructuras construidas sobre una terraza elevada y que, por desgracia, nos encontramos cerrado por obras de conservación. Aun así es fácil adivinar la cantidad de bajorrelieves y esculturas de que dispone en sus paredes.

A unos 2 minutos caminando, y tras pasar el Acueducto (sí, los mayas también construían acueductos), se llega a otro lugar bellísimo, la solitaria plaza de las Cruces, donde el grupo de templos de la Cruz, del Sol y de la Cruz Foliada te dejan boquiabierto. En este lugar la selva y la humedad parecen ganar la batalla a algunos templos, que a duras penas se mantienen limpios de vegetación. En las copas de los árboles es fácil ver monos aullando, reclamando su territorio.

Siguiendo el camino principal, y esquivando en algunas zonas la multitud de tenderetes de venta de souvenirs que hay por todo el recinto, se llega a los templos del León y del Conde,  secundarios por su menor tamaño, pero también dignos de contemplar. La visita nos llevó unas 3 horas, contando con una primera parte con guía (¡fundamental en Palenque!) y la segunda parte a nuestro aire, para darle una segunda vuelta a todo el recinto.

Palenque te abruma, te encanta, es especial. Es una mezcla de selva salvaje y templos majestuosos. Y eso que sólo el 25% de la ciudad ha sido descubierta y puesta en valor.

 

Tras disfrutar de 4 días por el estado de Chiapas, tocaba cambiar de estado. Los 350 km que separan Palenque de la ciudad de Campeche nos llevaron unas 5 horas de largo camino. A diferencia de las carreteras de Chiapas, una vez salimos del estado y entramos en el de Campeche, dejamos atrás las curvas y los valles selváticos para entrar en una serie de carreteras más rectas pero también más aburridas en cuanto al paisaje que atravesábamos. Entramos en la famosa península de Yucatán. Dividida administrativamente entre los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, toda la península tiene un aspecto similar: altitud constante a nivel del mar,  cero montañas y terreno agujereado formando ríos y cavidades subterráneas, los famosos cenotes. Es como un enorme queso gruyere de roca caliza lleno de agujeros. Pero de los cenotes hablaré mañana.

Respecto al tema de los cenotes, es importante no obsesionarse con querer verlos todos.

Se han catalogado más de 7000, siendo aproximadamente unos 400 los habilitados para la visita turística. Los hay en forma de cuevas alargadas, otros son cavidades con forma circular perfecta como si fueran enormes pozos, algunos están abiertos al aire libre, otros cerrados, en algunos se forman cascadas, en otros te impresiona las decenas de metros de profundidad, en muchos el agua es cristalina (hay que recordad que son ríos de agua dulce).

Los hay más preparados para el turismo (con duchas, posibilidad de alquilar neoprenos y aletas, fotos incluidas), otros son pequeños secretos familiares privados más solitarios, otros son simples agujeros en la tierra donde algunos lugareños se bañan, otros enormes piscinas al aire libre de aguas transparentes. La mayoría de los más conocidos son de pago, y para nada baratos. No existe “el cenote más bonito”, aunque todos luchen entre sí por atraer el mayor número de turistas (y cobrarles por su visita, claro). Es cuestión de elegir unos cuantos y disfrutarlos, pues cada uno tiene su belleza particular, y hay muchos tipos de cenotes.

Esta información es fundamental para no volverse loco a la hora de elegir los cenotes a visitar. Y otra cosa: los hay por toda la península de Yucatán.

 

Pero ahora toca hablar de la ciudad a la que llegamos tras la paliza de coche: Campeche. Capital del estado del mismo nombre, esta hermosa ciudad es una delicia para patearla lento.

Llegamos sobre las 19:00, más tarde de lo previsto, lo cual nos trastocó un poco los planes porque nos hubiera gustado disfrutarla un poco más tranquilos. Qué se le va a hacer.

Aun así, la recorrimos de arriba a abajo tanto esta tarde-noche como al día siguiente a primera hora de la mañana (sobre todo para hacer fotos con la luz de la mañana).

Campeche es Patrimonio de la Humanidad por ser una de las pocas ciudades amuralladas de América y por conservar un patrimonio histórico de estilo virreinal barroco en excelente estado.  La muralla fue construida por los españoles para defenderla de la piratería anglosajona que asolaba la ciudad, pues debido a su posición comercial estratégica, en pleno Golfo de México, la ciudad era el principal puerto del Yucatán. 

Paseando por sus calles, alineadas en perfecta cuadrícula en el interior de la muralla, ese pueden admirar multitud de casonas, palacetes e iglesias con reminiscencias moriscas y españolas del siglo XVIII, lo que unido al festival de color de todas y cada una de las fachadas de las casas, le da un aire muy personal y fotogénico al centro histórico. Tiene personalidad propia esta ciudad.

Es además una ciudad tranquila, sin demasiado turismo, donde es normal ver a gente local pasear de la mano, niños comiendo un helado o un grupo de amigos tomando una cerveza en alguno de los animados bares y restaurantes que pueblan las calles principales.

Uno de los puntos más animados del centro es la plaza de la Independencia, donde destaca la Catedral de la Inmaculada y los bonitos pórticos de color rojizo de uno de los edificios adyacentes.

Al otro lado de la puerta del Mar se llega al paseo del malecón, donde además de las ya habituales letras coloridas de Campeche (cómo no hacerse una foto aquí) se puede observar la escultura “Encuentro de dos Mundos” justo al lado del mar, un espectáculo de luces y fuentes de agua llamado “Poesía del mar” (sobre las 21:00), o la clásica puesta de sol.

Cenamos en uno de los pequeños y coquetos restaurantes de la zona, y nos animamos a tomar una copa en un bar donde sonaba salsa. Momentazo genial para terminar el día.

 

Dia 7. YUCATÁN. Ruta Puuc: comunidad Becal. Uxmal. Cenotes de Mucuyché.

Comenzamos el día bien pronto, sobre las 07:00, para poder recorrer el centro de Campeche con las primeras luces de la mañana y hacer fotos, ya que ayer por la tarde se nos hizo de noche demasiado pronto. Una pena no haber tenido más tiempo para disfrutar de la ciudad, quizá ayer tarde nos retrasamos más de lo debido.

Pero es lo que tienen estos viajes tan intensos, es fácil que al querer ver tantas cosas, algunas se te queden cortas de tiempo porque quieras profundizar un poco más, tengas planeado seguir a otro lugar,  se te haga de noche o te cierren algo. 

O que tengas que quitar cosas del planning porque no da tiempo a verlo todo en un día. Es lo que nos pasó hoy mismo. Nos tocaba recorrer la ruta Puuc, región del Yucatán donde se encuentran diversas zonas arqueológicas (Uxmal, Kabah, Sayil, Xlapak, Labná), además de  cenotes y cuevas de interés (grutas de Calcehtok y de Loltún). Imposible verlo todo en un sólo día, pues hay varios kilómetros entre todas ellas. Así que elegimos visitar la más importante (Uxmal) y desde la agencia nos recomendaron visitar los cenotes de Mucuyché en lugar de otros quizá más famosos. Quién sabe si era cierto o más bien tendrían algún acuerdo con los dueños del cenote. Además nos 'colaron' la visita a la comunidad Becal, que explicaré en un momento. Hoy no nos quedamos muy contentos con la planificación de la agencia, la verdad.

 

El caso es que a las 8:30 nos pasó a recoger puntual nuestro guía.

Llegamos a la comunidad Becal sobre las 9:30. Y ya nada más llegar vimos que lo que teníamos pensado no se parecía a la realidad. Esta comunidad era famosa por fabricar sombreros artesanos de jipijapa, hace años muy famosos y caros. Esperábamos algún tipo de poblado tradicional con gente mayor trabajando el tejido o siguiendo algún método artesanal. Pero en su lugar nos encontramos únicamente con varias tiendas de sombreros y una dependienta que nos enseñó con cierta mala gana las cuevas donde supuestamente trabajaban el material y fabricaban los sombreros. Y digo supuestamente porque el lugar se encontraba al lado de la carretera principal y su objetivo principal era la venta de sombreros para turistas. Dudo que los fabricaran allí.

Hemos viajado mucho y ya sabemos que este tipo de lugares los suelen 'colar' en estos viajes (el dueño conoce al de la agencia, anda por favor llévame a los turistas a ver si compran), pero nos sigue sorprendiendo que se sigan incluyendo en los viajes programados. Entiendo que la artesanía jipijapa haya cambiado y ya no se fabrique como antes, pero quizá deberían ser más honestos y decírselo a los turistas, no intentar venderles que se siguen usando métodos tradicionales.

 

Tras la visita a la comunidad Becal, seguimos rumbo a la que sin duda me ha parecido una de las 3 mejores zonas arqueológicas mayas del Yucatán (junto a Palenque y Chichén Itzá): Uxmal.

Lo primero que te encuentras nada más entrar al recinto es con la inmensa Pirámide del Adivino. Con más de 30 metros de altura, es una de las más impactantes del mundo maya. Por su altura, por el excelente estado de conservación, por sus llamativas formas redondeadas, por el extraño graznido de Quetzal que te devuelve cuando das un aplauso y reverbera en la piedra.

Pero esto no ha hecho nada más que empezar. Siguiendo por un lado de la pirámide se llega a otra de las zonas más llamativas de Uxmal y que la hacen única, el cuadrángulo de las Monjas. Llamado así por las 74 salas que la conforman en los 4 costados, esta enorme plaza con forma de rectángulo está plagada de relieves y esculturas de piedra de diversos motivos. De nuevo el guía es fundamental para explicarte el significado de ciertas esculturas, la simbología asociada o el uso que se le dio a este lugar, quizá una academia.

Hay que dedicarle tiempo para ver todos los detalles. Es impresionante.

Saliendo del cuadrángulo se llega a una amplia explanada donde se encuentra el juego de Pelota, que aún conserva uno de los aros, así como otros edificios menores.

 

Justo enfrente se empieza ya a observar una zona elevada, donde tras subir unas escaleras se llega a la casa de las Tortugas, edificio conocido por las tallas de tortugas de su cornisa. En esta parte alta destaca el enorme palacio del Gobernador, de más de 100m de largo y con una construcción superior donde te quedarás maravillado de nuevo por el detalle de las esculturas talladas en piedra en todos los costados.

Por si fuera poco, desde aquí arriba se pueden disfrutar de las que son sin duda las mejores vistas de Uxmal, con la impresionante Pirámide del Adivino sobresaliendo por encima de la selva. Aquí apuesto a que más de una foto cae.

Siguiendo la ruta nos quedan 2 lugares que no son menores, ni mucho menos, aunque están un poco apartadas del camino principal y aún les queda un cierto trabajo de reconstrucción y puesta en valor. Me refiero a la Gran Pirámide y al edificio conocido como el Palomar. La primera es aún más alta que la pirámide del Adivino, pero se encuentra totalmente rodeada de vegetación y sólo uno de sus lados ha sido limpiado, suficiente para darte cuenta de las dimensiones y del estilo, totalmente escalonada y acabando en el típico templete de sacrificios en lo alto. El Palomar, que debió ser un palacio por su forma rectangular, destaca por la forma agujereada de una de sus paredes, de ahí su nombre.

 

Tras más de 3 horas disfrutando de Uxmal (parte con guía, parte nosotros solos), tocaba continuar la ruta. Pero antes paramos a comer en uno de esos típicos restaurantes de turistas con buffet libre. No comimos mal, la verdad, aunque de típico mexicano tenía poco. Algunas cosas, como ésta, son inevitables al venir por agencia.

 

A las 14:30 llegamos a la hacienda Mucuyche, que nos recibió con una intensa lluvia, la primera que teníamos en el viaje, con lo que tuvimos que ponernos a resguardo y esperar un poco.

A las 15:00 teníamos visita guiada en grupo por los distintos cenotes de la finca. Para ello nos equiparon con neoprenos, enseguida entendimos el porqué. Para llegar al primero de ellos descendimos una escalera que nos llevó a la cueva donde comenzaba el cenote Carlota. El agua estaba limpísima y era fácil ver el fondo. Allí nos tiramos y seguimos el cauce del agua  atravesando una pequeña cueva, pasando después por una poza abierta el aire libre con las paredes cubiertas de vegetación y por otra en la que había una pequeña cascada. Hasta aquí todo precioso, diría que demasiado perfecto para sorprender al turista. Pero aún nos quedaba lo mejor, la joya de Mucuyche, el cenote Azul. Una preciosa caverna llena de agua con decenas de estalactitas cayendo desde el techo y adentrándose decenas de metros bajo el agua cristalina, todo ello perfectamente iluminado en azul. Me llamó muchísimo la atención la profundidad de la cueva, casi 70 metros en alguna zona, y con una luminosidad y visibilidad excepcionales. Y nosotros viéndolo todo mientras nos dejábamos flotar de un lado a otro. Lugar impactante sin duda. Una pena que las fotos de gopro no hagan justicia.

Al salir de los cenotes visitamos la Hacienda, que aún conserva el esplendor por la que fue construida, que no es otro que la explotación del henequén, el oro verde del Yucatán desde época prehispánica y hasta bien entrado el siglo XX. Esta planta, parecida al Aloe Vera o a las palmeras, fue muy apreciada por la calidad de sus fibras, su facilidad de cultivo y la gran variedad de aplicaciones que tenían, hasta que el desarrollo de las fibras sintéticas lo convirtió en menos rentable y todas las haciendas que se construyeron en México fueron entrando en un lento declive.  Hoy día se conservan varios edificios administrativos, un palacete, una pequeña capilla y varias salas con maquinaria de la época. Merece la pena el paseo.

 

Tras la visita a la Hacienda Mucuyché, salimos de nuevo rumbo a nuestro destino para las 2 próximas noches, la bonita ciudad de Mérida. Esta coqueta ciudad no es quizá tan bonita como Campeche, pero tiene un ambiente interesante y es muy disfrutona para estar unos días, además de ser una buena base para conocer la zona.

Nos alojamos en el Hotel Marionetas (calle 49), pequeña joyita que recomiendo por su preciosa decoración, su tranquilidad y su buena ubicación. Justo al lado se encuentran un par de salas donde merece la pena ir a cenar, tomar una copa y bailar. Me refiero al bar Bonampak y sobre todo a la Negrita Cantina, donde es fácil escuchar buena música en directo todas las noches, y difícil encontrar una mesa libre. Tienen un ambiente estupendo y son ideales para terminar la noche.

Esta primera noche por Mérida nos dejamos llevar sin rumbo fijo, cenamos en un restaurante que nos llamó la atención y terminamos la noche tomándonos unas cervezas en Bonampak.

 

Dia 8. YUCATÁN.Cenotes de Homún. Mérida.

 

El día de hoy iba a ser un día tranquilo. La región de Mérida está llena de cenotes, y hoy era el día para visitar unos cuantos más. Los elegidos fueron los cenotes de Homún, uno de los anillos de cenotes más importantes del Yucatán, ubicados en plena selva yucateca a unos 90minutos en coche.  Hicimos la visita junto a otras 2 parejas de turistas, todos en una furgoneta que aquí llaman Truc. Con unos de ellos hicimos buenas migas y enseguida nos pusimos a charlar de todo un poco.

Muchos de los cenotes de Homún están vírgenes, otros son inaccesibles, hay de todo. Los que visitamos forman parte del complejo Santa Bárbara, una finca privada que mantiene 3 de ellos accesibles y que están bien preparados para recibir turistas. Disponen de tienda, vestuarios y restaurante, así como posibilidad de alquilar bicis para ir de un cenote a otro. Es lo más recomendable pues hay unos 2km entre uno y otro. Así además se aprovecha para disfrutar de la naturaleza de la zona.

Dejamos la ropa limpia y la mochila en la taquilla, nos pusimos el bañador y el chaleco salvavidas y comenzamos nuestra rutilla en las bicis.

El primero de los cenotes que visitamos fue el cenote Chaksikin. De tipo semiabierto, para entrar a la caverna principal hay que bajar unas escaleras que te llevan a unas plataformas de madera, desde las que puedes saltar al agua directamente. Tiene una profundidad media de unos 3-4 metros, así como estalactitas. El agua es cristalina, lo que se acrecienta con la luz solar que entra desde afuera. No tardamos demasiado en tiranos al agua y disfrutar de la tranquilidad del lugar. Estábamos solos y eso es algo que no es fácil encontrar en un cenote.

 

El segundo cenote que visitamos fue el cenote Cascabel. En este caso se trata de una cenote cerrado sin luz exterior, al que igualmente hay que bajar por unas escaleras de madera. El agua está limpísima e invita a darse un bañito y flotar mirando las distintas estalactitas que salen del techo calcáreo que rodea toda la cueva.

El cenote Xooch fué el que más nos gustó de los 3. Con forma circular, es una enorme poza de unos 20-25 metros de diámetro, con una profundidad de hasta 70 metros, nula visibilidad del agua y abierto al aire libre. Da un cierto respeto tirarse al agua y nadar sabiendo los metros que tienes debajo y no poder ver nada. Por sus paredes rocosas caen decenas de ramas, destacando un enorme ficus que lucha por sobrevivir encaramado en lo alto de las rocas, con todas sus raíces colgando para buscar el agua del cenote, unos metros más abajo. Cuando uno piensa en un cenote creo que éste sin duda se parece a esa imagen que nos surge en la cabeza.

 

Tras la relajante mañana, comimos en el restaurante del recinto. Nada del otro mundo, pero tampoco comimos mal, no somos muy exigentes con la comida, la verdad.

Y tras la comida y la sobremesa con café y charla, regresamos de nuevo a Mérida.

Serían las 16:00 cuando nos dejaron en el hotel, hora perfecta para darse una duchita, relajarse un poco y prepararse para disfrutar de la tarde.

 

Teníamos toda la tarde para recorrer Mérida sin prisas.

Nos dirigimos hacia el centro por las calles 60 y 62, donde nos sorprendió la cantidad de lugares culturales, como por ejemplo los teatros Felipe Carrillo, Peón Contreras o Armando Manzanero o el Centro Cultural Olimpo. También por la zona se encuentra el Parque Hidalgo o la iglesia de Jesús, de arquitectura colonial. El ambiente de la zona es el típico de una pequeña ciudad, con pequeños comercios y multitud de gente paseando de aquí para allá. Algunos edificios históricos los han reaprovechado para darles valor y ahora son mercadillos o tiendas de pequeños comerciantes, una bonita mezcla de antigüedad y usos actuales.

Un poco más alejado del centro está el Paseo de Montejo, donde se encuentran una buena cantidad de mansiones de gente que hizo dinero en la ciudad.

Al llegar a la plaza Grande sorprende la silueta de la Catedral de San Ildefonso, que iluminan por la noche, así como edificios gubernamentales como son el Palacio Municipal  o el Palacio de Gobierno del Yucatán, además de la Casa de Montejo, de estilo plateresco. Caminando un poco más allá llegamos al barrio ubicado entre las calles 63 y 67, esta zona parece más un mercadillo de todo tipo de ropa y complementos. Si quieres encontrar alguna ganga o alguna copia económica, esta es tu zona.

Regresando por la calle 69 llegamos a la bonita Iglesia de San Juan Bautista, de llamativo color amarillo chillón y en un barrio más bohemio donde se pueden ver artistas callejeros o vendedores ambulantes, junto a restaurantes donde los mariachis cantan para atraer a los turistas. Uno de ellos fuimos nosotros, nos gustó el rollo del restaurante, decorado muy mexicano. Cenamos estupendamente y escuchamos corridos mexicanos tomando una buena cerveza Sol. Con el buen rollito en el cuerpo nos acercamos a la Negrita, el mejor sitio para escuchar música en directo de la ciudad. Una de las cosas malas que ha traído la pandemia es que ya no te dejan entrar en un local si no tienes mesa (antes te podías quedar de pie en cuanto hubiera un huequecito libre) y eso fue precisamente lo que nos pasó. Imposible entrar sin reserva. Así que volvimos de nuevo al cercano Bonampak, nos había gustado el día anterior y repetimos. No queríamos irnos de Mérida con mal sabor de boca.

 

Dia 9. YUCATÁN.Izamal. Chichen Itzá. Cenote de Zacil Tunich. Valladolid.

 

Toda la tranquilidad y relax que tuvimos el día anterior, la echamos de menos hoy tanto en Izamal como en Valladolid, dos visitas previstas para hoy y que, por falta de tiempo, no vimos todo lo tranquilos que nos hubiera gustado. Quizá demasiadas cosas para un sólo día.

Comenzamos nuestro día dejando Mérida para dirigirnos, tras 1 hora de coche, al precioso pueblo mágico de Izamal, famoso por el color amarillo de todos los edificios del centro histórico, sin excepción. El origen de este colorido fue la visita del Papa Juan Pablo II en 1993, para lo cual todas las casas, palacetes e iglesias fueron pintados de este llamativo color.

Otro de los motivos por los que se conoce la ciudad es por ser “la ciudad de las colinas”, debido a la cantidad de montículos que la rodeaban, que resultaron ser antiguas pirámides precolombinas. Una de ellas, la pirámide de Kinich Kakmó, está muy cerca del centro histórico y se puede subir hasta la plataforma superior, desde donde se obtienen unas vistas inmejorables tanto del pueblo como de la selva que le rodea, una pena que cada vez más deforestada por el hombre.

El lugar más destacado de Izamal es sin duda el enorme Convento de San Antonio de Padua, que cuenta con el patio cerrado porticado más grande de América y el segundo del mundo, tan sólo detrás del Vaticano. Los españoles lo construyeron así para intentar contrarrestar el tamaño e importancia de las pirámides de esta población.

El mejor plan para Izamal es disfrutarlo caminando despacio, saliendo desde la plaza Principal y dejarse llevar sin rumbo por la calle que más nos llame la atención, ir hacia la casa que queramos fotografiar, acercarnos al vendedor ambulante de mangos o piñas. Hay multitud de rincones preciosos y súper fotogénicos. En varios rincones se encuentran pequeñas placas informativas que cuentan leyendas de la ciudad, así como celosías de piedra poniendo nombre a ciertas esquinas.

A diferencia de Mérida o Campeche, aquí no hay tanto comercio o restaurantes ni tanto trasiego de gente, se nota que es un pequeño pueblo. Y quizá por eso tiene tanto encanto.

Recorrimos Izamal durante unos 90 minutos, demasiado poco para disfrutarlo a ritmo lento.

Y como curiosidad contar que nos cerraron varias calles porque Luis Fonsi estaba grabando un videoclip subido encima de un descapotable con el fondo amarillo de las casas.

 

La siguiente visita del día es quizá el sitio más TOP de nuestro viaje: Chichén Itzá.

En este tipo de sitios tan conocidos a nivel mundial intento no poner el listón de pretensiones muy alto para luego no llevarme un chasco, pues muchas veces es más la fama que lo que luego ves y sientes en la realidad. Pero en este caso no me ocurrió esto, ni mucho menos.

Aún con la enorme cantidad de gente que lo visita, lo difícil que es buscar tu espacio de tranquilidad o con la explotación masiva que hacen del lugar los dirigentes mexicanos, creo que es uno de esos lugares únicos en el mundo, que todo viajero ha de ver al menos una vez en su vida. Y es sin duda una pasada. No sé si es la mejor zona arqueológica maya, pues para mí Palenque o Uxmal son también Top, pero es cierto que tiene algo que los demás no tienen, que es un poco de todo y todo excepcionalmente conservado y cuidado. Tiene enormes pirámides, templos con frisos, columnatas y esculturas en piedra, un enorme juego de Pelota, diversas plataformas ceremoniales, un enigmático templo mortuorio, un mercado, varias tumbas, un observatorio y hasta un cenote. Es impresionante.

Las explicaciones de un buen guía son de nuevo muy recomendables para conocer algunas de las curiosidades y detalles de esta excepcional zona arqueológica.

La visita lleva un mínimo de 3 horas si quieres verlo todo y con tranquilidad.

Lo primero que se ve nada más entrar al complejo es la Pirámide de Kukulcán, quizá la más fascinante de las pirámides mayas. Ubicada en una enorme planicie, llama la atención la magnitud de la obra, con más de 25m de altura y 55 de base, perfectamente restaurada. Dispone de 91 escalones en cada uno de sus 4 costados, que multiplicados  x 4 y sumando la plataforma superior, suman 365, los días del año. Se piensa que fue erigido en honor al dios Sol.

Los 2 días de solsticio el Sol proyecta un juego de luces y sombras que iluminan la serpiente emplumada de piedra, dando la impresión de descender desde la parte alta de la pirámide (el cielo) hasta la parte baja (la cabeza de la serpiente). Es enigmática e impactante.

El Juego de Pelota es el más impresionante de México. Lo primero que llama la atención es su enorme tamaño (120m de largo por 30m de ancho, con paredes laterales de 8m) y después la cantidad y calidad de los detalles del mundo maya de la multitud de losas de piedra que se conservan en las paredes laterales. La acústica del lugar es también impactante, dicen que se puede escuchar a una persona hablar desde un extremo a otro, o desde lo alto abajo.

Rodeando el Juego de Pelota se encuentran diversos templos. El primero es el Templo del Hombre Barbado debe su nombre al hombre con barba de la imagen representada en el panel principal, aunque existen otros bajorrelieves como uno que muestra  Kukulcán en un trono de jaguar. Es aquí donde los gobernantes contemplaban el transcurso del juego de pelota.

La plataforma de los Cráneos es otro templo, quizá el más llamativo, por los relieves de cráneos ubicados por sus 4 costados, siendo todos ellos únicos. Se supone que aquí se exhibían las cabezas cortadas de los enemigos. Justo al lado se encuentran la plataforma de los Jaguares y las Águilas, donde se ven a estos animales devorando cabezas humanas.

 

Al otro lado de la Gran Plaza se encuentra otro edificio único, el templo de los Guerreros, que debe su nombre a decenas de pilastras con representaciones de guerreros, aunque también cuenta con murales representando escenas de guerra y de la vida cotidiana.

Al lado se encuentra el Grupo de las Mil Columnas, que debió de ser un conjunto de terrazas abovedadas sujetadas por columnas, que es lo que hoy se conserva. En uno de los extremos se conserva el Mercado, otra enorme plaza porticada con decenas de columnas, cuya función exacta se desconoce.

Regresando hacia la entrada y girando en dirección oeste se entra en la otra área visitable, de menor importancia y espectacularidad que la primera, pero aun así muy digna de visitar.

Lo primero que nos encontramos es una pirámide de unos 10m de altura con una escalera y unas serpientes descendiendo por los lados, que recuerda a Kukulcan pero en pequeño. Se conoce como la Tumba del Gran Sacerdote, pues en lo alto se encuentra una cámara funeraria que conecta con un espacio dentro la pirámide.

Unos pasos más allá llegamos al Observatorio, otro edificio singular del yacimiento, una especie de templo elevado donde destaca una estructura circular con forma de observatorio, muy relacionado de nuevo con ciclos astrales y con la alineación del planeta Venus.

La último visitable por esta zona es el Complejo de las Monjas, un conjunto de edificios de diverso tamaño que se supone eran los palacios residencia de las clases nobles de la ciudad.

Lo primero que se ve es una pirámide de gran tamaño con una muy llamativa y ancha escalera, con uno de sus lados desmoronados. Quizá la arreglen algún día y ya no se vea así.

AL final del todo destaca una pequeña plazoleta con 3 edificios muy interesantes, uno de ellos conocido como 'la Iglesia' (de ahí el nombre de este lugar). Los 3 están llenos de detalles esculpidos en sus paredes y en buen estado de conservación. Hasta aquí llega poca gente, con lo que disfrutar de esta zona en silencio es un plus adicional.

La vuelta se hace por el mismo camino. Aunque no lo he comentado hasta ahora, hay que decir que existen multitud de tenderetes de venta de souvenirs, bebidas y comida por todos lados.

 

Tras la extenuante visita, pusimos rumbo a nuestro hotel Wayé en Valladolid. Allí pudimos comer y descansar un rato, no demasiado, ya que a las 16:00 teníamos agendada una visita al cenote Zacil Tunich. Este cenote, situado a las afueras de la ciudad, la verdad es que no lo visitamos con la mejor actitud. Sobre todo porque ir a este cenote implicaba no visitar Valladolid con luz y no poder acercarnos al famoso cenote Zaci, ubicado en el mismo centro de la ciudad.

Y por si fuera poco, el cenote Zacil Tunich no nos encantó. Está ubicado en una finca privada y  sólo se puede visitar de noche ya que lo venden asociado a la posibilidad de poder tener una cena romántica en pareja dentro de la caverna principal, pudiendo bañarte en sus aguas tú solo, mientras suena un hilo musical por toda la cueva.  Habrá gente a la que le guste este tipo de performances, pero no era nuestro caso. Y menos en un lugar de naturaleza como éste.

Me cabreé un poco con la agencia por habernos metido este cenote en el planning y quitarnos la posibilidad de disfrutar de Valladolid de día. No lo conocíamos de antemano.

 

Tras nuestro fiasco en el cenote, regresamos a Valladolid sobre las 19:00. Al menos podríamos visitar la ciudad un poco, aunque fuera de noche. Lo bueno es que es una ciudad pequeña y se puede llegar caminando a sus lugares más interesantes. Comenzamos por el parque Sisal, muy cercano de nuestro hotel. En esta plaza se encuentran unas coloridas letras con el nombre de la ciudad, y tras ellas el antiguo Convento de San Bernardino, el edificio más antiguo de la ciudad. Por la noche se proyecta aquí un audiovisual explicando la historia de la ciudad, que dicen que merece la pena por su colorido y ambientación musical. Nosotros preferimos continuar nuestro paseo hasta llegar a la calle más hermosa de la ciudad: la Calzada de los Frailes. Esta pintoresca calle de casas de colores fue construida en el siglo XVI para conectar la ciudad con el pueblo maya de Sisal. Hoy día es la calle más animada y turística de la ciudad, y cuenta con numerosas galerías de arte, tiendas de artesanías y restaurantes, todo ello en locales pequeños y muy bien cuidados por sus dueños. Al final de la calle enseguida se llega a la plaza Principal Francisco Cantón Rosado, lugar donde se encuentra el Palacio Municipal y la Iglesia de San Servacio, ambos del siglo XVI y ambos conservando sus raíces coloniales.

Seguimos caminando un poco por los alrededores de la plaza, para de nuevo descubrir que en esta pequeña ciudad se sigue viviendo al ritmo lento de las gentes que lo habitan. Nos están encantando las ciudades mexicanas, tranquilas y llenas de vida callejera y cotidiana.

Cenamos en el restaurante las Campanas, ubicado en la plaza principal, lo recomiendo por ser un sitio donde la gente autóctona suele cenar y allí que entramos y lo disfrutamos. Había música en directo, pero no tocando instrumentos, sino un tipo seleccionado vinilos de música folclore mexicana. Nos pareció tan original y auténtico que no pudimos resistirnos a a entrar.

 

Dia 10. QUINTANA ROO. Isla Holbox.

 

Hoy cambiábamos de tercio completamente. Dejábamos atrás la cultura y las zonas arqueológicas mayas para irnos directos a una isla paradisíaca.

Pero antes de partir decidimos madrugar un poco y acercarnos de nuevo a la Calzada de los Frailes, para verla de día y sin gente. No vimos los comercios abiertos, una pena, pero al menos sí disfrutamos del colorido de las casas, todas muy cuidadas, y todas para nosotros solos.

Tras la sesión de fotos, regresamos al hotel, cogimos las maletas y caminamos hasta la estación de autobuses. Allí tomamos el bus que nos llevaría a nuestra isla.

 

Llegamos a Chiquilá sobre las 12:00. Esta población sirve de embarcadero para la multitud de ferris que transportan turistas a la preciada isla de Holbox, lugar donde pasaríamos las siguientes 2 noches a ritmo de playa, sol, arena y tumbona.

Pero para llegar a ese punto aún quedaba un rato. Primero tomamos el ferry, que nos dejó en el embarcadero de Holbox, y desde allí nos recogieron en unos vehículos de color amarillo (carritos de golf) para llevarnos al hotel Spirit Holbox, ubicado en la parte oeste de la isla, a unos 10 minutos caminando del centro. Llegamos a él tras girar por innumerables calles a izquierda y derecha, entrando y saliendo por zonas de playa y sorteando enormes charcos que impedían el acceso por ciertas calles. Así descubrimos que en esta isla no hay asfalto, todo es arena, con lo que cuando llueve, y aquí suele llover bastante, se forman barrizales por todos lados. Esto que a cierta gente no le gustaría, a mí me pareció una maravilla y sinónimo de diversión y salirse de lo común.

Como por la zona del hotel no había restaurantes, no nos quedó otra que comer en el propio hotel. Y descubrimos que los precios ya no eran los de Valladolid o Mérida, sino mucho más caro. Aun así lo disfrutamos un montón, pues el hotel, como la mayoría de esta isla, es una preciosidad (otro tema es el debate de si se están cargando la isla con tanta construcción). Construido a escasos metros de la arena de la playa, es un edificio de varias plantas, teniendo el restaurante y una espectacular piscina en la azotea, con unas vistas maravillosas de la línea de costa principal de la isla. Cómo no comer bien aquí.

Y la habitación, pues otra maravilla, con terraza, cama enorme colgando del techo y baño al aire  libre perfectamente integrado con la naturaleza.

 

Con la panza llena, era momento de empezar a descubrir esta curiosa isla.

Holbox es una isla donde no hay asfalto, eso ya lo comenté antes. Todo son caminos o senderos de arena, cuando no la misma playa que se usa como camino. En cuanto a transportes, hay 3: los carritos de golf (que aquí funcionan como taxis), las bicicletas y los pies. Se puede ir caminando de un sitio a otro, pero es mejor informarse de las distancias, pues algunos puntos están alejados y te puedes tirar tranquilamente más de 1 hora caminando. Todo gira en torno al centro de la isla, a unos 5 minutos a pie del embarcadero. Aquí se encuentran unas cuantas calles en cuadrículas donde vive la gente local y donde se encuentran las tiendas, bares y restaurantes, punto central del turismo de la isla.  Los hoteles más lujosos se encuentran al este, y los menos lujosos (como el nuestro), al oeste. Todos están a pie de playa.

En otros puntos de la isla se encuentran lugares que merece la pena visitar si se dispone de tiempo, aunque el meollo de la isla se encuentra en toda esta zona.

Uno de esos lugares fue el que elegimos para pasar la tarde de hoy. Me refiero a la playa de Punta Cocos. Ubicada en la zona más oeste de la isla, para llegar a ella tuvimos que tirar de intuición y suerte, pues aquí no funciona el GPS y no hay ninguna indicación de cómo llegar a ella. Así que tiramos rumbo oeste girando por diversos caminos, hasta encontrar un chiringuito llamado Holbox Mágico, donde vimos claro que teníamos que parar a tomarnos una cerveza, darnos un bañito y disfrutar del atardecer que estaba ya apareciendo a lo lejos.

Se trata de un lugar muy tranquilo, sin demasiada gente, y con el agua clara y caliente.

Allí estuvimos hasta que la brisilla empezó a correr y la noche apareció. Tuvimos que encender la linterna (¡imprescindible si quieres llegar a tu hotel sano y salvo por la noche!) para poder regresar al hotel.

Tras una duchita y relax, nos “bajamos” al centro para cenar y conocer el ambiente nocturno de la isla. No esperábamos gran cosa, la verdad, de hecho pensábamos que iba a ser una isla llena de turistas mayores y gordos que no saldrían de sus hotelazos. Pero estábamos equivocados. Holbox entra en ebullición por la noche. Y no me refiero a que se llene de turistas anglosajanes borrachos en discotecas ruidosas y con neones, sino que se llena de buen rollo, de música a pie de calle, de ambiente callejero, de buena temperatura y de multitud de tiendecitas y bares con encanto, donde puedes cenar descalzo con los pies en la arena mientras oyes una bachata de fondo, te animas a bailar una salsa en grupo o escuchas a un grupo tocando en directo.

 

Aunque teníamos apuntado ir al Edelyn Pizza para probar sus famosas pizzas de langosta, no nos apeteció en ese momento, por lo que terminamos cenando en uno de los muchos restaurantes del centro, y después nos animamos a tomarnos unas copas en un garito llamado “El Combi” donde todo el mundo estaba bailando al ritmo de sones cubanos, y a unas españolas bailongas se las rifaban para bailar todo lo que tocaran los músicos.

Así descubrimos que el ambientillo de Holbox mola.

 

Dia 11. QUINTANA ROO. Isla Holbox.

 

Hoy no teníamos ninguna prisa. El objetivo del día era simplemente disfrutar de la isla.

Comenzamos con un suculento desayuno en la terraza, que siempre sabe mejor si después lo acompañas con un primer bañito en la piscina del hotel, con unas vistazas de escándalo.

El día anterior hicimos nuestros deberes para hoy, ya que reservamos unas bicicletas en el hotel  para poder desplazarnos al ritmo lento que marca la isla y así llegar a Punta Mosquito, la zona de playa más espectacular de la isla, ubicada en el punto más al este de la isla.

Las bicis tardaron un buen rato (que si falta una, que si mi primo es el que sabe cómo ponerlas a punto y no está, en fin...ritmo caribeño), así que nos subimos a la terraza del hotel a darnos un bañito en la piscina mientras nos las entregaban, no era cuestión de pasar mal rato.

Sobre las 11 estaban listas nuestras bicis, así que salimos a pedalear. Y nada más salir nos soprendió el ruido de una avioneta que se aproximaba, resulta que al lado de nuestro hotel había una pista de aterrizaje, más bien una pista ancha de tierra de no más de 1km de largo.

 

Seguimos en la bici calle por aquí, calle por allá, que si nos hemos equivocado, ahora un charco enorme, media vuelta, ahora paramos a hacer unas fotos., después descubrimos un precioso mural pintado en una pared abandonada. Tras pasar las 4 o 5 calles principales del centro llegamos a una ancha pista de tierra, es aquí donde empiezan los grandes hoteles a izquierda y derecha, todos muy integrados en el rollo de la isla, de sólo 1 planta, rodeados de vegetación, con terracitas de madera, columpios, camas balinesas o servicio de tumbonas a pie de playa. Muy idílicos. Por este lado de la isla la playa empieza a ser más ancha y uniforme y la arena finísima como no la he visto en ningún otro sitio.

Continuamos pedaleando hasta llegar a una barrera, lugar donde dejamos las bicis atadas con el candado que nos dieron y seguir nuestro paseo por la playa a pie.

Y es por esta zona donde la playa se ensancha de forma más pronuncionada, casi 100m hasta los árboles, mezclándose en varios puntos con la desembocadura de varios riachuelos, que hay que atravesar a pie, en algunos puntos con el agua hasta la cintura. Cuando más nos alejábamos menos gente veíamos y más bonita nos parecía la playa, la típica alargada de salvapantallas y agencias de viaje, con arena finísima, poca profundidad, agua cristalina y enorme longitud hasta donde no llegan los ojos. No llegamos hasta Punta Mosquito (porque un cartel indicando que había cocodrilos y no se podía continuar nos lo impidió), pero no nos hizo falta, habíamos andado al menos 2km por la arena y nos parecía increíble igualmente.

Hicimos miles de fotos, vimos pequeños cangrejos y mantas rayas, nos tumbamos en la arena, observamos el horizonte, en fin...relax, una de esas playas que se te quedan grabadas.

Regresamos caminando a por nuestras bicis, que allí seguían, y nos paramos a comer un riquísimo pescado fresco en uno de los restaurantes a pie de playa de esta zona.

Aprovechamos las horas de luz que nos quedaban tumbados al sol, con nuestras bicis aparcadas en la arena y unos mojitos en nuestras manos, en uno de esos hoteles chulos que comenté antes. Buen fin de playa Holbox.

Tras regresar al hotel, pegarnos una ducha y ponernos guapos, nos fuimos a disfrutar del centro por última vez. Hicimos alguna compra, tomamos unas cervezas, y cenamos en un pequeño restaurante donde había una mesita para nosotros.

Como colofón regresamos a la esquina donde se encontraban los garitos de música en vivo, hoy la gente directamente estaba en la calle bailando, pues no cabía un alma dentro. Así que allí estuvimos un buen rato escuchando música y disfrutando del buen ambiente. Grande Holbox.

 

Dia 12. QUINTANA ROO. Isla Holbox. Playa del Carmen.

 

Nuestras últimas horas en Holbox las dedicamos a dar un paseito mañanero por las playas que hay entre nuestro hotelito y el centro. Esta zona tiene muchas mini-playitas, donde cada pequeño hotel despliega sus tumbonas, así como decenas de pequeños barquitos en los que los pescadores salen a faenar para traer pescado fresco a los restaurantes de la zona. Siguiendo por la arena de la playa se llega al embarcadero del centro, donde están la mayoría de tenderetes donde reservar una salida de snorkel o kayak, alquilar unas bicis o contratar una excursión en barco. En esta plazita se encuentran también las famosas letras de Holbox (las hemos visto en todas las ciudades que hemos pasado), cómo no hacer una foto en este escenario tan ideal. Dimos la última vuelta por el centro, esta vez prestando especial atención a los distintos murales de arte callejero que existen por todos lados. Muchos de ellos son auténticas obras de arte, y aportan su granito de arena al 'rollo Holbox' que tanto nos ha gustado. Hoy comimos en un argentino hiper decorado con motivos futboleros y ubicado en el parque central de Holbox, carne súper rica y todo a pie de calle.

Como resumen final de Holbox diría que lo que lo hace especial, en mi opinión, no es la espectacularidad de su playa principal, esto lo puedes encontrar en muchos más sitios, sino el rollito animado y divertido que se siente por sus locales de música en vivo o sus restaurantes, o caminando por sus curiosas calles de arena mientras intentas que no te atropelle un carrito de golf o una bici, o intentando adivinar como demonios se llega a tu hotel entre el laberinto de charcos y en la oscuridad de la noche.

 

Tocaba dejar nuestra querida y animada isla mexicana. A las 16:00 tomamos el ferry que nos llevaría de vuelta a Chiquilá. Allí estaba esperándonos nuestro chofer para el día de hoy.

Llegamos a Playa del Carmen sobre las 18:30, ya sin apenas luz del sol.

Nuestro hotel para las 2 próximas noches era la Hacienda Paradise Boutique, en este caso no demasiado recomendable por su calidad, sí por su ubicación, a 2 minutos de la quinta avenida.

Tras hacer el check-in y descansar un rato en el hotel, nos fuimos a dar una vuelta.

Nada más salir nos llamó enormemente la atención la cantidad de agentes de policía y militares que hay, armados hasta los dientes, cada 500m, en la calle principal, llamada la Quinta Avenida. Parece que el estado mexicano quiere proteger el turismo de Yucatán frente al poder del narco, cuyos tentáculos llegan a todas partes. No estamos muy acostumbrados a este despliegue en Europa, pero sí en EEUU, de donde son la mayor parte de turistas de esta zona. Todo en esta calle está hecho para el turista estadounidense: tiendas enormes, ruido estridente en las discotecas, neones, carteles en inglés, mayoría de restaurantes de hamburguesas y pizzas, todas las tiendas vendiendo lo mismo. Hasta el nombre de su calle principal (quinta avenida) es más neoyorquino que mexicano. Lo que hace años era un pequeño pueblo de pescadores frente al arrecife de coral, hoy día se ha convertido en un pueblo construido por y para los estadounidenses, sin esencia ninguna de lo que fue y de donde está ubicado. Una pena.

En fin, la primera toma de contacto no nos gustó demasiado, la verdad. Fue un shock demasiado grande pasar de preciosas ciudades coloniales, grandes ruinas mayas o islas paradisíacas a la quintaesencia del turismo de masas desmesurado.

 

Dia 13. QUINTANA ROO. Tulum. Cobá. Playa del Carmen.

 

Tras el shock del día anterior, hoy volvíamos a la selva yucateca para conocer 2 de los ciudades mayas de esta región. Comenzamos por la más turística, Tulum, famosa por su ubicación al lado del mar y poder bañarte en una de sus playas mientras observas las ruinas. A nivel arqueológico sólo destaca por estar rodeada completamente por una muralla, algo no muy usual. No cuenta  con demasiados edificios, sólo algunos pequeños templos, casas y plataformas. Tampoco tiene pirámides ni juegos de pelota. En fin, que si no estuviera donde está apenas tendría turismo.

La visita no lleva más de 1 hora o algo más si te quieres bañar en la playa.

 

La segunda visita del día fue Cobá, ciudad escondida literalmente entre la selva y 2 grandes lagos artificiales construidos por los mayas. Su compleja ubicación hace que existan multitud de edificios aún por excavar y descubrir (como casi todas las zonas arqueológicas mayas)

La ciudad nos recibió con una intensa lluvia torrencial, muy propia de su ubicación selvática.

A diferencia de otras ciudades, Cobá no es fácil de visitar a pie, pues cuenta con un conjunto de edificios nada más entrar, pero el otro conjunto, donde está la gran pirámide, está a unos 2km a pie. Existe un servicio de transporte en bici (de pago), o puedes hacerlo a pie (son 30min).

El edificio más representativo de Cobá es sin duda la enorme Pirámide de Nohoch Mul, la más alta del norte de Yucatán con sus 42m, sólo por ver esta mole entre la selva merece la pena venir hasta aquí, aunque sea tras 2 km de paseo por la selva húmeda. Está estructurada en 7 niveles y laterales redondeados, y justo enfrente se conserva una estela funeraria con gran profusión de detalles. Otros edificios menores, pero bastante interesantes, son el Templo de la Iglesia, uno de los más antiguos del yacimiento, el Conjunto de las pinturas, pequeño templo con altares y columnas o el Templo O Xaibé, curiosa y pequeña pirámide escalonada con forma oval. Cobá cuenta también con dos Juegos de Pelota, uno de ellos pequeño pero conservando aún sus aros, el otro destacando por sus relieves tallados y dos enigmáticas piedras con la forma de un jaguar y de una calavera. A todo ello hay que añadirle la crudeza de la selva, cuyos árboles crecen retorcidos entre las piedras de varios edificios, como queriendo derribar los muros milenarios que aquí se construyeron.

 

Regresamos a Playa del Carmen sobre las 17:00, tras comer en uno de los restaurantes que hay frente a uno de los grandes lagos de Cobá. Por suerte, comida nada turística y sí bastante local.

Dedicamos lo que quedaba de tarde y noche a visitar de nuevo Playa del Carmen, queríamos desquitarnos de la mala impresión del día anterior.

El pueblo ha crecido a lo largo y ancho de la línea costera, unos 5km a lo largo por unos 2km hacia el interior. A ambos lados se encuentran las grandes cadenas  hoteleras, mientras que en el centro todo gira en torno a la larguísima Quinta Avenida, que hace de eje vertebrador. La calle es especialmente turística, comercial, ruidosa y estridente entre la av. Constituyentes y el Centro comercial, aunque si te apartas de esta zona la cosa mejora un poco, pudiendo encontrar algún que otro restaurante interesante o bar chill-out a pie de playa. Al lado del Centro Comercial se encuentra  el Parque de los Fundadores, centro histórico del antiguo pueblo, donde todos los días hay espectáculos teatrales relativos a la cultura maya que incluyen juegos de agua y luces.

En esta zona también está el muelle y distintas agencias que venden salidas en barco por la zona. En una de ellas, y tras regatear precios entre varias, compramos los boletos que nos iban a llevar al día siguiente a conocer una de las islas más famosas en el mundo del buceo: Cozumel. Pero esto lo contaré mañana.

Regresamos paseando por la 10th avenida, mucho menos transitada que la quinta, hasta llegar a la Av. Constituyentes, donde volvimos a la quinta para cenar en un restaurante mexicano que nos llamó la atención. Seguimos en dirección este, donde descubrimos un mejor ambiente por esta zona, con muchos restaurantes chulos y bien decorados, mercadillos callejeros de artesanías y menos turismo americano en general.

Dia 14. QUINTANA ROO. Isla Cozumel.

 

Hoy tocaba la visita a isla de Cozumel, famosa desde hace años por ser una de las mecas del buceo mundial, sobre todo desde que Jaques Cousteau la “descubrió” para el mundo, dando a conocer la segunda mayor barrera de coral del mundo (por detrás de la australiana), que va del extremo norte de Yucatán hasta Honduras, pasando por Cozumel, isla situada justo enfrente de Playa del Carmen. La isla es bastante grande (30km de largo), por lo que hay que centrarse en alguna zona. Lo mejor para dedicarle un día es reservar  alguna excursión. Nosotros contratamos un pack por 60€ que incluía 4 inmersiones guiadas de snorkel  en distintos puntos más 3 horas libres en un beach club privado más el transporte ida y vuelta en lancha rápida. El tour se centra en la parte suroeste de la isla, donde se encuentran los arrecifes más famosos y las playas más cristalinas, además de todo un conjunto de cadenas hoteleras y clubs privados a pie de playa.

Los corales no fueron los más impresionantes que hemos visto, estuvimos en varios puntos donde los vimos de lejos, a unos 5-6 metros, estando muchos de ellos en muy mal estado o directamente muertos, sin color alguno. Espero que la barrera de coral siga conservando en otros puntos su belleza y vitalidad. Sí pudimos ver muchísimas estrellas de mar y decenas de peces de colores en una de las inmersiones, incluso vimos a una escurridiza barracuda. El arrecife el Cielo es impresionante, una zona de aguas cristalinas y unos 50cm de profundidad, donde detuvieron el barco y salimos a bañarnos y caminar por el agua. Montaron una fiesta con música a todo trapo y cervezas, mientras enormes mantas rayas empezaban a pasar a nuestro lado tranquilamente. Impresionante lugar e impresionantes animales.

Y para terminar la ruta nos dejaron en un lugar alejado donde se encontraba un pequeño beach club con restaurante, servicio de bar en tumbonas y playa privada. Allí estuvimos por unas 3horas, dándonos un bañito, comiendo, tomando el sol, bebiendo un mojito, haciendo snorkel. Como mola la vida relax caribeña contemplada desde una tumbona, con la brisa tropical susurrándote y con el agua del mar transparente y a 25º de temperatura.

 

Como nuestro ferry lo teníamos a última hora de la tarde, nos pillamos un transporte hasta San Miguel de Cozumel, principal población de la isla. Aparte del muelle y un par de calles comerciales, poco tiene que ofrecer al turista.

Regresamos a Playa del Carmen en el último ferry, ya de noche. Nos dimos la última vuelta de rigor por el pueblo, hicimos las últimas compras y regresamos al hotel. Ahora sí que sí, el viaje estaba a punto de terminar.

Dia 15. Vuelo Cancún-México DF-Madrid.

 

El día que no queríamos que llegara llegó. El último taxi de nuestro viaje nos recogió  puntual, como siempre, y nos llevó al aeropuerto de Cancún. Allí nos tocó esperar un par de horas hasta que nuestro avión partió de este hermoso país destino Madrid.

México, nos has gustado mucho, quizá más de lo que esperábamos.

Nos dejamos tantas regiones sin ver que no descartamos en absoluto regresar algún año y seguir conociendo este bellísimo país.

                          

¡Ándele México!

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