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PERU - 17 dias

Dia 1. Vuelo ida Madrid-Lima. Llegada al dia siguiente.

Dia 2. Mañana: Lima. Tarde: Bus Lima-Paracas. Dormir en Paracas.

Dia 3. Islas Ballestas. Reserva de Paracas. Ica. Oasis de Huacachina. Bus nocturno Ica-Arequipa.

Dia 4. Arequipa. Dormir en Arequipa.

Dia 5. Minibús al valle del Colca. Cañón del Colca. Dormir en Cabanaconde.

Dia 6. Cañón del Colca. Minibús al lago Titicaca. Dormir en Puno.

Dia 7. Lago Titicaca. Amantaní. Taquile. Dormir en Amantaní.

Dia 8. Lago Titicaca. Islas de Uros.  Dormir en Puno.

Dia 9. Trayecto en bus Puno-Cuzco.  Raqchi. Dormir en Cuzco.

Dia 10. Valle Sagrado: Sacsayhuaman. Qenko. Pisac. Ollantaytambo. Chinchero. Dormir en Cuzco.

Dia 11. Trekking Salkantay: Cuzco-Mollepata-Soraypampa. Dormir en campamento.

Dia 12. Trekking Salkantay: Soraypampa-Paso Salkantay-Challway. Dormir en campamento.

Dia 13. Trekking Salkantay: Challway-Yucamallu-Santa Teresa. Dormir en campamento.

Dia 14. Trekking Salkantay: Santa Teresa-Hidroeléctrica- Aguas Calientes. Dormir en Aguas Calientes.

Dia 15. Macchu Picchu. Dormir en Cuzco.

Dia 16. Cuzco. Fiesta del Inti Raymi. Avión Cuzco-Lima. Dormir en Lima.

Dia 17. Vuelo regreso Lima-Madrid.

No hay que perderse:

 

  • Macchu Picchu. Una de las maravillas del mundo. Visita obligada. 

  • Valle Sagrado: Pisac, Ollantaytambo. Ciudades incas en lugares imposibles.

  • Ciudades coloniales españolas: Cuzco, Arequipa, Lima. Mezcla de tradición y mestizaje.

  • Lago Titicaca. El lago a mayor altura del mundo, hogar de varias tribus indígenas.

  • Cañón del Colca. Uno de los más grandes del mundo. Ubicado entre volcanes de más de 5000m.

  • Islas Ballestas. Reserva de aves y animales marinos, única por la cantidad y variedad.

  • Paracas, Ica, Nazca. Misticismo sobre el origen de los petroglifos. Desierto de Atacama.

 

Medios de transporte:

  • Buses públicos Lima-Paracas-Ica

  • Bus nocturno Ica-Arequipa.

  • Minibús privado para visita al Cañón del Colca y traslado a Puno (tour cerrado).

  • Bus privado Puno-Cuzco.

  • Avión interno Cuzco-Lima.

 

Dia 1. Vuelo ida Madrid-Lima

Nuestro vuelo salía sobre las 22:00, hora perfecta para poder dormir durante el trayecto. Estábamos emocionados y ansiosos por comenzar nuestra aventura peruana.

 

Dia 2. Mañana: Lima. Tarde: Bus Lima-Paracas.

Llegamos a Lima sobre las 6:00 hora local, tras un viaje sin incidentes.  Cambiamos euros por Soles en el mismo aeropuerto, y cogimos un taxi para ir a la estación de autobuses Cruz del Sur, justo al lado del centro histórico y a unos 60 minutos del aeropuerto. O eso pensábamos, pues el tráfico en Lima es agobiante e incontrolable. Es una ciudad inmensa que ha crecido sin ningún orden y no dispone de circunvalaciones por lo que para cualquier trayecto te tienes que armar de paciencia.

Una vez llegamos a la estación, compramos el último billete del día (sobre las 15:00), dejamos el equipaje en la guardanía (consigna) de la estación y cogimos un taxi para acercarnos al centro histórico (15min, 12 soles). No es especialmente bonito ni grande, por lo que disfrutamos más de la vida en calle y los choques culturales constantes: limpiadores de zapatos callejeros; vendedores de zumo o fruta con carros cada cual más sorprendente; camiones y coches con bastantes años a sus espaldas; edificios viejos y sucios junto a otros modernos justo al lado. Es una ciudad de contrastes constantes. Lo más recomendable son las casas coloniales de algunas calles, la basílica de San Francisco, el malecón del río con la vista de las favelas al frente, la plaza San Martín o la preciosa plaza de Armas, centro neurálgico de la ciudad. Merece la pena dejarse llevar por el centro observando la vida en esta enorme y bulliciosa ciudad.

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Tras comer nuestro primer ceviche con unas buenas cervezas cuzqueñas, tomamos el bus con destino Paracas, unas 4 horas de viaje paralelo a la costa del pacífico.

Paracas es el pueblo más cercano a la Reserva Nacional de Paracas y de Islas Ballestas, y está ubicado a unos 5 km de Pisco, donde hace unos años se produjo un grave terremoto que destruyó buena parte del pueblo.  Tras dejar las cosas en el hotel y pegarnos una ducha, reservamos el tour Islas Ballestas-Paracas y transporte a Ica para el día siguiente (todo por 150 por persona, guía incluido) en una agencia. Después dimos una vuelta por el paseo marítimo del pueblo, que aunque es pequeño y no tiene grandes lujos, si dispone de varios restaurantes, hoteles  y cierto encanto en el paseo marítimo pegado al mar. Incluso pudimos echar unas cervezas y unos bailes en un local donde tenían música.

Dia 3. Islas Ballestas. Reserva de Paracas. Ica. Oasis de Huacachina.

Nuestro día de hoy fue bastante exigente. Comenzamos a las 8:00 en el embarcadero, rumbo a las preciosas e increíbles Islas Ballestas. A priori yo no conocía mucho acerca de lo que íbamos a ver, de hecho pensaba que iba a ser la típica excursión para ver grupos de aves de diversos tipos y algún león marino, sin demasiado interés para alguien no experto en la materia. Pero estaba equivocado. Al aproximarnos a las islas comenzamos a ver miles y miles de aves (literalmente) moviéndose en bandadas de una isla a otra, o descansando encima de las rocas, además de decenas de leones marinos, focas e incluso algún pingüino. También impresionante fue ver el vuelo rapidísimo de varios pelícanos en formación que nos adelantaban en la barca mientras nos aproximamos. Es increíble contemplar la cantidad de vida que hay en estas islas, escuchar los graznidos de miles de aves y sufrir los ‘ataques-cagadas’ de algunos de ellos mientras te sobrevuelan.  Me sorprendió bastante este lugar, que en otro tiempo sirvió como fábrica de guano.

Tras regresar a Paracas subimos a un 4x4 y nos introdujimos en la reserva de Paracas. Este paraje se caracteriza por su sequedad y su soledad. En la reserva se pueden visitar zonas de fósiles; carreteras de sal; varios miradores interesantes; playas como la Catedral (fue una formación rocosa sobre el mar que se derrumbó tras el terremoto de Pisco hace unos años), playa amarilla o playa roja; y por último las bahías de Lagunillas o Yumanque. Todos ellos son pequeños puntos con encanto, donde poder hacer unas cuantas fotos y disfrutar de la soledad y lo hermoso de este extraño lugar. A lo lejos en una montaña también se puede contemplar un enorme geroglifo con forma de candelabro.  Según nos dijo el guía, las líneas tienen entre 1 y 3 metros de profundidad, lo cual sin duda te hace pensar en quién pudo crearlas y con qué objetivo. 

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Hablando de petroglifos, comentar que decidimos descartar de nuestro viaje las famosas líneas de Nazca por motivos económicos, pues el vuelo ronda los 200$ por persona y organizativos, pues están localizadas justo entre Ica y Arequipa, luego hay que hacer al menos 1 noche para llegar allí, de la que no disponíamos. Fue una pena porque debe ser impresionante contemplar aquellas enormes y misteriosas figuras desde el aire.

Tras comer en un pequeño restaurante de la bahía de Lagunillas regresamos a Paracas, donde nos esperaba un minibús para llevarnos a Ica (1 hora aprox).

Allí dejamos el equipaje en la guardanía de Oltursa, la compañía de autobuses que nos llevaría a Arequipa esta misma noche, y cogimos un taxi que por unos 3 soles nos llevó al oasis de Huacachina, justo en el interior del pueblo de Ica. El oasis es justo eso: un oasis. Es un lago totalmente rodeado de enormes dunas de arena fina del desierto de Huacachina, que es a su vez parte del más conocido desierto de Atacama. Rodeando el lago hay varias pequeñas casas y agencias de alquiler de buggies para recorrer el desierto. En una de ellas reservamos un tour que también incluía hacer sandboarding, que no es otra cosa que tirarse con una tabla de snowboard por las empinadas laderas de las dunas del desierto.  Todo ello nos costó unos 70 soles por persona. Recorrimos en un buggie de 7 plazas y a toda velocidad (están locos los conductores, y no es broma) las enormes dunas de arena fina del desierto, nos paramos en los puntos más altos para contemplar toda la inmensidad y belleza del lugar, nos reímos y nos acojonamos (a partes iguales) al tirarnos a toda velocidad tumbados encima de las tablas y cabeza abajo y, en definitiva, disfrutamos muchísimo de la experiencia. Al reservar el tour de tarde pudimos disfrutar también del atardecer desde las dunas del desierto, una experiencia muy recomendable.

Tras el tour regresamos de nuevo a Ica, donde cenamos y, sobre las 22:00, subimos al bus nocturno que nos llevaría a Arequipa, en un trayecto nocturno de unas 9 horas. El autobús está equipado con asientos abatibles tipo cama, mantas y calefacción. Si bien no tienen la comodidad de las camas normales, si que al menos se está confortable y puedes dormir unas horas de forma aceptable.

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Dia 4. Arequipa.

Llegamos a la ciudad Blanca de Arequipa sobre las 6:30h. Nada más llegar a la estación hay diversas agencias, con lo que estuvimos negociando en varias de ellas el tour para el cañón del Colca que disfrutaríamos al día siguiente. Finalmente, y tras casi 2 horas, reservamos el tour por el valle del Colca, incluyendo transportes de ida y traslado a Puno, 1 noche de alojamiento en Cabanaconde y guía 2 días, por unos 400 soles por persona.

Tras la dura negociación, fuimos en taxi al hotel, donde dejamos las cosas y nos pegamos una ducha. Al poco, estábamos listos para visitar esta bonita ciudad, ubicada entre volcanes de más de 5000 metros de altura. Visitamos la plaza de armas, la catedral, el templo de San Francisco y paseamos por algunas de las calles del centro histórico. Lo mejor, ver la vida en la calle de la gente.

Decidimos comer en un sitio un tanto alejado del centro, el restaurante Quequita, donde según preguntamos suele ir la gente local, que era lo que buscábamos. Fue todo un acierto, pues comimos muy bien y barato. El lugar era muy parecido a un salón de bodas, enorme y medio al aire libre. Comimos de todos los productos típicos por muy poco dinero: varios tipos de pollo, res, yuca, varios tipos de maíz de diversos colores, chicha (una bebida morada dulce muy buena), arroces varios, etc. Incluso echamos unos bailes cuando un grupo de mariachis se puso a cantar y bailar en directo, animando a todo el público que estaba allí.

Para la tarde dejamos lo más bonito: el convento de Santa Catalina (35 soles), una reproducción a pequeña escala de un pueblecito andaluz, con calles estrechas de diversos colores y nombres de ciudades españolas, diversos patios, árboles y plantas por todos lados. También se visitan algunas estancias donde vivían las monjas.

Nos hubiera gustado dedicarle más tiempo a recorrer esta bonita e histórica ciudad, pero no tuvimos tiempo.

Por la noche nos acostamos pronto ya que al día siguiente nos tocaba madrugar bastante para iniciar el tour por el cañón del Colca.

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Dia 5. Cañón del Colca.

Nos recogieron de noche sobre las 4:00 en un pequeño minibús, nos esperaba un largo trayecto hasta Cabanaconde, lugar donde dormiríamos. Nos acompañaban nuestros guías para los 2 próximos días: Victor y una chica de la que no recuerdo el nombre. El trayecto en seguida se puso cuesta arriba, y el paisaje comenzó a cambiar de húmedo y verde al desierto andino de altura. Durante el camino vimos manadas de los cuatro tipos de cérvidos del país: las llamas, las alpacas, los guanacos y las vicuñas. Nos explicaron las diferencias entre ellos, los usos que el ser humano les da (lana, carne, leche, etc) y los tipos de hábitats, casi siempre en altura.  El trayecto es realmente bonito. Es curioso pasar por lugares tan solitarios, secos y sobre todo, a tanta altura, pues hablamos de unos 3000-4000 metros. En Europa a esas alturas hablamos de paisajes nevados buena parte del año, pero en Perú hay que subir hasta los 5000-7000 metros para ver nieve.

Hubo incluso un paso de montaña a 4850m, el paso de Patapampa. Nuestro guía, sabiamente, nos indicó que no podíamos bajar en dicha zona para evitar el mal de altura, pues el cuerpo dispone de menos oxigeno a estas alturas y se puede resentir, provocando mareos, dolores de cabeza o incluso problemas de respiración. Es algo serio que sufrimos en días próximos, pues no hicimos bien la aclimatación.

Tras unas horas de trayecto, llegamos por fin al mirador del Condor, ya en pleno valle del Colca. Existen muchos miradores naturales por todo el valle, pero en éste se encuentra el monumento al ave sagrada de los andes: el cóndor. Desde aquí se contempla muy bien toda la enormidad y profundidad del cañón, uno de los más mayores del mundo, con picos nevados de más de 6000 metros  y el río Colca al fondo, a poco más de 2000 metros. Es bastante fácil ver volar al majestuoso cóndor, el ave con mayor envergadura del mundo. Su vuelo, pausado y tranquilo, es precioso. Nos quedamos embobados un rato contemplándolos, con la inmensidad de las montañas detrás, incluidos algunos nevados como llaman por aquí a las montañas con nieve en las cumbres. El paisaje es espectacular. En la zona suele haber  vendedores de artesanía local y alguno que otro con águilas domesticadas, para hacerte la típica foto con el animal posado en tu mano o en la cabeza.

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Los pueblos de la zona, pequeños y humildes, viven de la agricultura en terrazas de altura en el valle, del pastoreo o bien del turismo. La mayoría no habla castellano, sino aymara o quechua, las 2 lenguas autóctonas indígenas de Bolivia y de Perú.  El pueblo donde dormimos era el más alejado del valle con acceso por carretera, Cabanaconde. El alojamiento era bastante humilde, en concordancia con el resto del pueblo, cuyas calles eran de tierra en su mayoría. En cambio nos llamó la atención la sonrisa que se veía en todas las gentes de este pueblo, colegio de niños incluido correteando por todos lados. La felicidad no es tener dinero, sino vivir en armonía con lo que tienes. 

Dimos un paseo por el pueblo e hicimos una mini excursión hasta el mirador del Oasis de Cabanaconde, un lugar con unas vistas impresionantes y desde el cual sale un pequeño camino que baja hasta el oasis, como llaman los locales al pueblo ubicado justo abajo en el río, al fondo del cañón y accesible sólo a pie tras salvar un desnivel de casi 1000 metros por un sendero de montaña. Ver el atardecer desde allí fue una pasada.  Disfrutamos un montón esta tarde.

A la noche  cenamos en un pequeño restaurante, celebramos el cumpleaños de Ana y cometimos el error típico del turista que va a lugares en altura (Cabanaconde está a unos 3300m de altura, altura ya respetable): bebimos vino en la cena, bailamos en un pequeño bar donde nos pusieron música, y dormimos poco. Un gran error que descubriríamos al día siguiente.

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Dia 6. Cañón del Colca.

Nos levantamos pronto y tras un desayuno en este pueblo tan auténtico y aislado del mundo, comenzamos a recorrer los diversos puntos de interés del cañón del Colca en sentido contrario a por dónde vinimos.  Comenzamos por Maca, donde visitamos su bonita iglesia de ladrillo pintado en blanco. Dentro de ella es curioso cómo los indígenas rinden culto a sus deidades añadiendo frutas y verduras (como signo de gratitud) a las carrozas llenas de cristos y santos, de tal forma que no se ofenda al culto católico y la gente del lugar sienta como suya la iglesia.

Las comunidades indígenas, entre ellas los aymara y los quechuas, rinden culto a la Pachamama (la madre tierra). A ella le rezan, a ella respetan, a ella le imploran, a ella le temen, ella es el origen de todo. Me parece una deidad mucho más real que cualquiera de las religiones existentes, la verdad.

Nuestra siguiente parada fue en el mirador del Colca, desde donde se observan las diversas terrazas de cultivo próximas al río y escalonadas de la forma que lo hacían los incas, aprovechando los desniveles del terreno.  Al estar elevado se contempla muy bien la inmensidad de los distintos valles y terrazas de la zona. Es un sitio muy fotogénico que bien merece una parada.

El siguiente punto fue el pueblo de Chivay, bastante más grande que Maca, y por ello mucho más animado y lleno de gente. Dimos un paseo por sus calles, prestando especial atención al mercado, lleno de vendedores de frutas, hortalizas y verduras autóctonas que no habíamos visto en la vida, como por ejemplo varios tipos de patatas de color morado, rojo o incluso negro, mini plátanos, papas, quinuas o chuños . Aprovechamos para preguntar de todo a nuestros guías sobre las formas de vida, costumbres y platos típicos de los indígenas. Terminamos el paseo comiendo en un restaurante bastante chulo (y algo guiri todo hay que decirlo), donde tú mismo te servías los distintos tipos de platos contenidos en diversas cazuelas de barro. Comimos platos variados tipo buffet, algo extraños algunos, pero muy ricos todos. En general, la cocina peruana es muy buena: variada, llena de frutas y verduras, bastante elaborada, sin apenas salsas, aprovechando el producto y materia prima local, y abundante. 

Tras la comida, incluso echamos unos bailes cuando empezó a tocar un grupo de música andina.

 

Por la tarde nos acercamos a las termas de Yanque, un pueblo al lado de Chivay.  Disfrutamos de cerca de 1 hora de un bañito en la piscina y de aguas termales prácticamente para nosotros. Fue una sorpresa de nuestro guía Victor que realmente nos encantó, sobre todo a las chicas.

Tras este relax, pusimos rumbo hacia el lago Titicaca, más concretamente hacia la ciudad de Puno. Nos esperaban unas cuantas horas de viaje. 

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Volvimos a pasar por el paso de Patapampa, a 4850m, y esta vez sí que nos paramos y bajamos de la furgoneta. Desde este punto varios carteles nos informan de la ubicación en la lejanía de varios volcanes y nevados de más de 5000 y 6000 metros, como el volcán Misti, el volcán Chachani, el volcán Ampato o el volcán Sabancayo. Estuvimos haciéndonos fotos y saltando y corriendo de un lado a otro, pues hacía frío. Otro error al no ser conscientes de la altura a la que estábamos.

Al cabo de unas 2 o 3 horas, de repente empecé a notar que no podía respirar. Inmediatamente los guías me tumbaron, me dieron una pequeña bombona de oxígeno y me dijeron que intentara tranquilizarme y respirar muy despacio, pues se trataba de un ataque de soroche o mal de altura. Yo empecé a temblar, sentir mucho frío y mucha dificultad para respirar, aunque lo conseguía a duras penas. Pusimos rumbo al hospital más cercano, en Juliaca, a unos 45 minutos. Fueron los minutos más largos de mi vida, pues la sensación de imposibilidad de respirar iba y venía, y la sensación de frío y miedo era constante. Al llegar al hospital me tranquilicé, pensando en encontrarme un hospital tipo europeo. Una vez allí me pusieron oxígeno, aunque al ver la escasa atención del personal, la falta de médicos y de instrumental, el estado de las instalaciones y el tipo de gente que merodeaba por allí me vine de nuevo abajo varias veces por el miedo a no salir de allí. Mis amigos me contaron que se trataba de un hospital sin demasiados medios, viejo y descuidado, donde sólo había un médico para todos los pacientes y donde vieron llegar de urgencias, literalmente, varios acuchillados. No era precisamente un hospital europeo. Estuve cerca de 3 horas hasta que me pude ir por mi propio pie, y todos mis amigos conmigo dándome ánimos y calor humano. Un diez para ellos. Esa noche, por seguridad, dormí en un hotel que disponía de oxígeno y decidí quedarme en Puno durante los próximos 2 días, mientras mis amigos hacían el tour planeado por el lago Titicaca. Dentro de lo malo, el percance no supuso ningún cambio al planning para el resto del grupo, salvo para mí y mi novia que se quedó conmigo.  

El susto que me llevé fue el mayor de mi vida, y es por ello que echando la vista atrás pensé en todas las cosas que hicimos que no se deberían haber hecho: beber alcohol en altura, dormir poco, bailar la noche anterior, bajarte a 5000m y ponerte a correr y saltar. En definitiva, todo lo contrario a lo que hay que hacer para aclimatarse a la altura. A partir de ahora le tendré mucho más respeto, seguro.

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Dia 7. Lago Titicaca. Amantaní. Taquile.

El día de hoy me quedé en Puno junto a mi novia. Fuimos a un médico privado que me indicó que el nivel de oxígeno en sangre estaba de nuevo bien y me recomendó seguir un día más en la ciudad (que aún así está a más de 3000 metros de altura y entraña riesgo en sí mismo por la altura) para continuar con la aclimatación. No me encontraba demasiado bien aún por lo que nos quedamos sin rechistar. El pueblo no es demasiado turístico, aunque es el más grande de los que rodean el lago Titicaca y por ello tiene mucho movimiento de gente. Estuvimos todo el día paseando por el centro histórico, la bonita plaza de armas o la zona del embarcadero, donde se ve toda la magnitud del lago Titicaca, el más alto del mundo.  Comimos y cenamos muy barato y rico.

 

Nuestros amigos siguieron con el plan previsto, que era realizar un tour de 2 días por los pueblos indígenas que habitan en torno al lago (tour de 2 días con todo incluido por 57 soles por persona). El primer día visitaron los pueblos de Amantaní y Taquile, ubicados en 2 islas en el centro del inmenso lago Titicaca. Allí realizaron una serie de actividades para conocer ambos lugares y sus gentes, durmiendo en las casas de los indígenas; cenando y comiendo junto a ellos su comida diaria; asistiendo a una fiesta de bienvenida a la comunidad; visitando varios miradores sobre el lago o caminando por los puntos de mayor interés de ambos pueblos.  En este último punto alguno de mis amigos sufrió el mal de altura, aunque esta vez en la forma más habitual: dolores de cabeza y cansancio extremo. Por suerte sólo fue eso. La experiencia de convivir con gente local, una pasada según nos contaron. Son gente super humilde que te da lo poco que tiene.

Dia 8. Lago Titicaca. Islas de Uros

Durante la tarde del día anterior ya me encontraba mucho mejor y más animado, por lo que hoy decidimos visitar las islas flotantes de los Uros. Son un pueblo indígena ancestral que vive en poblados construidos en medio del lago sobre estructuras de totora que nace del fondo, una especie de paquetes de pajas flotantes, unidos entre sí, sobre los que se construyen los poblados. El tour te lleva en barca hasta varios de los poblados, donde puedes visitar las diversas construcciones realizadas, conocer cómo fabrican las estructuras de totora, como realizan las actividades pesca o ganadería ó navegar en alguna de sus barcas tradicionales. Se trata de una visita de unas 3 horas, muy guiri y cerrada, sin posibilidad de salirte de lo establecido en el tour, pero recomendable si quieres conocer algo más sobre los Uros y sus antiguas formas de vida.

Los Uros, al igual que los pueblos de Amantaní y Taquile, han evolucionado y de hecho mantienen algunas de sus tradiciones solamente para que sean visitados por los turistas, su nueva forma de vida.

De alguna forma te cabreas porque te das cuenta que lo que te están contando no es la realidad que viven hoy día, pero por otro lado tienes que asumir que todo el mundo tiene derecho a mejorar y cambiar, incluidos los pueblos indígenas. Por ello, creo que es bueno que mantengan el recuerdo de sus tradiciones y lo orienten al turismo, en lugar de abandonarlo para siempre.

Esto se debería replantear también en nuestra cultura con oficios perdidos o venidos a menos como los zapateros, los curtidores, los herreros o los yeseros. ¿Quizá un museo sería la solución?

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Nuestros amigos realizaron también el mismo tour que nosotros en las islas de los Uros, y tras ello nos reunimos en Puno para pasar nuestra última noche. Al día siguiente nos esperaba un largo viaje hasta la ciudad sagrada de los incas: Cusco.

Con ayuda de nuestro guía Victor, reservamos con antelación un bus para realizar el trayecto.

Tuvimos un incidente desagradable con él, pues nos trató de engañar en cuanto al precio pactado para el trayecto del bus hasta Cuzco, cobrándonos bastante de más. De hecho, pagamos nosotros todo el autobús a pesar de que viajaron con nosotros otras 2 turistas, que no pagaron apenas nada. Esto nos demostró que, a pesar de tener muy buen rollo con él desde el principio, portarse muy bien cuando tuve el incidente del mal de altura (él nos buscó el hotel con oxígeno y nos llevó al hospital) y ser un guía muy bueno y profesional, para ellos los europeos somos gente con dinero cuyo objetivo es sacar cuanto más posible. Imagino que no siempre es así y dependerá de con quién des, pero estas cosas me dejan muy mal sabor de boca cuando podía y debía ser todo lo contrario. Una pena.

 

Dia 9. Trayecto en bus Puno-Cuzco.  Raqchi

El día de hoy se nos hizo largo, muy largo. Comenzó con una mala noticia, pues la única carretera que conecta Puno con Cuzco estaba cortada por unos mineros que protestaban por sus precarias condiciones laborales, de hecho había protestas por todo el país. Ello supuso pasar de tardar unas 6 horas e ir por carretera a tardar casi el doble yendo por caminos de montaña llenos de enormes camiones. El camino recorría zonas del altiplano andino, lleno de enormes montañas y terrenos secos, donde apenas vimos 2 o 3 pueblos en todo el trayecto. En algunas zonas era difícil incluso respirar de la cantidad de polvo de arena que se movía con el propio movimiento de tierra de los caminos que transitábamos, y tuvimos que ponernos camisetas húmedas en nariz y boca para poder respirar. Durante el trayecto recorrimos zonas mineras, de ahí los enormes camiones que nos encontramos, algunos de ellos en los estrechos pasos de montaña de tierra con el precipicio a un lado y la montaña al otro. En alguno pasamos realmente miedo pues difícilmente cabían 2 vehículos, de hecho nos bajamos un par de ocasiones.  El terreno, embarrado en algunos tramos, tampoco ayudaba mucho.

Tras más de 8 horas llegamos por fin a la carretera principal en dirección a Cuzco. Comimos en un restaurante donde, como curiosidad, tenían varias vicuñas, llamas y alpacas a las que poder acercarte y tocar.  Tras otra hora paramos en las ruinas incaicas de Raqchi, también conocidas como Templo de Viracocha, por ser ésta la construcción más espectacular del complejo. Se trata de un templo de casi 100 metros de largo del que se conserva únicamente uno de sus muros, con varios pisos y ventanas. En otras zonas se pueden observar almacenes de planta circular (llamadas colcas), varias calles con viviendas, baños públicos y caminos de agua por todo el complejo. La visita dura cerca de 1 hora.

Tras otra hora llegamos por fin a Cuzco, ya casi de noche. Fuimos directos al hotel, donde nos pegamos una ducha y descansamos un poco. Ya de noche nos pasamos por la agencia donde habíamos previamente contratado los tours del Valle Sagrado y el trekking, para aclarar detalles al respecto. Aprovechamos para cenar por el centro histórico y dar una primera vuelta por la ciudad, que visitaríamos con más calma el último día del viaje. Una pena no haber llegado antes a la ciudad.

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Dia 10. Valle Sagrado: Sacsayhuaman. Qenko. Pisac. Ollantaytambo. Chinchero

El día de hoy era muy exigente. Queríamos visitar el máximo de lugares posible del valle Sagrado Inca, que está lleno de ruinas incas, pueblos con encanto y lugares de interés. Normalmente se suelen dedicar 2 días, pero nosotros no disponíamos de tanto tiempo por lo que tuvimos que descartar cosas. No visitamos Maras, pueblo conocido por sus salinas esparcidas por la ladera de las montañas; Moray, antiguamente utilizado como laboratorio agrícola para probar distintos tipos de cultivos; o Chinchero, hermoso pueblo tradicional y muy turístico que conserva el estilo de la época colonial.

Salimos pronto por la mañana en un minibús privado. La primera parada, quizá la más importante, aunque no la mejor conservada: Sacsayhuaman.  Se trata de una enorme fortaleza ceremonial inca ubicada en un mirador natural sobre la ciudad de Cuzco. Su construcción, tipicamente inca, utiliza piedras graníticas gigantes de varios metros de altura y anchura algunas de ellas, con diversas formas y tamaños, unidas entre sí sin utilizar ningún tipo de argamasa o cemento. Es por ello un misterio no sólo cómo se transportaron tales piedras (los incas no conocían la rueda) sino cómo lograban tal grado de pulido y cohesión de las piedras entre sí. Como la mayoría de construcciones incas, los españoles arrasaron el lugar utilizando las piedras para la construcción de iglesias, catedrales y monasterios (salvo Macchu Picchu, por suerte, que no fue encontrada nunca por los españoles). 

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La siguiente parada fueron las pequeñas ruinas de Pukapukara, ubicadas en un antiguo lugar de paso y sin demasiado interés si lo comparamos con el resto de visitas del día.

Muy cerca visitamos las ruinas de Tambomachay, que si bien son pequeñas tienen algunas cositas dignas de visitar. El lugar fue utilizado por los incas como centro de culto al agua y lugar de descanso en el camino real. Dispone de varias fuentes con ingeniosos sistemas de control del flujo de agua.

Otras ruinas pequeñas que visitamos fueron las de Qenqo, muy cercanas. En este caso se cree que se trató de un centro religioso o espiritual donde se celebraban ceremonias y sacrificios, de hecho aún se conserva una gran piedra o mesa de sacrificios. Tiene forma semicircular y está compuesta por diversos pasillos del que se desconoce su función, al igual que varios caminos de agua excavados en la roca. 

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La siguiente parada fue en un centro de recuperación de animales heridos, el zoo de Ccochahuasi donde, entre otros, vimos varios tipos de loros, periquitos, zancudas, tortugas, pumas, águilas e incluso varios cóndores que sobrevolaron sobre nuestras cabezas al grito del cuidador.  Se trató de una visita que no estaba estipulada en el tour, pero que nos colaron porque eran amigos suyos (y entrar costaba dinero, claro). No estuvo mal, la verdad, pero gracias a ella no pudimos ver, por ejemplo, Maras o Chinchero.

De camino a Pisac, es de obligada parada el mirador de Tapay, desde donde se puede contemplar una preciosa vista de todo el valle. Las ruinas del antiguo poblado de Pisac se encuentran situadas en lo alto de varias colinas, dominando gran parte del valle sagrado. Se divide en varias zonas como la mayoría de ciudades incas: la zona religiosa o sagrada y la zona donde habitaba el pueblo, estando rodeada por múltiples terrazas de cultivo por las laderas de la montaña.  Las ruinas están muy bien conservadas y su visita, de unas 2-3 horas, es obligada. Lo mejor es recorrerla sin prisas, dejándote llevar por su misticismo, sus variadas leyendas y las maravillosas vistas de todo el valle. El sendero que la recorre es, en algunos tramos, espectacular pues discurre entre el precipicio y la montaña.

En la parte baja del valle se encuentra el actual pueblo de Pisac, de origen colonial y hoy día lleno de vida indígena quechua. Merece también la pena darse una vuelta por sus callejuelas y su animado mercado en la plaza principal, o bien comer allí, como hicimos nosotros.

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Tras Pisac nos dirigimos a nuestra siguiente visita: el pueblo de Ollantaytambo. Como en la mayoría de ciudades incas, la planificación urbanística es digna de admirar. Se pueden visitar claramente diferenciados la parte agrícola con diversas terrazas de cultivo (por las que se puede subir a pie), la parte del pueblo llano con diversas calles, casas y fuentes (alguna de ellas con un ingenioso sistema mediante el cual, con un simple dedo, puedes cambiar la corriente de caída del agua en uno u otro sentido), o la parte política y religiosa en lo alto, donde se conservan enormes piedras megalíticas de un templo y de un recinto religioso. De nuevo te asaltan las dudas sobre cómo pudieron transportar estas piedras sin ayuda de la rueda, y cómo las tallaron y unieron con tanta maestría. La visita de nuevo es muy recomendable para conocer el mundo inca, y te lleva al menos 2 horas.

La última visita del día, de nuevo fuera de nuestro plan inicial, fue al típico lugar organizado para los turistas, donde un grupo de mujeres indígenas de Chinchero te mostraban diversas actividades artesanales sobre cómo hacer telares y pintarlos con materiales naturales, tras cuya demostración te invitaban a comprarles sus artículos.  Mi cabreo creció un poco más con el guía, que nos dijo que no había tiempo para visitar Chinchero pero sí para venir a esta actividad. Por mi parte no compré nada.

Ojo por tanto a lo que se acuerda con la agencia, hay que ser muy pesados para poder hacer lo que tú quieres y no lo que ellos quieren. Hay que demostrarles que conoces las distancias y los tiempos de visita de cada lugar. Aunque aún así, te pueden engañar como a nosotros.

El día acabó de noche regresando a Cuzco. Volvimos a hablar con el personal de la agencia para quedar para el día siguiente comenzar el trekking. Nos recogerían sobre las 6:00 en el hotel.

Nos fuimos directos al hotel para poder hacer la mochila que llevaríamos los próximos 4 días de trekking. El resto de ropa se la quedaría la agencia y nos la devolvería tras finalizar.

Estábamos nerviosos, estaba a punto de comenzar uno de los puntos fuertes del viaje!!!

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Dia 11.Trekking Salkantay: Cuzco-Mollepata-Soraypampa.

Hay varios trekkings para llegar a Macchu Picchu. El más conocido y demandado es el camino del Inca, el único que te permite entrar andando por la puerta del Sol en la ciudadela de Macchu Picchu, tal y como lo hacían los antiguos incas. Hay que reservarlo y pagarlo con varios meses de antelación, y existe un cupo diario máximo de personas.  Además a lo largo del recorrido se pueden visitar varias ruinas incas.

El segundo en importancia es el trekking del Salkantay (el que elegimos nosotros). Se trata de una travesía de 4 días. A nosotros nos costó (tras el regateo habitual) 295$ por persona + 30$ por saco de dormir  y +15$ por palo de trekking,  con todo incluido (comidas, portes, campamento, traslados, guías, entradas, etc). El primer día es de aproximación y ganancia de altura, durmiendo en un campamento a casi 4000m de altura. El segundo día se atraviesa un paso de casi 5000m a los pies del nevado Salkantay, el pico de 6200m que da nombre a esta ruta y se desciende casi 1500m. El tercer día se atraviesa lo que denominan ceja de selva y el cuarto día se camina por el cauce del río Urubamba que rodea Macchu Picchu, atravesando varios poblados de la zona, hasta llegar al pueblo de Aguas Calientes, a los pies de Macchu Picchu. Al día siguiente se tiene que subir en bus o a pie a la ciudadela.

El trekking es una experiencia dura pero muy recomendable, toda una aventura llena de experiencias y anécdotas que hay que vivir y disfrutar.  Paso a describir cómo nos fué:

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Tal y como estaba previsto, nos vinieron a recoger en un mini bus sobre las 6:00. Metimos todas nuestras mochilas en ella y tras un recorrido de unas 3 horas subiendo por un camino con bastante desnivel, llegamos a un punto en las montañas que se llamaba Mollepata, origen de nuestra travesía. Estábamos a 3000m de altura y nuestra aventura comenzaba aquí.

Durante los siguientes 4 días nos acompañaría nuestro guía Pachacutec (así le llamábamos), muy animado, amante del poder de la Pachamama (Madre Tierra) y la naturaleza. También nos acompañaban varias mulas de carga para portear las tiendas de campaña, sacos de dormir, esterillas y utensilios de cocina, además de 2 cocineros que nos harían las comidas, cenas y desayunos de los próximos días. Ellos siempre salían antes que nosotros para que, cuando nosotros llegásemos, todo estuviese preparado. La verdad es que la logística estuvo muy preparada, con todo detalle. Y todos los días nos hicieron una comida realmente rica, abundante, variada y completa. Un diez para ellos.

El primer día fue el menos bonito de los 4. Recorrimos un camino ancho de tierra todo el tiempo, recorriendo zonas de arbustos bajos en su mayor parte, mientras nos adentrábamos en un profundo valle. Fue una subida constante pero no demasiado pronunciada. Tras unas 4 horas llegamos a una zona llamada Sayllapata, a unos 3500m, donde comimos. Tras un pequeño descanso, continuamos otras 2 horas por una zona mucho más seca, de más alta montaña, hasta llegar a nuestro campamento en un lugar llamado Soraypampa, a 3700m. La dureza del recorrido y la altura hicieron mella en nosotros.  Llegamos bastante cansados y con ganas de descansar. El campamento estaba localizado en una pampa o llanura muy expuesta a los vientos y en altura, por lo que hacía un frío considerable, más aún cuando se hizo la noche y comenzó a nevar levemente. Según la gente va llegando al campamento se van poniendo las tiendas, por lo que la única zona cubierta del mismo se llenó pronto de tiendas y no tuvimos más remedio que plantarlas por fuera, totalmente expuestos al frío. Para añadir más inconvenientes no nos pudimos duchar pues este campamento era muy básico, de hecho los baños, a la intemperie y alejados de la zona de tiendas, los recordaremos siempre como los más sucios y desagradables en los que hayamos estado jamás. Aún así, no tuvimos más remedio que utilizarlos. Alguno de mis amigos incluso más de la cuenta, pues tuvo diarrea durante varios días.  Tras una merecida cena, también a la intemperie, nos fuimos a dormir a nuestras tiendas con muchísimo frío en el cuerpo. Esta noche la recuerdo como la que peor he pasado de mi vida. No conseguí entrar en calor en ningún momento y apenas dormí un par de horas. Además comencé a recordar las sensaciones del mal de altura y tuve taquicardias buena parte de la noche. Por suerte, ya pasó.

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Dia 12.Trekking Salkantay: Soraypampa-Paso Salkantay-Challway.

Al día siguiente los ánimos estaban renovados a pesar de pasar una mala noche.  El desayuno nos dio un chute de energía muy necesario y comenzamos sobre las 7:00 la ascensión, de unas 3 horas, hacia el paso de Salkantay, a 4600m, punto más alto de la travesía. La subida fue bastante dura y constante, sin puntos de descanso, de unos 1000m de desnivel. Por ello y por la merma de fuerzas normal debida a la falta de oxígeno, es necesario y muy recomendable realizar frecuentes paradas, para reposar y seguir con pulsaciones controladas, bebiendo mucho líquido constantemente. Al llegar arriba nos dió un subidón enorme. No es fácil llegar allí arriba y todos lo conseguimos. Lo celebramos haciendo una pequeña ofrenda de hojas de coca a la Pacha Mama y descansando unos minutos en aquel lugar tan mágico y remoto. El nevado Salkantay, enorme con sus 6200m, se podía contemplar cuando las nubes lo permitían.

Seguimos durante unas 2 horas bajando con un desnivel bastante acusado hacia el otro lado del valle, hasta Hyauracmachay, a unos 3700m, donde comimos.  Hasta aquí el camino había sido pedregoso, polvoriento y sin ningún tipo de vida humana o animal. Desde este punto el paisaje cambiaba radicalmente y comenzábamos a adentrarnos en la llamada ceja de Selva, que no es sino una zona muy verde, más lluviosa y con vegetación exuberante y exótica en algunas zonas.  Tras la comida, descendimos por esta preciosa zona hasta llegar al poblado de Challway, tras otras casi 4 horas de pateo y lluvia intermitente. El campamento estaba ubicado esta vez en una llanura verde en una zona elevada en mitad de un cruce de caminos entre 2 valles. Las vistas eran espectaculares y por suerte, la temperatura no era demasiado baja. Por fin nos pudimos dar una ducha y tuvimos algo de tiempo libre para tomar unas cervezas y comentar el día tan estupendo vivido, sin duda el más duro de toda la travesía.

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Dia 13.Trekking Salkantay: Challway-Yucamallu-Santa Teresa.

Nos levantamos de nuevo a las 6:00, y tras otro desayuno energético, nos pusimos a patear. Nos esperaban otras 3-4 horas de descenso por la ceja de selva hasta llegar al pueblo de Yucamallu, a unos 2600m, donde comeríamos.  Este parte del camino fue muy interesante.  Pasamos por senderos estrechos junto a barrancos, por caminos rodeados de vegetación selvática, atravesamos puentes colgantes de dudosa fiabilidad, vimos enormes ríos con aguas bravas y, en general, vimos unos paisajes espectaculares. En esta zona atravesamos también varios poblados con gente muy amable, granjas, animales sueltos y niños corriendo por todos lados con cara de felicidad y completamente sucios. Fue una parte muy bonita. Yucamallu es ya un pueblo con servicios de todo tipo, y fue allí donde comimos, esta vez en un restaurante con una enorme terraza, tras tomarnos unas merecidas cervezas.

A la tarde nos trasladamos en furgoneta (llena hasta los topes) hasta el pequeño pueblo de La Playa, donde colocamos las tiendas junto al resto de turistas que estaban haciendo el trekking.

Una vez montado el campamento, cogimos un bañador y nos desplazamos (en taxi esta vez) hacia las termas naturales de Santa Teresa. Se trata de un lugar donde poder relajarse tras el trekking, con algunas pequeñas lagunas de agua caliente. Esto sí que te deja nuevo para seguir pateando.

Y tras estar pateando 3 días, es justo lo que tu cuerpo necesita en ese momento. Relax total.

Ya de noche regresamos al campamento y cenamos otra estupenda cena preparada por nuestros cocineros. No sé si realmente cocinaban muy bien o que nosotros estábamos muy cansados y cualquier cosa nos parecía buena, pero quiero pensar que era lo primero. Todo es cuestión de perspectiva.

Los guías prepararon una hoguera y todo el mundo se sentó en torno a ella. Fue un momento bonito donde nos pudimos relacionar con el resto de gente compartiendo una cerveza.

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Dia 14.Trekking Salkantay: Santa Teresa-Llactapata-Hidroeléctrica-Aguas Calientes.

Nos levantamos el último día con más energía después del relax del día anterior en las termas, sobre las 7:00 esta vez.  Desayunamos fuerte de nuevo y nos pusimos a patear. Nos esperaban otras 4 horas hasta el pequeño pueblo de Llactapata, ubicado a los pies de Macchu Picchu pero en la parte contraria al punto de acceso. El día de hoy fue bastante distinto al resto. Pronto comenzamos a sortear enormes ríos caudalosos por puentes colgantes de diverso tamaño y fiabilidad. Me acordé varias veces de la escena de Indiana Jones y el templo Maldito donde se quedan colgados tras cortar un puente sobre un río lleno de cocodrilos. Pero sin duda el más espectacular fue el paso de un río donde, sobre un cable, existía una estructura metálica en la que 2 personas se sentaban y pasaban el río mientras otras tiraban de la cuerda a modo polea. Así, de 2 en 2, fuimos pasando todos. 

Tras pasar esta zona seca y pedregosa, el paisaje fue cambiando y nos fuimos adentrando entre cafetales y zonas bananeras, siempre siguiendo el curso del río Urubamba. En algunos puntos el río forma ciertas cascadas donde poder darte un baño, a pesar de la temperatura del agua.

Por fin llegamos a Llactapata, pequeña población donde encontramos la vía del tren que te permite ir a Aguas Calientes, y mucho más allá hasta Cuzco.  Comimos en un pequeño restaurante justo al lado de la vía del tren, en un entorno precioso. Es curioso ver cómo los comerciantes de la zona ubican sus puestecitos a menos de 1 metro de la vía del tren, incluso muchos de ellos en las propias vías. Cuando llega el tren, enorme, pasa tan cerca de dichos puestos que es increíble que no ocurra ningún atropello.

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Tras un pequeño descanso, continuamos nuestra ruta siguiendo la vía del tren en todo momento. Es una pasada ir por ella y notar cuando viene el tren. Todo comienza a vibrar y un gran ruido comienza a hacerse notar en el ambiente. Y más te vale escucharlo, porque el tren no parará. De hecho, en algunos puentes hay que pasar rápido por si viene el tren.  El camino hasta Hidroeléctrica primero (es una central hidroeléctrica sin interés turístico) y luego hasta Aguas Calientes nos llevó otras 3 horas. En su mayor parte el camino de tierra, a veces carretera, es sombrío y con mucha vegetación alrededor, lo cual se agradece por el calor. En esta zona vimos y oímos muchos periquitos y loros en libertad.

A poco más de 1 hora de llegar al destino, se puede ver en lo alto Macchu Picchu. Aunque prácticamente no se ve nada, es ilusionante pensar que estás haciendo esta caminata durante varios días para ver esta maravilla de la humanidad. Es algo raro de explicar. Es como si lo disfrutaras más si llegas a pie tras un período de cierto sufrimiento personal.

El último tramo es quizá el más difícil por la cercanía pero por fin llegamos a Aguas Calientes. Ya en el hotel, dejamos la mochila, descansamos un rato y nos pegamos una buena ducha. Nos tomamos buena parte de la tarde libre. Algunos nos fuimos de compras por el mercado del pueblo, lleno de puestos de artesanía, y otros se dieron un masaje relajante en uno de los varios locales que lo ofrecen, y que después del trekking se agradece bastante. El pueblo está lleno de turistas pero aún así merece la pena darse una vuelta o tomarse algo en alguno de los bares. Para cenar elegimos una pollería local y nada turística, fuera de la zona comercial cercana al río. Cenamos uno de los mejores pollos a la brasa de todo el viaje. Y barato.

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Aguas Calientes está situado justo a los pies de Macchu Picchu, al que se puede acceder andando (pateo de subida constante y dura de unos 300m de desnivel, unas 2 horas creo recordar) o bien en autobús.

El día siguiente teníamos 2 opciones: levantarnos a las 3:00, subir andando y comenzar a hacer cola para subir al Wayna Picchu (la montaña que aparece al fondo de todas las fotos de la ciudadela de Macchu Picchu, cuya escalera de subida no es apta para gente con vértigo o fuera de forma y está restringida a un cierto número de personas al día, de ahí la cola) o bien no madrugar tanto, subir en autobús y disfrutar de Macchu Picchu todo el día. Elegimos la segunda opción, por el hecho de no madrugar y porque Macchu Picchu tiene suficientes cosas que ver en un día.

Dia 15. Macchu Picchu.

Nos levantamos a las 5:00. Tras desayunar en el hotel, tomamos el primer bus (a las 6:00) que sube por la carretera serpenteante y estrecha hasta la entrada de Macchu Picchu.  Es buena idea coger el primer bus para disfrutar de la ciudadela en soledad, aunque sea por poco tiempo. Una vez allí pagamos la entrada y comenzamos la visita con nuestro guía, recorriendo los puntos más importantes durante unas 2 horas. Es bastante recomendable ir con guía local pues aprendes no sólo la historia del lugar, sino los motivos de porqué los incas hicieron según qué cosas y también diversas anécdotas o curiosidades que de otro modo pasarías por alto. Y hay unas cuantas.  Además, tras la visita guiada, tienes tiempo libre de disfrutar de la ciudadela a tu aire durante varias horas, lo cual a mi me pareció la mejor forma de disfrutar Macchu Picchu. En otros lugares impresionantes del mundo sueles tener el tiempo justo para contemplar el monumento y hacer 4 fotos, pues o bien el lugar es pequeño, o dispones de poco tiempo o hay miles de turistas esperando a que tú te vayas para entrar ellos. Pero aquí, a pesar de haber cientos de turistas, es todo tan grande y tienes tanto tiempo que hay decenas de lugares donde pararte a simplemente contemplar la belleza del lugar, sin apenas gente a tu alrededor y sin prisas por tener que irte.

Recorrimos a pie los puntos más importantes de la ciudadela: la zona alta, donde se ubica el templo del Sol, la misteriosa casa de las 3 ventanas o el Intihuatana, origen del imperio Inca; el barrio donde habitaban la nobleza y los sacerdotes, donde se encuentra la residencia real, la extraña casa de las 2 fuentes, o el templo del Cóndor, además de múltiples estancias distribuidas en terrazas y orientadas hacia el precipicio; y por último el barrio donde residía el resto del pueblo, lleno de casas perfectamente conservadas y alineadas en torno a varias calles empedradas.  Todo ello merece muchísimo la pena.

Además del ya comentado Wayna Picchu (2500m), se puede subir también a la montaña también llamada Macchu Picchu (3082m), desde la cual se contempla toda la ciudadela (2400m) y las montañas que la rodean, desde el punto más alto. Ésta es una subida menos vertical que la del Wayna pero mucho más larga y a más altura, que lleva prácticamente todo el día. Por ello la descartamos.

En su lugar decidimos ir a la puerta del Sol, el único lugar de entrada a la ciudadela en su origen y que aún hoy día conserva esa aura mágica como punto de entrada a la ciudadela. Se tarda unos 45 minutos en llegar arriba, tras una pendiente constante pero no demasiado pronunciada y decenas de escaleras. Una vez arriba y durante el camino se contempla la ciudadela y las montañas que la rodean desde lo alto, espectacular.

El resto del día lo dedicamos a disfrutar del lugar: comiendo en el suelo, echando miles de fotos, tumbándonos en el césped, respirando aire puro, paseando de nuevo por los lugares visitados anteriormente o asimilando que realmente estábamos disfrutando de este lugar tan mágico.

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Uno se prepara mentalmente para conocer Macchu Picchu pero una vez llegas allí, te sobrepasa y solamente puedes dejarte llevar por tanta belleza. Todo el entorno es impresionante. No se puede describir con palabras pero lo que si estoy seguro es que es el lugar más bonito, sobrecogedor, místico e impresionante en el que he estado nunca.  No es que la ciudadela esté perfectamente conservada en su mayor parte, que lo está; ni la imposible ubicación de la misma en el filo de la montaña, entre 2 barrancos, rodeada de montañas verdes, altas y casi totalmente rodeada por el río Urubamba, que también; ni la cantidad de leyendas, curiosidades y puntos misteriosos, que los hay; es un compendio de todo ello, unido y mezclado.  Es un lugar que engancha y al que volvería sin dudarlo.

Por algo es patrimonio de la Humanidad y una de las maravillas del mundo moderno.

Sobre las 15:00 tomamos el un minibús privado que salía de Aguas Calientes para regresar a Cuzco.

Dia 16. Cuzco. Fiesta del Inti Raymi. Ultima noche en Lima.

Como nos pasó en otras partes del viaje, nos faltó tiempo para visitar con tranquilidad y más tiempo esta preciosa ciudad. Aún así, aprovechamos bien nuestra única mañana en ella. De obligada visita es pasear por el pintoresco barrio de San Blas, lleno de calles con casas de colores blancos y azules; la calle Hatun Ramiyoc donde se conserva uno de los muros de antigua ciudadela inca y la famosa piedra de los 12 ángulos; el Convento de Santo Domingo, construido sobre las ruinas del Koricancha o Templo del Sol; dejarse llevar por las callejuelas del centro histórico y sobre todo la preciosa y enorme plaza de Armas, centro neurálgico de la ciudad, llena de casas coloniales con bonitos balcones de colores, y hoy día llena de restaurantes, hoteles y tiendas de recuerdos. La Catedral también se ubica en esta plaza, y bien merece una visita.

La ciudad de Cuzco, sagrada para los Incas, fue en su mayor parte saqueada y destruida por los colonizadores españoles en el siglo XVI y poco queda ya de su esplendor pasado. Precisamente para no olvidar su pasado Inca se celebra cada solsticio de invierno (24 de junio) la fiesta del Inti Raymi, a la que aprovechamos para asistir. Se trata de una celebración incaica y andina en honor al Sol (Inti). En ella cientos de personas se visten como incas y desfilan por la plaza de Armas realizando diversos rituales y celebraciones. La fiesta impresiona por la cantidad de gente implicada y el sentimiento sobrecogedor que se le da, así como por la solemnidad de cada ritual, donde todo el mundo permanece en silencio.

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A mediodía dejamos Cuzco para tomar un avión con destino a Lima, donde llegamos a media tarde tras un vuelo de 1 hora, donde lo más impresionante fue ver el entorno en el que se ubica Cuzco, totalmente rodeada de montañas, no en vano la propia ciudad se encuentra a más de 3000m sobre el nivel del mar.

A la llegada a Lima, tomamos un taxi que nos llevó directos al hotel. En esta ocasión no nos alojamos en el centro histórico que visitamos en nuestro primer día del viaje, sino en el animado y costero barrio del Callao, donde el ambiente es bien distinto a lo que conocíamos de Lima. Está lleno de restaurantes, buenos edificios, hoteles y gente más pudiente.

Como era nuestra última noche, nos dimos un último homenaje gastronómico y luego nos fuimos de marcha por varias de las discotecas y bares de la zona, llenas de gente y muy animadas. Una gran noche donde los chicos, como no podía ser menos, lo dimos todo hasta el último momento. Dormimos unas 3 horas, pero lo pasamos en grande. Lo que pasó en Lima, se quedó en Lima.

 

Dia 17. Vuelo regreso Lima-Madrid.

Nuestro vuelo salía bien pronto, aunque algunos agradecimos sentarnos en las incómodas butacas del avión para por fin dormir algo ese día.

El viaje había terminado pero las experiencias y  aventuras varias vividas siempre nos perdurarán.

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