ISLANDIA - 11 días
Dia 1. Vuelo Madrid-Reikiavik.
Dia 2. Círculo dorado: Kerid. Geysir. Gulfoss. Secret Lagoon.
Dia 3. Sigöldufoss. Trek Landmannalaugar.
Dia 4. Skogafoss. Gljufurarbui. Seljalandsfoss. Solheimajükull. Vik. Dyrholaey. Fjaðrárgljúfur
Dia 5. Skaftafell. Vatnajökull. Svartifoss. Fjallsarlon. Jökulsarlon. Diamond Beach. Höfn.
Dia 6. Mjóifjorður. Logurinn. Hengifoss. Husavik.
Dia 7. Jökulsárgljúfur. Dettifoss. Selfoss. Holmatungur. Asbyrgi. Husavik.
Dia 8. Krafla. Viti. Leirhnjukur. Myvatn. Hverir. Gjrótagjá. Hverfjall. Dimmuborgir. Godafoss.
Dia 9. Peninsula Snaefellsnes: Stykkishólmur. Kirkjufell. Öndverðarnes. Djúpalónssandur. Gerðuberg
Dia 10. Hraunfossar. Barnafoss. Pingvellir. Langjökull. Reikiavik.
Dia 11. Vuelo Reikiavik-Madrid.
Medios de transporte:
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Vehículo 4x4 en todo el recorrido. Imprescindible para llegar a ciertos lugares remotos.
Info de viaje:
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Época: Julio de 2017
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Días de viaje: 11 días
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Tipo de grupo: 3 parejas.
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Tipo de viaje: naturaleza, aventura, trek, navegación con icebergs, glaciares, fiordos.
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Alojamientos: hoteles sencillos, casas particulares, albergues.
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Presupuesto (todo incluido): 1500 euros
Por qué venir:
Islandia es el mayor espectáculo de la naturaleza más salvaje con 4 de sus elementos:
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Hielo. Más del 10% del país está cubierto por glaciares.
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Fuego. Volcanes activos y extintos, aguas termales y géiseres.
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Agua. Las más poderosas y caudalosas cascadas del mundo están aquí.
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Tierra. Montañas y valles vírgenes te enamorarán.






Introducción
¿Por qué venir a Islandia?
Islandia es el país ideal para los enamorados de la naturaleza más pura y salvaje.
Aquí se encuentran varios de los fenómenos que explican la formación del planeta. Volcanes, geiseres, zonas geotérmicas, cascadas, glaciares y placas tectónicas constituyen algunos de los paisajes existentes por toda la isla. No en un lugar concreto, sino distribuidos por todas partes.
Más del 10% de la isla lo conforman glaciares, alguno de ellos de los más grandes de la Tierra.
Los volcanes han forjado valles, lagos y montañas y los restos de las erupciones de lava son visibles en diversos lugares. La palabra geiser es originaria de un pueblo islandés que dispone de unos de los más altos y activos del mundo. Existen multitud de zonas geotermales, fumarolas y ríos de agua caliente.
Y qué decir de las cascadas. Pues que no he visto en ningún sitio del mundo tanta cantidad y tan impresionantes, tanto por su caudal como por su tamaño, por su belleza o por su sonido atronador.
Toda esta belleza natural tiene su cara menos amable: el frío, la niebla, las nubes y la lluvia son fenómenos muy habituales, incluso en verano. Y por encima de todos ellos está el viento. Ya sea racheado o continuo, cuando sopla fuerte puede llegar a ser muy molesto.
Islandia es un país hostil climatológicamente hablando. Hay que tenerle mucho respeto al tiempo.
Es necesario estar bien preparados tanto mentalmente como a nivel de equipamiento personal.
Puede haber días enteros de lluvia o vientos racheados del este (muy comunes) que literalmente te tiran al suelo, por poner algunos ejemplos. Es imprescindible llevar un buen chubasquero, una buena ropa de abrigo y unas buenas botas. En un mismo día puedes tener todo tiempo de cambios climáticos.
Existe un dicho local que dice ‘Si no te gusta el tiempo de ahora, espera 5 minutos’. Y es verídico.
Y eso es precisamente lo bonito de este país. Si no, no sería Islandia.
Dicho todo esto, si lo que buscas es la naturaleza más conectada a la Tierra que hayas visto nunca y comprobar con tus propios ojos lo que ésta es capaz de crear con el paso de los años, éste es tu país.
Si eres un amante de la fotografía al aire libre, no encontrarás otro sitio igual.
Si por el contrario eres un urbanita u odias el contacto con la naturaleza, búscate otro destino.
Climatología
La temporada alta en Islandia corresponde a los meses de Junio, Julio, Agosto y Septiembre, en los cuales la temperatura media ronda 12-14º en las partes a baja altura de la isla y hay unas 20 horas de luz al día. Estos meses son también los más caros y donde cuesta más encontrar alojamiento.
En invierno es época de malas condiciones climatológicas, mucha nieve y pocas horas de luz. Muchas carreteras están cortadas y es difícil llegar a algunas zonas. Pero también es el momento de observar las fantásticas auroras boreales, uno de los motivos principales del turismo de invierno.
Seguridad
A diferencia de otros lugares, Islandia no ha ‘turistizado’ sus cascadas, cañones o volcanes. Me refiero al hecho de que no hay vallas de seguridad, ni carteles exponiendo los riesgos de según qué sitios, ni caminitos de madera para llegar a lo alto de un volcán. Se ha priorizado conservar los lugares tal y como están en plena naturaleza con el mínimo de actuación humana. Ello implica dos cosas: a) Uno puede llegar a casi cualquier sitio sin mayor impedimento que su propia condición física y mental. B) Cada uno debe hacerse cargo de sí mismo y ser lo suficientemente precavido y responsable para evitar accidentes. Hay que tener especial cuidado en acantilados, gargantas, cañones, cascadas, etc. pues un resbalón o tropezón puede tener fatales consecuencias.
Estilo de viaje
Islandia es un país que te invita a poner el pie a tierra para patear y descubrirlo despacio.
Una de las opciones más demandadas por los más montañeros son las travesías, normalmente guiadas, de varios días por zonas remotas, lo cual te permite llegar a zonas que de otra forma serían inaccesibles.
Otra alternativa más sencilla son las rutas de senderismo y/o alpinismo de un solo día, muchas de las cuales se pueden hacer a tu aire, sin necesidad de guías. Las hay por todas partes.
Y por último están las pateadas de 1-3h para acceder a la mayor parte de lugares turísticos como cascadas, glaciares o volcanes. Nosotros hicimos una mezcla de las opciones 2 y 3.
Para movernos por la isla elegimos hacer un Road Trip, rodeando la isla en el sentido contrario a las agujar del reloj. O dicho de otra forma, nos movimos y fuimos durmiendo cada día en un lugar distinto.
La única zona que quizá sería visitable a base de escapadas de día y vuelta al mismo alojamiento sería la parte sur y suroeste del país. Esta zona es la más próxima a Reykjavik y también la más habitada.
Pero bajo mi punto de vista con esta última opción te perderías algunos de los mejores lugares del país, ubicados en el este, norte y noroeste de la isla. También los más solitarios y auténticos.
Aunque existe la posibilidad de moverte en autobús o incluso ir contratando excursiones puntuales, nosotros teníamos claro que queríamos contar con la independencia y autonomía de tener nuestro propio vehículo. Ello te permite no sólo llegar a sitios lejanos o difícilmente accesibles (p.ej. Landmannalaugar), sino cambiar de planes sobre la marcha, usar el vehículo como refugio en caso de mal tiempo, disponer de un lugar seguro donde poder comer un bocata y, sobre todo, sentirte libre.
Además es mucho más económico, sobre todo si eres un grupo como nosotros.
La red de carreteras de Islandia hay que conocérsela bastante bien.
Es importante para evitar multas, aunque sobre todo para evitar problemas en caso de pinchazo, golpe, avería o cambio repentino del tiempo si te pilla en mitad de una carretera lejana.
Se podría resumir en que existe una carretera de circunvalación que rodea toda la isla (road 1 o Ring Road) con más de 1300 kilómetros de longitud, de la que parten una serie de carreteras secundarias. Todas son accesibles por cualquier tipo de vehículo. No existen autovías. Después están las pistas o carreteras que comienzan por la letra F. En estas sólo se puede circular con vehículos 4x4, pues pueden atravesar zonas con firme en mal estado, ser simplemente caminos de tierra o necesitar vadear ríos. Ojo con este asunto, pues vadear un río puede no ser un asunto trivial. Podemos estar hablando de pasar un hilo de agua de varios centímetros hasta vadear un río de aguas rápidas de glaciar con hasta medio metro de agua, que no todos los coches ni conductores son capaces de cruzar.
No hay que hacerse el valiente en ningún caso. Hay que tener siempre precaución y sentido común.
El estado de caminos y ríos varía mucho de un día a otro, por lo que hay que estar siempre al día respecto a la previsión. Lo que ayer era un vadeo sencillo hoy se ha podido convertir en imposible.
Por suerte Islandia cuenta con una web de información del estado de carreteras excepcional (www.road.is), en la que se informa de posibles carreteras cortadas y de la previsión detallada del tiempo, incluyendo dirección de los vientos, posibilidad de nieblas o cualquier otro tipo de circunstancia adversa a tener en cuenta. También puedes ver en tiempo real el estado de las mismas gracias a las cámaras web distribuidas por toda la red.
En verano casi todas están abiertas, pero cabe la posibilidad de cortes si el tiempo cambia bruscamente.
Sobre el tema de la gasolina hay que tener especial cuidado, pues existen varias zonas aisladas donde es difícil encontrar una gasolinera. Hay que tratar de ir siempre con el depósito lo más lleno posible, y llenarlo siempre que veamos una gasolinera. No sabes cuándo vas a encontrar la siguiente.
Por todo lo comentado hasta ahora es fundamental saber bien dónde vamos, por qué carretera estamos circulando, el vehículo que estamos conduciendo, si hay que vadear o no algún río, conocer el caudal actual de ese río y donde está la gasolinera más próxima.
La mayoría de lugares turísticos son accesibles con vehículos no 4x4 sin demasiadas dificultades, pero para evitar problemas o si quieres acceder a ciertos lugares, yo recomendaría alquilar siempre un vehículo 4x4. Te da seguridad y confianza. Aunque hay que seguir teniendo en cuenta el tema del vadeo de ríos y estado de los caminos, algo muy importante en Islandia.
Sobre el tema de la comida islandesa puedo opinar poco, pues sin contar Reykjavik, donde sí hay buena oferta y variedad, sólo hemos comido en restaurantes en 1 ocasión. Fue en una restaurante de carretera en el que comimos unas hamburguesas con patatas y refresco por unos 25€ por persona. Muy caro.
La verdad es que hemos ido en plan ‘embutido’: siempre con fiambre español en la maleta y parando a comprar ensaladas, picoteo y bocatas en los supermercados Bonus (los del cerdito, muy famosos aquí). Las comidas siempre las hacíamos donde nos pillaba cada día, normalmente en zonas verdes de descanso con bancos y mesas para picnic, aunque algún día tuvimos que comer dentro del coche por el frío y el viento que hacía. Nuestros homenajes nos los dábamos en desayunos y cenas, momentos que aprovechábamos para cocinar cosas ricas casi a diario, una vez nos dimos cuenta que casi todos los alojamientos contaban con espléndidas cocinas de uso común.
Una de las razones para ir en plan ‘embutido’ era la económica, pero la otra es la falta de oferta de restaurantes una vez sales de la región sur-suroeste. De esta forma ahorrábamos dinero, aprovechábamos al máximo las horas de luz, no perdíamos el tiempo buscando restaurantes en lugares remotos y comíamos en lugares preciosos rodeados de naturaleza.
Ropa
Esto es fácil. Hay que ir siempre bien abrigado. La temperatura rara vez sube de 20ºC, pero cuanto más lejos de las poblaciones y más metido en la naturaleza estés, más frío hará y quizá no sobrepase 10ºC.
A esto hay que añadirle que el viento es casi continuo por toda la isla. Y es un viento frío, lo cual reduce la sensación térmica unos grados más. Por no hablar de los contrastes frío-calor cuando estás todo el día saliendo y entrando al coche, pues el cuerpo tarda en adaptarse a los cambios bruscos de temperatura.
Mi recomendación es llevar siempre una camiseta térmica puesta junto a una buena sudadera (si transpira mejor que mejor), la cazadora siempre a mano, un pantalón de montaña que se ajuste al cuerpo y buenos calcetines. También imprescindible llevar guantes y braga que te proteja el cuello. El gorro, para los más frioleros.
Alojamiento
Para poder realizar el Road Trip hay que tener bien cubierto el tema del alojamiento.
Salvo en la región sur y suroeste cercana a Reykjavik que comentaba anteriormente, en Islandia los alojamientos suelen ser muy caros y escasos. Cuanto más alejado de la capital, más escasos.
El turismo en masa comenzamos a ser un problema en el país y, aunque nosotros no hemos sentido tal masificación, las autoridades están muy concienciadas con la riqueza y conservación de su entorno natural y saben perfectamente que han de evitar la afluencia masiva de seres humanos en el país.
Ello implica que no existe infraestructura de hoteles ni hostales en casi ningún lugar fuera de la zona sur. No hay poblaciones grandes ni se pretende construir infraestructura hotelera en el futuro.
Y me parece genial esta decisión. Cuando visitas el país te das cuenta de que esto hay que conservarlo.
Y cuánto menos gente venga, más tiempo conservaremos esta isla y toda su belleza en estado natural.
Para dormir fuera de la zona sur-suroeste hay 2 alternativas: La más económica es dormir con tu propia tienda de campaña en zonas de acampada acondicionadas. Esta opción es sólo para los más valientes, por el frío y por la logística que es necesaria para llevarla a cabo (tienda, saco, esterilla, etc.).
La otra opción es dormir en alguno de los albergues o casas particulares que existen diseminadas por la geografía islandesa. Para esta opción es fundamental reservar con antelación, sobre todo en algunas zonas ‘calientes’ en las que hay muy poca oferta por las condiciones de la zona, como por ejemplo al área en torno al glaciar Skaftafell, el pueblo de Hof y el glaciar de Jökulsárlon.
Estos alojamientos suelen ser lugares muy confortables, con habitaciones amplias y cálidas, todo de madera. El baño suele ser compartido, y todas disponen de un salón de uso común para las comidas. En algunas se comparte estancia con los dueños, que viven allí mismo y te alquilan las habitaciones. Suelen dejarte espacios libres para tu privacidad y uso y disfrute de la casa.
Todos ellos suelen ser caros. Hablo de mínimos de 40 o 50€ por persona. Es lo que hay.
Dia 1. Vuelo Madrid-Reikiavik.
Lo primero que hicimos nada más bajar del avión fue ir a comprar al supermercado del aeropuerto.
Los precios están por las nubes en todo el país, sobre todo el alcohol, pero en el aeropuerto puedes ahorrarte unos buenos euros. Nuestra idea era comer casi todos los días de picnic allá donde nos pillara, por lo que compramos suministros para 2 o 3 días. Y una caja de cervezas, algo carísimo fuera de aquí.
Lo siguiente fue ir a recoger el 4x4 que habíamos reservado previamente por Internet, un coche amplio de 7 plazas en el que debían caber 6 personas más 6 mochilas grandes.
Con los deberes hechos, salimos por fin al exterior.
Y como no podía ser de otra forma, Islandia nos recibió con un cielo gris y una lluvia continua.
Por suerte nuestro alojamiento (Nordic Guest House) estaba muy cerca del aeropuerto, por lo que tardamos poco más de 15 minutos en llegar.
Nuestra primera cena islandesa fue en el salón comunitario, de donde no salimos esta noche.
Al día siguiente empezaría realmente nuestra aventura.
Dia 2. Círculo dorado: Kerid. Geysir. Gulfoss. Secret Lagoon.
Nuestro primer día en Islandia lo dedicamos a uno de los lugares más turísticos: el Círculo Dorado.
Esta región se conoce así porque en pocos kilómetros a la redonda podemos encontrar una especie de resumen de todo lo que puede ofrecer esta isla: cascadas, lagos, volcanes, áreas geotermales, geiseres y hasta placas tectónicas emergiendo de la tierra. La ruta recorre unos 300km, es circular y parte de la capital, Reykjavík. La cercanía a la misma hace de esta zona una de las de mayor afluencia de toda la isla. En ningún momento está tan masificada como podrían estar otros lugares turísticos de otros países (no hay colas, no hay problemas de parking), pero para ser Islandia, se nota la mayor cantidad de gente.
Tras dejar atrás la capital, tomamos la carretera nº1, de la que no nos separaríamos demasiado en los próximos días, pues es la que recorre todo el perímetro de la isla. Después giramos a la izquierda para tomar la carretera nº 35, que nos llevaría hasta el primer destino de la mañana: el volcán Kerid.
Localizado a escasos metros de la carretera, nos llamó la atención tener que pagar 3€ para poder entrar. De hecho es el único lugar de naturaleza en el que hemos tenido que pagar en toda Islandia, algo raro.
El volcán está extinto desde hace miles de años, pero lo llamativo es que conserva casi intacta toda su caldera central, con lo que el cráter forma un cono volcánico perfecto. En el interior existe una laguna de un color azul muy intenso que, mezclado con las tonalidades rojizas de la tierra y las verdosas de la vegetación, le dan una imagen muy característica, como cuando de niños dibujábamos un volcán.
Se puede caminar por todo el perímetro así como descender hasta la misma laguna. Es un lugar muy fotogénico, sobre todo si hay suficiente luz para tener un buen contraste y colores vivos.
La visita se puede hacer en menos de 1 hora.
La siguiente parada fue para visitar el geiser de Geysir. Esta es en realidad una zona de alta actividad geotermal, repleta de fumarolas, calderas, pozas de agua hirviendo y geiseres. Entre ellos se encuentra uno llamado Geysir, que aparte de dar nombre a este lugar ha dado nombre a este fenómeno natural en todo el mundo. No es ni el más alto ni el más espectacular, pues ha perdido bastante potencial en los últimos años. Junto a él veremos a su "hermano" Strokkur, que emana un torrente de agua a casi 100ºC a unos 60 metros de altura cada 6-8 minutos, y que hoy día es más espectacular que su famoso vecino.
Justo al lado del parking hay una serie de restaurantes, por lo que fue un buen momento para tomarse un café calentito y recuperar las calorías perdidas al estar a la intemperie.



Unos pocos km más por la carretera nº 35 nos dejan en el siguiente destino: la cascada de Gullfoss, una de las más famosas y espectaculares de Islandia gracias a sus fabulosos saltos de agua de hasta 32 metros de altura, su grandiosidad, la potencia de su caudal y la belleza de todo el entorno que la rodea.
El caudaloso río que forma las cascadas tiene una anchura de hasta 100 metros en su parte alta, y parece como adentrarse en la tierra separando los dos lados. Las cascadas se forman a diversas alturas hasta llegar a la última, que es la más estruendosa y siempre está cubierta por el vapor de agua que producen los saltos. En ella el río reduce drásticamente su anchura para seguir encauzado por un angosto y escarpado desfiladero.
El acceso a la misma es muy sencillo, pues apenas a unos metros de distancia del parking comienza el sendero que la recorre por su parte más alta. Se puede llegar a diversos miradores e incluso al lado mismo de los primeros saltos de agua. Ente fotos y paseo fácilmente se dedican 60-90 minutos de visita.
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Para terminar el día qué mejor opción que visitar una de las muchas áreas geotermales donde poder darse un baño en aguas hirviendo. El más famoso, turístico y caro es Blue Lagoon, ubicado muy cerca del aeropuerto. No pudimos encontrar hueco libre que nos viniera bien, luego lo descartamos. Otra opción hubiera sido acercarnos a alguna de los riachuelos o pozas de agua caliente que siguen en estado natural, sin explotar. Esta opción tiene la ventaja de ser gratuita, pero la desventaja de que no hay servicios, por lo que tienes que cambiarte y secarte al aire libre. También la descartamos.
La tercera opción, la que elegimos nosotros, era buscar un recinto no tan caro como Blue Lagoon, pero con unos mínimos servicios, en nuestro caso fue Secret Lagoon. Está ubicado en la carretera 30 dirección sur, junto al pueblo de Flüdir. Era el lugar perfecto y la hora perfecta.
Dispone de una piscina amplia, tranquila y rodeada de brumas y rocas naturales por las altas temperaturas del agua que emana del subsuelo, y que hacen insoportable estar más de 15 o 20 minutos seguidos en el agua. Dispone de una zona cerrada con baños, zonas para cambiarse de ropa y bar. También alquilan toallas. El precio son 24€.
La otra gran atracción del círculo dorado, el parque nacional de Þingvellir, lo dejaríamos para el penúltimo día, cuando regresáramos por la zona noroeste de la isla.
Hoy dormimos en el albergue Welcome Riverside Guesthouse, ubicado en un pueblecito llamado Hella. Como casi todos los pueblos que nos estamos encontrando, es una población muy tranquila con calles anchas, casas bajas unifamiliares, apenas un alma por las calles y algún que otro servicio (supermercado, restaurante y poco más).
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Dia 3. Sigöldufoss. Trek Landmannalaugar.
El día de hoy estaba totalmente dedicada a conocer la región de Landmannalaugar.
Esta zona ubicada en las conocidas como Tierras Altas de Islandia, forma parte de la reserva natural de Fjallabak y es una de las regiones más hermosas y únicas de toda Islandia.
La característica más singular de este lugar son sin duda las montañas multicolor. Resultado de la alta actividad geotérmica y volcánica de la zona, la existencia de montañas de colores rojizos y plomo junto a verdes y amarillos es algo bastante llamativo y difícil de ver en otros lugares. A esto hay que sumarle campos de lava, aguas termales, riachuelos, lagos y volcanes, que hacen esta región muy especial.
Landmannalaugar es también famoso por ser el paraíso del senderismo en Islandia. Por esta zona parten decenas de rutas de los más diversos niveles, en todas las direcciones posibles. La dificultad no radica en altos desniveles ni en especiales dificultades técnicas, sino principalmente en la climatología y en el conocimiento del terreno. Uno de los más famosos se conoce como Laugavegur, travesía de unos 4 días que llega hasta Skógar salvando el paso entre los glaciares Myrdalsjökill y Eyjafjallajökull.
¿Cómo llegar hasta Landmannalaugar? Pues la verdad es que no es sencillo.
Fue un quebradero de cabeza cuando estábamos diseñando el viaje pues no teníamos claro la dificultad de hacerlo por tu cuenta, cuánto tiempo supone y cómo serían los ríos que teníamos que vadear. Ahora sabemos que no es tan difícil, aunque es obligatorio disponer de un 4x4 para pasar las carreteras F.
Hay 3 opciones posibles:
F208 Sur: Hay que tomar la carretera 26 o 32, luego la F26 hasta llegar a la F208 sur. Es la ruta más difícil. Hay que vadear ríos con cierta dificultad. No es apta para todos los públicos.
F208 Norte: Se toma la carretera 26 o 32 (45km), luego la F26 (20km) hasta llegar a la F208 norte (35km). Es la ruta más popular y más sencilla. Sólo hay un pequeño río que cruzar al final, aunque se puede aparcar antes.
F225. Se toma la carretera 26 hasta el cruce con la F225. Es la más corta y si bien tiene cierta dificultad, pues hay ríos que vadear, es menos complicada que la F208 sur. Pasa al lado del volcán Hekla.
Nosotros nos decidimos por la opción fácil (F208 norte), y he de decir que disfrutamos la aproximación a Landmannalaugar como enanos. Una vez entras en la zona de grava de la F26 el territorio se vuelve más inhóspito y solitario, aunque la pista continúa recta y en buen estado, siempre de color volcánico negro. Lo único que ves durante kilómetros son montañas y más montañas. No hay árboles, no hay rastro de civilización humana. Llegados al cruce con la F208, tomamos dirección sur y enseguida nos encontramos con una estación hidroeléctrica del gobierno islandés, entre los lagos Hrauneyjalón y Krokslón. Es una de las 18 centrales hidroeléctricas y geotérmicas que la Compañía Nacional de Energia del gobierno de Islandia tiene distribuidas por todo el país, que producen más del 90% de la energía eléctrica consumida y son todo un ejemplo de adaptación al entorno.
Justo al lado se encuentran las preciosas cascadas de Sigöldufoss, compuestas de varios saltos de agua muy interesantes con caída a una pequeña laguna circular desde la que el agua se encauza formando un río. Se pueden ver justo enfrente desde una zona elevada, lo que le da una visión aérea interesante.
Merece la pena parar unos minutos.
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Siguiendo la F208 al sur enseguida el camino empieza a cambiar. Donde antes todo era recto ahora todo son curvas, subidas y bajadas. Hay que bajar el ritmo, pero es mejor así porque no puedes dejar de mirar a todos lados. Los paisajes son espectaculares por esta zona. Valles solitarios, volcanes, cráteres, lagunas de montaña y campos de lava son tus compañeros durante unos 30km. Comenzamos a sorprendernos de los diversos colores de la tierra por esta zona. Más de una vez paramos simplemente a observar.
Por ejemplo en el enorme cráter del volcán Ljótipollur, formado por una laguna de color azul esmeralda que contrasta de una forma asombrosa con los marrones, negros y verdes de las paredes del mismo.
Seguimos camino y al poco se ven por fin las primeras tiendas del camping de Landmannalaugar. Es aquí donde se encuentra el único río a vadear de esta ruta. Tiene unos 10 metros de ancho y buen caudal. Somos cautos y decidimos aparcar antes, para después caminar unos 200 metros hasta la entrada del campamento, salvando algunos puentecitos. Mejor a pie que intentar el vadeo de ríos. A esta conclusión llegamos también observando los vehículos que tiene la gente para circular por estas zonas remotas. Hay 4x4 enormes, con ruedas y ejes elevados, camiones con casi 1 metro de separación con el suelo y otros diseñados para circular con nieve y hielo. Es increíble los cacharros que se ven por aquí.
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Desde el campamento de Landmannalaugar parten casi todas las rutas de senderismo en la zona.
De entre las muchas existentes elegimos una de unas 5-6 horas, circular, que recorre los puntos más importantes. Para esta ruta hay que seguir primero el camino rojo hasta llegar casi a Hrafntinnusker, después girar a la derecha por el amarillo hasta descender al valle de Vondugil y por último regresar de nuevo al rojo que tomamos al principio y que atraviesa el campo de lava de Laugahraun.
Hay indicaciones de todos ellos por lo que es fácil seguirlos. Sólo hay que estar atento a los cruces.
Lo primero que te encuentras nada más salir del campamento y subir por un sendero bien marcado es el enorme campo de lava de Laugahraun. El color negro mezclado con el verduzco de la vegetación destaca por encima de cualquier otro color. Las extrañas formaciones rocosas se extienden más allá de donde alcanza nuestra vista. Es un lugar enigmático y sobrecogedor.
Tras atravesar el campo de lava el camino gira a la izquierda y enseguida la paleta de colores se incrementa, pasando de los oscuros a los tonos vivos del rojo, amarillo y pardo predominantes de esta zona. A medida que la senda se empina comenzamos a ver cada vez más fumarolas y pequeñas pozas con agua sulfurosa, que nos recuerdan que ésta es una zona volcánica muy activa. El olor a podrido también se empieza a acusar. Cuando por fin llegamos a la parte superior y miramos abajo nos sorprendimos de la enormidad del campo de lava que acabamos de atravesar y que se extiende varios kilómetros por el valle. Es impresionante.
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Este punto es cruce de caminos, por lo que es posible regresar de vuelta o tomar varias alternativas.
Nosotros seguimos nuestra senda de color rojo en dirección a un lugar etiquetado en el mapa como Hrafntinnusker, dejando el monte Brennisteinsalda a la derecha. Tras caminar un buen rato llegamos al cruce con el camino amarillo, el cual tomamos durante otro buen rato hasta llegar a un punto en el que el camino seguía directamente montaña arriba con un fuerte desnivel y mucha piedra suelta.
La subida son unos 200 metros durillos tanto por el desnivel como por los fuertes vientos de la zona, que es muy expuesta. Pero al llegar arriba se te olvida todo, pues desde este lugar, uno de los más altos de los alrededores y mirador natural, se puede observar todo el panorama global de Landmannalaugar: Los campos de lava de Laugahraun, el valle donde se ubica el camping a lo lejos, las zonas termales y fumarolas por las que acabábamos de subir, el perfecto cono volcánico de Bláhnúkur y, cómo no, el sinfín de montañas de riolita que se extienden hacia el sur. El contraste de colores de toda esta zona es brutal: los rojos, amarillos y marrones se entremezclan con las tonalidades verdes de la hierba o los blancos de los neveros perpetuos, formando una paleta de colores preciosa.
La bajada la hicimos por el lado contrario, siguiendo el camino amarillo que baja en zigzag y con fuerte desnivel hacia el valle de Vondugil. Este valle, totalmente llano, es un remanso de paz y tranquilidad. Si hasta ahora era frecuente el fuerte viento, en esta zona no sopla una gota, pues está totalmente rodeado de montañas que hacen de parapeto. En el valle confluyen diversos ríos y riachuelos que, en varias ocasiones, inundan el camino y hacen necesario cruzarlo dando un rodeo o vadearlo saltando con la ayuda de piedras. Es un camino agradable de vuelta sin apenas un ruido.
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Una vez llegados al campo de lava de Laugahraun, sólo queda deshacer el camino que hicimos a la mañana. Y qué mejor colofón para terminar la ruta que darte un bañito reparador en alguna de las lagunas termales existentes en los alrededores del campamento. Son gratuitas.
Las más de 2 horas de vuelta sirvieron a más de uno para echarse un sueñecito recuperador en el coche. Yo, como me tocaba conducir, aproveché para seguir maravillándome con los impresionantes paisajes de esta zona de Islandia, que no me dejaban de sorprender. Tras llegar a la carretera 1, seguimos camino rumbo este hasta llegar a Skógar, lugar donde dormiríamos hoy.
La ducha y cena en el propio alojamiento (hotel Edda) nos vino de lujo para estar calentitos y descansar. De nuevo compramos comida en un supermercado y la cenamos en el salón comunitario del edificio. El hotel se compone de 2 edificios, uno es el propio hotel y otro está destinado a albergue. La zona del albergue, mucho más barata que el hotel, está un tanto abandonada, tiene malos olores y está poco cuidada. Lo único bueno que tenía era su ubicación.
Dia 4. Skogafoss. Gljufurarbui. Seljalandsfoss. Solheimajükull. Vik. Dyrholaey. Fjaðrárgljúfur
Si el día de ayer hubo que hacer bastantes kilómetros de coche, el de hoy era todo lo contrario. Prácticamente todo el día nos moveríamos por los alrededores de Skogar donde nos alojamos hoy.
Ello nos permitió visitar muchas cosas: varias cascadas, un pequeño glaciar, un enigmático campo de lava, un río que serpentea formando un cañón y un paisaje que parece sacado de la luna.
Las tres primeras paradas del día fueron para visitar 3 cascadas. A diferencia de Gulfoss, estas 3 se visitan desde la parte baja donde cae el agua y son mucho más pequeñas, pues sólo disponen de un salto de agua. Ello no quiere decir que no sean interesantes, pues lo son, cada una a su manera.
La primera fue la cascada de Skogafoss, quizá la más conocida y espectacular. El agua se precipita desde una altura de unos 60 metros, y cuenta con un ancho de unos 25 metros. Lo peculiar de esta cascada es que te puedes acercar hasta la propia poza donde cae el agua y también puedes subir por una escalera a la planicie superior, cuando el río aún avanza tranquilo y el agua comienza a caer hacia abajo.
El parking está a escasos metros por lo que el acceso es cómodo.
Disfrutando esta cascada no puedo evitar pensar cómo esta maravilla de la naturaleza está tan cerca y accesible. En otros lugares hay que patear horas o subir y bajar montañas para llegar a una cascada.
En el cuarto día por el país ya comprendí que Islandia es precisamente esto: maravillas de la naturaleza por todas partes, a cual más sorprendente y la mayoría muy fácilmente accesibles.
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Desde Skogafoss a las otras 2 cascadas sólo hay unos 15 minutos en coche. Ambas están en el mismo acantilado por lo que distan muy poco entre ellas, tan sólo unos 600 metros, unos 8 minutos a pie. Ambas tienen también similares características en cuanto a altura, unos 60 metros, y anchura, unos 15.
La cascada de Gljufurarbui tiene la particularidad de que cae en una hendidura de la roca, por lo que no es visible a simple vista. Para acceder al punto exacto donde se produce la caída de agua tienes que adentrarte por un hueco entre las rocas. También se puede subir hasta un punto elevado desde donde se observa la cascada justo enfrente, aunque en este caso hay que trepar un poco entre las rocas, salvar alguna zona un tanto resbaladiza y dar un pequeño salto final. Sólo es apto para valientes.
La cascada de Seljalandsfoss es mucho más accesible, de hecho se puede aparcar justo enfrente. Lo especial de esta cascada es que hay un caminito para pasar justo por detrás de la caída del agua. Para ello hay que llevar chubasquero pues el agua y el vapor de agua te hace mojarte seguro. A diferencia de la anterior, esta cascada es visible desde muy lejos.


La siguiente visita del día fue para la lengua glaciar de Solheimajükull, que pertenece en realidad al glaciar Mýrdalsjökull, el cuarto en tamaño de Islandia. Para llegar a él hay que dejar el coche en un parking y caminar sólo unos 20 minutos por un camino de tierra. Este acceso tan sencillo para ver de cerca un glaciar es algo muy extraño en cualquier otra parte del mundo, donde lo normal es caminar durante horas o subir bastante altura. Pero no en Islandia. Lo raro no es sólo la posibilidad de verlo de cerca, sino que incluso puedes adentrarte por él, aun sin material técnico, caminando entre los distintos bloques de hielo de la parte más baja y cercana a la laguna donde muere el glaciar.
Hay que tener especial cuidado de no adentrarse en zonas peligrosas cerca de pozas de agua o grietas en el hielo. No hay que olvidar que es un lugar peligroso, y mucho más sin material de montaña.
El color predominante es el blanco de la nieve y el marrón y negro de las piedras, rocas y tierra arrastradas hasta aquí por el movimiento continuo del glaciar. También es posible observar grandes bloques de hielo de color azul intenso, color producido por las corrientes de agua que circulan por debajo y la refracción de la luz. Algunos de ellos, en forma de icebergs, circulan solos por la laguna, ya desprendidos definitivamente del glaciar.
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Tras la intensa mañana de naturaleza era momento de comer. Hacía bastante buen tiempo por lo que paramos en un merendero y comimos de picnic, algo bastante típico si el viento no sopla demasiado fuerte. Para bajar la comida decidimos acercarnos a un lugar que se ha convertido en muy turístico en los últimos tiempos, sobre todo para los fotógrafos, y que poco o nada tiene que ver con la naturaleza, sino más bien con el ser humano. Me estoy refiriendo al avión abandonado de Solheimasandur. Ubicado en una playa solitaria de arenas negras volcánicas, para llegar a él es necesario caminar durante 1 hora desde la carretera nº1. Es un camino que se hace largo, no en vano son 4 km. Es totalmente llano, no ves el avión hasta estar prácticamente al lado y no existen referencias a los lados. Parece que nunca vas a llegar. A la hora que fuimos nosotros estaba totalmente lleno de gente, por lo que era difícil hacer las típicas fotos que salen en Internet. Aun así diría que el paseo merece la pena sólo por atravesar un paisaje lunar tan solitario e insólito. El avión, por cierto, hizo un aterrizaje de emergencia en la playa en 1973, y ahí se ha quedado desde entonces.

Las siguientes paradas nos llevarían a las preciosas playas de arena negra y acantilados de Dyrholaey, localizadas justo antes de llegar al pueblo de Vik. Aunque se puede llegar a pie de varias de las playas, nosotros preferimos verlo todo desde lo alto. Para ello que tomar la carretera 218 en dirección al Faro de Dyrholaey, donde aparcamos. Desde este punto se tiene una preciosa vista de la playa en dirección oeste, así como una zona de rocas donde, si tienes suerte, podrás ver algún que otro frailecillo revoloteando en sus nidos o volando por la zona.
Para poder ver la zona este hay que mover el coche hasta otra zona de parking a escasos 2 minutos. Desde este punto se ven una de las mejores vistas de la fotogénica playa de arena volcánica de Reynisfjara así como de los verdes acantilados rocosos que mueren en la costa. Es una zona preciosa en la que es muy habitual tener vientos tan fuertes que es difícil incluso mantenerse de pie.
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El día estaba siendo largo pero aún nos quedaron fuerzas para hacer 2 paradas más. Ambas paradas estaban muy cerca de nuestro alojamiento de hoy. ¿Cómo no íbamos a parar?
La primera fue en los curiosos campos de lava de Eldhraun, visibles durante varios kilómetros a los lados de la carretera nº 1. No pudimos evitar parar en un descansillo al lado para pasear por ellos y curiosear un poco. Lo que hoy día es una extensa planicie de rocas volcánicas cubiertas por una alfombra de musgo es el resultado de la erupción del volcán Laki allá por el año 1783. Sorprende lo mullido del musgo de color verdoso que ha colonizado la roca, pues en algunas zonas pareces ir flotando según caminas por encima. La explosión fue de tal magnitud que el campo de lava aumentó la extensión de la isla, por ello la lava llega hasta la misma orilla del mar.
La segunda parada fue en el cañón de Fjaðrárgljúfur. Formado gracias a la erosión de las aguas de los glaciares río arriba, se trata de un estrecho y profundo cañón que alcanza hasta los 100 m de altura en algunos puntos y donde el color verde de las praderas y musgo de las rocas entra en contraste brutal con el negro de las paredes basálticas del cañón.
Existe un sendero en el margen izquierdo a través del cual podemos ir río arriba durante unos 2 km, siempre en la parte alta del desfiladero, nunca a nivel del río, que queda abajo. Las vistas son espectaculares en multitud de miradores y salientes de roca naturales.
Tras el largo día de hoy estábamos deseando llegar al alojamiento para poder darnos una ducha y descansar. El alojamiento de hoy fue el Klausturhof Guesthouse, a escasos 5 minutos del cañón de Fjaðrárgljúfur. Buena cama, calorcito y cocina-salón comunitaria. ¿Qué más podíamos pedir?

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Dia 5. Skaftafell. Vatnajökull. Svartifoss. Fjallsarlon. Jökulsarlon. Diamond Beach. Höfn
El día de hoy estaba totalmente dedicado al parque nacional de Skaftafell y al glaciar Vatnajökull.
Es el parque nacional más grande de Europa y ocupa el 14% del territorio islandés.
Aunque lo primero que hicimos, de camino, fue parar en la cascada de Foss a Sidu. Había una luz muy buena y no quisimos desaprovechar la ocasión para hacer unas fotos. También vimos unos cuantos caballos islandeses en una granja cercana y no pudimos evitar acercarnos a verlos de cerca. Son gordotes, paticortos y tiene un pelo con flequillo muy curioso, al estilo de los rockeros de los 80,
También reseñable de camino son los campos de lava de Skeiðarársandur, muy similares a los del día anterior (Eldhraun), pero con la diferencia de que en estos existe un fuerte contraste entre esta zona formada por el fuego y los cercanos glaciares de Vatnajökull formados por el hielo, cuya sola imagen aproximándose es sobrecogedora.
De nuevo la mezcla de elementos tan característica de Islandia, y sin apenas intrusión humana.
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El parque nacional de Skaftafell tiene varias entradas, siendo la sur la más turística. Esta zona es conocida por sus rutas de senderismo, accesibles sin demasiadas dificultades a la mayoría de gente. Nosotros elegimos la ruta más típica, que hace un recorrido circular primero a la cascada de Svartifoss y después a varios miradores de una de las lenguas glaciares que caen del enorme glaciar Vatnajökull.
La ruta se completa en unas 3 horas de pateada, con unos 300 metros de desnivel positivo y 8km de recorrido, incluyendo paradas para comer, fotos, descanso, etc. Hay zonas donde sentarse por lo que se puede echar algo de comida y bebida a la mochila y comer de picnic por el camino.
El primer tramo parte del camping ubicado a la entrada del centro de visitantes de Skaftafell, y enseguida comienza a subir por una pista bien señalizada atravesando un entorno de matorrales y arbustos. Al poco empiezan a aparecer los primeros picos montañosos nevados, vista que se mantendrá e incluso se incrementará con nuevas montañas a medida que sigamos ganando altura.

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La primera visión de la cascada de Svartifoss la tenemos desde una pequeña explanada en la que ya podemos advertir el cauce del río horadando un tremendo socavón en la tierra y la cascada al fondo. Tenemos que caminar un poco más, pasar varios puentes de madera y subir y bajar alguna escalera para por fin llegar a la base de la cascada. Svartifoss es conocida como la cascada negra, pues está rodeada de preciosas columnas de basalto de color negro, las cuales parecen como colgar del acantilado como si fuera un enorme órgano de iglesia. Las columnas tienen forma hexagonal y son de origen volcánico. Son muy similares a las que podemos encontrar en la Calzada del Gigante en Irlanda. La belleza y singularidad de estas columnas ha inspirado a varios arquitectos islandeses, que han plasmado su estilo en algunos edificios modernos de la capital, Reykjavik.
Deshaciendo los pasos hasta el mirador anterior, el camino continúa en dirección este, de nuevo entre pequeños matorrales, muchas flores y ningún árbol. Desde esta zona elevada se tienen unas preciosas vistas 360º de todo el entorno, incluyendo valles, montañas, glaciares y ríos. Una pasada. Al cabo de otros 40-60 minutos se llega por fin al mirador de Sjónarnípa, punto desde el que se puede ver la lengua glaciar de Skaftafellsjökull.
La vista desde este punto es espectacular, pues se ve todo el glaciar completo, desde que nace en la parte más alta del inmenso glaciar Vatnajökull hasta que muere en la laguna de la parte más baja. Es posible ver los icebergs que se desprenden de la masa de hielo y flotan en la laguna azulada, e incluso los meandros del río yendo de lado a lado hasta acabar desembocando en el río, kilómetros abajo. Una clase en vivo y en directo del proceso de transformación del agua en la naturaleza.
Hay que sentarse en lo alto de una piedra y simplemente observar.
El camino de vuelta se hace por otro sendero de bajada, en buena parte paralelo a la lengua glaciar y casi siempre caminando entre arbustos de tamaño medio y pequeños matorrales de montaña.
Al llegar al campamento de abajo aprovechamos para comer, ir al baño y tomarnos un descanso.

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La segunda parte del día la dedicamos por completo al HIELO.
Nuestra primera parada fue en la laguna glaciar de Fjallsarlon.
Gracias a que su laguna hermana mayor de Jökulsarlon es más turística y visitada, pudimos contemplarla prácticamente solos. Algunos pequeños icebergs pululan por la laguna, aunque lo más interesante es ver la enorme masa de hielo bloqueada en el agua. Este glaciar es como un avance previo necesario antes de visitar la laguna glaciar de Jökulsarlon, bastante más grande y espectacular que la anterior, aunque también más explotado turísticamente. Aquí los icebergs son realmente grandes y cada uno tiene su particularidad. Estos enormes trozos de hielo cambian continuamente de forma, color y tamaño según cómo les de la luz, cómo se vayan desprendiendo trozos, si se dan o no la vuelta en el agua y según la hora del día.
Algunos tienen zonas de color azul intenso, lo que es debido a que hace poco tenían esa parte bajo el agua y tienen menos oxígeno. Otros en cambio son totalmente blancos, lo que indica que llevan ahí bastante tiempo y su tamaño bajo el agua es bastante superior a lo que vemos. Estas cosas y mucho más son lo que aprendimos con la excursión que contratamos para recorrer la laguna en bote neumático (90€ persona, 90min).
La experiencia es muy interesante si lo que quieres es navegar entre multitud de icebergs, aprender sobre el proceso de formación de glaciares e incluso acercarte a escasos 100 metros de la barrera de hielo existente al fondo de la laguna, la cual es realmente impactante y una de las fotazas que nos llevamos de este lugar. Nunca había estado rodeado de tantas masas de hielo y es algo que realmente me ha impresionado. Lo volvería a repetir sin duda.
Tras acabar el tour nos acercamos a la cercana playa Diamond. Aquí no hay gente tomando el sol ni chiringuitos, sino un montón de bloques de hielo repartidos por el agua del mar y la arena negruzca de la playa. Otro lugar curioso, difícil de ver en otras latitudes y perfecto para los amantes de la fotografía por los contrastes de la nieve, el hielo y el negro de la arena.




Tras esta última visita seguimos la Ring Road en dirección norte, flipando con las continuas lenguas glaciares que bajan desde las montañas y de nombres impronunciables. Llegados al pueblo de Höfn dejamos atrás al glaciar Vatnajökull cuya visión nos había estado acompañando durante todo el día, para adentrarnos en la región de los fiordos del este de Islandia. Pero esto lo dejamos para el día siguiente.
Hoy dormiremos en Starmyri 2 Cottages, unas cabañas ubicadas en mitad del campo, antes de llegar al pueblo de Djúpivogur. Aunque fue uno de los alojamientos más caros del viaje (78€ persona), lo disfrutamos y aprovechamos bastante. Disponía de un salón-comedor muy coqueto, siendo la zona de dormitorios totalmente abuhardillada. Todo moderno y hecho de madera.
Dia 6. Mjóifjorður. Logurinn. Hengifoss. Husavik.
Hoy ha tocado etapa larga de coche, aunque hemos disfrutado un montón con los paisajes de hoy.
La primera parte hemos estado recorriendo algunos de los fiordos del este, pues en esta parte de la isla la carretera nº1 bordea buena parte de los mismos, entrando y saliendo a cada uno de ellos según entra y sale el agua del mar para formar el fiordo.
Desde los pueblos de Djúpivogur hasta Reyðarfjörður se pasa hasta por 5 de ellos, muchos espectaculares con las primeras brumas de la mañana sobre el agua y las verdes montañas justo detrás. En esta zona se ven también algunos pequeños poblados marineros.
Le dedicamos especial atención al fiordo Mjóifjörður, considerado por muchos como el más impresionante de toda Islandia, quizá por su aislamiento. Para llegar a él hay que tomar la carretera 953 y recorrer un valle sobre el que caen decenas de torrentes de agua y riachuelos (en otros lugares a esto le llamarían cascadas) y es fácil ver ovejas sueltas pastando junto al río.
¿He comentado que las ovejas en Islandia siempre van en grupos de 3 o 4? Pues eso, siempre.
La carretera se estrecha a medida que se sube hasta el paso de montaña en el que se ve por fin el fiordo en toda su extensión. Desde este punto la carretera serpentea con multitud de curvas, siempre hacia abajo hasta llegar a la altura del mar, donde se encuentra una pequeña aldea y algunos restaurantes y alojamientos.
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De vuelta a la Ring Road llegamos al pueblo de Egilsstaðir, donde aprovechamos para tomar un café, repostar y hacer la compra para los próximos días. Desde aquí tomamos dirección sur, dejando el río Lagarfljót siempre a la derecha. Este río es el segundo más largo del país con más de 140km, y en esta zona tiene tal anchura que se le conoce como lago Logurinn. Aunque nosotros, a pesar de lo que dice la leyenda, no vimos al monstruo Lagarfjlótsormurinn. En esta zona vimos algo que no habíamos visto en el resto de Islandia: zonas enteras de bosques de abetos. De hecho, es complicado ver incluso árboles.
Casi al final del lago se cruza un puente hacia el otro lado hasta un parking cercano.
Aquí comienza el trek a la cascada de Hengifoss. La ruta comienza en el mismo parking por un sendero señalizado, siempre montaña arriba y paralelo al río del que surge la cascada, con el objetivo final casi siempre a la vista, a lo lejos. En el entorno reinan los tonos marrones de la tierra seca, no hay ni un árbol.
Tras unos 50 minutos se llega a la cascada de Litlanesfoss, buen preámbulo de lo que nos espera arriba y digna de parar a contemplarla un buen rato. El salto de agua es imponente así como las columnas de basalto que la rodean. Continuamos sendero arriba cada vez más pegados al río y con una visión más amplia a medida que subimos.
Llegados arriba tras unas 2 horas de pateada, es momento de disfrutar de la belleza de la cascada de Hengifoss, segunda más alta del país con sus casi 120m de caída. Verla y escucharla de cerca impresiona, tiene un caudal impresionante y puedes observarla muy de cerca. Está totalmente rodeada de columnas negras basálticas entremezcladas con capas horizontales de color rojo, como si fuera una tarta.
A diferencia de otras cascadas de Islandia, para ver esta te lo tienes que currar, por lo que la satisfacción de haber llegado hasta aquí es un plus adicional.
La bajada, por el mismo sendero de subida, te permite ir disfrutando de las excepcionales vistas de la desembocadura del río Hengifossá, el lago Lagarfljót y los bosques de abetos al otro lado del mismo.
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Después de comer de picnic, hoy por suerte hizo buen día, pusimos rumbo a la parte norte de la isla. Nos separaban unas 3:30 horas por una carretera que, aunque no nos pareció demasiado espectacular (y esto si es raro) sí que nos ofrecía de vez en cuando algún que otro mirador natural en el que pararnos. Un ejemplo de ello es un lugar donde existe una silla blanca de madera desde la que se empieza a observar el vasto territorio geotermal, seco y solitario, al que nos estábamos acercando.
Las dos siguientes noches dormiríamos en una casa de campo ubicada en las cercanías del pueblo de Laugar, por lo que haríamos base aquí. Mañana visitaríamos la zona de las cascadas de Dettifoss/Selfoss y al día siguiente la región geotermal de Myvatn y alrededores. Hoy sólo queríamos llegar a nuestro alojamiento y darnos una buena cenita.
La casa de campo donde dormiríamos hoy estaba habitada por una familia islandesa. Durante nuestra estancia ellos nos cedían la cocina y varias habitaciones que tenían preparadas para invitados, y se reservaban un enorme salón diáfano de unos 60 m2 que veíamos con una envidia terrible cuando pasábamos al lado. Cruzamos con ellos algunas conversaciones interesantes pero también disponíamos de nuestra privacidad. La encontramos por AirBnB. Al parecer es algo bastante típico en Islandia. Y menos mal porque según la zona el alojamiento escasea muchísimo.
La idea de dormir dos noches seguidas en el mismo lugar obedecía al hecho de que por esta zona norte hay multitud de cosas que ver, por lo que hacer base en un lugar concreto es buena idea.
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Dia 7. Jökulsárgljúfur. Dettifoss. Selfoss. Holmatungur. Asbyrgi. Husavik.
Hoy hemos dedicado el día completo al parque nacional de Jökulsárgljúfur, ubicado en el extremo más septentrional del parque nacional Vatnajökull y unido a éste mediante el río Jökulsá á Fjöllum.
Este río forma a su paso el cañón Jökulsárgljúfur, que con sus más de 25 km, profundidades máximas de 200m en algunos puntos y anchuras de hasta 500m es uno de los lugares más singulares del país.
El cañón tiene la peculiaridad de que fue formado por la falla que separa la placa tectónica euroasiática de la americana. En algunos puntos (por ejemplo la zona de las cascadas) se ve perfectamente la tremenda grieta que separa las 2 planicies y por la que circula el río.
Jökulsárgljúfur es una región ideal para hacer senderismo, pues dispone de multitud de caminos y senderos perfectamente señalizados y coloreados por dificultad, para visitar los principales puntos de interés. Existen 2 formas de recorrer el cañón: por la margen occidental del río (carretera 864) o por la parte oriental (carretera 862), pero no existe forma de pasar de una a otra (salvo por los extremos), por lo que hay que tener bien claro lo que se quiere hacer para tomar uno u otro camino.
Por las 2 carreteras se pueden visitar las cascadas de Dettifoss, Selfoss y Hafragilsfoss, ubicadas en el extremo sur del cañón, pero la parte oriental te permite acceder además a otras zonas interesantes donde hacer algún trekking, como son Vesturdalur o Hólmatungur.
Nuestra elección estaba clara: carretera 862, zona oriental.
Comenzamos el día visitando las cascadas de Dettifoss, Selfoss y Hafragilsfoss.
Las 2 primeras se accede desde el mismo parking. Para la tercera hay que ir en coche hasta otro parking.
La cascada de Dettifoss es la cascada más caudalosa de Europa. El volumen de agua que cae es realmente impresionante y el ruido que genera ensordecedor. Tiene unos 100m de anchura y unos 50m de caída.
Ya llevábamos vistas varias cascadas en Islandia y pensábamos que no nos íbamos a sorprender más, pero esta cascada nos volvió a dejar perplejos por lo poderosa y violenta que es. Es impresionante. Te quedas sin palabras al observarla.
Otro de los aspectos que sorprende es el color oscuro y grisáceo de sus aguas, resultado de los sedimentos volcánicos que mueve. La visita está acondicionada con unas pasarelas ubicadas en una zona elevada.
La cascada de Selfoss está a unos 15 minutos a pie río arriba y, a diferencia de Dettifoss, se puede caminar por toda la orilla del río, pues no hay vallas ni restricciones. Selfoss no es un salto de agua único, sino un conjunto de ellos en una especie de circo panorámico de cascadas más pequeñas que desaguan en una zona más ancha. Desde aquí el río comienza a estrecharse hasta que un kilómetro y algo más abajo forma la cascada de Dettifoss.
Para llegar a la cascada de Hafragilsfoss había que coger de nuevo el coche pero como nos habíamos quedado satisfechos con las 2 primeras cascadas y sabíamos que ésta no era de las más espectaculares, decidimos pasar de largo.
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Lo siguiente que queríamos hacer era un pequeño trekking por alguna de las zonas del parque nacional.
Hay 2 opciones principalmente: la zona de Vesturdalur o la de Hólmatungur.
En Vesturdalur hay varios caminos que recorren tanto Hljóðaklettar, un lugar repleto de formaciones rocosas con formas peculiares, como el valle de Rauðhólar, donde destaca una montaña con la ladera teñida de color rojo, debido al hierro de la zona.
En Hólmatungur las caminatas son más sencillas y llanas que en Vesturdalur y recorren un lugar mucho más tranquilo y calmado entre arroyos, pequeños saltos de agua y vegetación baja de arbustos y flores, hasta llegar a un pequeño cañón donde se está muy cerca del nivel del agua.
En nuestro caso elegimos Hólmatungur, pues queríamos algo tranquilo y estaba comenzando a llover.
La siguiente visita del día la dedicamos al singular cañón de Asbyrgi, ubicado unos kilómetros más abajo y ya separados del río Jökulsá á Fjöllum. Esta formación geológica es una extraña depresión de más de 3km de largo por 1 de ancho en el que la tierra parece haberse hundido unas decenas de metros respecto de las planicies de la parte superior. No falta la leyenda que cuenta que ésta se originó por la pisada de Slaettur, el caballo de Odín. Hoy día esta zona posee un microclima que ha propiciado el surgimiento de múltiples especies animales y vegetales. Todo está cubierto por un espeso bosque.
En el interior del cañón existen de nuevo diversas rutas de senderismo, algunas por la parte baja y otras por la parte superior. Una de las más típicas es la que hicimos, que comienza en el camping situado en el interior del cañón y, siguiendo siempre un sendero bien indicado, sube hasta el promontorio de la parte central del mismo. Una vez ganada altura, se ha de continuar en llano un rato hasta llegar a un precipicio donde no se puede continuar. Desde este lugar exacto se puede disfrutar de una panorámica 360º excepcional del cañón de Asbyrgi en toda su amplitud, así como algo difícil de tener hoy día: SILENCIO.
Es justo en este sitio donde uno se da cuenta de lo excepcional y curioso de este cañón.
No es lo mismo verlo desde abajo que desde arriba.
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La última hora de la tarde la dedicamos a visitar Husavik, pequeño pueblo marinero famoso por ser uno de los centros de avistamiento de ballenas más importantes de Europa. Pasear por el pueblo permite descubrir un bonito conjunto de casas de madera de colores, además de varios restaurantes, tiendas y un interesante puerto pesquero, donde se puede ver algún que otro pequeño barco ballenero.
Es un lugar cuidado y turístico, pero que mantiene todo su encanto tradicional.
Regresamos a ‘nuestra’ casa de campo bien entrada la tarde. Nos pegamos una ducha y cocinamos otra rica cena con cosas que habíamos comprado en un supermercado en Husavik. Había que aprovechar estos dos días que teníamos una buena cocina y una buena mesa sólo para nosotros.
Y eso que hicimos, que bien nos estaba sentando estar 2 noches en este mismo lugar.
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Dia 8. Krafla. Viti. Leirhnjukur. Myvatn. Hverir. Gjrótagjá. Hverfjall. Dimmuborgir. Godafoss.
Si ayer dedicamos todo el día al parque natural de Jökulsárgljúfur, hoy se lo dedicaríamos a la región de Myvatn, Hverir y Krafla, un paraíso para los amantes de la geotermia, la geología y la actividad volcánica.
Gran parte de lo que vamos a visitar hoy está en el área de influencia del volcán Krafla, gigantesco volcán de más de 10km de diámetro que, en dos de las erupciones volcánicas más importantes que ha tenido, la primera sobre el año 1725 y la segunda en torno al año 1980, conformó buena parte del paisaje que se ve hoy día en esta vasta región del norte de Islandia. Con tal diámetro uno se puede dar cuenta de que no es un volcán ‘al uso’ con un único cráter, sino más bien un área con intensa actividad volcánica que dispone de decenas de cráteres, campos de lava, aguas sulfurosas y zonas geotermales.
Uno de los cráteres más visitados en sin duda el cráter Viti, uno de los más icónicos de toda Islandia.
Es un lugar fácil de acceder (5 minutos desde el parking), fotogénico (cono perfecto con una laguna azul intenso en su interior) y muy disfrutable (hay un sendero que recorre todo su perímetro).
Muy cerca de allí se encuentra otro lugar muy especial: los campos de lava de Leirhnjukur.
Para llegar a ellos hay que andar un poco. El camino sale del parking y atraviesa una zona llana de arbustos bajos y tierra volcánica negra. Al cabo de unos 10 minutos se llega a la base de un montículo donde los colores predominantes cambian a amarillentos y ocres. Comenzamos a observar algunas pequeñas lagunas de colores fosforescentes con agua saliendo a borbotones, motivados por los metales, sulfuros y altas temperaturas de la zona. Junto a ellas, y por buena parte de la montaña, numerosas fumarolas no paran de expulsar gases del mismo fondo de la tierra formando grietas en la tierra. Es un lugar con una intensa actividad geotermal. El sendero continúa subiendo hasta llegar a lo alto de la montaña. Y desde allí el panorama de nuevo vuelve a cambiar a un único color: el negro. El negro del enorme mar de lava solidificada que tenemos ante nuestros ojos, y que abarca buena parte del valle al otro lado de la montaña. Hemos llegado a Leirhnjukur, el campo de lava más espectacular de Islandia.
El sendero continúa serpenteando por dentro del campo de lava hasta llegar al punto más elevado, desde donde se tiene una panorámica espectacular de toda la región, que es como una clase de vulcanismo al aire libre. Se pueden ver algunas calderas aún activas, varios cráteres, los rastros que dejaron los ríos de lava descendiendo montaña abajo e incluso se aprecia la diferencia entre el magma de distintas erupciones en el tiempo, una de color marrón y otra negruzca. Todo en el mismo lugar.
Aunque no es visitable por razones obvias, por la zona también se encuentra una planta de generación de energía geotérmica, visible desde la carretera, que abastece buena parte de las necesidades energéticas del país. Se la identifica fácilmente por las enormes y llamativas tuberías de color rojo que van de un lado a otro junto a algunos pequeños edificios. Viendo el paisaje desolado y rojizo de los alrededores y las continuas columnas de humo y vapor que salen de todas partes más bien parece una colonia del planeta Marte que una planta energética.
Lugar curioso de ver.
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Tras cerca de 3 horas conociendo al volcán Krafla y alrededores, nos fuimos un poquito más al sur (15min) para conocer la región que rodea al lago Myvatn, llena también de varios lugares interesantes.
Comenzamos por Hverir, un lugar que se caracteriza por la alta actividad geotermal del subsuelo, una de las mayores del país. Fumarolas, lodo hirviendo, pozas humeantes y algún que otro pequeño geiser son los fenómenos más habituales en este lugar, otro ejemplo de las rarezas geológicas de Islandia. La mezcla de metales, azufre y sulfuro del subsuelo produce un olor nauseabundo, por lo que es conveniente ir con la nariz tapada. Todo el entorno parece una olla a presión a punto de explotar.
Desde aquí existe también la opción de subir a la cima del monte Namafjall mediante un pateo de alrededor de 1 hora, para obtener unas vistas panorámicas de toda esta región.
Muy cerca de aquí se encuentran los baños naturales de Myvatn, donde se puede disfrutar de un baño al aire libre en un recinto que dispone de una piscina de aguas termales, entre otros servicios. Ideal para terminar el día, pero que nosotros no visitamos porque aún nos quedaba mucha tarde.
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Lo siguiente que hicimos fue acercamos a la cueva de Gjrótagjá, ubicada junto a una enorme grieta en la tierra que da muestras una vez más de lo poderosa que es la erupción de un volcán.
Esta pequeña caverna era una antigua piscina natural oculta en una oquedad de la roca y conocida apenas por unos pocos islandeses, pero desde que apareció en una de las escenas de Juego de Tronos se ha convertido en un lugar muy frecuentado. La cueva, de poco más de 10 metros de largo por 2 de ancho, tiene un agua transparente y preciosa que invita a bañarse, si no fuera porque la temperatura asciende hasta los 50º y porque está prohibido bañarse. A pesar de ello es fácil ver turistas irrespetuosos metidos en el agua. Una pena.
A escasos 5 minutos en coche se encuentra el volcán Hverfjall, a cuya cima se puede subir por un camino ancho de arena y piedras sueltas tras unos 30 minutos de pateada. Al igual que el volcán Viti o el Kerid, este volcán es un cono perfecto que se puede rodear en su totalidad. A diferencia de estos, con colores vivos y laguna interior, este volcán destaca por el color negruzco y grisáceo de las rocas volcánicas y porque no hay agua en el interior del cráter. Al llegar a su cima parece que estás en la Luna.
Es un lugar extraño y con personalidad propia, distinto a lo que hemos visto hasta ahora.
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Continuamos dirección sur por la carretera 848 hacia los campos de lava de Dimmuborgir, popularmente conocidos como ‘la ciudad encantada’, donde podremos ver cavernas y formaciones rocosas moldeadas de diversas maneras dependiendo de la fosilización de la lava tras las múltiples erupciones volcánicas ocurridas en la zona a lo largo del tiempo. Para visitar esta zona existen diversas rutas marcadas, que van desde minutos a horas. Nosotros elegimos una de las más típicas, el Círculo de la Iglesia, que pasa por algunas de las formaciones más interesantes en un recorrido circular unos 2,5km. Ni vimos iglesia ni nos sorprendieron las formaciones. Hay que tener mucha imaginación, la verdad.
A pesar de la pequeña desilusión de Dimmuborgir aún tuvimos ganas de hacer una última parada en los alrededores del lago Myvatn, en concreto en los cráteres volcánicos de Skútustaðagígar. Ubicados en una orilla del lago Myvatn y con buenas vistas del mismo, se trata de un pequeño conjunto de pseudo-cráteres de apenas unas decenas de metros de ancho y poca altura visitables a lo largo de un sendero que los recorre. Hoy día el musgo y césped se ha adueñado del lugar por lo que parece que estamos paseando por un agradable jardín irlandés al lado de un lago.
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Tras otras 3 o 4 horas de visita por la región en torno al lago Myvatn, regresamos a la Ring Road y pusimos rumbo noroeste.
Aunque ya cansados tras la larga cantidad de visitas realizadas hoy, teníamos que guardarnos algunas fuerzas para el último plato fuerte del día: la cascada de Godafoss.
Cuenta la leyenda que cuando Lagman, el ‘hombre de leyes’ de los islandeses, decidió adoptar la fe cristiana para su pueblo, tiró en esta cascada las estatuas de los dioses paganos que poseía, dando origen al nombre por el que se la conoce hoy día: cascada de los dioses.
Esta cascada es, de nuevo, una cascada para quitar el hipo. Tiene unos 50 metros de largo por unos 12 de alto, y se divide en 2 saltos poderosos de agua separados por una enorme roca central.
El conjunto forma una especie de circo por donde cae continuamente el agua del río Skjálfandafljót, que tras tan espectacular caída continúa camino, ya más calmado, serpenteando río abajo.
Para visitarla se deja el coche en un parking cercano del que parte una senda paralela al río que en poco más de 5-10 minutos te deja en un lugar inmejorable para tener una panorámica de la cascada.
Se puede bajar hasta el nivel del agua o llegar a la altura desde donde cae el agua, por ambos lados.
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Tras la visita a Godafoss, seguimos rumbo oeste por la nº1 durante unas 3 horas.
El alojamiento elegido para hoy fue el hostal Hvammstangi, ubicado en el pueblo del mismo nombre y justo en la orilla del fiordo Miðfjörður. En esta ocasión se trataba del típico albergue con varias habitaciones de literas y baños compartidos. La construcción del albergue tenía la forma de un contenedor rectangular y paredes de madera, algo que ya habíamos visto varias veces en Islandia, donde está de moda que te puedas ‘llevar’ tu casa de un lado a otro en contenedores de este tipo.
Llegamos tan cansados y tan tarde que apenas tuvimos tiempo para ducharnos y cenar algo rápido en el salón comunitario del albergue.
Dia 9. Snaefellsnes: Stykkishólmur. Kirkjufell. Öndverðarnes. Djúpalónssandur. Gerðuberg
Dicen que la península de Snaefellsness es una especie de resumen de todo lo que ofrece Islandia.
Tiene glaciar, volcán, campos de lava, pistas 4x4, verdes montañas y valles, playas volcánicas, alguna cascada, ríos caudalosos y acantilados espectaculares. No es difícil ver frailecillos, focas y las típicas ovejas islandesas siempre de 3 en 3. Tampoco faltan pueblos de pescadores, faros aislados, iglesias de juguete y los omnipresentes supermercados Bonus.
Por tener, tiene hasta su propia historia legendaria, pues fue en el volcán Snaefellsness donde Julio Verne ubicó la entrada al mismo centro de la Tierra de su famosa novela.
La península parece hecha adrede para los que lleguen a la isla con poco tiempo, pues además sólo está a 2 horas de la capital y tiene muy fácil acceso por carretera.
Dicho esto, y tras haberla recorrido durante un día entero, he de decir que SI, la península tiene de todo, pero nada de lo que tiene es lo más espectacular de toda la isla. Ni tiene la mejor cascada, ni las más fotogénicas playas, ni el glaciar más imponente.
Sólo destacaría por encima del resto la preciosa e icónica montaña de Kirkjufell, por su fotogenia y originalidad, única en la isla.

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La carretera que recorre la península tanto por el norte como por el sur es la nº 54, salvo el extremo más occidental para el que o bien se toma la nº 574 o bien se recorre por alguna de las pistas 4x4 existentes.
Comenzamos el día visitando el pueblo de Stykkishólmur, pequeña población compuesta de casas de colores distribuidas aleatoriamente, como si estuviera diseñado por niños. Todo increíblemente pulcro y cuidado, muy al estilo nórdico. Para entrar en calor subimos al fotogénico faro del islote Súgandisey, pegado al pequeño puerto del pueblo, y desde donde se obtienen unas vistas muy chulas no sólo del pueblo, sino de buena parte de las montañas nevadas del centro de la península Snaefellsness.
El cielo amenazante de lluvia desde primera hora, decidió llevar a efecto su amenaza, por lo que nos fuimos a tomar un café mientras esperábamos que parase un poco. Aprovechando que paró de lloviznar seguimos rumbo oeste, dejando atrás los campos de lava de Berserkjahraun y la aldea de pescadores de Grundarfjörður, en los cuales no paramos pues no era nuestro objetivo principal.
En esta región de pequeños fiordos destaca un islote con una de las montañas más icónicas del país: la montaña Kirkjufell. Este fotografiado lugar no es más que una montaña con una forma picuda muy curiosa, ubicada en una isla y rodeada totalmente de agua. Es muy conocida por ser una de las postales más representativas y bonitas del país. Para llegar al lugar exacto sólo hay que seguir a la gente y observar los trípodes de los fotógrafos, pues está a escasos 5 minutos del parking.
Desde esta zona se ve una pequeña cascada, un puente de madera y la montaña al fondo, todo en una misma foto.
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Continuamos ruta por la carretera 574. Dejamos atrás los pequeños pueblos de Òlafsvik, Rif y Hellissandur y nos dirigimos hacia el extremo más occidental de la península: el faro de Öndverðarnes. De tamaño y forma muy similar al visto en el pueblo de Stykkishólmur, éste tiene la particularidad de estar bastante aislado y solitario. Para llegar a él hay que recorrer una estrecha carretera que serpentea entre campos de lava, hasta llegar a un pequeño parking desde el que sale un sendero que llega a él y permite disfrutar de la vista de los acantilados de la zona. Se trata de una zona solitaria y tranquila donde poco más se puede hacer.
De nuevo comenzó a llover. El cielo estaba totalmente gris y no parecía que fuera a cambiar a corto plazo. Teníamos que tomar una decisión. El plan A consistía en perdernos por las pistas 4x4 cercanas al volcán Snaefellsness, mientras que el plan B era seguir visitando pequeñas zonas costeras sin adentrarnos en las proximidades del volcán. Decidimos intentar el plan A y así nos aventuramos por una de las pistas de tierra sin asfaltar, con la esperanza de que el tiempo cambiara repentinamente y nos dejara ver el volcán aunque solo fuera un ratito. Al cabo de casi 45min decidimos dar marcha atrás pues la visibilidad era casi nula, con lo que no veíamos nada de lo que nos rodeaba. Una pena.
Al menos aprovechamos para parar en un merendero y comer. Eso sí, abrigados hasta arriba.
Nuestra siguiente parada nos llevó un poquito más al sur, hasta la costa de Djúpalónssandur. Esta zona se conoce principalmente por la preciosa y solitaria playa compuesta de pequeñas piedras lisas de color negro llamadas ‘perlas de Djúpalón’, aunque tiene otros pequeños lugares que descubrir. Por ejemplo los restos del naufragio del barco pesquero Epine en la propia playa, 4 curiosas y pesadas piedras de levantamiento de peso utilizadas antiguamente para evaluar a los candidatos a marineros o varios senderos que se adentran entre piedras volcánicas y que nos permiten descubrir algunas formaciones con formas extrañas y varias lagunas interiores. Un lugar tranquilo para echar un rato.




El día seguía gris plomizo y no paraba de lloviznar, por lo que las siguientes paradas previstas en los acantilados costeros de Arnarstapi y la singular iglesia de Hellnar no les pusimos demasiado interés. Buscamos ambas pero no encontramos ninguna. Fue una mezcla de falta de indicaciones y hartazgo por el mal día que estábamos teniendo. A alguien se le ocurrió que con este tiempo lo mejor era ir pronto a la cabaña que teníamos hoy, encender la chimenea, hacer una cena rica y tomarnos unas cervezas mientras jugábamos a las cartas. Nos pareció una idea maravillosa, y decidimos salir de allí cuanto antes.
Nos esperaba cerca de 1 hora y media de carretera.
A medida que dejábamos atrás la península de Snaefellsness el tiempo comenzó a cambiar, hasta llegar a abrirse completamente y aparecer el sol, algo que no habíamos visto en todo el día. Tanto buen rollo nos dio que decidimos desviarnos un pelín para conocer los acantilados de Gerðuberg. Este lugar ubicado justo antes del cruce de la 54 con la 55 se compone de una hilera de enormes columnas de basalto distribuidas a lo largo de centenares de metros a lo largo del acantilado, el cual se abre a un amplio valle. Es un acantilado de interior, no costero. Aunque ves columnas de basalto por varias zonas de la isla (nos acordamos de la preciosa Svartifoss y el cañón de Jökulsá á Fjöllum), las de este lugar son mucho más grandes. Algunas desafían a la gravedad con una inclinación imposible mientras otras se ven en perfecta formación, unas al lado de otras. Es un lugar curioso donde merece la pena parar un rato.
El alojamiento para hoy, aunque perteneciente a la región de Akranes, estaba varios kilómetros antes en un desvío de la Ring Road a la altura de Höfn, en mitad del campo. Se llamaba Bard cottages, y era una tranquila cabaña de color rojo totalmente diáfana, ubicada en una especie de comunidad de casas de campo rodeada de varias fincas de cultivos y ganadería.
Tuvimos tiempo para hacer la cena, tomarnos unas cervezas y jugar unas cartas en pijama. Estos momentos finales del día en los cuales charlamos en torno a una mesa ya los hemos hecho costumbre en el viaje, y los hemos disfrutado un montón. Buena comida y buena compañía.
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Dia 10. Hraunfossar. Barnafoss. Pingvellir. Langjökull. Reikiavik.
Nuestro penúltimo día en Islandia fue uno de los más tranquilos y también de los menos espectaculares.
Comenzamos yendo a las cascadas de Hraunfossar y Barnafoss, ubicadas unos kilómetros al norte. Ambas cascadas se generan en el río Hvitá y están separadas unos cientos de metros, por lo que se pueden visitar desde la misma zona de parking.
Las cascadas de Hraunfossar tienen como particularidad que el agua cae hacia las orillas y a lo largo del río formando pequeñas cascadas. Estos chorros de agua proveniente de las montañas buscan resquicios y grietas entre las rocas volcánicas para llegar al cauce principal.
La cascada de Barnafoss sí que es más tradicional en el sentido de que es un salto de agua en el propio río Hvitá.
Este lugar, aunque agradable y bien organizado con pasarelas de madera y carteles explicativos, no llega a la altura de las cascadas tan espectaculares vistas hasta ahora (el nivel estaba bien alto, claro).
El siguiente destino del día lo teníamos pendiente desde el primer día, cuando recorrimos parte del Círculo Dorado (Geysir y Gulfoss), pero nos dejamos el Parque Nacional de Pingvellir para el último día. Hacia allí nos dirigimos. Y para ello elegimos ir por el camino más corto y divertido, la F550, una pista de arena y grava volcánica sólo apta para 4x4, aunque en muy buen estado. Queríamos despedirnos de los solitarios y mágicos paisajes islandeses del interior y me alegro enormemente de haber pensado en esta opción. La alternativa era dar un rodeo enorme de varias decenas de kilómetros. La F550 va durante bastantes kilómetros paralela al segundo glaciar más grande del país, el Glaciar Langjokull. Ello nos permitió observar varias de las lenguas y lagunas glaciares del mismo, de un azul intensísimo, desde los diversos miradores naturales existentes en promontorios o elevaciones del terreno. Recorrer por última vez estos vastos paisajes infinitos islandeses fue una perfecta despedida.
No nos cruzamos con ningún otro coche durante todo el camino.
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Llegamos al Parque Nacional de Pingvellir.
Este lugar es el más importante de la historia política de Islandia. Fue aquí donde se reunió la conocida como asamblea de Alpingi, allá por el año 930, la cual tras unos años se convirtió en uno de los parlamentos más antiguos del mundo, el islandés, y a la larga fue el germen de Islandia como país.
Además de su relevancia política, Pingvellir es imprescindible a nivel geológico. Aquí se encuentra la fisura de Almannagjá, que separa en dos las placas tectónicas americana y europea, en uno de los mejores ejemplos del mundo de lo que es una falla tectónica. Es como un museo al aire libre. Se puede observar perfectamente el tremendo cañón que separa en dos ambas placas, formando una enorme y alargada brecha de unos 7 kilómetros de largo, con varios metros de alto en algunas zonas. Los terremotos a lo largo de la historia han cambiado y seguirán cambiando este lugar, subiendo y bajando las placas en cada sacudida. Es un lugar único en el mundo. Y bastante impresionante.
A todo esto hay que añadirle que el paraje que rodea la falla es un bonito y cuidado entorno natural donde las plantas, musgos y líquenes han crecido con facilidad para formar una especie de enorme alfombra verde rodeando la falla. En uno de los paseos posibles por la zona se encuentra la cascada de Öxarárfoss, curioso salto de agua que parte de la placa americana para caer en la europea.
La visita de toda esta zona puede llevar entre 1 y 2 horas, dependiendo de cuánta falla quieras visitar.
En nuestro caso comenzó a llover al poco de llegar, por lo que tuvimos que verlo todo paraguas en mano y con no muy buena luminosidad.
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Llegamos a Reikiavik sobre las 15:00.
Habíamos comido de camino y pensábamos dedicar toda la tarde a la capital islandesa. No era nuestro objetivo principal del viaje y tampoco quisimos dedicarle más tiempo. Nos centramos exclusivamente en el centro, accesible a pie y fácil de recorrer en 2 o 3 horas.
Aparcamos en las cercanías de la iglesia luterana de Hallgrimskirkja, uno de los iconos arquitectónicos de la ciudad por su sorprendente torre piramidal central de más de 70m de altura, inspirada en las columnas de basalto que se pueden encontrar en diversos lugares del país.
Desde este punto bajamos caminando por el triángulo que forman las calles Skólavördustígur y Frakkastígur, zona principalmente comercial dominada por diversas tiendas y locales de todo tipo. No son las típicas marcas comerciales de moda, sino otras más locales y por ello guardan cierto encanto nórdico. Algo raro en estos tiempos en cualquier capital europea.
Al otro lado de la calle Lækjargata aumenta el número de bares y restaurantes, sobre todo en las proximidades de la plaza Ingólfur y el Museo de Arte de Islandia. Seguimos caminando un poquito más hasta llegar al Museo Marítimo y el Museo de las Sagas, ubicados ambos en el mismo puerto.
El ambiente marinero es total por esta zona, mezcla de pequeños barcos pesqueros, gaviotas, olor a mar, y el frío y la humedad propias de estas latitudes. Al otro lado del puerto se puede ver la sala de conciertos Harpa, moderno edificio que trata de dar otro aire más actual a esta zona de la ciudad.
Los edificios de todo el centro histórico de Reikiavik siguen la misma arquitectura: construcciones de madera de máximo 2 o 3 alturas con variedad de colores, y locales comerciales en la planta baja. A diferencia de otros pueblos que hemos visitado, aquí sí hemos visto mucha gente caminando por las calles y llenando bares y tiendas. Parece que la capital sí tiene algo de vidilla.
Habiendo visto lo imprescindible, decidimos que ya era hora de una buena cerveza en uno de los animados pubs de la zona. Y después de ello nos dimos el homenaje de cenar nuestra última cena islandesa en una de las hamburgueserías más conocidas. Buen ambiente y buen final de fiesta.
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Última noche en Islandia. Para no desentonar con el resto de días, preferimos dormir en un lugar alejado de poblaciones y de la capital. Elegimos Grund Guesthouse, localizado en el tranquilo pueblo costero de Grindavík, a escasos 20 min del aeropuerto, y a 1 hora de Reikiavik, donde acabábamos de cenar.
Dia 11. Vuelo Reikiavik-Madrid.
El fin de nuestra aventura por este país tan único y maravilloso llegó.
Sin lugar a dudas, uno de los lugares del mundo que más me han gustado e impresionado.
Una isla única y a escasas horas de vuelo de nuestro país. No ha pasado un día sin que nos hayamos sorprendido y alucinado con los paisajes y la naturaleza tan brutal de este país.
Cada sitio es único.
Nos llevamos miles de imágenes como recuerdo, tanto en la cabeza como en fotografías.
Volveremos seguro.
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